XLI - Padlock of Love
41.- Padlock of Love
Aprecié sus labios recorrer a lo largo de mi espalda una vez logré despertar por completo. Sonreí gustosa. Sus besos eran suaves, delicados, casi no tocaban mi piel. Sin embargo, su barba ya bastante tupida era lo que más sentí y fue lo que realmente me despertó.
—Amor, ¿qué haces? —Murmuré apenas, con los ojos cerrados. Dejándome llevar por sus pequeños besos en toda mi piel.
—Contando tus lunares —Respondió él, al mismo tiempo en el que se acercaba a mi lado para poder quedar en mi misma posición. —Tienes un total de diez. Sin contar con los otros que...
—¡Dios mío, Sebastian! —Solté una carcajada. – ¿Desde cuándo lo haces? ¿Y qué me has hecho mientras duermo, ¿eh? —Alcé una ceja, inquisidora.
—Nada que no sea ilegal —Respondió, esbozando una sonrisa tierna. — Me gusta observarte cuando duermes, __________. Y besarte...
—Eso ya me ha quedado claro, Stan. —Reí.
Nos fundimos en un abrazo que perduró durante gran parte de la mañana. Entre besos y caricias de nuestra parte, no nos dejamos de mencionar lo mucho que nos amábamos. Era día sábado, por lo que nos dimos el gusto de permanecer en la cama hasta aburrirnos.
Sus suaves labios no dejaron de recorrer mi cuerpo ante cualquier oportunidad que tenía, incluso, cuando decidimos ir a ducharnos juntos. Sebastian, ese día tenía una gran necesidad por saciar su instinto animal.
Y, no es que yo no quisiera intimar con él. Quería, y accedí a ello. Dejé que me amase como solo él lo sabía hacer. Sus manos recorrían mi anatomía y sus susurros en mi oído mencionaban lo feliz que lo hacía y cuánto me amaba. Su voz me seducía, efectivamente. Por lo que, al susurrarme, no hacía más que alborotar mis hormonas y cegar mi mente.
—Me encanta hacerte el amor en la ducha. —Murmuró en mi cuello, propinando un pequeño mordisco que me hizo gemir. Me quejé y golpeé su pecho a modo de juego. —Lo siento, linda. —Rio juguetón.
—Eres un idiota, Stan. —Expresé entre risas. Mi rostro escondido en su cuello, besaba con suavidad su piel. La sensación del agua caer sobre nosotros y sus caricias, era todo lo que podía pedir durante un día sábado.
Eran poco los días sábados que podíamos estar juntos como queríamos. Hacía días, anhelábamos pasar unos días solos. Su trabajo le ocupaba gran parte de su vida. Entre fotos y entrevistas, él no tenía demasiado tiempo para nuestra relación. Pero, pese a los inconvenientes que surgían, yo, esperaba todo el tiempo que fuese necesario hasta su llegada a nuestro hogar.
—No sé qué hice para merecerte —Comentó de repente. Mis manos viajaban por su espalda fornida, enjabonándola por completo. — Algunas veces temo que llegue alguien mejor que yo y te vayas de mi lado...
—Eso no sucederá, Sebb. —Aseguré. El agua caía sobre nosotros. Me acerqué a él pegando mi abdomen a su dorso. Lo abracé y deposité un tierno beso en su cuello y hombro. — Además, la pregunta correcta es ¿qué hice yo para merecerte? No soy de tu mundo. Soy bastante simple... —Stan giró sobre sus pies, quedando frente a mí. Su rostro se veía tan hermosos con aquellas gotas de agua recorrer sus facciones. Dejé salir un suspiro, deleitándome con aquella imagen digna de ser contemplada.
—Por lo mismo. —Comentó, esbozando una sonrisa tierna. —Porque eres simple, única y bella sin tener que esforzarse.
Sebastian me besó con vehemencia, sujetó mi cintura con necesidad y volvió a hacerme suya como lo había hecho hace minutos atrás. Y yo, volví a sentir que tocaba el paraíso.
******
—Sebb, estaba pensando en algo. No sé si te guste la idea, pero, siento que sería una linda manera de comenzar a sellar nuestra relación. —Dije. Ambos nos encontrábamos en la cocina, tomando un café. Sebastian asintió, dispuesto a escuchar mi idea.
El puente Brooklyn, conocido por su gran inmensidad y belleza. Pero, por, sobre todo, el significado que muchas parejas enamoradas le daban. Más de alguna se atrevió a dejar un candado entre sus rejas y sellar el amor. Aquello, era un lugar digno de visitar para los turistas y, no me parecía extraño. La verdad es que desde que vi aquel puente, deseé sellar mi amor con quien me hiciera sentir el significado y el acto de amar. Sebastian lo había logrado, podía decir con seguridad que él, era el amor de mi vida.
Sebastian aceptó hacer lo que tenía en mente. Le excitaba la idea de dejar nuestra huella en aquel puente. Independiente si las autoridades decidieran algún día, sacar todos esos candados. Nosotros queríamos dejar un pedazo de nuestro amor allí, entre los demás candados.
—Me siento como un adolescente —Carcajeó Stan. Alcé una de mis cejas, imitando su risa.
— ¿Y eso es malo? —Inquirí. Caminábamos a paso lento, ambos tomados de la mano. Una brisa tierna envolvió nuestros cuerpos. El clima era tibio, había sol, pero también se podían presenciar algunas nubes grisáceas. Seguramente iba a llover durante la noche, tal como lo vaticinaron los expertos.
Sebastian me observó con detención. Recorrió mis facciones una y otra vez. Finalmente, soltó una risita juguetona.
—No, no es malo. Para nada. —Negó entre risas. —Me haces sentir vivo, __________. La última relación que tuve, me devastó. Lo sabes, me viste en ese café y no dudaste en acercarte y preguntar si estaba bien. —Sonrió, recordando aquel día en que nos conocimos. Era cierto, lo había visto totalmente devastado. Un hombre sufriendo así por una mujer me había llamado inmensamente la atención, por lo que no dudé en acercarme y prestarle mi ayuda.
—Recuerdo ese día —Asentí. — También recuerdo que hablamos bastante, quizás por cuatro horas después de que se cerró el local. —Solté una risita. Aquello, me causaba gracia. Había sido como si nos conociéramos desde tiempo atrás
—Me devolviste el aliento ese día, los pedazos de mi corazón fueron reconstruido en segundo. Todo gracias a ti. —Su mano se aferró más a la mía, presionando con suavidad. — Supe que tú eras digna. No sé cómo, pero era una especie de sexto sentido, o algo así. Te escuché y, de inmediato supe que eras tú la mujer con la que quería compartir el resto mi vida. —Narró, totalmente extasiado. Sus ojos brillaban y su sonrisa no dejó de darle luz a su rostro. — Me tienes como un adolescente, _________. Totalmente enamorado.
Mi corazón rebosaba de alegría con tales palabras. Quise llorar, no podía creer que tuviese a semejante hombre a mi lado. Más contuve mis lágrimas. Besé sus labios y seguimos caminando hasta dar con el famoso puente.
A su costado, la gran variedad de candados se hacía presente. Diversos tamaños y diseños. Todos con las iniciales de los nombres de las parejas de enamorados. Caminamos en busca de un lugar libre para nuestro candado. Éste, tenía la forma de un corazón. Lo había elegido durante la semana.
—Aquí —Indicó Sebastian un espacio libre entre otros candados. Asentí, saqué un plumón a prueba de agua y escribí nuestros nombres. —Perfecto. — Celebró Stan. Tomó el candado entre sus manos y lo unió a la reja de protección del puente, junto a los otros.
—Bien, hay que tirar la llave al agua — Dije y Sebastian asintió. Ambos tomamos la llave y la tiramos al rio.
—Te amo preciosa. — Expresó Sebastian, depositando un beso en mi sien derecha. Nos abrazamos nuevamente, contemplando el atardecer que se hizo presente minutos después.
*******
Very empalagoso ah. Me entraron ganas de hacer algo sad >:)
Por cierto, de a poco comenzaré a subir los capítulos que me pidieron terminar algunas personas en el Os anterior <3.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro