XIII - Christmas Gift
13.- Christmas Gift
Apenas abrí los ojos me levanté de la cama y me apresuré en arreglarme para salir. Debía comprar los últimos regalos de navidad y, como era algo usual en mí, decidí dejar todo a última hora.
Por primera vez en mi vida tenía claro qué le daría a cada uno de mis familiares. Y, es que estas fechas eran demasiado estresantes para mí. Elegir el regalo apropiado nunca fue un don de mi parte. Para ello, prefería regalar lo que ellos me pidiesen explícitamente. Aunque, ciertamente aquello dejaba de ser regalo y, por lo tanto, también dejaba de ser emocionante.
Un set de maquillaje, una caja de herramientas y dos entradas para un spa. Iba con aquello en mi mente una vez salí de la casa. Fuera de ésta, la nieve caía y el frio congelaba mis manos desprotegidas. Caminé y me alenté a mí misma; Es solo una vez al año, pensé en mi fuero interno y, con aquella frase inserta en mi mente, sonreí y me dispuse a conseguir lo que tenía en mente.
Fue bastante fácil encontrar lo esencial para mis familiares, pero no así para mi novio. Refunfuñé varias veces mientras caminaba entre las personas que, con prisa circulaban por la acera. Repletos de bolsas de regalos de distintos tamaños. Era víspera de navidad y, como yo, muchos habían salido a comprar los regalos atrasados.
Visité muchas tiendas de ropa. Al menos sabía que era ropa la que debía obsequiarle. Pero ninguna me era completamente atractiva para él. Seguí caminando en busca del regalo perfecto. Mis manos y rostro dolían producto de la gélida brisa invernal y mi estómago rugía por algo de comida.
**
—¿Dónde has estado, amor? —Preguntó Sebastian en cuanto puse un pie en el departamento.
—Haciendo las últimas compras. —Respondí dejando las bolsas sobre la mesa. Respiré profundo y dejé salir un suspiro de mis agotados pulmones. —Hay que preparar la comida para la noche...
—Eso déjamelo a mí.
—Amor, la última vez que te dejé usar la cocina casi quemas la casa. —Sonreí al notar un leve rubor en las mejillas de Stan. Aquel recuerdo lo tenía tan latente en mi mente que podía dar fe que había pasado el día anterior. —Vale, lo harás tú. Te daré las indicaciones.
Me vestí con ropa más cómoda y mientras hacía aquello con Sebastian lejos de mí, escondí su regalo en lo más profundo del closet, entre los abrigos que colgaban de los ganchos de madera. Sonreí triunfante antes de salir del cuarto.
Las indicaciones las siguió al pie de la letra, consiguiendo al menos, lo que iba a ser el postre después de la cena. Un tiramisú de Turrón. Luego quiso hacer el pavo, la torta y todo lo que íbamos a comer. No me opuse. Estaba entusiasmado por querer impresionar a mis padres con su sorpresivo don culinario.
—Estas te han quedado deliciosas—Felicité al rumano en cuanto terminó las galletas de navidad. Diversas figuritas navideñas perfectamente decoradas reposaban sobre la mesa. —Me impresionas, Stan.
—Tengo buena mano, ¿no crees? —Sonrió.
—Así parece. —Afirmé, tomando otra galleta para comerla. El olor no hacía más que abrir mi apetito y desear terminar con todo yo sola.
—¿Sabes lo que podríamos hacer esta noche, después de comer? —Preguntó. Di una mordida a la galleta y negué. —En vista de que, al parecer tengo bastante buena mano, podríamos... —Brinqué tras sentir su mano posarse en mi cintura con sigilo. Me apegó a él con necesidad y, ante aquel tacto pude entender el mensaje que me quería dar. Solté una carcajada.
—¡Oh Stan! —Besé sus labios, extrayendo el sabor dulce que éstos tenían. —Tus dotes serán creadores de los niños más hermosos que podamos tener. —Manifesté sin dejar de reír. Nos fundimos en un tierno beso antes de comenzar a preparar todo para la gran noche en familia.
Mis padres y hermana llegaron a la hora predicha por ellos mismos. A las nueve ya se encontraban hablando y riendo junto a mi novio, intercambiando anécdotas y bebiendo vino.
La cena fue bien recibida por mis padres, felicitando al chef. Los ojos de Sebastian destellaron en alegría al saber que había hecho un buen trabajo en la cocina. Lo felicité una vez más, mencionando lo mucho que lo amaba y me hacía feliz.
—¡Abramos los regalos! —Exclamó mi hermana alegre, haciéndole entrega de su regalo a mi padre. Un set de pesca fue lo que hizo sonreír a mi padre casi al borde del llanto. Aproveché la distracción para poder ir a la habitación y sacar el regalo que tenía para Sebastian. Al llegar al living, éste tenía entre sus manos una caja mediana adornada con papel rosado entre sus manos.
—Espero que te guste. —Me dijo, casi sonrojado.
—Espero que lo mío igual te guste. —Sonreí. Me incentivó a que abriera yo primer su obsequio y, no dudé en hacerlo. El tamaño de la caja y lo pesado que era me llamaba bastante la atención. No pude adivinar lo que era por más que lo intentara. Mi emoción no me dejaba pensar en un objeto lógico y fácil de adivinar.
Retiré todo papel que cubría la caja, y de inmediato se hizo sentir un gemido tierno. Un cachorro de San Bernardo me miró con susto desde el interior de la caja perfectamente adaptada para él. Lo tomé en brazos con emoción elevándolo a la altura de mi rostro para besarle su pequeña frente peluda y de colores llamativos.
Sin embargo, me percaté de que, en su collar, un pequeño objeto brillaba llamativamente.
—¿A-amor? —Musité estupefacta. El anillo brilló en todo su esplendo una vez lo quité del collar del perro. Mis ojos se aguaron y Sebastian se acercó a mí para abrazarme. —¿Es en serio? —Pregunté entre llantos.
—Totalmente en serio. —Afirmó él. Tomó el anillo entre sus dedos y, mirándome directo a los ojos me preguntó aquello que, deseé escuchar alguna vez en mi vida. —Mi pequeña, mi princesa, mi razón de ser, la mujer que alegra mis días y mis noches y, con la que deseo compartir el resto de mi vida; ¿A-aceptarías ser mi esposa? Juro protegerte, amarte y respetarte por el resto de mi vida...
Mis lágrimas no dejaban dar respuesta alguna. No hice más que asentir y lanzarme a sus brazos para besarle mientras lloraba emocionada.
—¡Acepto! —Chillé emocionada, depositando tiernos besos en todo su rostro. Mis padres y hermana aplaudían emocionados, entonces volví a la pequeña realidad; aún le faltaba abrir mi regalo.
Sebastian tomó la caja entre sus manos, mencionando lo excitado que estaba por querer saber lo que se escondía en el interior de ésta. Desenvolvió el regalo tan rápido como yo desenvolví el suyo, con energía y entusiasmo. Sin embargo, su expresión gozosa en su rostro se vio alterada por lo que se encontraba frente a sus ojos.
—¿H-hermosa? —Musitó apenas. Tomó el contenido de la caja y comenzó a llorar cuan niño pequeño llora por felicidad al recibir lo que siempre anheló. Me acerqué a él con intenciones de abrazarlo, pero éste, atrapó primero mi cuerpo, escondiendo su rostro en mi cuello y sin dejar de llorar.
—¡Oh dios mío! —Chilló mi madre de repente, percatándose de la ropa de bebé que sujetaba Sebastian entre sus manos. — ¿¡Estas embarazada!?
Sebastian alzó su mirada con lágrimas de felicidad desbordando por sus ojos azules, asintiendo en dirección a mi madre. Un gritito agudo se dejó escuchar por todo el departamento, denotando la emoción en mi progenitora.
Tanto Sebastian como yo no dudamos en reírnos, y, entre besos y susurros amorosos nos fundimos en nuestro propio amor que, dictaba apenas comenzaba nuestras vidas.
—Feliz navidad, amor. —Besó mi frente con ternura.
—Te amo. —Susurré entre el beso que deposité en sus labios. — Feliz navidad.
******
FELIZ NAVIDAD A TODOS AEAEAEA un poco atrasado pero, más vale tarde que nunca. Espero que hayan tenido un muy hermosa navidad y, que hayan recibido los regalos que querían. Por mi parte, ni Sebastian ni Chris Evans aparecieron bajo el árbol :(.
Para la próxima navidad será, supongo jeje >:).
Lov para todas <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro