Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VIII - Second Chance

8.- Second Chance


Observar mi imagen frente al espejo me deprimía. Pero nadie se daba cuenta qué tan triste estaba, ni si quiera las mujeres que me arreglaban con el fin de embellecerme para mi boda.

Tras largos suspiros, me lamenté el hecho de que todo terminara como menos lo pensaba. Nunca me imaginé verme inmersa en un dilema emocional. Por un lado, estaba Timothy y, por otro, estaba Sebastian. Pensar en ellos dos no me ayudaba en nada, claramente.

Lo que parecía ser una boda que, cambiaria mi vida para bien, llenándome de felicidad por formar finalmente una familia, no hacía más que deprimirme al estar a punto de casarme con alguien a quien no quería.

Y, ¿En qué momento decidir aceptar y decir si ? Esa noche, Tim se veía tan entusiasmado y yo, tan enamorada que me fue imposible negar su oferta. Si, estaba enamorada de él. De su sonrisa, de su rostro, de sus ojos, de sus valores, de su persona. Pero, bastó con que Sebastian apareciera nuevamente para poner mi mundo de cabeza y mi decisión en duda.

Sebastian Stan, el joven que algún día amé con todo mi corazón y alma. No lo podía negar, lo amé demasiado y eso, Tim lo sabía. Si algo agradecía de mi novio era que él, me daba la confianza necesaria para poder hablarle de mi pasado. Me parecía bastante extraño, yo me sentía extraña al comentarle mis aventuras, muchas de ella cómicas y otras, simplemente tristes. Como lo era con Sebastian.

-Bueno, no sé tú, pero yo opino que ese tal sebastian se perdió a la mejor mujer del mundo. -Me dijo Tim, cuando le conté sobre Stan. Había encontrado un álbum de fotos en donde aparecían fotos de él junto a mí, y en otras junto a mis padres. Solíamos ir de paseo junto a mi familia pues, él, ya era considerado como tal. Así que, cada vez que se programaba algún panorama, Sebastian era invitado.

Aquello, más de alguna vez me hizo pensar que mi destino era estar con el rumano para toda mi vida. Pero, ¿quién me aseguraba que aquello iba a suceder? Bien decía mi abuela que, todo era efímero en la vida. No lo quería creer. Para mí, la vida me había sonreído al presentarme a Sebastian. Era el amor de mi vida, y estaba segura que para él yo era lo mismo.

Sin embargo, mi abuela tenía razón. La felicidad, es de corta duración al lado de la persona que amas. Lo que dura una eternidad, es el dolor de haber perdido a esa persona y, eso lo que sentí cuando Sebastian se fue de mi lado.

La vida le había dado la oportunidad de ser famoso, cambiando su vida por completo. Ya no lo veía en los paseos familiares, ni tampoco en mi hogar compartiendo con mi papá y hermano. No, ya no. Esos tiempos, se habían acabado.

Recordar aquello, no hacía más que incrementar mis ganas de llorar frente al espejo. A mi alrededor, las mujeres seguían arreglándome. Acomodando mi vestido, decorando mi cabello con flores, maquillando mi piel para que se viera más reluciente frente al hombre que, dentro de cuatro horas, se convertiría en mi esposo y futuro padre de mis hijos.

-No tengo palabras para describirla -Mencionó una de las mujeres a mi lado, observándome a través del cristal. Mi vestido, ocupando parte de mi metro cuadrado, robó mi atención totalmente. Era otra mujer la que estaba allí. Una completamente distinta. Era bella, bastante atractiva, pero, estaba rota y aquello, no se podía presenciar desde un espejo, ni menos a través de una sonrisa fingida.

Me pasé las horas restantes rumeando mis pensamientos mientras las mujeres arreglaban los últimos detalles. Parloteaban entre ellas, y yo sonreía por amabilidad. No tenía intenciones de hablar. Sentía que, en cualquier momento, mi voz se quebraría y me dejaría en completa evidencia.

Terminado el trabajo, logré estar sola por una hora. Era todo lo que la vida me dio para pensar con claridad el siguiente paso. Casarme o no casarme con Tim. El dilema, se agrandaba a medida que el segundero en el reloj, avanzaba. Y ante ello, yo no podía hacer nada más que aceptar la realidad que yo misma construí en base a mis acciones.

Alcé la vista al espejo. Topándome nuevamente con mi reflejo, esta vez, reflejando también al hombre en quien pensaba. Abrí los ojos totalmente sorprendida. Había escuchado muchas veces sobre el poder que tenía la mente, pero nunca creí que tal poder, me haría ver a Sebastian en mi habitación.

Abatida, cerré los ojos con fuerzas, pidiendo que la imagen proyectada por mi imaginación, se esfumara. Pero grande fue mi sorpresa cuando abrí los ojos; Sebastian, seguí allí, de pie, con una sonrisa dibujada en su rostro. Giré asustada, creyendo que, si lo hacía, éste iba a desaparecer, pero no fue así. Tal como se mostraba a través del espejo, se logró ver de la misma forma fuera de éste.

-S-s-seb... - Mis palabras no salían de mi boca. Mi garganta se cerró por completo, y mi corazón, a palpitar como reacción obvia ante tal impresión.

-______, cariño. - Dijo, y esta vez, al escuchar su voz después de tiempo, mis ojos se aguaron, dejando caer las lágrimas que estropearían todo el trabajo hecho por las mujeres.

-N-no, e-esto debe ser un s-sueño -Articulé apenas. -C-cerraré los o-ojos y todo volverá a ser como antes. -Entre sollozos logré cerrar los ojos, pero no así, disminuir las lagrima. Éstas, salían sin tener intenciones de detenerse.

-Soy real, cariño - Dijo, al mismo tiempo en el que sentía sus manos tomar mi rostro.

-No, no lo eres -Gemí, sin siquiera querer abrir los ojos. -Vete, sal de mi mente. Sal de aquí -Sollocé.

-No, ______. No me iré. -Negó rotundamente. Abrí los ojos, encontrándome con el azul de los suyos. Frente a frente, su respiración chocaba contra mi rostro afligido. -Vine por una segunda oportunidad. -Susurró.

- ¿S-segunda oportunidad? -Fruncí el ceño. Era real. Sebastian estaba allí, en el día de mi boda por una segunda oportunidad. -¡Estás loco! Me casaré en solo horas, tú... ¡diablos! -Chillé. -¿Por qué ahora? ¿Eh? tuviste tiempo de sobra para venir a mi hogar y pedirla. -Espeté, molesta.

-Porque soy un idiota, _____. -Respondió, calmo. -Soy demasiado idiota como para darme cuenta que tú eras la mujer que me mantenía cuerdo. -Suspiró. -No quiero que te cases, ______. No quiero que te cases con ningún hombre que no sea yo.

Volví a cerrar los ojos, esta vez, frustrada. Lo último que necesitaba en mi vida, era que él, llegase en mi boda a estropear todo lo que construí con Tim.

-Lo siento, está todo listo. No puedo dejar a los invitados, ni mucho menos a Tim esperando en el altar. -Saqué sus manos de mi mejilla y lo alejé de mí. Me acerqué a la puerta de mi habitación y, con intenciones de abrirla y pedirle que se fuera, él, evitó que lo hiciera. Bloqueó la puerta con su peso, tomándome de la cintura, apegándome a su cuerpo.

Era lo que necesitaba para tenerme allí, dispuesta a escuchar lo que tuviese que decirme.

-______, te amo. No sabes cuánto. -confesó. -es cierto, soy famoso. Y te dejé por seguir mi sueño, dejé afuera, parte fundamental de mi vida por seguir un sueño que, me mantendría vació sin importar cuantas cosas pudiese tener dentro de ese sueño. Tú, nada más que tú le daba sentido a mi vida. - Su respiración aumentaba a medida que hablaba y confesaba sus sentimientos. -Amor, cariño, princesa. No sabes cuánto me arrepiento. No lo sabes. De verdad, yo no estaría aquí si no te amara tanto. Sé que Tim te ama, y no lo culpo... -Soltó una risita, convirtiéndose casi en un gemido producto de las lágrimas que querían salir de sus ojos. - Eres perfecta.

Se derrumbó en mis hombros, mojándolos con sus lágrimas. Éstas, recorrían mi piel, fundiéndose en la tela de mi vestido. Sus brazos rodearon mi cuerpo, apretándolo con necesidad y miedo. Susurraba entre sollozos que no lo dejara, que lo perdonara, que lo amara como antes. Pero yo no sabía que decir. Sus palabras, me habían dejado perpleja.

-Amor -gimió.

-Y-yo... no sé qué quieres que haga. -Balbuceé. -N-no puedo hacer nada.

-Claro que sí. -Asintió de inmediato, alzando su vista completamente esperanzada. -Escapa conmigo. Huyamos de aquí, formemos nuestra propia familia. Tengamos hijos, todos los hijos que quieras. Vamos a vivir a Francia, donde siempre quisiste vivir. -Decía, excitado. Sus ojos abiertos demostraban lo entusiasmado ante la idea de escapar conmigo. Más yo, lo veía como una traición a mi familia.

No podía cambiar de opinión a última hora. Negué, pues sabía que la decisión que tomaría, dolería por un buen tiempo.

**

-No puedo creer lo que hice por ti. -Dije, haciendo reír al rumano. Éste, se inclinó hacia a mí, y, con sus manos comenzó a remover el gran vestido aun ceñido a mi cuerpo. Solté una risita juguetona cuando sentí que éstas, comenzaban a toquetear mis piernas. - Mis padres no me perdonaran nunca, lo sabes, ¿no? -Elevé una ceja. -Por tu culpa, Stan.

-Lo sé, preciosa. -Asintió, besando mi frente. -Pero nos iremos a Francia y allí, nadie nos molestará. -aseguró, esta vez, besando mis labios. -Te amo.

-También yo. - Admití, finalmente, dejándome llevar por sus caricias.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro