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LXVI - The exception

66.- The exception



Elizabeth olsen y Scarlett Johanson me miraban fijamente y con cierta decepción expresada en sus ojos, ambas, luciendo una tonalidad azuleja y fría. Me mordí el labio, demostrando cuan intimidada me sentía. Un par de movimiento de cabeza por parte de Olsen, ligero y en modo negativo, me dio a entender que ambas no estaban de acuerdo con la decisión que, pese a los años siendo amigas, yo no daba pie a que se modificara.

No, no lo iba a hacer. Y menos sabiendo que mis amistades eran parte del mundo de la actuación.

No me era muy placentero ser captada por las cámaras al salir con Olsen o Johansson después de un día ajetreado en las grabaciones. O que me vincularan con Evans o Downey en base a las carcajadas que capturaban cuando salíamos de alguna premier. Los mensajes "amigables" se hacían notar de inmediato, por sobre todo cuando se trataba de Robert y la ausencia de Susan en los eventos.

Estaba cansada, y esa era la razón por la que muy pocos sabían el día de mi cumpleaños. Algo que, para muchos fue un motivo digno de averiguar y, que ninguno logró descifrar.

—insisto. —Dijo Olsen. —Tú tienes un problema muy serio, mujer. —Negó indignada. Johansson le imitó el gesto.

—Bueno, sí. Tengo un problema...—Asentí. —Y ese es estar vinculada con personas famosas. De otra manera, mi cumpleaños no sería tan pomposo. Tampoco sería el punto de referencia para todos los paparazzi...

—Te mereces un cumpleaños a lo grande, ___________. —Dijo Scarlett. La rubia se encogió de hombros. —Yo pensaba habilitar mi casa, incluso Robert y Susan ofrecieron su hogar. La decisión es completamente tuya, pero debes saber que tu cumpleaños es importante para todos.

—Y un misterio para algunos. —Apuntó Olsen entre risitas ligeras. Esbocé una sonrisa, sintiéndome airosa, en parte, por el enigma que había formado durante los tres años siendo quien ayudaba a la producción de las películas MARVEL.

—olvídenlo, no habrá cumpleaños. —Sentencié. Ambas mujeres negaron. Sonreí, caminé hasta la cocina de mi hogar y tomé un set de cervezas artesanales. —Me basta con que ustedes sepan mi cumpleaños. Es íntimo y entre amigas. No necesitó una fiesta, nunca asistí a una y hoy no será la excepción. En realidad, nada ni nadie será la excepción...

Olsen observó a Johansson y dibujó una sonrisa.

—¿Ni si quiera un rumano? —Cuestionó Olsen dejando escapar una sonrisa traviesa. Johansson río por lo bajo mientras le daba un sorbo a su cerveza.

—¿Cómo? —Arqué una ceja. Ambas mujeres carcajearon.

—No te hagas la que no sabes, __________. Con nosotras estas cosas no funcionan así. El rubor en tus mejillas te delata, ¿sabes? Y tu voz también. Es mucho más aguda y vacilante cuando hablas con él...—Dijo Olsen.

—Y tus ojos brillan. —Añadió Johansson.

—Y tu lengua parece enredarse...—Comentó Olsen.

—Y su...

—basta...—Gemí. —¿C-creen que me gusta Stan? —Inquirí

—¡Si! —Exclamaron ambas al unísono.

Solté una carcajada que, si bien era forzada, me esforcé en que ésta pareciera real y convincente. Negué en todo momento y volví a reír, mencionando que aquello no era posible pues, tenía entendido que el rumano estaba en una relación y yo en ella, no tenía planes de inmiscuirme, pese a que efectivamente, mi expresión corporal me delatara.

Tenía que negarlo, y mi sentimiento debía morir con el tiempo.

—Jamás me involucraría con ninguno de ellos. —aludí a los galanes de la franquicia MARVEL. —Bastante tengo con las especulaciones de los medios cuando nos fotografían juntos. No encuentro necesario hacer realidad todo lo que dicen de mí.

Olsen y Johansson se miraron y se encogieron de hombros. Tomaron sus botellas de cerveza y al mismo tiempo, le dieron un sorbo.


******


La "fiesta" privada duró hasta altas horas de la madrugada. Un café fue lo único que mi cuerpo logró ingerir sin sentir el malestar de las náuseas que el exceso de alcohol me provocó. Había sido mi cumpleaños número veintiocho y, a mi manera decidí festejarlo con ambas mujeres que consideraba mis mejores amigas.

Saludé al personal y a los actores con total normalidad. Hablé con Mark y Evans cuando los encontré en el casino. Ambos comentaban sobre las escenas que debían grabar, para luego comentar sobre el evento que se aproximaba dentro de tres semanas más. Me retiré de la conversación cuando vi la hora.

Caminé por los pasillos en dirección a la sala del guionista, mientras iba pensando en qué haría durante la tarde cuando llegase a mi hogar. Quizás me recostaría en mi cama y vería alguna película en compañía de mi gato, pero antes haría unas llamadas a mi familia. Quizás encargaría comida china o taiwanesa, dependiendo del precio.

Tenía en mente, disfrutar de mis veintiocho años durante esa noche.

—_____________. Feliz cumpleaños. —Me giré cuando escuché la voz del rumano y su enunciado con tanto entusiasmo. Parpadee atónita. Bien no sabía si era por lo atractivo que se veía con su vestuario del personaje al que le daba vida, o por la bolsa que me tendía, decorada con un moño blanco y letras que dejaban en claro que ese día cumplía años.

Tomé la bolsa y volví a parpadear, sin saber qué decir. Noté que Stan reía por lo bajo. Abrí la bolsa y con cautela observé su interior.

—Un cactus...—Murmuré Cuando divisé el ejemplar. Stan asintió.

—Sé que son tus plantas favoritas y que tienes una colección de ellas en tu hogar. Aunque, esta es una suculenta, al menos eso me dijo el vendedor. —Dijo, como si dudara de lo que el hombre le había dicho. —Tú debes saber sobre eso, ¿no?

—Es una suculenta. —Afirmé. Sebastian sonrió.

—¿te ha gustado? —Inquirió con cierta preocupación. —Podemos cambiarla si quieres, yo...

—Me ha gustado. —Sonreí cohibida. —¿Cómo has sabido que es mi cumpleaños?

—Es todo un misterio, ¿sabes?

—Es un cumpleaños, no le veo la importancia. —Reí. —¿Te lo ha dicho Olsen? —El rumano negó. —¿Johansson?

—Así que ellas son las únicas que saben... —Sonrió divertido. —Son buenas amigas, han guardado tu secreto por mucho tiempo. Pero ya era hora de que alguien lo desmantelara. A nadie se le ocurrió indagar en la oficina de registro. No fue difícil, a decir verdad. —Se encogió de hombros. —Un par de favores, una actitud discreta y listo, misterio resuelto.

—Insisto, es un cumpleaños. No le veo mayor importancia. —Repuse.

—Es tu cumpleaños y es importante. Ahora, espero no te moleste, pero durante la tarde llevaremos a cabo tu cumpleaños y no aceptaremos un no como respuesta. —Advirtió el rumano.

—Pero...—Enmudecí cuando sentí, sin previo aviso sus labios besar mi mejilla derecha. Mi pecho se apretó y yo, interiormente, temí perder el equilibrio por la falta inminente de aire.

—Nos vemos en la tarde, cumpleañera. —Se despidió el rumano. Miré el cactus en su interior y Sonreí embobada. Más un escalofrío recorrió mi anatomía y el resto de las cervezas que había ingerido horas atrás, subieron hasta quedar en mi garganta y quemar como si fuese lava.

—¡Hey! —Saludó Evans esta vez. Volteé al escuchar su voz. A su lado venía Robert e Hiddleston. —¡Feliz cumpleaños! —Exclamó el rubio.

Los tres se acercaron a mí y me envolvieron en sus brazos. No protesté, recibí, resignada, el abrazo de cada uno con gusto. 

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