LVIII - Surprise party. Surprise gift
58.- Surprise party. Surprise gift
Nota: Smut >:)
La fiesta sorpresa que le tenían a Sebastian dictaba ser la mejor que el rumano pudiese tener en su vida. Al menos, así lo daban por hecho sus amigos y colegas.
Nos coordinamos con anticipación los meses previos a su cumpleaños a través de un grupo de WhatsApp creado por Johansson. Surgieron diversas ideas, y muchas de ellas era buenas. Finalmente, nos decidimos por algo más privado y alejado de los medios; La hermana de Chris Evans nos había facilitado un hogar donde podríamos realizar la sorpresa. Era un lugar alejado de la ciudad y de quienes buscaban fotografiar cada momento del cumpleaños de Sebastian.
—¡Viene en camino! —Gritó Downey con su celular en manos. —¡Apresúrense!
Rápidamente, todos comenzamos a apresurarnos en terminar la decoración en el interior del hogar. Aún faltaban globos por pegar, las guirnaldas y la pancarta que llevaba escrito el típico "feliz cumpleaños"
Finalmente, pese al poco tiempo que teníamos antes de que el rumano llegara, logramos terminar todo y escondernos en los lugares que cada uno tenía asignado. Tras mi escondite, observé la puerta con atención, ansiosa por ver la expresión de Sebastian.
—Vaya, esta casa me recuerda a la que tenía mi abuela. —Comentó Sebastian. —Entonces, ¿qué tenías que venir a buscar? ¿El juguete de tu sobrino? —Le preguntó a Chris.
Chris no alcanzó a responder pues, él mismo presionó el interruptor de la luz y nosotros gritamos alto y al unísono. El rumano se llevó una mano a su pecho tras brincar asustado, para luego lanzar una risotada estruendosa, sorprendido por todo el trabajo que como amigos nos llevó realizar durante toda la tarde.
—Ya me parecía extraño que me trajeras al otro lado de la ciudad por el juguete de tu sobrino. —Carcajeó el rumano.
No se hizo perder el tiempo y comenzamos la fiesta. Bailamos y bebimos. Reímos, competimos e hicimos todo lo que se nos ocurría con tal de darle el mejor cumpleaños a Sebastian.
Pasado los minutos, decidimos entregarle nuestros regalos. Uno por uno iban llegando a sus manos y él, los abría entusiasmado.
—Feliz cumpleaños. —Le dije y le hice entrega de mi regalo. Me acerqué a él y besé su mejilla cubierta por una ligera barba. —Espero sepas disfrutar lo que te he obsequiado. —Le dije y esbocé una sonrisa.
—Gracias, ___________. —Murmuró el ojiazul, dándome un abrazo.
Disfruté aquel efímero acercamiento corporal, deseando en mi fuero interno que aquello perdurara por más tiempo.
No era extraño escuchar a nuestros amigos comentar acerca de la conexión que había entre el rumano y yo. Muchas veces sentí que ellos tenían razón pues, a mi parecer, cuando Sebastian y yo hablábamos, se generaba una cierta tensión de aspecto sexual. La situación era extraña, pero ello no significaba que fuese mala. Al contrario, al parecer, a ambos nos gustaba esa sensación. Fue en base a esa tensión que pude elegir el regalo de Sebastian, dando fe de que él muy bien sabría cómo disfrutarlo.
La fiesta trascurrió, y con ello comenzamos a despedirnos para volver a casa. Cuando regresé a mi hogar, esperé a que el rumano entendiese mi mensaje con el regalo que le había dado. Aunque, bien sabía que lo entendería y no tardaría en llegar y golpear la puerta de mi habitación.
Sonreí triunfante cuando escuché dos golpeteos en la puerta. Me apresuré en abrir la puerta y sonreír airosa. Él se encontraba justamente donde imaginé que estaría; con su regalo en mano y una sonrisa rijosa.
—No fue muy difícil captar tu mensaje, _____________. —Dijo. —Muy ingenioso, y bastante osado. Menos mal no lo abrí en frente de todos. —Carcajeó. Tomó de mi cintura y sin pudor alguno, besó mis labios rápidamente. —Algo me decía que abriera tu regalo más tarde, hubiese sido vergonzoso sacar el condón ante la mirada de todos.
Ambos carcajeamos divertidos.
—De todas formas, no sería extraño, ¿sabes? —Le besé y mordí su labio inferior. —Ya todos saben que entre nosotros existe cierta tensión... —Mis manos viajaron por los botones de su camisa que bien iba ceñida a su cuerpo, dejando ver en parte, sus bíceps tonificados. Me mordí el labio, ansiosa por besar y sentir su anatomía junto a la mía.
Sebastian captó mi deseo, por lo que no dudó en dirigirme hasta la cama y depositarme en ella con suma delicadeza.
—Prometo darle un buen uso a tu regalo. —Me guiñó el ojo. Tomó el paquetito y sacó el condón de su interior.
—No lo dudo, Sebastian. —Reí.
Sus manos recorrieron cada punto de mi cuerpo haciéndome gemir y pedir por más tras tocar las áreas que comprometían mi cordura. Me retorcí bajo su anatomía y rasgué sus brazos y dorso ante el placer que el rumano me hacía sentir. Se encargó de mantenerme excitada antes de hacerme gozar cada minuto estando bajo él.
—Mírame. —Pidió con voz ronca. Besó la punta de mi nariz. Acomodó mis piernas alrededor de su cintura y besó mis labios con ternura. —Preciosa, quiero verte a los ojos cuando te haga mía. —Murmuró.
Rodeé mis brazos alrededor de su cuello y junté mi frente contra la suya; abrí los ojos y le miré directo a los suyos, esperando perderme en el azul cautivador del cual era dueño.
Tensé mi cuerpo cuando acometió en mi interior; duro, pero a la vez suave, considerando la posibilidad de que, si no se controlaba, podría dañarme. Lancé un suspiro, más nunca dejé de verle a los ojos. Volvió a moverse, introduciéndose un poco más. Me robó un gemido que, por su tonalidad se convirtió en un grito placentero.
Cuando nuestros cuerpos lograron adaptarse al otro, comenzó el movimiento de su pelvis en un vaivén lento, colmado de pasión. Su voz ronca complementó el placer que sentía cada vez que se dirigía a mi oído para susurrarme. Supo de inmediato que esa acción me acercaba a mi orgasmo, más yo, decidí aplazarlo.
Me aferré de sus hombros y volteé su cuerpo, quedando yo sobre él. No perdí el tiempo y me moví sobre él de distintas formas. Lenta y rápidamente; me incliné y besé sus labios mientras él acariciaba mi espalda y descendía hasta mis glúteos, donde no dudó en apretar excitado.
—Mierda, __________. —Se quejó el rumano. Me incorporé cuando sentía que él llegaría a su orgasmo. Mi anatomía comenzó a moverse con ímpetu. Ambos gemíamos, deseando poder llegar a tan ansiada culminación.
—¡Sebastian! —Gemí y me mordí el labio. Apresuré mis movimientos, gritando su nombre cuando sentí los espasmos adueñarse de mi anatomía. Aun así, no me detuve. El rumano aún buscaba su culminación y yo, generosa, le ayudé a encontrarlo.
Finalmente, lanzó un gruñido gutural, anunciando su culminación. Ambos reímos, y nos besamos con pasión por un tiempo prolongado.
—Feliz cumpleaños. —Murmuré muy cerca de su boca. Mi cuerpo yacía sobre el suyo, descansando. —Estas viejo, Sebastian. —Dije.
—¿Viejo? —Cuestionó entre risas. —Pues, déjame decirte que este viejo hace minutos atrás te tenía gritando de placer. —Dijo airoso.
—Idiota. —Le golpeé juguetona. Suspiré.
—Has estado asombrosa. —Murmuró. Mis mejillas de inmediato comenzaron a sentir el calor bochornoso producto de sus palabras.
—Tú también. —Musité.
Nos quedamos mirando por unos minutos, pero ello no fue algo incómodo como muchas veces sentí. Ahora la situación era distinta. Nos habíamos entregado al otro y generado un vínculo que iba más allá de cualquier etiqueta a nuestra relación. Ahora, estaba segura de lo que sentía. Haber hecho el amor con él no hizo más que afirmar que lo que decían nuestros amigos era real respecto a la conexión que ambos generábamos al estar juntos.
—¿Sebb...? —Susurré. —La conexión...
—La siento. —Se apresuró en decir. —Ahora, más que nunca.
—Entonces...
—No sería mala idea...
—Comenzar algo... —Ambos sonreímos.
—Jamás olvidaré este cumpleaños. —Dijo y tomó mi rostro entre sus manos. —Y menos este regalo.
Y dicho aquello, besó mis labios. Dando inicio al comienzo de una nueva relación en base a la conexión que ambos teníamos pero que, ninguno, hasta ese momento, se había atrevido a concretar.
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Bueno, como el Os anterior fue más bien sad, hoy, para recompensar eso, les doy lo que quieren ah >:) Y también porque no subí nada para el cumpleaños de nuestro rumano <3.
Espero les guste >:)
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