Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IX - Don't Leave Me

9.- Don't Leave Me



- ¡Se acabó! –Gruñí, al borde del llanto.

-Amor, estás mal interpretando las cosas. –Se defendió él, con voz calma. En sus brazos, yacía nuestra hija durmiendo, ajena a la discusión.

Me dirigí a la habitación a pasos firmes y decididos. No era la primera vez que sucedía. Cada vez que salíamos, nuestro paseo se veía arruinado por las mujeres que se acercaban a él con intenciones de coquetear. Y lo peor; Sebastían no hacía nada al respecto.

Esta vez, había sido la guinda de la torta. Mientras buscaba ropa adecuada para nuestra hija, Stan decidió ir a mirar cosas de su gusto. Últimamente estaba obsesionado con querer renovar la pintura de nuestra casa, por lo que supuse él estaría en la sección de pintura. Me encaminé al lugar, percatándome que él no estaba en aquella sección, si no en la de ropa masculina.

A lo lejos, antes de que me acercara, una mujer se acercó a él y besó la mejilla de mi esposo con libertad. Fruncí el ceño, parando en seco. Ambos parecían conocerse, pues, sus sonrisas amenas daban a entender que así era.

No tenía muy claro lo que estaba sucediendo. Quería encontrarle una respuesta lógica al comportamiento de ambos. Sus miradas coquetas no hacían más que hervir la sangre en mi interior y, ganas de encararlos me eran suficiente. Pero, mi sistema de regulación evitó que hiciera un escándalo y quedara en ridículo.

Nuestra hija se aferraba a las piernas de su padre, quien no dudó en tomarla en brazo. Aquello le dio la oportunidad a la mujer de acariciar la mejilla de mi pequeña. Stan rio, y la mujer, lo imitó a la perfección.

Si esperaba unos segundos más, mis nervios terminarían siendo mis peores enemigos. Me encaminé hacia ellos, fingiendo la sonrisa en mis labios. Saludé a la mujer quien se presentó como Mabel, la promotora de la vestimenta de hombres.

-Fue mi compañera en la universidad – Explicó Sebastian, denotando felicidad tras verla quizás, después de mucho tiempo. Observé a ambos individuos interactuar, recordando lo bien que lo habían pasado en aquellos tiempos. Saliendo a conciertos, disfrutando de días de campamentos, opinando de ciertas personas de las que yo, obviamente no tenía conocimiento alguno.

-Linda familia, Stan. –Dijo la mujer, una vez nos dispusimos a salir del centro comercial. –Te felicito. – y ambos, se despidieron nuevamente con un beso en la mejilla. –Adiós pequeña –Se despidió de Lisa, revolviendo sus cabellos castaños. La niña soltó carcajadas infantiles, haciendo reír tanto a Sebastian como a Mabel.

Recorrimos otro par de locales en busca de zapatos para Lisa. Y, en todos los locales, las mujeres se le acercaban a Sebastian con intenciones de coquetear, algo que él, o bien, captaba y se dejaba llevar o, simplemente era ajeno a tales insinuaciones.

-Amor – Llamó Sebastian, en cuanto salí de la habitación después de hacer dormir a Lisa.

-Se acabó, Sebastian Stan. –Reiteré, molesta. Stan, tragó saliva, comenzando a alarmarse. –Déjame sola.

-Pero ______.

-Vete con Mabel, o con quien sea. Pero a mí me dejas sola. –Sentencié. –Ya no soporto que coquetees con todas esas mujeres. ¿Acaso ya no me amas? –Inquirí, casi llorando. Más no dejé que respondiera. Me devolví al cuarto junto a mi hija, cerrando la puerta con seguro.

La voz de Stan pedía que le abriera la puerta, sin embargo, no lo hice. Mi orgullo me lo impedía.

**

Suspiré acongojada entre la oscuridad de la habitación. Todo estaba calmo. Sólo la respiración de Lisa se escuchaba a mi lado, entre suspiros que dejaba escapar de sus tiernos pulmones en desarrollo.

La miré, contemplando la belleza que ambos habíamos hechos. La niña tenía un parecido a su padre. Podía decir que el noventa por ciento era Stan y el diez por ciento era mío. Sus pequeños labios carmín eran idénticos a su padre. Aquellos labios que lograron cautivarme el primer día que lo vi. Al igual que sus facciones. Moldeadas por los mismísimos dioses griegos.

Derramé un par de lágrimas. Observar a mi hija era ver a Stan cuando dormía a mi lado. En paz. No podía evitar no besarle a lo que él, de inmediato respondía mis besos, terminando la mayoría, en susurros y caricias.

Cubrí a Lisa con sus mantas y, levantándome de la cama, me encaminé al living de nuestra casa. Entre la oscuridad de ésta, agudicé mi vista. Agradecía al menos obtener la luz tenue que proyectaba la luna desde lo más alto del cielo. De no ser así, hubiese aterrizado contra algún mueble.

Sobre el sofá, frente a la tele que aún permanecía encendida, divisé el cuerpo de Stan en completa paz. Dormía nada más que con su chaqueta de cuero.

No podía ser así. Yo, simplemente no podía ser tan celosa. Pensé para mí, arrepintiéndome de cada palabra que fui capaz de decirle. Lo amaba, no podía negarlo y, no había forma de hacerlo si era él quien mejoraba mis días, junto a Lisa.

Me acerqué a él, sentándome en la orilla del sofá, tocándolo con suavidad para que éste, despertara. No tardó en reaccionar, observándome con confusión, pero con cierta felicidad.

-No me dejes –Pedí, comenzando a notar mis lágrimas asomarse en mis ojos. –Por favor.

Stan sonrió, negando levemente.

-Amor, yo jamás te dejaría.

Besó mis labios, y aquello, fue lo suficiente para saber que él me amaba y no me dejaría nunca.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro