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II - Happy Meal

2.- Happy Meal .


- ¿Otra vez? -Cuestionó Sebastian un poco molesto. Se cruzó de brazos, dejando salir un pequeño resoplido. -Pero ______. -Suspiró, con cierta resignación. Daba por hecho que la cita que llevábamos noches planeando, era cancelada por los favores que mi hermana me pedía.

-Sebb, lo siento. De verdad. - Negué una y otra vez, lamentando que nuestra cita, fuese nuevamente anulada. -Pero mi hermana me necesita.

-Yo te necesito, amor. -Se quejó, al mismo tiempo en el caminaba a mi dirección. -Necesito tenerte una noche.... -Suspiró con pesadez. Su brazo se enrolló en mi cintura, acercándome a él con destreza, mientras su rostro, se escondía en la cavidad de mi cuello, aspirando mi aroma. - Dile que no puedes, ______. Por favor.

Cerré los ojos con fuerzas, ahogando las palabras con las que respondería a su súplica. Sebastian no perdía el tiempo. No, él no era de aquellas personas que se daban por vencidas. Muchas veces, mis palabras eran un estímulo para mi novio quien, quería demostrar a toda cosa que siempre se salía con la suya.

Claramente, esta vez, no sería así. Si de mi hermana se trataba, aquello no funcionaría.

Detuve su rostro entre mis manos, evitando que su boca siguiera recorriendo mis facciones. Esta vez, fueron sus ojos los que, con una mirada suplicante, pedían a gritos obtener esa noche que él tanto deseaba.

-Lo siento amor -Me disculpé nuevamente. -Te prometo que mañana cancelaré todo lo que tenga que hacer. Será un día exclusivamente para ti. -Aseguré, más Sebastian negó, molesto.

Suspiré después de sentir que cerraba la puerta de la salida. Se había ido, seguramente a casa de su mejor amigo, como solía hacerlo cada vez que teníamos alguna discusión. Era algo que no soportaba. Que él se alejara sin decir nada, me irritaba pues, me dejaba con las palabras en la boca.

Una noche, pensé. Necesitaba que mi hermana me dejara esta noche para estar con el hombre que amaba. Y, aunque ya teníamos planeada esta noche, mi incapacidad para decir "no" me fue imposible.

-Gina pregunta por su tía -Dijo mi hermana desde el otro lado del teléfono. Y sólo eso bastó para que yo simplemente dijera las dos palabras que tanto me costaba evitar decir. Un sí, salió de inmediato de mi boca, dejando a Maggie, feliz de tenerme como canguro de su hija.

Esta vez, lamentaba tener que decepcionar a Maggie. Mi futuro con Sebastian se veía en peligro si seguía siendo la que cuidara a Gina cada vez que Maggie me lo pedía. Por lo que, mi decisión era obvia. No quería perder a Sebastian porque mi hermana no fuese capaz de encontrar otra persona a quien cuidar a su hija. Claro, era normal que no confiara en nadie. Las ultimas muchachas que cuidaron a la niña, resultaron ser un completo desastre, por lo que optó por confiar sólo en su familia. Específicamente en mí.

Lo que al principio parecía divertido, con el tiempo se convirtió en un suplicio. No por mi sobrina, sino, por lo molesto que se veía Sebastian cada vez que le mencionaba que Maggie me necesitaba.

-Maggie, lo siento, pero hoy no podré cuidar a Gina. -Anuncié. -Espero que lo puedas entender.

-Claro que lo entiendo -Dijo ella, alegre. Algo que no logré entender. - Sé que tienes cosas que hacer. Siento si te he molestado antes con el tema. -Se disculpó.

La llamada no duró mucho. No tenía tiempo de hablar con ella por mucho tiempo. Me bastaba con que entendiera que esa noche, no podía cuidar de su hija, lo cual, resultó mejor de lo que me imaginé.

Alegre, tomé el celular y llamé a Sebastian, pidiendo que me viniera a buscar lo antes posible. Y, así fue.

- ¿Qué le has dicho a tu hermana? -Preguntó, una vez me subí al auto junto a él.

-Que tenía cosas que hacer contigo. -Me encogí de hombros. Sebastian rio, y aquello me dio la certeza de que mi novio disfrutaba de ante mano lo que iba a suceder en breve. El auto llegó hasta un hotel, donde previamente habíamos pedido un cuarto.

No tardó mucho en comenzar a hacer realidad todo lo que deseó hace semanas atrás. Tenía sus labios recorriendo con necesidad mi anatomía, al igual que sus manos, quienes no dudaron en recorrer mi cuerpo a la par de sus besos.

Me dejé llevar por tan inefable sensación de tenerlo allí, sobre mí. Stan era un profesional si se trataba de satisfacerme. Amaba la sensación de sus besos, de sus manos. Amaba sus susurros en mi oído, estimulando mis gemidos. Amaba, lo bien que se sentía su piel contra la mía. Cálida y suave.

Stan era todo lo que deseé en un hombre y, no iba a dejar que mi incapacidad para decir "no", me hicieran perderlo.

-No sabes cuánto esperé esto -Murmuró en mis labios, entre una sonrisa. - Tu aroma, tus gemidos suaves...

-Si me llevaras contigo a las giras promocionales, entonces no te estarías quejando. -Repliqué.

-Quedamos en que esta relación sería un secreto -Se defendió, recordando lo que ambos preferimos hacer por el bien de nuestra relación. Me acordaba perfectamente haber aceptado dejar nuestra relación en secreto. Pero, muchas veces no soportaba la idea de negar que Sebastian era mi novio. Quería subir fotos a las redes sociales, hacer mención de cuanto lo amaba y que él, me hacía totalmente feliz.

-Lo recuerdo -Acepté. -Pero estoy aburrida de tener que fingir todo el tiempo. No me importa si tus fans me odian. Después de todo, es el costo de la fama y, estoy dispuesta a correr el peligro.

- ¿Lo dices en serio? -Cuestionó casi sin poder creer mi postura.

-Te amo, Stan. -Respondí, besando sus labios. - Quiero ser parte de tu vida.

-Entonces, desde hoy, serás parte de mi vida. -Aseguró el rumano, asintiendo varias veces. Depositó un último beso antes de levantarse de la cama e invitarme a que lo hiciera yo también.

Pregunté su plan, pero solo obtuve silencio de su parte. Seguí sus pasos. Me vestí y una vez, ambos listos, salimos de la habitación.

Tomó de mi mano por primera vez estuvimos fuera del hotel, logrando captar la mirada de varios curiosos que, al parecer lo identificaron como el famosos Sebastian Stan. No pude evitar sentirme nerviosa. Pero era todo lo que quería, después de todo.

El auto se dirigió a un lugar que jamás creí lo haría. Lancé una risotada al ver que se estacionaba frente al famoso local de comida rápida; McDonalds.

- ¿Es enserio? -Reí. -¿McDonalds? Que romántico. -Volví a reír. Stan hizo lo mismo, con cierta vergüenza. Tomó mi mano y entramos al local.

Pedimos una cajita feliz. Y aquella, fue la primera foto que él se atrevió a subir a Instagram, mostrando parte de mí y él.

"Autorizado para decir que ella es mi novia, mi mejor amiga. Mi confidente. El amor de mi vida."

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