Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo: Sebastián


Ciel Phantomhive Pov

No elegí amarte, pero elegí quedarme aunque tal vez no exista un felices por siempre, porque hay planes, voluntades y deseos, solo quédate en mi vida así sea un suspiro. -H.E.

Edgar es un hombre atento, dedicado y amoroso, es un hombre dulce que me despierta con una sonrisa, me sirve un café cargado cada mañana y me prepara un desayuno continental la mayor parte del tiempo.

Él me llena de besos, compone canciones de amor, poemas y cuentos donde soy el protagonista, ríe con facilidad, canta con pasión, se divierte como niño y se asusta cuando despierto gritando, se altera cuando entro en crisis e ignora que debo seguir tomando medicamento que pondrían en tela de juicio mi cordura. Por ello no comprende mis cambios de humor, solo se encoge de hombros y exclama que se me pasara pronto.

Edgar no me conoce, ignora mis miedos, mis gustos y tampoco pregunta. Él no me escucha, no entiende que yo no finjo temor e ignora mis intentos de explicarle algo de mi pasado que para él es irrelevante, porque me ama tal y como soy. Entonces finjo estar bien mientras pienso que él jamás actuaria así.

Sebastián parecía saberlo todo de mi aun si yo no hablaba, sus dudas las externaba mientras escuchaba con paciencia lo poco que decía. Él también sabia que detestaba el café y si lo bebía era dulce y con leche, jamás cargado y sin azúcar, que desayunaba algo sencillo porque siempre conseguía comerme un pastelillo. Él me llenaba de regalos tontos y me demostraba con acciones cuanto me amaba.

Me cantaba al oído mientras me abrazaba en las noches de tormenta, sabia calmarme si despertaba gritando porque bastaba con que me sujetara y me hiciera ver sus ojos, después me llenaba de besos. Sabia de mi locura y la acepto, sabia de mi pasado, conocía mis miedos y mi pesadilla.

Sebastián no era perfecto pero era lo que necesitaba aun si no sabia. Pero sobre todo, él jamás le hubiese dado la bienvenida a mi tormento.

—Amor, que bueno que llegaste —lo escuche desde la entrada mientras me quitaba el abrigo y dejaba las llaves.

—Había trafico —respondí queriendo darme una ducha y meterme bajo las cobijas.

—Tenemos visitas —Edgar vino a mi encuentro, besó mi frente y me condujo hasta la sala.

Fue entonces que lo vi, ignore su parloteo, e incluso la falsa presentación —si es que la hubo— porque solo podía concentrarme en aquella mirada siniestra y un tanto repulsiva que me veía como si aun fuera su presa, como si siguiera siendo ese pequeño niño desconsolado.

—¿Qué haces aquí? —espete dándome el valor que creí perdido.

—¡Ciel! —Edgar me reprendió en un murmullo y quise gritar de frustración—. Es un viejo amigo de mi padre, solo vino a saludar, no tienes porque portarte así.

—Vaya, no creí que el pequeño Ciel fuera tu esposo.

—¿Ustedes se conocen?

—Por supuesto —respondió por ambos mientras se ponía de pie, caminando hacia nosotros, entonces se inclino sobre mi y sin saber porqué, perdí el habla—. ¿verdad que si, pequeño petirrojo?

—Vaya, que coincidencia —en ese momento sonó su teléfono y lo tomó con una mueca que se esfumo en segundos—. Disculpen, es de la disquera, los dejo para que hablen —me jalo un poco hacia él, sacándome de mis pesadillas por apenas un respiro—. Cariño, no sé que te pasa pero no seas grosero con él. No puedes ir por la vida gritando y desasiéndote de las personas que de primera vista no te agradan.

—Tu no entiendes —mis voz reflejaba el pánico que sentía pero Edgar pareció ignorarlo y nuevamente me sentí atrapado.

—Luego hablamos —miró a Druit—. Lo lamento, no tardare.

—No te preocupes, Ciel y yo tenemos mucho de que hablar.

La sonrisa de Druit se ensancho en cuanto mi esposo desapareció de nuestra vista. Me acorraló sin siquiera moverse, acarició mis labios con su pulgar y finalmente, se inclinó para besarme. Fue un rose sutil que me revolvió el estómago pero por más que lo odiara, era incapaz de apartarme. Él lo sabia y se aprovecho porque sin importar cuanto lo intentaba, frente a él, seguía siendo ese niño desnudo y silencioso en un cuarto cerrado.

—Vete…

—Yo solo he venido por ti, dulce y hermoso petirrojo.

—Lárgate —pedí con los dientes apretados y a lo lejos escuche la voz de Edgar, quise creer que no estaba solo y por primera vez pude apartarlo—. ¡Lárgate de mi casa!

—No. Grites. —Apretó los labios y quiso sujetarme del mentón.

—¡Suéltame! —Golpee su mano y retrocedí sintiendo que me ahogaba—. ¡Lárgate de aquí! ¡Vete! ¡¡Vete!!

Le arroje un florero que se estrello a su lado con un sonido escalofriante y liberador, porque ya no pretendía seguir siendo su victima. ¡No más! Gritó mi subconsciente con euforia pero todo se vino abajo en un segundo. Edgar salió un instante después y estúpidamente espere su ayuda, su protección y consuelo, pero de cierta forma, solo reforzó mis cadenas, afirmando que estaba solo contra todo y todos.

Y lo odie, lo odie porque todo lo que hizo fue sujetarme, recriminarme sin saber la verdad y disculparse con aquel monstruo como si yo estuviera loco, como si yo fuera quien había causado tanto dolor cuando solo fui uno más. Me sacudió y me vio como solía hacerlo Vincent… con fastidio, con molestia o puede que también fuera rechazo. Me quebró sin saberlo y cedi mientras lo veía disculparse con un gesto avergonzado.

—¡¿Qué diablos te pasa?! ¡Te comportas como un loco! —Gritó en cuanto Druit se marcho.

—¡¿A mi?¡ ¡¿Qué diablos te pasa a ti trayendo a ese tipo a nuestra casa?!

—¿Sabes que? —Se sobo el puente de la nariz antes de volver a centrar su vista en mi—. Estoy arto de ti y tus tontos caprichos.

—¿Cuáles caprichos? —mi voz se quebró.

—No todo gira alrededor de ti, Ciel.

Una semana después de eso firmamos el divorcio. Alois me abrazó y dijo que era lo mejor, pero tampoco preguntó los detalles, tal vez seguía demasiado feliz porque había vuelto con Lizzy y llevaba más de un año limpio, o puede que Edgar tuviera razón, no todo giraba a mi alrededor, por ello volví a huir queriendo escapar de mi pasado. Deseando que a mi regreso él ya no estuviera.

❄💙❄

Me aleje cuanto pude, pero al final siempre volvía a Londres, como si hubiera algo aquí que me atrajera con su fuerza magnética, tal vez era el recuerdo de su sonrisa o todo él. Pero lo único cierto es que lo había arruinado y ahora solo quedaban los recuerdos y fantasías que idealizábamos constantemente mientras me besaba lento.

Recuerdo una en particular, una donde pensé que éramos como una pareja de recién casados en el centro comercial, disfrutando de una cita exprés entre risas, bromas y peticiones absurdas de mi parte queriendo comer en cada local donde hubiera tartas y pastelillos.

Al final, termine comprando una crepa como aquel día y en cada bocado, la imagen de Sebastián molestándome entre juegos y mordiendo mi crepa venia hacia mi. Sin pretenderlo, termine haciendo el mismo recorrido, entrando a una tienda de ropa, buscando con la mirada aquel solitario probador.

Entonces lo vi, lucia incluso más apuesto que aquel día, por eso lo llame con anhelo disfrazado de esperanza, la cual se desvaneció poco a poco hasta comprender que esto era el adiós definitivo.

—Ser el uno para el otro no significa permanecer juntos ¿cierto? —vi aquel precioso doncel que le acompañaba, risueño, encantador y la futura madre de su deseado bebé.

—Eso parece —respondió en un susurro y sonreí con tristeza.

—Sebastián… ¿es este el final? —quise afirmarlo, no por el, sino por mi, pero parecía más una suplica desesperada y patética por regresar en el tiempo y arrojarme a sus brazos.

—Lo es —afirmó y termine por quebrarme.

—Desearía que fuera diferente.

—Nunca es tarde para intentarlo —Murmuró como un secreto pero esta vez si era tarde, lo sabia con solo mirar a ese doncel.

—Sebastián —sonreí tranquilo, queriendo ocultar el dolor—. Los sueños son solo eso, sueños.

Sueños idílicos que se quedaran gravados en mi alma, junto a la sensación de su tacto recorrer mi piel y sus labios sobre los míos.

—¡Ustedes se aman! —Aquel bonito doncel empujo hacia mi a Sebastián—. No entiendo porque lo hacen todo tan complicado y con cientos de malos entendidos.

—Soma, no es…

—Solo bésalo —exclamó en un gestó cómico que me recordó a Alois viendo novelas románticas—. Se buscan, dicen que se aman y luego se van porque parece que no pueden hablar de frente —de un momento a otro, arrugó la nariz y puso sus manos sobre sus caderas—. Hablen, arreglen su drama y dejen de culpar al destino.

—Yo…

—Ahora —señalo la puerta—. Hay un café justo en frente, vayan mientras yo pago esto.

Levantó los pequeños zapatitos, dando media vuelta. Me sentía confundido y de cierta forma un tanto divertido por el regaño de aquel doncel de nombre Soma.

—Lo lamento —Sebastián se desordeno el cabello, viéndome de soslayo—. Soma no suele ser así… aunque me gustaría que aceptaras la idea de un café.

—Tengo la tarde libre —él sonrió por la extraña situación, yendo directamente al café que nos acababan de recomendar—. Tu esposo es alguien peculiar… —murmure en cuanto nos sentamos en una mesa un tanto apartada.

—No es mi esposo —Tomó el menú con una expresión de incredulidad, viéndome a los ojos segundos después—. ¿Tu creíste que Soma y yo?

—Tendrán un bebé, ¿no?

—Claro que no —comenzó a reír, levantando una mano para que no lo interrumpiera—. Soma es el esposo de mi mejor amigo, Agni, quien también es un socio de la empresa, esta de viaje desde hace una semana y Soma se entero que esta embarazado —sonrió—. Quiere darle la noticia a su regreso.

—Lamento la confusión —baje la vista aunque lo cierto es que me alegraba—. Pero me da gusto por él

—Muchos lo han pensado —se encogió de hombros—. Lo de ser pareja —aclaró—. Pero Soma es como un hermano, sin mencionar que para él solo existe Agni. Se podría decir que pronto seré tío.

Sonrió al decirlo, volvió a coger el menú y al igual que antes, ordenó por ambos, sumergiéndonos en un cómodo silencio, llenó de recuerdos que me negaba a soltar.

—Sebastián…

—¿Sí?

—¿Ya me olvidaste? —solté sin más y baje la vista a mi plato, viendo el trozo de tarta de chocolate y la taza de té Earl Grey, sintiendo mi voz temblar y mis lágrimas agruparse.

—Por supuesto que no —Bebió un poco de su café—. Pero es diferente, Ciel. Han pasado dos años.

—Lo sé, es solo que…

—¿Por qué volviste? —Preguntó despacio, pero lo cierto es que ni yo mismo sabia el motivo.

—Aquel día en la iglesia, no supe como ir a ti y me arrepentí de mi cobardía, de mi indecisión, pero ya era demasiado tarde —le di un bocado a la tarta y las lágrimas fluyeron, solo seguí comiendo lento, consiente de que no podría hablar sin derrumbarme, aun así lo intente—. Viví con un hombre que decía amarme.

—¿Por qué terminaron? —con cuidado, limpió mis lágrimas con su pulgar y me acercó la taza de té, esperando a que bebiera. Lo hice lento sin saber como explicarlo.

—Tú conoces mi pasado.

Jugué con la servilleta y él me escuchó como antaño, con paciencia, con calma, consolándome cuando lo necesitaba. Vi su furia, su incertidumbre y su pesar, mientras sus manos me daban consuelo.

—Lo lamento.

—Ya no importa, igual fue lo mejor, Edgar y yo no debimos casarnos en primer lugar —me limpie las lagrimas y busque al doncel que lo acompañaba con la mirada—. Soma, él…

—Me mando varios mensajes —me mostró su teléfono—. Al parecer pagó su regalo y fue directo a casa.

Había una foto del doncel en un bonito apartamento, sosteniendo un paquete de galletas, seguida de un mensaje que decía: “No quería molestar, ustedes me desesperan mas que la novela de Alois, solo bésalo y listo. Eso siempre funciona”.

—Nunca vería una novela de Alois —dije abochornado.

—Ni yo —sonrió dulce, tomó mi barbilla y juntó sus labios con los míos en un beso tierno, lento y que de alguna forma inexplicable, se sentía correcto—. Y… ¿funciono?

Cepilló sus labios sobre los míos, volviéndome a besar como solo él sabia hacerlo. Sebastián siempre tenía ese efecto en mi, era como si me empujara al borde de un precipicio, rescatándome mientras la sensación de ir en picada me recorría entero. Porque era devastador y no podía hacer nada más que aceptarlo.

—Sí… —temblé y él sonrió—. ¿Por qué es tan difícil amarnos?

—Porque si fuera fácil, no te amaría como lo hago.

—Creí que ya no me amabas.

—Altanero, precioso y muy orgulloso. Así eres y así te amo y te amare —señaló su pecho—. Nunca te fuiste de aquí.

—No estoy seguro de si eso fue un halago —desvié la vista completamente sonrojado.

—Lo fue… Ciel, ¿quieres intentarlo una última vez?

—Solo si prometes no huir.

—Tendrías que prometer lo mismo.

—Tonto —esta vez fui yo quien lo beso—. Es una promesa.

❄💙❄

Me vi por milésima vez en el espejo. Sebastián y yo habíamos regresado una semana atrás y queríamos llevar las cosas de forma lenta. Planeamos un par de citas románticas e inocentes que terminaban con él dejándome en la entrada de mi departamento, tras un par de besos que aumentaban la tensión sexual entre ambos.

Y no es que solo pensara en sexo, nos divertíamos pero si seguía besándome como lo hacia justo antes de despedirse juro que lo mato, aunque primero lo amarro a mi cama.

Solté el aire que retuve, intente pensar en otra cosa y rodé la mirada cuando el timbre comenzó a sonar con insistencia. No tenía pensado recibir visitas y por la forma de tocar era un hecho que Alois vendría a contarme una tontería.

—Ya te escuche —gruñí abriendo de par en par la puerta.

Pero no estaba Alois y su tonta expresión, solo Druit, mirándome con la malicia de un cazador que acorralo a su presa.

—Veo que estas de muy buen humor —se adentró sin esfuerzo y solo retrocedí asustado—. Pequeño petirrojo, siempre has sido muy escurridizo.

—¿Qué…?

—Vine a buscarte.

Los sentimientos cambian, el miedo se puede volver coraje, el amor odio y la pasión se extingue. Druit fue mi primer amigo, mi primer amor y mi primera vez. Era un amor infantil, lleno de miedos e inseguridades, de dependencia absurda que borraba todo lo malo, que opacaba la violencia y sus abusos pero incrementa el asco y la inseguridad. Es cierto que lo odio, pero también me aterra… me paraliza, han pasado años pero no lo supero, sigo adelante pero siempre vuelve y me destroza otro poco.

—Vete —titubeante, retrocedo y él solo sonríe.

—Oh vamos… no llores.

Me toma del rostro con falsa ternura, me besa despacio y sus manos me llevan más cerca de él, de su cuerpo y de su calor siniestro. Volteó el rostro y a él parece no importarle porque besa mi cuello, desabotona mi camisa con calma, consiente de que tiene mucho tiempo para jugar.

—Basta…

—Dulce Ciel… siempre dices lo mismo y siempre lo disfrutas.

Cierro los ojos mientras sus manos me tocan despacio, entonces, el sonido de la puerta me hace abrirlos y la expresión de Sebastián es de horror. Me odia, lo sé. Esta vez se ira y no lo culpo.

—¡Hijo de…!

No lo entiendo, de un momento a otro Druit ya no esta sobre mi. Las piernas me fallan, la cabeza me da vueltas y todo lo que puedo hacer es rodearme con los brazos, sintiéndome perdido. Es entonces que los veo, Sebastián golpea a Druit con saña, como si lo odiara y tal vez así sea, pero, ¿por qué?

—Ciel —en cuanto sus ojos se topan con los míos, ya nada más importa, porque de un momento a otro estoy entre sus brazos, aferrándome con fuerza mientras las lágrimas caen sin control—. Ya paso, amor —susurra sobre mi oído y le creó—. No volverá a hacerte daño, lo prometo.

Lo escucho hablar por teléfono, pero no entiendo lo que dice, solo me aprieta más contra su cuerpo, ayudándome a poner de pie, conduciéndome hasta mi habitación en silencio. Él jamás había estado aquí, pero es como si supiera donde esta cada cosa.

—¿Cómo…?

—Ciel —me toma del rostro, limpiando mis lágrimas con sus pulgares—. Te conozco.

—Creí que te irías, que…

—Veme —ordena y besa mi nariz—. Estabas aterrado, no necesito ser un genio para deducir quien era aquel. Bastaba verte.

❄💙❄

Sebastián es un hombre atento, un hombre dulce, despistado y perfeccionista. Sebastián es un impaciente y un odioso amante de los gatos, es alguien que me conoce, me estresa y me ama. Es alguien que no conoce la decencia o la sutileza, es imperfecto pero es mío.

Es quien me ayudo y acabo con mis demonios, porque gracias a él, Druit esta preso. Cadena perpetua sin posibilidad a fianza… por él, ahora soy libre.

—Estas muy pensativo.

Siento sus manos rodearme la cintura y sonrió dejándome besar, ladeando el cuello para darle más acceso, mirándolo de soslayo antes de darme la vuelta y enredar mis brazos sobre su cuello, cazando sus labios con hambre perversa.

—Te amo —susurro entre besos y él sonríe.

—Y yo te amo más a ti —besa mi nariz y ruedo los ojos porque sé que no seguirá pese a desearlo tanto como yo—. Ciel, ¿estas seguro?

Después de lo de Druit, Sebastián a sido muy cuidadoso al momento de tocarme, tal vez cree que entrare en pánico o que terminare por negarme y lo entiendo, pero me frustra porque en verdad lo  necesito.

—Han pasado tres meses —me quejo y él parece sorprendido.

—Vaya.

—¡Sebastián!

—Contigo solo he conocido la abstinencia —se burla, por lo que me pongo de pie dispuesto a ir a la cocina a revisar el pastel que prometió prepararme ayer.

No creí que en verdad fuera a cocinarlo, por lo que llegue a su departamento sin avisar y lo encontré con un mandil blanco con estampado de gatos, preparando lo que según él era un pastel de chocolate. La verdad es que todo el lugar olía delicioso y al entrar a la cocina, lo primero que vi fueron unas fresas junto a un pequeño bol repleto de chocolate.

—Solo una —susurre.

—Puedes comértelas todas.

Tomó mi mano y me hizo dar media vuelta para tenerlo de frente, entonces levantó mi mano y con cuidado la extendió besando la palma, mirándome de soslayo con tanto deseo que suspire y trague saliva expectante, contemplando lo guapo que se vea así, porque él era capaz de ir rápido, lento, brusco, suave, de cualquier modo y hacer que pareciera espontaneo y natural.

Y de solo pensar en sus labios sobre los míos, mi cuerpo se calentó en segundos, conteniendo la respiración cuando levanto mi barbilla, acariciándome la mandíbula con el pulgar. Finalmente, la tensión sexual pareció explotar al momento en que me tomó de las caderas y me elevo lo suficiente para quedar sentado sobre la isleta de la cocina, sintiendo sus labios sobre los míos.

—Más… —ordené y su sonrisa se ensancho.

Me quito la camisa de forma lenta, dándose su tiempo para admirarme mientras me besaba lento y perverso, jadeando cuando llego el turno de los pantalones y bóxer. Sin pensarlo, estire los brazos hacia él en un sinuoso estiramiento que le hizo apretar los labios.

—Ciel —fue una advertencia dicha con voz ronca.

Trague saliva con dificultad, sus ojos borgoña parecían más oscuros, intensos y apasionados como el sexo prometedor que estaba a punto de ofrecerme. Intenso, excitante y tan alucinante como él. Sin embargo todos mis pensamientos se hicieron trizas al momento de sentir su boca sobre mi pecho, succionando un pezón con gula, provocando una aguda punzada en mi entrepierna que no tardo en notar.

Era la personificación de la intensidad contenida, de la pasión controlada y aguda que estaba a nada de volverme loco. Entonces creo que deje de respirar al momento de verlo bajar por mi cuerpo, apretando mi miembro con una de sus manos, provocando un cortocircuito, que me tensó a la espera de más, sin embargo la presión acabo antes de tiempo pero la protesta jamás fue hecha porque de un momento a otro, llevo su lengua hasta mi sexo.

Tenso  húmedo y suyo. Sebastián me llevó hasta un punto febril con su lengua suave y diabólica que daba vueltas sobre la punta de mi falo, acariciando mi entrada mientras me retorcía contra sus dedos y su lengua. Estaba a nada de correrme cuando dos de sus dígitos se adentraron en mi interior y empezaron a acariciarme. Me invadió una oleada de sensaciones y me contraje en cuanto empecé a sentir el orgasmo, moviendo mi cuerpo tembloroso hacia él para tentarlo, para excitarlo y provocarlo.

De un momento a otro sentí como apretó la punta de mi miembro con el pulgar, llevándome al vació, siendo sacudido de la cabeza a los pies por un orgasmo arrollador y tan violento que estoy casi seguro, quede inconsciente por al menos un par de segundos, jadeando cuando comenzó a retirar los dedos de mi húmedo interior, sustituyéndolos por algo muchísimo más grueso y delicioso que me hizo gemir y arquear la espalda descarado, abriendo las piernas sin pudor, recibiéndolo con necesidad, mientras me abrazaba y besaba.

La primera fue una envestida lenta, divertida que me hizo sonreír y suspirar de gozo, tomándome mi tiempo para sentir lo duro que estaba y lo caliente de su cuerpo sobre el mío, comenzándose a mover lento, con decadencia y firme, colocando ambas manos sobre mis muslos, apretándolos al salir casi por completo, hundiéndose con fuerza y precisión, una y otra, y otra vez, pronunciando mi nombre entre jadeos eróticos que me aceleraron el corazón.

Cerré los ojos y me aferre a él, sintiendo sus dientes firmes contra el pulso de mi cuello, descendiendo lento hasta mis pezones que lamio y mordió sin dejar de penetrarme, llevándome al paraíso prohibido y delicioso. No había tiempo para pensar, solo un estallido de placer intenso, que me hizo contraer los músculos de mi entrada sintiendo su ardiente liberación.

—En verdad te amo…

—Y yo a ti —me abrazo saliendo con cuidado de mi interior—. Me hacías tanta falta.

—Ya no más —me incorpore viéndolo a los ojos— estoy aquí para ti —tome su rostro entre mis manos—. Quiero estar siempre contigo, casarnos y no sé —me encogí de hombros—, tal vez formar una familia.

—Ya somos una familia.

—Una mas grande —lo bese. Y volví a pensar que él era un hombre dulce, imperfecto, desesperado, amoroso y tan mío, mío porque era todo lo que necesitaba y yo era su complemento, uno altanero precioso y orgullo, como el suele decirme—, Sebastián.

~ * o0O0o H.E. o0O0o * ~
Fin


❄❄❄


Hola!! Finalmente llegamos al final de este carrusel del drama. Y es que esto fue de mi para ustedes que supieron tolerarme. Solo espero que la historia les haya encantado tanto como a mi y que llenara sus espectativas.

Solo les dire que estoy super feliz de terminar otro proyecto (mi bebé), pero más que nada, que me hayan apoyado hasta el final con sus bonitos comentarios.

Los adoro y me despido de momento.

Les mando muchos besos y abrazos.

Haruka Eastwood 😘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro