Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7: Espejismo

Ciel Phantomhive Pov


Aquella noche me prometió los cielos, mil estrellas y un paraíso, entonces me besó con violencia, con pasión y con egoísmo. Me besó como si realmente me amara y cedí. Cedí porque no sabía qué hacer con él, pero tampoco sabía que  hacer sin él… H.E.

Por unos instantes quise olvidarme de todo y cedí aún más ante él, permití que me cubriera con su saco y me llevara hasta el elevador mientras me acariciaba como si fuera un animalillo tembloroso al cual ha herido. Y tal vez tenga razón, jamás quise que algo así pasara, si me quede más tarde no fue por él, sino porque Edward me obligo a hacer unos encargos.

Para el idiota, era su forma de castigo perfecto por hacer que se preocupe por Lizzy como si fuera una niña pequeña. Pero justo estaba terminando, cuando recibo una llamada de Alois preguntándome si estaba en casa. Se escuchaba tan feliz que por un momento sonreí y le dije que no, pero que en vente llegaba, para mi sorpresa y molestia, me podio quedarme aquí en la empresa, diciendo que pasaría por mí.

Había balbuceado no sé qué cosas antes de colgarme. Moría de hambre y la estúpida máquina de dulces no quería darme mi barra de chocolate. Mi día había sido una mierda y empeoraba a cada segundo, entonces apareció él para acabar de joderlo todo.

Así que en cuanto nos adentramos al elevador y presionó el botón que nos dejaría en el estacionamiento, suspiró aliviado, como si nada de lo que me hizo hubiera pasado o le restara importancia, después de todo para él no es importante forzar a alguien en un lugar público. Sin embargo, en un rápido movimiento, pulse el botón de emergencia, deteniéndonos entre el piso dos y tres.

—Vamos, hazlo… es todo lo que quieres, ¿no? —apoye las manos en su torso, haciendo que el saco que momentos antes me puso se deslizara por mis hombros—. Fóllame para que me dejes tranquilo de una vez por todas.

Con asco y un inmenso nudo en la garganta, deslice mis manos hasta su entrepierna, como si en verdad lo deseara después de todo  lo que me hizo, incluso logre acariciarlo con descaro mientras soltaba uno que otro jadeo que lleno su mirada de morbo y revolvió mi estómago, sintiendo como se excitaba cada vez más. Sorprendentemente me detuvo antes de que lograra bajarle el zipper, sujetando mi mano y soltando un pesado suspiro.

—Basta —susurró con voz pastosa rodeándome con los brazos.

—¿Ahora tienes decencia, Sebastián? —solté ácido, me separe de él y volví a presionar el botón de emergencia—. Antes no te importo forzarme en el pasillo. ¿Acaso te excita que te vean, perro?

—Podría besarte hasta dejarte sin aliento, Ciel —me respondió de forma tosca, jalándome de la muñeca con excesiva fuerza, mientras su otra mano me sujetaba de la barbilla—. Podría saborearte a mi antojo, abrirte de piernas y meter mi polla tan profunda en ti, que no pararas de gritar mi nombre, pero no aquí, no así.

—¿Y qué esperas… —solté mordaz— una cena romántica y velas? —Sonreí sin ganas en un intento por no llorar mientras las puertas del elevador se abrían justo en el estacionamiento—. No seas idiota.

Deseaba escapar de ahí, irme lo más lejos que se pueda de este hombre y si es posible, no volver a verlo nunca más. Ni siquiera me importó, simplemente corrí hacía la salida escuchando como me llamaba mientras sus pasos se acercaban cada vez más a mí, porque en el momento en que lograra sujetarme acabaría rompiéndome.

—¡No huyas! —bramó tomándome del brazo, jalándome hacía él hasta que tuve mi rostro contra su pecho.

—¡Suéltame! —lo empuje y en cuanto nuestras miradas se cruzaron, el odio incremento, por lo que termine abofeteándolo tan fuerte que mis dedos se marcaron en su mejilla—. ¡No me toques! ¡No vuelvas a tocarme nunca más!

Finalmente las lágrimas escaparon de mis ojos sin tregua. La impotencia me consumió en una llamarada incandescente, arrasando con todo en cuanto me aprisionó nuevamente entre sus brazos, ignorando por completo mis desesperados intentos por irme y huir tan lejos de él como fuera humanamente posible.

De alguna forma inexplicable, Sebastián sabía meterse bajo mi piel, mientras su abrumador calor se filtraba por cada poro de mi cuerpo, tan salvaje y tan vivido que terminó aterrándome. Y al igual que hace unos momentos, mis gritos de rabia fueron silenciados por sus labios. Cálidos y tóxicos.

Entonces me rendí, deje que me envenenara, que deslizara la mano desde mi hombro hasta mi cadera arrastrándome a su trampa con un nuevo beso que fue un choque para mi organismo. En estos momentos Sebastián era una fuerza demasiado poderosa, irradiaba una energía sexual tan abrumadora, que me paralizo en cuanto un gemido escapo de mis labios.

—Suéltame… —murmure en cuanto liberó mis labios.

—Eres tú el que me sujeta, Zafirito

Sorprendido e incrédulo, vi mis manos aferrando con fuerza su camisa. Y sin pensarlo, lo solté como si su solo tacto me quemara, dando un par de pasos atrás con la respiración agitada, teniendo que separar los labios en un burdo intento de oxigenar mis pulmones.

Entonces una mano cubrió mis ojos mientras un firme brazo rodeaba mi cintura de manera posesiva, como si quisiera aislarme del mundo mientras era envuelto por una calidez familiar, que actuó como un bálsamo que me relajo en segundos, permitiendo derrumbarme.

—Vuelves a tocarlo y te mato.

—¿Y quién mierda eres tú para impedírmelo? —Sebastián cuestiono con cierta burla, al mismo tiempo que Alois me soltaba poniéndome tras su espalda.

—Su pareja —sin dudarlo, avanzó de manera intimidante y le soltó un puñetazo a Sebastián que lo hizo trastabillar. Era obvio que no se lo esperaba, ya que no pudo evitarlo—. Será mejor que entiendas de una buena vez, porque para la próxima no me contendré…

Jamás había visto a Alois tan molesto, sin embargo, Sebastián no estaba en mejores condiciones. Escupió un poco de sangre al suelo y se limpió la boca con el antebrazo, peinando todo su cabello hacía atrás con una mano, mientras la otra desacomodaba su corbata y desabrochaba los primeros botones de su camisa.

—No eres tu quien decide eso —tajó y en un rápido movimiento ya estaba frente a Alois y sin contemplaciones golpeó su estómago.

—Bastardo… —gruñó doblándose de dolor, dando un par de pasos atrás.

—Alois —susurre asustado, tomándolo del brazo—. Basta… por favor basta…

—Hey… shhh,.. no llores —me abrazó con ternura, besando mi cabeza y frotando mi espalda baja—. Te prometo que todo estará bien —sus labios rosaron mi oreja con ternura—. Esto te costara muchas cervezas y una cena en el Atlantis.

Cuando se separó de mí, me aleje unos cuantos pasos, no me había dado cuenta que estábamos en la calle, afortunadamente a esta hora casi nadie pasaba por aquí, a pesar de que debían de ser como las ocho de la noche, o de lo contrario esto sería todo un espectáculo.

Hacia bastante frió por lo que me rodee con los brazos, viendo a Sebastián sonreír de forma cínica. No alcance a escucharlo pero susurró algo que logro enfurecer a Alois. Me sentía culpable por involucrarlo en esto y un completo inútil al no poder detener esta pelea absurda.

Sorprendentemente, Sebastián no había podido golpearlo en el rostro, aunque lo intento un par de veces. Y es que a pesar de ser delgado y de apariencia delicada, Alois sabía defenderse más que bien, y lo comprobé cuando derribo a Sebastián de un puñetazo, dándole una patada en las costillas antes de que pudiera levantarse.

—¡Alois! —lo abrace por la espalda, sintiendo como temblaba de rabia—. Vámonos a casa…

—Tsk te lo advierto —bramó antes de darle otra patada a Sebastián—, será mejor que te alejes de Ciel.

No es que esperara a que perdiera, pero se me hacía casi increíble ver a un hombre aparentemente más fuerte que Alois, en el suelo a punto de la inconciencia, sobre todo, después de ver su actitud prepotente. Pero tampoco me importo y dentro de mí había una vocecilla llena de malicia que no paraba de repetir que se lo merecía, regocijándose y opacando un eco de mi subconsciente que intentaba gritar que ayudara a Sebastián.

Por una fracción de segundo, vacile al verlo retorcerse de dolor, pero la clara orden de Alois me trajo a la realidad al igual que su firme tacto sobre mi muñeca, arrastrándome hasta donde había dejado estacionada su moto, lo cual no era muy lejos.

—Lamento haberte metido en todo esto —susurre recibiendo un casco—. Yo…

—No importa —se puso el suyo y se montó, haciendo ronronear la moto para ocultar su quejido—. El bastardo pega duro.

—Perdón… —me subí en silencio, rodeando delicadamente su cintura para no lastimarlo más.

—¿Qué fue lo que ese cabrón te hizo, Ciel? —arrancó la moto y preferí apretar mi rostro contra su espalda, incapaz de contestarle—. Lo pregunto porque jamás eres así… es como si…

—Me rompió… —susurre y él no volvió a decir nada en todo el trayecto a casa.

Supongo que me escucho, aunque tampoco lo comprobé. No quería saber nada más, deseaba darme una ducha, envolverme entre las mantas y no salir nunca de mi cuarto. Así que cuando llegamos, me baje corriendo y subí hasta el departamento, deseando que Alois dejara el tema por hoy.

Me metí al baño y prácticamente me arranque la ropa y deje que el agua helada limpiara mi cuerpo mientras empezaba a tallarme con excesiva fuerza. Me escocia la piel aun así no me detuve, me sentía sucio, me sentía mal… me sentía vacío.

Ya no tenía fuerzas y acabe sentado en las baldosas heladas, llorando y arañándome los brazos y piernas con tanta fuerza, que poco a poco el agua se fue mezclando con mi sangre, diluyéndose en pequeños charcos rosáceos a mi alrededor.

Sangre… odio la sangre. No sé en qué momento mi llanto se volvieron gritos de terror, pero aún era consiente de Alois golpeando la puerta del baño y llamándome. No me podía mover, me sentía atrapado, tan perdido como aquel día, tan asustado…

—¡Ciel! —sujetó con firmeza mis muñecas y volví a sentirme atrapado, casi prisionero—. ¡Mírame, joder!

Azul… sus ojos azules llenos de preocupación calmaron mis gritos pero no el llanto. Su agarre se suavizo, y con una delicadeza abrumadora, me atrajo hacia él con tanta facilidad que de un momento a otro ya estaba de pie aferrado a su cintura, sintiendo como el agua helada empapaba su ropa, aun así seguía tibio.

—A-Alois…

—Shh, tranquilo… tranquilo…

El agua helada ceso de un momento a otro mientras sentía sus manos acariciar mi espalda desnuda, pero su tacto me gustaba, su voz me tranquilizo y su aroma logro traerme de regreso. Su sola presencia mantuvo a raya a mis demonios, y alejó mis pesadillas.

Simplemente me deje hacer, no me opuse cuando me envolvió con una enorme toalla blanca, llevándome hasta mi cuarto mientras me sentaba en la cama y se arrodillaba frente a mí, viéndome a los ojos de una forma diferente… protectora.

Tan solo estire una mano y acune su mejilla mientras me inclinaba hacía él, juntando nuestras frentes e ignorando el hecho de que la toalla se deslizó completamente, dejándome expuesto y vulnerable.

—Hazme olvidar…

Mis labios buscaron los suyos. Era un beso doloroso, seguía llorando y en algún punto mis lágrimas cayeron sobre él, mientras sus manos me sujetaban de la cintura al mismo tiempo que se incorporaba y me hacía recostarme en la cama mientras se posicionaba sobre mí, acunando mi mejilla con una mano, sin llegar a intensificar el contacto.

Su boca se movía de forma lenta, sus manos permanecían quietas. Lo estaba obligando y era egoísta porque en ese momento no me importo, simplemente lo deseaba. Deseaba que me tomara y me hiciera olvidar a base de caricias y besos. Lo desnude con prisa pero él seguía sin tocarme más íntimamente, Alois simplemente alzó un dedo y lo deslizo sobre mi mejilla de forma compasiva.

—Ciel… me gustan tus ojos —sus labios acariciaron mi parpado izquierdo antes de que suspirara y escondiera el rostro en la coyuntura de mi cuello y hombro—. Tienes unos ricos ojos de un azul imposible… vibrante, los cuales he visto reír infinidad de veces, enfureces hasta asustarme, incluso divertirse por cosas infantiles y sin gracia… pero hoy están tristes, frágiles y perdidos en recuerdos dolorosos. En estos momentos podría ser egoísta y tomarte, pero entonces estaría haciendo lo mismo que él.

Besó mi cuello y dejó que lo sintiera sobre mí, presionándome contra el colchón y anclándome una vez más al presente. Permitió que su calor me reconfortara y su aroma varonil me tranquilizara mientras me acariciaba el cabello de forma mimosa, tan despacito que acabe perdido en el mundo de los sueños entre suspiros de paz y anhelos olvidados.

~ * o0O0o ~ ♦ ~ o0O0o * ~
Continuará

Hola! Solo espero que les haya gustado, si es así no se olviden de comentar y votar.
Antes de que me maten, esto no es Alois x Ciel, por momentos lo parece pero es fan servis (? Y tampoco habra mención, de hecho aquí solo hubo un beso... ( ? Bueeeno, yo digo, detras de camaras no controlo lo que hacen jajajajaja

Los amo y espero leernos pronto

Haruka Eastwood

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro