Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4: Tentaciones

Ciel Phantomhive Pov

Sabía que no me quería y que nunca lo haría porque yo solo era un juego en su eterna vanidad. Sin embargo, seguía perdiéndome en sus ojos resplandecientes y peligrosos, suspirando con sus palabras disfrazadas de ambrosía y anhelando una caricia fría y sin sentimientos...

Ni siquiera sé cómo fui capaz de mantener una expresión neutral, tan solo apreté los puños hasta lastimarme las palmas de las manos, formando medias lunas con mis uñas las cuales empezaban a escocer. Regalándole una sonrisa retorcida, casi siniestra mientras fingía que no me importa lo que acaba de decir, pese a los deseos homicidas que me impulsan a ir y desmembrar sádicamente a Sebastián. 

Simplemente continúe sacando copias con movimientos mecánicos y demasiado precisos mientras Sullivan volvía a mirar hacia todos lados como fugitiva de la ley, por lo que chasquee la lengua, volteándola a ver en medio de un suspiro de hastío, aunque estaba dispuesto a sacarle toda la información.

—Ese idiota no tiene tanta suerte —taje sintiendo la ira burbujear en mi interior—. Quien te dijo eso, te ha mentido.

—Fue Wendy —suspiró aliviada al igual que yo, porque muy dentro de mi deseaba que no fuera él quien lo divulgó—. La recepcionista —me aclaro con una sonrisilla nerviosa—, el sábado se fue muy tarde por unos problemas, no sé exactamente de qué, pero hoy en la mañana estuvo comentando con otros empleados que te vio irte con Sebastián-san en su auto, así que comenzaron a sacar conclusiones de lo que pasó entre ustedes esa noche. Y bueno… al llegar me preguntó si yo sabía algo más… 

—Él insistió en llevarme a mi casa.

—Entonces ustedes si… —por alguna razón que no me interesa saber ahorita, su expresión era de horror ante la idea—. Oh Dios.

—No, Sullivan —refunfuñe—, solo me llevó a casa y se fue. No me interesa tener nada que ver con él ni con nadie más, al parecer él piensa igual porque no hubo ni habrá insinuaciones de otro tipo. Tampoco las permitiría. Tengo suficientes cosas que hacer como para montarme un lío amoroso con un idiota.

—¿Enserio? 

Rodé los ojos con hastío y eso pareció acabar de convencerla porque no insistió más, al menos no con palabras porque su mirada decía mucho más. Estaba llena de secretos que me llamarón la atención pero al mismo tiempo me negaba a saber.

—Sí, es en serio.

—Me alegra —murmuró sorprendiéndome—. Sebastián-san es muy atractivo, eso es un hecho y tampoco nadie duda de su amabilidad... pero muchas de aquí han comprobado que tras esa sexy sonrisa solo hay dolor. Él… él está acostumbrado a tratar a las mujeres y donceles como juguetes. Disfruta el juego del cortejo, pero goza aún más desechando a sus conquistas como si no valieran nada.

Por una fracción de segundo, su mirada se tiñó de pesar, entonces me pregunté si ella… pero no era posible. Algo dentro de mí se negaba a ver a Sullivan como una posible amante de ese idiota, así que lo deje pasar. Ni siquiera me tome la molestia de hacerle un comentario por lo que acaba a de decir, y cinco minutos después se marchó.

Estoy consciente de que ese idiota es peligroso, y que no dudará en aprovechar cada mínima oportunidad hasta que considere que he caído a sus pies. Pero si cree que puede jugar como le plazca conmigo está muy equivocado. El sexo de una noche es solo eso, también fue un error, uno que estoy a tiempo de corregir.

Claro que las miradas indiscretas aseguran todo lo contrario. Estoy casi seguro que en el área de contabilidad ya se corrieron unas apuestas sobre cuánto tiempo seré el nuevo juguete, en otros departamentos me ven como entretenimiento y unos cuantos cotillas me miran con pesar, casi puedo sentir su absurda “compasión”.

—Parece ser que disfrutas ser el centro de atención, Zafirito~

Aquel ronroneo cálido, excitante y aterciopelado junto a mi oído me helo la sangre y aceleró mi pulso, todo al mismo tiempo. Su voz tenía un efecto arrollador, era como si me acariciara con las más finas pieles, me desnudara entre promesas oscuras y jugará con mi cuerpo tal y como lo hizo el sábado, besando apasionadamente cada punto sensible con la pasión necesaria que me hacía contraer los dedos y apretar los sábanas. 

Sin pretenderlo jadee cuando sus labios rozaron mi oreja. Apenas y fui capaz de separarme, colocando las carpetas contra mi pecho intentando mantener una mirada desafiante pese a que mis mejillas ardían. Estaba tan concentrado en acomodar las últimas copias que me pidieron que no preste atención cuando me subí al elevador, solo hasta que las puertas se cerraron fui consciente de aquel embriagante aroma.

Masculino e intenso, con un toque de jabón y un poquito de peligro. El bastardo olía delicioso y mantenerme alejado era un ejercicio sobrehumano, sobre todo para mis alborotadas hormonas. Ni siquiera sé cómo fui capaz de ignorarlo pero lo hice y él pareció divertirse. Me sentía como un juguete al que no podían manejar por completo, era un reto en la monotonía de su vida. Él está acostumbrado a tener a las mujeres y donceles a sus pies.

Y en su retorcida mente yo no era la excepción a la regla. Era un hecho que existía atracción sexual entre nosotros, pero cuando eso se desvaneciera, yo pasaría a ser reemplazable, un objeto más de su colección. 

—Me niego —dije sin pensar.

—Mmm se puede saber ¿a qué te estas negando?

—A ser tu juguete.

—No eres un juguete —hielo en su voz, tan frío que me estremecí y estuve tentado a creerle—. Jamás te vería como tal.

—Antes de mí, ¿cuantos creyeron tus bonitas mentiras?

Fui capaz de mantener mi voz tan tranquila, que sus ojos reflejaron genuina sorpresa, pero no fue capaz de decirme nada, en ese momento las puertas se abrieron y salí de allí intentando no parecer desesperado por un poco de aire fresco. Aun así dijo mi nombre mientras me alejaba y no pude evitar pensar en el pasado.

En mi ignorancia que me hizo creer ciegamente en dulces mentiras, pero ni de cerca eran tan atrapantes como las de Sebastián. Pero eran letales, incluso ahora me destrozan, me reducen a nada y día con día me torturan con un eco sombrío que merezco. Entonces siento mi garganta cerrarse, apretando mis manos contra mi pecho mientras alejó los demonios de un pasado tormentoso.

Y por primera vez en años, tengo miedo, me aterra lo que Sebastián me hace sentir…

●●●

Masajeó el puente de mi nariz y dejo salir un suspiro de hastío mientras veo a Elizabeth junto a Alois, cantando a todo pulmón en la sala con el karaoke. Y justo cuando creí que mi semana fue buena porque no me volví a topar con Sebastián ni por casualidad, llega el sábado, y con el, Lizzy y su genial idea de una tarde divertida.

—Vamos, Ciel~ anímate a cantar.

Alois no desiste ni aunque lo mire con ganas de desollarlo vivo y arrojarlo a una jauría de perros hambrientos, pero esta tan acostumbrado a mis desplantes que solo sonríe, abraza a Lizzy por los hombros e inician la canción a dueto. Ambos son igual de molestos, por ello no me sorprende que puedan llevarse tan bien, son tal para cual.

En este punto no me sorprendería si un día me entero que tienen una relación, mucho menos al saber que Elizabeth siente un tipo de cariño especial por Alois, pero él es tan idiota que no se da cuenta. Prefiere jugar al príncipe azul y mantener amoríos con mujeres casadas que solo buscan escapar temporalmente de sus maridos.

Me provocan migraña, por lo que chasquee la lengua y me levante del sillón. Necesito algo dulce con urgencia o este departamento se convertirá en la escena de un homicidio doble de lo más sangriento. Y al abrir el refri y descubrir que mi pastel de chocolate desapareció, empiezo a pensar en anexar tortura a la lista.

Sé que no tiene caso preguntar, y aprovechando que están en su mundo, tome mi abrigo y las llaves, pero en cuanto abrí la puerta dispuesto a irme, me congelo en mi lugar. Hoy no es mi día de suerte y no tendría sentido cerrar la puerta y fingir que nada paso. Frente a mi esta Sebastián, recargado en la pared de enfrente con un cigarrillo en la mano. En cuanto me ve, sonríe y reprimió la mueca de asco.

—Zafirito~ —ronronea de forma lánguida—, no pensé verte aquí… 

No le prestó atención, mi cerebro trabaja a marchas forzadas intentando pensar en quién diablos vive en frente, y justo estoy por recordarlo cuando una atractiva mujer de piel marrón y cabello ébano sale con una amplia sonrisa, sujetándose descuidadamente su bata de satén dorada que resalta sus finos rasgos. 

Si mal no recuerdo, su nombre es Mina, se mudó hace unas dos semanas y solo la he saludado un par de veces, pero parece que se lleva de maravilla con Sebastián por cómo le sonreí, y es casi evidente que tuvieron algo que ver. Apreté los puños y contuve el insulto justo cuando ella volteo a verme.

—Pequeño Ciel —saluda con una expresión radiante que me enferma, antes de volver a centrar su mirada en el bastardo ese—. Nuevamente gracias —su voz es un ronroneo que me revuelve el estómago, y como si no fuera suficiente, se pone de puntillas y le besa la comisura de los labios, entregándole una pequeña bolsa negra cuyo logo del centro me recuerda a una tienda pija de ropa. 

Estoy tan cabreado que cerré la puerta con excesiva fuerza, intentando pasar de ellos, pero no doy ni cinco pasos cuando la puerta se vuelve a abrir. Entonces unos cálidos y familiares brazos me rodean, aislándome del mundo. Desde siempre he odiado los abrazos de Alois, pero hoy desee que fuera eterno, por lo que no me opuse cuando besó mi cuello de forma mimosa, apretándome más contra él.

—No te enojes~

—Tsk… 

Era incapaz de decir algo, si lo hacía, lo más seguro es que acabara llorando. No debería de afectarme, después de todo yo lo deje más que claro, entre Sebastián y yo solo hubo sexo de una noche, no nos convertimos en amantes ni nada por el estilo. No debería de dolerme tanto verlo con alguien más pero lo hace, me afecta, me molesta y lo odio.

—¿Fue por el pastel? —pregunta Alois con culpa.

Sin pensarlo, me gire viéndolo de frente, fue una rápida mirada, una llena de angustia, y pese a que mi sonrisa era de burla, él lo noto, no pregunto, simplemente me rodeó la cintura cuando me incline hacia él, rodeando su cuello con ambos brazos y reclamando su boca en un beso absurdo, frustrado y lleno de remordimiento.

Había sido estúpido por dejarme llevar, no solo por el momento, sino por Sebastián. Al final quien tendría que tolerar mis tonterías era Alois, que ni siquiera se sorprendió por lo que hice, solo me correspondió de la misma forma en que lo haría un verdadero amante, con intensidad y ternura, demostrando una vez más lo buen actor que es.

En cuanto nos separamos sonrió de forma radiante, acaricio mi mejilla con los nudillos y besó mi nariz como siempre hace. La única diferencia es que pude ver en su mirada una clara preocupación, y toda la intención de sacarme la verdad, así sea con varios sobornos dulces en forma de pasteles y tartas de frutas.

—Me debes un pastel entero —comente, sintiéndome extrañamente mejor.

—Eso es trampa —sonrió entre pucheros pero asintió y caminamos hasta el elevador, mientras le mandaba un rápido mensaje a Lizzy.

Y justo antes de que las puertas se cerraran, Sebastián lo detuvo y se metió mientras miraba a Alois con odio, pareciendo intimidante, incluso letal. No evite estremecerme, entonces nuevamente estuve rodeado por los brazos de ese tonto rubio mientras me besaba el cuello con calma, pero con cada rose de sus labios en mi piel, sentía que la tensión aumentaba y el aire se volvía más denso, casi insoportable.

Cinco minutos después, finalmente llegamos a la planta baja y Sebastián caminó hecho una fiera hasta un precioso Bugatti negro, arrancando en cuestión de segundos tras un suave ronroneo. En otras circunstancias, habría silbado al igual que Alois, y es que el auto era precioso, pero hoy me límite a suspirar de alivio.

—Alois… 

—Le dije a Lizzy que regresábamos en diez minutos —suspiró claramente cansado—, pero eso no significa que te has librado de mí, Ciel. ¿Quién era él?

—Un error…

Y por primera vez desde que lo conozco, la mirada de Alois se volvió letal, pero también protectora, tal vez la próxima vez intentará golpear a Sebastián, no lo sé, solo me alegre al saber que alguien me cuida… y que a alguien le importo…

~ * o0O0o ~ ♦ ~ o0O0o * ~
Continuará

Hola!! Sigo viva y si se lo preguntan, sip, cambie el titulo y el resumen 7u7 en fin, solo espero que les haya gustado el capítulo, si es así no se olviden de comentar y votar nwn

Haruka Eastwood

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro