Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31: Flâneur


Sebastián Michaelis Pov

No eres el mundo entero, pero eres todo lo que hace que el mundo sea bueno. —Maxon

Quise creer que actuaba, pero sé lo que vi. Lo vi besarlo, sonreír y alejarse de mi como siempre lo hacía, pero esta vez no podía correr tras él, ya no había segundas oportunidades, no había opciones porque lo cierto es que yo también llegue tarde, tuve miedo y me aleje, de cierta forma yo lo orille a esto, yo lo propicie. Puede que tal vez nunca existiera un nosotros, tampoco había un felices por siempre.

Por mi culpa hoy se casa con otro. Ya no hay un hubiera, tal vez horas atrás si no me hubiera ido, si lo hubiera convencido, si hubiera hecho todo diferente esto no estuviera pasando, pero paso, lo perdí y se terminó. Le dijo si acepto a un hombre que no soy yo. 

Y lloro, lloro por él, por mí, por mi impotencia, por mi rabia al verlo casado con otro hombre. Así que cuando me vio y su expresión me dijo que se arrepentía quise ir a él, abrazarlo y robarlo del mundo, pero estaba cansado para luchar por un amor así, tan endeble, tan toxico y tan imposible. Era mi complemento y lo deje ir. Fui cobarde al no soportar las adversidades y preferí huir creyendo que solo así seguiríamos adelante, pero ahora soy yo quien no puede soportar el peso de su perdida. 

Cuando se trataba de Ciel solo fallaba, así que me rindo… suena fácil, incluso cobarde pero es una de las decisiones más difíciles porqué en verdad lo amo. Lo amo tanto que acepto que debo alejarme y dejarlo ser feliz con aquel varón. Quisiera ser egoísta, quisiera ser impulsivo, quisiera ser quien se casa hoy con él, pero no puedo, no debo. Desde hoy no me interpondré más en su camino, tan solo me aparto porque conmigo descubrió que no sería feliz y lo entiendo.

—Renuncio a ti —pronuncio en voz baja y pese a la distancia pareció entenderlo porque sus lágrimas cayeron sin control.

No sé si lo que hice fue suficiente, pero era lo que tenía, era lo que soy, imperfecto, estúpido y un idiota enamorado que solo arruino su mejor oportunidad de amar. Me di la vuelta y a paso lento caminé hasta mi auto, me subí de forma automática y me rompí deseando que encontrara lo que tanto buscaba, que aquel hombre no lo hiciera sufrir y que lo amara tanto como yo, que lo valore como no supe hacerlo. 

Había sido egoísta durante mucho tiempo, pero ya no se trata solo de mi, en un principio era yo y mis deseos, yo y mi felicidad, yo y mi ambición, jamás fue él o nosotros así que nuestra historia terminó, de hecho dudo que tuviera un principio porque siempre fue todo mal. La primera salida con él era un despliegue de poder, deseaba demostrarle que no era inmune a mi, lo vi como un reto pero termine atrapado por lo que Ciel representaba.

Fueron sus sonrisas, sus caricias y su voz dulce mientras me decía que me amaba. Lo tenía todo y no lo vi, éramos felices y lo arruine así que lo merezco. Lo dejo y me alejo. Ya no hay más.

❄💙❄

Tome la botella entre mis manos y ni siquiera me moleste en saber exactamente que era, solo me serví en un vaso con hielo y le di un gran trago sintiendo mi garganta arder acompañado de la molestia en mi estómago, pero no me importo. Ya nada importaba, por ello seguí bebiendo en completo silencio acomodándome en el sofá con fastidio, queriendo ignorar el golpeteo en la puerta.

—¡Lárgate! —grite, aunque sabía que no se iría tan fácilmente.

—¡Sebastián, ábreme!

—¡Que te largues!

—¡Sabes que no lo are! —escuche un golpe y creí que finalmente se había marchado, pero Agni podía ser más persistente de lo que creí—. Llevas una semana encerrado. 

—¡Estoy arto! 

Abrí los ojos y mire la puerta con un gesto confundido porque esa voz no era de Agni, sino de un loco rubio al que no quería volver a ver, sin embargo suspire y pretendí ignorar el momento en que derribó la puerta de mi apartamento con una patada y se adentró hecho una fiera, derribando la mesilla frente a mi, solo para poder tomarme de la camisa y sacudirme.

—¡Suéltame! —Pedí atropelladamente.

—¡¿Qué diablos te pasa?! —gritó, me soltó y se desordenó el cabello, volviéndome a ver con molestia.

—¿A mi?

—¡Sí! ¿Qué diablos te pasa? Llevas toda una maldita semana bebiendo, no sales ni al balcón, Agni dice que no comes y apestas.

—Sebastián —Agni me tomó de los hombros para que le prestara atención—. No puedes seguir así, vas a matarte.

—No sería mala idea —sonreí y me abrazó con fuerza.

Alois suspiró y se dejó caer en el sillón, prendiendo un cigarrillo, comenzando a levantar las latas de cerveza que estaban esparcidas por el piso por su culpa, formando una torre con total concentración, como si quisiera decir algo y no supiera como empezar, pero no era necesario. No necesitaba su consuelo, mucho menos su lastima.

—Tu me ayudaste —volvió a darle una larga calada al cigarro, soltando despacio el humo—. Estaría muerto de no ser por ti, y no, no estoy aquí por gratitud.

—Sera mejor que te ahorres tus sentimientos —hable con fastidio—. No eres mi tipo.

Su expresión fue tan graciosa que termine riendo al igual que Agni, ignorando los gritos ofendidos de Alois, y es que ellos exageraban todo. Era verdad que llevaba una semana sin ver a nadie, encerrado en mi apartamento y ligeramente abrió, pero tampoco estaba a punto del suicidio, mucho menos me cortaría las venas con galletas de animalitos —palabras textuales del novio de Agni—. De hecho, hace tres horas salí de una larga y relajante ducha, había ordenado el lugar e incluso me prepare un emparedado que acompañe con tres latas de cerveza —las mismas que Alois seguía jugando—. Según yo, todo iba de maravilla.

—No seas idiota, tu tampoco eres mi tipo.

—Sebastián, entiendo que estés triste —Agni se sentó a mi lado y poco falto para que tomara mis manos.

—Basta, ¿de acuerdo? —Me levante y comencé a ordenar el desastre de Alois—. Sí, estoy triste pero no hare un idiotez. No me voy a drogar, no me dará una sobredosis y tampoco entrare en un coma etílico. Necesitaba tiempo para mi, para pensar y he estado meses ebrio, creo que una semana bebiendo con moderación es nada comparado a lo que hacíamos antes —mire a Agni quien solo suspiro rendido.

—Sé cuanto lo amabas.

—Y lo sigo haciendo —suspire y esta vez fui yo quien encendió un cigarrillo—. Ciel no murió, solo se caso con alguien más.

—¡Sabes tan bien como yo que esa boda fue un maldito error! —Alois volvió a tirar las latas y de no ser por Agni, creo que estaría sobre mi, con intenciones de hacerme entrar en razón.

—Ciel es un adulto, son sus decisiones y yo ya he arruinado bastante su vida, era lógico que se decantara por el varón que solo le a dado paz en lugar de un infierno como yo.

—¡Creí que lo amabas!

—Lo amo.

—¿¡Entonces por qué!?

—Puede que sea la misma razón que tuviste para dejar a Lizzy.

Desde aquel día en donde lo encontré en su apartamento con una sobredosis y lo obligue a internarse en cuanto estuvo mejor, ignore la ausencia de Elizabeth. Sabía que era amiga de Ciel y pareja de Alois, pero jamás fue a visitar a ninguno de los dos, o puede que yo no me haya dado cuenta. No pregunte motivos y desde un principio no me intereso saber que había pasado, pero lo cierto es que ella se canso.

Se canso de esperar una mejoría en Alois, se canso de esperar tanto de alguien roto, y después de tantos años se rindió al entender que él no iba a mejorar, que tendría momentos buenos y malos pero ya no soportaría estar en estos últimos porque de cierta forma cada vez era peor y poco a poco Alois se iba perdiendo, quedando una persona que no reconocía, una persona que era voluble a los sentimientos y emociones de Ciel y no a los de ella.

Pudieron ser celos, frustración o cientos de cosas a la vez. Lo cierto es que ella ya no estaba y Alois tampoco se esforzaba por buscarla pese a sus sentimientos. Y en ese punto éramos muy similares, puede que nos hayamos rendido o simplemente dejamos de intentarlo porque dentro de nosotros sabíamos que de volver, era casi un hecho que hiciéramos lo que hiciéramos volveríamos a fallar creyendo que era lo mejor.

—¡Es diferente!

—Ella es libre y tu te niegas a buscarla. Ciel esta casado, es feliz y tendrá la vida que siempre soñó al lado de un hombre que lo ama. Yo no arruinare eso, pero tienes razón, es diferente porque tu aun puedes recuperarla.

—Estuve a punto de golpearla… —murmuró con pesar—. Ella me tiene miedo, Sebastián, intente buscarla pero cada que la veo recuerdo su mirada llena de terror y lo ultimo que hare será convertirme en una basura peor que mi padre.

—Alois…

—Tienes razón… vi a Ciel llorarte por noches enteras, medicarse y destruirse poco a poco —se desordeno el cabello yendo hasta la puerta—. No sé lo que pensaba pero es verdad. Ahora están mejor.

—Lo sé —murmure mientras él se marchaba.


❄💙❄

Suspire y me detuve en la entrada de aquel centro comercial, mientras Soma meditaba a donde quería ir primero. Y es que ahora me arrepiento de haber aceptado acompañarle, pero lo cierto es que no podía negarle nada, bien o mal, él y Agni han estado ahí para mi desde que me opere, las terapias y después lo de Ciel.

Ya eran parte de mi familia y tener a Soma cerca era como tener una versión doncel de Agni, solo que mucho más animado, por ello suspire y me deje guiar hasta una heladería en donde hicimos una parada rápida, viendo su sonrisa mientras parloteaba de todo y nada a la vez.

—Aún no me has dicho que buscas —murmure mientras entrabamos en una tienda de ropa.

—¡El mejor regalo! —exclamó y rodé los ojos.

—Vaya ¿y eso sería?

Soma se detuvo en medio de un pasillo, sonrió radiante y tomó mi mano llevándola hasta su vientre. No evite asombrarme y sonreír encantado segundos después.

—Aun no se lo he dicho y me da un poco de miedo.

—Agni estará feliz.

—Nunca hablamos de hijos —se encogió de hombros—. Por algún motivo el siempre evade el tema, nadie más lo sabe y no podía seguir ocultándolo, eres como su hermano y creí que podías ayudarme…

Lo abrace con fuerza, deteniendo su incesante parloteo mientras se acurrucaba contra mi pecho y murmuraba suavemente un gracias lleno de emociones, por lo que le separe lentamente de mi, bese su frente y sonreí para calmarlo, entendiendo porque Agni evitaba el tema pero Soma se equivocaba en algo.

—Te diré un secreto —murmure cerca de él—. Agni y yo somos unos tontos que deseamos una familia pero nos da miedo.

—¿Miedo?

—Sí —asentí—. Hay veces que somos un desastre y pensar en cuidar de alguien tan pequeño e indefenso como un bebé es aterrador, pero créeme cuando te digo que estará encantado con la noticia.

—¿En verdad lo crees?

—No tengo porque mentirte —levante una ceja y él pareció aliviado.

Soma tenía poco más de dos meses y se había enterado hace tres días, justo cuando Agni estaba en un viaje de negocios, aunque regresaría mañana por la tarde debido a que estaba preocupado por su esposo, el siempre activo y bullicioso Soma había estado un poco más cansado de lo usual. Incluso le dije de broma que tal vez seria padre, nos reímos y vi su mirada esperanzada mientras decía que seria el hombre más feliz del mundo si tuviera un hijo de Soma.

—¿Entonces me ayudaras?

—Sabes que si, pero ¿por qué no solo se lo dices y ya?

—Quiero que sea especial.

—Será especial aun si no compras un regalo —hizo un lindo puchero por lo que suspire rendido—. De acuerdo… ¿Qué tal si compras un gorrito de bebé?

—Podría funcionar —lo meditó y comenzó a caminar entre los pasillos.

Yo me quede viendo unos estantes, debía comprar unas cosas así que hice una lista mental mientras veía todo de forma distraída, buscando a Soma quien seguramente se fue a la sección de bebés. No es que me negara a ayudarlo, sino que me traía malos recuerdos porque pensaba en mi bebé con Ann, y también con Ciel.

—Sebastián…

Sonreí por aquella dulce vocecilla de mis recuerdos, pero cuando voltee era Ciel quien estaba atrás de mi. Más hermoso que nunca, tanto que quise abrazarlo como antaño, como si los últimos dos años desde su matrimonio no hubiesen pasado y es que lo había extrañado tanto, pero lo cierto es que también aprendí a superarlo, a no buscarlo, a no llamarlo y a no investigar nada que tuviera relación con él.

—A pasado mucho tiempo —sonreí de medio lado sin saber que mas decir—. Debo irme, fue un gusto verte.

—Espera —me tomó del brazo pero pareció arrepentirse—. Me divorcie hace unos meses —dijo de pronto.

—Vaya, lo lamento, Edgar es un buen hombre.

—Lo es… por ello terminamos.

—No te entiendo.

—Aquel día, en la iglesia, ¿por qué fuiste? —su voz se quebró y apretó los puños encarándome con rabia—. ¿Por qué fuiste si no ibas a impedir la boda?

—Yo no fui quien decidió casarse. Tuvimos una oportunidad, tomaste tu elección.

Finalmente me soltó, bajó la cabeza y escuche su sollozo. Tenía deseos de abrazarlo, pero no podía, no debía. Aún así tome su rostro entre mis manos y limpie sus lagrimas con mis pulgares.

—Te amo… nunca deje de hacerlo.

—Ciel —lo miré y sabía que no mentía.

—¿Por qué no dices nada?

—Hace dos años hubiera renunciado a todo con tal de que me eligieras, hace un año te hubiera besado y correspondido. Puede que hace seis meses tus palabras hubiesen desestabilizado mi mundo.

—¿Y ahora? —su labio inferior tembló.

—Lo lamento.

Me separe y di un paso atrás, en ese instante alguien me abrazo con fuerza y no evite corresponder el contacto sabiendo que era Soma, sin embargo parecía que no había notado la presencia de Ciel, porque se separo de mi y exclamo con efusividad que lo había encontrado.

—¡¿Crees que le queden a nuestro bebé?! —Preguntó poniendo un par de zapatitos blancos tejidos frente a su vientre.

—Son perfectos —no evite verlo con ternura.

—Veo que ya hiciste tu vida. Eso es bueno —su voz era vacía, carente de toda esperanza y regrese a la realidad.

—Ciel…

—Esta bien, Sebastián, me alegro por ti, por ambos.

—Yo aun te amo —dije en cuanto se dio la vuelta dispuesto a marcharse, fue tan impulsivo pero inapropiado.

—Ser el uno para el otro no significa permanecer juntos ¿cierto?

—Eso parece —respondí en un susurro, entonces lo vi sonreír con tristeza.

—Sebastián… ¿es este el final?

—Lo es.

—Desearía que fuera diferente.

—Nunca es tarde para intentarlo.

—Sebastián —sonrió tranquilo y miro el techo—. Los sueños son solo eso, sueños.

~ * o0O0o H.E. o0O0o * ~
Fin



❄❄❄

Hola! Espero que este capítulos les haya gustado tanto como a mi, y solo les digo que hay veces que por más que quieras a una persona no siempre se puede estar juntos.

Aunque he de deciros que falta el epílogo y pues todo puede pasar jajaja o quien sabe.

Quiero agradecerles por seguir esta historia y por apoyarme incondicionalmente, por ello intentare subir pronto el epilogo. Recuerden que la esperanza muere al último (? Okno

Por lo pronto me despido y les mando muchisimos abrazos y besotes virtuales.

Ya saben, cualquier duda o comentario pueden dejarlo en un rw y si les gusto no se olviden votar que me hacen muy pero muy feliz.

Haru los quiere ❤😘

Haruka Eastwood

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro