Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29: Resiliencia

Ciel Phantomhive  Pov

“Lo amaba mucho, en pasado, ahora no importan sus disculpas porque aprendí que pese a sus palabras dulces y engañosas, volverá a lastimarme”

Tal vez fue mi mundo, tal vez fue mi amigo y mi amante, ahora solo era Druit, el hombre que destruyo mi vida. Si… solo Druit, a secas, sin respeto y con desprecio. Sin embargo, aún no lo supero… tampoco lo olvido. No lo amo, pero le pienso, lo he llamado en medio de mis delirios, incluso le he llorado pese a la relación toxica y enfermiza que llevamos, es como si estuviera en mi, muy profundo, clavado en mi alma. Consumiéndome en su veneno corrosivo pero al mismo tiempo tan adictivo.

Odio que este presente en mi vida pese a los años, y en muchas ocasiones lo sueño, no siempre es malo, no siempre es el hombre despreciable que me abandono en aquella habitación tras decir que todo era mi culpa. No siempre es un bastardo, porque los pocos momentos buenos me envuelven en dulzura e hipocresía que acepto con los ojos cerrados, como si nunca me hubiera dejado.

Muchas veces imagine un futuro a su lado. Un futuro con nuestro Finny, y la burbuja se rompe, lo veo como el monstruo que es pero todo es un circulo vicioso, porque regreso a lo mismo, a sus palabras, a sus consejos y a sus pequeñas acciones que me levantaron, que me motivaron para seguir un solo día más sin saber que era parte de mi ruina. Sé lo que me hizo pero aún así lo busque…

Siento mi estómago revuelto, mis pensamientos son un caos y sé que en cualquier momento caeré viéndolo aquí, frente a mi después de aquella vez en donde jure que nunca más, pese a ello me aventure a abandonar mi hogar y venir a Londres solo para encontrarlo, lo cierto es que pese a repetirme que huía de mi pasado, solo buscaba meterme en la boca del lobo.

—Pequeño Ciel…

Su voz me estremece como hace años, me acaricia y me envuelve en promesas oscuras y libidinosas, logrando que mi estómago duela. Y por primera vez me pregunto si no es asco lo que siento, si no es miedo disfrazado de alegría por ver a alguien que no vale la pena, alguien despreciable, alguien a quien no puedo odiar por más que lo intento.

—¿Qué haces aquí? —Espetó.

Patético y titubeante, solo puedo cerrar los ojos y dar un paso atrás hasta chocar contra la puerta del departamento. Ya no puedo huir, no debo acobardarme, ya no más. Lo intento y mi mirada se enfrenta a la suya, tan tranquila, tan perturbadora, tan suya que me asquea y me domina sin siquiera moverse. Lo sabe y sonríe extasiado.

—¡Oh, mi pequeño petirrojo! Sé cuanto me has extrañado —se acerca y el aroma de su perfume me envuelve, mientras el calor de su cuerpo me asfixia—. ¿Me buscaste? —Sonríe más—. Sé que si.

Me tiene a su merced. No me puedo mover, mi respiración se acelera y con cada reacción torpe su fascinación crece aumentando el morbo de su mirada. Sus labios se curvan con socarronería y tiemblo cuando el dorso de su mano acaricia mi mejilla con cuidado. Sus manos frías reavivan los recuerdos y al igual que aquellas veces, solo me quedo quieto y cierro los ojos odiándome por no oponerme, por dejarlo convertirme en su experimento.

—No…

Mi voz se fue, sabe que no hare nada, que me ha roto de una forma que aun no comprendo. Porque frente a él, vuelvo a ser ese niño indefenso, sumiso y silencioso que se mueve a su conveniencia, que coopera, llora y no grita pese a lo que hace. Es entonces que su aliento choca con el mío, me besa y me acaricia, pero no hago nada. ¿Por qué no lo evito? ¿Por qué no me alejo? ¿Por qué?

—Te extrañe —susurra venenoso y cierro los ojos.

❄💙❄

Escucho la voz de Alois a lo lejos, pero la ignoro, al igual que ese ruido tan familiar y lejano. Cierro los ojos con cansancio y abrazo mis rodillas concentrándome en la sensación del agua tibia sobre mi cuerpo sucio. No tengo idea de cuanto tiempo llevo aquí pero sigo sintiéndome asqueado, despreciable, tan poca cosa. Y por más que lave mi cuerpo la sensación no se borra, él lo sabia por eso lo hizo.

—¡Ciel!

Apenas y levanto el rostro siento sus brazos rodearme con fuerza, tiemblo y por instinto me alejo asustado. Su figura cambia, su voz, su aroma, todo, forcejeo pero no grito, no puedo y de repente creo que me ahogo. Pataleó e intento alejarlo, es entonces que Alois me toma con fuerza de los hombros, me sacude de tal forma que me lastima y me obliga a regresar a la realidad, a verlo a él y no al monstruo de mi pasado, aquel que me acecha, me corrompe y busca destruirme.

—Sueltame… —logro decir en cuanto me tranquilizo un poco y él suspira aliviado.

—Me asuste —solloza—, en verdad me asuste. Escuche la regadera, pero no contestabas, y recordé aquel día… pensé que no llegaría, que algo te había pasado…

Su agarre era cada vez más fuerte. Lo entendía pero al mismo tiempo me molestaba que pensara que me iba a quitar la vida, jamás lo he intentado, ni cuando mi vida era una mierda a merced de mi padre doncel paso por mi mente. Ahora estaba bien, me iba a casar con un hombre maravilloso, mi carrera iba en asenso y Druit… él se iría. Lo sé.

—Alois —llame y finalmente lo vi. Su ropa estaba empapada y sus lagrimas se confundían con el agua que seguía cayendo de la regadera—. Déjame solo.

Soy incapaz de alzar el rostro, sus brazos me sostienen con fuerza como otras tantas veces pero el agua de la regadera cesa de un momento a otro y alguien acaricia mi cabello de forma titubeante.

—No hasta que me digas lo que paso. Hoy te vi, estabas feliz —tiritó mirándome con una absurda preocupación, cogiendo la toalla que ese alguien le tendió para envolverme con ella, impidiéndome ver quien vio esta faceta tan ridícula—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? Estas helado.

—Minutos, no lo sé —sus pasos se alejan y soy incapaz de verle, solo escucho el suave sonido de la puerta cerrarse—. ¿Lizzy? —Inquiero con duda.

—Será mejor que te vistas, iré a cambiarme y te preparare chocolate caliente, ¿de acuerdo?

Me da un sonoro beso en la frente y sale antes de que le conteste, pero por su tono serio, pretende hacerme entrar en razón al mismo tiempo que controla sus instintos sobreprotectores para darme unos momentos de privacidad, aclarar mi mente sobre lo ocurrido mientras él se calma y aparta la idea de que quería suicidarme. Y es tan persistente que no quedara conforme hasta saberlo todo, pero no quiero hablar, no quiero que él lo sepa.

Existe una extraña y compleja confianza entre nosotros, pero todos tenemos derecho a guardar secretos, a fingir que ciertos episodios de nuestras vidas no ocurrieron mientras intentamos tapar el sol con un dedo, hundiéndonos en mentiras que al final de cuentas son irrelevantes, porque son tuyas para conservarse. Tus secretos los modificas, los empeoras o mejoras y este en especial era solo mío para aprisionarme.

La parte consiente sabe lo mierda que es y fue Druit, pero la parte dañada busca justificarlo y minimiza todo el daño para que sea aceptable. De hecho no me creo capaz de contar las cosas tal cual fueron, porque mi perspectiva con respecto a él se altero de tal forma que llegue a llamarlo ¡Un fracaso amoroso! Cuando lo cierto es que abuso de mi… me utilizo y abandono en el peor de los momentos, lo sé, pero sigo sin creerlo. Lo entiendo pero al mismo tiempo lo niego y vuelvo a lo mismo.

Fui dependiente de él, me obsesione y pese a los años, no puedo borrarlo de mi vida, odiarlo o simplemente dejarlo atrás. Al principio lo culpe por Finny, pero él no estaba ahí, era yo quien lo cuidaba, era yo quien debía asegurarme de que estuviera bien y no lo hice, era yo quien lo mató y no él. Siempre fui yo el problema. Y volvía a hacerlo… lo justificaba.

—Maldición —me quite la toalla de la cabeza y mire la hora—. ¿Las diez?

Hoy salí temprano del trabajo, no había tomado ningún desvío, por lo que estaría aquí a las seis, incluso planeaba ver una película, pero seguía sin saber como había perdido cuatro horas. Se me revolvió el estómago y opte por ignorar lo que había pasado mientras comenzaba a vestirme con mi pijama, un conjunto sencillo de suéter y pantalón de franela de un suave color azul. Una vez listo, salí de la habitación, observando a Alois sentado en la sala, sosteniendo un vaso de vidrio con lo que imagino era vodka.

—Ven, siéntate —pidió con voz cansada, palmeando la esponjosa superficie del sofá.

—¿Y mi chocolate?

—Ahorita lo traen.

—Iré a ayudar a Lizzy —lo vi con molestia—. Porque parece que tu no puedes hacerlo.

—Siéntate —pidió con voz seria y tuve que obedecer, sintiendo sus brazos rodearme con fuerza—. Por tu culpa me estoy haciendo viejo.

—Ya lo eres.

—Oye, aún soy joven —protestó separándose del abrazo, dándome un beso en la mejilla para juntar su frente con la mía—. ¿Qué paso?

—Apestas a alcohol —desvié el rostro queriendo irme por la tangente—. Dijiste que ya no tomarías.

—Ciel —me tomó de la barbilla para que lo viera a los ojos—. No evadas el tema.

—No lo hago.

—¿Entonces?

—Meditaba, estaba concentrado y no te escuche llegar —taje con seriedad—. No empieces a hacer una tormenta en un vaso de agua.

—Te conozco —apretó los labios y entrecerró los ojos—. Sé que algo te pasa.

—Basta. Te he dicho que estoy bien, no tengo porque darte explicaciones.

—Tengo derecho a saber.

—No te atrevas —le rete, sabiendo lo que diría—. No eres él. ¡No eres mi padre!

—¡Solo me preocupo por ti!

—¡Pues no lo necesito! —Lo empuje sabiendo que no tenía ningún derecho—. ¡No me pasa nada! Así que deja tu paranoia y tu estúpida preocupación a un lado que no me suicidare.

Jamás creí que llegaría el día en que Alois me pegara. Sabia que poseía una fuerza monstruosa pero su bofetada apenas y la sentí, me ladeo el rostro y mi piel se sintió caliente pero no dolía, al menos no de la forma en que esperaba. Y me di cuenta que lo había visto llorar infinidad de veces por cosas absurdas, por películas, por Lizzy e incluso por mi, pero de cierta forma ahora era diferente. Alois lloraba y su expresión denotaba miedo, angustia, dolor… tantas emociones juntas y todo por mi culpa.

—¡Idiota! —me apretó las manos entre las suyas, bajando la cabeza mientras temblaba e intentaba reprimir los sollozos, al mismo tiempo que sus lagrimas caían una tras otra sobre nuestras manos—. Tu no té viste… te saque del agua y no te movías, no respirabas. Te llame, te llame y por más que lo intentaba no reaccionaste. Después saltaste, el hospital y hoy… hoy te vi inmóvil como aquel día y creí que era tarde… que te había perdido.

—Lo lamento —mi voz tembló.

Sé que no era justo para él, porque desde que lo conozco solo he sabido causarle problema tras problema, aun así permanece a mi lado con una sonrisa y su absurdo positivismo, diciendo sin palabras que no estoy solo. Y de cierta forma es como él, como mi padre.

—Tienes razón —me soltó, se limpió las lágrimas y se puso de pie—. No soy ni seré tu padre, pese a que te siento como un hijo, ¿es absurdo, verdad?

—Alois…

—Esta bien, Ciel, ya no importa… —se dirigió hacia la puerta sin voltear, deteniéndose antes de salir—. Ustedes necesitan platicar y sé que para ti soy prescindible.

La puerta se cerró con suavidad tras él y sentí mi pecho doler, dejándome caer en el sofá mientras me preguntaba ¿en que momento me levante? Ahora no sabia si ir tras él o esperar un poco más. Jamás lo había visto tan enojado y sé que lo merezco.

—Él me odia —hable en voz alta para que Lizzy pudiera escucharme, cubriéndome los ojos mientras me concentraba en sus suaves pasos y en el golpeteo lento que hacia al moverse, fruncí el seño y abrí los ojos justo cuando colocaba una taza frente a la pequeña mesa de centro, sintiendo que el aire se me escapaba—. S-Sebastián… —balbucee sorprendido.

Me miró con tristeza antes de desviar el rostro, erguirse y caminar lento hasta el sillón frente a mi. Fue entonces que lo note… caminaba. ¡Sebastián caminaba! Lo hacía lento y necesitaba apoyarse de un bastón pero estaba de pie. Estaba aquí después de un año en el que creí estúpidamente que me había abandonado y sin saber porque, las lágrimas empaparon mi rostro.

—Alois te ama —habló bajo, enfocando su vista en la puerta—. Solo esta dolido pero ya regresara.

—Te fuiste —dije de pronto, olvidando por un momento que había dañado a Alois y que debía ir por él para aclarar las cosas.

—Tenía que hacerlo —me miró y bajó el rostro—, intente decírtelo de frente pero me acobarde.

—¡Me dejaste cuando más te necesitaba! ¡Me abandonaste!

—Jamás te abandone.

—¡Lo hiciste, me dejaste! —me limpie las lagrimas poniéndome de pie para encararlo—. ¡Y tu maldita carta no significa nada!

—¡Por favor, entiéndeme! Si me quedaba, solo iba a estar en tu camino. ¡Sería un lastre en lugar de un apoyo!

—¡Pues debiste pensarlo mejor! Ya no estas en mi camino… ¡y en mi vida tampoco! —lo odiaba por dejarme, por hacerme amarlo tanto que dolía— ¡Vete! —Lo tome del cuello de la camisa—. Lárgate al igual que todos.

—¡¿Por que crees que estas solo?! —gritó enojado pero se arrepintió al instante, sin embargo ya era demasiado tarde.

Muchas veces no puedes borrar lo que dices. Hay palabras que parecen gravadas en arena, se van con el más ligero viento, tal vez porque carecían de importancia o porque el sentimiento al expresarlas era demasiado débil. Sin embargo había otras que se gravaban en piedra, que te lastimaban y seguían dañándote o animándote pese al tiempo. Y en el ultimo año, me convencí que cada “Te amo” de Sebastián debía quedar en la arena, mientras me empeñaba en dejar sobre la piedra mi odio y frustración por él. Deseaba dañarlo de la misma forma que él hizo conmigo.

—Porque desde niño me enseñaron a no depender de nadie —lo mire con odio, aunque mis ojos reflejaban aquel dolor visceral de la infancia—. Y tu solo reforzaste aquella idea. Así que no vengas aquí pidiendo perdón y fingiendo que nada paso.

—Sé que te hice daño…

—¡¿Daño?! —Grite burlón—. Me destrozaste, Sebastián. Pisoteaste todo lo que sentía por ti, creíste que me rendiría y que no seria lo suficientemente fuerte para caminar a tu lado, para superar cualquier problema juntos y sabes que, pude haberte amado por siempre, solo que ya no me gustas más.

—Nunca deje de pensar en ti.

—Pero yo si.

—Sé que no es así.

—Estuve días esperándote, llorando y llamándote. ¡Y no te importo! Nunca te importe.

—Ciel, no…

—¡No me digas que me equivoco! Me apuñalaste en el corazón y sabes que, estoy tan cansado de esto. De todo, de ti, de alguien que solo juega conmigo sin importar lo que haga. Me has hecho lo mismo una y otra vez. Ya no puedo vivir así.

—Me equivoque —su voz tembló pero quise ignorarlo o también me rompería—. Fueron muchas veces y cada que creía que esto mejoraba lo arruinaba de la peor forma, pero créeme si te digo que siempre he querido lo mejor para nosotros, pero no se como hacer que esto funcione. Te he decepcionado, pero…

—Tal vez no te quedo claro, Sebastián, yo termine contigo.

—Ciel… por favor.

—¿Qué te hace creer que eres lo que necesito en mi vida?

—Todo lo que quería es que fueras feliz.

—Te largaste. ¡Jamás pensaste en mi o en mi felicidad!

—¡Lo hice! Siempre lo hice.

—El punto es que ya no te amo.

—¡Yo si te amo!

—Las personas dicen te amo todo el tiempo, Sebastián. No significa nada… tu rompiste mi corazón y no estoy dispuesto a sentirme otra vez así. Tenias mi confianza, tenias todo.

—¿Me amas?

—Me voy a casar.

—Eso no es una respuesta.

—Debería serlo. Tu ya no significas nada en mi vida.

—Yo aun te amo.

—No soy ni fui lo que necesitabas, Sebastián. ¿Por qué no lo entiendes? Te fuiste, te supere, conocí a alguien y me voy a casar con el hombre que amo, y ese no eres tu. Nunca fuiste tu.

Lloraba, y una parte de mi quiso retractarse pero sería volver a lo mismo, por ello espere a que se fuera, sin embargo, se paro frente a mi y me abrazo con fuerza, sollozando quedito, pidiendo perdón y dude.

—Al menos déjame estar así una ultima vez.

—Es injusto —solloce abrazándolo—. Voy a casarme, todo estaba bien esta mañana pero aparece él y después tu y todo se arruina.

—¿Él?

Su pregunta me trajo a la realidad. Me aparte, limpie mis lagrimas y abrí la puerta esperando a que entendiera el mensaje, sin embargo solo se acerco, la cerró con suavidad y me tomó del rostro juntando su frente con la mía.

—Vete.

—Lo haría si supiera que estarás bien.

—Regresaste después de un año en el que creí que me abandonaste. Estoy perfecto.

—Ciel, te vi cuando Alois entro a la fuerza al baño. Tal vez fue el momento pero corrí a ti y gritaste asustado. ¿Quién es él?

—Alguien sin importancia.

—¿Entonces por qué tiemblas si ese alguien no importa?

—¿Por qué haces esto? ¡¿Por qué no simplemente te vas y me dejas como él, como Alois, como todos?!

—¡Por qué a mi si me importas! —gritó y sentí sus labios contra los míos en un beso furioso.

~ * o0O0o H.E. o0O0o * ~
Continuará

Hola! Esta vez no me tarde tanto jeje solo espero que el capítulo sea de su agrado, si es así no se olviden de comentar y votar :3 que alegran mi día.

Y como notita extra, os dire que lo que paso entre Ciel y Druit lo dejare a su imaginación xD

Me despido y espero estar pronto por aquí con un nuevo capítulo.

Haruka Eastwood

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro