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Capítulo 28: Etéreo


Ciel Phantomhive  Pov

“Hay amores que te entran por los ojos, te revuelven hasta el estómago y te hacen palpitar el corazón; otros hasta despiertan tus bajas pasiones. Pero el más peligroso de todos es cuando entran en tu mente… y de ahí pareciera que no quieren salir jamás. —Blaster”

Deje que los de seguridad se encargaran de la rueda de prensa mientras salía de ahí. Tenía que irme antes de que apareciera Alois o se pondría a gritar como el loco histérico que es y eso me pondría de mal humor, ya lo estaba, sin embargo, el único que apareció fue Edgar, con una sonrisa juguetona y un brillo malicioso en sus ojos.

Me tomó entre sus brazos y me besó de tal forma que temblé en medio de un gemido sorprendido, agarrándome a sus hombros mientras me esforzaba por volver a la realidad, pero mi cerebro dejo de funcionar y mi olfato se llenó del delicioso aroma de su colonia y de él, sintiéndolo tan familiar, tan correcto que solo me deje hacer.

Lo había conocido un mes después de que Sebastián me abandonara. Fue mientras asistía a mis terapias, al parecer llegó al hospital por pura paranoia porque solo tenía una simple tos, pero como cantante tenía que asegurarse que no fuera nada grave, yo lo vi por primera vez en la cafetería, mientras esperaba al idiota de Alois.

No fue nada mágico ni extravagante, fue más bien común e incluso sin importancia. Se había acercado con una sonrisa cuando me vio pelear con la maquina de dulces, me ayudó, me sonrió y comentó que tenía cierto parecido con un joven modelo, aunque me aseguró que yo era más simpático que aquel doncel con aires de grandeza.

Me dio risa porque me insultó y alabó al mismo tiempo sin siquiera saberlo. Después mencionó algo sobre los dulces y me ayudó a llegar hasta una banca preguntando si estaba solo, lo vi con desconfianza y fue cuando se presentó. Pero pese a la fama que lo rodea solo dijo ser Edgar, un estudiante de economía.

Hablamos un poco más y me dio su numero momentos antes de que llegara Alois. En ese punto seguía sin saber quien rayos era, y como siempre, Alois me sacó de la duda. Edgar Redmon es modelo, cantante, compositor y actor.

Jamás hizo alarde de su fama o de su fortuna y me agrado. Muchas veces pensé en llamarlo pero no encontraba motivos para hacerlo, ¿qué le diría? Hola y gracias por ayudarme con mis dulces. Sonaba soez incluso para mi y a las pocas semanas lo olvide. Él era famoso y yo apenas estaba ascendiendo en mi carrera. Pertenecíamos al mismo mundo pero éramos diferentes.

Al menos eso creía. Semanas después de regresar a trabajar, me toco filmar un comercial con él. El producto estrella era un perfume para doncel, me tenía que aplicar el perfume, fingir estar en una fiesta de gala y sorprenderme cuando un atractivo varón se me acercaba, me coqueteaba y terminaba oliendo mi cuello.

El nombre del perfume era Séduisant. Y el productor era un loco al que llamarón genio, para mi era un bastardo excéntrico porque no existían guiones ni segundas tomas. Todo tenia que quedar a la primera. Me dijeron a grandes rasgos lo que tenía que hacer, como comportarme y lo demás iba a depender de mi porque ni siquiera sabía quien rayos era el varón que se me acercaría.

Así que fingí una sonrisa y con pasó seguro camine por el gran salón, tome una copa y salude a varios, entonces cruce miradas con Edgar y sonreí seductor, ocultando de maravilla mi asombro. Claro que muy dentro de mi, pensaba joder al productor por no decirme quien rayos participaría conmigo en el  comercial.

Diría que lo demás fue incierto pero esta gravado. Él me sonrió de vuelta, se acercó, alabo mi belleza y se presentó, pero al momento de saludarme se inclinó de tal manera que olió mi cuello, me sonroje y él susurró en mi oído:《Tan cautivante, tan Séduisant》. Entonces el director gritó corte, porque había quedado perfecto, hubo aplausos, felicitaciones y yo me sentí perdido al no saber que pasó con exactitud.

Horas después me entere que todos los varones que fingian estar en la fiesta de gala recibieron la misma instrucción, si Ciel Phantomhive da señal de interés acércate, coquetea y di el eslogan del producto tras oler su cuello. Fue algo burdo pero cada reacción fue autentica y el trabajo final trajo excelentes criticas.

Edgar por su parte, aprovechó el encuentro para disculparse por lo que dijo de mi en el hospital y tener una cita a modo de compensación. De principio iba a negarme tras sentir una sensación de dejà vú, pero él no era Sebastián y jamás lo sería así que acepte. Comenzamos a salir cada que teníamos tiempo y varias citas después, nos besamos por primera vez. Fue natural y tan sincero que lo acepte.

Éramos discretos pero los paparazzi nunca descansas y se filtraron fotos de nosotros en salidas inocentes. Hubo muchos rumores pero ni a él ni a mi nos intereso aceptar o desmentir todos los cotilleos, al menos así era. Ayer me propuso matrimonio y acepte, no sé porque dije que sí pero ahora cargo un bonito anillo en mi dedo anular.

—Me haces tan feliz —susurró contra mis labios.

—¿Por qué? —sonreí en medio del beso.

—Por amarme.

Él siempre lo decía, sonaba tan natural, tan sincero que nunca dije nada, tampoco fui capaz de corresponderle. Lo apreciaba, lo quería mucho porque sin saberlo, me ayudo a superar mi pasado, a dejarlo a él atrás, a no llorarle, ni buscar respuestas en sus acciones egoístas. Me ayudo a dejar de sentirme culpable por lo que había pasado y tal vez por eso seguía a su lado, pero no lo amaba.

No era capaz de hacerlo, pero estaba dispuesto a intentarlo porque al final yo no era diferente de Sebastián. Yo también era egoísta, también dañaba a los que me rodeaban, por eso mismo lo volví a besar lento, fingiendo que lo amaba y correspondiendo aquel contacto con una emoción vacía que parecía una burla a lo que él decía sentir por mi, pero yo ya estaba dañado.

Desde siempre hubo algo mal en mi, pero solo él sabe que tan roto estoy, solo él me conoció y acabó por hacer trizas todo lo que me quedaba para esfumarse nuevamente. Tal vez ya no pueda amar, tal vez ya no queda nada de mi para entregar y así esta bien, total, nunca hubo nada interesante.

❄💙❄

Me adentre al departamento que seguía compartiendo con Alois, ya que él insistió en seguir viviendo juntos. Ninguno pasaba mucho tiempo en casa y pese a vivir en el mismo lugar rara vez lo veía y así estaba bien, creo que por eso mismo habíamos durado tanto tiempo sin querer matarnos.

—¡Ciel! —rodé los ojos ante el grito y estuve a nada de dar media vuelta y largarme cuando la rubia loca me tomó del brazo—. ¿Estas loco?

—Suéltame, idiota.

—Sabía que tenías un romance con ese.

—Pues felicidades por ser tan suspicaz.

—¡Creí que era pasajero! —gritó histérico.

—¡Ya vez que no! —lo miré de frente—. Me voy a casar.

—¡Pero no lo amas!

—¡No te atrevas a poner en duda lo que puedo no puedo sentir! —mi garganta ardió al igual que mis ojos—. Tu estabas ahí, caí, me hundí y creí que no volvería a levantarme. ¡Deberías estar feliz!

No sé en que momento comencé a gritar, pero tenía tanto en mi pecho que me costaba respirar, al mismo tiempo sentía rabia hacia él por creer que todo esto es un error cuando me vio desecho por Sebastián, cuando tuvo que ser él quien me sostenía mientras lloraba y lo llamaba, preguntando estúpidamente ¿qué fue lo que hice mal?

No lo recordaba, el simplemente se alejo sin despedirse. Destrozó todo a su paso pero ya no importa. Ya no le lloro por las noches, ya no lo llamo en sueños ni espero que aparezca, simplemente deje de quererlo… deje de esperar algo de alguien que no vale la pena, y es que puede que aun lo quiera pero ya no lo amo, no puedo amarlo.

—Quiero estar feliz pero no puedo porque sé que es un error, porque desde que se fue te has negado a escuchar.

—Jamás me he negado.

—¡Nunca quisiste saber todo!

—¡¿Qué querías qué escuchara?! —lo rete sintiendo mis lágrimas caer y mi garganta cerrarse—. ¡Que me ama pero aún así me deja!

—¡Él nunca te dejo!

Lo mire como si me hubiese traicionado. Sebastián me dejo cuando más lo necesitaba, no hay otra explicación, huyo como un maldito cobarde porque si se quedaba todo sería incierto. Tal vez tuvo miedo pero al igual que él, yo estaba aterrado de lo que pasaría, pero me quede. Siempre estuve aquí, y una parte de mi creyó que volvería, entonces me arrojaría a sus brazos y dejaría atrás mi orgullo, pero no paso y odie darme cuenta, porque cuando mejor están las cosas entre nosotros él desaparece o simplemente hace algo que lo arruina.

La droga en mi bebida, las mentiras, los reproches, su egoísmo, la noticia de su prometida, el bebé… su huida. Él rompió mi corazón más de una vez y en cada ocasión dolía más y más porque pese a todo, mi amor por él solo iba creciendo, y cuando creo que puedo ser feliz me dicen que es un error, porque Sebastián nunca quiso dejarme.

Para mi todo es demasiado claro, y solo puedo pensar que ya no me quiero sentir así, como si fuera desechable, como si no importará lo que yo puedo sentir. Estoy cansado, cansado de él y sus mentiras, tan solo ya no quiero ser traicionado por la persona que digo amar, ya no quiero que me mientan, ya no estoy dispuesto a tolerarlo.

—¿Entonces?

—¿Sabes porque no fui a verte antes al hospital?

—No evadas el tema.

—No lo hago —me tomó de la mano y me llevo hasta su cuarto en un silencio incómodo—. Después de tu accidente en la bañera las cosas se complicaron… creí que te perdería.

—Jamás quise suicidarme.

—Lo sé —me sentó en la cama y cogió la silla de su escritorio para quedar frente a mi—. Ahora lo entiendo, pero en ese momento no podía con la idea, mucho menos al enterarme que quien tenía poder sobre ti y tu salud era él y no yo.

—Fue una estupidez.

—No lo fue —tajó con seriedad—. Yo… yo no hubiese sabido que hacer, tampoco hubiese sido capaz de hacer o decidir lo que él hizo.

—No me digas que ahora lo admiras.

—Ciel —me reprendió en un tono que no admite excusas y tuve que callar—. Te guste o no, soy un maldito desastre. Un drogadicto y un alcohólico en recuperación, alguien que apenas y puede cuidar de si mismo —suspiró y me tomó de las manos—. Días después de que ingresaras al hospital sufrí una sobredosis.

—¿Porqué no me lo habías dicho?

—Porqué te negabas a escuchar —bajó la cabeza—. Fue Sebastián quien me encontró. Y también fue él quien me obligó a internarme en un centro de rehabilitación. Tenía tanto por lo que preocuparse pero sacaba tiempo para ir a verme, cuando dejo de hacerlo creí que lo entendía, hasta que apareció en silla de ruedas. Yo seguía en mi mundo y no era de ayuda para él.

—Claro que no…

—Prometiste escuchar —sonrió.

—Jamás dije algo así.

—Al menos inténtalo —acarició mi mejilla con ternura y solo pude asentir, viendo su expresión ausente—. Me dijo lo del accidente, el tumor… sobre ti y cuanto me necesitarías. Entonces en todo lo que podía pensar es en estar bien por ti y por Lizzy.

—Sigo sin entender.

—Cuando salí del centro él me recogió, me trajo a casa y hablo conmigo, me explico su situación y lo que había decidido.

—¡Entonces tu lo sabias!

—Si.

No lo podía creer, intenté ponerme de pie, pero el tomó mi muñeca con fuerza y en un rápido movimiento, ya estaba sentado en su regazo, con mis brazos siendo sujetos por su mano derecha mientras la izquierda desdoblaba frente a mi rostro una hoja llena de cinta adhesiva. Una hoja que yo mismo había roto un año atrás en un arranque de furia, incrédulo, me removí pero con voz suave comenzó a leer su contenido como si lo supiera de memoria.

Tal vez no era la primera vez que la leía, pero cuando llegó a la parte en donde ponía que se marchaba recordé que jamás la termine. Ahora me daba cuenta de lo que quería decir, pero ya no había marcha atrás, deje de poner resistencia y escuche hasta el final mientras sentía las lagrimas caer por mis mejillas. Cuando termino, volvió a doblarla, colocándola en mi mano.

—Esto no cambia nada —dije pero mi voz tembló.

—Lo sé —besó mi cabeza—. Pero al menos ahora sabes que él no te abandono.

—Voy a casarme.

—Si… lo sé —me levantó de su regazo, poniéndose de pie.

—No es justo —susurre cuando salió del cuarto, cerrando la puerta tras de si.

❄💙❄

Los días siguientes no vi a Alois, tampoco a Edgar porque tenía mucho trabajo con el lanzamiento de un nuevo disco e internamente lo agradecí porque no sabría que decirle o como comportarme, ya que de cierto modo me sentía confundido, no con el tema de la boda, sino en general, aunque todo los días me enviaba mensajes y de la nada, comencé a recibir pequeños obsequios que me distraían y me hacían sonreír.

Al principio creía que eran de Edgar, pero pese a ser muy amable y tierno no era de los que daban pequeños detalles como rosas o chocolates, el decía que era mejor una cena romántica o un paseo tranquilo por la playa. Se me hacia curioso, pero él insistía en que una flor se marchita y un obsequio se olvida, sin embargo los recuerdos eran para siempre.

Sullivan lo llamaba tacaño por eso, yo solo me reía sabiendo que no cambiaria de parecer. Pero ahora tenía un admirador secreto que solo sabía llenarme de curiosidad y es que las rosas que aparecieron en mi camerino no eran rojas, sino blancas, mis favoritas. Entonces me estremecí porque el paquete de chocolates era uno muy especial que mi padre conseguía para mi cumpleaños en una dulcería pequeña en Alemania. 

Finalmente, el peluche que encontré en la entrada de mi casa era un conejo de un tono azul, con un singular parche, entonces no tuve duda de quien era el supuesto admirador. Era una pesadilla que me paralizo y me revolvió el estomago. Me congelo en la puerta de mi casa y tuve que soltar el peluche con horror cuando escuche sus pasos, porque solo él lo sabía, solo él conocía todo de mi.

Solo él sabia de mi fascinación por aquellas rosas, porque fue él quien me mostro los más bellos jardines repletos de ellas un frio invierno. Fue a él a quien le conté de mi gusto por los dulces y cada mes me regalaba una cajita pequeña con los mismos chocolates que mi papá me daba en mi cumpleaños y fue él quien me dio un conejo con un parche, mientras me acariciaba.

—Mi dulce petirrojo…

—Druit —susurre con horror, volviendo a ser ese niño indefenso en un cuarto cerrado.

~ * o0O0o H.E. o0O0o * ~
Continuará

Hola! Sé que a pasado un tiempo, solo espero que esta historia os siga gustando que la hago con mucho amor. Y no se olviden de comentar y votar que alegran mi pobre corazoncito. Los amodoro y espero estar aqui pronto con la continuación.

Haruka Eastwood 😘

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