Capítulo 13: Confianza
Sebastián Michaelis Pov
“Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde, lo amaba con toda el alma, pero al mismo tiempo, entendí que algunas personas estaban destinadas a enamorarse, pero no estaban destinadas a permanecer juntas”
—
Desperté por los cálidos rayos del sol que se filtraban desde la ventana de la habitación. Con esfuerzo abrí los ojos parpadeando un par de veces para poder acostumbrarme, entonces una sonrisa sincera se dibujó en mis labios al contemplar a Ciel durmiendo a mi lado. Su rostro dulce y relajado me proporcionó una enorme paz, como si todo lo que me hiciera falta lo tuviera a su lado.
Era feliz, realmente me sentía pleno con el simple hecho de tenerlo entre mis brazos, observando su rostro sereno, admirando sus facciones y repartiendo caricias inocentes a lo largo de su espalda mientras besaba con ternura sus parpados, ojos y nariz, sonriendo ante sus pucheros de protesta.
—Sebastián —ronroneó adormilado.
No le di tiempo de protestar y presioné mis labios con los suyos, robándole un beso demandante y delicioso que lo hizo estremecerse y jadear, aferrándose con fuerza a mi cabello mientras me atraía aún más hacía su cuerpo tembloroso y necesitado. Pidiendo más sin palabras, ¿y quién era yo para negarme a sus sensuales peticiones?
Por lo que, de un momento a otro, me posicioné sobre él, separando sus piernas con una mano, acariciándolo en el proceso con firmeza y ansias de poder sentirlo nuevamente mío, solo que, de una forma lenta y pausada, sonriendo en medio del beso cuando lo sentí vibrar y estremecerse queriendo ahogar un gemido entre nuestros labios sin mucho éxito.
—Ciel~
—¿Me amas? —susurró cepillando sus labios con los míos, enroscando sus piernas en mi cadera, permitiéndome sentirlo, tan húmedo… tan mío.
—Jamás lo dudes —respondí en un susurro ahogado, incapaz de decirlo directamente.
Pero él pareció conforme con mi respuesta porque volvió a besarme. Me permitió recorrer su dulce boca de forma lenta y mimosa, queriendo transmitirle todo lo que no podía a base de palabras. Había tanto que quería decir, confesar y creer que después de todo me abriría los brazos, permitiéndome estar junto a él.
Sin embargo, permanecí en silencio besándolo con devoción, acariciándolo con cariño y ternura mal contenida, adentrándome en él de forma lenta, escuchándolo jadear y aferrarse a mí con fuerza, estremeciéndome al sentir sus traviesas mordidas en mi cuello y hombro.
—Realmente te amo —susurró y tembló aferrándose a mí con más fuerza.
Creí que era producto del placer hasta que escuche su pequeño sollozo, haciendo que me detenga y lo mire a los ojos, juntando mi frente con la suya mientras besaba lentamente sus labios, acunando su rostro con una mano mientras secaba sus lágrimas con la otra. Sé que no lo lastime, así que verlo llorar me generó un extraño sentimiento de angustia.
—¿Por qué lloras?
—No lo sé —cerró los ojos—. Tal vez tengo miedo de que te vayas y me dejes —confesó ocultando el rostro entre la curvatura de mi cuello y hombro.
—Mírame —le pedí separándome de él, tomando su rostro con mi mano. En cuanto sus ojos se toparon con los míos, me incline besándolo con salvajismo y posesividad, presionando aún más su cuerpo contra el colchón permitiendo que me sintiera aún más—. Aquí estoy, Ciel. No me iré de tu lado —susurre aun contra sus labios.
—Tonto —ronroneó.
Esta vez fue él quien tomó mi rostro para besarme como si no hubiera un mañana, comenzando a mover las caderas tentador, incitándome a seguir con el vaivén, adentrándome en él de forma lenta y profunda, haciéndolo gemir y jadear mi nombre con cada estocada que daba en su punto dulce, logrando que arqueara la espalda en un sensual ofrecimiento que no dude en tomar, besando y mordiendo su piel.
Marcándolo como mío aun cuando era un deseo egoísta de mi parte, pese a todo, no me detuve hasta que sentí como se contraía corriéndose entre nuestros vientres, apresándome de una forma tan deliciosa que terminé por venirme dentro de él. Regalándole una sonrisilla perversa mientras besaba de forma juguetona todo su rostro, maravillándome con su risa cálida y liquida, como el caramelo derrito.
—¿Qué te parece si tomamos un baño y pedimos algo para desayunar? —mire el reloj notando que apenas eran las ocho de la mañana.
—Solo si me cargas hasta la tina —sonrió.
—Me parece un trato justo.
Con pereza me levante de la cama, esquivando ágilmente la almohada que Ciel me lanzó por estar completamente desnudo, pero en vez de cubrirme, di media vuelta y le lance un beso haciéndolo sonrojar, ganándome otro almohadazo que no pude esquivar. Por lo que entre risas y maldiciones de fondo me metí al baño y llené la tina con agua mientras lavaba mis dientes, observando a Ciel de soslayo que había entrado al baño, imitando mi acción.
—Tardas demasiado —gruñó aun con el cepillo en la boca.
—¿Enserio? —cuestione juguetón, besando su cuello.
—Nicht —sonrió distraído.
No era la primera vez que le escuchaba decir algo en alemán. Siempre eran pequeñas palabras que salían con naturalidad y sin que él se diera cuenta, pero jamás me atreví a preguntarle, no después de aquella primera cita en donde se molestó por la mención que le hice. Sin embargo, seguía teniendo curiosidad, por lo que en cuanto se metió a la bañera soltando un suspiro de alivio, no tarde en unirme a él, acomodándome a su espalda mientras lo abrazaba y dejaba que se recargara en mi pecho.
—Ciel —ronronee muy cerca de su oído, dejando un beso tras su oreja.
—Mmm
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Ya lo estás haciendo —se burló y fruncí el ceño, logrando que riera—. Sabes que sí.
—No te molestes, ¿de acuerdo? —susurre abrazándolo con fuerza—. Pero me da curiosidad saber ¿de dónde eres? Sobre todo, porque luego dices palabras en alemán… y he de admitir que te oyes muy sexy.
Al no escuchar ninguna protesta o comentario sarcástico, apreté los labios intuyendo que se había molestado como la primera vez que le pregunte, por lo que suspire dispuesto a disculparme con un pastel de chocolate casero, pero él simplemente tomó mi mano apretándola con fuerza, mientras jugaba con mis dedos como si meditara en lo que iba a decir.
—Nací en Londres… —dijo despacio y tan bajo que apenas y pude escucharlo—. Me dijeron que al cumplir un año mi familia se mudó a Alemania, no hay una gran historia… tan solo no me gusta hablar de ello —se giró quedando frente a mí, pero sin levantar la vista—. Cuando cumplí dieciocho regresé…
—¿Por qué?
—Escapar… una mejor vida… da igual.
—¿Escapar de qué?
—Dijiste una pregunta, ya respondí dos —se abrazó a mi cuello con ambos brazos quedando a horcajadas sobre mi regazo—. Pero, no lo sé con exactitud.
Me beso y entendí que no quería hablar más del tema. Tampoco insiste al notar que su mirada antes resplandeciente ahora se veía vacía, como si se hubiese sumergido en recuerdos dolorosos o poco agradables. Recuerdos que anhelas olvidar con desesperación, pero por más que lo intentas siguen presentes en tu vida, atormentándote día y noche. Lo sé porque tengo unos cuantos así.
—No pienses en eso —susurre abrazándolo con fuerza.
—Sabes, mi padre era un hombre genial —sonrió, desconcertándome por unos segundos ante el cambio de tema, aun así, no dije nada—. Era un poco estricto, pero también era un hombre que me consentía en todo, y cada que me enfermaba preparaba su platillo especial.
—Vaya —acaricie su espalda con ternura—. Mis padres son amables, incluso cariñosos, pero jamás estaban en casa y prácticamente me crie solo. Ellos tenían la idea de que llenándome de regalos era suficiente.
—Mi padre no solía darme regalos… pero pasaba mucho tiempo conmigo.
—Eso es mejor que cualquier regalo, ¿no crees? —bese su cabeza y me levante de la tina cargándolo sin mucho esfuerzo.
Él ya no dijo nada y tampoco me atreví a preguntarle, deduzco que el motivo por el que se fue de Alemania era la muerte de su padre y los posibles recuerdos de él. Aunque aún tenía la duda de que es lo que había pasado con la madre de Ciel. Hace algunos meses, cuando me entere que estaba trabajando como modelo, salió un artículo que llamó mucho la atención en el medio.
Se decía que Ciel Phantomhive era el hijo de un doncel ingles llamado Vincent Phantomhive, quien había desaparecido de las cámaras hace unos nueve o diez años, no recuerdo con exactitud, pero fue justo cuando su carrera como modelo estaba en lo más alto y era solicitado para pasarelas en Milán, Francia y para ser el rostro en marcas de renombre.
Habían intentado entrevistar a Ciel para saber más sobre Vincent, pero todo lo que dijo frente a los reporteros es que no le gustaba hablar de los muertos. Después de eso empezó a llamar aún más la atención, no solo por su belleza de rasgos infantiles pese a sus casi veinte años —la cual era comparada a la de un muñeco de porcelana— pero siempre evadía a los paparazzi, reporteros y a todo aquel que quería saber más de su pasado.
—Estas muy pensativo —murmuró en cuanto terminó de vestirse.
—Para nada, ¿quieres salir a comer o pedimos algo?
—Quiero salir —sonrió acercándose a mí, poniéndose de puntillas para darme un beso en los labios—. Vamos a pasear.
—Yes, my lord.
—Idiota —bufó saliendo de la habitación con un sutil sonrojo que me acelero el corazón.
●●●
Al final acabamos en The Candy Bar. Tenían barra de caramelo y por un momento pensé que Ciel se hartaría por probar tanto dulce, pero él parecía encantado de la vida, recordándome a un niño mientras sonreía al probar los diferentes dulces, sin embargo, no podía dejar que comiera solo eso, por lo que, importándome poco sus protestas y amenazas, pague la cuenta y nos fuimos de allí.
Había investigado un poco en internet y en una página encontré muy buenas opiniones sobre Elizabeth’s Restaurant, por lo que no dude en ir, sonriendo al ver la rabieta de Ciel, provocando que solo quiera llenar su cara de besos. Y en cuanto estacione el auto, me desabroche el cinturón y tome su rostro con ambas manos robándole un demandante beso que lo dejó sonrojado y jadeante.
—Leí que la comida de aquí es muy buena —ronroneé sobre sus labios.
—Hn, da igual.
Entramos, pedimos algo sencillo y mientras nos traían nuestra orden, le comentaba que había muchas cosas que podríamos ver, y me sorprendió un poco cuando sugirió que nuestra primera parada fuera la catedral. Me límite a sonreír y aceptar, después de todo me gustaba ver esa expresión llena de felicidad en su rostro, por lo que al acabar de comer, pague y nos fuimos, comenzando a caminar, después de todo no quedaba lejos.
En cuanto llegamos no pude evitar asombrarme, era un lugar increíble, y al entrar se escuchaba una suave tonada que parecía llenar de paz todo el lugar. Siendo sincero, no me gustaba estar mucho tiempo en esta clase de sitios ya que me dolía la cabeza, Agni solía bromear diciendo que se debía a que era un demonio y mi naturaleza rechazaba los lugares santos.
Normalmente ignoraba esa clase de comentarios e incluso le daba la razón algunas veces y comenzábamos a bromear, pero extrañamente hoy me sentía bien y mi pecho se llenó de una sensación cálida al ver a Ciel cerrar los ojos y suspirar una con una pequeña sonrisa adornando los labios, mientras la luz de uno de los ventanales le daba directo, otorgándole una apariencia casi divina que me termino por enamorar.
Lucia tan hermoso que no evite acercarme a él, abrazándolo por la espalda mientras recarga mi barbilla sobre su cabeza gracias a la diferencia de alturas, cerrando los ojos mientras una extraña paz me invadía, apretando más a Ciel entre mis brazos como si temiera perderlo de un momento a otro. Como si todo a mi alrededor fuera un simple sueño que podría esfumarse en un fugaz paroadeo, trayéndome a mi realidad,
—¿Te digo un secreto? —susurre intentando no romper el tranquilo ambiente que nos rodeaba.
—Sabes que sí.
—No me importaría recibir otra paliza de tu novio si puedo tenerte así, entre mis brazos sintiendo que ya nada me falta en el mundo porque te tengo a ti. Aquí junto a mí de una manera que no creí posible.
—Tonto —susurró y de soslayo vi sus orejas tornarse rojas, sacándome una pequeña sonrisa—. Alois no es mi novio.
—¿Enserio? —cuestione incrédulo, preguntándome cuando es que lo suyo terminó, ya que no solía tocar ese tema cada que hablábamos.
—Si —afirmó viéndome y rodando la mirada.
—Diría que lo siento, pero no suelo mentir —bese su frente—. Es más, con esa noticia mi día paso de genial a súper increíble.
—Eres la persona más mentirosa y embustera que conozco —afirmó rodando la mirada con cierta diversión.
—Hieres mis sentimientos, Ciel —dramatice, volteando el rostro, cubriendo mi mirada von una mano mientras la otra sujetaba mi pecho a la altura del corazón.
—Drama Queen —dijo y se separó de mi yendo a sentarse a una banca, palmeando suavemente el lugar de su derecha para que le hiciera compañía, por lo que no dude en obedecer—. Alois nunca fue mi novio, ni nada por el estilo —soltó en cuando me senté junto a él.
—Espera... ¿qué?
—Qué Alois nunca fue mi novio —volvió a afirmar.
—Te escuche.
—Entonces, ¿por qué preguntas?
Fruncí el ceño viéndolo con molestia. Si ese rubio salvaje no era su novio me debía una disculpa por la paliza que me dio, no era necesario llegar a tanto, aunque admito que en ese momento me comporte como un maldito bastardo con Ciel, por lo que suspire rendido.
—Sabes a lo que me refiero —refunfuñe.
Él pareció meditar lo que iba a decir mientras miraba al frente con una expresión sería, al final suspiró y negó suavemente posando su mano sobre la mía que había apoyado en la banca sin pensarlo, comenzando a acariciar el dorso con su pulgar, desconcertándome por segundos.
—Hace aproximadamente diez meses llegue a Londres —apretó los labios desviando su vista hacía el ventanal, como si quisiera evitarme, aunque no sé bien porque—. Necesitaba un lugar donde vivir y que fuera barato, así conocí a Alois, quien me ofreció pagar la mayor parte de la renta si yo me comprometía a mantener limpio el lugar y preparar la cena. Es mi casero y mi amigo…
—¿Y el beso que te dio cuando fui al departamento de Mina?
—No tienes nada que reprocharme —tajó viéndome con molestia—. Tú te acostabas con esa mujer.
—Claro que no —negué con la cabeza y él arqueó una ceja incrédulo.
—Entonces.
—Agni es mi mejor amigo —le dije, pero Ciel solo frunció el ceño sin entender de que hablaba, por lo que seguí explicando—. Un día antes de que me vieras con Mina, ella y Agni se fueron a un bar a beber, pero uno de los meseros le quito la llave de su auto por seguridad de ambos, ya que ninguno podía manejar, entonces él me llamó para que recogiera su auto y se lo fuera a dejar en donde estaba. Al llegar al edificio y tocar la puerta del departamento me abrió Mina y le pedí que le entregara sus llaves a Agni, pero me dijo que esperara, fue cuando saliste de tu departamento —me encogí de hombros y él se sonrojó abruptamente.
—Creí que te habías metido con ella.
—Jamás lo haría —sonreía y me incline un poco para hablarle al oído—. ¿Celoso?
—Por supuesto que no.
Me apartó y solo pude soltar una risita que lo sonrojó más, pero en segundos mi expresión volvió a ser sería.
—Si el tal Alois y tú no son ni eran nada, ¿por qué lo besaste?
—Creí que estabas con Mina… no sé, me afecto… me moleste y como venganza lo bese, a él no le molestó ya que es actor de teatro y pareció entenderlo que pasaba aun si no le dije nada.
Abrí los ojos al comprender lo que indirectamente me quiso decir, aunque él pareció no darse cuenta, por lo que sonreí lleno de ternura mientras lo abrazaba con fuerza, separándome lo suficiente de él para verlo a los ojos y depositar un inocente beso sobre sus labios.
—Ciel —cepille mis labios con los suyos sin intención de separarme—. Me gustas mucho…
—Y tú a mí —sonrió volteando el rostro ligeramente, aun así, aprecie a la perfección sus mejillas sonrojadas—. ¿Te digo un secreto? —murmuró centrando su vista en la mía—. Te has convertido en el centro de mi mundo.
—Tu eres mi mundo —dije sin pensar, porque era cierto, aunque también incorrecto. En ese momento, Ciel era mi dulce pecado… y el infierno dentro de mi paraíso.
~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará
Hola! Espero que os haya gustado el capítulo, si es así. No se olviden de comentar y votar.
Por cierto, cambie el resumen, ¿les gusta o estaba mejor el otro?
Yo me despido e intentare actualizar pronto, ya tengo el capítulo a la mitad =D
Los amodoro y les mando un enorme abrazo de osito panda 😙
Haruka Eastwood
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