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chapter two

── II──

«Nothing in this world is fair»












   Las despedidas no son del agrado para todos, algunos podrían considerarlo como la mejor manera de cerrar una etapa o despedirse de aquello que le impedía avanzar; otros lo toman como la cosa más dificil de realizar, tener que dejar atrás la comodidad para desembarcarte a lo desconocido no era del agrado de todos. 

Ariel nunca había experimentado la verdadera despedida. Aquella despedida que no aseguraba un hasta luego.

La muchacha miró el cielo oscuro, las estrellas brillaban haciendose notar en aquel manto oscuro junto a la media luna que iluminaba todo el lugar con su tenue luz. Se giró y tragó el nudo de su garganta al ver a su abuelo cargar con un canasto con comida y a su abuela con tres sacos de cuero llenas de agua. 

Dos dias luego de aquel incidente, y luego de pensarlo mucho, decidió que lo mejor era largarse de aquella isla por temor al bienestar de su familia. Su abuelo intentó hablar con ella, hacerle entrar en razón, más ella se mantuvo firme. Lo que había sucedido no fue simplemente un robo, habían ido a buscar algo, y ese algo era ella.

No tenía idea de lo que aquel hombre le había dicho y evitó a toda costa que aquello se convirtera en algún tema de conversación. Lo que aquel criminal había dicho no era verdad, ella no tenía una recompensa, tampoco era hija de alguien o algo que no fuera Noyiko, su padre. Sin embargo, había algo por seguro, aquel incidente no sería el ultimo. Por eso mismo cargó un bolso con algo de ropa, un libro y algunas fotografías. Se vistió con unos shorts negros de algodón hasta por arriba de sus rodillas, una camiseta blanca y su chaqueta de cuero café, el cual había pertenecido a su madre.

Una vez que llegó al puerto, un huracán de emociones la azotó. Ira, tristeza, miedo, incertidumbre; eran tantos que estaba por desesperarse. 

«Respira... Respira... Respira...» se dijo.

Inhaló y exhaló profundamente y se aferró al arco colgado en su hombro.

── Yo... – empezó, más el nudo de su gargata hizo que se interrumpiera. Sus ojos empezaron a nublarse por las lagrimas y su labio tembló, no quería aquello, no quería despedirse.

Los brazos de sus abuelos la abrigaron y consolaron mientras ella dejaba que las silenciosas lagrimas se deslizaran por sus mejillas. Era injusto. ¿Por qué la ambición del hombre por la riqueza obligaba a que ella tuviese que separarse de su familia?

── Calma, hija mía... Calma – susurró amor su abuela acariciando con dulzura su cabello – Todo irá bien.

Ariel no quiso mirarla en ese momento porque sabía que se quebraría como una niña si es que la miraba,  se aferró a sus abuelos con fuerza, queriendo recordar aquel abrazo. Impregnarlo en ella misma para jamás olvidarlo. 

── No es justo... – murmuró ella con impotencia, y no estaba equivocada.

── Nada lo es – dijo su abuelo separandose y tomando su rostro con ambas manos – No importa lo que te digan, tú eres una Soyturu, cazadora de los bosques y mi nieta. Los cielos me han bendecido con tu vida, y no podría estar más orgulloso de tí, hija mia.

La muchacha sintió que no podría aguantar aquel sollozo que quería soltar, por lo que cerró sus ojos y se aferró una ultima vez a aquellas personas que habían cuidado de ella desde el primer dia.

── Los amo – susurró ella – Volveré.

Ambos no dijeron nada, sino mas bien, la ayudaron a cargar sus cosas en el pequeño barco que se mecía en las olas del mar. Ariel se subió con cuidado, ella era una chica que necesitaba la tierra firme, por lo que sentir como el suelo se movía a sus pies le hicieron temblar un poco, más se dijo que no podía caer en ese momento.

En cuanto al vela se izó, como si fuese un botón de inicio, el viento movió el pequeño barco hacia el interior del mar. La muchacha miró a sus espaldas y sintió el mundo derrumbarse en cuanto vio las manos alzadas de sus abuelos saludarle con sonrisas tristes. Su abuela se limpiaba constantemente las lagrimas de sus mejillas y su abuelo no dejaba de clamar a viva voz palabras de aliento. 

Ariel tragó el nudo de su garganta y, aferrandose con fuerza al arco de su padre, miró hacía la oscuridad del oceano.

Lo que antes conocía, ahora quedó en el pasado. Su nueva vida estaba por empezar, y estaba aterrada de aquello.









 ˏˋ ☠︎︎ ˎˊ 






   La muchacha secó el sudor de su frente mientras pasaba alquitran por el costado de su barco, las manchas negras bañaban sus brazos y la sensación que producía la hacía pensar de que en algún momento se convertiría en una estatua si no se lo quitaba pronto. Ariel había querido pescar con sus flechas por lo que, una vez que se sumergió en el mar, había disparado a un interesante pez. Sin embargo, esta misma quedó incrustada en su barco y rapidamente el agua empezó a llenar el suelo.

Se había insultado con todas las palabras que conocía, no podía creer que había olvidado aquel detalle tan importante, por lo que tuvo que remar rapidamente a una isla cercana. Lo bueno era que el viento se compadeció de ella y la llevo en menos de una hora hacia un puerto en donde compró alquitrán y en ese instante se hayaba arreglando su estupido error.

El sol empezaba a descender sobre el horizontes, por lo que decidió que lo mejor era aprovechar que el mercado todavía estaba abierto para poder abastecerse de suministros antes de partir. Según su mapa, todavía estaba muy cerca de su isla natal, por lo que era necesario partir cuanto antes para alejarse más.

Había pasado apenas una semana y media desde que empezó aquella nueva vida, todavía no se acostumbraba. Extrañaba el viento que mecía los arboles, el bosque que le brindaba de sombra y de sustento, extrañaba a su familia y a su pueblo, inclusive al tonto Rick jr.

Ariel no estaba contenta, pero haría lo que fuese con tal de cuidar a su familia.

Su canasto estaba a rebosar de frutas y verduras, carnes y agua. Al pasar por una tienda se fijó que vendían cañas de pescar, decidió comprar una para no hacer la estupidez que había hecho hoy. 

Llevaba todo con algo de dificultad y, al llegar a su barco, puso todo en su lugar antes de mirar por su pequeña ventanita por donde podía ver el pueblo, observó que había un hermoso y gran bosque por lo que, cuando cayó la noche, tomó su arco y se dirigió hacía allí. Necesitaba hacer dinero y la caza podía llegar a ser su fuente de ingresos.

Caminó por entre los arboles, sintindose de alguna manera demasiado feliz por el simple hecho de ver las hojas de estos caer hacia el suelo. Miraba hacia todos lados con atención, si conseguía algo bueno, quizas tendría la oportunidad de que le dieran una buena cantidad de berries.

Estaba tan concentrada en ser lo más sigilosa posible que, cuando encontró un conejo comiendo hojas, no dudó en cargar su arco y disparar rapidamente. Al tomar su presa por las patas suspiró, apenas podría hacer algo con eso, por lo que decidió colgar el animal en el gancho de su cinturón, como siempre hacía al cazar, y tomó otra flecha en caso de encontrar algo más. 

Para su buena suerte, un ganzo se atravezó y ella rapidamente le disparó. 

«No es como el ciervo, pero vendiendo ambas cosas va a ser suficiente» pensó mirando sus presas antes de colgar su arco en el hombro y caminar.

── ¡Eso fue genial! – exclamó una voz a sus espaldas, Ariel rapidamente se giró y, tomando su navaja, miró a la persona que estaba detras de ella. Era un muchacho de tez morena, vestía de un chaleco de tela roja y llevaba un sombrero de paja en su cabeza – ¿Me enseñas a hacer lo que hiciste tú? Tengo hambre y no puedo tomar los conejos por las patas. Son rapidos.

La muchacha entrecerró sus ojos con sospecha ¿Cómo podía alguien que nunca había visto en su vida pedirle ayuda a una extraña?. El muchacho al parecer no notaba la mirada de la chica (o quizas la estaba ignorando) puesto que no dejaba de sonreir, una cicatriz en su mejilla izquierda llamó su atención por lo que, sin bajar la guardia, Ariel preguntó.

── ¿Quien eres?

── Soy Monkey D. Luffy. Y soy el futuro rey de los piratas – se presentó con emoción.

«¿Pirata? ¿El niño es un pirata?» pensó. Es que, si era honesta, el chico no tendría más que diecisiete años y su rostro denotaba la falta de expriencia con respecto a lo que era el peligro ¿Un pirata sin conocer el peligro? Era tan loco como pensar que el ganzo que llevaba una flecha atravesada en su cabeza se levantara y caminara como si nada hubiese sucedido.

── Luffy... Pirata... No te ves como un pirata – dijo ella bajando su navaja.

── Me lo dicen mucho, pero no me importa, ayer zarpé de mi pueblo y terminé en este lugar. Estoy hambriento – respondió poniendo su mano en su estomago.

── Si partiste ayer ¿No tendrías que tener bastantes suministros para, minimo, una semana? – inquirió ella con confusión.

── Bueno... Me dio hambre en el camino... – dijo el rascando su nuca con una sonrisa nerviosa.

Ariel apretó sus labios intentando contener la risa que amenazaba con escapar.

── Ven, te enseñaré.











RiderStilinski ── 08/03/2024

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