chapter seven
── VII ──
«The All Blue dream»
Las aguas se mecían con tranquilidad en el mar, las olas reflejaban los rayos de sol que brillaba en los más alto del cielo y se movían gracias a la refrescante brisa que los cielos llevaban. Ariel estaba recostada sobre el barandal de su barco y su mano extendida sobre el agua, estas se movían al ritmo de sus manos como si fuese una danza y se entrelazaba con sus dedos como si fuesen anillos.
Una vez que había salido del restaurante luego de ver como el chef de pata de madera se llevaba a Luffy, había decidido volver a su bote para descansar. Había sido muy sociable y conoció cuatro personas nuevas y se reencontró con Luffy. Estaba cansada, por no decir agotada. Ariel le gustaba hablar, pero no socializar. Si fuese por ella, se quedaría todo el tiempo en su bote y le pediría a Sanji que le trajera el almuerzo.
El recuerdo de las manos del chico en su cintura hizo que se sonrojara, no podía todavía creer que, siendo una cazadora inhata, hubiese sido capaz de perderse en el restaurante; y para colmo, el muchacho de cabellos dorados la encontró y la llevó de nuevo su mesa.
Su aroma todavía se podía oler tenuemente en la manga de su chaqueta, por lo que mantenía su nariz escondida en su codo mientras veía el mar jugar con su mano.
Tenía una extraña sensación cuando veía que las aguas se deslizaba por sus dedos, como si se sintiese en casa. Aunque era casi imposible, ella vivía en un bosque y la playa solo lo visitaba cada cierto tiempo, además de que a su familia no le gustaba mucho la arena por lo que preferían zambullirse en los lagos del bosque Soyturu en vez de caminar hacia la costa del pueblo.
No podía entender el simple hecho de que el mar le obedecía.
── Alzate – murmuró a lo que una ola rapidamente se alzó frente a ella y, acercandose con lentitud, dejó que el agua acariciara su mejilla. La chica rio y la forma desapareció.
Llevó su mano hacia la derecha, concentrandose para hacer que se moviera, a lo que las aguas obedecieron. Alzó su otra mano haciendo que las aguas se separaran. Cerró abruptamente sus manos una con la otra y las olas se chocaron haciendo que las gotas volaran y desaparecieran en el aire dejando atrás aquel aroma salino que dejaba a su paso.
── Ese ramen debía de tener algo – se dijo en voz baja mientras soltaba una risa.
Caminó rapidamente hacia su habitación en donde tomó su diario y, dirigiendose a la ultima pagina, escribió en el papel "descubrir el por qué controlo el agua" debajo del titulo de objetivos. Aquel cuaderno se había convertido en su compañero más fiel, por lo que todo lo que le sucedía era rapidamente plasmado en sus hojas. Escribió rapidamente lo que había sucedido, el hecho de que las aguas se movieran a su voluntad y lo que había sucedido la noche anterior en la tormenta.
Escribió sobre su encuentro con Luffy, sobre Nami, Usopp y Zoro. En el momento en que un nombre en especifico apareció en su mente, se mordió el labio ¿Cómo podría hablar de Sanji?
La chica negó y cerró su cuaderno, nel chico debía de desaparecer de su cabeza.
Al salir de su habitación notó que los cielos se habian teñido de purpura y el sol se escondía más allá del horizonte, dejando atrás su tenues colores anaranjados. Ariel suspiró mirando a las olas del mar que estaban oscuras, se había pasado lo que quedaba de la tarde jugando con su nuevo poder y escribiendo que no se había dado cuenta del tiempo que había pasado.
Miró hacia el restaruante que parecía haber cobrado vida, sus luces calidas se reflejaban en las olas oscuras, la musica se había incrementado hasta un punto en que las charlas eran casi inentendibles (considerando que su barco estaba cerca de una de las alas externas en donde yacía un bar). Ariel decidió salir para conocer aquel lugar, había bastante gente y le apetecía otro trago como el que había tomado en el almuerzo.
Se miró en el pequeño espejo que tenía en su habitación, debía de cambiarse. Ya conocía la etiqueta del lugar, por lo que (muy a su pesar) tuvo que vestirse con un vestido verde de flores blancas, era ligero y le hacía sentir fresca. Dejó su cabello suelto y se calzó con unos zapatos negros. Al verse se dio cuenta de que no seguía del todo la etiqueta del lugar, poco le importaba, ya era suficiente en que se hubiese puesto un vestido.
Se abrigó con su chaqueta de cuero y, colgando su bolso en su hombro, salió de su barco.
Al llegar al bar se dio cuenta de que había bastante gente y rapidamente quiso volver a encerrarse a su habitación, pero la mano de alguien en su hombro impidió que se moviera de su lugar.
── ¡Pelirojaaaaaaa! – cantureó una voz distorsionada, Ariel se giró y frunció sus labios conteniendo una carcajada al ver a Usopp intentar mantenerse en pie y que sus ojos no se cerraran – ¡Voooolvisssteee!
── ¿Estás borracho? – inquirió ella con una leve sonrisa. El chico rapidamente negó, pero aquella acción hizo que se destabilizara; la chica lo sostuvo con ambas manos y miró hacia ambos lados buscando ayuda, más aquellos que la veían solo se reían y volvían a sus conversaciones.
── No... No, no no.... – murmuró antes de soltar una carcajada – Bueno... Creo que había algo en mi jugo.
── ¿En dónde están los demás?
El muchacho apuntó hacia un lado del lugar por lo que ella, con algo de esfuerzo ya que el chico era bastante pesado, dejó que este se apoyara en ella mientras que lo llevaba hacia donde estaban Zoro y Nami. Vio que en la mesa de estos yacía un vaso muy grande y completamente vacío.
── ¿Eso era de Usopp? – preguntó en voz baja a lo que el chico de cabellos verdes respondió con una risotada. Ariel lanzó al chico al sofa y este empezó a cantar una canción de cuna mientras agitaba sus manos a sus lados – Está más borracho que una cuba.
── Se lo advertimos – dijo Nami dandole un trago a su bebida.
El ambiente, a pesar de que la musica se escuchaba por todo el establecimiento y volviese calido el lugar, era incomodo. Es que la unica persona que los relacionaba no estaba.
── ¿Cómo están? – empezó ella juntando sus manos frente a ella, ambos asintieron en respuesta y ella solamente sonrió.
Nadie dijo nada más, por lo que ella tomó aquello como una excusa para escapar y pedirse algo en el bar. Uno de los que atendía le sonrió con amabilidad.
── Bienvenida, señorita ¿En qué le puedo servir? – saludó.
── Un... Uhm... – dijo ella intentando recordar el nombre de la bebida – Es algo con frutos rojos, tomé eso hoy pero no recuerdo el nombre. Lo siento.
── Los unicos tragos que tenemos con frutos rojos son Daikiris y Gin tonic – informó él sin quitar su sonrisa amable.
── Gin tonic.
El bartender asintió y rapidamente se marchó a preparar su bebida. Ariel tomó asiento frente al bar y se quedó mirando el lugar con curiosidad, era diferente al salón principal en donde se podía cenar, era más informal y había gente no solo charlando, sino que tambien bailando al son de los intrumentos. Inclusive había una pareja besandose como si se estuvieran a punto de morir. Le dio algo de vergüenza ajena puesto que se notaba a leguas lo borrachos que estaban.
La bebida llegó rapidamente frente a ella y la chica, susurrando un gracias, le dio el primer trago. Cerró sus ojos al sentir aquel dulzor recorrer su paladar.
── Una belleza aquí y sin un amigo debe de ser un poco aburrido – una voz habló junto a ella. Ariel se giró para ver a un hombre de avanzada edad, barba blanca y sin ningún cabello en su cabeza recostarse junto a ella; la muchacha sonrió algo incomoda.
── No vine sola – mintió.
── Claro que sí, has estado sentada allí desde que llegaste y no has hablado con nadie más que el joven del bar – respondió él con una sonrisa satisfactoria, Ariel se sintió de pronto totalmente incomoda y no le gustó para nada aquel comentario. Su rostro se volvió serio e ignorandolo se concentró en su bebida – Solo quería ver si lo que tienes de bonita tambien lo tienes de carismatica.
── Pierdete.
── Oh... ¡Venga! Estoy queriendo ser social.
── Pues yo no.
── Venga, bonita. Dejame invitarte un trago y hablar un poco – insistió este. Ariel le miró de arriba a abajo con su mandibula tensa.
── Ya tengo mi bebida.
── Solo disfrutemos un momento – volvió a insistir.
── No.
── Venga...
── Te dijo que no ¿Naciste imbecil o te graduaste de imbecil? – se escuchó una nueva voz. Era grave y amenazadora, Ariel frunció sus labios para contener una carcajada al ver que el hombre borracho junto a ella se le temblaron las piernas al ver quien estaba allí. Más tragó saliva y se enderezó con una mirada retadora.
── No deberías hablar a tus mayores de aquella forma, jovencito – espetó él.
── No deberías de insistir por decima vez si te dicen que no – replicó Zoro poniendo su mano en el mango de su espada blanca – Pierdete o te cortaré esa bonita barba blanca que tienes y te la pondré de peluca en tu brillante pelada.
Ariel no pudo soportarlo y soltó una gran carcajada haciendo que el hombre junto a ella se enrojeciera como tomate y se fuera rapidamente del lugar puesto que a su alrededor habían escuchado lo que el chico le había dicho.
La muchacha secó sus lagrimas mientras intentaba controlar su respiración.
── Gracias Zoro – agradeció sin quitar su sonrisa.
── Ya estás en deuda conmigo dos veces – informó él tomando el lugar del hombre y, recostando sus brazos sobre el bar, miró a la chica.
── ¿Cómo? ¿Dos veces?
── Exactamente, una es por haberte salvado de ese viejo pervertido – enumeró él con sus dedo – Y la segunda es por haberme dado un puñetazo en el estomago en el almuerzo.
Ariel abrió sus ojos con sorpresa al haberse olvidado de aquello. Miró hacia su vaso medio lleno de su trago sintiendo sus mejillas sonrojarse, lo bueno es que su cabello cubría un poco su rostro y las luces en el bar eran tenues, por lo que no sería muy obvio su vergüenza.
── Este... Bueno... Siento lo del golpe – se disculpó ella con una sonrisa apenada a lo que el chico solamente soltó una suave risa.
── Invitame una cerveza y te perdonaré.
Claro que Ariel le invitó aquel trago, odiaba estár en deuda con alguien a pesar de todo. Ambos entablaron una agradable conversación en donde Zoro le preguntaba cómo había conocido a Luffy, él se rio al escuchar que el chico había comido toda su comida en menos de dos dias y hundido su bote hasta parar en el pueblo en donde estaba ella cazando.
Zoro había conocido a Luffy en una ciudad luego de que le hubiesen condenado a estar nueve dias atado a una cruz sin la posibilidad de comer o beber por haberse peleado con el hijo de un capitán de la marina, Luffy le ayudó a escapar del lugar pidiendole que se uniera a él. A pesar de que al principio el estaba recilente en hacerle ya que él era cazador de piratas, la actitud del chico hizo que le siguiese al instante.
Luffy parecía tener ese efecto para todos, era imposible no quererlo. Su actitud carismatica y sus ganas de cumplir sueños era llamativo para cualquiera que le conociese, por lo que no le sorprendió que alguien como Zoro, una persona seria y con el sueño de volverse el mejor espadachín del mundo; quisiese seguir a alguien tan firme en sus convicciones como Luffy.
Luego de unos tragos, Ariel sintió unas inmensas ganas de orinar, por lo que se disculpó con Zoro y se fue directamente hacia el interior del restaurante.
El lugar estaba lleno de comensales hambrientos no solo de comida, sino tambien de conversaciones y, de seguro, chisme. Ariel se puso a pensar en que tan bueno sería ser un mesero en aquel restaurante, podría escuchar todo tipo de chismes y, si su abuela estuviese con ella, estaba segura de que estarían toda la noche tomando té mientras ella le contaba todos los chismes que podía escuchar de los clientes.
El pensamiento de su abuela y su recuerdo rapidamente hizo que su humor cambiara. La extrañaba muchisimo.
Se dirigió hacia el baño con pasos pesados, lo bueno es que esta vez no se perdió ya que recordó las indicaciones del chico que trabajaba en el lugar. Luego de hacer sus necesidades, se lavó las manos y salió del baño y notó las personas que estaban disfrutando su cena empezaban a retirarse del lugar. Al mirar su reloj notó que ya eran las diez de la noche, por lo que el lugar estaba cerrando. ¿Tanto había tardado en el baño?
Vio a una persona pasar por las mesas con un carrito y depositaba sobre este los platos sucios que habían dejado los clientes. Reconoció al instante el sombrero que llevaba colgado este en su espalda por lo que, con el mayor de los sigilos, le siguió.
Le vio entrar a la cocina por lo que dudó un instante, pero a pesar de que su consciencia le decía que debía de irse ya que no debía de estar allí, su curiosidad y sed de chisme fueron más fuertes por lo que abrió las puertas con delicadeza para que no hicieran ningun ruido.
── ¡Ariel!
La chica cerró sus ojos al escuchar el grito.
── Baja la voz.
Rapidamente unos brazos la rodearon en un gran abrazo haciendo que el aire se le escapara de sus pulmones.
── Estás aquí. Que bueno – dijo Luffy una vez que la soltó, dejó sus manos en su hombro y le regaló una gran sonrisa – Tengo hambre ¿Puedes hacer de comer?
El ceño de la chica se frunció al ver que llevaba un delantal negro mojado y sucio, miró el lugar y notó que no había nadie; en realidad, no podía ver mucho porque la figura del muchacho frente a ella le tapaba la vista.
── ¿Que sucedió? – inquirió ella.
── Estoy trabajando – respondió él. El rotro de la chica se contorsionó en una mueca de confusión al no entenderle.
── ¿Qué cosa?
── Digamos que el chef no confía en mi por lo que tendré que trabajar hasta cubrir lo que comimos hoy – explicó el muchacho dirigiendose hacia la carretilla y tomando unos cuantos platos para dejarlos sobre el lavabo lleno de espuma.
La chica llevó su mano hacia sus labios para contener su risa, no quería ser cruel, pero era logico que le sucediera eso si no llevaba ningun centavo en su bolsillo y quisiese comer como rey.
── Te cocinaré algo una vez que termines – dijo ella a lo que Luffy la abrazó una vez más – No será como los manjares que tuviste hoy, pero será algo.
── Si quieres que el viejo te perdone, deberías de arrepentirte de ese pagaré – una voz dijo desde la lejanía. Ariel dio un respingo en su lugar al reconocer aquella voz, Sanji estaba en la punta de la cocina sentado en una silla y jugando con un encendedor, su saco estaba colgado en el respaldo de su silla y la sonrisa del muchacho se veía diez veces más bonita que antes. Se preguntó si los efectos del alcohol ya estaba haciendo de las suyas ya que no había notado su presencia.
── No tiene caso mirar atrás – respondió Luffy volviendo a su tarea principal.
── Que suerte – afirmó el muchacho – Cuando yo trato de ver hacia adelante, solo veo espaldas.
Luego de aquella declaración, un largo silencio reinó en el lugar. La chica se sentía nerviosa, pero a la vez emocionada por haberse encontrado a Sanji; Ariel entrelazó sus manos frente a ella y se recostó en la pared que estaba junto al lavabo en donde Luffy hacía su tarea de mandadero.
── Espero que no tardes mucho, quiero dormir – dijo ella a lo que este le miró entrecerrando sus ojos.
── Pero me ibas a cocinar – empezó diciendo.
── Lo haré, pero apurate o me caeré del sueño y vas a tener que hacer ayuno – le interrumpió en broma.
── Madam, usted sabe que no debe de estar aqui ¿Verdad? – habló Sanji a lo que ella, tragando en seco, asintió mirando sus manos.
── Quería saber el chisme – se bastó en decir con una pequeña sonrisa mientras dejaba una pequeña caricia en la cabeza de Luffy. El sonido del estomago rugiendo de este hizo que soltara una pequeña risa – No puedo creer que, despues de haberte comido todo eso, tengas aún hambre.
── Todavía sigo creciendo, debo de mantenerme nutrido todo el tiempo – le dijo dandole un guiño a la chica haciendo que ella riese más. En efecto, el alcohol estaba haciendo de las suyas.
Miró hacia Sanji, quien se había enderezado y le señalaba una silla junto a él. En otro momento, ella le hubiese dicho que no, que sería paciente y esperaría junto a Luffy hasta que hubiese terminado, pero estaba un poco mareada por lo que decidió aceptar aquella invitación y se sentó junto a él.
El aroma de Sanji la golpeó haciendo que cerrara sus ojos, una cosa era aspirar el recuerdo de aquel perfume en su chaqueta, pero era totalmente diferente cuando estaba junto a él y supo en ese instante que aquel aroma era más que delicioso.
── ¿Desde cuándo eres mesero? – preguntó Luffy.
── No soy un mesero, soy cocinero. El mejor del mar del Este – aclaró Sanji dejando frente a ella un vaso de agua con hielo a lo que ella agradeció en un susurro. Al darle un largo trago sintió como su mente empezaba a despejarse un poco. El chico se sentó junto a ella mientras jugaba con el encendedor dorado en su mano – No es que importe, claro. Mientras el viejo esté a cargo, no estaré en la línea.
── Pero el plato que hiciste era delicioso – exclamó el chico apuntando hacia los restos de una vajilla blanca.
── ¿El sauté de aleta azul? – inquirió con confusión el rubio.
── Sip.
── ¿Lo probaste? – exclamó con emoción el chico con una sonrisa.
── Sip, obvio que lo hice – dijo él como si fuese obvio – No pude contenerme.
── Nunca puedes contenerte – murmuró Ariel dandole un trago a su vaso a lo que Sanji soltó una risa nasal y Luffy asintió.
── En verdad no creí que la comida pudiera ser mejor aquí – dijo Luffy caminando hacia donde estaban ellos – Oye, eres muy buen cocinero ¿Por qué Zeff te obliga a ser mesero?
── Está celoso – respondió el muchacho junto a ella – Yo debería estar al frente, pero es tan terco que jamás va a pasar.
El silenció reinó momentaneamente el lugar, pero si Luffy estaba allí, sabía que aquel silencio no duraría mucho.
── Asi que ese es tu sueño ¿Verdad? – exclamó él recostandose sobre una de las islas – Ser el chef gerente del baratie.
── No – rapidamente dijo Sanji mientras tomaba una pequeña cajita dorada rectangular y tomaba de su interior un cigarro.
── Así que amas cocinar, pero no quieres cocinar aquí – Luffy dijo acentuando la ultima palabra, su ceño se había fruncido por la confusión y Ariel solamente se bastaba con observar aquella interacción.
Sanji encendió su cigarro y le dio una calada.
── Está este lugar mitico donde están los ingredientes de los cuatro mares – comenzó una vez soltado el humo de sus labios, la chica sintió que su estomago tembló al verle hacer aquello.
«Que me coma con esa boca» su subconsciente dijo. La muchacha rapidamente llevó su vaso a sus labios en un intento de que su mente se aclarara, pero lo que había quedado era solamente los restos del hielo derretido.
── Mar del Este, del Oeste, Norte y Sur; se le llama el All Blue – explicó el chico haciendo que Ariel abriese sus ojos.
── ¿Conoces el All Blue? – susurró ella a lo que el chico sonrió.
── ¿Es ese mar que me contaste aquella vez? – inquirió Luffy mirandola a lo que ella asintió con entusiasmo.
── Exacto – dijo ella – Los cuatro mares se juntan y crean un mar entre ellos. Todas las criaturas que viven en esos mares pueden vivir allí, ese lugar es una locura.
── Nadie sabe donde está – añadió Sanji luego de darle una segunda calada a su cigarro – Pero hay peces ahí que jamas han sido vistos. Algas exoticas, especies jamás pobadas. Y claro, como dijo Ariel, todo tipo de criaturas de los cuatro mares – dijo él con una sonrisa que la enterneció.
«Es un paraiso culinario para todo cocinero y voy a encontrarlo un día – continuó – Ese es mi sueño.
De nuevo aquel silencio reinó en la cocina, Ariel esta vez no estaba incomoda ni nerviosa, sino que estaba feliz de que no era la unica loca que creía que aquel mar existía. Hace muchos años atrás cuando estaba en la escuela, les habían contado la leyenda del pueblo que habitaba y guardaba el All Blue, había sido contada con tanta pasión que ella terminó creyendoselo. Incluso recuerda que había ido corriendo hacia el marino que estaba sentado en una silla frente a su grado y le suplicó que le dijese donde estaba.
El hombre había reído y le dijo que se hayaba más allá del Grand Line, un territorio más allá de lo que conocemos que está repleto de islas misteriosas, criaturas tan grandes como una montaña y pueblos de toda lengua que jamás en su vida tendría tiempo para aprender.
Sus compañeros se habían fascinado con aquella historia, más al rato se olvidaron de aquello y siguieron con sus cosas. Sin embargo, Ariel sentía que aquel lugar era real, algo dentro de ella le aseguraba que lo era. Por lo que fue corriendo ese día luego de las clases a buscar algo en la biblioteca del pueblo que pudiese decirle algo sobre aquel fantastico lugar.
Recordó que se había llevado pilones de libros y los leyó en una semana, su habitación estaba repleta de dibujos en donde retrataba como era aquel mar en los libros.
Sonrió ante los recuerdos de aquellos días en donde no tenía que preocuparse por nada más que comer y dormir sus ocho horas recomendadas.
── Si quieres cocinar, solo hazlo. No dejes que ningun viejo amargado y su opinión sean obstáculo para tu sueño – la voz de Luffy la sacó de sus pensamientos, este tenía una gran sonrisa dirigida hacia Sanji, quien traía el vaso en donde ella estaba tomando nuevamente llena de agua – Solo sé firme. Dile lo que quieres.
La suave risa del rubio hizo que ella le mirara.
── Es más complicado que eso – dijo dejando frente a ella su vaso y dandole una calada a su cigarro mientras se sentaba.
── Tampoco me complico nunca, de hecho – respondió él a lo que los tres rieron – El sueño de Ariel tambien es con el All Blue.
Las mejillas de la chica se sonrojaron hasta el punto en que se parecía al tono de su cabello cuando sintió la intensa mirada del muchacho a su lado sobre ella.
── ¿En verdad? – inquirió él.
La chica abrió su boca para hablar pero rapidamente fue interrumpida por golpes desesperados de la puerta seguidos de na voz pidiendo auxilio. Ariel se dirigió hacia la puerta con confusión y, en cuanto abrió esta misma, un cuerpo se lanzó sobre ella. Era demasiado pesado y olía fatal.
── Por favor... – susurró el hombre en sus brazos – Ayudame...
La muchacha llevó a este con ayuda de Sanji hacia una de las sillas, el hombre una vez sentado, dejó caer su cabeza en la mesa. Ariel sintió compasión de él en cuanto vio su rostro sudoroso y ahuecado de este, su piel morena había perdido unos cuantos tonos y sus labios estaban resecos.
── ¿Estás bien? – habló Sanji.
── Estoy muriendo de Inanación – susurró con voz quebrada el hombre sin levantar su cabeza de la mesa – Comida...
El chico rapidamente asintió y se dirigió hacia las islas para tomar todo lo que necesitaba para prepararle a aquel pobre y moribundo hombre un plato de comida. Un cocinero de cabellos azules y bandana rosada había llegado con una caja de suministros en sus manos y reprochandole sobre, no solo el hecho de gastar la comida en alguien que no tiene dinero, sino tambien por haberse comido sus galletas.
Sanji solo le dijo que en aquel lugar todos debían de comer, y que no era su culpa que las galletas no tuviesen nombre.
Ariel miró con atención a aquel rubio trabajar con elegancia y agilidad, sirvió en un vaso agua fria para el pobre hombre y este le agradeció y le pidió disculpas una y otra vez por haberse lanzado sobre ella.
Sanji cortaba y salteaba la carne, mezclandolo con especias y verduras haciendo que rapidamente la cocina empezara a llenarse de un aroma delicioso que hacía agua la boca a cualquiera. Fue en ese instante que ella se dio cuenta lo hambrienta que estaba, no había comida nada desde el almuerzo, y los tragos no contaban como cena.
La chica se acercó hacia la isla en donde el chico trabajaba y este, al notar su presencia frente a él, le regaló un guiño haciendo que ella mirara hacia otro lado para que no notase su nerviosismo.
Si alguien tocase su frente, al instante creería que estaba teniendo fiebre por la cantidad de veces que se había sonrojado en ese día ¿El universo no podía tener compasión de ella y de su pobre rostro enrojecido?
RiderStilinski ── 12/04/2024
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