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chapter six

── VI ──

«Your new crew»



















   Volver a ver a Luffy fue como un pequeño alivio luego de tan larga y estresante semana, Ariel nunca creyó que una persona cómo él hubiese ganado un lugar apreciado en su corazón a pesar de haberlo visto solamente una vez en su vida. Era como si se sintiera de alguna manera con más energía y con ganas de desembarcarse a nuevas aventuras. 

Una parte de ella pensaba que era un ridiculez, pero otra parte de ella decía que no estaba mal la idea de tener un amigo.

Luffy la presentó ante su tripulación, Ariel no podía creer como es que en menos de diez dias el chico hubiese conseguido que tres personas le siguiesen. Sus nombres eran Zoro, un chico de cabello verde y ojos rasgados el cual portaba un semblante serio la mayor parte del tiempo y llevaba tres espadas en su cintura. El otro chico se llamaba Usopp, un muchacho de tez morena y trenzas en su cabeza, vestía con un extraño traje rojo oscuro, un sombrero antiguo de pirata y unas gafas de sol circulares. La unica chica del grupo se llamaba Nami, quien llevaba su cabello corto y anaranjado suelto y bebía de su vaso de agua a cada momento mientras miraba a sus lados con algo de ansia.

── Tripulación, esta es Ariel. Nuestra nueva compañera – presentó el chico haciendo que Ariel se atragantara con su sopa.

── ¿Siquiera se lo preguntaste? – inquirió Nami con el ceño fruncido.

── Oye, Luffy ¿No crees que es muy rapido? – preguntó Zoro llevando su botella de cerveza hasta sus labios para darle un largo trago.

── Luffy... – tosió la chica haciendo que el nombrado golpeara con suavidad su espalda.

── ¿No te olvidaste de nuestra promesa, cierto? – murmuró él a lo que ella negó antes de darle un largo trago al vaso de agua que le tendía Nami.

── Creí que te habías olvidado de eso.

── ¡Obviamente no! – exclamó el muchacho con una gran sonrisa – Necesito a mi cazadora conmigo.

Ariel solamente sonrió antes de acariciar la cabeza de Luffy por sobre su sombrero haciendo que este mismo tapara sus ojos, el chico soltó una pequeña risita y se acomodó su sombrero y su mirada denotaba su insistencia por una respuesta. 

── Una promesa no se debe romper.

La sonrisa de Luffy se ensanchó y sus ojos brillaron, el chico soltó un grito de alegría antes de darle un fuerte abrazo haciendo que Ariel solamente riera ante aquella acción.

── ¡Debemos brindar! Venga, tomen sus vasos – dijo tomando su copa de leche y alzandola en el aire – Por la mejor tripulación del mar, por Ariel ¡Y por nuestra victoria!

La chica chocó su copa con el de Usopp, quien tenía su rostro algo cansado por el hecho de haberse zampado tremendo banquete, pero él se las arregló para sonreirle y murmurarle un bienvenida a ella. Zoro solamente la miró y, alzando su botella, le dio una suave sonrisa. Luffy solamente la abrazó por sus hombros. La unica persona que no brindaba era Nami, quien miraba con reproche al chico de sombrero de paja.

── Espera ¿De qué victoria hablas exactamente? – dijo ella con sus ojos entrecerrados.

── Contra la marina – respondió con emoción él – Ganamos nuestra primera batalla.

── Miren, no se en cuántas batallas hayan estado... 

── Al menos unas 20 – susurró Usopp haciendo que  la pelinaranja lo mirara con reproche.

── Eso fue un desastre – sentenció ella – No estabamos preparados ni coordinados, tendríamos que estar durmiendo en las profundidades del mar.

── Pero Luffy nos salvó – replicó el muchacho apuntando con su botella al chico junto a él quien tenía su tenedor en la boca puesto que tomó un poco de la comida de la pelirroja para probarla.

Ariel de pronto se sintió fuera de lugar, se removió en su asiento con disimulo y le dio un trago a su copa, todo se estaba volviendo incomodo.

── ¿De verdad quieren hacer la vista gorda? – espetó Nami tensando su mandibula. 

── Iré al baño – murmuró Ariel tan bajo que no creyó que alguien le hubiese escuchado. Dejó la servilleta que reposaba en su regazo sobre la mesa y, al levantar su rostro, vio a Zoro asentirle sin decir ninguna palabra. 

La mirada de aquel chico era intensa, por lo que no le fue facil ocultar el nerviosismo que creció en ella. Zoro tenía una actitud intimidante, mantenía sus brazos cruzados la mayor parte del atiempo al igual que un rostro serio, sin demostrar ninguna emoción en este. Sus tres espadas tampoco ayudaban a que su imagen luciese menos peligrosa.

Caminó hacia cualquier lugar para alejarse de la mesa, en verdad no tenía idea en dónde podría estar el baño. Subió escaleras, las cuales le guiaban por pasillos y, luego de unos minutos, Ariel se dió cuenta que se había perdido por completo. El lugar parecía ser más grande en su interior de lo que mostraba desde afuera. Tragó saliva con nerviosismo y se reprochó por no haber visto con más atención a su alrededor en busca de señales para no perderse en la vuelta.

La chica caminó por dónde vino, pero su rostro rápidamente chocó con algo duro, un perfume embriagó su nariz con su aroma dulzón y se tensó.

── Este lugar está restringido – escuchó una voz decirle que le sonaba familiar, al levantar su mirada vio el rostro de Sanji el cual estaba con su ceño fruncido, más no se veía enojado.

── Uhm... Este... – tartamudeó con nerviosismo, el chico le regaló una pequeña sonrisa ladina. Las mejillas de la muchacha se sintieron por un momento que ardían por lo que su mirada rápidamente se dirigió hacia sus manos, los cuales estaban sobre el pecho del mesero – Lo siento.

La risa que soltó el chico pareció un susurro, sin embargo aquel sonido lleno sus oídos como si fuese una hermosa melodía; sintió un leve apretón en su cintura y se dió cuenta de que las manos de Sanji estaban a su alrededor, como si en su choque él quisiese impedir su caida. Ariel rápidamente dió un paso hacia atrás, como si su toque quemara, y acomodó las invisibles arrugas de su camiseta.

── Lo siento... Lo siento...  – se disculpó una vez más – Estaba buscando el baño.

──  Está a la derecha de la escalera derecha de la entrada – indicó él, la chica asintió y se sintió estupida cuando la imagen del baño apareció como un recuerdo. Era tan obvio, pero su mente le hizo una mala pasada. Tragó saliva y juntó valentia para mirarle, el chico le sonreía mientras se llevaba una galleta a su boca.

── Gracias – murmuró ella – Y lo lamento...

── No hay de que preocuparse, Ariel – calmó él a lo que la muchacha le miró con confusión.

── ¿Cómo sabes mi nombre? – inquirió.

── El niño de sombrero de paja habla bastante fuerte – dijo sin más levantando sus hombros y llevándose otra galleta a su boca.

Ariel suspiró y junto sus manos detrás de su espalda, el silencio reinó en aquel pasillo por unos instantes. Ninguno dijo nada, aunque ella quería decir de todo, quería disculparse pero sabría que le cansaría ya que lo había hecho; sabía que debía irse, pero algo la encadenaba en el suelo y no la dejaba moverse ¿Será el nerviosismo? ¿La vergüenza? ¿O será el hecho de que quería seguir oliendo el perfume de Sanji que estaba inundando el pasillo?

«¿Cómo olería su cuello?» un pensamiento pasó en su cabeza y ella tensó su mandibula, no podía creer que hubiese pensado en eso. Aunque no le disgustaba la idea de oler de donde procedía aquel aroma.

── ¿La comida estuvo buena? – habló Sanji cortando aquel silencio, él podía ver el nerviosismo de la chica y, aunque sabía que debería escoltarla hasta su mesa y advertirle que no debía de volver, él no quería que su presencia desapareciese.

La chica asintió con un murmullo afirmativo.

── Estuvo delicioso – dijo en un susurro con una pequeña sonrisa – Aunque Luffy se comió la mayoría de los fideos, a esta altura de seguro ha dejado limpio mi plato.

La risa que escapó de sus labios de la chica le hizo pensar que aquello era lo más parecido a una melodía angelical, Sanji sonrió en grande uniendose a su risa.

── Bueno, me alegro, por que lo he cocinado yo – exclamó él sin quitar su mirada de ella, pudo ver como la sonrisa de la muchacha se ensanchaba y sus ojos se abría con sorpresa.

── ¿En verdad? – susurró ella. Él asintió y dio un paso hacia ella – Eres muy bueno.

── Encantado de escuchar eso, madam – dijo. Él extendió su mano hacia ella y Ariel tragó saliva – La acompañaré hacia su mesa.

La chica parecía dudar, pero asintió levemente y posó su mano sobre el de él. Sanji pensó que, haber envuelto su brazo en su cinutra le había producido leves cosquilleos en la boca de su estomago, no se comparaba con el toque suave de la mano de la pelirroja sobre la suya. Eran suaves como la seda, pequeñas en comparación con las suyas y se preguntó cómo se sentirían sus dedos envueltos en los de ella.

El chico llevó el brazo de ella hasta envolverlo con el suyo y llevarla de manera elegante por los pasillos para alejarla de la zona de dormitorios en donde vivía todo el equipo y él. Le había sorprendido el hecho de haberla encontrado allí ya que uno tenía que atravesar varios pasillos para llegar hasta allí. Sin embargo, poco le importaba. Aquella muchacha de cabellos rojos como el fuego había atraído su atención de una manera extrañamente particular.

Sanji había conocido todo tipo de mujeres gracias a su trabajo, conoció mujeres timidas que apenas le miraban cuando hacían su orden, mujeres descaradas que lo comían con la mirada haciendo que llegara al punto de sonrojarse y pedir que alguien lo cubra para evitar la incomodidad que les generaba. Habían otras que directamente no mostraban interés a pesar de sus coqueteos y otras eran llevadas por sus palabras como si fuesen una corriente de agua.

Todas aquellas que él ponía un ojo encima eran llamativas, pero Ariel llevaba la delantera y las superaba a todas. 

Su rostro palido y lleno de pecas en sus mejillas y puente de su nariz la hacían dar una mirada inocente y dulce, más sus ojos marrones hacían sentir a cualquiera que ella podía leer su alma y encontrar sus más oscuros secretos. Su cabello era de aquel rojo fuerte como el fuego que ardían en las hornallas de la cocina y sus manos se envolvían en su brazo haciendo que tuviese que mantener su compostura para no soltarla y querer salir corriendo a esconder su rostro rojo de la vergüenza en su almohada, debía ser un caballero y tratarla como tal. Agradecía que las luces fuesen tenues ya que delataría lo que ella provocaba.

El silencio que reino pronto fue interrumpido por la pregunta que ella dio "¿Desde hace cuanto trabajas aquí?". Sanji solamente se rio y le respondió que hacía tiempo lo hacía, que era aprendiz del chef encargado y fundador del restaurante. Aquello hizo que sus ojos se abriesen de la sorpresa y expresara cuan emocionante debía de ser aquello. El chico solamente asintió y no dijo más, no quería hablar más de lo que debía ya que pronto el silencio que era interrumpido por sus voces ahora empezaba a ser musicalizado por los instrumentos y voces del salón.

── Sanji, la cuenta de la mesa cinco – dijo el recepcionista tendiendole una bandeja al chico a lo que asintió tomandolo con su mano libre. 

Caminaron ambos hacia allí, aunque antes de que hubiesen llegado Ariel se soltó de su agarre.

── Gracias, Sanji – susurró haciendo que él se mantuviera quieto en su lugar por un instante. Contempló la figura de la chica ir a pasos apresurados y sentarse junto al muchacho de sombrero de paja, quien rapidamente rodeó sus hombros con su brazo.

Sanji por primera vez sintió un sabor amargo inundar su paladar, como si fuese el ingrediente más asqueroso que hubiese probado. No le gustó lo que sintió a pesar de no entender que había pasado, por lo que sacudió su cabeza y se acercó hacia la mesa.

── Su cuenta, señor – dijo una vez que llegó y dejó la bandeja de plata con el recibo. Su mirada no se posó en nadie más que Ariel, quien solamente sonrió sin mirarle. No le interesó el hecho de que la mesa cinco parecía tener una discusión acalorada o que el espadachín lo miraba con sospecha, solamente le gustaba la idea de que la sonrisa de Ariel era dirigida hacia él a pesar de que no pudiese ver aquellos hermosos ojos que le hacían recordar al chocolate.

── Gracias, mi buen hombre – exclamó el muchacho tendiendole la bandeja con una gran sonrisa. Sanji miró con atención su firma y sonrió con diversión.

── No, señor. Gracias a usted – murmuró él soltando una pequeña risa y, notando que Ariel le miró, le regaló un guiño antes de retirarse.

Las mejillas de la muchacha se tornaron del color de su cabello, por lo que tomó su bebida, ahora tibia, y le dio un largo trago a su pajilla. 

── A ver, no digo que sea bueno que la marina nos siga... – empezó Luffy a lo que la chica empezó a toser descontroladamente, el chico le dio unas leves palmadas en su espalda y le tendió un vaso de agua a lo que ella agradeció y le dio un largo trago – ¿Estás bien, Ariel?

── Espera un momento – tosió con voz ronca  y rasposa– ¿Cómo es eso de que los sigue la marina? 

── Luffy le dio un cañonazo al barco de un vicealmirante de la marina – exclamó Nami – Y ese vicealmirante no es nada más ni nada menos que su abuelo.

Ariel miró con ojos como platos al muchacho junto a ella.

── ¿Eso es verdad? – preguntó ella en un susurro.

── Uh... Si... – respondió él.

── De veras.

── No es chiste.

Las respuestas de Luffy, Zoro y Nami hicieron que el nerviosismo creciera en ella. Apenas había escapado de una supuesta presecución por su cabeza y ahora tendría no solo a cazarecompensas buscando su cabeza, sino que a la marina tambien.

── Nunca me lo contaste – espetó ella con reproche.

── Nunca preguntaste – se bastó con decir mientras que se encogía de hombros. 

La chica le dio un manotazo a su cabeza haciendo que el sombrero terminara en su rostro por la fuerza.

── Al fin alguien hace lo que yo quiero hacer desde hace diez minutos – cantureó con satisfacción Nami.

── Atacaste a tu abuelo, por el amor de cristo... Ni siquiera te da pena... – murmuró aquello ultimo.

El chico se encogió de hombros una vez más.

── No fuimos del todo cercanos, si quieres la verdad – dijo él acomodandose su sombrero. Luego miró hacia los demás y levantó su dedos al aire sin quitar su agarré de los hombros de la chica – Como dije, no es bueno que estén tras nuestra. Pero les enseñamos que no están por encima de nosotros.

«Esta tripulación, nuestra tripulación puede con lo que sea.

── ¿Quién carajos es Monkey D. Luffy? – se escuchó una grave voz llamar en el salón. Ariel se giró y contuvo el aire al ver que un hombre corpulento de barba rubia y trenzada buscaba con los ojos entrecerrados por el lugar. 

Aquel hombre tenía una actitud que gritaba peligro.

── ¡Aquí! – exclamó Luffy junto a ella levantando su vaso. 

«Será imbecil» pensó antes de soltarse de su agarre y correr hacia donde estaba Zoro.

── Muevete – murmuró ella mirando como el hombre caminaba hacia ellos.

── No lo haré – dijo él en respuesta dandole un largo trago a su bebida.

── Muevete o te golpearé. No lo advierto dos veces – espetó ella a lo que él negó con el ceño fruncido.

── ¿Quién te creer para... – el chico se vio interrumpido por el golpe en la boca del estomago que le propinó la chica. Se inclinó hacia delante sosteniendo con ambas manos su abdomen a lo que ella aprovechó para pasar por arriba de su espalda y sentarse junto a Nami.

Por suerte, el hombre recien había llegado y miraba con el ceño fruncido a Luffy.

── Parece que estás un poco confundido con cómo funcionan las cosas en la casa – habló el hombre con aquella voz grave que hizo hacerle temblar, Luffy parecía no darse cuenta de la actitud hostil del hombre hacia él – El baratie no ofrece creditos. Lo que comes, lo pagas.

── Creo el que está confundido eres tú – dijo el muchacho juntando sus manos, su voz parecía dar la idea de que le estaba hablando a un niño – La comida ya fue pagada, aunque no te de el dinero como tal.

Ariel se tapó el rostro en ese momento ¿Le había prometido unirse a su tripulación? Estaba empezando a replantearse la idea.

── ¿Que quieres decir?

── Agregala a mi cuenta del tesoro – explicó como si fuese obvio. La chica decidió mirar disimuladamente a su lado y pudo ver el rostro atonito de Nami, quien rapidamente la miró como si el chico en verdad estuviese perdiendo la cabeza.

Ella solo se encogió de hombros mientras mordía sus labios. Esto no podía volverse más confuso de lo que ya era.

── ¿Y cómo se haría eso? – escupió el chef con cansancio y enfado.

── Bueno... Tal vez no parezca importante, pero estás hablando con el futuro rey de los piratas – respondió él – Y en cuanto encuentre el One Piece, pagaré por cada platillo y con intereses.

El rostro del hombre estaba en blanco, como si le hubiesen dicho la mayor estupidez y no pudiese procesar tal cosa. Ariel tragó saliva y miró a su alrededor y se encontró con Sanji recostado en el pilar cerca de unas puertas que parecían ser de la cocina, el chico chocó su mirada con el de ella y frunció sus labios aguantando la risa.

La chica negó cuando este se encogió de hombros y formuló un lo siento.

── Tengo una idea mejor.

La voz del chef la obligó a volver hacia la situación que estaba presenciando y abrió sus ojos con asombro al ver como tomaba de la camiseta a Luffy y lo alzaba por los aires hasta que su rostro estuvo a la misma altura que el de él.

── Vendrás conmigo.

Y de pronto Luffy ya no estaba y Nami soltó un largo suspiro.

── Necesito un trago – murmuró.

── Esa es una excelente idea – respondió Zoro con una sonrisa dandole el ultimo trago a su botella.

Ariel de pronto se sintió incomoda, y no por el hecho de lo que había sucedido, sino que ahora la unica persona que la unía a ella y las tres personas en la mesa se había esfumado. 

── Bueno... Mejor me voy... – murmuró mirando a Nami – Fue un gusto conocerlos.

── ¿Te irás? ¿A donde? ¿No ibas a unirte con nosotros? – exclamó con tristeza Usopp. La chica sonrió levemente y negó.

── Solo iré a hacer algo en mi barco – le respondió parandose en su asiento y saliendo de la mesa a travez del respaldo.

Caminó con su bolso en su hombro y su libro en sus manos, se acercó hacia Sanji quien estaba en el mismo lugar y le regaló una sonrisa.

── ¿Sucede algo, Ariel? ¿Quieres algo para beber? – preguntó.

── Solo la cuenta.

La risa que soltó este la descolocó.

── Tranquila, invita la casa – dijo él haciendo que su respiración se detuviera.

── No digas tal estupidez – susurró.

── En verdad, madam, deja que la casa invite el almuerzo – calmó poniendo una mano en su hombro. La chica tensó su mandibula y rapidamente tomó su bolso – Ariel...

── Callate y toma mi dinero, al menos dejame darte una propina – le dijo guardando los billetes en el bolsillo de su saco – Gracias por todo. Nos veremos pronto.

Aquella acción descolocó al chico, por lo que aprovechó para salir del lugar ignorando las miradas de la tripulación en sus espaldas.



















RiderStilinski ── 05/04/2024

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