Capítulo 4. Malva y Lava
Kim Seokjin se afanaba esa mañana en preparar el mejor caldo de ave que jamás se hubiese degustado en el Lady Ariane, cuando un característico olor acompañado de unos gruesos pasos sobre los tablones de madera de la cocina interrumpieron sus pensamientos
-Buenos días, mi amor-dijo esbozando una sonrisa. No había tenido que girarse para saber quien se encontraba justo detrás de él.
-No me has despertado esta mañana-murmuró Namjoon a modo de contestación con su voz gruesa característica. Seokjin se giró para mirarlo a los ojos sin borrar la dulce sonrisa que se había formado en su cara.
-No quería molestarte, sé que estás cansado por las guardias de estos últimos días, así que decidí dejarte dormir un poco más-explicó encogiéndose ligeramente de hombros. Namjoon dejó su mano deslizarse por la delicada cintura de Seokjin.
-Te quiero-murmuró dando un pequeño toquecito con su nariz en la de su pareja.
-Yo te quiero a ti-contestó Seokjin sonriendo levemente. Justo cuando el mayor sintió que iban a besarse, el cuerpo de Namjoon se alejó del suyo como si quemase.
-¿Jinnie, que es esto cariño?-preguntó el pirata confuso. Cuando Seokjin abrió los ojos lo contempló juguetear con las manos bajo su blusa y entonces lo entendió todo. Había olvidado que esa mañana al vestirse, había colocado una fina cadenita con pequeños brillantes en su cintura para que adornase las transparencias de la blusa que había elegido para ese dia.
-Ah esto...es un adorno que compré en Puerto Real la última vez que desembarcamos-explicó Jin inocentemente. Namjoon gruñó en su oído arrancándole una pequeña sonrisa.
-Dame una buena razón para no cerrar esa puerta y devorarte aquí mismo-respondió apresando a su pareja contra la encimera que tenían detrás. Jin volvió a reír y entonces, un carraspeo interrumpió aquella conversación. Seokjin sintió sus mejillas enrojecer cuando encontró a un joven rubio cruzado de brazos bajo el marco de la puerta. Su mente trabajó a mil por hora y no tuvo que preguntar para saber que aquel muchacho era uno de los prisioneros que Yoongi había decidido, por algún motivo, incorporar a la tripulación del barco.
-Espero que yo te parezca una buena razón, pirata-comentó seriamente Jimin. Namjoon miró con furia al recién llegado, besó con descaro a Seokjin y luego se marchó por la puerta empujando el hombro del joven.
-Pasa, perdona, que vergüenza, soy Kim Seokjin-dijo el joven alto alzando la voz. Jimin lo miró con precaución. Pudo observar cómo aquel joven, con las mejillas sonrojadas por haber sido interrumpido en un momento tan íntimo, intentaba limpiar todo para hacer la estancia un poco más acogedora.
-Park Jimin-dijo únicamente caminando un poco hacia delante para entrar en la cocina.
-Perdona-volvió a decir el mayor acercándose de nuevo a la gran olla que se calentaba en el fuego. Jimin se dedicó a observar con cautela la estancia mientras se apoyaba en una pequeña mesa pegada a la pared. El silencio a su alrededor era denso y solo estaba siendo interrumpido por el crujido de las brasas.
-¿Así que tienes algo con el grandote?-preguntó para romper el hielo que se había formado a su alrededor. Inmediatamente se reprendió por haber sido tan directo, pero cuando el joven cocinero se volvió hacia él, supo que no le había molestado aquella pregunta.
-Si, Namjoon es mi pareja, llevamos juntos casi tres años, desde que llegué a este barco-contestó este. Jimin abrió los ojos exageradamente. Aquel chico no era un pirata como todos los demás, por lo que había dicho, había llegado al Lady Ariane en algún otro tipo de circunstancias. De pronto sintió que ese chico sonriente de tez amable y rasgos dulces podía ser mucho más parecido a Taehyung y a él de lo que pensaba al principio.
-¿Te importa que te pregunte cómo llegaste aquí, Seokjin?-inquirió Jimin curioso. El aludido negó con la cabeza y sonrió de nuevo.
-Namjoon y Yoongi me rescataron cuando trabajaba en la taberna de un pueblo perdido de Inglaterra. Mi madre era prostituta y se quedó embarazada de uno de sus clientes, cuando me tuvo, no me abandonó, ella me quería y me tuvo con ella hasta que murió. Cuando mi madre se fue, apenas era un niño, me quedé en el burdel durante unos años más. Cuando cumplí dieciséis años, la madame que regentaba el sitio, me dio un ultimátum, ya que no podía seguir manteniéndome, así que o me ponía a trabajar o me marchaba a la calle a morirme de hambre. Por suerte o por desgracia, un burdel es un sitio horrible con un montón de degenerados que querían pagar por acostarse con un chico joven. Me prostituí durante un par de meses y la madame estaba encantada , pero yo me sentía fatal, los hombres eran desagradables conmigo, las humillaciones eran a diario y me trataban como a un pedazo de carne que marcar. Cuanto más dolor y más moratones, más pagaban por mi. Aun así, apenas ganaba un poco de dinero, ya que la regente se lo quedaba todo para ella y mi supuesta manutención. Y un día me canse, estaba tan harto que me escapé con 25 libras en el bolsillo y una mano sobre la otra, sin nada más que la ropa que llevaba puesta en ese momento. Trabaje durante unos años en una taberna y un día Nam y Yoongi entraron por la puerta. Namjoon no dejaba de mirarme, él dice que se había enamorado de mi desde que me había visto, así que le pidió a Yoongi que me ayudase a salir de allí y me incorporase a la tripulación. Cuando me lo propuso, dudé, pero los gritos de los hombres borrachos de la taberna me dieron la respuesta inmediatamente. Tenía que huir como fuese, así que cogí las cuatro pertenencias que tenia en la habitación que rentaba con mi sueldo y me marché sin mirar atrás con aquellos dos desconocidos. Tuve miedo, pero a la vez sentí alivio de tener una excusa e irme y cuando llegué aquí, conocí la libertad, el cariño y el amor. No me arrepiento de ninguna de las decisiones que he tomado en mi vida-terminó de explicar. El joven capitán lo miró perplejo y negó con la cabeza apenado.
-Siento mucho la vida de mierda que te ha tocado vivir-lamentó Jimin con sinceridad. Seokjin dejó escapar una sonrisa.
-Yo no, es decir, no estoy feliz, me hubiese gustado nacer en una cuna de nubes, pero la vida me ha traído aquí y ahora lo tengo todo. Tengo amigos maravillosos y un hombre por el que daría la luna si pudiese-añadió sin borrar esa bonita sonrisa.
-Creeme, las cunas de nubes, a veces son una mierda-aseguró Jimin sin poder evitar que el gesto del mayor se anclase pegajosamente a su rostro. Seokjin asintió. Sin duda, había entendido lo que aquel joven le había querido decir.
-Si me permites decirlo, tu amigo y tu estais en el lugar indicado, Jimin-aseguró. Jimin se encogió de hombros, iba a responderle que lo dudaba mucho, pero se hubiese cortado la lengua antes de ofender a ese joven tan amable.
-Creo que eres la única persona agradable en todo este puto barco-se quejó Jimin cruzándose de brazos. El cocinero lo miró incrédulo.
-Si Yoongi te oye hablar de su barco de esa manera, serás el almuerzo de los tiburones-advirtió Jin con una sonrisa.
-Tu capitán puede irse directo a la mismísima mierda-comentó únicamente. Cuando Seokjin lo miró esta vez, la sonrisa se esfumó de su cara. Abrió los ojos exageradamente y en un segundo volvió la vista hacia las zanahorias que estaba cortando. Fingió no haber oído lo que Jimin había dicho y este lo miró extrañado por un segundo. Cuando sintió una presencia a su espalda, supo lo que estaba pasando
-¿A donde dices que me voy a ir?-preguntó la voz grave del capitán pirata a su espalda. Jimin contuvo el aliento, maldijo por lo bajo su mala suerte y luego se giró para encararlo. El silencio era tan denso que podía cortarse con un cuchillo y Seokjin fingía con maestría no encontrarse allí mientras seguía cortando verduras a diestro y siniestro.
-Te estaba buscando, y mira con lo que me encuentro. Necesito hablar contigo-murmuró cínicamente el pirata. Jimin tragó saliva sin decir ni una sola palabra. No pudo evitar balbucear sin saber que responder, así que cuando el pirata de barba desaliñada que los había atacado en los camarotes entró por la puerta llamando a voz en grito a su capitán, Jimin volvió a respirar con normalidad a causa del alivio.
-Capitán, lo necesitamos en cubierta-dijo únicamente el anciano pirata. Yoongi no dejó de mirar a Jimin, le mantuvo la mirada firmemente y se cruzó de brazos con el rostro petro.
-Ya voy-contestó únicamente. Antes de girarse para marcharse, levantó un dedo con advertencia. -Una cosa Park, luego me respondes a lo que te acabo de preguntar-sentenció. Inmediatamente se giró hacia la salida de la cocina y enfiló el pasillo hacia cubierta.
Jimin maldijo en silencio. Seokjin lo miró tímidamente y luego se encogió de hombros ante la mirada confusa del joven. Dejó la cuchara de madera que estaba utilizando para remover el guiso, se limpió las manos en un trapo que llevaba colgando del hombro y luego dio la vuelta a la encimera para colocarse al lado de Jimin.
-No pienso quedarme sin saber qué pasa-comentó únicamente con una sonrisa. El joven lo contempló sorprendido durante un segundo y luego asintió esbozando lo más parecido a una tirante sonrisa que en aquella situación podía esbozar. Juntos se encaminaron por la puerta de la cocina y caminaron hacia el barullo que se había formado en cubierta.
Un poco más alejados Yoongi, Jungkook y un par de miembros de la tripulación parecían estar discutiendo acaloradamente en susurros.
-Capitán, deberíamos pasar de largo, puede ser una trampa-comentó uno de los marineros que se encontraba allí. Yoongi devolvió su vista al mar y suspiró confuso debatiéndose internamente sobre qué hacer.
-Pero es una persona, tiene derecho a que intentemos salvarle-objetó Jungkook ofendido. El hombre que había propuesto abandonar al náufrago a su suerte negó con la cabeza y rió cínicamente.
-Te guía el sentimentalismo, muchacho, ni siquiera sabes si está vivo y si lo subimos al barco podríamos poner en peligro a toda la tripulación-contraataco el hombre. Jungkook boqueó como un pez fuera del agua, pero la mirada severa de su hermano lo hizo callar.
-Tiene razón, Jungkook-murmuró únicamente el capitán.
-Capitán...-comenzó a decir el más joven. Yoongi negó con la cabeza y miró a sus marineros.
-Dadme un segundo con él, por favor-pidió seriamente. Los dos hombres se miraron de reojo y sin ningún tipo de objeción se marcharon dejándolos a solas.
-Explícate-pidió hacia su hermano. El joven suspiró nervioso y lo miró a los ojos como cuando eran más jóvenes.
-Yoongi, tu no eres así, tú respetas los naufragios, respetas la ley del mar-se quejó Jungkook mirando de reojo el mar.
-Somos piratas-recordó el capitán para que su hermano entendiese el peligro. El joven negó con la cabeza sin entender qué pasaba en aquellos momentos por la cabeza de Yoongi.
-Y humanos ante todo. Hermano...si padre no hubiese sido humano antes que pirata...yo no estaría aquí hoy-contraatacó el joven. Yoongi lo miró y maldijo por lo bajo sabiendo que aquello había ido a dar justo en su corazón.
-Juegas sucio-declaró el mayor. Jungkook volvió a negar con fuerza.
-No es lo que deseo, pero te conozco y sé que si pasamos de largo, te culparás toda tu vida como te culpas cada vez que no haces lo que dicta tu corazón. Es arriesgado, lo sé, pero tu eres mejor persona que todo eso-declaró cruzándose de brazos. Yoongi lo escaneó y suspiró dándose cuenta del adulto compasivo en el que se había convertido su pequeño Jungkook.
Bufó frustrado y miró a su hermano a los ojos, dándose cuenta de que este lo contemplaba esperanzado. Por un momento lo había dado todo por perdido, pero en ese momento supo, que su hermano estaba a punto de hacer lo correcto.
-Subidlo-ordenó únicamente. Los marineros a su alrededor contuvieron el aliento ante aquella petición.
-Pero capitán-intentó objetar uno de los hombres que antes se había opuesto a salvar al joven que flotaba en el agua.
-Es una orden-contestó únicamente. Los piratas se miraron un segundo y luego comenzaron a moverse para acatar las ordenes de su capitán. Jungkook lo miró orgulloso y le dejó espacio caminando hacia Seokjin que acababa de aparecer en la cubierta seguido de Jimin.
-¿Que está pasando?-preguntó Jin cuando el joven se acercó a ellos. No pudo evitar fijarse en cómo Jimin miraba con desprecio al pirata y este le devolvía una mirada taciturna.
-Por lo que parece, ha habido un hundimiento...pensábamos que no quedaba nada excepto los restos del navío, pero el vigia ha agitado la campana y ha dado el aviso de que ha visto algo en el agua-explicó el joven pirata. Seokjin masculló una maldición y Jimin no pudo evitar rememorar el naufragio, cuando los cuerpos de su tripulación, habían flotado sin vida en las frías aguas del océano y a nadie en aquel barco le había importado lo más mínimo. Sin embargo, pidió en silencio clemencia para la persona que en aquellos momentos, los mismos piratas desalmados que habían hundido su barco, estaban intentando salvar. Jimin solamente se quedó allí, quieto al lado de Seokjin mientras ambos contemplaban la escena con el corazón encogido.
Durante exhaustivos minutos, los marineros se dedicaron a intentar acercar la tabla sobre la que reposaba el cuerpo de aquel náufrago y elevarlo con esfuerzo hasta la cubierta del Lady Ariane. Cuando el cuerpo reposó sobre los tablones de la cubierta, todos los allí reunidos lo contemplaron ligeramente
Yoongi se arrodillo en el suelo y retiró los jirones de la camisa de aquel hombre para poder buscar su pulso sanguíneo en la muñeca. Lo segundos los asfixiaron a todos allí en aquel barco y cuando por fin el pirata levantó la cabeza, pudieron volver a respirar ligeramente.
-Está vivo aunque tiene el pulso muy débil-informó seriamente. -Acondicionad la enfermería-añadió imperativamente mientras intentaba retirar el llamativo pelo color malva de la cara del muchacho. A su lado, el joven cocinero se removió inquieto.
-Capitán, yo puedo encargarme del joven-ofreció Seokjin avanzando un par de pasos. Su pareja lo contempló desde la distancia, prudente y callado. Yoongi solo asintió hacia Jin poniéndose en pie mientras algunos piratas se ocupaban de cumplir las órdenes de su capitán y le dio una pequeña palmadita en la espalda al mayor.
-Todo lo que necesites, pídeselo a Namjoon, él te lo proporcionará-dijo únicamente. Seokjin asintió y se dio la vuelta para disculparse con Jimin con una mirada preocupada. Este asintió comprensivo y se quedó allí plantado sin saber realmente cómo corresponder a aquella situación. Si hubiese sido en su barco, él hubiese acompañado al joven, pero allí en aquel nuevo puesto en el Lady Ariane, se sentía más perdido que nunca.
Una mano helada en su antebrazo lo sacó de sus pensamientos sin esperárselo. Cuando se giró y los oscuros ojos de Min Yoongi lo estaban escudriñando por completo, casi sintió la necesidad de gritar y salir corriendo, pero no lo hizo, respiró hondo y calmó aquellos nervios y aquel miedo que le producía el contacto de aquel hombre.
-¿Ahora vas a contestarme, Park? ¿A donde decías antes que podía irme?-preguntó el pirata afianzando el agarre en el antebrazo del joven. Este lo miró a los ojos, erguido, orgulloso y valiente y luego desvió la vista a donde los dedos del pirata rozaban su piel. Se agitó ligeramente y Yoongi no tuvo otro remedio que soltarlo para que pudiese alejarse. La mente de Jimin trabajó a mil por hora, necesitaba como fuese alejarse de la presencia imponente y autoritaria del pirata.
-Si me disculpa, capitán, iré a ayudar a Seokjin-murmuró únicamente. Intentó convencerse a si mismo de que lo mejor era correr y dejar a ese hombre con la palabra en la boca. Confuso por aquella voz liviana y aquellas formas obedientes y casi sumisas del joven, Yoongi lo dejó marchar. Lo vio enfilar la cubierta casi a la carrera como si el suelo quemase y por un segundo volvió a recordar qué era lo que pretendía hacer antes de la aparición del náufrago en el agua.
-Iré a buscarte mañana por la mañana para hablar de nuestro trato, y sabes que cumplo con lo que digo-gritó el pirata. No pudo evitar que una cínica sonrisa tirase pobremente de sus labios cuando Jimin ni siquiera se giró a mirarlo. Aceleró el paso para internarse en el barco mientras sentía como la mirada profunda y orgullosa del pirata se clavaba en su espalda.
A media tarde, Namjoon llamó a la puerta de la enfermería. La voz baja de Jin, le dio paso y cuando se internó en la estancia, el calor abochornante de aquella zona del barco, se pegó a su piel agobiándolo al instante.
-¿Cómo está?- Preguntó acercándose al lecho donde yacía el joven muchacho que habían rescatado esa mañana. Jin lo miró apenado.
-Tiene mucha fiebre y la hipotermia es evidente. No se que más hacer para sacarlo de esta-explicó mojando de nuevo un paño en agua fría para pasarlo por la frente y los brazos del joven inconsciente.
-Estás haciendo todo lo que puedes, Jinnie-murmuró Namjoon poniendo una mano sobre su hombro para consolarlo. El mayor asintió ligeramente.
-Lo intento al menos-sentenció.
-¿Lo has visto bien...? Creo que es una sirena-murmuró Namjoon interrumpiendo el silencio. Seokjin no pudo evitar reír ante aquel comentario y Nam se contagió ligeramente de aquella apasionada sonrisa que tanto le gustaba.
-Que cosas dices, es un ser humano, como tu y como yo-rebatió el mayor. Namjoon se encogió de hombros y lo miró fijamente.
-Pero su pelo...-comenzó a decir. Seokjin asintió con fuerza.
-Lo sé, es un joven muy hermoso-admitió Jin con un leve sonrisa. Namjoon frunció el ceño y se cruzó de brazos. Aunque estaba acostumbrado a ver como su pareja apreciaba la belleza en los demás, aquel comentario le había picado más de lo que le hubiese gustado admitir. Volvió a mirar al joven y suspiró con fuerza.
-Me voy, tengo que hablar con Yoongi-dijo ligeramente cabreado. Seokjin asintió ajeno a aquellos sentimientos que acababan de florecer en el corazón de su pareja.
-Esta bien, te veo esta noche en nuestro camarote-respondió totalmente ausente mientras volvía a refrescar el cuerpo del joven.
-Vale- añadió Namjoon únicamente.
No se giró ni siquiera para mirar a Seokjin que seguía absorto en el muchacho, solo abrió la puerta y se marchó con un leve portazo. Cuando salió al exterior la espina de los celos clavada en su corazón pinchó con más fuerza. Lo que había visto en su querido Jin, el cariño con el que había tratado al joven del pelo malva, había herido su orgullo. Y sin esperarlo, todos aquellos sentimientos entremezclados, lo obnubilaron y desataron un torrente de emociones que recorrió su cuerpo en forma de pecado. Envidia, celos y todo eso convertido en lujuria.
Sin esperarlo, se encontró deseando encontrarse con Seokjin en la intimidad y recordarle por quien latía desesperado su corazón.
Esa misma noche, cuando Seokjin escuchó la puerta a su espalda cerrarse con un sonoro golpe, ni siquiera tuvo que girarse para saber de quién se trataba. La grandeza de su cuerpo y aquel aroma tan particular, le inundaron las fosas nasales por completo, recordando el episodio de aquella mañana.
-Hola mi amor-saludó aún de espaldas con una pequeña sonrisa.
-Hola Jinnie-contestó Namjoon con voz profunda. Seokjin jadeó con fuerza cuando las manos grandes de su pareja volvieron a acaparar con fuerza su cintura y la nariz de este se abrió paso entre su pelo recorriendo el corto camino hacia el lóbulo de su oreja. Apretó los puños contra la mesa llena de harina. Desde esa mañana cuando Jimin había entrado en la cocina y los había interrumpido, Jin había tenido la certeza de que su pareja volvería a terminar lo que había prometido.
-Esta mañana se nos ha quedado algo a medias, ¿no crees?-susurró seductoramente contra su oído. Seokjin cerró los ojos y mordió fuerza el interior de su mejilla.
-Déjame que termine de limpiar y...-comenzó a decir. Namjoon rió ligeramente y lo hizo girar entre sus brazos para callarlo con un pequeño pero feroz beso.
-No necesitas terminar nada, te he dicho que te iba a devorar en esta misma cocina como si fueses mi mejor postre y así va a ser. Llevo hambriento de ti todo el día, Jin-comentó con normalidad. Jin comenzó a delirar cuando aquella sonrisa pícara y hermosa amenazó con hacerle sonreír ante la idea.
-¿Aquí?-preguntó inseguro. Vio como su pareja asentía despacio y el solo pudo colocar las manos en su pecho para intentar alejarlo un poco. -Nam, estamos en la cocina, podrían descubrirnos todos-objetó mirando a su alrededor. Aquella cercanía extrema del enorme cuerpo de su hombre sobre el suyo más liviano, lo estaba asfixiando.
-No te preocupes, no vendrán-repuso Namjoon con seguridad.
-¿Y cómo estás tan seguro?-preguntó Jin inocentemente. El pirata sonrió con suficiencia y el mayor se arrepintió instantáneamente de haber preguntado.
-Porque te voy a hacer gritar de tal manera que no les hará falta acercarse a la puerta para saber que estamos haciendo-declaró atacando directamente su cuello. Seokjin no pudo evitar sollozar de placer cuando la lengua del pirata lamió su cuello con devoción y solo pudo agarrarse a la encimera de madera que se encontraba tras su cuerpo para que sus piernas temblorosas no lo hiciesen caer al suelo. El aliento cálido de Namjoon en su cuello lo estaba volviendo loco y aquella declaración de intenciones había ocasionado que la zona baja de su cuerpo se endureciese sin remedio.
Sin ningún tipo de demora, el pirata, coló las manos bajo de blusa blanca de Seokjin y buscó a tientas el objeto de su deseo. Gruñó desatado cuando al descubrir la piel, pudo contemplar de nuevo aquellos delicados brillos surcando la blanca piel del muchacho como si fuese un mar de embravecidas olas poblado de brillante espuma marina. No pudo evitar arrodillarse ante el; poner todo lo que era a sus pies en un momento y llevar los labios hacia su estómago para besar con devoción la piel alrededor de su ombligo. Se recreó en morder aquella dulce piel hasta enrojecerla por el roce de sus dientes y cuando se despegó de allí para mirar a los ojos de su pareja, la lava fluía en ellos.
-Solo acabamos de empezar, mi amor-avisó feroz. Seokjin jadeó y se agarró frenético a los bordes de la encimera. Namjoon se inclinó ligeramente para poder desnudarlo con mayor facilidad. Colocó las manos en los extremos de los pantalones claros que Jin se había puesto aquel día y tiró hacia abajo para deshacerse de la prenda en un solo movimiento.
Namjoon dejó caer todo su cuerpo sobre sus propias rodillas y volvió a buscar la mirada de su compañero, al cual le brillaban los ojos con intensidad, como si un sinfín de lágrimas placenteras se agolpasen en ellos.
Cuando el cálido aliento de su pareja impactó directamente contra la parte más sensible de su cuerpo, las piernas de Jin se volvieron endebles y amenazó con desplomarse allí mismo. Durante los extensos minutos en los que Namjoon se dedicó a saborearlo, el mayor se deshizo en largos gemidos que sin lugar a dudas cualquiera que anduviese cerca hubiese podido escuchar.
Sin poder evitarlo, Seokjin se dejó ir, agarrando con fuerza el pelo cobrizo del menor que esperaba paciente a que terminase por completo. Cuando la boca de Namjoon abandonó su miembro y este lo miró a los ojos con las mejillas enrojecidas, supo que lo mejor estaba por venir. El menor se puso en pie, rozó sus labios con el pulgar y lo acorraló contra el mueble.
-Girate-pidió el pirata con voz grave. Su voz se coló en el cerebro del mayor, que lo miró a los ojos profundamente durante un segundo. Más que una petición había parecido una orden y aunque nunca lo admitiría, le había gustado más de lo esperado. No contestó. Abrió los ojos exageradamente excitado y asintió con fuerza, volteando su cuerpo entre los brazos del joven pirata. Estaba como loco, embravecido y atontado por aquella manera de tocarlo que Namjoon estaba utilizando con él.
Dejo caer su pecho hacia delante y sintió la mano de Namjoon en su espalda ayudándolo para alcanzar la postura adecuada. Se sentía totalmente expuesto y eso aumentaba más aun la excitación del momento. Se estremeció cuando sintió a Namjoon tantear en la zona más baja de su cuerpo con los dedos empapados en su propia saliva, avisándole de lo que pretendía. Sin palabras, pero con una comunicación mucho más profunda y explícita que solo ellos podían compartir.
Apenas sintió un pequeño pinchazo cuando el primero de los dedos finos de Nam se deslizó en su interior. No hacia demasiados días que se habían acostado por última vez, así que su cuerpo todavía esperaba anhelante por Namjoon desde ese último encuentro.
Se encontraba totalmente ido y cada minuto parecía un segundo esfumándose entre el escaso aire que dejaban sus cuerpos, el uno junto al otro. Jin maldijo en silencio cuando su pareja introdujo otro dedo más unos minutos después. Y todo por aquel bendito adorno que se le había ocurrido comprar en Puerto Real. Si hubiese sabido que a Namjoon le iba a obsesionar así, hubiese comprado más.
Intentó ahogar los gritos que salieron de su boca cuando fue consciente de que la mano de Namjoon que no se encontraba masajeando su interior, se encontraba bombeando su propio miembro despreocupadamente y pudo contemplar por el rabillo del ojo, como su pareja se estaba preparando para darlo todo en ese tórrido encuentro.
Aquella postura era sucia, animal y en ese momento, correspondía totalmente con el ardiente calor en la zona baja de su cuerpo. Nunca lo habían hecho así y menos en una zona tan pública del barco como era la cocina donde en cualquier momento podían ser descubiertos, pero justamente por esa razón, Kim Seokjin se encontraba sucumbiendo a sus más oscuros deseos, en ese momento y en ese lugar.
Sentía los dedos de su pareja en constante movimiento para prepararlo. El placer de ese simple gesto era tan fuerte que incluso su cuerpo amenazaba con dejarse ir y terminar todo antes de tiempo.
-Nam-gimoteó. -No aguantaré mucho más si sigues así-añadió en una débil súplica aplacada por el ardor intenso de todo su cuerpo.
-Vale, relájate-pidió Namjoon con un profundo suspiro. Jin asintió y agarró con fuerza los bordes de la mesa, preparándose como le había pedido el pirata.
Todo fue muy rápido en ese momento, apenas pudo sentir a Nam posicionarse en su entrada, cuando de un solo embiste, el pirata se introdujo en su interior estirándolo por completo.
Siseó ante la ruda intromisión y sintió cómo su pecho, ya sucio por la harina que había utilizado para cocinar, se pegaba aún más a la encimera. La mano de Nam abandonó un momento su cadera y se trasladó a su mejilla.
-Perdóname-musitó el menor. Jin negó con la cabeza lentamente mientras volvía a respirar.
-No, me ha gustado, sigue-pidió Seokjin buscando su mirada por encima del hombro.
Namjoon gruñó contra la piel de su cuello y volvió a embestir contra aquel delicado cuerpo. Jin gimió y una de sus manos viajó hasta su boca para aplacar los sonidos obscenos que salían de ella en ese momento. A su espalda, el pirata volvió a soltar el agarre de su cadera y aprisionó su mano para retirarla de sus labios. Con delicadeza la llevó a la mesa y apoyó la mano de Jin bajo la suya.
-No te tapes, quiero que disfrutes plenamente de este momento-indicó Nam acariciando el dorso de la mano. La mejillas del mayor enrojecieron y sus gemidos se hicieron más sonoros cuando el pirata volvió a arremeter contra su cuerpo.
-Ah, Nam...más-suplicó Jin desesperado. El aludido volvió a acariciar su pelo.
-No quiero hacerte daño, estoy intentando controlarme-murmuró con esfuerzo.
-Lo se, pero puedes seguir, estoy bien, de verdad-aseguró el mayor. Su pareja siseó ante aquella invitación.
-Vale-contestó únicamente. Llevó las manos a sus hombros y se dispuso a seguir dando placer a sus cuerpos. Con un fuerte movimiento de cadera volvió a clavarse de nuevo en el cálido cuerpo de Seokjin que gritó de placer. Este sintió como la madera de la superficie donde lo tenía aprisionado, se clavaba contra las palmas de sus manos.
Durante largos minutos Namjoon se dedicó a complacer a aquel hombre y complacerse a si mismo sin dejar de hablarse en susurros demasiado húmedos que aumentaban la excitación entre ellos. El temor de Seokjin a ser descubiertos lo hacía todo mucho más caliente en aquella pequeña cocina y a la vez la sensación de estar haciendo algo indebido y la vergüenza de pensar que si alguien abría esa puerta lo vería en total exposición sobre esa mesa y bajo el cuerpo dominante de su pareja, lo estaban volviendo loco.
-Nam, sigue, ya casi llego-musitó.
Y tal como lo había dicho, su amado pirata se recolocó atrayendo su cuerpo más hacia el suyo propio y dejó que su cuerpo colmase de una lluvia de embestidas certeras a Seokjin que se sintió como si cayese en picado por un precipicio hasta alcanzar la cumbre de su clímax. En ese momento Namjoon apretó un poco más el ritmo de sus actos y Seokjin, permaneció jadeando agotado sobre la mesa mientras intentaba recuperar el aliento.
Con un par de embestidas más, escuchó a su pareja jadear a su espalda abandonándose a su propio orgasmo. Con un profundo suspiro y sin salir de su cuerpo, Namjoon lo abrazó fuerte contra su pecho dejando delicados besos en la base de su cuello y su espalda. Entonces se sintieron por completo. La espesura del pelo de Seokjin ligeramente largo por los meses en altamar hizo cosquillas en la nariz de Namjoon que sonrió ligeramente contra su curtida espalda. Y Jin, pudo sentir la pesadez del musculoso cuerpo de Nam que seguía ligeramente duro en su interior.
-Si sigues poniéndote este tipo de adornos, vas a volverme loco, Jinnie-admitió Namjoon respirando agitadamente. El mayor sonrió orgulloso mientras entrelazaba una de sus manos con la de su pareja y dejaba un beso en su palma.
-Si este es el resultado, lo llevaré a diario-volvió a coquetear Seokjin con una sonrisa.
-¿Te ha gustado?-preguntó el pirata sonriendo también.
-Más de lo que me gustaría admitir, aunque ahora que lo pienso, no se como voy a mirar a la cara a la tripulación mañana-contestó risueño. Namjoon lo acompañó con una risa gruesa. Salió de su interior y le ayudó a colocarse la ropa de nuevo.
-No dirán nada si no quieren irse a nadar- contestó este colocando también su propia ropa. Cuando ambos estuvieron vestidos. Jin se inclinó sobre la punta de sus zapatos y dejó un pequeño beso en su boca.
Habían tenido cientos de noches de pasión juntos, y de mañanas, de tardes, incluso de mediodías, pero para Seokjin, el momento tras el clímax, cuando Namjoon lo abrazaba contra su cuerpo y podía sentir por fin la relajación tras la tempestad, se había convertido en su favorito. Sus cuerpos, agotados por el sexo se refugiaban en el del otro, tan diferentes y complementarios que se volvían perfectos.
Esa misma noche, a duras penas consiguieron llegar hasta el camarote que compartían desde que habían comenzado su relacion, volvieron a quitarse la ropa como animales y volvieron a entregarse carnalmente sin reprimir ningún tipo de sonido que saliese de sus bocas. Después, casi desfallecidos, con los músculos casi agarrotados por la tensión de sus encuentros y con dos enormes sonrisas en los labios, ambos se dejaron transportar con facilidad al hermoso mundo de los sueños.
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Hola a todos :)
Bueno, como estamos...hace calor por aquí...
En fin, me paso rapido a dejaros este capitulito por aquí y nada, me imagino que sabéis quien es el chiquito de pelo malva que hemos rescatado. ¿Sobrevivirá? Jin lo va a hacer todo para que así sea, confiamos en él.
Por otro lado el Yoonmin...madre de dios, que tensión con estos dos...pronto estaremos viendo más escenas de ellos, pero estos capítulos son necesarios para la trama.
Por último comentaros, como ya sabeis lo mucho que me cuesta escribir escenas más explicitas, pero bueno,lo he intentado y espero de corazón que os haya gustado.
Nos leemos en el siguiente.
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