Capítulo 6
Jungkook suspiró, tocando como por décima vez la habitación del rubio. Luego de que Jimin prácticamente lo echara de su casa, se marchó tal y como el mayor le había pedido, sin embargo, apenas y había salido del gran jardín cuando se vio a sí mismo dando media vuelta para volver a la mansión Park.
No sabía si en verdad se había pasado con sus palabras o Jimin solo se estaba haciendo el dolido para que se sintiera culpable, cualquiera que fuera, ahora se encontraba frente a la habitación del chico, casi rogándole para que abriera la puerta.
Quería convencerse de que solo lo hacía por el dichoso trabajo que debían entregar al día siguiente, porque de otra forma, estaría aceptando que Park Jimin tenía algún tipo de influencia sobre su persona, y esa era una realidad que él no estaba dispuesto ni preparado para aceptar.
Al menos no todavía.
—¿Seguirás ignorándome? Me excedí un poco, lo siento ¿sí?
La puerta se abrió segundos después, el mayor mostrándose completamente serio, con el ceño fruncido y los brazos cruzados a la altura de su pecho.
—Que conste que solo te dejo entrar porque no pienso hacer yo solo el trabajo —profirió, haciéndose a un lado para dejar pasar al castaño.
—Bien, aunque ya te dije que lo siento, es que tú...sinceramente me sacas de quicio.
Observó curioso la habitación de Park, quedando sorprendido con lo organizado y pulcro que se veía todo.
El lugar era grande, podía jurar que incluso era más amplio que la sala de estar de su casa. Pegada a la pared, en el centro del cuarto, estaba una cama matrimonial cubierta por un edredón azul brillante. Un dosel moderno se alzaba majestuoso sobre esta, siendo una estructura minimalista de metal negro con líneas limpias y un diseño aerodinámico que parece flotar en el aire. Sosteniendo cortinas azules de un tono profundo.
En una esquina se podía observar un escritorio de tamaño mediano, con una computadora y un par de libros encima. Del lado contrario habían un par de muebles de color grisáceo con una mesita pequeña a juego, y justo frente a un gran televisor que estaba pegado a la pared.
Y como todo joven, no podían faltar los pósters de idols, deportistas e incluso de películas regados por toda la pared.
—Debo admitirlo, tienes buen gusto —comentó, sentándose en el escritorio y dejando su mochila en el suelo.
Park asintió con una sonrisa ladina y acto seguido, se tiró a la cama, apoyando su espalda en el cabecero. Jungkook enarcó una ceja, confundido por la manera en la que lo miraba el contrario.
—Deberíamos iniciar ya con el trabajo.
—Relajate un poco, Jungkookie —dijo recostándose completamente en la cama.
—Jimin, levántate ahora, no vine aquí para perder el tiempo contigo —reprochó, secando un par de libros y hojas de su mochila.
—Si consigues sacarme de aquí haré el trabajo yo solo, puedes jugar o ver algo en la televisión mientras lo termino —retó, recibiendo una mirada de ojos entrecerrados del castaño—. Es una buena oferta, no tendrás que hacer nada y alcanzarás la nota máxima.
Jungkook se lo pensó por un segundo, considerando bastante buena la oferta. O sea, solo debía darle un empujón a Jimin y tumbarlo de la cama, luego podría invertir el tiempo que el rubio tardara en hacer el trabajo en adelantar un poco de su canción. El concurso de talentos en el que quería participar se llevaría a cabo en menos de tres semanas y la necesitaba lista para ese entonces.
—No puedes retractarte, Park Jimin.
Caminó hasta la cama, parándose frente al más bajo con una sonrisa de superioridad. Sin embargo, antes de poder hacer algún movimiento, Jimin lo tomó de ambos brazos, halándolo para que cayera encima de su cuerpo. El castaño lo miró con los ojos exageradamente abiertos, mientras él disimuladamente apresaba su cintura para mantenerlo pegado a su anatomía.
—¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame!
Jimin solo sonrió torcidamente, y se dio la vuelta haciendo que Jungkook quedara debajo de su cuerpo. El mencionado comenzó a golpearlo con ambos brazos en el pecho para que se alejara, por lo que sujetó ambas manos con fuerza por encima de su cabeza.
«¿De dónde este umpa lumpa saca tanta fuerza?», se preguntó mentalmente Jeon al ver que era incapaz de moverse.
—Voy a dejarte irreconocible cuando me sueltes —gruñó, pareciéndole estúpidamente atractiva esa sonrisa ladina en los labios abultados del rubio.
Sin decir nada más, Park simplemente cerró la distancia entre sus rostros, moviendo sus labios en un vaivén lento sobre los del contrario. Jungkook batalló los primeros segundos, pero finalmente, y justo como ya había hecho anteriormente, se dejó llevar, disfrutando de las descargas eléctricas que recorrían su cuerpo y erizaban su piel.
¿De qué servía seguir negándolo? Si cada vez que estaba en esa situación terminaba disfrutando como nunca antes. En su top diez de besos, Jimin ocupaba el primer lugar si ningún tipo de dudas. Y no era solo por su forma tan experimentada de mover sus labios, sino por las miles de sensaciones que atacaban su cuerpo y la manera tan rápida en la que este reaccionaba a él.
Jimin notó como el más alto le correspondió el beso, aguantándose una sonrisa de suficiencia pues no estaba dispuesto a separar sus belfos de los contrarios. Introdujo su lengua, saboreando por completo la cavidad bucal del chico, sintiendo un leve sabor a chicle de cereza. Sus manos levantaron con cautela la camisa del castaño, dejando caricias con la yema de sus dedos en la piel blanca e impoluta de la fina cintura del chico. Lo que menos quería era que este se asustara como había hecho varias veces antes y terminara marchándose.
—Admite de una vez que te encantan mis besos, Jungkookie —profirió, observando sus labios rojizos y brillantes por sus besos. El pecho de Jungkook bajaba y subía agitadamente, acompañando el compás rápido de su corazón en el interior de su pecho.
—Sólo bésame, antes de que me arrepienta de esto —espetó, llevando sus manos a la parte trasera del cuello del rubio y atrayéndolo para besarlo una vez más.
No entendía que sucedía con él, se había prometido a sí mismo que no volvería a hablar con Jimin y ahí estaba, besándolo como si el mundo fuera a acabarse mañana. Los labios del baloncestista se deslizaron a su cuello, succionando levemente y dejando un par de mordidas suaves. Agradecía que Park fuera consciente de que no debía dejar ningún tipo de marcas.
—No sabes como me encanta tenerte así, Jungkook, te ves tan sexy con tus labios hinchados por mis besos —dijo mientras seguía descendiendo, desabrochando su camisa lo suficiente como para dejar expuestos sus endurecidos pezones.
El mencionado tragó saliva nervioso, no tenía idea de hasta donde era capaz de llegar en ese momento en el que la calentura era más fuerte que su parte racional. Solo deseaba un alivio para el bulto que comenzaba a formarse en sus pantalones, y que estaba más que seguro que el chico había notado ya.
Los labios del más bajo se cerraron alrededor de sus pezones, erizando su piel y haciéndolo arquear la espalda soltando un fuerte jadeo cuando los lamió deliciosamente lento. Los ojos acaramelados de Jimin no se separaban de los suyos, admirando el desastre que se estaba volviendo gracias a sus acciones.
Después de unos segundos siguió bajando mientras dejaba un reguero de besos por todo su abdomen, deteniéndose al llegar a la cremallera de su pantalón. Alzó la mirada, con los ojos brillosos por la lujuria y una sonrisa coqueta estirando sus comisuras.
—¿Se siente bien, Kookie? —murmuró con voz grave, bajando con lentitud sus pantalones junto a la ropa interior; y el escalofrío que le causó esa sensación de deja vu que le atravesó el cuerpo lo hizo suspirar. Estaba ansioso, lo que días atrás solo había sido un sueño estaba a punto de volverse realidad, y mentiría si dijera que no estaba desesperado porque Jimin tomara de una vez su miembro en su boca.
—Hazlo ya, por favor —rogó con los ojos acuosos, aún un poco incrédulo por la capacidad que tenía el rubio de ponerlo de tal manera. Soltó un gemido agudo cuando la lengua experta del contrario se deslizó por toda su extensión, aumentando su desesperación.
—No te preocupes, lo vas a amar tanto que no dudarás en buscarme para repetirlo —y eso fue lo último que dijo antes de tomar todo su miembro en su boca, haciéndolo echar su cabeza hacia atrás con fuerza, mientras arqueaba la espalda y apretaba las sábanas azules entre sus puños.
[...]
Estaba indeciso todavía y su mente parecía estar a bordo de un barco mientras en el mar se desataba la peor de las tormentas. Miró la puerta color caoba frente a él, y llenándose de valor finalmente dio un par de toques. Quien abrió fue una mujer de baja estatura, delgada, con el cabello negro y piel pálida.
Ya entendía a quien había salido así su amigo.
—Buenas noches —se inclinó un poco, haciendo una reverencia—. Soy amigo de su hijo, me llamo Jeon Jungkook.
—¡Oh! ¡Así qué tú eres Jungkook! —exclamó sorprendida, llevando una mano a su boca—. Yoon siempre me dice que si tiene un amigo cuando le pregunto, pero a decir verdad, no le creía. Mi pequeño puede llegar a ser un poco apático.
El chico la miró con una sonrisa incómoda mientras esperaba a que le invitara a entrar. En otra ocasión tal vez habría actuado más sociable, pero en esos momentos no tenía cabeza para ello.
—¡Qué maleducada soy! ¡Pasa, pasa, Yoon está con Hoseoki en su habitación! —exclamó contenta, haciéndose a un lado y señalándole las escaleras para que subiera por el mismo hasta el segundo piso, donde se encontraban las habitaciones.
—Gracias.
Dijo en un murmuro, siguiendo las indicaciones de la mujer hasta llegar a una puerta que tenía un gran cartel con las palabras "Propiedad privada, prohibido entrar" en color rojo. Soltó una risita, pensando en que algo como eso era típico de su amigo.
Abrió la puerta, cerrándola al instante cuando observó la situación en la que se encontraban ambos chicos dentro. Ambos estaban en la cama, Hoseok sentado en el regazo de Yoongi mientras movía sus caderas en un vaivén lento y no dejaban de besarse.
«¡Eso me pasa por no tocar!», se recriminó a sí mismo.
—Jungkook, pasa de una vez —la voz algo fastidiada del pelimenta se hizo escuchar.
Al entrar los encontró sentados en la cama, uno junto al otro. Miró la habitación de esquina a esquina, llegando a la conclusión de que Min probablemente era líder de alguna secta extraña. Las paredes eran grises, con cortinas negras tapando las ventanas. En las paredes habían unas cuantas hojas pegadas de lo que parecían ser letras de canciones, sin ningún póster o algún cartel que le diera un poco de color.
—Lamento haberlos interrumpido, tu mamá me dijo que podía subir —se disculpó.
—Ya que —se encogió de hombros, restándole importancia—. Es la primera vez que vienes a mi casa así de repente, supongo que algo grande sucedió ¿o es porque no te he ayudado con la canción?
—N-no es eso...yo umhh —llevó una mano a su nuca, bajando la cabeza avergonzado.
—Entiendo —Hoseok se puso de pie—, iré a ayudar a tu madre con la cena.
Le dio un beso antes de dirigirse a la puerta, dejando a los dos amigos a solas. Jungkook no lo había dicho, pero en su rostro se notaba que quería hablar de algo delicado y que él no estaba incluido en la conversación. A fin de cuentas solo había hablado un par de veces con el chico, y solo por su novio.
—¿Te quedas a cenar? —le preguntó, pero el castaño negó con la cabeza—. Siéntate Jungkook, no estás de guardia.
—Yoongi-ssi, gracias, pero yo ya comí algo en casa de Jimin —musitó tomando asiento cerca de un pequeño escritorio lleno de libros.
—¿En la casa de Jimin? —cuestionó atónito, viendo al castaño asentir tímidamente.
—Sí, su sirvienta hizo... ummh, unos sándwiches de jamón y queso —balbuceó vagamente, jugueteando con sus manos debido a los nervios—. Pero no vine a hablar de eso.
—¡Di de una vez a que viniste! Estás dándole vueltas y vueltas al asunto, ya me tienes ansioso.
—¡Jimin me hizo una felación! —exclamó con los ojos apretados y las manos hechas puños.
—¿Por eso estabas tan nervioso? —se rió, burlándose de la cara de niño regañado que puso Jeon—. ¿Qué tiene de malo?
—¡Qué me gustó! Eso tiene de malo.
Su mente era un caos, necesitaba desahogarse ¿y quién mejor para hacerlo que su amigo, el cual mantiene una relación con otro chico? Estaba seguro de que Yoongi sabría que decirle para que se sintiera mejor.
—Escucha, ya sé que tus padres son homofóbicos, pero lo que hiciste no está mal. Si te sentiste a gusto es porque tu forma de pensar está cambiando, y tus sentimientos también. Si te gusta Jimin... mi único consejo es que sigas adelante, no dejes que las opiniones de los demás influencien tu forma de vivir.
—Pero tengo miedo...
—Eres valiente Jungkook, es momento de que dejes de pensar en ser el orgullo de tus padres y comiences a pensar más en ti mismo —puso una mano en el hombro del castaño—. Es tú desición.
—Gracias, Yoongi, creo que necesitaba que alguien me dijera estas palabras —tomando por sorpresa al pelimenta, Jeon terminó abrazándolo, complemente agradecido por haberlo escuchado y aconsejado.
Tal vez, solo tal vez, debería hablar con Jimin sinceramente acerca de lo que estaba comenzando a experimentar.
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