A principios de julio, en un día soleado; los sollozos de Margarita podían escucharse por toda la casa ¿la razón? pues ella lloraba por amor, un amor de cuatro años que se había desvanecido la noche anterior; cuando su novio Eren, terminó con ella sin explicación alguna, dejándola postrada en el suelo.

Él al momento de su partida, se sintió impotente y con deseos de consolarla, pero sin embargo, algo le impidió realizar dicha acción. Sus padres, los cuales jamás la aceptaron y siempre la miraban con desagrado; haciéndole ver a su hijo su incomodidad por haber elegido a una compañera que no contaba con los “estándares” que ellos y la sociedad misma estipulaban.

Margarita una chica soñadora, blanca y equipada con unas libras de más. No era la envidia de todas las mujeres, tampoco era muy alta, rubia pero no natural y lo más importante que poseía era un corazón relleno de calidez y bondad, que a pesar de haber sufrido bullying, eso no la detuvo para encontrar el amor, por el cual sus lágrimas brotaban a cántaros en el piso del apartamento.

Han pasado dos años de ese triste acontecimiento. Margarita ésta como todas las mañanas antes de irse a trabajar, regando las margaritas que Eren le regaló hace mucho tiempo, por su aniversario; que en aquel entonces solo eran pequeñas semillas sin germinar.

Al salir de su apartamento, se dirigió al restaurante donde era la chef principal, puesto que con años de esfuerzo se había ganado. El día empezó, y curiosamente era una mañana de julio, la misma época en que el castaño dejó a su amada en contra de su voluntad, y donde ella se marchitó por unos largos meses hasta su recuperación.

La melancolía de la rubia se hizo notar; pues unas lágrimas comenzaron a dejar sus ojos y no era por la cebolla que cortaba, era más por el sentimiento de anhelo de querer ver a Eren y besarlo.

Algunos de sus compañeros de trabajo la miraron afligidos por la tristeza que irradiaba, pero ninguno se atrevió a preguntarle el motivo, pues ya todos sabían quien era el portador de sus lamentos.

Después de un agotador día de trabajo desde la mañana a la noche, la rubia caminó hacia su departamento.

—Buenas noches flor —habló una voz que ella reconoció al instante. Su exnovio Eren.

—¿Tú qué haces aquí? ¿Cómo entraste a mi casa? —preguntó ella lanzando el bolso que tenía hacia él, asombrada e indignada.

Solo hizo falta un movimiento, un cálido estampado de labios para silenciar la boca de Margarita; sus mejillas estaban ardiendo y su expresión indignada y gruñona se esfumó como por arte de magia, aunque duro varios minutos resistendo, sus sentimientos no la traicionaban, ella aún lo amaba, lo deseaba.

—¿Me darías otra oportunidad? —preguntó reteniendo a la rubia  en sus brazos.

—¿El beso no fue suficiente respuesta? —interrogó ella sonrojada.

Y así él terminó quedándose con Margarita, su flor. La chica que dos veces robó su corazón.

Fin.