
Capítulo 9
LEVIATÁN
«¿Quién era ella en realidad?»
No sé qué carajo's tiene esa niña que la hace tan especial, como para NO querer apartar los ojos de su vida.
Digo, no es tan bonita, no es tan atractiva, no es tan delgada, no tiene una cara tan simpática o madura para una muchacha de su edad. Es un poco aniñada para tener veintiún años. Y esa ropa holgada oculta sus preciosas curvas. Y de verdad tiene unas nalgas espectaculares, no lo dije sólo para molestarla. Bueno, sí al principio, pero después de ver más de cerca ese culito respingón y llenito que tiene, el «chula» le quedó perfecto a su figura y a su cara de niña consentida. Tiene el pelo demasiado largo y lacio para mi gusto. Lo único especial en esa chica son sus ojos, azules como el cielo mismo. Y se nota a leguas que es una mujer exigente y tediosa. Lo pude comprobar hurgando entre sus cosas, y leyendo su especie de diario de su maleta. Su escritura es demasiado femenina, pero también muy interesante.
Esa pequeña libreta rosa es más que un diario. Tiene escrito sus pensamientos y relatos de su vida que son memorias dignas de leer.
No pude evitar leer sus palabras, sentirme atraído por ellas. Era impresionante. Su manera de pensar es un secreto que mantiene oculto en su maleta. Es algo que no ocurre con frecuencia.
Quizás, sea su carácter furtivo lo que me tiene tan interesado.
«Hum...»
No.
Es su cuerpo lo que me tiene así. Quiero probarla, besarle cada centímetro de la piel, y... cuando se sienta aventurera —tal vez—, meter mi polla dentro de su culo. Y... esa boquita que tiene también me motiva a...
—Oye, Levi, ¿te gusta la música? —me pregunta su molesta prima, cuyo nombre no recuerdo.
—No mucho —respondo.
No le presto demasiada atención a lo que me dice después de mi respuesta, porque, de nuevo, vuelvo a caer y a posar mis ojos en ella, en esa chica de locuras y demonios internos que tanto me atraen.
Sí, es su pasado, presente y futuro de tormentos los que me tienen tan fascinados.
Es un pajarito enjaulado.
—Lilith, ¿qué tal está tu caldo de verduras? —le pregunta su tía Noemí.
—Bien, muy rico. Gracias, tía, está delicioso.
Les pregunta lo mismo a todas, y responden lo mismo excepto... ¿Sandra? Creo que ese es su nombre.
—Pues para mi gusto tiene muchas papas tu caldo de verduras, tía... Pero sí, está muy bueno.
La curiosidad mató al gato.
—¿No te gustan las papas, prima? —le preguntan.
—No, porque engordan.
—¿Engordan?
—Y empanzan. Por eso no como papas o cualquier otra caloría en el plato.
—¿Tampoco zanahorias?
—No, esas te dejan con una grasa que se almacena en tu estómago. Te engorda. Igual las tortillas y el pan.
—O sea... ¿Este caldo tiene calorías?
—Sí, demasiadas, por eso yo no me voy a comer todo, sólo una pequeña porción. Quiero ser delgada y bonita, por eso me cuido ahora, para no sufrir de imperfecciones en un futuro. Nadie te quiere cuando eres fea y gorda. A lo mínimo que llegas es a simpática o agradable para catalogar entre la sociedad, y eso es deprimente.
Pongo los ojos en blanco ante tanta pendejada dicha en la mesa, y sólo el estúpido de mi hermano lo nota.
«¿Qué?»
Le lanzo una mirada de "¿Qué carajo's te importa lo que haga, imbécil de mierda?". Él sabe que no soporto a las chicas que piensan que comer es una enfermedad diagnóstica por otras muchachas aún más estúpidas que ellas.
Me enervan las chicas que hablan de sus cuerpos y los complejos que tienen. O las que te preguntan si te ves bien con este vestido o si hiciste bien al comprarte ropa talla cero.
De verdad, es algo que no tolero.
Y..., como yo lo veo, tampoco señorita perfección. Hasta el sabor escapa de su boca, cuando se ve obligada a escuchar las mismas tonterías que todos en la mesa.
Pero..., y cómo ya me voy dando cuenta, esta chica no es de las que soporte tanta mierda sin quedarse callada.
A fuerza tiene que decir algo.
Y eso es algo que me complace. Me complace mucho.
Termina de masticar con una calma..., y se limpia la boca con una servilleta antes de hablar. Se ve como una madre de los años cincuenta con esa actitud pasivo agresiva.
Parece que está actuando para interpretar a la puta ama de una película de Martin Scorsese.
—¿No van a terminar de comer su caldo de verduras? —les pregunta a sus sobrinas.
—No, porque engordan —le responde.
Asiente en silencio, pero sus ojos me dicen que no planea dejarlo hasta aquí con esa respuesta. Me pregunto, ¿qué estará pensando esa cabecita perfumada que tiene?
—¿Saben que son los antioxidantes? —les pregunta.
Ambas niñas niegan con la cabeza, poniendo muecas típicas de niños confundidos a su edad. Los niños copian todo lo que haces. Son muy moldeables, fáciles de manipular.
—¿No?... Bueno, y ¿el potasio? ¿Conocen el potasio? —Vuelven a negar con la cabeza—. ¿No?, bueno... ¿Saben que es lo bueno de comer un caldo de verduras como éste, como el que hicieron a un lado después de tanto aprecio invertido en preparación por tía Noemí?... ¿No? Bueno..., lo bueno de comer un caldo de verduras es que tiene antioxidantes, potasio y ricos nutrientes que le ayudan a tu cuerpo a mantenerte fuerte y alerta. Y lo bueno de los antioxidantes es que evitan que te arrugues como una pasa. Te ayudan a tener una piel libre de células muertas —dice, señalando esos bonitos y llenitos cachetes que tiene—. Y mejora la salud en general de tu cuerpo.
—¿En serio? —se sorprenden.
—Sí, y lo bueno de comer un caldo de verduras, es que tiene mucho de eso. Porque tiene papa y zanahoria ricas en nutrientes. La papa tiene antioxidantes. Y la zanahoria tiene fósforo y potasio. La zanahoria te ayuda mantener una mente abierta, y mejora tu visión.
La observo en silencio, inspeccionando hasta el más pulcro de su cabellos, viéndola como un idiota que tiene que sonreír en silencio, para liberar esa sed y ese hambre que siente cuando la mira, cuando mira a esta niña de carita inocente y cuerpo y piel de una cualquiera con dignidad.
¿Cómo puede una mujer ser una puta y, aun así, tener dignidad? Pregúntenle a mi madre, y verán de lo que estoy hablando.
Luisa Peña es experta en el arte de la manipulación y la hipocresía. Ella me enseñó todo lo que sé de las mujeres.
Puede hacerte pasar un buen rato, puede decirte lo que quieras y puedes pedirle lo que se te plazca. Puede fingir que te ama y hasta mostrar falso apego hacia tu familia. Sabe cómo sonreír sin ser una maldita y vil serpiente. Y puede hasta ponerte a dudar de tu propia vida con una mentira piadosa.
Ella sabe cómo hacerte sentir una puta mierda.
Pero esta chica no. Esta princesita de largo cabello, como Rapunzel, no. Aunque tratara de sonar fría o calculadora, no podría ser una persona cruel por más que lo intentara. Es una dulzura, pero sin imitar voces de animalitos o serlo a propósito.
—Entonces..., ¿no engordan? —Señala el plato.
—Lo único que engorda es la ignorancia —les responde Débora. No me cae relativamente mal o bien, para decir que es una buena espina en tu zapato. Pero..., sigue habiendo algo que no termina de agradarme en ella.
Tal vez sea porque todo en ella grita desesperación, o, porque apesta a mi obsesivo hermano (que vendría siendo el mismo resultado). Se nota que su "amiga" quiere más de él, del buen Leo. Él no me engaña, sé cómo actúa una de sus chicas cuando no les da lo que ellas quieren. Sé cómo actúan cuando les dice que terminó de cogerlas.
Esa estúpida grita con desesperación que quiere su pené dentro de ella, y mi hermano ni en cuenta.
Por eso, al fin se animó a traer a ese imbécil a su casa, cree que una tarde con ella le darán ganas de meterle la polla en la boca o entre sus piernas.
«Estúpida.»
No se da cuenta de que mi hermanito querido sólo tiene ojos para...
—Claro que no —dice—. La comida no engorda, sólo cuando te excedes. No te excedas, eso es todo. Todo tiene un balance.
—Todo con moderación —le apoya el mandilón de Leo. Él y yo compartimos unas miradas, que... ya son costumbre entre nosotros.
Nos conocemos desde hace años, sé cuando le interesa o se obsesiona con algo o... alguien.
—No puedes sentirte culpable por algo tan estúpido cómo creer que eres fea o gorda. Si la gente se preocupara por eso la mayor parte del tiempo, entonces todos seríamos estéticamente perfectos. Y en mi opinión eso sería muy aburrido. No existiría la creatividad o historias sorprendentes que impulsan a otras a convertirse en algo extraordinario. Mejor disfruta de todo ahora que eres joven y puedes, porque cuando creces no tienes esos lujos.
Estoy de acuerdo.
Noto los ojos en blanco de casi todas sus primas cuando termina de hablar.
Como le hagan otra cara esas hijas de puta...
—¿Por eso tú eres tan bonita, prima?
Sandra se atraganta con una carcajada burlona, en cuanto la pregunta de su sobrina se hace presente.
«¿Se cree demasiado esa puta sin tetas y nalgas?» A estado hablándome sin parar por horas, y aún no me siento intrigando.
Como si esa mujerzuela fuera para tanto.
No sé por qué Lili no quiso responder a su pregunta, pero estoy seguro de que usó la religión como excusa para sentirse culpable. Eso hacen las personas que son devotas a servir como si fueran ovejas de rebaño.
Mi hermana fue una de ellas hasta que la culpa hizo que se suicidara.
—Bueno..., contéstame una cosa, ¿quieres tener arrugas cuando cumplas dieciocho años? —le pregunta.
—No.
—¿Y tú, Val?
—No.
—Bueno, entonces a comer nuestro caldito de verduras. Hay que acabarnos todo lo que nos sirvieron en el plato —dijo mientras sus cómplices y ella saborean sus platos para animar a las pequeñas.
Un resoplido, molesto y burlón, se escucha en la mesa. Es Sandra.
—Se cree mucho, ¿verdad? Piensa que es la madre Teresa sólo porque es una falsa mojigata —masculla.
—¿Verdad que sí? —concuerda su hermana mayor.
Las escucho mientras continúan aventando mierdas y comentarios de pésimo gusto hacia su prima.
La miro entre tanta cosa dicha por esas dos putas y, descubro que mi querido hermano mayor (por tres meses), me observa como uno de los niños del maíz desde su asiento.
Mi mirada y la suya se conectan (como en los viejos tiempos, cuando nos divertíamos con Ana y sus amigas en la universidad), y se desvían para concentrarse en una sola cosa, en una sola persona...
Ah... Eso explica por qué dejó de cogerse a Débora. Lo conozco, y sé cuando mi hermanito querido tiene un gusto adquirido por otro ser humano. Debe estar probándome, a los dos, cuánto podemos aguantar sin nuestros trucos o dichosos juegos. Y, esta chica va a ser la que sufra las consecuencias, si no sabe manejar bien esta situación. Ya nos ha pasado con otras mujeres.
Es como si quisiera invitarme a intentarlo, como si no supiera ya que yo fui el primero que la vio, como si no supiera que empecé a jugar desde hace mucho tiempo con ella, con él, con esa estúpida, con todos en ésta mesa.
¿Cree que su falsa expresión va a detenerme?
A esta altura ya debió haber entendido que, me importa un carajo quien entra y quien sale primero, con tal de que ambos disfrutemos del placer que su cuerpo puede ofrecernos.
Pero... no me importaría quitarle la virginidad, si saben a lo que me refiero.
Ese curvilíneo y precioso cuerpo va a ser mío. Voy a hacer que me lo pida de rodillas, que la tome con dureza, que la haga mía una y otra y otra vez, incluso que la marque.
Esto será divertido.
Y más si ese pendejo piensa participar.
Ya me puedo imaginar la cara que pondrá, cuando me vea tomarla en la misma cama en la que él va a dormir.
— • — • — • — • — •
Holis holis
Oh por Saturno 🪐 Hay muchas vistas en los últimos días. Eso jamás me había pasado.
Sí, lo sé, suena deprimente ¿no? 😅
Bueno... ¡Estoy súper feliz por eso y se los agradezco!, quien quieran que sean 🤔
😄😃😃😃😃
Si desean que los salude o les dedique un capítulo háganmelo saber 😊♥️
Ah... Y díganme que opinan de Leviatán y Leonardo. Esos hermanastros usan máscaras o qué creen???
Y Débora la prima hermana de Lilith, qué piensan de ella???
Y de nuestra preciosa e inocente Lilith, nuestra «chula», qué opinan??
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro