Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

En ciertas ocasiones pienso, o más bien supongo que mi vida es algo aburrida. Siempre  hago lo mismo, del trabajo a casa, de casa al trabajo, hablo en ocasiones por las redes sociales con mis hermanos o con algunos amigos, después me enfrasco en mi trabajo. Exhalo. De acuerdo, esto se debe acabar, en cierta parte todos me aconsejan que salga de una vez de este luto. Y ya va siendo hora que vuelva a ser la que era. Llamo a Mandy para quedar en ir a un garito donde toca Roberto con su manda. Diríamos que no me apasiona la música heavy metal,  pero será mejor que estar encerrada en casa un sábado por la noche.

Una vez que llego al garito, miro para todos los lados buscando a Mandy, pero no consigo localizarla, de pronto alguien toca mi hombro.

―Hola Yasmina, gracias por venir.―Doy un pequeño respingo, es Roberto,  le saludo empezando hablar de lo que van a tocar esta noche. Al momento Roberto se marcha dejándome sola con mi bebida en la mano. El concierto empieza y Mandy no ha llegado, perfecto, y ahora qué hago sola.

Pues nada, decido irme hacia una mesa y sentarme para escuchar el concierto. Un hombre con melena larga de color azul sin camisa y con varios tatuajes en su cuerpo sale al escenario tocando su bajo. La gente se agolpa alzando sus manos gritando eufóricos.

Yo me mantengo sentada sin moverme viendo como la gente salta, grita las canciones, encienden sus mecheros al son de la música. Cuando acaba el concierto, Roberto viene hacia donde estoy yo.

―Yasmina te ha gustado el concierto, has visto como toco la batería.

―Sí, tocas muy bien y el concierto ha estado bien. Os felicito.―Vale, he mentido un poco, el muchacho no toca mal la batería, del concierto no me enterado a mí personalmente me daba la sensación que gritaban no cantaban, pero qué le iba a decir si el pobre estaba sudado y feliz. Tampoco iba a amargarle la noche por una crítica mía.

―¿Te apetece que vayamos a otro lugar?―Me pregunta Roberto casi gritando debido al ruido que había.

―Por mí perfecto.

Siguiendo a Roberto salimos a la calle, el aire fresco golpea mi rostro de un modo que me alivia algo, dentro hacia demasiada calor. Roberto se enciende su cigarro, me comenta que están grabando una maqueta para poder sacar un disco al mercado, de hecho ya comenzado a subir varias canciones por YouTube. De pronto escucho que alguien me llama, me giro, y siento como mi pulso comienza acelerarse, un pequeño golpe de nervios se agrupa en mi estómago. Observo que la persona que me ha llamado es César. ¿Pero qué demonios hace él aquí?

―Yasmina, ¿Qué tal estás, cuánto tiempo?―Dispuesto a darme dos besos, yo le hago la cobra retirándome con disimulo hacia atrás. El capta la indirecta y su sonrisa desaparece al momento. Mis ojos se entornan mirándole con ensañamiento.

―Bien César muchas gracias por preguntar.

―Veo que no estás sola.―Sus ojos van hacia mi amigo, yo por educación les presento. De nuevo su sonrisa con esos hoyuelos que tanto me gustaban cuando sonreía se marcan en su rostro dándole un pequeño toque más sexy. Maldito capullo, ¿porqué tiene que ser tan guapo?

―Bueno y qué te trae por aquí por la ciudad.

―He venido por trabajo, Yasmina debo irme, toma mi número de teléfono y llámame, necesito hablar contigo. Por favor, llámame.

Es lo último que me dice antes de irse mientras yo bajo la mirada mirando su número de teléfono. Agarro el papel y lo meto en mi bolso.

― ¿Un ex novio?―Me pregunta Roberto casi en un susurro.

―Sí. Pero venga vamos a tomarnos algo.―Me dirijo a Roberto con mi mejor sonrisa ocultando mi estado de histería. Caminamos hasta nuestros coches, durante el trayecto no dejo de pensar en César. No lo puedo negar, pero volverlo a ver me ha hecho ilusión, no ha cambiado nada, sigue tan guapo como antes. El problema es si ahora le doy la oportunidad de hablar o no.

Una vez que llegamos al lugar que me ha dicho Roberto, aparco mi coche. Entramos en la disco, admito que me gusta lo que veo. La música de salsa suena de fondo y varias parejas bailan en la pista. Me quedo alucinando viendo como bailan las parejas.

―Qué, ¿te animas?―Miro a Roberto a la vez que me extiende su mano para salir a bailar. No me lo pienso, lo agarro de su mano comenzando a bailar bachata. Desde luego somos un poco desastres, pero lo principal que me lo estoy pasando bien en compañía de Roberto. Un rato después vamos  a la barra para pedir nuestras bebidas, éste me presenta a unos amigos, son de Medellín (Colombia). Luis Alberto, Paula Andrea, Luz Marina y José Antonio. Empezamos hablar, de verdad son encantadores. De nuevo volvemos a la pista, yo bailo con José Antonio que se mueve bastante bien mientras yo parezco un pato mareado, entonces me percato que Roberto está bailando con Paula Andrea, no lo puedo distinguir bien por la poca luz, pero me da la sensación que algo le pasa. Al terminar la canción, le pregunto sin rodeos qué le ocurre. Él al principio no me dice nada, pero yo soy muy curiosa y le insisto. Al final me cuenta que está enamorado de Paula Andrea, pero ella tuvo que casarse con José Antonio, él fue quien la trajo al país, le arregló los papeles de residencia, y por agradecimiento y porque su familia le obligó tuvo que casarse a pesar de no quererlo. De hecho aún sigue enamorado de ella, a pesar que la tiene que olvidar. Lo abrazo susurrándole que lo siento. El hace una mueca de tristeza, lo entiendo por lo que está pasando, el estar enamorado de una persona es muy difícil de olvidarla, el dolor que se siente en el corazón es insoportable y aunque tratas de olvidarla, sigues ahí pensando en ella, te quedas atascada que no sabes para dónde tirar. Si para Roma o para Francia, el caso que ya a nada le encuentras sentido, echas de menos el calor de esa persona, sus caricias... intentas salir para intentar no recordarlo pero cuesta mucho continuar sin esa persona que tanto has querido.

Entrada la madrugada nos despedimos de nuestros amigos y marchamos hacia nuestras casas. Al entrar en mi piso, me encuentro algo descaminada, esta noche me lo he pasado muy bien, he conocido gente y aún mi tristeza sigue ahí. Y lo peor de todo que después de tantos años he vuelto a ver a César. No quiero llorar más, no deseo hacerlo pero me dejo llevar por un impulso y le mando un mensaje. Es corto, aun así espero que me explique su versión de los hechos. Como dice el dicho: Nunca es tarde si la dicha es buena.

A las cinco de la tarde me encontraba sentada en una terraza con vistas al mar. Daba pequeños sorbos a mi café, pensando en qué le diré a César cuando lo vea. Al verlo y tenerlo enfrente mía sentado, todo lo que tenía que decirle se me olvidó, me boca se seca al instante, un pequeño hormigueo comienza en mi estómago siguiendo por un pequeño temblor en mi cuerpo.

―Gracias por haber aceptado que volviéramos hablarnos.

―Vengo todos los domingos aquí, no me importa hablar un rato con un hombre que me lastimó tanto.

―Perdóname Yasmina, sé que mis disculpas pueden sonar a excusas, pero necesito explicarte porque te engañé.

―Ahora te animas a contarlo, después de años. Desde luego...no te entiendo, además no sé qué hago sentada tratando de escuchar una cosa que ya pasó.

―Espera un momento Yasmina, ¿Sabes porque me acostaba con Eva?

― ¿Sólo con Eva? ―Le pregunto haciendo amago de levantarme, pero su mano puesta en mi muñeca hace que pare y me vuelva a sentar. Sus ojos marrones están clavados en mí, incluso llego apreciar sinceridad.

―Entiendo que no perdones, pero debes saber que tú también tuviste algo de culpa.

― ¿Yo? Pero que me estás contando.

―Sí, acaso no te has preguntado qué tenía Eva que no tenías tú.

―No sé, como no sean las tetas que las tiene más grandes que yo. Otra cosa no me explico.

―A lo mejor porque es más atrevida que tú, no tiene ningún problema en decidirse a la jugar de jugar en el sexo y probar cosas diferentes. Cosa que eso nunca lo vi en ti. Tu siempre estabas pensando en estudiar, y casi ni me prestabas atención y cuando acabamos en la cama siempre lo mismo. Llegó un punto que ya todo lo veía igual, ¿me entiendes?

―Resumiendo César, que yo he sido...a ver como lo digo...como una muñeca hinchable, lo único que gemía. Pues sabes lo que te digo que si tanto te aburría yo no te obligué a estar conmigo, lo mejor que podías haber hecho es haber roto la relación y no dejar pasar el tiempo y ponerme los cuernos con la zorra de Eva.

―Yasmina, Eva solo ha sido sexo, y si, me equivoqué, lo siento. Pero también quiero que sepas que no hubo  día que no me arrepintiese de haberte dejado ir. Durante todo este tiempo no he podido dejar de pensar en ti, te amo Yasmina.

―Demasiado tarde ¿no?

―Comprendo que no me vas a dar una segunda oportunidad, pero por lo menos no me guardes rencor y seamos al menos amigos.

―No sé, me hiciste mucho daño, pero mira lo superé y ahora soy feliz con mi vida. (Eso no me lo creo ni yo)

De pronto se hace un silencio, nuestras miradas siguen fijas, incluso yo puedo notar hasta de bombear mi corazón más deprisa, no sé será de ira o porque aún extraño a este hombre del cual estuve enamorada y ahora me pide por lo menos ser amigos. Tomo un sorbo de café, el me acaricia mi mano, hace que eleve los ojos para volver a verlo. Ninguno de los dos habla, pero en ese momento las palabras sobran, tan solo un pequeño roce ha conseguido que la armadura que me puse anti-sufrimiento, se haya roto como un cristal. Me encuentro indefensa ante su mirada, arrinconada ante sus caricias y lo peor de todo que estoy expuesta de nuevo a dejarme llevar por él. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro