Capítulo 35
Después de aquella tarde, las cosas entre Kevin y yo cambiaron en cierto modo. Esa tirantez y frialdad en la manera de dirigirse hacia mí, cambiaron un poco. Kevin seguía con su expresión fría y con esa apariencia seria. De lo único que me alegro es de que las cosas entre nosotros vayan bien, y nos ayudemos en cierto modo.
Hoy me encontraba reunida con Anne y otro médico. Ambos me comentaban cosas referentes a mi progreso. En esas últimas semanas he puesto todo de mí misma para hacer los ejercicios bien y poco a poco ir plantando mis pies en el suelo para intentar dar unos pasos. A pesar de que me caigo, saco todo el coraje que hay dentro de mí para levantarme y volver a poner todo de mí para sacar fuerzas con el único miramiento de poder caminar algún día, y según el doctor Rafter, creo que voy por buen camino.
A última hora me dirigí hacia la sala donde se encontraba Kevin, quería darle las buenas noticias y ver como hace sus ejercicios.
De nuevo Kevin vuelve a sofocarse porque no ve resultados, se ve que pone todo su esfuerzos y le hecha ganas, pero los progresos son nulos. Avanza muy despacio, y eso lo va desesperando cada vez más.
Al verlo tan cabreado, me planteo si proponerle ir a tomar algo esa misma noche o mejor dejarlo para otro día. Tras meditarlo durante unos segundos, decido ir y preguntárselo.
—Kevin ¿Cómo te has ido hoy las sesiones?
—Fatal Yasmina, cada vez veo más lejana la posibilidad de volver a caminar.
—Bueno, ten paciencia, estoy segura que podrás caminar.
—¿y tú como lo llevas?
—Bueno según el doctor Rafter, me ha dicho que voy progresando bastante bien, por lo cual podré volver a caminar en unos meses.
—Qué bueno Yasmina, ven dame un abrazo no veas lo feliz que me hace escucharte decir eso.
—Kevin te apetece que vayamos esta noche a tomar algo. No sé...si quieres...
—Ey, claro que sí Yasmina. Además voy a llevarte a un lugar que podemos entrar con nuestras sillas y bailar, el dueño es amigo de mi hermano. Pásate por mi casa y merendamos antes que mi madre quiere conocerte.—Guiñándome un ojo Kevin se marcha para comenzar con sus ejercicios. Y yo me quedo mirándole con la boca abierta. ¿Qué su madre me quiere conocer? ¿Merendar? Pero este hombre está burlando de mí ¿o qué?
Pues no, Kevin no me había mentido en absoluto. A las siete de la tarde me encontraba en casa de Kevin tomando un café con su madre, que por cierto es una mujer muy alegre a pesar de haber enviudado muy joven y luchar para sacar a sus hijos adelante. Triana, es española como yo, y de Sevilla. Me alegré mucho de poder hablar con ella con ese cariño y dulzura como si nos conociéramos de toda la vida.
Al ver a Kevin, fruncí mi ceño interrogándole de por qué no me había dicho que hablaba español.
—¿Yo? Pero si yo no sabía que eras española.
—Mientes. Me escuchaste hablando con mi hermana. Mira que eres malo.
—Bueno un poco. En verdad yo nací en Sevilla pero vine a Los Angeles muy pequeño, hablo solo español con mi madre y hermanos, puesto que con mi acento me da miedo de equivocarme.
—Ya, tú lo que querías era enterarte de todo. Sigo pensando que eres mala persona.
Triana que nos observa riéndose, nos sirve más café antes de irse a preparar la cena.
Hacía tanto tiempo que no me sentía tan cómoda y como si estuviera en familia. Al rato llegaron los hermanos de Kevin, sus dos hermanos mellizos. Luisa y Mark. Al parecer el padre de Kevin era americano y se enamoró de su madre en unas vacaciones y desde el primer día surgió un amor a primera vista. Tiempo después se casaron y tuvieron cuatro hijos. Uno de ellos murió en un accidente. A pesar de todo lo malo que les ha ocurrido, se ven una familia muy unida. Y eso me alegra porque yo también me siento muy apegada a mis hermanos.
Después de cenar, me despedí de Triana en volver a pasar por su casa. Mark, Kevin y yo nos marchemos para una discoteca de un amigo suyo.
Dentro de la discoteca sentí como varias personas se quedaban mirándonos, en cierto modo a mí me incomodaba. Incluso tenía ganas de largarme de allí, pero al ver que Kevin ponía la silla cortándome el paso ofreciéndome una cerveza, dudé si irme o quedarme.
—Toma Yasmina, bebe esta noche vamos a celebrar tú recuperación. Y la próxima vez que vengamos tú ya podrás caminar.—Sus luceros brillaban más azulados. Tenía algo en su mirada que me hacía de ver más allá, no sabría cómo explicarlo. Lo único que podría decir que Kevin me hacía olvidar todo para sentirme cómoda y reír con sus idioteces.
Mientras yo me cuestionaba todo, él hacia como que no ocurría nada. Miraba las cosas desde otra expectativa a pesar de encontrarse en peor situación que la mía.
De acuerdo, ya estoy cansada de ser tan persistente ya es hora de olvidar todo y disfrutar con un buen amigo de una noche de juerga.
—Espera Kevin, creo que no es bueno que bebamos.
—¿Enserio? Tranquila Yasmina, que si nos emborrachamos fijo que nos caemos al suelo, al menos que vuelques la silla. Ahora ven vamos ahí a ese rincón y te presento más amigos y verás que bien nos lo vamos a pasar.
Dicho y hecho, Kevin me presentó a unos amigos suyos, entre ellos había otra chica que se llama Nicol, también estaba sentada en una silla de ruedas y devorando con la mirada a Kevin.
Durante todo el rato me lo pasaba bien, llevaba casi tres cervezas y no dejaba de reír, me lo estaba pasandomelo tan bien, hasta que de pronto giré mi cabeza y me topé con alguien familiar. Me restregué mis ojos para ver mejor. No, no podía ser. Isaac estaba allí de pie flirteando con una rubia, muy delgada para mi gusto. De pronto nuestras miradas se cruzaron. Ambos nos quedemos fijos mirándonos, como si no hubiera nadie más, tan solo él y yo. Mi corazón no tardó en latir fuerte comenzando a sentir el aleteo de mil mariposas dentro de mi estómago. Aun así él permanecía ahí de pie derecho sin moverse, una leve decepción se sumergió en mis ojos, de pronto notaba como mi garganta se hacía un nudo.
No entiendo por qué me tengo que poner así, tanto que al alzar mis ojos, tuve que encontrarme de nuevo con la imagen de Isaac besado aquella rubia sintiendo como me desmoronaba completamente. Agarré mi silla y me disculpé con Kevin y los demás poniendo como excusa que no me encontraba bien.
Tras de mí salió Kevin algo preocupado, tanto que alcanzó mi silla parándome en seco.
—Yasmina ¿qué te ocurre?
—Nada estoy bien, algo cansada. —Volví a mentirle aparentando que me encontraba perfectamente cuando en realidad me sentía como una mierda. Tenía ganas de llorar, pero no quería que Kevin me viese llorar. Agradecí que llegase el taxi para irme cuanto antes.
De nuevo encerrada en mi soledad, llorando como una idiota y todo por haber presenciado algo que ya debía saber. ¿Entonces porque me duele tanto el tener que haber visto a Isaac besando a otra mujer?
Al día siguiente tenía los ojos como los búhos. Mi ánimo había desaparecido y todo por una tontería. Una tontería que me destrozaba tan despacio que me veía incapaz de taponar esa herida que se estaba haciendo cada vez mayor. Debería haber cicatrizado esa herida y al parecer está ahí tan presente como mis recuerdos y ese amor que creí haber podido olvidar. Y tan sólo ha bastado en verlo de nuevo para volver a caer en mi abismo.
Durante mis sesiones con Anne, apenas podía prestar atención, mis ojos miraban hacia la nada y aunque mi cuerpo estuviera allí mi mente estaba volviendo a recordar lo mágicos momentos que pasé junto a Isaac.
Como una zombi empujaba mi silla hasta que alguien se puso en mitad de mi camino.
—Qué, aún sigues sintiéndome mal.
—Kevin, déjame necesito estar sola.
—Tú lo que necesitas es que te formateen la cabeza a ver si espabilas.
—Kevin, basta. Tú no me conoces como para hablarme de esa manera.
—Te conozco lo suficiente para saber, que durante estas semanas te has dejado la piel progresando en tus ejercicios y ahora vas a tirar todo por la borda porque un imbécil no te prestó atención anoche. Qué, acaso no pensabas que no me di cuenta. Soy invalido Yasmina no imbécil.
—De acuerdo, Isaac fue el hombre del cual me enamoré como una tonta. Él fue quien me pidió que lo dejase aun sabiendo que lo amo. Y sí, me dolió verlo besando a esa rubia. ¿Estás contento?
—Lo estaré cuando dejes de llorar. Si quieres llorar hazlo por algo que merezca la pena, llora por irritación de verte sentada en una silla de ruedas y por salir adelante. No por un tío que no te valora, cuando tú vales mucho. Lucha por ser la que eras, no dejes que el pasado vuelva aparecer en tú vida, arriésgate a luchar y levántate.
—Kevin...—Mi voz sonaba en un susurro. Agarré el pañuelo que me ofrecía Kevin seguido de un gran abrazo. En verdad, Kevin es un hombre perfecto. Lo tiene todo, reúne todas las cualidades para que una mujer pueda enamorarse de él y yo me angustio por alguien que no merece la pena. Isaac, ya es pasado. Y yo debo luchar por conseguir caminar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro