Capitulo 25
Admito que me encontraba nerviosa. No voy a negar que Oliver es guapo y besa bien. Pero de ahí a tenerme que desnudar y dejar que me toque para conseguir una prueba para que me guíe hasta donde pueda estar mi hermano. Me sobrepasa. O estoy como un cencerro o ya he perdido casi toda mi dignidad. Cierro mis ojos mientras dejo que el me posea, no lo hace mal, sus besos son agradables y sus caricias me avivan. Pero sólo eso. El deseo y el control lo tiene él, yo sólo puedo dejar por un instante de pensar e imaginarme que es con Isaac con el que lo estoy haciendo. Tendrá que ser mi imaginación la única que me libere de este mal trago que estoy viviendo.
Gracias a Dios que el asalto no ha durado un par de horas si no creo que me iba a morir del asco. Asco por mí misma, por tener que dejarle hacer lo que siempre quiso. Acostarse conmigo. Dios mío, que mal me siento. Intento apartar esas lágrimas que me anuncian la mayor tontería que acabo de hacer. Aún así, todo lo hecho por mi hermano. Y espero poder sacar algo en claro además de humillarme como lo hecho.
Aprovecho que Oliver está en la ducha para investigar un poco por el dormitorio. Abro un par de cajones y no encuentro nada, miro rápidamente en el armario y tampoco veo nada. Comienzo a desesperarme, paseo mis manos por mi pelo soplando fuerte. De pronto veo que se ilumina la pantalla de su móvil.
Es un mensaje de Camelia. «Hija de puta» Me muero de la curiosidad por saber lo que pone el mensaje, pero no puedo abrirlo. Maldita contraseña.
Aún así no me doy por vencida, con la escusa que tengo sed, salgo fuera de la habitación para seguir buscando alguna pista. Sigo abriendo cajones despacio y moviendo objetos sin hacer ruido, hasta que doy con una carpeta. Agarro mi móvil, comienzo a echar fotos a los papeles y se los mando a Isaac. Ellos sabrán lo que deben hacer.
Por lo que puedo ver se trata de unos planos y algunas escrituras. Escucho que Oliver sale del baño, dejo la carpeta donde está y me voy deprisa para la cocina. Agarro un vaso de agua y comienzo a beber cuando se asoma con una sonrisa de satisfacción.
Me agarra por la cintura y me besa. Comienza hablándome de cosas sin sentido hasta que se me declara. Me quedo impactada con sus palabras.
—Yasmina, me gustas demasiado. Y ya que has roto con mi primo quiero que lo nuestro funcione. Dame una oportunidad.
—Esto...Yo...—-En verdad me quedé pasmada, intentaba buscar alguna escusa, algo que le hiciera entender que no quiero nada con él pero al mismo no ser una borde. Por su puesto no se me ocurrió nada.
A continuación me fui para la ducha. Encendí la ducha y dejé que el agua cayese mientras yo salía del baño sigilosamente para poder averiguar algo. Sabía que estaba hablando con alguien. Mencionaba un lugar y hablaba de cifras. Pero cuando escuché mencionar a mi hermano, todo mi cuerpo se contrajo. Una breve pero intensa descarga de rabia empezó a fluir por todo mi organismo. Ganas no me faltaban de ir hasta donde se encontraba él y darle unas buenas bofetadas. Debía controlarme, Naím era mi problema, debía saber donde tenían a mi hermano y haría cualquier cosa. Hasta de fingir que lo deseo con tal de que me llevase hasta mi hermano.
Después de la comida, salimos a dar una vuelta con la moto. Después fuimos a tomar algo, sin duda mi teatro se lo estaba tragando entero Oliver, mientras a mí me costaba cada vez contenerme de darle un buen bofetón.
Por la noche, el muy cínico me dice que ha quedado con unos amigos. Finjo un puchero, cuando en el fondo estoy deseando de quitármelo de encima.
Una vez que me deja en mi casa me despido como una mujer que está dispuesta a quedar más veces con él. «Si el supiera». Me río para mis adentros.
Cuando lo veo que arranca el coche, yo salgo disparada hacia donde tengo mi coche aparcado, todo lo deprisa que puedo arranco el motor comenzando a conducir detrás de él. Sé que estoy arriesgándome, sé que de esto no puede salir nada bueno. Pero saber que ese par tiene a mi hermano hace que una se arriesgue incluso llegando a cometer cualquier locura.
De pronto veo las luces rojas de detrás, presiento que va a parar. Yo imito. Paro a unos metros observando cada movimiento que hace. Veo como habla con dos hombres, le entregan algo y a continuación se dan una palmada en la espalda y pasan hacia un lugar.
Sin dudarlo y muerta de la curiosidad me bajo del coche. Camino hasta donde he visto desaparecer a Oliver. En la puerta hay un hombre alto y gordo con rostro serio.
Me mira sin decirme nada y yo hago lo mismo, necesito entrar en ese lugar y no sé como.
—Señorita pase, por favor no se quede ahí. —De pronto escucho la voz del hombre que se encuentra parado en la puerta. No digo nada, no sé si fiarme o no. Pero dado en la situación que me encuentro como que una no está para decir no.
Paso dentro pudiendo observar cada detalle de ese lugar. Mi cuerpo no tarda en temblar, llegando incluso a pensar si esto pudiera tratarse de una trampa. Aprieto mis uñas en la palma de la mano, tengo miedo lo reconozco. Camino por un pasillo estrecho que me conduce hacia un jardín enorme donde en mitad hay una piscina con varias mujeres en bikini y hombres semi desnudos con su copas y cigarros en la mano. La música es alta, la gente ríe sin parar y puedo ver como se hacen rallas de coca.
Aparto mis ojos de esa escena y vuelvo a centrarme en mi presa. Oliver y Camelia. A ella no la veo, pero a Oliver lo veo junto a dos mujeres que lo camelan. ¡Dios mío! pero qué asco. Y pensar que esas manos que ahora tocan esas pobres mujeres me estaban tocando a mí.
Joder lo que puede llegar una con tal de salvarle la piel a mi hermano.
De pronto veo a Néstor acompañado por Cristina. No sé si alegrarme o salir corriendo. Opto por la segunda opción. Intentar esconderme entre los asistentes que están demasiados bebidos y drogados.
Desde donde me encuentro medio escondida detrás de una palmera, veo como Néstor saluda a varias personas sin soltar de la mano a Cristina. Sigo mirando hacia todos los lados buscando a Isaac. Espero que aparezca y por ello rezo. Aun así sigo mirando a Néstor y como besa a Cristina, la mira y la agarra de su cintura atrayéndola hacia él para besarla. Me quedo contemplando la escena y como Néstor la trata. Sigo pensando que entre estos dos hay más de lo que él me quiera hacer creer. Sin duda lo mejor que puedo hacer es poner distancias entre él y yo. Se acabó las sesiones de sexo que he tenido con él. Puedo llegar a entender que no se ha portado mal conmigo, me ha aconsejado lo mejor posible y en algún modo llegué a olvidar a César. Pero, todo cambió cuando conocí a Isaac. Lo que sentí con Isaac no lo he sentido con ningún hombre. Lo que me provoca Isaac, esa atracción hace que me obsesione llegando a imaginarme que es con él con quién hago el amor. Y...Está mas que demostrado.
«Isaac» Pronuncio despacio empezando a sentirme mal. No entiendo porque de pronto tengo este dolor. Será por que me siento tan decepcionada viendo como Néstor trata a Cristina que puedo llegar a sentir envidia y todo. Agacho mis ojos hacia el suelo para decirme a mí misma que debo ser valiente y cual es el motivo por el que me encuentro metida en este lío.
Salgo de mi escondite cuando veo a Oliver marcharse con Camelia. Por fin la muy zorra ha aparecido. Sin dudarlo ni un momento me voy tras ellos.
Cuando salgo del jardín dejo atrás la música y la gente bailando. Necesito saber que es lo que está pasando realmente. Los sigo, pero de pronto no puedo ni ver ni escuchar nada, salvo mi corazón golpear en mi pecho empezando de nuevo a temblar.
Desorientada camino mirando para todos lados con la esperanza de poder encontrarme con algo o con alguien. Me paro durante un momento para poder situarme y poder escuchar algun sonido o ruido. Pero sigo en escuchar nada salvo mi respiración jadeante. De nuevo empiezo a caminar cuando una mano tapa mi boca por detrás. Me sobresalto y al momento me tranquilizo de saber que es Isaac quien ha venido a mi rescate.
—Qué susto por favor. La próxima avisa hermoso.
—-¡¡Shuu!! No hables. Ven sígueme creo que ya sabemos donde está Naím.
—¿Enserio?
—Sí. —Algo más entusiasmada sigo a Isaac sin soltar su mano. Continuamos caminando hasta que salimos a la calle. Allí nos montamos en el coche de Isaac. En verdad tenía muchas ganas de preguntar, pero preferí callarme y dejar que él hiciera su trabajo. Podía escuchar como hablaba con sus compañeros por el móvil. Verlo tan serio y como trabajaba conseguía que me sintiera algo más tranquila. Sin embargo algo dentro de mí me decía que la noche no iba a terminar bien. Un golpe atrás hace que casi me golpee la cabeza con el salpicadero, empecé a temblar inmediatamente.
—Yasmina ¿Estás bien?—La voz de preocupación de Isaac me hace de volverme y ver como una furgoneta gris nos persigue y se pone al lado de mi ventanilla empezando de nuevo a golpear nuestro coche. Isaac hace lo posible para esquivarlo, el coche parece un vaivén y puedo ver coches que vienen de frente están muy cerca de nosotros. Me agarro donde puedo logrando de algún modo que mi estado de histérica no me juegue una mala pasada. Todo hay decirlo, que ganas de gritar tenía. Tal vez el estar cerca de Isaac me hacía de permanecer serena.
—-Maldición nos persiguen.—Isaac me indicó como tenía que avisar por radio a la central para pedir refuerzos. Hice exactamente lo que me dijo, puesto casi estábamos fuera de la carretera. El rostro de Isaac era serio y al mismo tiempo le resbalaban unas pequeñas gotas por su frente, su mandíbula estaba tensa y a pesar de intentar hacerse con el control del coche, no pudo ser.
Abro despacio mis ojos, siento un terrible dolor de cabeza y varias zonas de mi cuerpo. Miro para todos lados buscando algo que me indique que estoy viva. Y lo que menos esperaba encontrarme está ante mí.
Sus ojos azules me escanean despacio, hace una mueca de preocupación pero no me dice nada. Me da la espalda y yo no me atrevo a pronunciar palabra. Sé perfectamente lo que le puede estar pasando por la cabeza a Alexander. Se gira de nuevo y ahí cuando comienza a regañarme.
—-¿Yasmina se puede saber en qué estabas pensando? ¿Acaso te se ha ido el juicio? ¿A caso no te das cuenta que has estado a punto de morir?
—Alexander por favor no le digas nada a Yanira. Si ella se enterase...
—Tranquila ella no sabe nada. No le dicho nada porque no deseo que tenga un disgusto por su embarazo, pero si pensáis los dos que me voy a callar no lo pienso hacer.
—¿ A caso has visto a Naím?-—Le pregunto al borde de las lágrimas.
—No. Todavía no se sabe nada de él. Por lo que me ha comentado el inspector de policía puede que lo tenga secuestrado la banda de Tito.
—Alexander...—-No puedo pronunciar más palabras. El nudo en mi garganta se va haciendo cada vez mayor, mis ojos me escuezen tanto como el saber que algo malo le estuviese pasando a mi hermano.
—Yasmina no te preocupes, lograremos dar con el paradero de Naím. Ahora solo tienes que pensar en recuperarte.
—Quiero saber qué ocurrirá con Naím y porque esos desgraciados lo tienen secuestrado. Necesito saber Alexander, no puedo quedarme aquí tumbada.
—Tranquila Yasmina, entiendo como debes sentirte de agustiada en estos momentos. Si de verdad quieres ayudar, primero debes reponerte de tus heridas y para cuando salgas del hospital te garantizo que podrás abrazar a Naím. Yo voy a ocuparme de todo.
—-Gracias Alexander. Y...bueno por no decirle nada a Yanira. Si llegase a enterarse no quiero ni pensar lo que nos haría o lo que le pudiese llegar a pasar.
—De momento guardaremos silencio. Después se lo contaremos. Ahora piensa en descansar y en recuperarte yo tengo que reunirme con el inspector de policía y los policías que llevan el caso. Te mantendré informada.—Alexander me da un beso en mi frente y se marcha dejándome sola con un montón de dolores.
Una enfermera pasa y me administra un calmante. Tras ella pasa Néstor.
—Qué tal estás Yasmina.—Me pregunta mientras toma asiento en unos de los sillones.
—Bueno me duele todo mi cuerpo, pero estoy bien.
—Bien. ¿Estás segura que estás bien?
—Sí—Las palabras de Néstor me dejan dubitativa. ¿Acaso está escondiendo algo que yo no sé?
—Néstor, has hablado con los médicos. Dime yo estoy bien, yo...—-Empiezo alterarme, quiero gritar. Desesperada pulso el botón para que venga una enfermera. La mujer intenta tranquilizarme, pero yo me niego a escucharla, quiero hablar con un médico y que me diga que me pasa. La enfermera se va, y yo me quedo sola con Néstor.
—Maldita sea Néstor dime que sabes.¿Has hablado con el médico?
—Sí. He hablado con él porque me preocupo por tí. Como también te digo que lo que te ha pasado te lo has buscado tú solita.
—¿Qué? Que me lo he buscado yo solita. Si estoy metida en este lío fue porque me lo pediste, ¿a caso no te acuerdas?
—Te pedimos que colaborase, no que te acostases con ese imbécil.
—A ti no te importa lo que yo hago. Además yo te vi muy bien en compañía de tú cuñada. Hay besándola y flirteando con ella. No creo que estarías pensando en esos momentos en mí.
—Sí estaba pensando en tí, por eso estaba haciendo el paripé. Ahora Yasmina asume tu error de haber salido tras ese idiota arriesgando tú vida. Da gracias a que ibas en el coche con Isaac y el mal no ha sido mayor. El único problema es que no volverás de momento a caminar Yasmina.
Muevo mi cabeza, negando las palabras de Néstor. Intento mover mis piernas pero no puedo, están rígidas. La angustia me golpea, el dolor se apodera de mí y mi irritación aumenta. No volveré a caminar. No volveré a caminar. Es el último pensamiento que se apodera de mi mente antes de cerrar mis ojos y volver a la oscuridad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro