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Capítulo 19

Apenas podía creer lo que me estaba diciendo mi hermano. Exactamente no sabía cómo interpretarlo, si estaba hecho furioso a consecuencia del dolor o me estaba diciendo la verdad.

Lo más sensato que podía hacer es permanecer en silencio y mirar por la ventana del coche las luces de las calles pasar velozmente.

Un par de horas después, el auto se paró enfrente de una casa en mitad del campo, alejada de la ciudad y para mi deducción algo escondida.

El primero en bajarse del auto fue Naím  aún dolorido sujetándolo Isaac. Yo aún desconcertada y triste por escuchar las duras palabras de mi hermano acusándome que todo lo que estaba ocurriendo era por mi culpa.

Dentro de la casa, Isaac llevó a mi hermano a una habitación, despacio lo depositó en la cama y se fue a buscar un botiquín dejándonos solos.

―Naím ¿cómo estás?―Pregunta estúpida para una respuesta cortante.

―Cómo crees que estoy Yasmina.

―Naím sé que estás muy mal, pero... ¿Porque  tengo yo la culpa de todo? Yo solo trato de ayudarte para que dejes de pelear, mírate como estás. Acaso no has pensado que estás exponiendo tú vida por una tía que solo te está utilizando. Por favor Naím recapacita.

―Haz el favor Yasmina de guardarte tus consejos puesto que eres la menos indicada para darlos. Por tú culpa estoy así. Por un error tuyo y tu inexactitud me encuentro en esta situación.

―Vete a la mierda Naím, y no trates de echarme a mí toda la culpa cuando nadie más que tú tienes culpa de todo lo que nos está ocurriendo. Te recuerdo que llevas demasiado tiempo metido en toda esta mierda, así que no trates de hacerme creer que yo he cometido un desliz.

Me encontraba chocada por el intercambio de palabras con mi hermano, casi ni atinaba a curarle las heridas, mis lágrimas no tardaron en comenzar agolparse impidiéndome ver con claridad.

Tras haberle curado las heridas a mi hermano me fui para el salón donde me esperaba Isacc observándome de pie. Al parecer se había duchado y cambiando de ropa.

―Yasmina, si quieres que te dé un consejo, lo mejor que puedes hacer es permanecer callada y ser obediente.

―Lo que me faltaba por escuchar, que sea dócil con mi hermano. Tú deliras chaval.

―¿Tú crees? Tan solo mira como está tu hermano a consecuencia tuya. Yasmina no seas orgullosa, yo mismo te avisé que enfrentarte a Camelia estarías cavando tu propia tumba.

―Ja,ja,ja. Y tanto como sabes, dime. ¿Qué coño tienes tú que ver en todo este asunto?

―Yo solo soy un cliente habitual que quiere ganar dinero fácil.

―Si claro, y yo voy y me lo creo. Tú escondes algo Isaac, lo que sea no lo sé con exactitud, pero no me trago que seas un narco.

―No te fíes de las apariencias Yasmina. Y ahora vete a descansar lo necesitas.

Perfecto, ahora me trata como si fuera una niña de cinco años que le está formando una pataleta. Lo fulmino con la mirada antes de darle la espalda e irme para el baño, necesito una ducha más que el comer y quitarme este asqueroso vestido.

Me meto dentro de la ducha y dejo que el agua temblada recorra mi piel, tengo tantas dudas y al mismo tiempo estoy aterrada. ¿En verdad mi hermano está exponiendo su vida para salvarme?Pero salvarme ¿De qué? ¿Quién es en realidad la tal Camelia Roger, y como es que esa tía tiene tanto poder?

Lo mejor que puedo hacer es dejarme atormentar con tantas preguntas y salir del baño.
Envuelta en una toalla me seco mi cabello y me dirijo hacia la única habitación que hay libre. Paso dentro y veo un bolso negro cerrado con un candando. Me quedo dubitativa con la intriga de saber lo que hay en la bolsa. Cómo no puedo hacer nada, busco por varios cajones y en el armario algo que ponerme. Rebusco en un cajón algo de ropa cuando veo una foto metida entre varias prendas. La agarro curiosa y veo una imagen de tres chavales agarrados amistosamente, uno de ellos es Isaac,  hay otro chico en medio y espera un momento, el de la punta es ¿Néstor? La miro con detenimiento, me fijo en la foto y sí, estoy más que segura que se trata de Néstor a pesar de que la foto ya tenga sus años.

Escucho una puerta cerrarse, rápidamente dejo la foto donde estaba y agarro una camiseta de algodón blanca.

― ¿Te has vestido Yasmina?

―En eso estoy. ¿Cómo se sigue mi hermano?

―Él está bien, el problema es que todo se ha complicado y esto va causar varios conflictos.

―Termina la frase Isaac no me gusta que me dejan a medias.

―Ve a dormir, mañana hablamos. Que tengas buena noche.―Isaac como siempre me deja con la intriga y se marcha dejándome desconcertada y helada por su falta de tacto hacia mí. Caigo despaldas en la cama mirando a la lámpara, pensando en todo lo que me ha ocurrido y sobre todo en esa foto. ¿Qué tendrá que ver Isaac con Néstor?

Desde luego me estoy volviendo loca con tanto chanchullo y lo peor de todo que sigo insensible a todo este complot. Me siento tan agotada que decido meterme entre las sábanas y hacerme un ovillo, no quiero pensar, no deseo volver a ese lugar donde me han tenido secuestrada y sobre todo quiero que mi vida vuelva a ser la que era. Incluso puedo decir que echo de menos mi vida junto a César, por lo menos era tranquila y no tenía que estar pasando por todo este mal trago.

Los primeros rayos de la aurora me hacen despertarme. Me levanto de la cama, todo está en calma. Abro despacio la puerta con la intención de ir a la habitación de mi hermano para ver como se encuentra cuando escucho un ruido. Salgo hacia el salón y no hay nadie, sigo por donde viene la voz que me lleva hasta fuera. Me quedo detrás de la puerta viendo a Isaac hablando por teléfono, no llego alcanzar bien lo que dice. El caso es que Isaac me desconcierta más, se qué oculta algo y necesito saber lo que oculta. Tanta es mi curiosidad que acabo siendo sorprendida por él.

―¿Qué haces levantada?―Su voz suena agitada a pesar de tratar de ocultar una calma que no le nace.

―No podía dormir, y he venido a mirar el amanecer. ¿Y tú qué hacías llamando por teléfono a estas horas? ¿Negocios?

De su boca no sale ni una sola palabra, sin embargo sus ojos azules me miran de una forma arrolladora logrando que me sienta dominada. Desde luego este hombre no sé qué es lo que tiene para esclavizarme tan solo con una mirada. Como si supiera la atracción que emana esboza una ligera sonrisa obteniendo un aire travieso. Sus manos tocan mis brazos, sin apartar sus ojos de los míos me dejo vencer por todo lo que me transmite Isaac llegando a intentar besarlo, pero él me hace la cobra retirándose de mí como si lo hubiera quemado.

Me quedo parada y confusa mirando como un nuevo día amanece, la brisa de primera hora me devuelve la cordura que creía haber perdido.

Tomo asiento en un peldaño deteniéndome a pensar en qué momento me vuelto tan descarada con un hombre. Porque vamos yo más bien me considero timída, sin embargo  con Néstor e Isaac es como si mí yo, desapareciera para dar la bienvenida a una mujer totalmente distinta a la que amó a su novio hace años. Trago saliva pensando que una mujer no puede amar a dos hombres a la vez. Muevo mi cabeza ambos lados quitándome esa absurda idea.

Empiezo de nuevo analizar mi pésima vida.
Primero Néstor; Él es un hombre atractivo, no lo voy a negar, con su descaro y esa desvergüenza que le nace logró de algún modo que volviese a ser esa Yasmina franca y alocada. Y ahora Isaac, este es mi gran misterio. Todo en él es un secreto, algo que me hace de qué pensar.  Al mismo tiempo quiero refugiarme entre sus brazos, sentirme protegida por su cariño y cuando lo veo no sé lo siento, y si estoy con él, una llama se esparce por todo mi cuerpo logrando avivarme de una manera descomunal.
Conclusión, estoy como una cabra.

―Yasmina―Me giro al ver a mi hermano parado apoyado en el marco de la puerta con una mano puesta en su abdomen. Me levanto para ayudarle, pero él se niega.

―Naím tenemos que hablar.

―Sí, lo he estado pensado y debes saber lo que ocurre.

―Te escucho.

―Ven pasemos dentro me duele hasta el respirar. ―Ayudo a mi hermano a sentarse en el sofá, toco su cuerpo despacio sintiendo un fuerte dolor en mi corazón, no puedo soportar ver a mi hermano en ese estado, todo magullado y lo peor de todo que yo tengo la culpa.

―Naím quisiera saber si yo tengo la culpa de que tú estés así...―No puedo continuar hablando, el nudo en mi garganta se ha hecho mayor impidiéndome hablar de la angustia de querer saber la verdad.

―Escúchame Yasmina, sabes que a veces no te soporto, pero admito que te quiero mucho y me importas.

―No te jode el otro, soy tú hermana y si me apuras mucho tú melliza.

―Yasmina, desde que nuestros padres murieron, sentí un vacio dentro de mí, estaba furioso por haber perdido a nuestros padres que arremetía con Yanira llegando hacerle la vida imposible. Después cuando salí de la cárcel entendí mejor las cosas y mi objetivo fue cambiar, y creo que lo logré. Aun así, juré que os cuidaría a ti y Yanira, sois mi familia y si algo os pasara no sabría cómo reaccionar.

―Naím abrevia un poco que aunque sea psicóloga no entiendo que me quieres decir.

―Te acuerdas cuando empezaste a correr con la pepa.

―Sí. De eso hace ya tiempo.

―Aunque no lo creas, eres buena piloto. Tanto que  me hice a espaldas tuyas tu manager y apostaba por ti. Pero aquella noche en la que ibas la primera y te caíste, perdí mucho dinero. Y lo peor fue que ese dinero lo gasté antes y tenía una deuda pendiente con Tito Roma, un mafioso muy temido. Y por supuesto debía devolver el dinero, y lo primero que me dieron a elegir eras tú. Me llegaron amenazar con llevarte a un club de alterne y servirles de puta. Por supuesto me negué, y lo primero  que se me ocurrió fue meterme de nuevo en las peleas para poder pagar la deuda. De ahí fue donde conocí a Camelia, una mujer bonita, ambiciosa, ardiente en la cama como  peligrosa.
Desde aquella noche que nos vio discutir, ella te siguió, y entonces averiguó quien eras, saber quién eras hizo que ella me chantajease para quedarme en las peleas. Ya había dejado claro que no volvería más a pelear. Entonces...pasó aquello y de nuevo me amenazó para que continuara.

―A ver, espera un momento, me quieres decir, que esa mujer te estaba chantajeando para que siguieras peleando a pesar de que tú no quieras hacerlo y para obligarte me secuestró y me subastó para conseguir ella más poder.

―Exacto. Una vez que yo pagué mi deuda, quise dejar las peleas, pero Camelia con su astucia lograba convencerme, pero últimamente ya no quería continuar, mi deuda estaba más que pagada. Pero Camelia no se conforma con un "no".  Cuando te secuestró sentí mucho pánico. Ella misma habló conmigo diciéndome que te había cogido. Yasmina, aquella noche casi me vuelvo loco de pensar que algo malo te pudiera pasar, y sí, estaba dispuesto a continuar en las peleas para ponerte a salvo.

―Naím, siento mucho todo esto. Yo...estaba dudando de ti, y resulta que lo que estabas haciendo era protegerme. Pero... Isaac, ¿de qué lo conoces?

―No tengo ni idea quién es, solo lo he visto un par de veces junto a Camelia apostando.

―Bueno pues debemos agradecerle que nos haya ayudado a escapar.

―No cantes victoria Yasmina, aún todo esto no ha acabado. Varios matones de Camelia nos persiguen.

―Pero...qué diablos quieren Naím.

―Me quieren a mí, para que continúe en las peleas. Yo les hago de ganar mucho dinero, y tras mi negación y ahora que saben de tú existencia no tendrán ningún tipo de reparo en hacernos daño.

―Dios mío Naím, esto es más grave de lo que yo pensaba. ¿Pero qué vamos hacer? Llamamos a la policía.

―Mejor llama al inspector Colombo. Venga ayúdame a lavarme un poco y desayunemos que aquí uno tiene hambre.
Sin poderlo evitar abrazo a mi hermano expresando mis emociones en pequeñas lágrimas diciéndole: Eres Único.

Riéndonos nos dirigimos hacia la cocina, veo como Isaac ya está terminando de cocinar. Mi hermano y él hablan de cualquier tema mientras yo me siento en una silla con mi mirada puesta en el vacío analizando todo lo que me ha dicho mi hermano. ¿Acaso será verdad que nuestras vidas ahora están en peligro?
¿Debo fiarme de Isaac, y qué es lo que realmente esconde?

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