Capítulo 12
El día ha sido verdaderamente agotador, pero ya estoy más tranquila de haber podido escuchar a Néstor, pero aún tengo muchas dudas por todo lo que me ha contado.
Tanto que ha despertado más la curiosidad en mí respecto a las carreras y lo gira en torno a ese ambiente.
Salgo de mi consultorio y me despido de mi secretaria para dirigirme hacia el ascensor. Pulso y al abrir las puertas me encuentro con Oliver y un par de personas más.
—Buenas tardes—Saludo a todo el mundo, Oliver no me responde. Me quedo mirándole callada pero el sigue con la cabeza gacha mirando su móvil. Pues nada, decido ignorarle hasta que el ascensor llega a la planta y salgo sin apenas mirarlo.
Salgo del edificio para dirigirme hacia mi auto cuando de pronto escucho la voz de César. Sin poderlo remediar lo miro a la cara molesta. Sin embargo una sombra oscura le marca el rostro y por la expresión de sus ojos diría que estaba enfadado.
—Qué quieres César.
—¿Desde cuando te veías con mi primo?
—¿Qué?
—No te hagas la tonta Yasmina, mi primo me ha dicho que os entendíais cuando estamos juntos. No me lo puedo creer Yasmina que llegarás acostarte con mi primo, re tenía por otra clase de mujer.
Lo miro fijamente a sus ojos sonriendo nerviosamente, alzo mi barbilla dispuesta ha dejarle claro las cosas y terminar todo tipo de vínculo, (que no hay nada ya), pero por si no se ha enterado se lo repito.
—Mira muchachito, aquí tú no eres nadie para faltar el respeto y menos criticarme cuando tú fuiste el que se acostaba con Eva y vete tu a saber con cuántas más me engañabas. Y para tú información, estando juntos nos nunca me enrollé con tu primo, lástima por que no tiene desperdicio. Y ahora si surge algo no le voy ha decir no. ¿Te queda claro César? Que no eres quien para meterte en mi vida, que hace mucho tiempo que saliste de ella y no quiero volver contigo. ¡NUNCA!
—César va decirme algo pero a ver ha su primo se calla. Oliver se pone a mi lado agarrándome de la cintura yo me estoy quieta, le dejo hacer pero con un límite.
—Te lo dije primo, Yasmina es mucha mujer para ti. Tu manera de tratarla te ha llevado a esto. ¿O qué esperabas que después de lo que le hiceste volviese contigo? Te avisé César, que no iba a permitirlo. —Ambos primos se fusilan con la mirada, ninguno dice nada hasta que César opta por irse llevándose con el su orgullo pisoteado.
Al ver que César no está me aparto de Oliver.
—Yasmina me gustas mucho, no soy César, dame una oportunidad.
—Oliver, tú me pones no lo voy a negar, pero en estos momentos no quiero nada con nadie, yo aspiro a otras cosas en mi vida.
—Yasmina, hagamos el intento, no perdemos nada.
—Dame tiempo. —Necesitaba eso, tiempo para aclararme y comprobar si mi corazón me está guiando bien hacia Néstor o debo darle una oportunidad a Oliver.
Sin añadir más me despido de él, me siento agotada y preocupada por mi hermano. Sólo quiero llegar a casa y poder saber qué está ocurriendo con el.
Nada más llegar a casa me encuentro a mi hermano tumbado en el sofá hablando por el móvil. Me quedo parada escuchando lo que dice, y por la conversación deduzco que anda metido en problemas.
―Naím, podemos hablar.―Le digo mientras dejo el portafolios a un lado del sofá y tomo asiento mirándole para que me cuente la verdad.
―Yasmina, sé que os prometí a ti y a Yanira que no volvería a meterme en este mundo, pero te lo prometo que lo dejaré, y si lo he hecho ha sido porque necesito dinero y es la única forma de conseguir mucho dinero lo más rápido posible.
―Naím me has dado una pésima excusa. Y lo segundo que pretendes con meterme en las peleas ilegales, que te maten o que vayamos a llevarte el chocolate a la cárcel. Y otra cosa, para que mierda necesitas el dinero si tú eres abogado y tienes tú propio bufete.
―Yasmina no me juzgues, escúchame...
―Habla Naím, dime en que lío estás metido ahora, responde.
―Mejor no te digo nada, total te vas a poner insoportable.
― Y qué quieres que te toque las palmas y te baile unas sevillanas
―Mira Yasmina déjame en paz, ya sabré cómo y de qué manera saldré de esta.
―Escúchame Naim, por tu bien, espero que no estés metido en algún lío de esos que debas dinero alguien. Porque si es así, no me quedará otro remedio que contárselo a Yanira.―Siento los ojos castaños de mi hermano clavados en mí llenos de odio. Me duele tener que hacerle chantaje, pero más me duele que tenga que estar metido en asuntos turbios por dinero sin ninguna necesidad.
Veo como camina un poco doblado por el dolor hacia su habitación, voy tras el en silencio con la intención de curarle sus heridas y darle un medicamento para que le pueda aliviar el dolor. Un rato después y tras asesorarme que Naim duerme como un bebé, dejándome guiar por mi curiosidad me pongo mi traje de cuero gris, necesito averiguar que está pasando. Abro el garaje me monto en mi moto y me dirijo hacia el lugar donde se celebran las carreras para poder encontrar algo referente que me lleve hasta donde está metido Naím y el porqué anda metido en las peleas ilegales.
Desesperada o más bien angustiada aparqué la moto para continuar a pie por esas calles sin asfaltar y llenas de polvo, solo tenía en mente encontrar alguna pista de por qué por mi hermano se hallaba en ese estado. Comencé a investigar por los alrededores, fue hacia las pistas, pero nada. Esperé hasta que anocheció, una vez que las estrellas se veían en el cielo y la gente hacia su aparición en sus coches con la música a toda castaña y los moteros también hacían su aparición con sus motos, unos para divertirse otros para competir.
Yo me fui hacia la pista de nuevo, para poder hallar alguna respuesta. Pero a pesar de dar varias vueltas por el circuito y preguntar algunos jóvenes que ya se encontraban bebidos no obtuve respuesta alguna a lo que intento averiguar. Y eso comenzaba a desesperarme. De pronto algo llamó mi atención, a lo lejos puede apreciar como varios coches de gama alta aparcaban cerca de un edificio alto.
Sin dudarlo ni un segundo me fui para ese edificio, pero como era de esperar al estar a pocos metros vi como los seguratas cachean a todas aquellas personas que se disponían pasar dentro del edificio.
«Perfecto y ahora qué hago» Pues intenté acercarme más para poder colarme, pero era muy complicado y más con la vestimenta que llevaba.
Agotada de estar apoyada en una pared esperando que ocurriese un milagro me marché de aquel lugar algo mosqueada. Se conoce que algún santo tuvo que iluminarme para poder socorrer a una chica que salía del edificio muy borracha, tanto que la pobre vomitaba hasta los potitos que su madre le dió. Y yo como soy así de samaritana me acerqué donde se encontraba la muchacha intentando socorrerla.
Una vez que la ayudé, y como no sabía ni donde se encontraba aproveché para llevarla a un callejón oscuro y quitarle su vestido y de paso una tarjeta, al parecer era como un pase. Buff qué mal rollo me da esto, pero debo hacerlo, lo siento por la chica. A continuación marqué en su móvil para que alguien viniese a por ella. Dejé a la chica solo con la ropa interior puesta, seguidamente guardé mi traje por y me marché hacia el edificio. El vestido me estaba un poco corto y algo apretado, y los tacones no eran de mi número. La próxima vez atraco a una que use mi talla y número de zapatos. Esto es muy incómodo, por lo menos imagino que me dejarán pasar.
Llego a la cola donde se encuentran varias personas más dispuestas a entrar. El segurata los cachea y tras enseñar sus tarjetas pasan, deduzco que la gente que viene aquí deben ser gente muy importante y no será la primera vez que hagan su aparición.
Llega mi turno, el segurata, un hombre vestido de negro con chaqueta blanca más cuadrado que un armario empotrado me cachea, me pide el pase, y tras revisarlo me hace un gesto con la cabeza para que pase.
¡¡Uff! !A esto si lo llamo yo tener suerte. Una vez dentro, podía apreciar aquel edificio alto con poca iluminación, hasta qué pude escuchar a unos hombres hablando acerca de una pelea que se iba a realizar esa misma noche.
Intrigada, seguí a esos hombres hasta lo alto de una terraza. Allí pude comprobar el lujo que había y cómo las personas que había hablaban animadas por el ambiente y otros hacían sus apuestas.
Aquello comenzó a cabrearme, no sé porqué pero todas mis alertas empezaron a funcionar.
Me fui abriendo paso entre un corro de personas bien ataviadas con sus mejores galas y copas en la mano. Por su puesto, con dinero en la mano y pronunciando el nombre de la persona que le hará ganar más dinero.
No pude disimular mi estado de enojo, pues me preguntaba como la gente podía divertirse viendo a dos personas golpearse y lo que es peor, esas personas arriesgaban de algún modo sus vidas para ganar unos billetes sin importarles los golpes que se puedan llevar o si saldrán vivos.
De pronto, un hombre algo bajito vestido de pingüino con micrófono en mano empezó hablando referente a la lucha libre que se iba a disputar en breve. Miré durante unos minutos a todos los presentes viendo como sonreían dando comienzo a sus apuestas.
En un breve periodo de tiempo salió un hombre de unos treinta años, todo musculoso con cara de no ser tú mejor amigo. A continuación, salió al ring otro hombre igual de musculoso con semblante serio desafiando con la mirada a su adversario.
La pelea dió comienzo y los gritos de los asistentes también comenzaron a gritar con sus billetes en mano.
Aquella situación me estaba pudiendo, nunca me han gustado las peleas y ver aquellos hombres pegándose me superaba.
Me giré dispuesta a marcharme de aquel lugar cuando el hombre vestido de pingüino dió por finalizada la pelea avisando del comienzo de la siguiente palea. Entonces pronunció un nombre muy conocido para mí.
Me quedé helada, despacio percibiendo numerosos nervios, vi como se subía al ring mi hermano.
Me quedé impactada ¿Pero qué leches hacía hay en mitad alzando sus puños como si fuera un líder, cuando aún no se había recuperado de sus heridas?
Pero éste hermano mío es subnormal o ya venía así por error de fábrica.
Durante el tiempo que duraba la pelea, mis ojos se cerraban solos a la misma vez que apretaba mis manos rezando para qué su contrincante no le pegase más hostias que pelos tenía en la cabeza. Exactamente no sé cuanto tiempo duró la pelea, de lo único que me pude alegrar esque mi hermano no ha salido tan mal parado y a pesar de tener algún golpe más ganó la pelea. No sabía si alegrarme o irme detrás de él y hacer otro combate los dos.
Un, dos, tres...Elegí la segunda opción y me fui detrás para saber cual es el motivo por el cual Naím nos ha estado mintiendo, prometiéndonos a mí y a mi hermana que ya no volvería a las peleas. Y míralo el muy desgraciado, todo este tiempo nos ha estado mintiendo. Eso si que no se lo perdono por muy hermano mío que sea.
A la vez que iba caminando por un pasillo algo estrecho con puertas a los lados, mil pensamientos se me cruzaban por la cabeza y a cual peor.
Mis pasos eran cada vez más lentos, puesto que no me gustaba nada de lo veía.
Parada en la puerta de una de las habitaciones que había en aquel lugar, observé una mujer con un vestido largo negro dejando mucha carne al aire, agarrada del brazo de mi hermano.
Respiré fuerte, logrando calmar mi furia. Seguí andando hasta la habitación donde momentos antes había visto desaparecer a ese par.
Al llegar a la puerta, cerré mis ojos fuerte para lograr calmarme puesto que no me agradaba para nada lo que estaba escuchando detrás de la puerta.
"Naím, eres fuerte y muy hermoso, ahora te necesito mucho más, por favor mi amor, piénsalo bien. Te lo ruego no dejes las peleas ahora, mira estás en racha, la suerte está de tú lado y yo te amo tanto..."
Maldita desgraciada, quien se cree que es para pedirle a mi hermano que exponga su vida, acaso se piensa que estamos en un Coliseum Romano, donde los esclavos gladiadores luchaban para divertir a los espectadores.
Aunque pensándolo bien, tampoco hay mucha diferencia.
Puse mi mano en el pomo de la puerta temblando y rezando al mismo tiempo para que la puerta estuviese abierta.
Mira que hay ser tontos, dejar la puerta abierta mientras te magreas.
-—Naím.—Fué lo único que pude pronunciar a la vez que contemplaba la escena.
Mi hermano todo sorprendido hizo a un lado aquella morena que segundos antes estaba besando con tanta pasión, para centrar su atención en mí.
—¿Qué haces aquí?—La pregunta era obvia, pero él permanecía aún asombrado.
-—¿Porqué?-—Le pregunté para que me diese algún tipo de explicación. Pero no. Sólo se hizo un incómodo silencio, mientras aquella mujer le preguntaba qué estaba sucediendo.
-—No me lo puedo creer Naím, pero como has sido capaz, qué leches te pasa para que tengas que estar peleando. Contesta Naím.
-—No te importa, y ahora vete de aquí.
-—Me voy, pero quiero que sepas que me has decepcionado. Sigue follandote a esa zorra mientras le pongas dinero en bandeja de plata,y tú estás exponiendo tú vida sin necesidad.
-—No me hagas de reír y lárgate. Vamos vete aquí no haces nada y sé perfectamente lo que hago con mi vida. Te pido que te guardes tus consejos y me dejes en paz.
De un empujón salí de la habitación soportando el dolor que me ha causado tener que escuchar a mi hermano decirme que lo deje en paz y más la forma de tratarme.
Caminé abrazada a mí misma hasta la salida de aquel edificio. Eché un último vistazo hacia atrás con mis ojos llenos de agua.
¿Por qué Naím?
Fue lo último que pensé antes de alejarme de aquel lugar.
Al día siguiente me levanté muy temprano, después de lo sucedido anoche con Naím, no me apetecía verle el jeto.
Llegué temprano al trabajo e intenté dejar mis problemas desaperezcan aún lado, me preparé un café y empecé a trabajar atendiendo a mis pacientes aunque mi cuerpo estaba sentado escuchando a los pacientes mi mente estaba puesta en lo que vi anoche y la manera tan cruel en la que me trató mi hermano. Nunca antes lo había visto ponerse de esa forma, y menos tratarme de ese modo pero... ¿porqué lo hace?
Tras acabar de realizar mi trabajo llega Néstor cómo siempre gastando bromas. Pero esa mañana no me sentía con ganas de picarnos.
-—Ey, Yasmina que te pasa que estás tan seria.
-—Nada, estoy bien.
-—Venga Yasmina, desahogarte con el tío Néstor te vendrá bien.
Me senté de nuevo en mi sillón mirando a Néstor pensando si debía contarle o no lo referente a mi hermano.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro