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29

BAADIR GIRAY

Me duele la cabeza solo de pensar en lo que podría pasar ahora. Vine a la ciudad el viernes y desde ese día hasta hoy, he tenido que esperar a que mi padre se digne en darme un poco de su tiempo. No entiendo su actitud, pero siento que ha estado huyendo de mí desde que llegué.

—Entiendo, si..., adiós —termina de hablar por teléfono.

Me hace una señal con la cabeza para que me siente frente a él.

—Ahora si —se acomoda en su asiento—¿Qué necesitas?

—Vaya, pensé que iba a preguntarme por lo menos como estoy —no me mira a los ojos y empieza a acomodar unos papeles de su escritorio ignorándome— ¡Padre! ¿Qué le pasa? —trato de llamar su atención, pero no lo logro, sigue ignorándome.

—Nada ¿Por qué lo dices? —suelta con desinterés.

—Porque ni siquiera me mira a los ojos y ha estado aplazando mi visita desde el viernes, no lo entiendo —por primera vez desde que llegué me mira a los ojos— ¿Hice algo mal?

No responde de inmediato y noto que se debate internamente.

Cuando estoy a punto de hablar otra vez, responde.

—Nada hijo, en verdad no me pasa nada, ahora dime ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ocupado en tu plan de venganza? —dice muy calmado.

Me preocupa su actitud, nunca lo había visto así. Aun así, continúo.

—De eso precisamente vengo a hablarle. —asiente para que continúe—, creo que sería mejor si hacemos lo que usted dijo desde el principio. Emir debe morir.

No se sorprende como pensé, al contrario, parece más calmado.

—¿Quieres matar a ese tipo? —asiento— ¿Por qué? ¿No se supone que para ti era importante que ese tipo sufra?

Es verdad, yo quería que sufra y de ser posible que el mismo se mate, pero ahora..., ahora no puedo dejar que pase, porque para que él sufra es necesario que mi abejita también lo haga y no pienso permitir eso, no ahora que me he dado cuenta de que ella es más importante para mí que esta estúpida venganza.

Trato de pensar de inmediato en una respuesta que no delate mi verdadera razón. Cuando ya lo tengo, quiero hablar, pero mi padre me conoce y sé que no se le escapa ningún detalle.

—No me digas que ... ¿Te enamoraste de esa muchachita salvaje? —no espera que responda—. Así que por ella planeas botar a la basura todo lo que has hecho. —no lo dice con desdén, pero si me molesta que le diga salvaje.

—No es ninguna salvaje padre, al contrario, es la mujer más dulce que...

—Eso no responde mi pregunta muchacho ¿Estás enamorado, si o no?

Quisiera decir que se equivoca y que no son más que ideas locas que se ha inventado para que no se enoje conmigo y desquite su furia como siempre lo ha hecho, a golpes. Pero no puedo, las palabras "no me gusta" no pueden salir de mi boca porque hasta mi mente se niega a mentirse.

—Si, padre, lo que dice es verdad y por eso necesito su ayuda. —confieso y no me arrepiento, al contrario, me siento liberado.

Sé que mi declaración traerá problemas con mi padre, los cuales no me interesan ahora. Solo quiero salvar a Eli de mi estúpido plan de venganza.

—Te entiendo perfectamente hijo, pero... —me sorprendo su "comprensión" y estoy listo para refutar si dice alguna barbaridad de mi abejita— ¿Ella por lo menos te quiere? ¿O es un sentimiento unilateral?

«Si, yo siempre le gusté desde el principio, es obvio que me quiere.»

—Se que si padre —levanta una ceja mostrando que no me cree del todo—, bueno, no me lo ha dicho directamente, pero le aseguro que así es —se levanta y se dirige al minibar—. Entonces ¿Me ayudará?

No responde a mi pedido y eso me pone inquieto. Su respuesta probablemente sea una negativa de su parte. Incluso creo que sería capaz de desheredarme por decirle tal barbaridad porque sé que él tenía planeado casarme con una chica de mi nivel. Pero esta vez no daré mi brazo a torcer, incluso si eso me lleva a ganarme una golpiza de su parte.

«Esta vez no seré un cobarde.»

—Está bien. Te ayudaré con ese tipo y tú podrás ayudar a esa..., esa muchacha, no sé cómo, pero eso ya no entra en mi competencia, así que no te podré ayudar con un plan para salvarla.

—¿M-me ayudará en serio?

—Ya dije que sí, ahora solo te resta pensar en un plan para ella ¿Podrás? ¿O eso también lo tengo que hacer?

Por un momento me quedo en shock por la actitud de mi padre. Pero antes de que se arrepienta —porque lo conozco—, hablo.

—De hecho...

—Ya pensaste en un plan ¿Verdad? —se sienta nuevamente frente a mí.

«Claro que tengo un plan y esta vez no fallará.»

—Si, pero no sé cómo lo vaya a tomar. —mientras toma un poco de su bebida asiente despreocupado para que continúe. —. Me tengo que casar con ella para que no salga perjudicada.

Como era de esperarse, se atraganta con la bebida y empieza a toser desesperado. Voy en su ayuda y empiezo a golpear su espalda. Tarda un poco, pero se recompone.

— ¡¿De qué diablos hablas?! —me alejo esperando no recibir aún su furia—. Entiendo que te guste, pero ¿No crees que es muy pronto para casarse? —dice aún con dificultad.

—Recuerde que ese pueblo tiene muchas tradiciones extrañas —trato de buscar la excusa perfecta—, ya le conté sobre una, es la que íbamos a usar a nuestro favor para el plan —lo veo pensar y asiente—, y la verdad no quisiera correr el riesgo de que exista otra y la terminen matando por mi culpa.

No pienso dejar que ella salga lastimada, no esta vez. Y tampoco la dejaré en ese pueblo del infierno para que luego, otro imbécil la tome como esposa y la maltrate.

«Sobre mi cadáver.»

— Está bien, haz lo que tengas que hacer —esperaba un poco más de resistencia a mi plan, pero me alegra no tener que lidiar con eso—. De todos modos, esperaba tu regreso para que al fin te cases y tengas la imagen de una familia feliz para poder dejarte la empresa. Ahora mismo tu plan me ayudaría a matar a dos pájaros de un tiro.

—¡¿En-enserio padre?!

No puedo creer que al fin todo esté saliendo tan bien. Voy a casarme con la persona que ha cambiado mi perspectiva de la vida y mi padre me dará al fin el control de la empresa. Dos cosas que siempre he soñado, al fin están al alcance de mi mano.

—Si, pensaba decírtelo ese día que fui, pero..., pasó lo que pasó y ya no tuve tiempo de hablar contigo.

— Entiendo padre y gracias, ya verá que...

— Ahora no me des las gracias ni me prometas nada — me corta —. Primero necesito que te cases y luego ya veré cómo manejas la empresa —asiento entusiasmado—, solo espero no arrepentirme.

— Ya verá que no padre, ahora si haré las cosas bien.

Claro que haré todo bien y no por mi padre, lo haré por ella, para que nunca más sufra, para que nadie se atreva a siquiera mirarla o hacerle daño y sobre todo, para que sepa que hay personas que la aman y que harían todo lo posible solo por ver una de sus hermosas sonrisas.

Ella no volverá a recibir las sobras de los demás, será mi todo y por ende tendrá el mundo a sus pies. Porque ya me cansé de fingir que me da igual como su familia la trata. Ella no merece ese desprecio.

—Eso espero Baadir, eso espero...

—Se que no debería preguntar esto, ahora que me ha dado su autorización, pero... — «Necesito saber que le pasa» — ¿Por qué la aceptó tan rápido? — antes de que responda, agrego.

» No me mal interprete, porque agradezco que no me haya puesto trabas, es solo que no es algo común en usted padre. Sobre todo, porque quería casarme con alguien más ¿o me equivoco?

Me mira a los ojos y no responde de inmediato, por lo que me arrepiento de inmediato de haber abierto la boca.

«De seguro ya se arrepintió.»

—Esa pregunta te la responderé cuando traigas a esa muchacha —me muestra un atisbo de sonrisa—. Ahora lo que importa es buscar al hombre que acabará con el imbécil ese.

—Yo podría...

—No, tú no harás nada —me corta—. Ya te dije que de eso me encargo yo. No quiero que tus manos se vean manchadas si el tipo deja algún rastro.

—Está bien padre, solo le pido que sea lo más pronto posible.

«Entre más rápido muera, más rápido la podré traer a la ciudad.»

—No pregunto la razón de tu desesperación porque sé quién es la causante —rueda los ojos—. Y no te preocupes, ahora mismo lo llamo. Yo también quiero que esto acabe pronto.

Se levanta y se dirige lejos de mí. Supongo que es para que no conozca los detalles del plan, pero eso ahora ya no me importa. Lo único que quiero es que Emir desaparezca lo más pronto posible.

Mientras mi padre habla por teléfono, millones de escenarios con mi abejita se forman en mi cabeza.

«¿Cómo sería nuestra boda?»

Debe ser el evento más grande de todo Vakirust y el mundo. Obviamente será televisado para que ese recuerdo quede inmortalizado en la mente de todo el mundo. Imagino que querrá un vestido estilo princesa y se lo concederé porque se lo merece. He escuchado de Kiral que le encantan las coronas «¿O eran tiaras?», bueno, no importa, le compraré varias para que tenga de donde escoger y si es posible que tenga una para cada día del mes.

«¿Cuántos hijos tendríamos?»

Cuatro, definitivamente ese número, me encantan los números pares y si quiere tener más hijos, por mí no habría problema. Me imagino la cara de cada uno de ellos siendo una mezcla de nuestros rostros; serían hermosos, eso no hay que dudarlo. Si tenemos una niña sería la reina de la casa y del corazón de mi padre, eso es seguro. Mi padre siempre anheló tener una niña, pero mi madre no quiso tener más hijos, así que, por ese lado, él sería el hombre más feliz y yo aún más por haberle cumplido el sueño a mi padre.

A ninguno de mis hijos les hará falta amor, les diré que los amo cada noche antes de dormir. No quiero que crezcan con las mismas carencias de afecto con las que yo crecí. Los educaré con mano firme para que no cometan los mismos errores que yo, pero tampoco seré tan inflexible. O bueno, supongo que su madre saldrá a su favor si soy demasiado duro.

Mi abejita será una madre cariñosa, de eso no tengo duda. Solo imaginarla con los niños corriendo a su alrededor mientras juegan, me llena el corazón como nunca lo había hecho. Seremos la familia perfecta, de eso tampoco hay duda. Ella será la mejor madre y yo planeo ser el mejor padre. Todo el mundo envidiará nuestro amor y todo lo que tendremos.

Ahora que lo pienso, mi pent-house no será suficiente para la familia que planeo. Es enorme, sí, pero no tiene un patio para que los niños jueguen o para poner sus juegos favoritos. Necesito conseguir una mansión con mucho espacio para que disfruten y tengan toda la libertad del mundo. Las niñeras también necesitarán su espacio.

«Necesito hablar con mi secretaria para que se ocupe de todo.»

—... ¿Me estás escuchando? —me saca de mis pensamientos.

—No padre, lo siento, ¿Qué me dijo? —me acomodo en la silla.

—Que ya conseguí quien se encargue de ese tipo, todo está arreglado. —se acerca.

—¿Y cuándo...?

—No, no me preguntes nada, no pienso decírtelo —toma asiento frente a mi—. No quiero que luego por tus impulsos idiotas arruines mis planes. Además, entre menos sepas, mejor.

—Entiendo.

—Lo que sí te voy a pedir es que apenas muera ese tipo, te cases con la muchacha y la traigas. Si es posible, el mismo día.

—Pero yo quería casarme aquí, no en ese pueblo asqueroso. —Hago berrinche como un niño pequeño.

—Y te casarás con los preparativos que un Giray merece, pero según entiendo, no puedes sacar a la muchacha de su pueblo si no te casa con ella antes ¿O me equivoco?

«No lo había recordado, ¡Malditas tradiciones!»

—Tiene razón, me casaré con ella en el pueblo y cuando la traiga haré otra celebración por todo lo alto.

—Así se hará hijo, yo personalmente me encargaré de todo eso. Solo espero que no arruines nada.

—No lo haré padre, ya verá que todo saldrá bien. — solo asiente y por un momento veo un pequeño atisbo de sonrisa, pero no llega a formarse completamente

—Bueno, ahora que ya está todo arreglado, ¿Cuándo regresas a Kriana?

—Hoy —miro mi reloj—. De hecho, ahora mismo debo ir a la oficina para hablar con mi secretaria. —me levanto y tomo mis cosas.

—Entiendo, entonces, buen viaje hijo —cuando veo que no dice nada más, me dispongo a salir, pero antes de abrir la puerta, él agrega—. Espero que cuando regreses la traigas sana y salva.

«¿Qué le pasa? ¿No la odiaba?»

—Claro papá, lo haré.

Ayer dejé todo listo en Şekırul. Hablé con mi secretaria y tendrá todo listo a mi llegada con Eli. Le pedí incluso que agendara un mes completo con la mejor modista para que apenas lleguemos, Eli escoja su vestido y lo hagan a su medida. Los demás preparativos para la boda los dejé a cargo de mi madre. No quería que se entrometa tanto, pero mi padre insistió y ahora solo tengo que enviarle unos pequeños detalles respecto a los gustos de Eli, por lo demás dijo que ni me preocupe.

—Señor, olvidé mencionarlo —veo a Kiral por el retrovisor—, no sé si sepa lo que pasó con Ahmed en Turquía pero...

—Sí, me enteré, sería difícil no hacerlo después de que su noticia se hizo viral en todo el mundo.

No puedo creer que Ahmed haya obligado a Anastasia a retractarse públicamente por todo lo que hizo. No hay que ser tan inteligente para darse cuenta de que la obligaron, sobre todo conociendo a esa mujer que siempre se salía con la suya. Los medios internacionales se fueron contra ella y la empresa de sus padres, lo cual nos benefició a nosotros.

Aun así, siento un poco de pena por lo que está pasando. Nadie la ha visto después de dar esa conferencia de prensa y se cree que sus padres la han enviado lejos, donde nadie la conoce para que no cause más vergüenza a la familia.

«Mi padre hubiera hecho lo mismo.»

—Si y eso no es todo, me enteré que...

—Cállate, ahora no quiero saber nada de chismes Kiral.

—Pero...

—Nada, además, ya llegamos.

Me bajo del auto y sin esperarlo me dirijo a la casa. Voy tan inmerso en mis pensamientos que ni siquiera me doy cuenta de que alguien está abriendo la puerta de la casa, hasta que casi me tropiezo con él.

—¡Oh! Eres tú. —dice con desdén.

—Ahmed ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Turquía?

—¿No te dijo tu padre que...? —se detiene— No, olvídalo, creo que mi secretaria olvidó decirle a tu padre que regresaría el viernes mismo, justo después de...

—De obligar a Anastasia a disculparse públicamente.

Trato de molestarlo, pero noto que ni se inmuta ante mi comentario.

—Exacto, ahora —mira su reloj—, me tengo que ir.

Trata de pasar por mi lado, pero lo detengo a tiempo.

—Espera ¿A dónde vas tan temprano?

—No te interesa.

—Te recuerdo que sigues trabajando para mí ahora que volviste.

—Si, pero te recuerdo que mi trabajo comienza a las 9, según las leyes de tu país. —esboza una pequeña sonrisa.

—Si pero...

—Adiós, nos vemos en casa de mi Sultana.

«¡¿Mi Sultana?! ¿Cómo que "mi"?»

Antes de reclamar su arrebato, él sale corriendo en la misma dirección que la casa de mi abejita.

Esta estupidez de los seudónimos cambiará cuando ella sea mi esposa. Ahmed tendrá que dejar de decirle "Sultana", más bien, todo el mundo dejará de tratarla como una igual. Solo será tratada como "La Señora Giray".

«Elizabeth de Giray, no suena mal, suena perfecto.»

—Señor —interrumpe Kiral—, olvidé recordarle que hoy ya termina todo referente al libro de Sulta...

—¡No la llames así, maldición!

—L-lo siento, yo..., bueno, lo que le decía es que hoy se debe hacer la última entrevista a Elizabeth y con eso acabaríamos el cronograma para el libro.

«El libro»

Ni siquiera había recordado ese detalle de mi plan, después de todo, con el tiempo solo me enfoqué en pasar más tiempo con ella que no tomé mucha atención en la redacción del libro. Que la verdad, no será necesario porque al fin y al cabo no saldrá nunca a la luz.

—Está bien, preparémonos para la tarde, debes tener todo listo. ¡Oh!, lo olvidaba, te pido que el dinero que quedó pactado con sus padres al principio, no se los deposites.

—¿Qué no les deposite? ¿Por qué? —lo miro mal.

—¿De cuándo acá te interesa saber los motivos de mis órdenes?

—Lo siento — baja la cabeza apenado—, no volverá a pasar señor.

—Eso espero.

Sigo mi camino y me dirijo a mi habitación, mientras Kiral ingresa las pocas maletas que traje.

No quise traer muchas cosas, después de todo regresaremos pronto a la ciudad y no será necesario. Por su puesto, mi secretaria se ocupará de que mis cosas las trasladen a la nueva mansión, para que al regreso todo ya esté listo y solo disfrutemos con mi abejita.

«Me encanta tener el control de las cosas y ahora lo tengo»

—Señor, ya está todo listo ¿Iremos caminando? — entra Kiral a mi cuarto.

—Claro que no, prepara el auto, ya bajo. —asiente y desaparece.

Apenas se va guardo la cajita negra que contiene el anillo de compromiso que mi madre portaba.

Antes de venir conversé con ella, fue algo raro porque no tenemos esa relación de madre e hijo. Ella solía dejarme con mi padre y nunca cumplió el papel de madre que se supone tenía que cumplir. Según mi tía, yo arruiné la carrera de modelo que tenía mi madre y por eso me tiene algo de rencor.

No la culpo en absoluto por su actitud, después de todo creo que en verdad arruiné la vida de mis padres, no solo la de ella. Por eso yo no pienso dejar que mis hijos crezcan con carencias de afecto cuando tienen a alguien que se los pueda dar.

Bajo de inmediato y me encuentro con Kiral listo en el auto. Hoy quise llevarlo porque no nos quedaremos en la casa de Eli para el final del libro. La llevaré a dar un paseo y disfrutaremos de la tarde, antes de que tenga que ir a sus clases. Trataré de concentrarme en aparentar mi interés en el libro, pero sé que pasaré ocupado detallando cada facción de su rostro.

Subo al auto y Kiral me imita. No tardamos ni 2 minutos en arrancar, dar la vuelta a nuestra manzana y parquear frente a la casa de Eli.

Me bajo de inmediato anhelando verla, pues la extrañé tanto desde el día que me fui a la ciudad.

Camino a toda prisa, casi desesperado, pero Kiral me detiene a medio camino.

—Señor, creo que están en el patio trasero, se escuchan voces ahí.

Me detengo a escuchar y es verdad, se escuchan las voces de mi abejita y...

«Maldita sea, así que por eso saliste tan temprano.»

—Regresa al auto, ya sabes lo que tienes que hacer cuando salga con Eli.

Voy directo al patio trasero cuando escucho unas risas pequeñas y no me molesto en disculparme con Kiral cuando lo paso golpeando por interrumpir en mi camino.

Cuando llego, veo como Ahmed tiene abrazada a mi abejita por detrás. Millones de ideas se forman en mi cabeza, pero antes de sonar como un imbécil frente a ella por mis estúpidos celos, me calmo y me acerco a ellos, que ni siquiera se han percatado de mi llegada.

—¿Qué está pasando aquí? —suelto y me arrepiento al instante porque no he sonado muy calmado que digamos.

Eli se suelta de Ahmed y se muestra asustada, pero cuando me detalla se tranquiliza un poco. Ahmed en cambio me acribilla con su mirada, pero hago caso omiso a su actitud.

«Ahora no estoy de humor para soportarte imbécil.»

—Nada Baadir, hola ¿Cuándo llegaste? — suena nerviosa.

—Hoy en la madrugada abejita. —me acerco e intento abrazarla, pero el imbécil que se encuentra a su lado la aparta de inmediato.

—¿Qué te pasa? ¿Con qué derecho la alejas de mí? — reclamo.

—A ti qué te pasa —suena calmado—, podrías saludar de lejos, no es necesario que la estés abrazando por todo.

«¿Con qué derecho se atreve a decir eso?»

—Mira, tú no vas a ...

—Ya, ya, se calman por favor —interviene mi abejita algo molesta—, no sé qué tienen entre ustedes, pero creo que si no se soportan no deberían trabajar juntos.

» Perdón que se los diga hasta ahora pero no pensé que seguirían odiándose hasta hoy que se supone es la última entrevista que realizaremos para el libro ¿O me equivoco?

—No, no, no te equivocas —le sonrío y esta me devuelve una sonrisa pequeña. Pero como siempre el imbécil debe ponerse frente a ella solo para molestarme—. Hoy finalizamos el libro.

—¿No te parece que te demoraste muy poco para hacer ese libro? —dice extrañado Ahmed.

—No, claro que no —miento— ¿Por qué? ¿Acaso sabes algo de las creaciones de libros biográficos?

No dice nada y solo rueda los ojos. Mi abejita por suerte lo aparta antes de que lo haga yo, que ganas no me faltaban para hacerlo de un golpe.

«Cálmate Baadir, no puedes parecer un animal frente a ella.»

—Bueno, entonces podemos empezar ¿Qué les parece? —dice contenta.

«Maldita sea, olvidé que ese imbécil estaba aquí y mis planes se irán al carajo si nos sigue a todos lados como un perro guardián»

—¡Oh! lo olvidaba, Ahmed ¿Trajiste la grabadora y la cámara?

—No, se supone que eso debe traerlo Kiral. —habla con desdén mientras intenta sentarse en el banquillo del patio.

—Pues ni termines de sentarte —se detiene a media sentadilla— y ve a buscar esas cosas a la casa, que Kiral no las trajo pensando que tú lo habías hecho.

Me reta con la mirada y noto su furia. Pero como siempre, esconde muy bien sus expresiones y solo asiente para salir de inmediato del patio.

Cuando noto que se fue completamente regreso a verla.

—Hoy tengo otros planes para tener un final memorable de este proyecto ¿qué te parece?

—¿Y qué planes son? Recuerda que en la tarde tengo que asistir al...

—Al voluntariado —asiente—, lo harás, no te preocupes, pero lo que vamos a hacer no te lo puedo revelar, será una sorpresa.

—¡¿Una sorpresa?! —dice contenta y me encanta saber que, con detalles mínimos, ella es feliz.

—Si, una sorpresa que te encantará, así que vamos antes de que se haga más tarde.

Asiente feliz y pega unos pequeños saltitos mientras se dirige a la salida y yo la sigo igual de contento o más, al saber que es por mi causa esa emoción. Pero de un momento a otro, se detiene.

—Casi lo olvido —se da media vuelta y me mira—, tenemos que esperar a Ahmed.

«¿Por qué le importa tanto?»

—Oh, no te preocupes por él —digo lo más calmado posible—, de seguro nos seguirá en el camino, él ya sabe por dónde iremos.

La veo pensar y niega despacio.

—Creo que será mejor esperarlo, él no conoce el pueblo y no quisiera que se pierda.

—¡¿Por qué te preocupas tanto por él?!—me acerco y ella retrocede porque mi tono de voz salió peor de lo que imaginé.

«Cálmate, no puedes dejar que te tenga miedo»

—P-porque tiene que ir con nosotros y ...—se sonroja y eso junto con la imagen que vi a mi llegada hacen que mi mente maquine tantos escenarios que para nada me agradan—, y ya.

—¿Y ya? —asiente— ¿Estás segura?

Esta vez no asiente ni responde y eso solo hace que mis dudas se vuelvan cada vez más grandes.

Mi problema con los celos tampoco ayuda mucho porque en este momento tengo ganas de matar a Ahmed por haberla tenido en sus brazos, como a mí me hubiera gustado tenerla.

Mi vista se desvía tras Eli y veo que Ahmed viene silbando despreocupado junto con Kiral. Trae la cámara y es obvio que el idiota de Kiral se la dio, porque si la trajo.

«Idiota, debiste demorarte más.»

Justo cuando están muy cerca de nosotros, un impulso de idiotez —o de valentía ¿Quién sabe? — me hacen tomar a Eli de la nuca.

Sus ojos se abren sorprendidos y cuando veo de reojo que los dos idiotas que tengo como asistentes se detienen, la beso.

Noto resistencia al principio y para que no me deje como un imbécil frente a ellos, la abrazo con fuerza con mi brazo restante, logrando así que tenga pocas posibilidades de escapar. Me centro en el beso y mientras estoy cerrando los ojos para disfrutarlo completamente, noto como los labios de mi abejita desaparecen.

Ni siquiera tengo tiempo de reaccionar cuando ya siento el primer golpe seco en mi mejilla. Y no, no es de Ahmed, el golpe me lo da Eli.

Ahmed, Kiral y yo estamos atónitos pues ella nunca ha hecho eso, y por lo menos yo nunca la creí capaz de hacer eso.

—¡¿Pero qué te pasa Baadir?! ¿Por qué me besaste?

No dejo de tocarme la mejilla, pues el golpe que me propinó lo hizo demasiado bien.

—No debería hacer eso —interviene Kiral—, ella es una mujer comprometida y si alguien aparte de nosotros la hubiera visto besándose con usted, de seguro le traerían problemas a Sulta...

—¡Elizabeth! —grita Ahmed y todos nos acobardamos ante su tono de voz—, su nombre es Elizabeth maldita sea —agarra de la corbata a Kiral cortándole la respiración y este se ve muy asustado—, si vuelves a decirle Sultana te corto la lengua y se las doy a los perros ¿Entendiste?

—S-sí, entendí muy bien, po-por fa-vor sue-suelteme.

Lo suelta y ahora viene directo contra mí. Pero antes de llegar, mi abejita se para frente a mí, haciendo que detenga su paso.

—No debió besarte, déjame matarlo, tengo la excusa perfecta. —dice muy calmado que me asusta.

«¿Pero este tipo es bipolar o qué?»

—No, de él me encargo yo.

—Pero...

—Ya dije que no y te pido que te disculpes con Kiral y lo lleves a tomar aire que lo dejaste muy mal.

Es verdad, Kiral se encuentra aun tosiendo.

—Sígueme idiota ¿O tengo que cargarte? — dice mientras sigue acribillándome con la mirada.

«¿Le hizo caso?»

—¡Ahmed! Deja de ser grosero y discúlpate ahora.

—Yo no le debo disculpas a nadie — su mirada ahora recae sobre mi abejita, pero esta es más suave—, nunca me he disculpado con na..., bueno, no pienso disculparme con él.

—Entonces te pido que te vayas de aquí, tengo que hablar con Baadir.

Por un momento pienso que Ahmed se quedará y hará todo lo contrario a lo que le ordena, pero no lo hace, solo la mira por un buen tiempo para al final asentir y retirarse mientras lleva a Kiral por la corbata.

—Hombres ¿Quién los entiende? —la escucho decir bajito.

—No hace falta que los entiendas a todos, solo trata de entenderme a mí. —Trato de romper el hielo con mi comentario, pero cuando se da la vuelta y me encara, sé que no lo he logrado.

Cruza sus brazos y no dice nada, pero sé que está muy enojada.

Lo admito, no debía hacer esa estupidez de besarla por un impulso solo por demostrarle a Ahmed que ella me quiere a mí. Pero creo que cualquiera hubiera hecho eso para dejarlo claro ante todos.

—Baadir, no sé por qué me besaste, pero te pido que no lo vuelvas a hacer más, yo...

—Sé que eres una mujer comprometida y déjame decirte que no me importa en lo más mínimo —revelo y se muestra sorprendida—. Me gustas y sé que también te...

—No termines esa oración —tapa mi boca con su pequeña mano—, porque no es cierto.

—Si lo es, me gustas y creo que te has dado cuenta desde siempre. —intenta hablar, pero esta vez yo soy el que pone mi dedo índice en sus labios—. Así que no temas abejita, no temas decir que también me quieres.

Sus lágrimas empiezan a brotar y me siento mal al ser el causante. Intento limpiarlas, pero se aleja bruscamente y se las limpia ella sola.

—No lo entiendes Baadir.

—Créeme que lo entiendo abejita, sé que es difícil para ti decirlo en voz alta porque sabes las repercusiones que puede tener tu declaración, pero déjame decirte que no debes temer. —niega con la cabeza y para que me crea le digo: —, tengo un plan para que no termines atada a Emir para toda la vida. Deja todo en mis manos y verás que...

—No te quiero —suelta y siento que mi corazón se detiene por un instante—, no como tu piensas Baadir.

«Tranquilo, solo está asustada.»

—Mira, sé que puede resultar intimidante el declarar tus sentimientos, pero no te preocupes, tu vida no correrá ningún riesgo porque tengo un plan, y sé que no fallará.

Intento abrazarla para que entienda que estoy para ella y nunca más la dejaré sola. Pero no me deja, al contrario, se aleja más y eso solo hace que me preocupe más su actitud.

«Ya dime que me quieres..., por favor.»

—Te equivocas, no tengo que declarar nada Baadir, porque no te quiero como tu piensas —abro mi boca para refutar, pero no sale nada, ni un sonido—, te quiero como un amigo, incluso como un hermano, pero mis sentimientos no van más allá de eso.

Ni siquiera puedo hablar y preguntarle la razón de su desprecio, pues en mi cabeza, todo lo que tenía planeado, desde nuestro casamiento, su vestido de novia, la cara de nuestros hijos, todo, literalmente todo se ha desvanecido.

«Ella debe quererme, yo sé que ella me quería a mi desde el principio, ¡A mí maldita sea, me quería a mí!»

—Mientes, sé que mientes porque te da miedo, yo te gustaba desde el principio y ahora solo estas asustada por las consecuencias que...

—No miento Baadir —dice calmada tratando de aparentar que no pasa nada cuando ha destrozado mi corazón en mil pedazos. —, y te pido que no hagas más difícil esto, por favor.

«¿Y si le ruego? Tal vez así se apiade de mí y...»

«No, olvídalo Baadir, no le ruegues, no te arrastres ante ella por un poco de cariño.»

—Entiendo —se sorprende—, no voy a volver a sacar el tema, de todos modos, ya terminamos el libro y no nos volveremos a ver más —esbozo una sonrisa que entre más se curva más rompe mi corazón—, ya hablaremos más tarde de esto, o tal vez otro día sobre la última entrevista que te queda. Adiós.

Doy media vuelta y trato de huir para que no note como las lágrimas se han acumulado en mis ojos y luchan por salir. Pero me detiene a medio camino tomándome del brazo y ese simple acto hace que mi corazón guarde algo de esperanza.

Doy media vuelta y la encaro, esperando alguna confesión.

«Dime que me quieres, solo dime que me quieres y me tendrás a tus pies otra vez.»

—No me odies por no quererte como quisieras, pero no puedo obligar a mi corazón a quererte cuando ya amo a alguien más.

«" Ya amo a alguien", "amo", ¿Por qué esa maldita palabra puede alegrar tanto a una persona, pero destrozarle el corazón a otros?»

—Adiós Elizabeth. —me suelto y corro sin hacer caso a sus llamados.

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GRACIAS POR LEERME, TEN UNA LINDA MAÑANA, TARDE, NOCHE O MADRUGADA, DEPENDIENDO DE CUANDO ME LEAS

NOTA:

Perdón la demora, pero he tenido tantos problemas que no he tenido tiempo de escribir. Espero me sigas apoyando y prometo ser más constante.

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