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25

ELIZABETH AYDIN

Mientras sigo arreglando la casa para la llegada de mis familiares, mis padres han ido a comprar algunas cosas al otro pueblo, pues dicen que el evento de hoy es muy importante para la familia. No entiendo y tampoco me quieren decir la razón por la que se hará la fiesta de hoy, pero tampoco insisto.

Alrededor de una hora después, mis padres llegan y tras ellos toda mi familia, tanto materna como paterna. No es tanta en realidad, pues mi madre tiene solo 2 hermanas más y mi padre solo 2 hermanos; cada uno tiene su pareja y un hijo o hija. Es algo raro, pero en la familia de mi padre, solo tienen hijos hombres y en la de mi madre solo mujeres. Mi familia supongo es una excepción.

Mis primos tienen mi edad o son mayores con un año, por lo que se creería que nos llevamos bien, pero no es así, pues mis primos maternos no me soportan «sus palabras, no mías», siempre han preferido a Issadora y los entiendo, no a todo el mundo le puedo caer bien. A mis primos paternos en cambio nunca los conocí, esta es la primera vez que los veo.

—¿Dónde está mi princesa Issadora? —Habla mi tía, obviando mi presencia.

—No está, anda trabajando en la ciudad —dice con orgullo mi madre, pero sé que sigue preocupada por no tener noticias de su hija favorita.

Todos regresan a verla sorprendidos.

—¿En la ciudad? Lo sabía, mi sobrina es tan inteligente y saldrá de este pueblo asqueroso—me mira con desdén—Por lo menos alguien no es un estorbo en esta casa y hace las cosas bien. Estoy tan orgullosa, pero ¿No vendrá hoy para...?

—¡No! —la corta mi madre— no ha podido comunicarse con nosotros, creo que no podrá venir hoy tampoco, pero pasen, no nos quedemos aquí.

Asienten y de inmediato empiezan a entrar, dejándome sus pertenencias para que las cuelgue o las guarde por ahí. Ninguna de mis tías me saluda, igual mis primas, pasan de mí como si tuviera alguna enfermedad. Mis tíos paternos, al contrario, tratan de hacerme la conversa, pero mi madre lo obliga a dirigirse con la familia a la sala.

Al terminar de guardar todas las cosas, incluidas las maletas que trajeron, me dirijo a la sala donde los veo muy felices hablando. Intento sentarme en un rincón para ser partícipe de la charla, pero no alcanzo siquiera a sentarme cuando habla una de mis tías maternas.

—Muchacha, tráenos un café y algún bocadillo porque esta charla va de largo. —asiento.

—Espera, a nosotros tráenos algún jugo, que no sea con mucha azúcar —dice mi prima materna.

No hago más que asentir e ir directo a hacer lo que me pidieron, no quiero tener problemas con nadie.

Mientras estoy preparando el jugo unas voces tras de mí me sobresaltan y volteo.

—¡Hola! —dicen ambos primos paternos mientras estiran sus manos.

—H-hola ¿Qué hacen aquí? ¿Necesitan algo? —miran sus manos y entiendo que quieren que se las estreche.

Cuando tomo sus manos a la vez, para no ser descortés, siento que tiran de mis manos y me abrazan. Al principio me desconcierta la acción, pero de inmediato me siento bien al saber que ellos no me odian.

—Esperamos tanto tiempo para conocerte—habla uno, mientras ambos se alejan—Soy Deniz y él es Ediz, somos tus primos, pero supongo que eso ya lo sabes y creerás que soy un idiota al aclararlo —se detiene—creo que estoy hablado de más, perdóname.

—No hay nada que perdonar, yo también suelo hablar demasiado cuando estoy nerviosa, por cierto, soy Elizabeth, pero me pueden decir Eli.

—Si, este idiota suele hablar de más cuando está nervioso y molesta demasiado, pero tú no te preocupes, habla lo que quieras porque queremos saber mucho de ti.

—¡Sí! cuéntanos todo de ti —dice Deniz muy entusiasmado.

—Ahora no puedo —señalo el jugo— podemos hacerlo en la fiesta, también quiero saber de ustedes.

Ambos empiezan a hablar sin parar, tratan de contarme algunas cosas de su viaje y cuánto esperaban conocerme.

Me ayudan a llevar a la sala las bandejas con jugos y cafés respectivamente, mientras yo llevo los bocadillos que me esmeré haciendo toda la madrugada.

—¡No puedo creer que no puedas hacer ni siquiera eso muchacha! Ellos son hombres, no deben estar repartiendo, de hecho, ni siquiera debieron entrar a la cocina. Coge las bandejas y hazlo tú. —Asiento asustada por la actitud de mi tía.

—No se preocupe —interviene mi tío—Mi hijo y mi sobrino saben que, por ayudar, no se les van a caer las manos y tampoco dejarán de ser hombres. —Mira a mis primos—Así que ya saben, ustedes ayuden a Eli en lo que puedan, no sean maleducados.

—N-no es necesario tío, puedo hacerlo yo sin proble...

—No, nada de peros, de hecho, deja los bocadillos en la mesa, no creo que se les caigan las manos si se estiran un poco para cogerlos. —me hace un espacio a su lado— Ven, siéntate a mi lado y ustedes muchachos sigan por favor.

Así paso sentada a lado de mi tío por un buen tiempo, mientras las miradas que me lanzan mi madre y su familia me atraviesan como dagas. Tanto mis tíos como mis primos tratan de hacerme parte de la conversación, pero al ser la primera vez que soy parte de una conversación, solo contesto con monosílabos, tratando de no enojar ni molestar a nadie con mis intervenciones.

Al cabo de una hora, la puerta de la cocina es abierta y veo entrar a Baadir y Kiral, los cuales se quedan sorprendidos por las personas que hay en la sala. Inmediatamente me levanto y me dirijo a ellos para tratar de llevarlos al patio.

—¿Quiénes son ellos y por qué entraron como perros por su casa? — habla con desdén mi tía.

—Son personas importantes hermana, ellos le dieron trabajo a mi Issadora, así que no te comportes así.

—¡Oh! Lo siento, lo siento, no sabía quiénes eran —se levanta y se dirige a Baadir— Mi nombre es Bahar, tía de Issadora un gusto conocerlos.

—Un gusto señora, soy Baadir y él es Kiral. —levanta su cabeza y me mira—¿Podemos hablar Eli? A solas, claro.

—Claro, vamos al patio —digo avanzando hacia ellos.

—Espera muchacha —dice la tía Bahar mientras se da la vuelta y me enfrenta—¿Cómo que vas a hablar a solas con el jefe de tu hermana? Respétalo y no andes de ofrecida con él, que podrías complicar las cosas para tu hermana.

Mi mente se queda en blanco pues no sé qué responder ante la acusación que me hace. No creo que haya hecho algo "malo" ni deshonroso.

—Perdón señora Bahar —Interviene Baadir muy enojado— Pero, en realidad soy el jefe de ella antes que el de Issadora. Ella es más importante para mi proyecto, así que si nos permite debemos hablar a solas y por si las dudas, también cuento con la aprobación de sus padres para hacer lo que me plazca con el tiempo de Eli. —desvía su mirada a mis padres— ¿O me equivoco?

—No, claro que no muchacho, puedes llevártela, de seguro tienen que hablar sobre el libro que están haciendo sobre su vida. —dice orgulloso mi padre.

«¿Qué le pasa a mi padre? Anda demasiado raro estos días»

—¡¿Está haciendo qué?! ¿Un libro de esta..., esta muchacha?

—Si y no les quitaremos más tiempo, yo les explicaré todo, pueden irse muchachos —contesta mi padre mientras nos hace señas para que nos vayamos.

Me acerco a Baadir y lo tomo del brazo al igual que a Kiral para llevarlos al patio. Nadie nos detiene, pero si escucho como mis tías buscan alguna explicación razonable del por qué "alguien como yo" tiene que hablar con personas importantes. No hago mucho caso a esos comentarios, pero por la cara que hace Baadir, creo que él sí lo hace.

—Lo siento, olvidé decirles que hoy teníamos la visita de mi familia. No sé si pueda hacer hoy lo del libro.

—No te preocupes, podemos arreglar lo del libro otro día, pero... ¿Sabes para qué vinieron todos tus familiares?

—No, nadie me dice la razón, pero...

Mis padres salen de la casa casi corriendo y se acercan a nosotros.

—Baadir, a ti te estaba buscando, quería saber si mi Issadora estará pronto de regreso, no se ha comunicado con nosotros y quiero saber de ella, se me hace muy extraño todo esto.

«A mí también me parece extraño»

—En la ciudad ya no usan los teléfonos convencionales señora y tal vez por eso no se puede comunicar, pero no se preocupe, ella está en buenas manos, no dejaría que nada malo le pase. —mi madre intenta intervenir una vez más, pero Baadir la corta—Tampoco se cuando regresa porque es un trabajo un poco extenso el que tiene que hacer, pero no se preocupe, le pagaremos muy bien.

—Pero...

—Eso ya no importa Nora —la corta mi padre y se dirige a Baadir—Veníamos a pedirles de favor que acompañen a Elizabeth, nos olvidamos unas cosas en el otro pueblo y son muy necesarias.

—Claro señor, solo dígame que necesita e iremos con gusto.

—Antes, quisiera hablar con usted a solas, señor Baadir. —dice serio mi padre.

Ambos se alejan un poco y esta vez, no trato de hacer el mínimo esfuerzo en escuchar lo que hablan, de todos modos, ni entendería porque están hablando turco.

—Kiral—susurro para que mi madre no me escuche.

—Dime Sultana —responde susurrando.

—¿Has sabido algo de Ahmed? ¿No tienes noticias de él? —lo veo dudar.

—Se contactó conmigo, pero... perdimos comunicación, no dijo mucho, de hecho, casi nada, así que desde ya te digo que no se si va a volver o no. —asiento algo triste por la noticia—Lo siento Sultana, pero si llega a comunicarse nuevamente conmigo, le diré que preguntaste por él.

—Gracias, gracias gracias—digo eufórica y mi madre vuelve su mirada a mí con desdén por lo que decido callarme de una buena vez.

Noto que mi padre y Baadir regresan, ambos con un semblante preocupado, sobre todo el de mi padre. Mi madre no espera a mi padre y entra a la casa de inmediato.

Estoy tan concentrada en como mi madre entra a la casa, que no me doy cuenta cuando mi padre llega y me abraza con fuerza. Me quedo quieta por unos instantes tratando de no molestarlo para que el abrazo dure más, pero después de un tiempo no me resisto y también lo abrazo con fuerza.

«Lo sabía, él me quiere, si me quiere.»

Se separa de mí y apenas lo hace siento un gran vacío, pero ni siquiera tengo tiempo de preguntarle a que ha venido esa demostración de afecto que no me había mostrado hace mucho tiempo, cuando él se da media vuelta y se dirige a la casa. Antes de cerrar la puerta, me regresa a ver algo triste, pero no dice nada.

Baadir me pide seguirlo junto con Kiral, pues mi padre ya le ha dicho lo que nos falta y donde lo encontraremos. No me da muchos detalles, pero de igual forma no insisto, no me gustaría molestarlo con mis comentarios.

—Entonces ¿Qué estamos buscando? Hemos viajado 1 hora, debemos regresar lo más rápido posible, de seguro mi familia necesita mi ayuda para poner todos los arreglos en el patio.

—No te preocupes por eso, tu padre me dijo que toda tu familia lo ayudará y no hace falta apresurarnos. Lo que buscamos es un ramo de claveles rojos y también una corona de flores silvestres que combine con el vestido que tus padres te compraron.

—¿Claveles rojos? ¿Que combine con mi vestido una corona? No entiendo.

—Eso fue lo que tu padre nos pidió —encoge los hombros.

—Eso pudimos conseguirlo en el pueblo que queda a 20 min del nuestro ¿Por qué vinimos acá?

—No lo sé, ellos me pidieron que venga acá, de seguro encontramos mejores cosas, ahora vamos.

Lo seguimos por casi 1 hora por todo el mercado del pueblo y a pesar de que casi inmediatamente encontramos lo que necesitamos, Baadir opta por seguir buscando otras ofertas, lo cual nos hace tardar aún más.

Después de casi 2 horas y media, al fin compramos las cosas y regresamos al auto.

«No sé por qué nos hizo caminar tanto, si al final compramos en la primera tienda que preguntamos cuando llegamos al mercado»

—Abejita — «Ay no ¿Otra vez abejita?» —¿Entiendes algo de turco?

—No, de hecho, no entiendo nada ¿Por qué?

—Por nada, lo que pasa es que voy a hablar con Kiral un momento en turco sobre unos asuntos de su familia, ya sabes, algo personal para él y no quería ser descortés al hacerlo, pero ¿No te importará verdad?

—Claro que no, hablen lo que tengan que hablar, mientras tanto yo escucharé algo de música.

Saco mi walkman y reproduzco el casete que lleva puesto. De alguna u otra forma, no me concentro en las canciones, de hecho, lo único que ronda mi mente son las dichosas flores que lleva Kiral en la parte trasera. Se me hace raro que sean rojas, pues ese color se usa solo en ocasiones muy especiales.

«Tal vez es alguna fecha especial para la familia y yo soy la única que no lo recuerda»

Después de 3 canciones, empiezo a sentirme cansada y a pesar de que hago un gran esfuerzo por no caer rendida, lo hago.

Siento que me mueven y me despierto de inmediato muy asustada. No recuerdo muy bien que estaba soñando, la única imagen que recuerdo es la mía encerrada en una celda de la estación de policías.

Eso me hace recordar a Emir, el cual no ha parado de enviarme regalos y algunas veces solo va a verme pocos minutos a casa. No ha vuelto a alzarme la mano ni a gritarme, lo cual agradezco, pero se me hace muy rara su actitud.

«Tal vez esta vez sí recapacitó y yo aquí dudando de él»

Baadir me saca de mis pensamientos cuando toca la ventana y me hace una señal para que baje del auto. Lo hago y noto que Kiral ya entró a mi casa.

Antes de seguir por el camino que nos lleva directamente al patio trasero, que es por donde usualmente entramos, Baadir me detiene.

—Entremos por la puerta principal. De seguro a tus tías no les hace gracia que volvamos a entrar por la puerta de la cocina —asiento y lo sigo.

Al abrir la puerta, mis padres se encuentran en la entrada junto a Kiral y pienso de inmediato que me regañarán por haberme tardado demasiado. Pero, lo que llama aún más mi atención es cómo van vestidos, pues ambos llevan sus mejores trajes.

—Muchacha, ve bañarte y cambiarte ahora, ponte el vestido que te compramos y cuando termines, sales por la puerta que da al patio ¿Entendiste? —dice mi madre con desdén.

—Está bien, por cierto ¿Kiral ya les entregó las cosas que compramos?

—Si, están en el sótano, te pones la corona de flores y traes contigo el ramo cuando salgas, no lo olvides. —Asiento dudosa—Ahora ve que no tenemos todo el día.

—Espera Eli —interviene mi padre— Necesito hablar contigo, sígueme.

Mi madre lo mira extrañada, pero no dice nada.

Lo sigo hasta el segundo piso donde no hay absolutamente nadie. Cuando llegamos a un corredor que no tiene salida, él se gira y me toma de manera desesperada de los hombros, lo cual me hace tambalear y asustar a la vez.

— Eli, dime la verdad ¿te gusta Baadir? ¿Escaparías con él? —me sorprende la pregunta y más aún el tono desesperado que emplea.

«Es una trampa, de seguro es una trampa para castigarme si le digo que quiero escapar»

Mi padre me podría incluso matar si le confieso que quiero escapar, sin importar si lo hago con un hombre o sola, pues en el pueblo creerían lo peor de mí y la reputación de mis padres quedaría manchada para siempre. No soy tonta, a pesar de mis ganas de querer escapar, nunca se lo contaría a alguien, sobre todo a mi padre.

—N-no padre, él es mi amigo, no escaparía nunca con él ni con nadie —no lo miro a los ojos cuando digo lo último, pues no quiero que se dé cuenta que miento.

—¿Estás segura? —aprieta su agarre—Por favor, hija, dime la verdad.

«Hace mucho que no escucho esa palabra, "hija" ¡Qué bien se escucha!»

—N-no papá, te digo la verdad y suéltame por favor, me lastimas. —Me suelta de inmediato y su cara denota algo de decepción.

—Ve a hacer lo que tu madre pidió. No te demores mucho y recuerda salir por la puerta que da al patio trasero. —asiento y doy media vuelta.

Me dirijo de inmediato a hacer lo que me pidió, no tardo demasiado pues no quiero que mis padres y mis tías se enojen por no ayudar a servir los bocadillos y demás cosas que hice para la fiesta.

Al ponerme la corona de flores y tomar el ramo de claveles siento algo dentro de mí que me incita a huir, pero en vez de eso, me dirijo al espejo para ver si voy bien vestida. Me veo y me sorprendo un poco, pues me veo muy bonita con el vestido.

«No seas presumida Eli, eres alguien común, no eres la gran cosa»

—Es verdad, no soy tan hermosa.

Doy media vuelta y empiezo a subir las escaleras para abrir la puerta que da al patio. Me preocupo un poco cuando mi corazón empieza a latir con más fuerza y mi instinto empieza a ser más fuerte incitándome a huir. No lo entiendo y trato de calmarme.

Tomo el pomo de la puerta, la abro y veo que toda mi familia se encuentra mirando en mi dirección. Por inercia regreso a ver si alguien está detrás de mí, pero al notar que no hay nadie, decido avanzar. Nadie dice nada, pero aun así siento que soy juzgada por todos solo con sus miradas.

«¿Me veo tan mal? ¿Hice algo mal? No lo entiendo»

Cuando intento avanzar un poco más, veo avanzar a los padres de Emir en mi dirección, ambos llevan un lazo de flores. Es ahí cuando todo mi mundo se detiene, es ahí cuando me doy cuenta en lo que estoy metida.

«¡No quiero, no quiero! Tengo que huir,»

Con la mirada busco desesperada a Baadir. No lo encuentro por ningún lado, solo veo a Kiral el cual me hace una señal animándome.

No noto exactamente cuando llega Emir a posicionarse frente a mí, pero cuando lo hago, ya es muy tarde para huir.

—Dame tu mano cariño —niego despacio con la cabeza.

No puedo decir nada, no salen las palabras de mi boca. Siento que si abro la boca empezaré a gritar como loca que me dejen ser libre.

—Está nerviosa, no esperaba esta sorpresa —alza la voz para que todos escuchen—Ven cariño, nos espera el alcalde.

No espera una respuesta de mi parte, pues me toma de la mano de manera brusca y me lleva a una pequeña tarima que se encuentra decorada con flores, en ella se encuentra el alcalde muy feliz.

Me coloca frente al alcalde y sus padres junto con los míos, se posicionan detrás nuestro tomando el lazo de flores.

—El día de hoy, una pareja que todos han visto crecer en el pueblo, se comprometerá para formar una nueva familia que honrará al pueblo con su gran ejemplo de amor. Como alcalde, no me queda más que felicitar a estos muchachos y a sus familias que han sido un gran ejemplo para todo el pueblo, estoy seguro de que esta unión beneficiará a todos. Pero ya, dejemos tanta palabrería y procede muchacho.

Emir empieza a ponerse de rodillas y yo trato de dar un paso para atrás, pero soy detenida de inmediato cuando él me toma de la mano.

—Elizabeth Aydin, ¿Quisieras casarte conmigo y ser la futura señora Akin para que tu nombre y tu persona se enaltezcan al llevar mi apellido?

Intento soltar su mano, pero este me detiene con más fuerza haciéndome daño, incluso llega a clavar sus uñas en el dorso de mis manos.

—Ni pienses hacerme quedar mal —dice susurrando—, acepta de una buena vez que mis padres están esperando para colocarnos el lazo.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos y nuevamente trato de buscar entre las personas a Baadir, pues pienso que es el único que puede salvarme. No lo encuentro y mi familia junto con la de Emir empiezan a murmurar.

«No hay opción para mí, nunca la hubo, tengo que aceptar mi destino»

Solo asiento de manera lenta, esperando que alguien intervenga, pero nadie lo hace.

—¡Dice que sí! —habla mi madre haciendo que todos aplaudan—Señores Akin, pónganles el lazo.

Nos colocan el lazo y de inmediato empieza a sonar la música típica en honor a nuestro compromiso.

Como es costumbre, a mí me dejan en un pequeño altar sentada desde donde veo a todo el mundo bailar, incluyendo a Emir, el cual no deja de mirarme con algo de enojo. Mis tías brindan con mis padres, todo el mundo se encuentra eufórico. Algunas veces se acercan a mí y me dan sus buenos deseos para mi futuro matrimonio y lo único que hago es asentir.

Después de casi 2 horas veo avanzar a Emir en mi dirección, está algo tomado, pero, aun así, se nota el enojo en su rostro. Se sienta a mi lado y esboza una sonrisa a todos los que nos han regresado a ver enternecidos.

—¿Qué pensabas hacer esta tarde? ¿Pensabas rechazarme? —dice mientras toma mi mano muy fuerte y la besa en el dorso, haciendo que todos los presentes aplaudan, mientras yo me retuerzo del dolor.

—N-no, no pensaba hacerlo, solo estaba algo sorprendida y..., y quedé en shock, lo siento si pensaste otra cosa. —agacho la cabeza para que no vea las lágrimas que se acumulan en mis ojos—Suéltame por favor, me haces daño.

Me suelta de inmediato, pero se acerca más y todos los presenten empiezan a volver a lo que estaban haciendo.

—Lástima que no pueda llevarte ahora mismo a nuestra casa, porque créeme, tendrías un castigo que ni el de tus padres se le comparan.

Según la tradición, apenas una pareja se compromete, tienen que vivir juntos, obviamente en cuartos separados hasta casarse como se debe, por lo que me causa mucha intriga que no me vaya a llevar.

—¿Por qué no me vas a llevar?

—Por culpa de tus padres y el maldito contrato que hiciste con Baadir ¿No lo leíste? —niego despacio—Bueno, no esperaba mucho de ti, eres tan estúpida que no sabes ni lo que haces y espero quitarte ese defecto incluso si debo recurrir a los golpes para que aprendas ¿Entendiste?

No respondo de inmediato, pues aún no asimilo que Emir no ha cambiado en lo más mínimo y se ha vuelto peor que antes, ahora incluso me amenaza con golpes.

«Soy una idiota, nadie cambia de la noche a la mañana.»

—Levántate—dice entre dientes—para que entiendas desde el primer día que me debes obedecer en todo, hoy recibirás tu primer golpe. Y deberías agradecerme, porque estoy haciendo esto por tu bien.

Al ver que no me levanto me toma muy fuerte del brazo y me levanta despacio. Se que lo hace para que nadie más se dé cuenta y lo logra pues al buscar a alguien con la mirada para que me ayude, ninguno nos presta atención. Me lleva casi a rastras hacia el bosque, cerca de donde Ahmed me tomó las fotos el último día que lo vi.

—Para que veas que soy bueno, escoge tu castigo, una bofetada o un cinturonazo.

—¡Si fueras bueno, no tendría que escoger! —digo con valor—¿Por qué me haces esto Emir? Tu nunca me pegaste ¿Por qué lo harías ahora?

—¡Porque ahora no tengo nada que perder! —me empuja contra un árbol haciéndome daño—ahora me perteneces, no podrás librarte de mí ahora que estamos comprometidos y desde hace mucho tiempo estoy cansado de tus estupideces, no sabes cuanto he esperado para componerte a golpes, porque con palabras no entendiste nunca.

Mi valentía se esfuma de inmediato ante tal revelación.

—P-pero ¿Qué te pasa? —hablo entre sollozos—No me hagas esto, no sé qué hice mal, pero te prometo que no lo volveré a hacer, regresemos a nuestra fiesta de compromiso, por favor yo...

—¡Cállate, cállate maldita sea! Eso es lo que más odio de ti, que me respondas y no me respetes, siempre haciendo las mismas estupideces, ¡Pero ya me cansé! —me da una bofetada que me bota al suelo —Ahora recibirás los dos castigos, eres una idiota, debiste escoger. —empieza a desabrochar su cinturón. Mientras lo intenta, trato nuevamente de buscar alguna forma de escapar

«Si corro me alcanzará y será peor».

Cuando veo a mi izquierda, en un punto algo alejado, me doy cuenta de que Baadir está ahí..., está parado entre los árboles. No me ve a mí, ve a Emir con ojos llenos de rabia y por un momento pienso que va a salir a defenderme, pero antes de siquiera de pedir su ayuda, siento el primer cinturonazo en la espalda.

—Esto es para que no me vuelvas a responder—lanza el segundo—A los hombres no nos gusta que nos respondan y peor aún alguien tan estúpida como tú—lanza el tercero—Las mujeres solo deben callar y obedecer ¡¿Entendiste?! —no respondo de inmediato por el dolor y él lanza el cuarto cinturonazo—¡Te pregunté si entendiste! ¿O eres tan estúpida que ni eso entiendes?

—S-sí, entendí—digo limpiando mis lágrimas.

—¿Qué entendiste? Repítelo antes de que te de otros 3 golpes más, que bien merecido te los tienes. —levanta mi mentón de manera brusca

—Que-que no debo responder, solo debo callar y obedecer.

—Exacto cariño, así que ya sabes, a los hombres no nos gustan esas estupideces y si vuelves a hacerlo frente a mí o frente a algún hombre, peor aún si es mi padre, tendrás tus golpes bien merecidos ¿Entendiste?

—S-sí, lo entendí —respondo de inmediato para que no me golpee otra vez.

—Levántate y sacude tu vestido —obedezco sin chistar—Sécate las lágrimas bien y cuando regresemos les diré que te duele la cabeza, que debes descansar

Mientras me limpio el vestido veo de reojo al lugar donde estaba Baadir, pero este ya no se encuentra.

—Y escúchame bien — me toma de los hombros—Si alguien pregunta no les dirás nada, porque esto es algo de pareja, ya te irás acostumbrando, pero por lo pronto debes saber que nuestros asuntos no debes andar divulgando por ahí con cualquiera y menos para tu dichoso librito. Esto es algo normal entre las parejas, así que no pienses que soy el malo, todo lo hago...

«...por tu bien, todo es por mi bien»

—E-está bien, no lo diré.

—Así me gusta ¿Ves? No es tan difícil obedecer, si hubieras hecho eso desde el principio no hubieras recibido tu castigo. Pero ahora me alegro de haberlo hecho, se ve que eres de las que entiende a la primera.

De manera inesperada se acerca y me besa con fuerza. No me gusta cómo se siente pues es demasiado brusco y por un momento siento que empieza a manosearme durante el beso, pero no me atrevo a reclamarle nada, porque no quiero que me vuelva a pegar.

Cuando el beso termina, me siento sucia y no lo entiendo ¿Por qué me siento así? ¿Hice algo malo para que me tratara así? ¿Es normal entre todas las parejas?

—Vamos cariño y recuerda, cuando les diga que vas a descansar entras a la casa sin decir nada, te cambias y subes a dormir al cuarto de Issadora, no quiero que te vean dormir en la sala todos los invitados.

—Está bien, pero..., mi familia se quedará en el pueblo hasta mañana, así que debo darles el cuarto de Issadora para que duerman a gusto, mejor dormiré en el sótano, tengo un pequeño colchón que servirá.

—Está bien, está bien, haz lo que quieras, pero no quiero que nadie te vea hasta que tus ojos ya no estén rojos por llorar —empieza a mirarme con más detenimiento y al final hace una cara de asco—, te ves horrible cuando lloras, no lo vuelvas a hacer frente a mí. Vamos.

Como dijo, me llevó hasta mis padres y les dijo que tenía dolor de cabeza, que no debían molestar en lo más mínimo y ellos obedecieron. No me preguntaron nada y solo dejaron que me vaya. Tampoco se los hubiera podido decir, pero esperaba por lo menos un poco de atención de su parte, pues no creo que no se hayan dado cuenta del golpe en la mejilla y mi cara "horrible" por llorar.

Al estar al sótano cierro muy bien las dos puertas de salida para que nadie entre, porque en este momento no quiero ver a nadie, porque nadie me ayudó, no les importé en lo más mínimo, solo les importa la estúpida fiesta mientras a mí me condenan por su silencio a vivir una vida miserable.

Ni siquiera hago el intento de sacar el colchón que tengo. Por inercia me dirijo tras las escaleras y con rabia saco la caja que contiene la corona, esta vez no tengo cuidado para no mancharla con la suciedad del suelo. La saco y al verla, la rabia y la tristeza toman más fuerza en mi ser.

—¡Te odio, te odio! — empiezo a golpear la corona contra el suelo—¡Me dejaste y ni siquiera te despediste! —me detengo para sollozar—A-ahora estoy condenada a una vida miserable, ni siquiera supe si lo que sentía por ti fue amor, ahora no se nada salvo que soy una idiota miserable.

Me molesta que la corona no se rompa en lo más mínimo por lo que la tomo por los cristales que tiene y la golpeo con toda la fuerza que tengo contra el suelo.

Apenas termino el golpe, siento un dolor que se expande en mi mano. Suelto la estúpida corona y veo que tengo una herida en toda la palma de mi mano la cual empieza a sangrar casi al instante. No me molesto en cubrirla o tratar de detener la hemorragia, solo dejo que la sangre fluya junto con mis lágrimas, que para este punto no se si son de rabia, dolor o sufrimiento.

«Ni siquiera estás aquí para ayudarme con la herida, ahora tengo que acostumbrarme a tu ausencia cuando ya me había acostumbrado a tu presencia»

Me acuesto en el suelo mientras mi mente sigue reprochando a Ahmed. Se que no tiene la culpa, porque la única estúpida aquí soy yo, por haber creído que él estaría siempre para ayudarme o defenderme. Ni siquiera pude emplear todo lo que él me había enseñado en las clases de defensa personal cuando Emir me atacó, no pude hacerlo, estaba tan asustada que todo se me olvidó.

«Si me viera ahora, de seguro piensa lo mismo que todos, que soy una buena para nada y que perdió su tiempo al tratar de enseñarme, de seguro me odiaría, de seguro...»

Por último y como un acto masoquista, tomo la corona que me hizo daño y la abrazo con fuerza, tratando de encontrar un consuelo en aquel objeto mientras lloro con ganas. Es ahí cuando me doy cuenta de que no puedo odiar a Ahmed, él no tiene la culpa de nada, yo debí defenderme, yo debí huir cuando todas las señales estaban en mi cara. Pero soy una estúpida.

Y mientras empieza a ganarme el sueño, atenuando así mi llanto por el cansancio, mi mente no hace más que repetir lo que ya sé y lo que todo el mundo sabe.

«Soy una estúpida, soy una estúpida, soy una estúpida...»

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