21
ELIZABETH AYDIN
No nos demoramos más de 1 hora en comprar la ropa y los vestidos pues todo lo que Baadir veía lo cogía y lo llevaba. Y mientras regresamos a casa, no dejo de pensar en lo que ha estado rondando en mi cabeza desde que salimos de ahí.
Se que Issadora dañó mi vestido y toda la ropa, lo noté de inmediato, pero no entiendo el porqué, no sé porque me odia tanto y quiere verme sufrir, yo nunca le he hecho nada, siempre trato de darle todo lo que quiera y ser la mejor hermana, pero ella simplemente me odia, siempre ha sido así.
No quiero saber si Ahmed vio algo, porque siento que, si me lo dice, entendería que el hecho de que mi hermana me odia es real. Y no quiero eso, no quiero confirmar lo que siempre he temido, que es saber que alguien me odia, tanto como para hacerme daño.
—Ya deja de pensar en toda la ropa que compramos, como te dije, solo es parte del proyecto, así que no me debes nada ¿entendido abejita?
—Los vestidos sí, pero la otra ropa no —me mira—no me mal entiendas, te lo agradezco demasiado, y aunque digas que es parte del proyecto, siento que estoy en deuda contigo, porque es demasiada ropa.
—No es demasiada, pero ya, dejemos de pensar en eso, ahora es tuyo y punto.
— Gracias, por cierto ¿Dónde está Kiral?
—Tuvo que ir a la ciudad por unos asuntos que le solicité, regresará pronto, no te preocupes. —asiento y no digo nada más.
No tardamos mucho en llegar a la casa y cuando vamos directo al patio trasero con algunas bolsas, me doy cuenta de que Issa y Ahmed ni se hablan, ambos están alejados y con mala cara. De Ahmed no me sorprende tanto, pero sí de Issa porque ella es muy sociable y pensé que al regresar ellos ya entablarían alguna amistad.
—Ahmed, en el auto hay más bolsas, ve a traerlas. —dice Baadir y no me gusta el tono que usó.
Dejo las bolsas en la puerta que da directo al sótano, para poder ir a traer las demás del auto.
—Claro que no, yo estoy ocupado y tampoco soy tu sirviente para que ni siquiera uses la palabra mágica — me mira — deberías enseñársela a él también, a mí me obligaste a decirla, oblígalo a él también.
—Por favor, Ahmed ¿Podrías ayudarme con las bolsas? Compramos demasiada ropa y necesito tu ayuda —digo juntando las manos para que me ayude.
—Claro que sí, vamos Sultana. —esboza una sonrisa y me toma de la mano para llevarme al auto.
La verdad es que antes pensaba que eran amigos y solo se molestaban entre sí, pero ahora me doy cuenta de que ellos jamás se llevarán bien, porque se la pasan peleando como perros y gatos.
Al terminar de meter todas las bolsas al sótano, saco los vestidos y los dejo en una mesa para que Issadora elija cual de todas usaré. Ella elige uno azul a petición de Baadir que dice que es su color favorito.
Al terminar de vestirme, Issadora me empieza a maquillar y peinar muy callada. Me sorprende que no me haya reclamado nada y tampoco esté lanzando sus comentarios hirientes, lo cual me sorprende aún más, pero lo agradezco internamente.
Cuando termina, me da un espejo y sin esperar nada sale al patio dejándome sola en el sótano. Me veo en el espejo y no me gusta lo que veo «Esa no soy yo», el peinado me encanta, pero el maquillaje es demasiado, sobre todo en los ojos, no me gusta para nada.
—Issadora nos dijo que ya terminó ¿Estás lista? —dice Ahmed acercándose por la espalda.
—Si, estoy lista —me levanto y doy la vuelta, quedando justo frente a él.
—Wow, estás... bueno, siempre has sido hermosa, pero creo que el maquillaje está un poco... — me siento más insegura — Olvídalo, no me hagas caso, si tú te sientes bien con él, las fotos saldrán perfectas ¿Vamos?
—A mí no me gusta, pero no quiero causarle más problemas a Issa con Baadir.
— Bueno, si es que a ti no te gusta entonces puedo arreglarlo. —se acerca a la mesa donde está todo el maquillaje y toma de una funda un paño blanco. — Siéntate.
Me hace cerrar los ojos y siento como empieza a limpiar toda mi cara a excepción de los labios, y me siento mejor, pues así ya no me siento tan extraña como antes.
—Ya está —abro los ojos y me doy cuenta de que está demasiado cerca de mi cara — Lo-los labios no te los desmaquillé porque siento que te queda muy bien el color y podría resaltar en la foto ¿Te parece o te lo quito también? —mira mis labios y me siento más nerviosa.
—A-así está bien ¿Vamos?
No responde, pues aún se encuentra mirando mis labios y por inercia yo hago lo mismo. Empiezo a intercalar mi mirada entre la suya y sus labios. Y cuando siento que se acerca poco a poco, cierro los ojos de inmediato, no por miedo, pero si por instinto.
—¡Ahmed! ya se hace tarde ¿Por qué te demoras? — grita Baadir desde el patio y nos separamos de inmediato.
Me levanto y salgo corriendo, tratando de alzar mi vestido para no caer. Me siento algo extraña pues el cosquilleo que siento en el estómago no cesa, de hecho, cuando lo veo salir del sótano ese cosquilleo se hace más intenso por lo que trato de alcanzar a Baadir que se está dirigiendo al bosque donde me tomarán las fotos.
—Wow, no me cansaré de decir que eres la mujer más hermosa que he visto —dice Baadir y trata de tocar mi rostro.
Pero antes de que lo haga noto como Ahmed lo pasa empujando por un lado y se adelanta sin siquiera pedirle disculpas.
Mientras hacemos las fotos, Ahmed se porta muy serio, pero entiendo que lo hace para que las fotos salgan bien. Me pide que haga diferentes movimientos con mis manos o con mi cuerpo, incluso me dice como debo sentarme o pararme para que las fotos salgan bien.
No tardamos mucho, pues según Baadir en todas las fotos salgo perfecta. Issadora en cambio solo se ha limitado a estar cerca de él y tratar de hablarle, pero este no le hace caso en ningún momento y supongo que, por ese motivo, apenas terminamos de hacer las fotos, ella dice que tiene que irse a su curso. Nadie la detiene y parte de inmediato.
Mientras Ahmed y Baadir comen el almuerzo antes de irnos al voluntariado, yo preparo la lasaña que prometí llevársela a Max, la cual no pude darle el viernes anterior porque ni siquiera fui, pues tuve que quedarme para la despedida de mi hermano. No tardo tanto preparando ese platillo, de hecho, me demoré más en leerlo que en prepararlo.
—Bueno, ahora si ya tengo todo listo ¿Ya nos vamos? —digo, entrando al comedor.
—¿Qué estabas haciendo? No comiste con nosotros y pasaste metida en la cocina todo este tiempo. —dice Ahmed terminando su plato de Karniyarik.
—Estaba preparando la lasaña para Max ¿Se acuerdan de él? —asienten y ambos ruedan los ojos al mismo tiempo—Así que no se preocupen por mí, no tengo hambre.
—Me siento algo ofendido Abejita —dice Baadir y lo miro confundida— Para Ahmed preparaste el Karniyarik, para Max preparaste la lasaña, pero a mí ni siquiera me has preguntado qué platillo me gusta, dime ¿Qué debo hacer para ser digno de que prepares mi platillo favorito?
—Ridículo—dice Ahmed imitando un susurro, pero se escucha muy claro.
—Tienes razón, soy la peor anfitriona y amiga, dime ¿Qué platillo quisieras que te prepare? Podría hacerlo para mañana.
—Me encantaría probar Manti, sé que te quedará perfecto como todo lo que haces con tus manos.
—Se hacerlo, aunque toma algo de tiempo, pero lo tendrás para mañana querido.
«Ay no ¿Qué dije?»
Miro a Ahmed y este tiene una mirada que me atraviesa. Baadir en cambio está muy contento y esbozando una sonrisa.
—¿Cómo me dijiste? —quiero retractarme, pero este me interrumpe antes de siquiera comenzar —Me gusta ese seudónimo, puedes llamarme así Abejita. Ahora sí, vámonos. —se levanta entusiasmado y me quita la bandeja de lasaña de las manos.
En todo el camino y desde que salí de casa, trato de hablar con Ahmed, pero este no me hace mucho caso, de hecho, me ignora completamente, como si yo no existiera. Baadir en cambio me trata con más cariño que antes, y trata de que vuelva a decirle "querido", lo cual obviamente no hago.
«Soy una tonta ¿Por qué no me puedo quedar callada?»
Como teníamos planeado, asistimos a la clase demostrativa de "como ser una buena esposa" y ellos toman nota y fotografías de todo.
Al terminar todas las actividades del día en el voluntariado, busco a Max para entregarle la lasaña. Lo encuentro en el comedor que tenemos y de inmediato me acerco con Baadir y Ahmed.
—Hola amigo, adivina que te traje. — tapo con mi cuerpo la bandeja que trae Baadir.
—Déjame pensar —hace como si se concentrara— ¿La lasaña?
—¡Si! — tomo la bandeja y la dejo en la mesa—espero te guste, es la primera vez que preparo este platillo así que tú me dirás si te gusta.
—Entonces ¿No lo probaste? —niego con la cabeza—siéntate, la comeremos juntos —intento negar, pero este me detiene —No acepto un no, tienes que probarlo, de seguro te gustará como a mí.
Le hago caso y me siento para probarlo. Ahmed y Baadir se sientan a ambos lados y ninguno dice nada, de hecho, están con los brazos cruzados luciendo algo enojados.
—Ustedes también pueden probarlo —dice Max dirigiéndose a ambos hombres que no apartan su mirada reprobatoria de él — Si quieren, claro.
—¡Ahmed! Qué bueno que te veo aquí —llega Elif a nuestra mesa—¿Podemos hablar en privado?
—Estamos comiendo ¿Podría ser en otro momento? —digo sin dejarle responder a Ahmed.
Todos me miran y espero que Elif se vaya, pues no quiero que Ahmed vaya con ella.
—No te preocupes, yo no estoy comiendo así que ya vengo —se levanta—Vamos Elif.
Ella muy contenta lo toma del brazo y se lo lleva a la mesa donde están sus amigas. No aparto la mirada ni un momento de ellos, tratando de descifrar lo que hablan, pero se me hace muy difícil, de hecho, no creo siquiera que estén hablando en inglés. Dejo de mirarlos cuando Ahmed me mira directamente y se acerca más a Elif, haciendo que sus caras casi se rocen.
«¿Por qué hace eso? Deja de hacer eso Ahmed»
Después de un momento lo veo regresar muy pensativo y apenas se sienta, mi boca se abre inconscientemente para preguntarle lo que tanto ha estado rondando en mi cabeza.
—¿Qué te dijo? — digo en un susurro solo para que él me escuche.
—Nada—alza los hombros.
—¿Estás enojado conmigo? — bufa y decido no insistir más.
Al terminar de compartir la lasaña, la cual ni siquiera disfrute por pensar en lo que pudieron hablar Ahmed y Elif, recojo todo y me despido de Max. Los tres nos dirigimos al auto y el aura que se percibe es un tanto extraña, pues Baadir se encuentra muy pensativo y Ahmed se nota que está muy enojado.
Antes de subirme al auto, Baadir me detiene y llama a Ahmed que se dirigía a la puerta del conductor.
—Yo tengo que ir a otro lado, llévala a su casa — le dice a Ahmed y este asiente —Pero te pido que esta vez manejes pensando, no quiero otro accidente ¿entendido?
—Lo que digas querido —le responde sarcástico.
Baadir solo rueda los ojos y se dirige a mí.
—Abejita, nos vemos mañana, ponte el cinturón y si este idiota maneja mal, no dudes en decírmelo, tal vez deba contratar un chofer.
—Claro, adiós.
—Espera ¿No me dirás "querido"?
—N-no creo que esté bien hacerlo, lo siento, pero no me sentiría cómoda diciéndolo porque... —miro a Ahmed.
—Ya entiendo, no te preocupes, puedes decírmelo cuando no haya gente alrededor. Y no tienes que avergonzarte porque a mí me encanta — acuna mi cara en sus manos y se acerca un poco.
No sé porque lo hago, pero antes de que termine de acercarse de frente, yo giro mi cara y le doy un suave beso en la mejilla.
—Adiós. —digo y me meto al auto.
Desde adentro del auto veo que Ahmed se le acerca a Baadir y lo toma de la camisa para llevarlo un poco lejos del auto. Intento abrir la puerta, pero me doy cuenta de que está con seguro y por más que intento, no puedo abrirla. Me rindo después de un momento y solo espero.
Después de poco tiempo veo a Baadir alejarse casi corriendo y Ahmed se acerca muy enojado al auto. Cuando este último por fin entra al auto decido arreglar las cosas antes de marcharnos, porque la anterior vez por culpa de un pequeño enfado casi muero.
—Antes de que enciendas el auto, me podrías decir ¿Qué te pasa?
—Nada, no me pasa nada —enciende el auto.
—¡Te dije que no lo hagas! ¿O acaso quieres accidentarte otra vez solo por tu horrible actitud?
—¿Mi horrible actitud? Ay por favor, si no te gusta puedes bajarte y seguir a tu "querido" Baadir, tal vez así descubras las estupideces que está haciendo.
—Baadir no tiene nada que ver en esto, tal vez tú deberías ir a buscar a Elif, a ver si ella logra calmar tu estú... horrible actitud. —digo demasiado enojada, pues esta vez ha colmado mi paciencia.
—Si, creo que debería buscarla o mejor la esperamos aquí, podríamos llevarla también a su casa, claro, si le parece señorita Aydin.
Siento que mi corazón se estruja y a la vez un sentimiento de furia invade mi mente.
—¡No, no me parece! Y deja de llamarme así, para ti soy Sultana, no señorita Aydin.
—Lo siento, pero ese seudónimo ya se lo dije a Elif, creo que a ella le queda mejor que a ti ¿No te importa verdad?
«No llores, no llores»
—¡No, claro que no me importa! y, y ... ¿Sabes qué? Haz lo que quieras con ella, llévala a tu casa, a su casa o donde tú quieras, no voy a interferir en sus planes, así que adiós. — me bajo del auto.
Empiezo a caminar hacia el bosque porque en este momento necesito estar sola, necesito mi espacio seguro. Camino muy apresurada, pero cuando escucho que Ahmed viene tras de mí gritando que me detenga, empiezo a correr. No tengo ganas de verlo ahora, de hecho, espero que se canse y regrese a buscar a Elif como dijo antes.
Cuando estoy a punto de bajar una pequeña colina, siento que atrapan mi brazo y por lo furiosa que estoy trato de zafarme halando mi mano, pero no logro zafarme, de hecho, pierdo el equilibrio y por inercia me aferro a la mano que tira de mí para no caer, pero es inútil ya que los dos caemos y rodamos hasta llegar al pie de la colina.
Abro mis ojos y lo primero que veo es a Ahmed encima de mí, trato de quitarlo de encima, pero este me toma de ambas manos y las aprisiona por encima de mi cabeza con solo una de las suyas. Por más que trato de zafarme o moverme no lo logro y él solo me mira con una sonrisa.
—¿Vas a quedarte quieta? ¿O quieres que te amarre?
—No soy un animal para que lo hagas, así que ya suéltame y déjame en paz. —sigo moviéndome.
—No, no lo haré así que ya cálmate. — me detengo.
—Está bien, me calmo —asiente— ahora puedes soltarme y correr a los brazos de Elif, perdón, de tu Sultana, debe estar esperándote, y no debes hacer esperar a una mujer.
—¿Acaso estás...?
—¡No, no estoy celosa, ahora quítate! —trato de zafarme nuevamente, pero este aprieta más su agarre, sin llegar a lastimarme.
—Yo nunca dije que estuvieras celosa, pero ahora me lo estás confirmando con tu actitud. — acerca más su rostro al mío y ahora si me detengo, pues si me muevo un poco podría... podría besarlo.
Siento nuestras respiraciones chocar y el tiempo ir más lento, de hecho, siento que el vaivén de los árboles se vuelve más lento y toman un ritmo uniforme, transformándose en una hermosa melodía. Al igual que en la mañana, mi mirada empieza a intercalar entre sus labios y su mirada. Él también hace lo mismo, pero se centra más en mis labios y cuando trata de acercarse más de lo que ya está, de los nervios digo una estupidez, casi en un susurro.
—No me quite el pintalabios ¿Debí hacerlo?
«Tonta, soy una tonta»
—No, de hecho, agradezco que no lo hayas hecho — también lo dice en un susurro — Quiero besarte, pero dada la situación, parecería que te estoy forzando, así que no lo voy a hacer, te voy a soltar y te vas a calmar ¿Sí? —empieza a alejarse muy despacio.
—No lo hagas, no me estás forzando a nada —digo lo que estaba pensando y este se detiene y esboza una sonrisa.
Vuelve a acercarse muy despacio y parece una tortura que lo haga así. Esta vez no aparta la mirada de la mía. El ambiente vuelve a tornarse tan irreal como antes, vuelvo a escuchar esa melodía casi sincrónica de los árboles.
—Voy a besarte, juro que lo voy a hacer si no me detienes. —susurra haciendo que mi corazón empiece a latir más fuerte y los cosquilleos en el estómago vuelvan a sentirse tan reales que en parte me provoca un poco de miedo todo lo que estoy sintiendo.
Esta vez no digo nada, trato de controlar mi impulso de idiotez para no arruinar el momento. Y cuando siento que ya está lo suficientemente cerca, cierro los ojos por reflejo ansiando el beso que me prometió.
Siento sus labios tomar los míos casi de manera desesperada y de inmediato a pesar de no ser una experta, trato de seguirle el ritmo. Su mano libre se posa en mi cuello y eso solo hace que todo mi cuerpo emita una pequeña corriente, la cual me llena de satisfacción cuando llega hasta mi vientre bajo. De un momento a otro siento como su lengua trata de invadir mi boca y lo dejo, dejo que lo haga, y trato de imitarlo. No puedo siquiera describir lo bien que se siente este beso o cuánto dura, pues la noción del tiempo ha desaparecido por completo de mi mente.
Tampoco pienso compararlo con un beso de Emir, pues lo único que llena mi mente en este momento es la forma en la que me está besando. Es algo que nunca había sentido y me encanta.
Cuando siento que me estoy quedando sin aire empiezo a culparme internamente por tener unos pulmones tan débiles, pues no quiero que esto acabe por culpa del estúpido aire. Noto que poco a poco la intensidad del beso va disminuyendo y cuando siento que sus labios se han despegado un poco, abro los ojos. Él también los abre al mismo tiempo y antes de separarse por completo, empieza a dar pequeños besos sobre mis labios, mientras nuestras miradas se vuelven a conectar.
Deja un último beso casto en la comisura derecha de mis labios y ahora si se aleja, no por completo, pero sí lo suficiente como para poder detallar el pequeño rubor que se ha formado en sus mejillas. Supongo que yo también estoy así, porque él también me detalla mientras esboza una sonrisa completa.
No dice nada y eso me preocupa, pues pienso que tal vez se arrepintió de lo que hizo. Me dolería si lo dice en voz alta, pero es mejor saberlo ahora, porque tal vez así, este cosquilleo que no ha cesado ni por un instante, pare y entienda que no merece aparecer de un momento al otro cuando estoy con él, pues debe hacerse a la idea de que nunca más volveremos a sentir algo como lo que acabamos de vivir.
—Si te arrepientes, puedes decirme, no hay pro... —No me deja terminar y vuelve a dejar un casto beso sobre mis labios.
—Jamás me arrepentiría de lo que acaba de pasar — suelta mis manos que había olvidado que las tenía prisioneras.
Se levanta y de inmediato noto un vacío al no sentir su cuerpo cerca al mío. Me ofrece su mano y me ayuda a levantarme.
Me siento algo extraña y por estúpido que parezca, no me atrevo a mirarlo a los ojos. No porque me arrepienta, pues en verdad no lo hago, pero las palabras de mi madre empiezan a inundar mis pensamientos y me hacen sentir un poco mal.
—¿Te arrepientes Sultana? —niego —mírame y dímelo... por favor.
«Ya no quiero que me llame así, si se lo dijo a Elif yo ya no lo quiero»
Lo hago, lo miro a los ojos y de inmediato la voz acusatoria de mi madre desaparece y a cambio empiezo a revivir en mi mente la sensación del beso que nos acabamos de dar.
—No me arrepiento de nada, solo que estoy algo enojada, pero créeme que no me arrepiento de nada.
—¿Enojada, por qué? — acuna mi rostro entre sus manos y anhelo que vuelva a besarme, pero supongo que debo responder su pregunta para recibir lo que deseo.
«Se que es una estupidez, pero debo dejarlo claro»
—Porque me sigue diciendo Sultana, y no quiero que lo hagas, no después de que se lo hayas dicho a Elif. Así que te pido que no lo vuelvas a hacer.
Apenas termino, suelta una carcajada y me ofende un poco que lo haga, por eso me alejo y quito sus manos de mi rostro.
—Así que ese es el motivo de tu enojo —intenta acercarse, pero no lo dejo —No tienes por qué estarlo, era mentira, yo nunca la he llamado Sultana, nadie merece ese seudónimo más que tú, para mí siempre serás la única Sultana de mi vida, así que no huyas de mí.
Dejo que vuelva a acercarse y me toma de la cintura. Ni siquiera siento la necesidad de alejarme, de hecho, me siento bien entre sus brazos.
—¿Por qué me mentiste? Me hiciste sentir mal cuando lo dijiste, no pensaba perdonarte de no ser por el be...por nada, no pienso perdonarte.
—Porque soy un imbécil, por eso lo dije, pero ¿Me perdonarías se te doy otro beso? ¿O qué tengo que hacer para que me perdones?
«Aunque también quiero ese beso, no dejaré que se salga con la suya»
—Hasta que no consigas una corona, aunque sea de plástico, no podrás llamarme Sultana nunca más. Pero por el momento puedes hacer lo otro.
—Te traeré una verdadera corona, una que te la mereces pero...¿Lo otro? —dice confundido y señalo mis labios para que entienda, pues me da vergüenza pedírselo — Faltaba más, haría eso todo el maldito día si pudiera, para mi no es un castigo. —intenta acercar su rostro, pero lo detengo a medio camino.
Antes de que refute el porque no lo dejo besarme, siento que debo decirle algo y arreglar la estupidez por la que empezó su enojo.
—Perdón, no quería decirle "querido" a Baadir, fue la emoción del momento porque la receta me había salido a la perfección, soy una tonta, no debí llamarlo así.
—Lo había olvidado, pero no debes pedir perdón y tampoco debes llamarte tonta, porque no lo eres —alza los hombros —pero ya que, solo debes buscar otro seudónimo para mí, porque ese ya no lo quiero. —asiento—Ahora si me permites, quisiera volver a probar tus labios.
No me deja responder y ya lo siento sobre mis labios. Se siente tan bien que lo vuelva a hacer que ni siquiera me preocupo por lo que podría pasar en un futuro, incluso si esto fuera el detonante para una lapidación, no me arrepentiría de nada.
Después de unos cuantos besos más, decidimos volver al auto, pues en esta época del año, empieza a oscurecer más rápido y no quiero que tengamos problemas para regresar. Todo el camino de regreso lo hacemos tomados de la mano y aún no puedo creer todo lo que pasó en el bosque, se siente tan irreal que en momentos me pellizco el abdomen para saber si tengo que despertar de este sueño maravilloso.
Al llegar a casa, como siempre, él me lleva hasta la puerta, pero esta vez me toma de la mano y en vez de dirigirnos a la puerta de la entrada principal, me lleva directamente al patio trasero.
—Bueno, te traje por aquí porque quería despedirme bien de ti y sé que, si lo hacía en la entrada principal, nos podrían ver y a ti te podrían "castigar" o peor aún, podrían acusarte de infidelidad.
Y es en ese momento que la realidad golpea mi rostro.
—Pero prácticamente sí lo fui, te besé y sigo siendo novia de Emir, ahora que lo dices yo...
—Ni siquiera pienses decirme que te arrepientes, porque se que no lo haces, y sé que tampoco quieres a Emir, por lo que yo no lo consideraría como infidelidad ¿O me equivoco?
—Tienes razón, no lo quiero como debería, pero debo hacerme a la idea porque tarde o temprano terminaré casándome con él y ... —suelto su mano y me alejo — de hecho, creo que no debemos volver a hacerlo, yo lo siento, pero...
—Ni siquiera lo digas, no voy a hacer como si esto no hubiera pasado y no, no tienes que hacerte a la idea de nada porque incluso tu hermano tiene un plan para librarte de ese estúpido matrimonio, así que ahora no me vengas con excusas.
—P-pero ¿Cómo sabes que mi hermano tiene un plan?
—Nos lo dijo el día que comimos por primera vez con él, no nos dio detalles, pero sé que él tampoco quiere verte siendo infeliz con un matrimonio que no quieres, porque se que no lo quieres.
—¿Y si lo quiero? —lo molesto, pero me arrepiento de haber dicho eso cuando veo que su expresión se torna molesta, furiosa diría yo.
—Haberlo dicho antes, pensé que no querías casarte con él, pero si quieres, por mí no hay problema, tal vez debería irme ahora y dejar de hablar como un estúpido celoso.
—Espera, espera, solo era una...
—Olvídalo, mejor me voy porque ahora mismo estoy un poco enojado y no quiero herirte con mis palabras.
Da media vuelta y se va sin dejarme siquiera explicarle que era una pequeña broma.
«Soy una tonta, no debí hacer eso, pero bueno, mañana hablaré con él y arreglaré las cosas»
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GRACIAS POR LEERME, TEN UNA LINDA MAÑANA, TARDE, NOCHE O MADRUGADA, DEPENDIENDO DE CUANDO ME LEAS
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