Capítulo 5
Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie. Porque estoy saliendo con Kylie.
Una cosa es escuchar los rumores y ver las fotos, pero que las palabras salgan de sus labios... duelen. Lo hace más real. Puedo cerrar los ojos y no ver la imagen de mis dos amigos besándose. Pero puedo escuchar su voz. La afirmación en su tono.
Parpadeo, tragando el nudo en mi garganta. Me obligo a poner mi expresión en blanco. No necesito que sepa que acertó en su comentario. No debe saber que estoy molesta por eso.
—Entonces, según tú, estoy molesta porque estás saliendo con mi mejor amiga —me cruzo de brazos, una expresión aburrida en mi rostro—. Dylan, no pudiste contar mejor chiste. ¡Claro que no! Ustedes estando juntos está bien, no estoy celosa y no...
—No dije celosa, dije molesta —interrumpe, su ceño ligeramente fruncido—. Estás molesta porque ninguno de nosotros te contó nada. Hablé con Kylie en la mañana, me ha dicho que la ignoraste en la primera clase y quería saber si era por el tema de nosotros dos besándonos o por la pelea con Danika.
Ignoro la primera opción. —¿Sabes de la pelea con Danika?
—Algo—responde, restando importancia con una mano—. Pero el punto aquí es, que me mandó a averiguar por cuál de las razones estás molesta. Y dado que también me ignoraste el día de hoy...
—Ustedes no estaban obligados a decirme que estaban saliendo.
Bien, puntos para mí. Al fin algo inteligente saliendo de mis labios.
—Pero te hubiera gustado que lo hiciéramos, ¿no? —Da un paso en mi dirección. Estamos más cerca, genial—. Te hubiera gustado escucharlo de mi boca antes de que el resto hablara de eso.
—Puede ser. O de la de Kylie, cualquiera de los dos hubiera esto bien. Quizás ambos sentándome en la sala como suelen hacer los padres cuando quieren hablar de un tema serio con su hijo —comienzo a divagar—, algo como un divorcio. ¿Nunca te ha pasado? No es que mis padres se divorciaran, pero igual me sentaban para conversar de asuntos serios.
Dylan alza una ceja. —No he tenido esas charlas con mis padres. Podría culparlos y decir que por eso no la tuve contigo.
—Kylie siempre ha sido... un poco cerrada en ciertos temas. Comprendo que no me contara sobre esto, pero... ¿tú? ¿Qué te detuvo a ti?
Un músculo sobresale en su mandíbula. Él ladea la cabeza y cierra los ojos, sin poder mantener por mucho tiempo su mirada. —Kylie no quería a las personas hablando de nosotros. No quería que nadie supiera.
—¿Y desde cuando sigues ordenes? —me burlo sin poder evitarlo—. Creí que...
—Yo tampoco quería que la gente hablara de nosotros —interrumpe con brusquedad. Sus ojos se abren, la calidez que siempre encontré allí, desapareciendo—. Y tú le cuentas todo a Kayden, Alessandra. No soy idiota. Él sabía de la habitación, por lo tanto Seth sabía y...
—Kylie sabía —susurró.
—Exacto. Ayer cuando la dejé en su casa le pedí que no volviera ahí, no quise hablarle de nuestro trato ni decirle que frecuentabas conmigo ese lugar. Pero ella ya lo sabía, todo. Imagínate los problemas que tuvimos por esto.
—Dylan, yo...
—No, espera. Hay más, Kylie confía en nosotros y sabe que nada malo estuvo pasando allí. Le expliqué que ambos íbamos a pasar el rato en los descansos, y a veces, en algunas clases que nos saltábamos. Ella sabe, pero aun así la idea no le ha agradado. Y lo entiendo. De estar en su lugar no me gustaría que estuviera a solas tantas horas en una habitación con Seth o cualquier amigo suyo.
No. no. no. no. no. Oh Dios, no.
Reprimo las ganas que tengo de cerrar los ojos. Sé a dónde se dirige con todo esto, va a decirme que ya no podremos estar los dos en la habitación. Mi estómago cae a mis pies ante ese pensamiento. Él no puede estar haciéndome esto...
—Intenté decírtelo en la clase de física pero me ignoraste. No voy a poder volver a esa habitación nunca más.
***
A la edad de nueve años, Kayden y yo, hicimos una promesa. Seríamos mejores amigos por siempre. No nos separaríamos y nos confiaríamos todo. Si peleábamos, lo arreglaríamos al día siguiente. No dejaríamos que pasara más de un día sin hablarnos. Hasta ahora, habíamos cumplido esa promesa.
Después de decirme que no volvería a la antigua biblioteca, me arrepentí de no haberle dicho a Dylan que me hiciera una promesa.
Quizás me encontraría ahora mismo segura de que no perdería su amistad. No estaría recostada pensando una y otra en nuestra conversación, torturándome con viejos recuerdos y sufriendo porque cabía la posibilidad de que no volviéramos a hablar.
Quería, con desesperación, llamarlo y suplicarle que no se alejara. Quería ir a la casa de Brian, su mejor amigo, y obligarlo a que hablara con él. Quería enviarle un mensaje de texto a Kylie insultándola por no entender. Quería sacudir a Kayden por haberle contado a Seth sobre mis encuentros con Dylan en la antigua biblioteca.
Quería tantas cosas.
Pero nada de eso puede ser posible ahora. Son más de las once de las noches y dudo que alguien esté si quiera despierto, al menos, no cuando mañana iremos al colegio.
—¿Alex?
Ante el tono preocupado de Jenna, levanto la mirada. Mi media hermana se encuentra recostada contra la puerta de mi habitación, pequeñas arrugas haciéndose presente en su frente.
—¿Sí?
—¿Qué sucede? —Da un paso en mi dirección—. Hoy no bajaste a comer y... Jason se ha mostrado un poco preocupado. ¿Estás bien?
Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Estás bien? No. No lo estoy. ¿Estás bien? Dudo que alguna vez lo vuelva a estar. ¿Estás bien? Necesito un abrazo.
Trago saliva y respondo en voz baja—: Solo un poco cansada, eso es todo.
—Sé que nosotras no somos muy cercanas —comienza. Hace una mueca, se acerca a mi cama con lentitud. Jenna mueve mis pies con suavidad y se deja caer en el espacio creado—. Pero eres mi hermanita menor y me preocupas. No sé si te habrás peleado con tus amigas, el novio o... lo que sea. Pero estoy aquí para ti. Soy consciente que a tu edad parece que la mínima cosa es el inicio del fin del mundo —suelta una risita—. Pero aunque no lo creas, todo tiene solución. Menos la muerte. Y si no llegara a tener solución... ¿para qué preocuparnos por eso? ¡No tiene solución! En vano te torturas pensando en eso. La vida es demasiado corta como para darnos el lujo de estar tristes.
—Es fácil para ti decirlo —espeto. Me apoyo en mis antebrazos y me alzo un poco para verla con fijeza—. Tienes toda tu vida realizada. Un trabajo fabuloso, un novio cariñoso y una madre que te ama más que a nadie y te presume en cada reunión familiar.
—En realidad, no tiene ni eso. Su trabajo apesta, su novio es un idiota y su madre presume hasta al perro —ambas levantamos la mirada sorprendidas. Jason está de pie en la entrada de mi habitación, sus manos metidas en su bolsillo y una expresión de aburrimiento lo acompaña—. Te dije que vieras si estaba viva o no. No creí que eso te tomaría tanto tiempo. Subí para comprobar que no te habías suicidado junto con ella.
—Tan cariñoso —respondo con sarcasmo, ganándome una mala mirada de parte de Jason.
—Por supuesto. Ya estaba preparando el discurso en tu funeral.
—¡Jason! —le regaña Jenna. Casi ruedo los ojos. Jenna está acostumbrada a regañarnos cada vez que peleamos. Le queda muy bien el papel de madre.
Jason se encoge de hombros en respuesta, sin embargo, no se mueve.
—¿Qué? —le espeto.
—Nada. Solo estoy aquí preguntándome por qué te ves tan horrible cuando lloras. A nuestra prima Katie le quedan bien los ojos brillantes, pero... ¿tú?
—¡Yo no estoy...!—inconscientemente me llevo una mano a la mejilla. Me sorprendo cuando la encuentro húmeda. ¿He estado llorando? Oh Dios, estoy peor de lo que creí—. ¡Largo de mi cuarto!
—Me voy, me voy —alza ambas manos, retirándose con lentitud. Sus ojos no se despegan de los míos mientras se aleja. Casi espero que se choque contra la puerta, pero no, no lo hace. Es como si el idiota tuviera ojos en la espalda.
—Jason sigue siendo el mismo inmaduro de siempre —Jenna rueda los ojos—. No puedo creer que es mayor de edad, actúa como un niño.
Asiento en concordancia. Consideré a Jason un idiota desde el momento en el que interrumpió en mi habitación y rompió todas mis muñecas. Las casitas de la Barbie que papá me construían, destruidas. Parecía haber estado con mucho odio en ese momento a pesar de ser solo un niño de nueve años.
Y lo entendía, quiero decir, los primeros años que estuvimos viviendo bajo el mismo techo, lo entendí. Yo solo tenía siete años pero entendía la gravedad del asunto. Su madre acababa de morir cuando vino a casa. Él a las justas tenía una relación con mi padre, no quería ni imaginar lo difícil que fue ser separado de los brazos cálidos de su madre para terminar en una casa con personas desconocidas. Él parecía estar molesto con todo el mundo. Le gustaba empujarme, orinar sobre los libros de Jenna, sacarle el dedo medio a mi madre cada vez que esta le regañaba y con papá... sí, papá tuvo que aguantarse los insultos día y noche.
Jason estaba resentido con mi padre. Era entendible su comportamiento de aquellos años. Mi padre, no había tenido una relación formal cuando su madre quedó embarazada. Ambos habían decidido no forzar las cosas y seguir con la amistad mientras velaban por el pequeño. Claro que mi papá no vivió con Jason en sus primeros años, se encargaba de visitarlo, sí, pero nunca se quedaba más de cuatro horas. Y cuando se enamoró de mamá, la cosa se puso peor. Ya no estaba tan pendiente de su hijo pequeño, su prioridad era mi madre... y yo.
Casi me sentía culpable por eso. Pero ya habían pasado años y, aunque al comienzo había tolerado su comportamiento, no lo hacía más. Lo suyo era malcriadez. El dolor que uno podía sentir no justificaba el mal comportamiento.
—Jason es... Jason —suspiro—. El día en que actúe como un hombre de bien será el fin del mundo.
—Cuidado, que la boca es salada —bromea—. ¿Quieres que duerma contigo hoy?
—No, estaré bien. Gracias igual, por la charla y... bueno, eso.
—Hubiera deseado hacer algo por ti —hace un puchero y sonrío. Jenna tiene rostro de niña—. Ya sabes que cuando quieras, estaré aquí —palmea mi pierna con suavidad y se levanta de la cama—. Cuando desees, Alex.
Asiento.
Por más que hubiera deseado que se quede a dormir, necesito espacio para dar vueltas en mi cama. Necesito pensar y buscar la manera de solucionar todo esto. Hablaré con Kylie si es posible y le explicaré las cosas. Si ella desea ponerle una cámara de seguridad a la habitación, bien. Pero que no me impida pasar tiempo con mi amigo.
Nota:
Aquí está el segundo capítulo que subo el día de hoy.
Uhhh, soy genial(?
Bueno, no. Demoré mucho </3
Quiero leer sus opiniones :3 Los quiero mucho, gracias por el apoyo a la historia.
Dedicado a eloaneg Holiis. He visto tus comentarios. Algo sobre que estás amando esta historia, pues yo te estoy amando a ti 7u7 En serio. Gracias por el apoyo, dulzura. Tienes un parte de mi corazón <3 Y mis personajes te quieren también :p Un besooooooo y muchos abrazos.
Gracias a todos, un abrazo. <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro