Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20


IMPORTANTE: LEER LA NOTA FINAL

Estoy en el centro comercial con mi hermana Jenna, le cargo las bolsas mientras vamos tienda por tienda. Al parecer, su enamorado va a pedirle la mano y ella está buscando una ropa adecuada para el momento.

—Una vez más, ¿cómo sabes que lo hará? —le pregunto, sin poder evitarlo.

Jenna resopla. —Pues su hermano me lo ha dicho.

—Pero ese mocoso ya te ha dicho lo mismo antes, y resultó ser una mentira.

Mi hermana se detuvo en la entrada de una tienda de lencería, me paré a su costado. Parecía absorta observando los sostenes que se encontraban con descuento. Yo me moví incomoda en mi sitio, las personas pasaban y nos observaban como si estuviéramos haciendo algo malo. Pude jurar que vi reconocimiento en más de un ojo mientras me observaban. Sí, soy yo. Alessandra Castillo, la zorra. Rodé los ojos.

—¿Vas a dar una vuelta o me esperas aquí mientras busco la... lencería perfecta?

Sonreí y di un paso atrás. —Te espero por allá, gracias.

Jenna negó con la cabeza y se adentró a la tienda; yo, por mi parte, caminé hacia uno de los bancos que se encontraban cerca y me dispuse a descansar. A mi costado había dos señoras charlando sobre un caso muy conocido en la provincia: el arresto de Cesar Galiano. Había escuchado algunas cosas por la televisión y conversaciones de mis padres, pero creo que nunca había prestado tanta atención como hoy.

—Se lo merece —dijo la pelirroja de mi costado—. Ya deberían meter a media familia a la puta cárcel, nosotros no tenemos por qué vivir con miedo. Lo mismo con los Carter, esa familia me tiene podrida. Se pasean como reyes por las calles cuando son una tira de delincuentes todos. Cesar Galiano se ha salvado de muchas pero esta vez pagará por todo lo que ha hecho su padre.

—No están seguros de que tenga la culpa —murmuró la otra mujer—. Sabes que el gobernador solo se la tiene contra esa familia. Probablemente Cesar salga libre en unos meses.

—El pueblo no lo querrá, el pueblo no olvida los daños ocasionados.

—Espero que el pueblo no olvide —comencé a decir yo, atrayendo la atención de ambas mujeres—, que los daños ocasionados fueron producto del señor Fabio Galiano. Su hijo, Cesar, nada tiene que ver. Solo los congresistas se la traen contra él e intentan meterle pánico al pueblo con el cuento de un terrorista estando suelto.

Ni una de las mujeres dijo nada después de eso, y yo no me arrepentí de ser entrometida. Nunca me habían gustado las injusticias. Ni que culparan a uno por los errores de sus antepasados. Si pudiera defender a todo aquel que estuviera siendo señalado injustamente, lo haría con gusto.

Perdida en mis pensamientos, no noté que Maddie estaba a unos pasos de distancia revisando su bolso. Me levanté y me acerqué sigilosa, sorprendida.

— ¿Mad?

Ella alzó la cabeza; una mezcla de preocupación y felicidad se observó en sus ojos.

—Qué... ¿qué? Oh, dios. ¡Alex! No puedo creerlo. Quiero decir, no esperaba que estuvieras aquí, después de todo lo que ha pasado...

Me encogí de hombros. —No puedo mantenerme todo el tiempo encerrada en casa.

—Ah, claro... —sonrió, pero era algo forzado. No parecía feliz de verme aquí, aquello me preocupó—. Yo... no sé qué decir.

— ¡Yo tampoco! —Solté una risita, intentando aligerar el ambiente—. Pero ya qué, es genial encontrarte. ¿Vienes a comprar?

—Ah... sí. Eh, vengo a probarme unos vestidos para ver cuál llevo...

— ¡Qué bonito! Hace tiempo que no me pruebo ningún vestido, quizás podamos...

—No —se apresuró a decir. La observé sorprendida. ¿No? —. Quiero decir, no creo que sea buena idea. Estoy apresurada y probablemente esté de los nervios, gritándoles a los pobres trabajadores para que me consigan la talla. Ya sabes, se acerca mi cumpleaños así que...

— ¡Tú cumpleaños! Falta poquísimo, es dentro de... ¿dos días? ¡Wow! ¡Qué emoción!

Ella asintió y hurgó en su bolso. —Creo que ya no tengo más invitaciones, se me han acabado todas. Pero tenía planeado ir... ir a buscarte para invitarte. ¿Crees que podrás venir?

— ¡Claro!

Me haría bien salir un rato, relajarme. Pasar el tiempo con mis amigas que pensaba, había perdido. Al menos ellas no me habían abandonado.

—Vale, será en la discoteca...—pareció pensarlo un rato—. Mierda, no recuerdo. Pero creo que en la discoteca Las Cimas, yo te estaré confirmando más tarde.

—Okay, okay. Oye, por cierto... ¿sabes de alguna universidad en la provincia que sea buena en derecho?

Maddie parpadeó. —¿Derecho? No creí que te gustara esa carrera. Y la única que se me ocurre es la universidad de la familia de Seth, pero está algo carita. Si deseas podrías pedirle una beca, no sé.

Sí, claro. Como si eso fuera a suceder. Fingí considerar la idea y le agradecí por la... invitación. No faltaba mucho para terminar la secundaria, debía empezar a considerar una profesión y gracias a la conversación de las dos mujeres, estaba tomando en cuenta la carrera de derecho.

****

Le había mandado un mensaje al padre de Marcelo Holland en la mañana. Uno en el que le contaba lo sucedido y le explicaba que mis padres pensaban tomar cartas en el asunto. Según yo, nadie de mi familia descansaría hasta que Marcelo no saliera del colegio. Lo cual, era mentira, por supuesto. A mis padres les daba igual si el bravucón que tanto me odiaba seguía asistiendo. O si me hacía la vida imposible y a final de cuentas terminaba suicidándome en un pasillo.

Pero bueno, no era como si yo esperara una clase de justicia divina. Solo quería que su padre lo regañara y supiera de la clase de asquerosidad que había creado.

Solté un suspiro cansino. Era el tercer día que llevaba en casa (sin ir al colegio) y me sentía más que aburrida. En cualquier momento las moscas se me pararían encima, pues era casi seguro que moriría de aburrimiento.

El timbre de casa sonó, sacándome de mi ensoñación. Con un poco de torpeza, me levanté del mueble y dirigí a la puerta para darle la bienvenida a quien sea que estuviera afuera.

Y no era nadie más que... Dylan Hamilton.

—No —digo antes de que pueda formular una oración—, no eres bienvenido en esta casa, imbécil. Así que...

Dylan puso su mano en la puerta, deteniendo mi intento de cerrarla. Su mirada se mantenía firme, por lo que supuse que él no se iría hasta que decidiera escucharlo. Y yo no quería hacerlo, por lo que quedaríamos un largo rato aquí en la calle.

—Necesito que me escuches.

—No, no hay nada interesante que pueda salir de esa asquerosa boca. Mi tiempo de escucharte ha acabado ya. Hubieras abierto la boca hace tiempo; como cuando le contaste al director de nuestros encuentros secretos en la biblioteca. Créeme que en ese momento hubiera agradecido una advertencia.

—Te lo iba a decir —susurra Dylan, sus ojos se llenan de lágrimas. Él no debería ser el dolido en esta ecuación—. Te lo iba a decir, ¿n-no leíste mi carta?

—La he leído tantas veces que me la he memorizado al revés y al derecho. La he leído y no me cabe en la cabeza como puedes ser tan cruel. Tan cínico.

—Ponte en mi lugar, estaba asustado. Temía por tu reacción, no quería me odiaras. La he cagado, lo sé. Pero puedo arreglarlo, te juro que yo...—cierra los ojos y respira profundo, antes de pedirme en voz baja—: Solo escucha lo que tengo que decir y te prometo que me iré de tu vida, si así lo que quieres.

—Vete de mi vida. Lo quiero aun sin escucharte.

—No; no pienso moverme de aquí, no pienso irme sin ser escuchado. Me lo debes. Por los buenos momentos.

Aprieto los puños a mi costado. Ira hirviendo dentro de mí. — ¡Yo no te debo nada! Ya tuve suficiente de ti. Ya no deseo más. He tenido suficiente para mis próximas vidas. Y realmente espero que ni una Alessandra Castillo se encuentre con algún Dylan Hamilton por allí. ¡Se acabó! Da media vuelta y lárgate de mí... —un sollozo se me escapa. Lágrimas calientes se deslizan por mis ojos y sé que no puedo ocultarlo más. He sufrido por los comentarios del resto, pero estoy sufriendo mucho más por la traición de Dylan. Siento una presión en el pecho y sé que es mi corazón sufriendo. Dylan da un paso en mi dirección, con el rostro preocupado y yo niego con la cabeza—. Por favor, no te acerques...

No me escucha. En cuestión de segundos envuelve sus brazos a mi alrededor; quiero resistirme, alejarme... pero se siente tan bien. Me digo que si me mantengo así por los próximos dos minutos no sucederá nada malo.

—Perdóname —lo escucho murmurar, su barbilla sobre la cima de mi cabeza—, sé que no lo merezco, pero perdóname. Mis acciones te hicieron mucho daño, lo sé. Soy un grandísimo hijo de puta, merezco lo peor y ahora mismo te estoy pidiendo demasiado..., pero perdóname. No he dormido bien en estos días, y siento que esto me va a perseguir toda mi vida porque he sido una mierda. No debí ir con el director, pero estaba asustado. Debí contártelo antes pero temía por tu reacción. Y luego estaba Kylie...

—No la menciones —susurro, con los ojos cerrados.

—No, escucha. Me ha tomado un tiempo darme cuenta. Y cuando lo supe, no sabía cómo actuar. Amo a Kylie. No quiero que nada malo le suceda, mucho menos ser el causante de su sufrimiento. Pero...

—Dylan, por favor —suplico contra su pecho, pero me ignora.

—... tarde me di cuenta, de que no la amo como debería. La amo como se ama a una hermana, a una mejor amiga. No como se ama a tu pareja, o al amor de tu vida. Y cuando lo comparé con mis sentimientos por ti; supe que lo nuestro era más profundo que cualquier otra cosa. Pero no podía permitirme el hacerle daño. Han sido años de amistad, Alex. Años de amistad que tiraría por la borda si te elegía a ti. Kylie quería una elección rápida y la he elegido a ella porque creí que nuestra amistad era más importante. Pensé que perder su amistad de años me dolería más que nada, pero he estado muy equivocado al respecto. Tiraría a la basura todos esos años de amistad ahora mismo, si eso significa no sentir el vacío en el pecho que tengo cuando no estoy contigo.

Trago el nudo grande que tengo en la garganta. —No necesito escuchar esas cosas.

—Pero yo necesito decirlas. Porque no aguanto más. He querido darte un tiempo para... superar esto, pero no puedo. No puedo estar lejos de ti sabiendo que te hice tanto daño.

—Yo tampoco puedo. No puedo estar lejos de ti y me has hecho daño —levanto mi cabeza para mirarlo a los ojos. Necesito decirle esto—. Me has hecho mucho daño. Es por eso que no importa cuántas veces te extrañe, no pienso volver a acercarme a ti. Escucharé que me llaman puta más de mil veces al día, pero eso no se comparará en nada con saber que no te importó ni un poquito que pasara por esto sola. Cuanta diferencia hubiera habido si nosotros dos nos acercábamos al director y le comentábamos lo sucedido. Créeme que la bola arrolladora de insultos no hubiera sido tan grande porque, al menos, habríamos sido nosotros dos contra el resto. O la gente solo hubiera creído que la biblioteca era el lugar de encuentro de dos personas que se querían mucho, nada diferente a los típicos adolescentes que se encierran en el baño de vez en cuando. Pero no fue así, nada de esto fue así.

—Alex...

—No, déjame terminar. Es mi turno de hablar. Ellos han creído que yo soy la mala que te hace pecar y tú eres un pobre mortal que cayó en la tentación un par de veces. Para ellos, esta es la historia del humano que rechazó a la pecadora cuando esta le intentó dar su corazón y regresó con su amada porque... los hombres nunca se quedan con las putas, ¿no? Solo buscan complacerse con ellas y luego regresar a cama con la indicada. Claro, tú solo eres el infiel que será perdonado. Yo seré la embustera siempre. La mala de la película, la enemiga de todas las chicas que cuidarán a sus parejas a partir de ahora por miedo a que los tiente. Yo soy esa persona ahora, Dylan. Y ni mil disculpas lo podrán revertir.

—Lo arreglaré. Golpearé a todas las personas que hagan falta para callar estos tontos rumores.

—Empieza golpeándote a ti mismo. Quizás en un par de años, pueda considerar perdonarte. Por ahora, quiero que sepas que este es nuestro final —di un par de pasos atrás, alejándome de su calor—. Ten una bonita vida, Dylan Hamilton. Mientras yo intento arreglar la mía.

***

— ¿Te acuerdas de la familia de la que me hablaste al salir del centro comercial? —preguntó mi hermana Jenna.

Estábamos en el mueble pintándonos las uñas. Ella parecía estar en su nube de ensueño, pues su novio le había pedido matrimonio. Era por eso que me parecía extraño que siquiera recordara nuestra conversación antes de encontrarse con su prometido.

—Eh, ¿la familia Galiano?

—Aja. Al parecer han sacado a un tal Dante Galiano de la universidad, por ser familiar de Cesar Galiano.

Fruncí el ceño y le presté más atención. — ¿Hizo algo ese muchacho?

—Por lo que veo, no. O sea, si dicen que se metía en problemillas pero ni uno ameritaba una expulsión. Su familia se ha quejado porque parece que lo echaron solo por el apellido. Qué idiotas.

—No puedo creerlo —exclamé indignada—, ¿y la gente no piensa hacer nada al respecto?

—Creo que el rector cedió a la presión de la gente y por eso lo botaron, más bien.

Negué con mi cabeza y me levanté de mi asiento.

— ¿Qué haces? —preguntó Jenna.

Ignorando la interrogante, me dirigí a mi habitación y prendí mi laptop. En cuestión de segundos, estaba buscando el Facebook del muchacho. Ignoré absolutamente todos los mensajes que me dejaban mis compañeros (la mayoría eran obscenos) y las publicaciones en mi muro.

Dante Galiano apareció en mi pantalla. Su Facebook, en realidad.

Nunca antes en mi vida había entablado conversación por un extraño en Facebook. Tampoco era como si pensara agregarlo o hacerme su amiga. Pero sabía lo que era ser odiada e insultada. Solo quería escribirle un pequeño mensaje... alentador. Aunque supuse que de esos también debían llegarle muchos, no perdía el tiempo derramando un poquito de amor.

De una odiada a otro odiado,

Las cosas parecen tornarse difíciles ahora mismo, ¿no es así? Realmente espero que no borres mi mensaje sin leerlo, porque te prometo que este no contendrá odio (por si eres como yo, y has estado recibiendo mucho de eso últimamente).

¡Al diablo con la gente que te esté tachando de terruco y mil cosas más! ¡Al diablo con todos! Que tu apellido no te haga bajar nunca la cabeza, nunca. Demuéstrale al resto que eres mejor que todos tus antepasados, mejor que todos los que te juzgan sin conocerte siquiera.

Usa la atención que estás recibiendo en estos días y conviértelo en algo bueno. No sé, me supongo que al igual que me sucede a mí, la gente está revisando seguido tu perfil, ¿no? Buscando la mínima cosa para criticarte sin razón. Pues sorpréndelos, comparte publicaciones de ayudas caritativas... ¡Qué sé yo! Te apuesto que eres un muchacho inteligente. Algo se te ocurrirá.

No los dejes ganar. No dejes que te afecte. No ocultes el rostro, no mires tus pies. 

Sé fuerte, no estás solo...





Nota de MarianBlack:

Creo que faltan dos capítulos para el final y otro más para el epilogo. 

LO IMPORTANTE ES.... ¡Esta historia tendrá continuación! ¡Yes! La protagonista será Alessandra Castillo (nuestra querida Alex) y será dentro de dos años. Se llamará: El brillo de Alex.

Y no, el protagonista no será Dylan Hamilton (por obvias razones), pero probablemente tenga alguna aparición por allí. 

Estoy muy emocionada porque amo a Alex y podré verla en otra etapa de universitaria, fiestas... chicos... no sé, mil cosas xD

Espero que nos acompañen en esta nueva aventura que recién estará iniciado al terminar  esta historia.  ¡Un beso! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro