Capítulo 19
(Si los guiones son cortos, culpa de wattpad. Ya los estaré arreglando luego)
Esperé que mis padres regresaran del colegio, en la sala. Tenía la cabeza gacha y los hombros hundidos, a la espera de sus reclamos y discusiones. Tenía miedo, lo más probable era que mi madre llorara y mi padre me regalara una bofetada. Y lo merecía. Merecía el desprecio de toda mi familia por haberlos dejado tan mal.
Jason estaba a mi costado con la vista fija en la televisión. No había dicho nada en mi presencia, y aunque no sabía que tan informado estaba, era consciente de que por su actitud, tenía que haberse enterado del tema.
Mi padre fue el primero en entrar a la sala, con el rostro serio, la mandíbula apretada y los ojos llenos de fuego. Nunca antes había temido tanto. Mi madre fue la siguiente, tenía los ojos hinchados y supe que había estado llorando de camino a casa.
Ambos se sentaron en el mueble de al frente y no hicieron nada más, salvo observarme. Jason apagó el televisor y les preguntó—: ¿Qué ha pasado?
Menuda rata cotilla.
Ni uno de los dos respondió y supuse que estaban esperando que yo hablara primero. Reuniendo todo el valor que poseía, les dije lo único que podía decir en ese momento.
—Lo siento tanto —fue un susurro, pero gracias al silencio de nuestro hogar, se escuchó por toda la sala.
Mi padre se relamió los labios. — Nos has avergonzado a todos. No creo que una disculpa puede compensar lo mucho que tu madre sufrió hoy.
Me miré las manos, avergonzada. Un nudo se formó en mi garganta y parpadeé para alejar las lágrimas. No era momento de llorar. Yo no lo merecía.
—Me ha llamado el director a mi trabajo y he tenido que salirme de una importante reunión para enterarme que mi hija menor mantenía relaciones sexuales con un imbécil en la biblioteca.
—Nosotros no...
—¡Da igual! —gritó, su rostro distorsionándose por el enojo—. Varios padres de familia se nos han acercado en la salida para hablar al respecto. Este rumor ha llegado hasta los alumnos de primaria, ¿qué crees que harán hoy al llegar a sus casas? ¡Obviamente les comentaran a sus padres sobre lo sucedido! Todo el mundo dice que han mantenido relaciones sexuales en esa habitación, qué mierda importa si el director muestra pruebas que lo niegan. Si tú dices que solo fue un beso, nadie les va a creer nada. La gente ya está empezando a hablar. Pronto mi propio jefe lo sabrá y me estará llamando para preguntarme al respecto. ¿Sabes lo mal parados que nos has dejado a todos?
—Pueblo chico, infierno grande —lo oí murmurar a Jason a mi costado—. Mira pa, si esta fuera la capital, no tendrías de qué preocuparte. Te apuesto que estos casos llegan todos los días. Te dije que nos mudáramos de este pueblucho ni bien Alex empezó la secundaria. Y no porque presentía que esta mierda pudiera pasar —respiró hondo y miró a mi madre—. Sé lo que dicen de ustedes por estar juntos y no estar casados. Lo que dicen de ti por haber tenido dos hijos con otro hombre y no seguir hasta el día de hoy con él. Ustedes mejor que nadie saben lo que es ser juzgados, no me parece justo que sean tan duros con Alessandra.
—No te metas, Jason —masculló mi madre—. Tu hermana se ha metido a la boca del lobo sola. En ningún momento debió meterse con el enamoradito de su mejor amiga, para empezar.
Jason se enderezó. —Pero vamos, que tú te metiste con mi padre el viudo y no te gusta que te digan nada. Kylie y Dylan estaban solteros. Ella misma ha venido a buscarme unas mil veces, tú mejor que nadie eres testigo.
—Respóndele así de nuevo y yo mismo me encargaré de sacarte de la casa —le amenazó mi padre. Segundos después, volvió a enfocarse en mí—. El director te ha suspendido por una semana. Creo que eso ya lo sabes bien. Los vecinos se van a enterar muy pronto, tendremos a todo el pueblo juzgándonos por tener una hija tan...—hizo una mueca—. Atrevida. Sabes que todo esto me parece una ridiculez y yo mejor que nadie saldría en tu defensa ahora mismo. Pero nos has jodido, Alex. Te lo dije una vez, cumples dieciocho años y haces de tu vida lo que se te antoja. Pero no mientras estés bajo mi techo porque tus acciones nos perjudican a todos. Cometes un delito y todos somos delincuentes al igual que tú. Como sabes, el apellido ha condenado a mucha gente. Solo mira el caso de los Carter, son todos repudiados por las acciones de sus antepasados.
—¡pero hablas como si yo hubiera matado a alguien! Solo me he besado por un chico, por Dios.
—Te has besado con un chico, escondida en un cuarto del colegio. Eso cambia las cosas. Ustedes mismos se han ocultado como si estuvieran haciendo algo malo y claro que las personas lo van a pensar así. A sus ojos, han estado teniendo relaciones sexuales en un lugar que no deben. El año pasado una estudiante salió embarazada de su profesor en la universidad Reinaldo, te apuesto que las humillaciones la persiguen. Y eso que ambos eran grandecitos. Ahora, si los padres de familia se quejan con el director y piden tu retiro, estaremos más jodidos aun. Eso lo sabremos en tres días, cuando el director se comunique conmigo.
Mi estómago se encogió, tuve una arcada. Esto parecía salido de una película de terror. Siempre había escuchado que los jóvenes de aquí se largaban a estudiar a la capital porque no soportaban a la gente del pueblo. Eran todos chismosos, juzgadores... terribles. Pero nunca me había tocado vivir una cosa así. Siempre me cuidaba para no exponer a mi familia, para que no fuéramos mencionados en sus habladurías.
—¿Y qué me dicen de Dylan Hamilton? —preguntó Jason, luciendo enfadado. Él parecía haber adoptado el papel de mi abogado—. ¿Tendrá la misma sanción?
Papá negó con la cabeza. —Serán tres días por haber colaborado en todo esto. El director hubiera querido que sea todo confidencial, pero al parecer una de las estudiantes abrió la bocota y le contó a media secundaria.
—Y te apuesto que la gente ni lo toma en cuenta al momento de juzgar las acciones de mi hermana —Jason negó con la cabeza—. Solo la van a insultar a ella, claro está.
Mi padre no dijo nada por un largo rato. —Hay dos opciones para ti, Alex. Y nosotros no lo vamos a elegir por ti. Eres la responsable de tus acciones y como tal, debes enfrentar las consecuencias.
—¿Cuáles son las opciones? —me tembló la voz.
—Te puedes ir a la capital con el hermano de Jenna, Jake. Él está viviendo solo ahora mismo, puedes estar en su departamento. Tu madre le ha enviado un mensaje para ver si tendría un inconveniente y...
Jason resopló. —No creo que Alessandra deba vivir con Jake. Es un hijo de puta, sin ofender Pamela —le dice rápidamente a mamá—. Pero sabemos la reputación que tiene tu hijo.
—Ha hablado el caballero andante —ironizó papá.
—Sé que no me he portado muy bien con Alex, pero creo que es obvio que si me comparas con Jake, yo podría tratarla mucho mejor.
—De igual forma no hemos decidido nada aun, tu hermana no ha escuchado la segunda opción.
—¿Cuál es? —pregunto y rezo en silencio para que sea una mejor.
—Te quedas aquí, aguantas las habladurías y sigues asistiendo al colegio. Tú decides.
—¿Eso es todo? —les pregunto a ambos (mi padre y mi madre), sin poder creerlo—. ¿Solo tengo la posibilidad de escapar de aquí, si me voy con un hermano al que no he visto en años?
Ambos intercambiaron miradas, y lo que dijeron a continuación era algo que no habría esperado ni en mil años.
—Tú madre y yo conversamos hace algún tiempo... no queríamos decirte nada hasta que terminaras los estudios, lo último que deseábamos era que te preocuparas y salieras desaprobada en algún curso —
parpadeé, no me gustaba su tono de voz—. Pero hemos visto que las cosas entre nosotros dejaron de marchar bien desde hace un tiempo. Desde el año pasado, para ser exactos. Por lo que...—se detuvo, observando las puntas de sus zapatos. Era como si estuviera reuniendo el valor para decir lo que yo ya me temía. Ya sospechaba. Mamá le acarició la mano y lo oí sorber por la nariz—, por lo que hemos decidido separarnos. Mi jefe me ha ofrecido un puesto en otra ciudad, pero eso será de acá a unos dos meses. En septiembre. Podré llevarte conmigo si así lo deseas, pero mientras tanto tendrás que esperar un poco.
***
Odiaba mi vida.
Quería que los meses avanzaran con rapidez para terminar la escuela de una vez. Quería que todos sufrieran de pérdida de memoria y no recordaran lo sucedido el día de hoy. Quería romper la carta de Dylan y no tenerla guardada en un cajón; como un recordatorio de mi trágico amor.
Max había venido hace un rato, pero no había querido abrirle la puerta por vergüenza. La gente debía estar hablando mierda y se me enrojecían hasta las orejas de solo pensar en las cosas obscenas que los chicos debían estar diciendo de mí. No había abierto Facebook, tampoco. No me interesaba leer las publicaciones del resto.
Escuché que tocaban la puerta de mi habitación, pero no me molesté en abrir.
—No quiero ver a nadie —dije, lo bastante fuerte como para que la persona detrás de la puesta me escuchara.
—Solo será un momento —dijo Jason y abrió la puerta con suavidad—. Quería ver cómo te encontrabas.
Me sequé las lágrimas para borrar todo rastro de haber estado llorando.
—Bien, gracias.
—¿Y lloras de felicidad, o cómo es?
Puse los ojos en blanco. —Ahora no estoy de humor para que me molestes, Jason. He tenido un día muy cargado.
—Sé eso. —Cerró la puerta detrás de él y se acercó a la cama, sentándose a mi lado en silencio—. Sé también, que rechazaste la visita de Max. ¿Por qué?
—Me da vergüenza verlo —admití, en un susurro—. Me da vergüenza verlos a todos.
—¿Por qué? Si tú no hiciste nada malo.
—Hay tanta gente tachándome de puta allá afuera, que siento que estoy en pecado y me da vergüenza mirarlos a la cara a todos.
Jason resopló. —Desearía que alguno lo dijera en mi cara, veremos si les gusta que les fracture la nariz. No eres ninguna puta, Alex. Y nadie debería hacerte pensar lo contrario. Ni nuestros padres, por más enfadados que estén.
—Gracias —murmuré.
—Sé que no he sido el mejor hermano. Aunque siendo sinceros, tu tampoco lo has sido —sonreí apenada—. Pero por más peleas que tengamos, no me gusta que nadie salga a hablar mal de mis hermanas. Tienes todo mi apoyo, Alex. Mucho más si quieres que vayamos a patearle el trasero a Dylan Hamilton.
Hice una mueca. —Pero tu novia es su prima.
—Da igual. Ella lo entendería. Gaby debe saber que su primo de un hijo de puta.
Mi corazón se encogió. No me gustaba que insultara a Dylan, pero tampoco iba a defenderlo. Ya no.
—Al final Kylie ha ganado —dije, sin poder evitarlo—. Probablemente están haciendo los planes para volver.
—No creo que Kylie haya ganado...—Jason suspiró—. No creo que ella se sienta como triunfadora, en realidad.
Lo miré. Cuando Jason hablaba de Kylie sucedía algo extraño. Su tono de voz era melancólico y su expresión se bañaba en la tristeza. Recordé que ellos dos habían estado juntos, cuando eran más jóvenes.
—¿Tú... la querías?
—Por supuesto. Y la quiero, la sigo queriendo por más bruja que esté siendo en estos instantes. No te voy a hablar bien de ella, porque sé que... se ha comportado como perra en estos últimos meses contigo. Pero me apena mucho en lo que se está convirtiendo.
—Ya, a mí también me apena, en realidad.
—Pero no ha sido ella la que mandó las fotos, ¿verdad?
—Me han dicho que fue un plan de Ximena. Y pues como Marcelo solo piensa con el pene, supongo que no ha tenido reparos en acompañarla.
Jason arrugó la nariz. —Me he encontrado con Ximena un par de veces, en algunas fiestas universitarias. No sé qué hacía allí, para empezar, pero las veces que le he hablado parecía buena persona.
—Con todos, menos conmigo. Siempre me ha odiado.
—Lamento que fuera así. Estoy pensando en darle una visita a Marcelo. Si tienes su dirección, podría hacerme cargo.
—No, no es necesario. Lo haré yo misma, luego...
—¿Qué planeas hacer? —
Preguntó Jason, con el entrecejo fruncido—. No quiero que te metas en más problemas. Yo iré a hablar con él, deja que me encargue de esto.
—No me voy a meter con Ximena porque no tendría de donde, la gente ya habla pestes de ella y estoy segura que inventar un rumor falso sería aumentarle la popularidad. Pero Marcelo se ha librado de muchas expulsiones gracias a su padre y planeo hundirlo de verdad.
—Bueno, entonces... algo para Marcelo, la indiferencia para Ximena... ¿y qué hay para Dylan?
—No voy a perder mi tiempo en alguien como Dylan. La vida se encargará de darle su castigo. Tampoco me interesa vengarme de Kylie. Solo quiero hacer sufrir a Marcelo porque he escuchado que fue el primero en tildarme de puta y bueno, a mí nadie me dice puta y vive para contarlo.
—Yo me puedo encargar de Dylan, en serio. En serio, en serio.
Sonreí. —Nah. No vale la pena.
¿No vale la pena, o lo amas tanto que no quieres que le hagan daño?
Sacudí la cabeza, maldiciendo a esa voz de mi cabeza. Tenía que poner una expresión de indiferencia para que creyeran que Dylan Hamilton no había significado tanto. Ellos nunca lo imaginarían...
No imaginarían lo mucho que significo. Lo mucho que lo quiero y lo mucho que duele ahora mismo su traición. Siento que le entregué mi corazón en una bandeja de plata y me lo ha devuelto con una espada encima, dividiéndolo en dos. Pensar en Dylan hace que las lágrimas regresen; tengo que parpadear para alejarlas, odio que me vean llorar.
Y odio aún más querer a Dylan después de todo lo que me hizo.
***
El padre de Danika me estaba contando historias sobre cómo era ella de pequeña. Al parecer, mi amiga había sido lo contrario a como era hoy en día. Me preguntaba qué había ocasionado que se volviera tan seria y tímida.
Ambos la estábamos esperando mientras hacíamos el almuerzo. No tardaría en llegar del colegio, por lo que no estábamos apresurando.
—Una vez se encontró un gato en la calle y lo trajo a casa —
comenzó a contar—. Yo siempre he sido alérgico al pelaje de los animales, por lo que ni bien su madre lo vio, le pidió que lo llevara de regreso —me enderecé en mi asiento al escuchar de la madre de Danika. Nunca la habían mencionado y yo tampoco me atrevía a preguntar por ella—. Y lo hizo. Pero Danika lo estaba trayendo de regreso dos días después. Luego su madre se encargó de devolverlo a la calle, pero no pasó mucho antes de que nuestra hija volviera a aparecer con el gato —su padre soltó una risa y negó con la cabeza—. Ese gato me provocaba mil ronchas, pero creí que lo valía al ver la sonrisa de mi hija. Estuvo con nosotros cinco meses, luego se escapó. Sospecho que extrañaba la calle.
—Nunca me imaginaría a Danika como una niñita atrevida —
bromeé.
—Oh, créeme. Ella era así. No le gustaba aceptar un no por respuesta y amaba plantarnos en cara. Solo cambió cuando su madre se fue... pero creo que a veces vuelvo a ver unos rastros de su antiguo yo.
Quise preguntar a dónde se había ido su esposa, pero me contuve. No quería ser maleducada, a pesar de que moría por saber.
Tragué saliva e intenté borrar esa tristeza en su expresión. —
Danika es muy querida. Kayden y yo la queremos demasiado, se ha vuelto una gran amiga.
El señor asintió y segundos después, me sorprendí al verlo llorar en silencio. Mi corazón se partió y me apresuré a envolverlo en un abrazo.
—Ella está bien —susurré.
—Eso es lo que me gusta pensar.
Nos abrazamos por un largo rato. En el fondo, creo que ambos buscábamos consuelo, un escape de nuestros problemas.
Escuchamos un carraspeo y nos apartamos. Danika y Kayden estaban en la entrada de la cocina. La primera, al ver el rastro de lágrimas de su padre, se acercó preocupada.
—¡Pa! ¡¿Qué ha pasado?! ¿Te cortaste? ¿Todo bien? —acunó el rostro de sus padres en su mano y supe que no había escena más tierna que esa.
El señor Enrique se apartó con una sonrisa tensa. —No, cariño. He estado hablando con Alex de unas cosillas que me puso sentimental. Nada más. ¿Tienes hambre? —preguntó, al mismo tiempo que miraba sobre el hombro de su hija—. Oh, hola Kayden. ¿Vas a quedarte a almorzar?
—Pues...—Kayden se removió, incómodo.
Danika lo fulminó con la mirada.
—Me ha seguido como un perrito callejero ni bien supo que estaría Alex aquí.
Miré a otro lado, incómoda. No había querido responder a ninguna llamada que no fuera de Danika. Entrar a mi Facebook me había hecho mal, pues la mayoría de chicos se habían dedicado a hablar mal de mí. Y tanto Max y Kayden se la pasaron defendiéndome, eso era humillante. Me sentía avergonzada, no quería verle la cara a ninguno.
—Entonces eso significa que te quedarás a almorzar —el papá de Danika se veía contento con la idea—. Más gente en mi casa, me gusta eso.
Danika resopló y lanzó la mochila a un lado. Se acercó a la encimera y comenzó a cortar algunas verduras que yo había dejado a la mitad. Tragué saliva cuando sentí a Kayden cogiéndome de la muñeca.
—Vamos, hablemos —susurró.
A regañadientes, le permití que me llevara hasta la sala.
—¿Qué ha pasado? —Preguntó, ni bien estuvimos a solas—. No me respondes las llamas y no abres la puerta de tu casa. ¿Qué está pasando contigo?
—Nada.
—No me creo que nada, Alex. He estado preocupado por ti, y Max también.
—Yo...—me relamí los labios, pensando cómo decir lo siguiente—: No creo que valga la pena. Quiero decir, no veo que debas pelear con tus amigos por mí. Una chica me ha pasado una imagen de la conversación que hubo en el chat de chicos de la promoción. Sé que te pusiste a discutir con medio mundo para defenderme y no creo que...
—Deja de decir tonterías, por favor —me interrumpió—.Eres la persona más valiosa que tengo en mi vida. Voy a defenderte y no me importa si me gano más enemigos que el mismísimo diablo.
—No quiero que se malogre tu amistad con Seth por mi culpa.
—Ah, era eso —Kayden me sujetó la mano—. ¿Recuerdas cuando éramos pequeños querías sentarte a mi lado y te dije que era un asiento reservado para Seth? —asentí con lentitud, recordando ese día. Fue el mismo en el que conocí a Kylie—. No me invitaste a tu fiesta de cumpleaños. Y me dolió. Pero creo que a ti te dolió más mi rechazo. Desde ese día me prometí que no volvería a poner a alguien por encima de ti. Eres la primera en mi lista de personas importantes, Alex. Y nunca me voy a arrepentir de eso. Si tengo que defenderte de Seth, lo haré.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me envolvió en un abrazo.
—Gracias —susurré contra su pecho.
—De igual forma, no necesito ponerme a discutir con Seth. Se ha arrepentido de lo mal que te ha tratado, él también está defendiéndote de algunos idiotas.
—No creo que pueda perdonarlo aun.
—Todo a su tiempo.
Tragué saliva. —Tampoco creo que pueda regresar al colegio. Hasta mis amigas parecen odiarme.
Kayden me apretó más contra él.
—No creo que sea posible odiar a Alessandra Castillo. Quizás no han tenido tiempo de llamarte, eso es todo. Estoy seguro de que para mañana ya te habrás comunicado con Maddie y Zoey.
—Eso espero —murmuré.
Nota:
Ya se acerca el final...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro