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Capítulo 18

Nota: Hubo doble actualización hoy. No se olviden de leer el capítulo 17.

Hay una foto en mi casillero.

Mi corazón late deprisa en cuanto la veo. Estoy yo, sentada sobre el regazo de Dylan, repartiendo besos tiernos en su cuello. Es una imagen tierna ante mis ojos, pero el título que tiene escrito arriba le quita todo lo lindo.

PUTA.

Está escrito por toda la hoja. Siento murmullos a mi alrededor, pero no puedo quitar los ojos de las palabras. ¿Cuánto tiempo lleva aquí esto? ¿Lo han visto todos ya? ¿O solo yo me he percatado? Le rezo a todos los santos para que sea la última opción. Es obvio que ni uno me escucha.

Doy media vuelta para ir a clases  lo noto; hay muchas hojas similares por el suelo. Todos con insulto que van dirigidas hacia mí, pero con distintas fotografias. Todas tomadas en la antigua biblioteca.

Los estudiantes llevan algunas hojas en sus manos, y lo leen con las cejas alzadas; sorprendidos por mi comportamiento, para luego juzgarme con la mirada.

Dios santo. ¿Qué ha pasado?

No soporto sus miradas de burlas, de pena y de asco. Todos me están juzgando. Todos me están... juzgando.

Corro hacia el baño, mi respiración agitada mientras golpeo la puerta para abrirla. Allí adentro, me seco las lágrimas que caen de mis ojos.

¿Qué ha pasado?

―¿Alex? ―Danika está allí. No sé si me ha seguido o ya estaba antes, cuando entré. Pero no demora en acercarse cuando me nota con los ojos llorosos―. ¿Qué ha pasado?

―N-no lo sé. Esto parece una pesadilla.

―¿Por qué lloras? ―cuestiona, con suavidad.

Levanto mi puño, donde tengo arrugada la hoja. Ella la toma con delicadeza y la abre. Su boca forma una "o" al instante.

―No...―susurra―. ¿Cómo...?

―No sé, no sé ―se me escapa un sollozo. Miro a todos lados, desesperada. Quiero salir de aquí. No soporto estar aquí―. Ayer he faltado, me encontraba un poco resfriada. Hoy he venido y he visto estas cosas en mi casillero y todo el suelo.

Danika frunce el ceño.

―Han debido ponerlo recién. Cuando yo llegué no había nada.

―No lo sé. Pero... oh, Dios. Esto está por todas partes. Todo el mundo me está tachando de puta.

―Escucha, escucha ―Danika me toma de los hombros, su mirada firme no abandona la mía―. Eres fuerte. Que lo que digan de ti no te afecte. Todas las mujeres hemos sido llamadas putas más de una vez, es una mierda, pero así de asqueroso está el mundo. Y debemos sobrevivir a eso. Ignora los malos comentarios, Alex.

Niego con la cabeza.

―Le van a ir con el chisme a mi mamá, se decepcionará.

―Lo entenderá. Ella no va a estar decepcionada de ti.

―¿Y... Dylan? Él parecía no querer que el resto se entere.

―Pues si yo fuera Dylan, estaría más ocupado en repartile puñetes a la gente, que otra cosa.

―No quiero salir.

―Vas a salir. Y con la cabeza en alto. Olvida esa foto y esos comentarios. Estoy segura de que cosas peores han pasado en esta secundaria. Para el segundo recreo la gente ya lo estará olvidando.

Han creado una marcha en facebook.

"Marcha para que Alessandra Castillo deje de ser tan zorra".

Más de cien personas pusieron asistir. Hicieron un montón ediciones con fotos sacadas de mi facebook. Han etiquetado a mis familiares. He visto a Jason reclamándole a muchos de ellos por su comportamiento. No he querido mirar más.

Estoy muy avergonzada.

Dylan ha faltado hoy. Y no contesta el celular. Quiero contarle lo que pasa, que se entere antes por mí. Quiero decirle que no se moleste en defenderme, porque ignoraré esos comentarios.

Quiero decirle mil cosas. Pero no puedo. Porque no contesta el puto celular cuando más lo necesito. He tenido que desactivarme mis redes sociales por la cantidad de mensajes que me han llegado. Todos han dicho que tuve sexo en la antigua biblioteca con el novio de mi mejor amigo. Todos me están tachando de puta y mandando indirectas.

No soporto esto.

Kayden se sienta a mi lado en silencio. No dice nada por lo que parece una eternidad.

―He golpeado a Seth. Me ha jurado que no tiene nada que ver... pero, no sé ―se pasa las manos por el cabello, en un gesto de frustación―. Confío en él. Pero se supone que Seth era el único que se enteró después. No entiendo, ¿cómo diablos consiguieron esas fotos?

Trago saliva y veo el campo. Estamos en las graderías de la cancha deportiva. No he querido entrar al comedor por miedo.

―¿Danika ha averiguado algo?

―Está amenazando a algunas cosas. Me parece sospechoso que Dylan y Kylie decidieran faltar el día de hoy...

―No ―niego con la cabeza―. Dylan no tiene nada que ver. Él no sabe nada. Probablemente se ha quedado dormido.

―¿Hablaste con Brian?

―Lo he intentado, pero es un idiota. No dice nada, solo se encoge de hombros. Es su manera de decirme que no le importa.

―Ayer Dylan fue golpeado ―comenta Kayden, de pronto. Me volteo hacia él, sorprendida. ¿Dylan golpeado? ¿cómo? ¿qué...? Él parece ver la duda y preocupación en mi rostro, porque se explica―: Marcelo Holland lo golpeó. Bueno, primero fue él a Marcelo cuando escuchó que te dijo puta. Luego Marcelo le respondió.

―Oh Dios ―susurro. Probablemente su familia lo ha castigado por meterse en una pelea. Pobre de él. Y pobre de mí, que estoy viviendo el infierno sola.

―De igual forma, no me he encontrado con Marcelo hoy. Me he ido a la parte trasera donde suele juntarse para fumar y no hay rastros de él.

Maldigo en voz baja.

―Quizás lo han suspendido. Y a Dylan también. Es lo más probable.

Kayden arruga la nariz. ―No lo sé, Alex. Todo es muy extraño. Ha faltado Ximena también. Que ella y Kylie faltaran se me hace extraño...

―Seguro se han ido de compras.

―¿Quién crees que ha mandado las fotos por todo el pasillo?

Trago saliva.

―¿Alex? ―insiste.

―No lo sé...―susurro, luchando con las lágrimas―. Pero sé que no me merezco todo esto.

Kayden coloca su brazo sobre mis hombros, acercándome a él. Me da un beso en un lado de la cabeza y promete que todo estará bien.

En cuanto veo correr a Max hacia aquí, sé que no es el caso.

―¡Alex ―grita, como si su vida dependiera de ello. Cuando llega hasta nosotros, está todo agitado y sudoroso―. Te he estado buscando por todos lados.

―¿Qué ha pasado?

―El director ―comienza a decir y mi mundo cae en pedazos―, el director ha escuchado los rumores y visto los papeles. Acaba de cerrar la biblioteca y pedido las camaras de seguridad. Te está buscando. Quiere que vayas lo más pronto posible a la oficina.

―No...

―Lo lamento, Alex. En serio lo lamento.

Nunca he ido a la oficina del director. Salvo cuando me matriculé por primera vez y necesitaba una entrevista personal con él. Sigue estando tal y como lo recordaba. Regordete y calvo.

Está revisando unos papeles que tiene sobre su escritorio. Supongo que es mi informe, agradezco no haberme metido en problemas años anteriores.

―Señorita Alejandra ―comienza, a modo de saludo. Sin levantar la mirada de las hojas que tiene entre las manos.

―Alessandra ―corrijo, en voz baja. Eso lo hace levantar la mirada. Me congelo en cuanto veo su expresión furiosa. Se está conteniendo.

―¿Es usted familiar de Jason Castillo?

Me aclaro la garganta y asiento.

Resopla. ―Debí suponerlo. Por lo que he visto aquí, usted no tiene malas notas. Ni buenas. Solo regulares.

―Eh...

―Su comportamiento es regular también. El año pasado, por lo que veo aquí en mi registro, fue su año de meterse en problemas con el señor Delgado.

―Eh... bueno, fue un año medio movidito.

Él asiente, serio. ―Ya veo. He llamado a tus padres, necesito tener una conversación con el ellos al respecto de... ―señaló las hojas que estaban al filo de su escritorio―. esto. He llamado a Dylan Hamilton, pero no responde. Así que supongo que tendré que empezar con usted y hacerle unas preguntas.

―Vale.

―¿Desde cuándo sabe de la existencia de la biblioteca?

Trago saliva. ―No recuerdo. Creo que un año... o más.

―¿Frecuentaba ese lugar seguido?

―Antes lo hacía más.

―¿Con el señor Hamilton?

―Sí. Yo... iba con él algunas veces, aunque más iba sola. A descansar.

―¿Alguien más sabía de ese lugar?

―Creo que no.

―¿Tuviste intimidad con Dylan en ese cuarto? ―abrí los ojos como platos. Mi rostro se calentó, supuse que estaba roja como un tomate. Me sentía humillada. ―Señorita Castillo, padres de familia me han llamado desde el momento en que se entregaron estos papelitos en el pasillo. Hay hasta un rumor de embarazo, están cuestionando mi autoridad. Tengo las cintas de esa biblioteca. Mi secretaria va a revisarlas, pero me gustaría saber antes de su boca la verdad.

―Solo nos hemos besado un par de veces ―admití en un hilo de voz. Nunca olvidaría este momento de mi vida. Mis padres me matarían, a menos que yo misma lo hiciera antes. Parecía que mi vida se estaba cayendo en picada―. Puede ver las cintas, no ha pasado nada más.

Él asintió. ―Las he visto ya. De igual forma, estará suspendida por una semana. Puede volver a clases, sus padres ya deben estar en camino.

Asentí. Y me levanté para volver por donde vine, pero a mitad de camino regresé con una duda que debía aclarar.

―¿Y Dylan?

Lo siguiente que dijo, rompió lo que quedaba de mí.

―El joven Hamilton se nos acercó ayer, al término de las clases. Él admitió su error y nos dijo que podíamos revisar la cinta para que vieramos que siempre se había tratado de un encuentro amistoso, salvo por unos... besos. Lo hemos suspendido por tres días.

―Él... ¿él les contó todo?

Por favor, no.

―Sí. Y parece que sospechaba que alguien más sabía sobre el secreto, porque se nos adelantó pidiéndonos que por favor revisaramos a cada hora el pasillo.

―Y no me lo dijo ―murmuro, pero el hombre no me escucha.

Él suspira ruidosamente.

―Las relaciones que se forman en esa biblioteca no son duraderas ―comentó, en voz baja. Ya no parecía el hombre serio, no parecía mi director. Estaba distante, mirando hacia la ventana como si no existiera―. Se lo digo por experiencia, señorira Castillo. No debió hacerse muchas ilusiones al respecto. Hace unos años encontramos a dos chiquillos desnudos en esa habitación. Juraban amarse. ¿Sabe qué pasó? He visto a ese muchacho en miles de entrevistas y apareciendo con muchas modelos colgadas de sus brazos. Creo que si me le acerco hoy en día, preguntándole sobre aquella persona que amó, me respondería con una interrogativa: "¿De quién diablos me estás hablando, viejo?"

Querida Alessandra:

Me temo que para cuando leas esto, no estaré aquí. Probablemente tampoco te alegrías si lo estuviera. He pensado mil veces en las palabras que puedo usar para escribir esta carta, pero nada se me viene a la mente.

Todo se siente incorrecto.

Sé que para estas alturas, ya debes estar odiándome. Quizás no tanto como me odio yo, pero lo haces. Y me duele, mucho.

No espero que me entiendas, ni que me perdones. Pero al menos, quería darte un par de razones.

La primera: soy el ser más cobarde del planeta. Quizás lo sientas una exageración, pero así me siento yo.

¿Recuerdas cuando el entrenador me prohibió dar mi prueba de ingreso para el equipo de futbol? Simplemente dijo que yo no estaba en la lista, y aquello me dolió demasiado...

No supe hasta semanas después que había sido papá el que le pidió el favor. El que le dijo que no me metiera en ningún tipo de deporte, porque debía concentrarme en mis notas y ser el mejor de mi clase. Papá quería que yo fuera el mejor abogado, también. Pero yo solo quería dedicarme al futbol.

Debí haberle dicho algo. Oponerme a sus planes, tú me hubieras dicho que siguiera mis sueños. Yo hubiera deseado seguir mis sueños. Pero fui un cobarde y callé.

Esa no fue la única vez en la que me comporté como un cobarde. ¿Recuerdas a Víctor? Tu ex. Estaba tan celoso de él. Odiaba verlos juntos, odiaba ver cómo lo animabas en los partidos. Odiaba que todo se tratara de él. Pero tenía miedo de confesarte mis sentimientos. Miedo de que me rompieras el corazón. Miedo de lo que pudiera suceder.

Así que hice lo mejor que sé hacer: callar.

He sido un cobarde miles de veces.

Y hace poco (ayer, para ser más claros) lo fui otra vez. Kylie me contó que Ximena y Marcelo habían tenido en sexo en la biblioteca hace poco. Fue allí cuando descubrieron de la cámara y las grabaciones. Tuvieron que entrar a la sala de computación para borrar su rastro y... nos encontraron .

Pensaron que sería divertido molestarnos. Le dijeron a Kylie que podía ser su acto de venganza, pero ella se negó.

Tarde o temprano lo soltarían. Yo debía ser más rápido. Ayer estuve todo el día preocupado, queriendo llamar a tu casa para advertirte. Pero tenía miedo. Tanto miedo. No quería escuchar tu sufrimiento. Ni tu decepción.

Para este momento, ya debes estar deseando encontrarme muerto. Supongo que has visto que te borré de facebook. No quiero que nos etiqueten a ambos en ninguna publicación. Creo que los he borrado a casi todos.

No quería hacerte daño. Lo siento tanto. Tampoco quería hacerle daño a Kylie.

Te amo, Alessandra. Te amo tanto. Pero estar contigo sería perder a Kylie. Y ha sido mi mejor amiga por años. No puedo hacer esto. Sabes que siempre he valorado demasiado la amistad.

Lo lamento tanto. Lamento haberte hecho esto. Dañarte de esta forma. Lamento que seas tú la que tenga que llevarse la peor parte.

Lamento que Kylie esté diciendo ahora mismo que estamos juntos para callar el resto de rumores. Para limpiar su imagen de... cachuda, como ella dice. Lamento haber tenido que tomar un lado.

Y lamento que no fuera el tuyo.

No espero que lo entiendas ahora. Pero sí que lo hagas de acá a un tiempo.

Mis pensamientos son tuyos,

Dylan Hamilton.

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