O1.
Podría decirse que cuando Jung Hoseok entró a trabajar a tiempo completo en un Supermercado de mucho renombre, lo último que imaginaria que pasaría al mes de trabajar ahí, sería conocer a un atractivo y tímido chico de 27 años, que por supuesto no había visto antes en aquel trabajo.
Desde el primer instante en aquel trabajo, Hobi intentaba sobrevivir al día a día de montones y montones de cosas por hacer, que su Jefa le ordenaba al verlo en distintas ocasiones durante el día. Y desde luego aquella situación no fue para nada mejor cuando su compañero de área se fue de vacaciones, y todo el trabajo duro de recibos de mercancía de distintas áreas comenzaron a tocarle solo a él. Aunque bueno, la gente siempre dice que de las cosas más inesperadas, aparecen las personas más inesperadas y la verdad es que toda esa situación no fue para nada diferente, cuando aquella tarde calurosa de Mayo, Hobi conoció a un lindo chico pelinegro.
ㅡPerdón. ¿Esto es tuyo?
Aquello fueron las primeras palabras que Hobi escucho por primera vez de aquel chico tan lindo y callado, que con su suave y delicada voz logro llamar más que su atención.
Con dos cubetas de helado napolitano entre sus manos, aquel precioso chico de ojos negros se acercó a Hobi y con una voz más que delicada, le pregunto algo realmente absurdo a los ojos de Hobi, puesto que una gran montaña de paquetes de helado se encontraba a su lado.
Admirando la plataforma metálica a su lado y repleta de helado, Hobi sonrió y asintió, para prontamente darse cuenta de cómo aquel chico dejaba suavemente el helado entre sus cosas.
Fijando la vista en el pelinegro de aura tímida, Hobi se centro en la tarima de gran tamaño que al igual que él, el chico de ojos negros tenía que deshacer sin ayuda alguna siquiera.
Contemplando al pálido a unos de él, Hobi volvió a permitirse observar cómo este le dejaba uno tras otro botes de helados entre sus cosas.
ㅡ¿Es tu tarima? ㅡpreguntó absurdamente Hobi, mientras ponía su vista en el gran montón de cajas congeladas con pescados que aquel chico tenía con él.
ㅡSí ㅡrespondió enseguida, no tardando en dirigir su vista a su gran tarimaㅡ. ¿Por qué?
Caminando lentamente hacia aquella tarima azulada, Hobi rodeo y contempló el montón de cajas que resultaban ser de su área.
ㅡEs que... Esa caja es mía, esa caja es mía, esa caja es mía, esa caja es mía, esa otra caja también es mía ㅡrio con ciertamente más diversión Hobi, mientras veía al chico pelinegro admirarlo a él y a la tarima frente a él.
ㅡLa mitad de la tarima es tuya ㅡbromeó el pálido, mientras se acercaba a Hobi.
ㅡEso parece.
ㅡSi te parece bien, puedo pasarte las cajas a tu tarima.
ㅡNo, si gustas únicamente bajarlas, y yo ya las voy acomodando entre mi ya montón de cajas.
ㅡNo me molestaría ayudarte, pero como más tú gustes.
Sonriendo por dentro, Hobi se encaminó hasta el escaso montón de cajas que tenía en una tarima, asegurándose de que hubiera el espacio suficiente de dónde poner tanta caja que le faltaba contar.
Convirtiéndose un par de segundos en minutos, Hobi vio como lentamente aquel chico iba bajando y cargando caja por caja hasta aquella tarima casi vacía de su propiedad, dejando por segundos a Hobi con la intriga del porque le ayudaba si también tenía demasiado trabajo.
ㅡPásamela ㅡdijo está vez seguro de si Hobi y mientras rozaba sin querer su mano con la del pelinegro frente a él, dándose cuenta de lo largas y frías que eran las mismas ajenasㅡ. ¿No tienes guantes protectores? ㅡQuiso saber.
ㅡNo, creo que nunca los pedí a Recursos Humanos ㅡagregó el chico, sorprendiéndose casi inmediatamente al ver cómo el chico frente a él, de claramente menor altura que él, se quitaba sus guantes propios y se los extendía a él con gran tranquilidad.
ㅡToma. Así ya no estarán tan frías tus manos.
Con una sonrisa y un sonrojo como sus mayores enemigos, aquel alto y pelinegro chico asintió y agradeció aquello que nunca antes nadie se había preocupado por observar y que alguien que apenas y conocía, estaba más que dispuesto a dar por su bienestar.
Dando inició así a una serie preciosa y perfecta de sentimientos casi enterrados en el fondo de si mismo.
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