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7. Reconectando

—No te puedo dejar sola, ¿verdad?

Suspiro.

—Felix, por favor, no ahora.

—Me tuviste muy preocupado, ¿si? No supe nada de ti durante todo el domingo, ni siquiera te despediste al irte de la casa y para colmo no respondiste mis mensajes, ¿cómo no quieres que me preocupe? Me preocupa, me preocupas... —habla rápido, demasiado rápido—, un simple emoji habría bastado para hacerme saber que estabas bien.

—Dios, Felix, tranquilo, ¿sí? Me sentí mareada y Yong Sun se ofreció a llevarme a mi departamento, sólo no estaba de humor para hablar sobre eso.

—¿La profesora Kim? —pregunta, y le brillan los ojos.

—Sí, ella —contesto, esta vez sin tratar de disimular que últimamente me pone de muy buen humor hablar sobre ella.

—¿Y ni tan si quiera eso fuiste capaz de decirme? Me siento traicionado.

Me rio.

—Hablamos un rato en la sala de tu casa nada más, ya ni me acuerdo de qué, y en algún punto de esa conversación comencé a sentirme mareada y no pude con las náuseas. Ella sólo me ayudó.

—Oh por dios, no me digas que le vomitaste a alguien encima, ¿era por eso que la profesora Kim me pidió una camiseta?

—Por su puesto que no. —Ruedo los ojos—, me sentía algo incomoda con la ropa que llevaba... prometo regresarla limpia el miércoles, no tuve tiempo de pasar por la lavandería de mi vecindario.

Felix sale del puesto del cajero y hace tronar los dedos de sus manos de repente.

—Confío en que así será, pero me sigue molestando que no me contaras nada de esto, somos amigos, ¿no? —pregunta eso último algo cohibido, me hace sentir mal que lo dude.

—Claro que lo somos —le digo, y revuelo su cabello—, pero no quiero agobiarte con mi basura.

Me sonríe, casi sin ganas, así que intuyo que su regaño ha concluido.

—Dile a tu hermano que la próxima semana tendré listas sus fotos, pero que si las necesita con urgencia le puedo pasar un pendrive para que tenga las digitales a la mano.

—Está bien, le diré si lo veo al llegar a casa.

Ni siquiera he comenzado a editarlas, pero es porque pasé el resto del fin de semana haciendo tarea atrasada de la universidad, sin embargo no se lo digo, es otra de esas pequeñas cosas que él no necesita saber de momento.

—¿Comiste hoy? —me pregunta desde la puerta de cristal del local.

—Hice algo de curry antes de venir aquí, así que eso debe contar como que sí, ¿no?

—Supongo. Sólo... —Para unos segundos—, sólo cuidate, ¿sí?

—Haré mi mayor esfuerzo.

—Entonces nos vemos hasta el miércoles —me dice, luego sale mientras yo agito mi mano a forma de despedida.

°

Mi turno finaliza, sin embargo Whee In ya está atrasada para relevarme.

Pasan al rededor de veinte minutos sin señales de vida por parte de ella.

Ningún mensaje, ninguna llamada, nada. Y no puedo irme y dejar el local así nada más. Así que la espero.

La espero hasta la una de la madrugada, ella entra al lugar llena de sudor y con la respiración agitada.

La dejo que tome aire a gusto porque no estoy muy segura de qué más hacer.

—Lo siento mucho —dice finalmente—, me quedé dormida después del ensayo de hoy, Byul Yi, te juro que iba a intertar llamarte, pero no sé en donde dejé mi celular. Soy un desastre.

—No hay cuidado, supongo que ya somos dos en ese aspecto.

—Oh, Byul Yi, de verdad lo siento, sé que tienes clase en la mañana.

—Oye, yo sé lo que es quedarse dormida de repente y llegar tarde a este infierno —comienzo a decir mientras salgo del lugar del cajero—. Tranquila, ¿sí? Llegar tarde una vez se te perdona, o al menos yo soy del tipo que lo deja pasar en un caso como el tuyo.

Y se lo digo en serio. Sé que ella es trainee en una compañía pequeña de esas que forman idols porque Felix me pasó el chisme. Supongo que necesita el dinero de este empleo para subsistir mientras —quién sabe cuando—, la hubican en un grupo para debutar.

No la conozco muy bien, pero Whee In parece una buena chica.

Se sigue disculpado durante unos diez minutos y yo le sigo diciendo que no hace falta que lo haga hasta que por fin deja de hacerlo.

Después me voy al departamento a pie y llego a eso de las dos de la madrugada. Trato de dormir un poco, pero me canso de intentarlo al rededor de las tres. Ahora me canso de intentar dormir, ¿quién lo diría? O mejor dicho, ¿a caso eso es posible? Supongo que ya he tocado fondo.

Me levanto y me asomo a la ventana, parece que cambiaron el anuncio de zapatos por uno de una bebida con poco gas de la que nunca he oído hablar antes. Y me quedo allí, sólo viendo las luces y leyendo las letras pequeñas una y otra vez. Cambia de color, es verde ahora, azul, rojo y regresa a verde, y se repite, y se repite, y se repite.

—Tengo sueño.

Digo eso en voz alta, ni siquiera sé exactamente por qué, pero las palabras se quedan allí como todo demás. Y los colores siguen cambiando, y se repite, y se repite.

Volteo hacia la cama y noto la pantalla de mi teléfono iluminada, así que me acerco para ver de que se trata.

Al parecer le queda poca batería.

Lo conecto de inmediato al enchufe para que cargue y entro a Kakao Talk para matar tiempo.

Bajo entre conversaciones —quién sabe exactamente por qué—, en busca de una de las más recientes.

Sonrio involuntariamente. Ella me escribió el domingo por la mañana para saber como estaba y yo sólo le respondí diciendole que ya me encontraba mucho mejor y que agradecía que se preocupara por mí. No seguí sacándole plática porque aún seguía (sigo), algo apenada por lo que sucedió el sábado. Ojalá lo hubiera hecho.

Emocionarme por un par de mensajes tan cortos y simples me hace sentir como una adolescente otra vez, por lo que me llevo dos dedos al tabique de mi nariz mientras suspiro de resignación.

Todo se siente menos pesado, ¿es eso normal? Quiero creer que sí.

Yong Sun me agrada, quizás demasiado.

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