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22. Sabor a despedida

Previamente, en «Se corre el rumor de que te ama»...

Jongin sabe que Junmyeon y Minseok fueron los que enviaron crearon los rumores el año pasado, pero lejos de molestarse, decide zanjar el tema, haciéndoles prometer que no lo volvieran a hacer. 

Por otro lado, Wonwoo se prepara para la llegada de su padre, uno de los líderes de la mafia china. Al mismo tiempo, intenta alejarse nuevamente de Mingyu, quien le confiesa sus sentimientos. 

Es por la noche que a Jongin le informan que ha estado siendo vigilado por uno de sus compañeros de clase, le explican los nuevos cambios que habrán para garantizar su seguridad.

Pero a las 23:00 horas, Kibum mandó a su gente a casa de la familia Do para ejecutar la primera fase de su plan. Que viva el clan Yang.


Añió, hoy es sábado de... Bueno, de actualización. 

Les recomiendo que lean sin gente alrededor, ya entenderán por qué. 

En fin, ¡disfruten el capítulo de hoy!

PD: He estado leyendo comentarios y he tratado de responder los que pude. Y descuiden, hoy no hay bromas para hacerlas sufrir, muajajaja.

*

* * *

🥀🐻🥀

* * *

*

Jongin colocó su malgastado separador color azul entre las páginas del libro que leía y ahogó un bostezo, revisando la hora por pura rutina.

Las 23:10 horas.

Dejó el libro en su escritorio y se puso de pie, acercándose a la ventana para ver cómo varios hombres fornidos resguardaban el perímetro de la casa, probablemente hablando por lo bajo por medio de auriculares y escondiendo con recelo las armas dentro de sus sacos. Cerró la cortina con pesadez, resignado en cierta forma.

Las ganas de huir con Kyungsoo y dejar todo atrás eran tan tentadoras ahora...

Pero optó por reprimir aquellos pensamientos, no eran sensatos después de todo. Tenía que guardar la calma, confiar en la seguridad dada a su adorado novio y esperar a que aquellos locos de la mafia fueran capturados pronto.

Fue entonces que su celular sonó, distrayéndolo de su mente intranquila.

Teniendo un vistazo de su fondo de pantalla (una foto de Kyungsoo y él sonriendo hacia la cámara), se fijó en el número no agendado que llamaba y enarcando una ceja, cortó.

Llamada perdida de 00 82 51320 1288.

Eran pocas las personas que tenían su número telefónico y las operadoras solo fastidiaban por la mañana y tarde, nunca a altas horas de la noche.

Llamada entrante de 00 82 51320 1288.

—¿Quién habla? —contestó Jongin en un tono escueto.

—Kim Jongin —una voz masculina sonó—. Es un placer.

—¿Quién es? —demandó el chico, frunciendo el ceño.

—Si llamas a la policía o tu madre, considera a tu novio muerto, ¿nos entendemos? Ve solo a la intersección Kang, porque sería una lástima que...

—¿De qué estás hablando? —siseó el moreno, sintiendo su corazón palpitar con fuerza al oír como el hombre se reía—. ¿Quién eres?

—Kyungsoo es muy bonito, ¿sabes? Su cabello se ve muy suave...

No...

¡No, no, no!

Sus piernas cedieron y sus manos temblaron, heladas.

Su Kyungsoo estaba en peligro.

—No... ¡No te atrevas a tocarlo! ¡No tiene nada que ver con esto!

—Ven en menos de una hora, al menos para que puedas a ver a tu adorado Kyungsoo por última vez.

Llamada finalizada.

Jongin se quedó congelado en su lugar, intentando respirar adecuadamente y de inmediato, marcó el número de Kyungsoo.

—El número que usted ha marcado está fuera de servicio.

El moreno tragó saliva, tratando con todas sus fuerzas de que su mente no se llenara de escenarios fatales cuyo protagonista era Kyungsoo.

Endureció la mandíbula e intentó esta vez con el número telefónico de la casa Do.

—El número que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio.

—Maldita sea... —susurró Jongin, mirando la pantalla de su celular con desespero.

—¿Jongin? —oyó la voz de su madre detrás de la puerta de su habitación—. Te oí gritar, ¿qué sucede?

«Si llamas a la policía o tu madre, considera a tu novio muerto».

Jongin miró la puerta que lo separaba de su madre y sintió un nudo formándose en su garganta. ¿Dónde estaba su raciocinio? ¿Dónde estaba su temple calmado para manejar situaciones estresantes?

Abrió la puerta, viendo la mirada preocupada de su mamá. Lo habían preparado para esta clase de cosas, había crecido con un protocolo de seguridad desde niño hasta que decidieron mandarlo a Corea, alejado de un ambiente de riesgo.

«No caigas en el juego de ellos», recordó la voz de su profesora de artes marciales. «Te dirán que lo hagas todo solo, te dirán que guardes silencio para mantener a alguien a salvo. Pero no juegues a hacerte el héroe, porque eso jugará en tu contra».

—Hay que llamar a los agentes que están cuidando la casa de Kyungsoo —dijo Jongin finalmente, tratando de relajar sus músculos—. Acaba de llamarme un hombre diciéndome que tiene a mi novio; estoy llamándolo y nadie contesta, mamá.

Ieran se puso pálida y le instó a que la siguiera, caminando con prisa.

—Señora Kim, ¿qué sucede? —Minwoo se puso de pie, dejando de prestar atención a las cámaras de seguridad.

—¿Se han reportado los agentes que cuidan la casa Do? —preguntó la mujer.

—Hace veinte minutos y sin problema alguno —informó el hombre, mirando a Ieran y Jongin—. Señora, ¿hay algo que no me está diciendo?

—¿Puede explicarme por qué demonios ha llamado un hombre diciéndole a mi hijo que tiene a Kyungsoo, si usted me ha asegurado que sus agentes eran los más eficaces en su trabajo? —cuestionó Ieran en un tono duro como el acero.

La expresión de Minwoo se mantuvo imperturbable, a la vez que sacaba un teléfono satelital y marcaba el número de uno de los agentes.

Sin éxito alguno.

Intentó con los otros dos números y el resultado fue similar.

Los puños de Jongin estaban tan apretados, que sus venas se marcaban con facilidad. A este paso no iban a llegar a nada. El tiempo corría en su contra, un tic-toc mental que lo carcomía en silencio y que rompía su compostura poco a poco.

—Roy, envía un equipo para verificar el perímetro B —ordenó Minwoo con seriedad por teléfono, a la vez que tecleaba con prisa para revisar las líneas de telecomunicación que vigilaba—. Jongin, dame tu teléfono. ¿Qué te dijo el hombre? ¿Reconociste el tono de voz?

El moreno le entregó el celular, viendo cómo el hombre lo conectaba a su computador portátil.

—No, nunca lo había escuchado —empezó a explicar—. Me dijo que tenía a Kyungsoo... Y que no podía decirle a nadie porque... —sus labios temblaron, pero respiró hondo—. Me amenazó con hacerle daño. Y que tengo menos de una hora para ir a la intersección Kang.

—Un lugar aislado a esta hora —murmuró Minwoo, tecleando mientras tanto e hizo una mueca disgustada—. Usaron un teléfono desechable.

—Debo de ir —dijo Jongin, mirando al jefe de seguridad—. Por favor, si no voy, él le hará daño y...

—Terminarás muerto y tu novio, igual —le cortó Minwoo sin reticencias.

Jongin cerró los ojos, evitando la imagen mental una vez más.

—Jongin —habló esta vez su madre—, no podemos arriesgarnos a dejarte ir porque eso es lo que el hombre quiere y nadie asegura que cumpla lo que te dijo.

—¿Mantener mi seguridad a costa de la vida de Kyungsoo? —criticó Jongin, mirando a su madre indignado—. ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Es la vida de Kyungsoo en juego, mamá!

Ieran suspiró y colocó una mano sobre el hombro de su hijo.

—Nadie nos asegura que él tiene a Kyungsoo, Jongin —razonó ella—. Primero espera a que verifiquen la casa de los Do.

—¿Y luego qué?

Su madre miró a Minwoo, en busca de la respuesta.

—Si el hombre no miente, estaremos listos para rescatar a Kyungsoo —aseguró el agente.

—Todo estará bien, hijo —prometió Ieran.

Jongin se alejó del toque de su madre y, limpiando las primeras lágrimas de rabia que empezaron a caer, trató de no echarse a llorar.

*

* * *

🌼🐺🌼

* * *

*

Wonwoo giró la llave de la ducha para detener el agua que caía y tomó la toalla para secarse el cuerpo desnudo. Había salido a correr, tenía que seguir con la rutina de siempre para evitar sospechas.

Se puso ropa holgada y, sutilmente, vio cómo su tutor hablaba con el hombre de seguridad de la entrada de la casa. Todo el día Kibum había estado inquieto, usando el teléfono, murmurando por lo bajo.

Pero Wonwoo, fiel a su costumbre, fue bueno fingiendo que no sabía lo que sucedía.

Salió de su habitación y se dirigió a la cocina, donde tomó un plato pequeño y se sirvió un pedazo de torta de chocolate con un vaso de leche sin lactosa, para luego ir a la sala y acomodarse en el sofá.

Kibum entonces apareció, vistiendo un saco oscuro y colocándose unos guantes de cuero negro con un poco de prisa. A Wonwoo no le pasó desapercibida la silueta de un arma sujeta en el cinturón de su tutor.

—¿Todo bien, Kibum? —preguntó Wonwoo, con una expresión ligeramente preocupada.

—Sí, descuida —respondió el hombre, revisando su celular y guardándolo, para luego observar al muchacho—. Tengo que ocuparme de unos asuntos, no tardaré mucho.

Wonwoo asintió y Kibum le sonrió. Ahí estaba el maldito ingrato, sonriéndole como si nada pasara, como si nunca hubiera roto la confianza construida a lo largo de varios años. Rata traicionera.

Hubo unos segundos de silencio, que fueron rotos por alguien más.

La puerta principal se abrió y la figura elegantemente imponente del señor Jeon apareció, resguardado por dos hombres de su confianza, a la vez que los hombres que habían cuidado el lugar donde vivía su hijo entraban al recinto.

—Buenas noches —saludó uno de los líderes de la Triada, mirando el lugar y acercándose cada vez más hacia donde estaban Wonwoo y Kibum.

El pelinegro colocó su plato en la mesilla del centro de la sala e inmediatamente se puso de pie, fingiendo lucir sorprendido y, luego, fastidiado.

—Padre —respondió Wonwoo con seriedad, a la vez que hacía una ligera reverencia—. Qué sorpresa verlo por aquí.

—Señor —habló Kibum, con el rostro pálido—. Sea... Sea bienvenido.

—Gracias —El señor Jeon se sentó en el otro mueble de la sala, alejado de su hijo—. Dejé un mensaje avisando que llegaría, Kibum; pero por tu expresión, veo que no lo leíste —recriminó sutilmente al otro hombre y miró a Wonwoo—. ¿Y bien? ¿Qué tal las cosas en la escuela? ¿Has utilizado tu tiempo de forma productiva?

Kibum miró a Wonwoo y este se hizo el desentendido, encogiéndose de hombros.

—La escuela es aburrida —respondió el chico en un tono inexpresivo—. Pero al menos pude sacar información suficiente para...

—Señor, debe estar agotado por el viaje —interrumpió Kibum, poniéndose de pie—. ¿Ha cenado adecuadamente?

Los hombres que habían estado cuidado la casa Jeon desde hace varios meses escucharon en silencio, examinando la situación.

El padre de Wonwoo lo miró, enarcando una ceja.

—Deja que mi hijo termine de hablar, Kibum —repuso con suavidad—. Y, por cierto, ¿vas a algún lado?

—No, señor...

Uno de los hombres de seguridad frunció el ceño. ¿Qué Kibum no saldría? Hace menos de quince minutos había ordenado que mandaran un automóvil a la intersección Kang y habían estado listos para dirigirse a un búnker ubicado a las afueras de Busan.

La tensión en el cuerpo de Kibum se fue haciendo más notoria y Wonwoo, nuevamente, ignoró la mirada alarmada de su tutor.

—Kim Jongin ha sido estudiado y su debilidad, Do Kyungsoo, ha sido ubicada. Todo está listo para ejecutar la misión.

—Si me disculpa, señor —habló uno de los hombres que resguardaban el lugar—. Se nos ha ordenado acudir a la casa de Kyungsoo, enviar un automóvil a un punto de la ciudad y llevar a Kim Jongin al...

—¡Ya cállense! —exclamó Kibum, sudando frío y sacando la pistola al instante—. ¡Cállense, maldita sea! ¡Tú! —Apuntó a Wonwoo—. Tú le dijiste, ¿verdad? ¡Le contaste todo y arruinaste las cosas! ¡Me has traicionado, mocoso de mierda!

Los hombres de seguridad de inmediato sacaron sus propias armas y apuntaron a Kibum, cumpliendo el protocolo impuesto desde que trabajaban para la familia Jeon.

Wonwoo tuvo una sensación dejavù al ser amenazado por un arma y estuvo sorprendido de sí mismo de no temblar de miedo por ello.

—Si hablamos de traición, eres el primero que sale perdiendo en esto —dijo el señor Jeon con un tono calmado, poniéndose de pie—. Te abrí las puertas de mi casa, te confié la vida de mi hijo y así es como me pagas —se colocó delante de Wonwoo, cubriéndolo.

—Usted no sabe lo que yo...

—No me interesa lo que tengas que decir —le cortó el hombre, sonriendo con pesar e hizo una señal sutil a uno de sus hombres—. Pudiste haberlo tenido casi todo y mírate ahora...

El ataque fue tan rápido como eficaz.

Una tradicional feng huo lun, una rueda pequeña metálica de bordes filosos se clavó en el muslo de Kibum, quien gritó de dolor y cayó al instante.

El señor Jeon no tardó en patear la pistola lejos y miró a Kibum, con un semblante tranquilo e indiferente. Uno de los hombres le entregó un pedazo de tela y se puso de cuclillas, arrancándole lentamente el arma blanca de la piel.

Kibum gimoteó, sujetando su muslo herido.

—Te volviste un cobarde, rompiendo los tratados de la Triada y tuviste el descaro de involucrar a mi propio hijo en tus mierdas. ¿Sabes cómo se paga eso, Kibum?

Wonwoo había visto a su padre en acción varias veces.

Casi recordó la primera enseñanza que le había dado cuando apenas tenía 14 años. «El dolor físico es solo para amenazar pasajeramente. Si en realidad quieres infringir dolor permanente, debe ser emocional».

Su padre era así. Ordenaba dolor físico momentáneo por intervalos y luego atacaba los puntos emocionales con tanta paciencia, que la propia víctima rogaba que la mataran.

—Y si yo fuera tú, no intentaría moverme —agregó el señor, colocando el pedazo de tela en la boca de Kibum, anudándola por detrás con fuerza—. De todas formas, tu final ya está escrito.

Y levantándolo, lo entregó a uno de los guardaespaldas.

—El programa que bloqueaba la recepción de llamadas en casa de los Do ha sido inhabilitado, señor —informó otro de los hombres, sin darle un vistazo a Kibum—. Y la gente que esperaba en la intersección Kang se ha retirado.

—¿La familia Do está bien, entonces?

—En la casa solo está el menor de los hijos, Do Kyungsoo. Su padre está de viaje. Pero descuide, no tuvimos órdenes sobre lastimar físicamente, así que sí, todos están bien —respondió el agente—. ¿Qué hacemos con el topo, señor?

—Que un equipo revise sus dispositivos y que otro lo lleve al búnker. Me encargaré personalmente de enviar un mensaje a los Yang más tarde —Finalmente, se giró para mirar a su hijo, quien veía en silencio cómo se llevaban a Kibum, manchando el suelo con sangre—. Wonwoo, ¿te encuentras bien o necesitas descansar?

—Estoy bien —dijo el chico, observando ahora a su padre con una postura rígida—. Yo... Quiero pedirte disculpas, debí informarte apenas Kibum me habló sobre la misión que supuestamente me habías mandado a hacer.

Su padre suspiró y, rompiendo la cercanía entre ambos, lo abrazó.

—No tienes que disculparte. No tienes que probarme nada, ¿de acuerdo? —el pelinegro asintió, sorprendido por el gesto. Su padre se alejó un poco, colocando sus manos sobre los hombros de Wonwoo—. Siempre has sido digno y estoy orgulloso de ti, nunca lo olvides. Aún si decides seguir o no dentro de las decisiones de las familias, tú siempre serás mi hijo, ¿entendido?

—Sí, señor... Digo, papá.

El señor Jeon le dio una ligera sonrisa y rompió el contacto, sacando un teléfono satelital para luego marcar un número.

—Ieran —saludó su padre—. Sí, la amenaza ha sido neutralizada... Por mucho que me gustaría, no puedo hacer eso. Pero si gustas, puedo mandarte una prueba física o... Lo suponía... Y lo siento por lo de tu hijo, procuraré que los Yang entiendan el mensaje... Sí, él está bien, gracias... Nos vemos, entonces. Adiós.

Wonwoo miró a su padre con una ceja enarcada.

—¿Qué sucede? —preguntó su papá.

—Um, ¿Jongin sabe que yo...?

—Hubiera preferido que no, pero Ieran ya le explicará cómo sucedieron las cosas realmente —el hombre guardó su celular—. Y ahora que estamos mejor, ¿cómo es eso de que andas con un chico de tu escuela? ¿Cómo se llamaba?

—Kim Mingyu, señor —acotó uno de los agentes, mientras salía de la casa.

—Sí, ese mismo.

—Papá, ¿en serio vamos a tener esta conversación? ¿No tenemos que ir a torturar a un hombre por traición?

—Me conmueven tus ganas de participar en el negocio, pero no evites el tema. Es deportista, ¿cierto? Ya me informaron que hasta te fuiste de fiesta con él y llegaste ebrio.

Wonwoo negó con la cabeza y se dirigió a la salida, ignorando a su padre. Era extraño que de un momento este pudiera ser un mafioso sin escrúpulos, y en otros, un progenitor metiche.

No lo había visto tan relajado desde que habían perdido a su hermanito menor.

Y se prometió a sí mismo poner más de su parte para reforzar el lazo que creía roto con su padre, uno de los líderes de la mafia china.

*

* * *

🐻💜🐧

* * *

*

Jongin necesitaba ver a Kyungsoo.

No le importaba que le aseguraran que ya no había peligro, él realmente tenía que cerciorarse de que todo estuviera bien.

El enterarse de que había sido engañado por medio de una llamada telefónica, el hecho de saber que Jeon Wonwoo había estado implicado (y posteriormente sabiendo que su compañero había sido otra víctima de los Yang, porque sí, su madre ahora le había contado toda la verdad) era un asunto que estaba bien enterrado en su mente.

El chofer se detuvo frente a la casa de Kyungsoo, dudoso.

—¿Está seguro de que no desee que lo espere?

—No, gracias por traerme —respondió el moreno, saliendo del auto.

Se acercó a la reja y la abrió sin problemas. Su novio siendo tan confiado, en serio...

Sacó su celular y marcó el número de Kyungsoo, aliviado de oír cómo ahora pitaba la línea.

—¿Hola? —la voz ronca de Kyungsoo respondió y Jongin pudo sentir con fuerza cómo el frío y la tensión se evaporaba de su cuerpo—. ¿... Jongin?

—¿Me puedes abrir la puerta de tu casa? Entraría por la ventana, pero no quiero romperla... —dijo, teniendo un recuerdo rápido de la primera vez que había estado en la habitación de Kyungsoo.

—¿Qué...? —el tono de su voz era más despejado y vio entonces cómo el pelirrojo se asomó por la ventana, sorprendido—. Toma la llave de repuesto, está debajo del cactus en la maceta.

Jongin asintió y cortó la llamada, tomando la llave escondida y entrando a la casa en silencio, asegurándola. Se recordó hablar con su novio más tarde sobre dejar la reja sin candado.

Sus ojos se adecuaron a la luz recién prendida del pasillo y escuchó a Kyungsoo bajar de las escaleras. Y por fin, lo vio.

Sano y salvo, vistiendo aquella polera que había sido de Jongin, con el cabello despeinado y una expresión preocupada.

—Jongin, ¿qué pasó? —preguntó el más bajo, acercándose.

El moreno caminó hacia él, estrechándolo entre sus brazos con alivio.

—Estás bien —susurró contra su cabello, dejándose envolver en el aroma suave de Kyungsoo y tomó el rostro del pelirrojo para poder besarlo, con un ritmo apurado, como si el tiempo se le acabara.

Kyungsoo rompió el beso, mirándolo una vez más y sin decir palabra alguna, lo tomó de la mano para llevarlo a su habitación.

Y ambos se quedaron de pie, mirándose fijamente.

—¿Me dirás lo que sucede? —insistió el pelirrojo.

Jongin exhaló largo y lento, como si estuviera cansado de llevar tanto peso en su espalda.

—Lo siento... —De repente, él estaba diciendo esas palabras una y otra vez—. Lo siento... Yo no quería esto para ti —susurró Jongin, mientras sus ojos memorizaban los rasgos del pelirrojo.

Kyungsoo no se apartó, entendiendo que de una u otra forma, Jongin le diría lo que realmente pasaba.

—Lo siento —Jongin estiró la mano y rozó la cara de Kyungsoo—. Lo siento —repitió, tomándolo para abrazarlo de nuevo y movió una de sus manos a la nuca del más bajo, enterrándola profundamente en el cabello rojizo.

Cuando Kyungsoo acarició sus brazos como forma de consuelo, Jongin se estremeció, respiró hondo, guardando todas las sensaciones profundamente en su cerebro, así podía recordar esto por siempre.

—Lo siento.

—¿Por qué sigues repitiendo eso? No tengo nada que disculparte —susurró Kyungsoo.

Pum, pum, pum.

El corazón de Jongin latía tan fuerte, que se preguntó si iba a explotar.

—Estuviste en peligro —confesó Jongin, con la voz temblorosa—. Y todo por mi culpa... Nos estuvieron vigilando, notaron cuán importante eres para mí. ¿Lo entiendes?

—¿La Triada...?

—Están en guerra y terminaste siendo uno de sus objetivos. Y todo por estar conmigo, Kyungsoo. ¿Sabes lo que eso significa? Estás en riesgo. Creí que estaríamos a salvo, pero...

—Jongin —le cortó el pelirrojo, sujetando su rostro con fuerza—. Estamos a salvo. ¿No te das cuenta? Estoy bien, estamos bien. El riesgo siempre estará en todos lados, no solo a costa de unos mafiosos. Por favor, deja de culparte por algo que escapa de tus manos.

—Solo... Déjame amarte.

No podía expresarlo con más palabras, Jongin simplemente no era bueno utilizándolas. Había querido mostrarle a Kyungsoo lo que quería decir, lo que él necesitaba, el por qué esto era importante: Su mundo entero se sentía como si se estuviera rompiendo y quemando.

Sin embargo, estar con Kyungsoo, sintiendo el calor de su contacto, era como una promesa de curación. Aunque durara solo mientras estaban en esta habitación, juntos, él lo tomaría... y lo reviviría en la memoria cuando lo necesitara.

—Por favor— susurró.

Jongin bajó su rostro y Kyungsoo le dio un beso, más lento, pero más exigente, como si quisiera dejarle muy en claro que no había razones para temer, que nada de lo que había pasado era su culpa.

Y luego, momentos más tarde, el colchón se hundió bajo el peso del más alto, quien atrajo a Kyungsoo a su regazo, besándolo con una desesperación que fue correspondida. Sus dedos tomaron la polera del pelirrojo y la deslizó hacia arriba, dejándolo más expuesto, absorbiendo el tacto de la piel desnuda de las piernas de Kyungsoo.

El suave roce de una camiseta que caía de los hombros de Jongin se oyó. Pronto las manos de Kyungsoo se dispararon a la parte delantera de las caderas de Jongin y comenzó a trabajar en la bragueta.

—Oh, Dios ―gimió, empujando su pelvis hacia adelante.

Jongin se agarró fuerte y juntó sus bocas, chocó contra esos labios. Kyungsoo pronto se agachó, ayudándole a sacarse las zapatillas que bloqueaban el camino y Jongin las tiró a un lado. Los pantalones y el bóxer fueron los siguientes en irse. Y luego Kyungsoo se puso a trabajar.

Jongin tuvo que cerrar los ojos cuando sintió que sus muslos se abrieron y un par de manos se arrastraron hasta el interior de sus piernas. Pero lo que se apoderó de él no fueron exactamente las manos de Kyungsoo.

Fue esa caliente y húmeda boca que Jongin había besado.

Por una fracción de segundo, mientras le succionaba la cabeza y le agarraba su miembro, Jongin recordó la forma en que había tomado a Kyungsoo de esa misma manera, repartiendo besos y palabras cariñosas.

Obligó a sus párpados a abrirse. Joder... demonios...

La cabeza de Kyungsoo iba arriba y abajo sobre sus caderas, su puño sosteniendo la base de Jongin y su otra mano jugando con sus testículos. Pero entonces, como si hubiera estado esperando el contacto visual, el pelirrojo se detuvo en la cima, liberó la cabeza y se lamió los labios.

—Déjame amarte —dijo Kyungsoo, repitiendo lo que Jongin le había dicho.

—Yo... Yo estoy...

Jongin era incapaz de detenerlo.

Excepto que él no quería frenarse. Y no lo hizo.

Su liberación llegó con fuerza, su erección golpeando duramente contra la boca de Kyungsoo. Y no era solo su sexo el que se vio afectado. La liberación recorrió todo su cuerpo, la energía resplandecía surgiendo a través de él cuando clavó los dedos en la cama en la que estaba y apretó los dientes.

Para el resto de sus días, Jongin nunca iba a olvidar la visión de la boca de Kyungsoo envuelta alrededor de él, chupándolo con su boca mientras él se liberaba y se lo tragaba todo. Una y otra y otra vez.

—No me puedo mover ―murmuró.

La risa de Kyungsoo fue satisfecha.

Jongin sabía lo que quería hacer y estaba un poco sorprendido de sí mismo.

En todas sus hazañas sexuales, nunca se había permitido a sí mismo que le jodieran. Simplemente no era lo que le iba. Él era el que establecía el control. Tocar fondo no era nada en lo que él había estado interesado. Sin embargo, él ahora quería.

El único problema era que, literalmente, no podía moverse.

Porque él quería. Si es que alguna vez lo hacía, quería que fuera Kyungsoo. Por alguna razón eso era importante.

De pronto, el rostro de Kyungsoo entró en su campo de visión, y mierda, era hermoso, con sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillantes. Y esa sonrisa dulce en forma de corazón se había tornado tan satisfecha, tan seguro de sí mismo, tan precioso.

El pelirrojo le acarició la mejilla con dulzura y Jongin finalmente pudo incorporarse, abrazándolo y girando su cuerpo para quedar sobre Kyungsoo.

—¿No que no podías moverte?

—Tú me curas, jagi.

Kyungsoo tomó su cabello y lo atrajo para besarlo una vez más. Jongin aprovechó en deshacerse del bóxer del pelirrojo y se separó de la boca que podría haber pasado los próximos cien años besando, repartiendo besos por todo su cuello, jugando con los dientes y la lengua; haciéndole temblar. Y con mucho cuidado, sus manos encontraron el miembro de Kyungsoo. Este se arqueó bruscamente, con una maldición cortando a través de la habitación.

—Más fuerte —exigió Kyungsoo con voz ronca.

Sus besos se tornaron más duros, mordiendo la piel hasta dejarla enrojecida; a la vez que el toque allá abajo se tornaba más lento.

—Jongin, no juegues así conmigo —se quejó el pelirrojo, agitado.

Bajó por su pecho, viendo cómo los músculos que se encontró se apretaban con cada respiro. Jongin se humedeció los labios, se puso el sexo de Kyungsoo en la boca y lamió su cabeza antes de metérsela en la boca.

Chupando hasta el fondo, lo agarró de la base, abriendo su boca tanto como podía, tragándoselo todo. En respuesta, las caderas de Kyungsoo se dispararon hacia arriba y sus manos se agarraron al pelo de Jongin, obligando a su cabeza a ir más hacia abajo hasta que ya no conseguía aire para sus pulmones. ¿Quién necesitaba oxígeno de todos modos?

Y para Kyungsoo, las sensaciones eran difíciles de controlar. ¿Sumándole el contacto visual? Él abrió los ojos y...

El orgasmo se disparó fuera de él, capturando su aliento, su cuerpo estaba apretado por todas partes, mientras se liberaba. Y con él, vinieron grandes espasmos, mientras aquella boca lo succionaba, y por si a Jongin no le bastara, mantenía la maldita succión tragándose la liberación que lo atravesaba, las grandes oleadas de placer provocaron un fuerte zumbido en su cerebro y un intenso hormigueo, su cuerpo estaba siendo golpeado nuevamente en un plano similar a lo que había experimentado la primera vez que habían estado juntos.

Jongin le dio la vuelta con cuidado, su cuerpo estaba siendo manejado como si no pesara malditamente nada. Luego, un brazo salió disparado bajo su pelvis y se metió entre sus rodillas, elevando su trasero.

Hubo una breve pausa, durante la cual Jongin abrió el cajón de la habitación para sacar una botella de lubricante, a la vez que la respiración de Kyungsoo se tornaba más pesada. Todo su cuerpo se debilitaba con anticipación, se preparó cuando una mano se posó en su hombro para estabilizarlo y...

Los dedos de Jongin tantearon su entrada, haciéndole estremecerse. El empuje fue lento y Kyungsoo suprimió las ganas de apurarlo, gimiendo por lo bajo.

—Jongin, ya... —pidió el chico, sintiendo que pronto estallaría.

La penetración llegó, lenta, fuerte y caliente. El agarre de Jongin cambió a sus caderas, su torso ahora estaba pegado a su cuerpo en diferentes sitios. Después, el movimiento comenzó, sus palmas se cerraron tensándose, mientras sus brazos hacían el esfuerzo bajo de él, sosteniéndolos.

Las palmas de sus manos se deslizaron sobre las sábanas de algodón, y Kyungsoo tuvo que cambiar de posición, empujando hacia abajo en el suave colchón para tratar de mantenerse a sí mismo en su lugar. Sintió la presión acumularse nuevamente en su sexo, tuvo la tentación de llevar la palma sobre sí mismo pero sus brazos ya hacían su trabajo sosteniéndolos.

Como si Jongin leyera su mente, alargó la palma y se apodero de su polla.

La visión que obtuvo Kyungsoo fue tan fuerte, como las estrellas, vaciándose poco a poco y en ese mismo instante, Jongin comenzó a correrse también, los duros movimientos de su cadera, dentro y fuera se congelaron durante una fracción de segundo antes de retirarse apenas una pulgada y volver con una fuerte y profunda embestida. Y sí, la combinación de ellos dos, era tan jodidamente erótica, que simplemente se preparó de nuevo: No hubo descanso para la recuperación, sin pausa alguna. Jongin sólo reanudo el bombeo en todo caso, era como si su liberación hubiera hecho mayor su necesidad.

Jongin tiró de la cabeza de Kyungsoo dándole vuelta y comenzó a besarlo, con su lengua penetrando en su boca, lamiendo y chupando... como si no pudiera tener suficiente.

Todo se puso vertiginoso, dejándolos mareados.

Cuando la cama finalmente se llevó todo el esfuerzo, Kyungsoo respiraba con dificultad, se sentía como si estuviera bajo el agua.

Jongin aflojó el agarre sobre de él, Kyungsoo aún deseaba seguir, pero su cuerpo estaba demasiado interesado en ser un objeto inanimado. O mejor dicho, un rollo de tela...

—Hay otra cosa que debes saber —dijo Jongin, luchando contra el sueño—. Prométeme que no te enojarás.

Kyungsoo frunció el ceño, confundido; pero asintió.

—Ya sé quiénes crearon los rumores el año pasado —reveló el moreno—. Y no sé si la respuesta te guste, pero ya prometiste que no te enojarás.

—Son amigos míos, ¿no? —dijo Kyungsoo en voz baja y Jongin, sorprendido, asintió—. Lo estaba suponiendo desde hace unas semanas. El tema salió en una reunión y de pronto habían aparecido rumores en la escuela. Muy evidente todo ello.

—Pero nunca les cuestionaste.

—Solo estoy esperando a que ellos mismos me lo digan —Kyungsoo se acurrucó contra él—. Sinceramente, ya no me importa. ¿Tú no estás molesto?

—Lo estaba cuando los escuché hablar del tema, pero lo dejé pasar —Jongin le abrazó por detrás, haciéndole entrar en calor—. Me prometieron que te lo dirían.

—Cuando se disculpen, recuérdame agradecerles por haber creado esos rumores —musitó Kyungsoo, somnoliento—. Tú y yo no estaríamos aquí de no ser por la locura de mis amigos.

Hubo algún otro movimiento en ese momento, y luego sintió cómo una ligera manta fue colocada a mitad de su cuerpo.

Labios como la seda besaron la columna del cuello de Kyungsoo, y luego una larga y lenta caricia de la lengua de Jongin rodó para acariciar las manchas rojizas en su cuello.

Cuando terminó, Kyungsoo dio media vuelta, girándose hacia Jongin. A pesar de que estaba oscuro, sabía exactamente que lo que veía en ese rostro, es lo que se veía en el suyo, color en las mejillas, los párpados medio abiertos, labios gruesos.

El beso que se presionó contra su propia boca fue reverente, el contacto fue suave, el aire pareció detenerse en la habitación.

Fue un beso con sabor a despedida.

Era un adiós a la ingenuidad de dos adolescentes que creían que podían contra todo. Era una despedida mutua a sus miedos, a una etapa egoísta por amor.

Kyungsoo y Jongin entendieron que no podían jugar a ser héroes en una guerra de fuego cruzado, aceptando que habían terminado dentro de un juego de poderes en contra de sus voluntades.

Pero eso no significaba que se rendirían y dejarían de luchar por sí mismos. 

*

* * *

🌻🐠🌻

* * *

*

A las cinco de la mañana, Sohyun se dirigió a la cocina para beber un vaso con agua, observando el cielo que se iba coloreando con tonos más claros.

Tomó su abrigo, dejando el vaso en la mesa y caminó hacia la puerta principal de su casa, abriéndola con cuidado. Quería disfrutar de un amanecer en silencio, cuando entonces vio algo que rompía la armonía de su pequeño jardín.

Levantó una mochila negra, notando la pesadez de ella y un ligero temor la envolvió.

Entró a su casa, se fue a su habitación y le echó seguro a la puerta. Su madre luego la regañaría por ello, pero eso no importaba.

Deslizó el cierre y casi sintió cómo su boca quedaba desencajada, sacando fajos de billetes que parecían nunca acabar. 

Abrió el otro compartimiento de la mochila y encontró un fólder rojo, por lo que lo sacó y lo hendió con prontitud.

Se quedó congelada en su lugar, observando los documentos que Kibum había tenido en su poder para mantenerla a su merced, manipulándola sin cesar y obligándola a guardar silencio.

Un papel blanco más pequeño se hizo notorio y lo desdobló, leyendo el mensaje realizado a mano, con letra elegante:

«El secreto ahora es solo tuyo. Ya no debes vivir con temor, Kibum ya no puede tener poder sobre ti. Atentamente, un amigo».

* * *

📝📝📝

* * *

¡Buenas madrugadas, mañanas, tardes o noches!🌼

¿Qué tal su día? ¡Espero que bien!

Aprovecho en actualizar de una vez, tengo que volver a trabajar editando videos, ya saben, dinero es dinero. 

Anywaaaaay, ¡pasemos a hablar del capítulo!

🐻 Voy a terminar pagando un tratamiento psicológico para Jongin a este paso. Ya lo dejaré en paz, relax. 

🐺 Stan Wonwoo, stan Seventeen. Ok, me calmo. 

¡Finalmente se ha revelado la verdad! Kibum ha sido capturado, próximamente torturado hasta la muerte por el señor Jeon y su hijo por traición a la familia.

🐻🐧 Jongin ahora es más consciente del peligro, al igual que Kyungsoo. De cierta forma, ambos se han prometido atesorar cada momento juntos, porque tristemente han entendido que no pueden huir de una guerra de poderes.

Ya entendieron por qué les dije que lo leyeran a solas. Usteden ya saben que no soy tan asidua a esto de narrar explícitamente, pero creo que quedó bien. Espero que lo hayan disfrutado (?) 

En fin, darlings. ¡Espero leer sus opiniones sobre el capítulo! ;) 

Disculpen si hubo uno que otro error, pero juro que ya lo he releído y no he visto algo más que corregir. Pero apuesto a que cuando lo publique, habrán errores. Ay, lo que callamos los fanfickers XD

Ya he estado dando el enlace de invitación a quienes han pedido unirse al grupo de wsp.💕

Eso es todo, ¡feliz fin de semana! Besos y abrazos a ustedes, ¡bye! 😘

PD: Oficialmente, ya me gradué de la universidad. Me han acompañado en mis penurias y momentos duros de la carrera, así que quiero compartir este logro con ustedes, por haberme alentado y confiado en mí. Y no me caí, recibí mi diploma y medalla toda digna y empoderada, jajaja. 🌸

PD2: Lanzar los birretes de graduación no fue tan divertido como lo hacen ver las películas, dolió una mrd cuando cayeron. Tomen sus precauciones en el futuro.

PD3: Ya no puedo esperar para oír el disco de Chen bebé, cada avance que sale, acompañado de un piano, me largo a llorar hecha una bolita porque es tan precioso que me dueleeeee.

PD4: El video donde Xiumin llama a Kyungsoo para preguntar qué sal comprar aún me causa gracia. Muchas dicen que Kyungsoo soltó un "Ah" y seguido de eso, alguien lo llamó "hyung". Ajá, ese alguien es Jongin. Teorías conspirativas intensas, ya nos hacía falta xd


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