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20.a. Solo son mentiras

Jongin se quedó quieto, mirando fijamente a Junmyeon y Minseok. Parecía que si daba un paso más iba a terminar cometiendo homicidio, notando que sus manos se habían transformado en puños, donde sus nudillos se tornaron blancos de la rabia.

Los rasgos de los dos chicos temblaron y la palidez de sus rostros mostraron solo puro nerviosismo y miedo. Habían jodido todo.

—Jongin... —empezó Minseok.

—Repitan lo que acaban de decir —replicó el moreno, con la mirada disgustada.

Junmyeon trató de hablar, la saliva pasó con dificultad por su garganta. ¿Cómo pudo ser tan insensato? ¿Cómo pudo hacer eso?

Los ojos inquisidores de Jongin se entrecerraron aún más y terminó por lanzar la pobre manzana acaramelada al suelo, haciendo sobresaltar a Minseok y Junmyeon.

—¿Kyungsoo lo sabía?

—No es lo que crees...

—¡¿Kyungsoo lo sabía sí o no?! —su voz se alzó con ira.

Junmyeon negó con la cabeza, mirando hacia abajo, mordiendo su labio inferior para evitar echarse a llorar. Tonto, tonto, tonto.

—Nadie tenía porqué saberlo —susurró Minseok, apenado—. Nosotros solo...

—¿Decidieron jugar con toda la escuela? ¿Decidieron jugar a ser dioses para manipular a todos? —inquirió Jongin y los dos chicos negaron con la cabeza de nuevo—. ¿Qué diablos tenían en la cabeza? ¿Se dan cuenta de lo que han hecho?

—¡Todo se salió de control, Jongin! —le gritó Junmyeon, enojado consigo mismo—. No quisimos que las cosas llegaran a esto, ¿ok? Pero la gente en la escuela hizo de los correos una gran bola de nieve y... No creíamos que al final Kyungsoo y tú...

Jongin suspiró, escondiendo su rostro entre sus manos y gimió en voz baja, frustrado.

—¿Qué piensas hacer ahora? ¿Le... dirás? —tanteó Minseok, con temor.

—No voy a ser parte de este circo —dijo el moreno en voz baja, luego de unos segundos y les miró, dolido—. ¿Se dan cuenta de que prácticamente todo este tiempo...? Lo que tenemos Kyungsoo y yo... ¿cómo mierda se supone que le voy a ver la cara, sabiendo que sus amigos jugaron con él y conmigo?

—Jongin, por favor...

—Díganle a Kyungsoo que me disculpe por hoy. No puedo verlo ahora —replicó Jongin, retrocediendo—. Yo no le diré la verdad, es cosa de ustedes dos.

—¿Vas a terminar con él? —susurró Junmyeon, sintiendo que se iba a desmayar.

Los labios del moreno temblaron y apretó la mandíbula, dando media vuelta.

—Depende de él. Todo depende de Kyungsoo —murmuró Jongin, alejándose y tratando de mantener sus emociones bajo control.

* * *

A Kibum le pareció gracioso cuán ingenuo y estúpido podía ser el novio de Kim Jongin. Era un pelirrojo agradable, carismático, pero sin duda alguna... estúpido. Casi lo había tenido en sus manos, listo para llevárselo hasta que tuvo que aparecer un mocoso y le había hablado de la triatlón. Tuvo que agradecer rápidamente y retirarse de allí.

Y ahora estaba observando a Wonwoo, quien le devolvía la mirada.

—Fuiste útil, chico —palmeó la mejilla tibia y ajustó mejor las cuerdas alrededor de Wonwoo, ignorando su sonido de molestia—. Pero definitivamente debes aprender a mentir mejor.

Wonwoo en ningún momento intentó luchar, ni siquiera intentó gritar cuando le había metido una tela en la boca. Kibum cogió el móvil del menor, frunciendo el ceño cuando lo vio vacío. Todo mensaje había sido borrado y conociéndolo bien, probablemente había formateado hasta la memoria madre para evitar recuperaciones futuras.

El pelinegro parecía triunfante cuando lo vio fruncir el ceño al no hallar nada.

—Vamos a ver cuánto te dura la sonrisa si llamo a tu amiguito, Wonwoo —siseó Kibum y disfrutó definitivamente cuando la expresión del otro cayó—. Ah, ¿ahora sí te importa, no? ¿Qué fue de aquella vez que me dijiste que solo lo estabas usando?

La respiración de Wonwoo se empezó a acelerar y aun así, no intentó luchar con soltarse. No valía la pena.

—Bien, eso está mejor —Kibum se alejó y abrió el armario de la habitación, viendo qué iba a llevar—. Si mis cálculos son correctos, ahora Kyungsoo debe estar en casa. Y sí, ya sé que entrar no será cosa fácil, por lo que lo mejor será sacarlo de allí —se colocó los guantes negros con paciencia—. Y Sohyun ahora ya no es una opción...

No había sido sencillo meter el cuerpo de la mocosa en el auto, pero ahora estaba más tranquilo; satisfecho de lo rápido que había sido darle un disparo en la sien y luego enterrarla en un hoyo que había preparado en un terreno baldío, por si Sohyun se rebelaba.

Ya lo había dicho antes. Desobedecerlo solo ocasionaba finales fatales.

—Bueno —terminó de alistarse y se giró para ver a Wonwoo—. Le diré a tu padre que luchaste hasta el final, ¿sí? —hizo amago de quitarle la tela de la boca y le advirtió con la mirada que «nada de gritos». Wonwoo le miró con expresión neutral y mantuvo la boca cerrada al ver cómo su extutor colocó la punta de la pistola en el centro de su frente—. ¿Últimas palabras?

Wonwoo nunca dejó de mirarle a los ojos, con la mandíbula apretada, soportando el entumecimiento de sus muñecas y tobillos.

—Vete a la mierda —masculló.

—Ya estoy en ella, Wonwoo —respondió el adulto, serio.

Y sin temblarle el pulso, Kibum disparó.

* * *

Kyungsoo intentó llamar nuevamente a Jongin, pero sin éxito alguno. La contestadora de voz automática le respondió y colgó, suspirando. Estaba preocupado y sentía que pasaba algo más que la explicación vaga de Minseok sobre que el moreno había tenido una emergencia en casa.

Había dejado de llover y el pelirrojo miró el fondo de pantalla de su celular, donde se veía a un sonriente Jongin abrazándolo por detrás. Kyungsoo sonrió cariñosamente también, recordando ese momento. Había sido luego de cumplir seis meses juntos y la celebración de su aniversario había sido sencilla y bonita. Nada pomposo, como Jongin. Pero cálido, como el amor que se tenían mutuamente.

Una luz desde la calle lo distrajo, viendo cómo un auto negro estacionado a unos metros de su casa se alejaba. Habían dicho que era la seguridad de la zona, pero Kyungsoo ciertamente se preguntaba de qué necesitaban ser protegidos. Desde que tenía memoria, su distrito había sido de los más seguros y tranquilos.

Su celular entonces le avisó que tenía un nuevo mensaje.

Kyungsoo de inmediato desbloqueó la pantalla, esperando que sea Jongin el que le escribía. Pero no fue así.

«Kyung, ¿crees que podrías ir a mi casa, por favor? Tengo que contarte algo muy importante».

El pelirrojo, confundido, respondió que sí y empezó a abrigarse, preguntándose qué era lo que tanto agobiaba a Minseok. Porque desde que lo había visto hace unas horas, parecía que este lo había evitado a toda costa. Y Junmyeon no se quedaba atrás.

—Papá, Minseok me está invitando a comer —le dijo, entrando al despacho del señor Do—. ¿Puedo ir a su casa?

—Hmm —el hombre apartó unos papeles y le miró, curioso—. ¿No es un poco tarde para ello?

—Es la hora de la cena, papá —sonrió Kyungsoo—. Es cosa de ir y venir. ¿Puedo? ¿Por favoooor?

—Me avisas apenas llegues a su casa —le dijo el señor, en tono precavido—. Y no tardes en venir para acá, hace frío y no quiero verte luego enfermo de gripe, llenado todo el lugar de estornudos y mocos, ew...

—¡Ok, ya entendí! —se alejó Kyungsoo, riéndose—. Nos vemos, papá.

—¡Con cuidado, jovencito!

El pelirrojo asintió, tomando sus llaves y billetera, para luego salir de su casa. La noche era preciosa, con las pocas estrellas brillando sobre el cielo oscuro.

Kyungsoo caminó hasta el paradero donde tomaba el bus para ir a casa de su mejor amigo y se sentó a esperar, mientras tarareaba la canción de la obra teatral que se le había pegado.

Poco pudo hacer cuando una mano cubrió su boca con fuerza y sintió un pinchazo en el cuello, gimiendo bajito mientras su consciencia se apagaba, viendo cómo era dirigido a entrar a ese conocido auto negro que había visto en la entrada de su casa desde hace varios días.

* * *

Jackson tenía su cabellera rubia oculta gracias a la gorra de tela negra que le había regalado Mark, sentándose al lado del conductor, mientras jugaba con sus dedos, incapaz de quedarse de quieto. Había pasado de tener una interesante y agradable cita a intentar animar a Junmyeon, quien lucía enfermo.

Había ido a su casa, había saludado a sus padres y había conocido su habitación, envolviéndolo entre sus brazos, transmitiéndole su apoyo. Junmyeon había aceptado su contacto sin rechistar, llorando por lo bajo y susurrar frases sobre culpa, errores y mentiras.

Ambos terminaron en la cama de Junmyeon, separados solo por la frazada del castaño, quien estaba envuelto en ella porque tenía frío. Jackson se la había pasado acariciando su suave cabello con lentitud, diciéndole que nada era su culpa y que no se martirizara por ello. Finalmente, lo había dejado dormido y se había retirado de la casa de los Kim con la promesa de que mañana estaría allá a primera hora del día.

Jackson se sentía apenado por lo que estaba pasando Junmyeon.

Él sabía perfectamente.

Por supuesto que sabía.

—Todo está saliendo de acuerdo al plan —le avisó el hombre que tenía al lado y Jackson asintió, conforme—. Aunque no entiendo que tenemos que hacer aquí con el chico Kim. ¿No salías con el muchacho del café?

—¿Y desde cuándo debo darte explicaciones? —preguntó el rubio, enarcando una ceja.

—Hmm, buen punto —se encogió de hombros el adulto y comenzó a conducir.

Jackson revisó su celular, sonriendo al ver las fotos que había logrado sacar mientras Junmyeon dormía.

Era tan precioso, aún con la palidez del cansancio emocional que tenía el castaño. Junmyeon se había convertido en un objetivo aparte, no tenía contemplado fijarse en alguien cuando lo mandaron para aquí, encubierto.

Engañar a todos había sido fácil. Una sonrisa por aquí, una frase bonita por allá. Teñir su cabello, fingir que no entendía las clases estúpidas de la escuela solo para estar con Junmyeon, fingir que le gustaba ese mundano de Mark Tuan, quien nunca estaría a la altura de su adorado Junmyeon, ocultar lo mucho que le enfurecía ver a su futuro esposo con el imbécil de Zhang Yìxīng.

El accidente del padre de Yìxīng no había sido un accidente. La idea era que ese chino malnacido se quedara un buen tiempo en su granja. Pero el tiro le había salido por la culata, cuando Junmyeon e Yìxīng se dieron cuenta de lo que sentían el uno por el otro, y solo terminó uniéndolos más aún.

—Jongin ya está con Kyungsoo —informó su chofer.

—Bien. Que le manden el mensaje a Ieran —musitó el rubio, bostezando.

Volvió a mirar las fotos y acarició la pantalla del celular con ligereza.

Tan precioso y muy pronto, solo suyo.

Jackson adjuntó las fotos en un archivo comprimido y escribió el correo del destinatario, con un mensaje corto, pero suficiente para que el plan en su cabeza llegara a la meta final.

En pocos minutos, Yìxīng estaría viendo las fotos de Jackson y Junmyeon en una cama, leyendo cuán fascinante había sido estar con él.

En pocos minutos, Jongin estaría a merced de Kibum, contactando a su madre para tratar de salvar a Kyungsoo.

Jackson casi rio, satisfecho de sí mismo. Matar a dos pájaros de un tiro en una sola noche era de lo más fascinante. Tendría pronto a Junmyeon para sí mismo y tendría la fortuna de Kim Ieran en sus manos.

No por nada era el favorito de su padre, aún si su hermano mayor se hubiese tomado la molestia de asesinar al padre de Jongin.

Para sus estúpidos compañeros de aula, era solo Jackson Wang.

Pero para todo aquel que conociera el poder de su familia, era el heredero de la fortuna Yang.

* * *

—Mierda, ¡ya deja de llorar! —le gritó Kibum a Kyungsoo, dándole una bofetada que resonó en el almacén abandonado.

El bajito tenía la cara roja por el esfuerzo de querer liberarse y las mejillas mojadas. Estaba aterrado, no entendía nada, no entendía por qué estaba aquí, soportando golpes de ese hombre loco que no dejaba de hablar por celular, desesperado. Su cuerpo volvió a caer de la silla y su vista se puso nublosa, por el dolor en un punto de su cabeza.

—P-Por favor... —balbuceó Kyungsoo, tratando de calmarse—. Déjeme ir, por favor. Prometo no decir nada, pero déjeme ir...

Kibum lo ignoró, mirando por la ventana del lugar, esperando.

—Ay, Kyungsoo —suspiró entonces—. Prácticamente eres el único que nada tenía que ver con esto, pero mírate ahora. ¿Jongin nunca te advirtió? ¿Nunca te dijo lo peligroso que era relacionarse con su familia?

El pelirrojo tragó su llanto y le miró, aún con los ojos aguados. Un lado de su mejilla estaba ligeramente hinchada y Kibum casi sintió pena. Se veía tan miserable, justo como Sohyun antes de morir.

—La triada... —murmuró Kyungsoo, para sí mismo.

—Lo sabías y aun así decidiste estar con Jongin. El amor te vuelve estúpido, ¿no? —preguntó Kibum y una sombra de reconocimiento invadió su rostro al vigilar la ventana—. Y hablando de estúpidos, adivina quién acaba de llegar, listo para ser el héroe del día.

—¿Qué? No... —los ojos de Kyungsoo se abrieron en su máximo al ver cómo Kibum tomaba el arma y lo dejaba solo—. ¡No! ¡Jongin, vete! ¡Jongin, vete de aquí!

—¿Kyungsoo? —oyó la voz de Jongin cerca y luego un sonido hueco repiqueteó. Algo pesado cayó y Kibum pronto estaba arrastrando el cuerpo inerte de Jongin, manchando ligeramente el suelo por la herida que le había hecho en la cabeza al golpearle con la culata de la pistola.

El adulto le volvió a tapar la boca a Kyungsoo y amarró a Jongin frente a él.

El moreno pronto empezó a reaccionar y ambos muchachos se quedaron quietos, mirándose fijamente. Jongin luego rompió la conexión, para observar a Kibum y escrutarlo sin palabras, esperando respuestas.

—Te explicaría todo mi plan malévolo y eso, pero la verdad es que estoy cansado —le habló Kibum, jugando con el arma en su mano—. Ya sabes lo que debes hacer, ¿no?

Kyungsoo miró a Jongin y este no le devolvió el gesto, asintiendo.

—Cualquier movimiento en falso y te despides de tu novio —le advirtió el adulto, quitándole la tela de la boca, comenzando a grabar—. Tu madre captará lo que pasa. Solo dile que se apresure y que no se le ocurra llamar a las autoridades, porque estamos vigilando. Ya lo sabes. Aquí el que terminará con una bala en la cabeza será Kyungsoo —tocó el cabello rojizo y el moreno se sintió morir—. Y no queremos eso, ¿verdad?

Jongin comenzó a repetir lo ordenado, controlando su miedo y su mandíbula temblorosa, evitando mirar a Kyungsoo, porque si lo hacía, sabía que terminaría por romperse.

—Por favor, mamá. Apresúrate —terminó por decir, rendido y Kibum detuvo la grabación, enviando el video a Ieran, para luego mantener la posición vigilante.

Las muñecas de Jongin dolían, pero poco a poco la cuerda se iba rompiendo, gracias a un clavo suelto que había cogido del suelo cuando despertó. Pudo mirar a Kyungsoo, quien parecía desconectado del lugar y el corazón de Jongin dolió profundamente. Nunca se perdonaría a sí mismo haberlo expuesto de esa forma. Jamás.

Kyungsoo parpadeó y lo miró, agotado. Jongin aprovechó que Kibum estaba mirando la ventana y con la barbilla, le señaló la salida. El pelirrojo frunció el ceño y lo señaló a él, preguntándole qué iría a hacer. Jongin bajó la mirada y apuntó al hombre con el arma.

«Hazme caso, por favor», suplicó y las mejillas de Kyungsoo se empezaron a colorear por las ganas de querer detenerlo. Era una estupidez su plan, pero al menos uno saldría vivo. Y ese debía ser Kyungsoo.

Y además, no había venido solo.

Kibum se giró, mirándolos con recelo y caminando cerca de ellos.

—Creo que tu mamá está poniéndose en marcha con lo que le pediste, Jongin —le felicitó y se sentó en la silla frente a ambos.

Jongin fijó su vista en el suelo, acción que Kyungsoo repitió. El celular de Kibum vibró entonces, y cuando el adulto leyó el mensaje, clavó sus ojos en el moreno.

—¿A quién has traído contigo? —preguntó en voz baja y con el rostro rojo. Caminó hacia Jongin y le dio un golpe en la mejilla—. ¡¿A quién has traído?!

El moreno no veía en ese momento. Sintió que la tela era bruscamente quitada de su boca y empezó a toser, desesperado por oxígeno, pero manteniendo los brazos unidos firmemente contra su espalda.

—Soy hijo de Kim Ieran —habló Jongin, más calmado, sin moverse.

Kibum apuntó a Kyungsoo y le miró.

—¿A quién has traído, Jongin? —repitió, perdiendo la paciencia y quitó el seguro del arma—. Habla, pedazo de mierda.

—¿Crees que arriesgaría todo por un chico? —inquirió Jongin—. Algo que aprendí de mis padres, era a siempre tener un plan A, B, C... ¿Captas, no?

—¡El nombre! ¡Dime el maldito nombre!

Kibum cambió la dirección de su objetivo, esta vez hacia Jongin, quien no tembló.

—Kang Dongho —respondió el muchacho, imperturbable.

Ambos se miraron fijamente unos largos segundos y luego, el moreno observó a Kyungsoo, asintiendo.

«Sigue el plan, Kyungsoo».

—Si me matas...

—Di adiós, Jongin.

Kibum disparó.

Y todo pareció pasar inevitablemente a cámara lenta, con el tiempo indiferente a cómo aquella bala casi alcanzaba al pelirrojo y Jongin se lanzaba para cubrirlo.

Indiferente a cómo Kyungsoo, soltándose de las cuerdas, lo empujó.

El tiempo pasó indiferente, sin importarle cómo el cuerpo de Kyungsoo caía, recibiendo la bala sin queja alguna y con sus latidos deteniéndose ante la mirada atónita de Jongin.


* * *

Nota de la autora: 

¿Se acuerdan cuando les dije hace tiempo que ya estábamos a mitad de la historia? Bueno, esta ya va a terminar. 

La muerte de Kyungsoo es algo que tal vez nunca me lo perdonen, pero así tenía que ser. Su relación con Jongin estaba condenada al fracaso. Jongin estaba siendo egoísta, uno nunca puede huir del peligro. Nunca. 

Lo de Yixing y Junmyeon es historia también. No me gusta el LayHo. Nunca me ha gustado. Estoy esperando el momento en que Yixing se salga de EXO... Bueno, ya ni está, ¿cierto? Ya captan mi punto. 

Así que sí, probablemente me odien porque, bueno, este capítulo es falso y toda esta publicación es una broma. 

¡Feliz día de los inocentes!

Dsfhdsfjhdf XDD  

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CSMRE JAJAJAJAJAJAJA

LOS AMO, NO ME ODIEN, BAI.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

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Ahora sí, sin bromear, darlings, en la próxima actualización habrá un especial por fin de año, ay. Gracias por la paciencia y el amor, y espero que no se enojen por esto, jajajaja.

 Kaisoo always wins, amo el LayHo e Yixing siempre será parte de EXO.

Se me cuidan, besitos y abrazos. ¡Adiós!


/Yezabelle huye corriendo.

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