Epílogo
Si había una lección que Minseok y Junmyeon habían aprendido muy bien en el último año es que nunca, jamás, irían a dudar de cualquier cosa o consejo que la tía Heesun les fuera a decir otra vez.
Esa mujer era una bruja, así de simple, y era una bruja muy poderosa.
Y si necesitaban prueba de ello, bastaba con dirigir sus miradas al patio del colegio y ver como Kyungsoo y Jongin les demostraban a todos que eran la pareja más dulce, única y real del mundo.
Si es que se le podía llamar dulce a Kim Jongin, claro.
—Es un poco molesto, ¿sabes? —reflexionó Junmyeon en voz alta—. Si hubiéramos sabido que el consejo de la tía Heesun funcionaba tan bien, hubiéramos elegido mejor con quien emparejar a Kyungsoo.
—¿Honestamente crees que hay alguien mejor que Jongin para Kyungsoo? —cuestionó Minseok.
Junmyeon no fue capaz de contradecir eso.
—Está bien, elegimos bien. ¿Pero te imaginas si hubiéramos elegido a otra persona? —replicó el chico.
Minseok no quería pensar en eso. Si bien ya las cosas no se podían cambiar, tampoco podía quejarse. En un comienzo el total asunto sobre los correos electrónicos y esa sarta de rumores había sido casi un desastre descomunal. El chico perdió la cuenta de la cantidad de veces que quiso confesarle todo a Kyungsoo y disculparse por todo el caos que se había ocasionado. Sin embargo, de algún modo, todo se había desarrollado maravillosamente bien.
Kyungsoo y Jongin estaban juntos ahora, y ni Junmyeon ni él podían desear mejor chico para su amigo.
Por mucho que a Junmyeon le cueste aceptarlo a veces.
Ambos amigos estaban solos en la sala de clases y podían ver desde la ventana a la pareja en el patio, jugando fútbol con sus demás compañeros. Kyungsoo, para variar, era el único que no formaba parte del equipo oficialmente, pero eso nunca era un problema. Él siempre había jugado fútbol con el equipo, incluso desde primaria.
De repente, pudieron ver como Yixing pateó la pelota y pasó a golpear el brazo de Kyungsoo. Observaron como el chico gritó y casi perdió el equilibrio. En el instante, todos sus demás compañeros se detuvieron y prestaron atención al pelirrojo, aunque sabían que el golpe no había sido lo suficientemente fuerte como para hacerle verdadero daño. No era nada que Kyungsoo no haya sufrido anteriormente jugando con ellos.
Sin embargo, eso no bastó para Jongin.
Con prontitud, se acercó a su novio y examinó su brazo. Por los gestos que el pelirrojo hacía, de seguro trató de decirle que no había sido nada. Pero Jongin, como terco novio preocupado, no quedó satisfecho hasta que se aseguró por sí mismo de que todo estaba bien. Y cuando eso pasó, le dio un tierno beso en la parte magullada, al igual que en sus labios, para alejarse y volver al juego.
Y esta no era la primera vez que Minseok y Junmyeon habían visto gestos como ese por parte del pelinegro.
—¿En serio puedes dudar de lo bien que elegimos? —volvió a cuestionar Minseok.
—Quizás sean celos infantiles —replicó Junmyeon cruzando los brazos—. Jongin es demasiado perfecto.
—Sabes bien que eso no es así —refutó Minseok—. Jongin tiene muchos defectos.
—Sé que tiene defectos —admitió el chico—. Pero sabe compensarlos muy bien en otras cosas. Y eso hace que se le perdone todo.
—Suenas como si quisieras robarle el novio a Kyungsoo —se rió con burla Minseok.
—Amo a Kyungsoo, jamás le haría eso a mi amigo —aclaró serio Junmyeon—. Pero eso no quita que Jongin sea un excelente novio, ¿Verdad?
Minseok solo sonrió con algo de pena al escuchar eso último. Ya antes había oído a Junmyeon decir palabras parecidas sobre otro chico, pero sus palabras se las terminó por tragar con el tiempo. Porque Jongdae pudo haber sido el mejor novio del mundo en un comienzo, pero fue el peor de todos en el final.
Sin embargo, Jongin no era Jongdae.
Jongin era mil veces mejor que Jongdae.
Y Kyungsoo era el chico más afortunado del mundo por ser él el que tuviera su corazón.
—A propósito, escuché que desde ahora Jongin no era admitido en la casa de Kyungsoo —comentó Junmyeon cambiando el tema.
—Eso no es así —aclaró Minseok—. El problema es que Ryeowook va a vivir en la casa por los próximos dos meses. Y ya sabes cómo es Ryeowook.
—Ah, eso explica todo —exclamó el chico—. Por un segundo pensé que era por culpa del papá de Kyungsoo, pero sé que a él le agrada Jongin. Pero Ryeowook... Creo que él nunca va a aceptar a Jongin, ¿no?
—Supongo que algún día lo hará —replicó Minseok—. Por suerte Jongin tiene mucha paciencia. Y mientras tenga el apoyo del señor Do, todo estará bien.
—¡Ahí están!
Tanto Minseok como Junmyeon se dieron vuelta y vieron a Luhan en la puerta del salón. Llevaba una gran sonrisa en sus labios y tenía algo de harina en su ropa y cabello. Era obvio que venía de su clase de cocina.
—Baekhyun te está buscando, Junmyeon. Dijo que tú entenderías.
—¿Qué yo entendería? —repitió el chico—. ¡Ah! Es por lo del paseo de fin de año. Yo tengo los registros del dinero.
—Pero si tú eres el secretario de curso, no el tesorero —replicó Minseok extrañado.
—Ya para estas alturas ni reclamo —explicó Junmyeon—. Si Baekhyun me pide que haga algo referente al curso, simplemente lo hago y me ahorro la discusión. ¿Podríamos no elegirlo como presidente otra vez el próximo año?
—¿Y quién sería presidente entonces? —preguntó Luhan—. ¿Sungmin? ¿Jongdae? Ellos son los únicos que se han ofrecido para ese puesto además de Baekhyun.
—Oh, no —exclamó Minseok—. Si dejamos a Jongdae y Sungmin de presidentes de curso, iríamos de fiesta en fiesta. En serio que lo puedo imaginar.
—Pero sería divertido —sonrió Luhan.
—Sí, pero estaríamos en la bancarrota en menos de tres meses —analizó Minseok.
—Está bien, está bien —los interrumpió Junmyeon—. Baekhyun, presidente el año que viene. Entendí su punto.
Los dos amigos solo rieron al ver su frustración.
—¿Qué estabas cocinando, Luhan? —preguntó Minseok cuando las risas cesaron.
—Tarta de limón —reveló el chico—. Aunque aún está en el horno, por lo que debería ir a cuidarlo.
—Dime que no se lo vas a dar a Sehun. ¡Todo lo que haces en repostería se lo das a él ahora! —se quejó Junmyeon con un mohín en su rostro.
—Eso no es verdad —lo acusó Luhan, con leve sonrojo—. Cuando termines de hablar con Baekhyun, ven a la sala de cocina y te daré.
—¡Lo haré! —exclamó con seguridad el chico—. De verdad iré después.
—Te estaré esperando entonces —dijo Luhan sin preocupación.
—¿Y yo? —preguntó a su vez Minseok.
—Por supuesto que estás invitado también —aclaró el chico sonriente—. ¡Nos vemos después!
Y así, Luhan se fue, cerrando la puerta del salón antes de alejarse.
De modo que volvieron a quedar a solas Minseok y Junmyeon. Y otra vez volvieron a pensar sobre Kyungsoo y Jongin. Eso era algo que solía suceder bastante cuando interactuaban entre ellos. Y es que aún había cierto detalle en el que no lograban estar por completo en acuerdo. Había un gran dilema de consciencia y honestidad que no les permitía seguir. O que, al menos, no permitía a Minseok estar tranquilo.
—Junmyeon, ¿jamás se lo podremos decir? —murmuró con culpabilidad.
—¿De nuevo, Minseok? —replicó exasperado el otro chico—. ¿Cuántas veces tendremos que hablar sobre esto?
—Es tan solo que me hace sentir mal —aclaró Minseok con preocupación—. Estamos ocultando algo que no es de menor importancia. Y Kyungsoo se merece saber la verdad.
—Kyungsoo se merece ser feliz —refutó Junmyeon con terquedad—. Después de todo lo que ha pasado, no es necesario que sepa lo que hicimos. Es feliz con Jongin y no voy a hacer yo el que arruine eso. De toda esta mentira, algo muy bueno salió. Y hay ciertos secretos que son mejor no contar.
—Pero, quizás, si le explicamos todo... Kyungsoo podría entendernos, ¿sabes? Quizás no nos vaya a matar —sugirió Minseok.
—Probablemente. Pero, ¿y si afecta su relación con Jongin? ¿Y si Jongin se enoja con Kyungsoo por nuestra culpa? ¿No has pensado en eso? —inquirió Junmyeon serio.
Minseok sabía que su amigo tenía muchos más argumentos a favor, pero no podía evitar sentirse mal. Kyungsoo merecía saber que fueron ellos los que enviaron los correos electrónicos. Y que fueron ellos los responsables de lo mal que lo pasó tras ese incidente. Y no, el que haya habido un final feliz tras todo ese caos no hacía que se sintiera libre de culpa. A lo mucho lo opacaba un poco.
—Minseok, no arruinemos las cosas. Todo el daño que pudimos haber hecho con nuestra jugarreta ya no le afecta a nadie más. No abramos heridas cerradas. No vale la pena.
—¿Crees que al menos podamos decirle la verdad a Kyungsoo cuando tenga 10 años de matrimonio con Jongin y tres hijos acuestas? —preguntó Minseok con resignación.
—Suena eso como un buen plan. Sin embargo, por ahora, debes prometerme que jamás revelaremos la verdad. Incluso tú sabes que es lo mejor. Si no fuera así, le hubieras dicho a Kyungsoo todo hace tiempo ya, con o sin mi consentimiento.
Junmyeon tenía razón. Por más que se lamentara, era mucho mejor guardar el secreto y dejar las cosas fluir. Minseok sabía que esa resolución era lo más lógico y práctico que podían hacer.
Sin embargo, algo dentro de él le decía que en algún futuro esa mentira le iría a cobrar cuentas.
Y temía que esas cuentas fueran demasiado costosas de pagar.
—¿No te hace sentir aunque sea un poco mal? —preguntó Minseok como último intento para convencer a su amigo.
—Claro que sí —reveló Junmyeon—. Pero miro a Kyungsoo y Jongin y hace que todo se pase. Ellos hacen que valga la pena, incluso si llegaran a terminar mañana.
Minseok tan solo respiró hondo. Ya no había nada más que decir.
—Me debo ir, sino Baekhyun me regañará. Juro que es peor que mi madre —se lamentó Junmyeon.
—Tu madre jamás te ha regañado en tu vida —se burló el otro.
—Por eso mismo lo digo —replicó Junmyeon con una sonrisa burlona para después ir a tomar sus cosas—. ¿Nos vemos donde Luhan?
—Está bien. Realmente se me antoja pie de limón.
—Si llego después, ¡no te lo comas todo!
Y con esa advertencia, Junmyeon salió del salón, dejando la puerta abierta y a un muy pensativo Minseok solo mirando hacia la ventana.
Sus ojos avellanas se fijaron en el partido de fútbol otra vez, pero su mente divagó en otras cosas. Se sentía dividido y preocupado.
Algo estaba mal, pero no sabía qué.
Algo se le estaba escapando, pero no podía concluir que era.
Y esa sensación, especialmente en el último tiempo, no lo había dejado tranquilo.
—¿No deberías estar con tus amigos o algo así?
Minseok cerró los ojos al escuchar esa voz.
Él había aprendido de primera mano cómo el tiempo sí podía curar todas las heridas. Pero el estar a solas con Jongdae nunca era una buena idea. Ni siquiera para a poner a prueba el hecho de que ya había superado su traición. Como también el cuánto lo amó.
Él seguía siendo algo que no podía controlar.
—¿No puedo estar a solas un rato? —replicó el chico mientras cruzaba los brazos.
—Como siempre, a la defensiva. Le quitas todo a la diversión.
Minseok sintió como el chico se iba acercando hacia él. Pudo sentir como se detuvo a su lado, pero no lo miró. Simplemente siguió observando por la ventana tal como si estuviera sin compañía. Jongdae también se dedicó a mirar el patio. Y no le tomó mucho tiempo encontrar lo que el chico estaba observando.
—No te preocupes. Jongin jamás le hará daño —comentó Jongdae tras unos instantes.
—Nunca me ha preocupado eso. Jongin no es del tipo de chico que lastimaría a su novio.
—¿Cómo yo? —preguntó Chen con burla, pero con desafío.
Minseok por fin despegó su mirada de la ventana y miró a Jongdae a los ojos. Pudo ver como en ellos había tranquilidad y certeza. Si había culpa, no pudo notarlo.
Jongdae no era el tipo de persona que se acobardaba ante la verdad, por muy escandalosa o terrible que sea.
Así que, con misma tranquilidad, Minseok respondió de forma tajante y sin mucha explicación.
—Sí.
Jongdae sonrió al escuchar esa respuesta. Era como si realmente lo estuviera disfrutando.
—Eso es lo mejor de ti. Esa coraza, el de un muñeco de porcelana sin defecto —Jongdae entrecerró los ojos—. Lo que hace que sea tan interesante tratar de quebrar tus defensas.
—Sí, sí, lo sé. Mientras más difícil se hace uno, más interesado está el otro. Ya lo sé, lo he visto —replicó Minseok con rapidez, sin darle mucha importancia.
—¿Y ustedes? ¿No acaso les gustan los chicos malos? ¿Esos a los que tratan tan desesperadamente cambiar, pero que nunca logran hacer?
—Oh, no. Yo ya aprendí mi lección respecto a eso. Si hay algo que aprendí estando contigo es que, por mucho que confíes en un chico problema, ellos nunca cambiarán y terminarán lastimándote de todas formas. Esa lección la aprendí muy bien.
—¿Aprendiste eso conmigo? Qué honor.
Minseok tuvo que hacer de todo su esfuerzo para no sonreír. Su comentario no le había gustado a Jongdae. Y por su respuesta sardónica, sabía que se estaba comenzando a molestar, pese a que había sido él quien trajo el tema a flote.
Aunque normalmente sus conversaciones siempre trataban sobre ese asunto.
—En fin, Jongin jamás le hará nada de eso a Kyungsoo —insistió Minseok volviendo a mirar por la ventana—. Ni siquiera es un chico malo.
—¿Y cómo es que yo paso a ser un chico malo y él no? —inquirió Jongdae con curiosidad, poniendo sus manos en sus bolsillos—. Jongin se ha acostado con media secundaria, tiene un carácter de mil demonios y ha probado más de una vez que no le teme a meterse en problemas.
—Jongin nunca se ha acostado con una chica estando en una relación con otra, su carácter no es de mil demonios, y lo sabes bien, y la única vez que se metió en verdaderos problemas fue por esa pelea que tuvo con Sehun hace meses atrás —refutó con serenidad.
—¿Qué no tiene un carácter de mil demonios? —repitió Jongdae como si eso hubiera sido todo lo que dijo Minseok—. ¿Es una broma?
—Que a ti te trate mal no cuenta —replicó—. Al resto de nosotros nos trata muy bien.
—Pero si ayer casi me mata con un cuchillo de cocina... —comentó Jongdae casi ofendido.
—De seguro te lo merecías.
—Siempre has defendido a Jongin, incluso cuando estábamos juntos —encaró el chico molesto.
—Yo te amaba, pero no era idiota.
Algunos podrían decir que Minseok estaba loco por hacer comentarios como ese último, pero el chico había aprendido hace tiempo que era mejor así. Jongdae era un zorro astuto, con una habilidad impresionante para encontrar las debilidades de los demás. Y Minseok sabía que era mejor que él mismo remarcara sus falencias a que dejara a Jongdae hacerlo. De esa forma sus debilidades jamás podrían hacerle daño. O, al menos, el chico no podría hacer uso de ellas para lastimarlo.
—Y yo que te adoro tanto... —suspiró con fingido pesar el chico.
—Lo superarás.
—Sin embargo, yo no vine a hablar contigo sobre el resplandor de antaño de nuestra maravillosa relación.
Y para hacer más claro su punto, Jongdae se movió, ubicándose entre la ventana y Minseok, interrumpiendo de eso modo la vista del patio. Y, de pasada, quedando peligrosamente cerca del chico. Solo unos pocos centímetros de espacio había entre sus cuerpos ahora. Minseok se percató de que, para lo que sea que quería el chico hablar con él, demandaba toda su atención.
—No tengo pruebas, ni mucho menos entiendo por qué lo hiciste, pero hay algo que me tiene bastante intrigado —comenzó a decir el chico.
—¿Se supone que debo entender a qué te refieres con todo eso? —inquirió el otro mientras levantaba una ceja.
—Los correos, darling. Esos correos electrónicos de hace meses atrás.
Gracias a Dios, Minseok era pálido por naturaleza. Porque, si hubiera sido de otro modo, Jongdae hubiera podido ver con mucha claridad como toda la sangre de su rostro desapareció. Solo rezó para que él no notara como su corazón latía a mil por hora. Sin embargo, de algún modo, el chico logró mantener una actitud de indiferencia.
—¿Te refieres a esos correos con los rumores? —preguntó con fingida inocencia.
—¿Y cuáles más? Minseok, no es necesario que juegues el papel de inocente. No tengo pensado comentar esto con Jongin o Kyungsoo —aclaró el chico.
Pero Minseok no bajó la guardia. Ahora, más que nunca, debía estar en alerta.
Si Jongdae llegaba a saber o, en este caso, confirmar que él estaba detrás de esos correos, cabezas irían a rodar. Comenzando con la de él. Por lo que mantuvo su actitud de ignorancia e indiferencia, sin relajarse ni por el más mínimo segundo.
—Vas a tener que tratar de explicar mejor tu punto —musitó con actitud aburrida.
—Tú los enviaste. Enviaste esos correos, aunque aún no sé el por qué. Debiste tener ayuda de alguien, claro, pero sé que estás detrás de todo ello.
¿Y por qué Jongdae le indicaba a él como la mente maestra detrás de esos correos? Si mal recordaba, había sido Junmyeon el de la idea en un comienzo. Él solo lo ayudó.
—Interesante conspiración. ¿Y qué más?
—Como ya te dije, no tengo pruebas concretas de ello... aún —siguió explicando el chico—. Pero tampoco me interesa que los demás lo sepan. Sin embargo, hay algo que no deja de inquietar mi mente.
—¿Tu consciencia, tal vez? —sugirió el chico por lo bajo.
—Kyungsoo —aclaró Jongdae, ignorando el comentario—. Él representa una verdadera incógnita en todo esto. Yo sé que lo amas casi como si fueran hermanos, por lo que no puedo entender porque lo irías a lastimar. Y esos correos, como bien podrás recordar, le hicieron muchísimo daño.
Minseok podía fingir indiferencia en momentos incómodos, impasibilidad en momentos tensos, e incluso serenidad cuando estaba enojado. Pero no podía ocultar la pena en sus ojos. Kyungsoo era feliz ahora, pero él jamás se perdonaría todo el sufrimiento que le causó.
Quizás era eso la que lo hacía estar tan intranquilo.
Quizás necesitaba confesar y disculparse.
Y, más que nada, necesitaba ser perdonado. Kyungsoo era alguien demasiado importante para él.
—¿Entonces? —preguntó el chico esperando respuestas.
—Todo ha sido muy interesante, pero no sé qué decir.
—No mientas, vi la pena invadir tus ojos —exclamó con molestia el chico, apretando su boca.
—Por supuesto que me da pena. Vi a mi mejor amigo sufrir por algo que no merecía. Y yo no pude hacer nada para evitarlo —explicó el chico, medio entre verdad y mentira.
—Podrías no haber enviado esos correos, por ejemplo —sugirió Jongdae.
—¿Y por qué tanto te molestan esos correos? —preguntó el chico exasperado—. Fue hace meses atrás y ni siquiera te viste implicado en algún escándalo por ellos.
—No es que me moleste, es que no entiendo. Y odio no entender las cosas.
—Nunca me entendiste a mí —comentó por lo bajo Minseok.
—Lo sé, pero del odio al amor no hay mucha distancia.
De nuevo, Minseok tuvo que controlarse para no sonreír. Jongdae nunca lo había odiado, y eso lo sabían bien los dos. Ni siquiera había estado alguna vez molesto con él.
—Entonces, ¿así va a ser? —inquirió el chico—. ¿Te llevarás el secreto hasta la tumba?
—Claro. Lo que tú digas —replicó de forma evasiva.
—¿En serio vas a seguir mintiéndome a la cara? —insistió Jongdae, ya ahora más intrigado que enojado.
—¿Honestamente? No sé qué decir. No envié esos correos, no sé qué esperas de mí.
Minseok tenía que seguir el plan original. Junmyeon y él estaban enterrados en esto hasta el cuello, y no iba a ser él quien terminaría de poner tierra en sus cabezas.
Además, pondría en peligro muchísimas cosas más.
Su amistad con Kyungsoo, su amistad con sus demás amigos. Incluso, y ese era uno de sus mayores miedos, la misma relación de Kyungsoo y Jongin. Y su amigo estaba tan feliz... Él no iba a destruir eso.
Existían secretos que no merecían la pena ser revelados.
Minseok pensó que Jongdae volvería a insistir pero, para su sorpresa, el chico solo se dedicó a observarlo con bastante detenimiento. Minseok no bajó la mirada, por mucho que quiso hacerlo. Si lo hacía, Jongdae vería más vulnerabilidad de la que él quería demostrar. Y él realmente no quería demostrar fragilidad alguna.
Finalmente, tras unos instantes, el chico sonrió poco a poco.
De esa forma tan típicamente burlona, tan suya.
—Está bien —asintió Jongdae—. Dejaré de molestarte sobre esto. Sin embargo, y escúchame muy bien Minseok, algún día lo sabré todo. Quizás no sea mañana, ni la semana que viene, pero lo sabré. Porque debe haber una muy buena razón por la que seas tan reticente. Y la intriga es una droga muy adictiva.
—¿Cuándo va a ser el día en que te vas a meter en tus propios asuntos? —preguntó el chico con fastidio.
—Tú eres uno de mis asuntos, cariño. Por mucho que no lo desees.
Y sin permiso, Jongdae acarició la mejilla del chico con ternura, para después moverse y dirigirse hacia la puerta del salón.
—Nunca bajes la guardia —le aconsejó el chico antes de irse—. Yo siempre estaré pendiente de ti. Incluso cuando yo no lo quiera. Supongo que ese será mi castigo de toda la vida por haberte perdido.
Y con ese comentario final, Jongdae salió de la sala, dejando a Minseok de nuevo solo en ese lugar. Más solo de lo que jamás se había sentido en su vida.
Cuando escuchó que los pasos de Jongdae se habían alejado lo suficiente, pudo sentir como patéticamente unas pocas lágrimas se acumularon en sus ojos.
Sin embargo, de alguna forma, no las dejó caer por sus mejillas.
No esta vez. No iba a permitirlo.
Había llorado lo suficiente para toda una vida a causa de Jongdae y ya era suficiente. ¿Cuánto más iba a llorar por su culpa?
No más, se dijo a sí mismo. Había llegado al límite y un poco más.
Por lo que, respirando profundo un par de veces, Minseok logró controlarse, tragándose las lágrimas y la frustración. Ya habría otros amores por los que sufriría, otros chicos que tendrían su amor.
Pero el amor que por Jongdae había alguna vez sentido ya no estaba en su corazón. Él y el tiempo se habían encargado de matarlo. Y ahora esa herida tan solo producía daño. Ya no quedaba nada de su brillo o calor.
Qué triste ver como del cielo se podía caer tan fuerte al suelo, ¿no?
Minseok miró por última vez hacia el patio con una mezcla entre pena y felicidad. Pena, por todo lo que no fue. Y felicidad, por lo distintas que eran las cosas ahora.
De forma silenciosa, le deseo lo mejor a Kyungsoo y a Jongin, y se decidió por dejar el pasado atrás. Las decisiones del pasado sin duda tendrían repercusiones en el futuro, pero no por eso debía sacrificar el presente.
Y si todo estaba bien ahora, entonces era momento de disfrutar, no de preocuparse.
El chico tomó su mochila y miró su reloj de muñeca. Aún le quedaba mucha tarde por delante y muchas cosas por hacer. Partiendo por ir a comer el pie de limón de Luhan. No le haría nada de mal un bocado dulce después del trago amargo. Y si Junmyeon o Sehun aparecían antes que él, dudaba que le quedara pedazo alguno.
Una sonrisa cubrió su rostro y salió del salón, cerrando la puerta cuando se encontró en el pasillo. Y tarareando una canción que Kyungsoo le había mostrado, se dirigió a la sala de cocina.
***
Les agradezco el apoyo, sus lecturas, comentarios y votos, que son muy importantes para mí. Muchos besos y abrazos a todos ustedes *3*
Y recuerden, ¡KAISOO IS LIFE, IS LOVEEE! <3
*llorando, se despide, mientras unas cortinas imaginarias la cubren*
Bye-bye!
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