Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

E8: En casa de los Do (Kai)

No era justo.

Kai sabía que ganar una competencia no importaba en lo absoluto, pero le sacaba de sus estribos saber que no pudo dar todo de sí por una estúpida bicicleta.

Dejó eso un lado, tratando de controlar su agitada respiración.

¿Y saben qué era lo que más le dolía?

No haber visto a Kyungsoo en el público. Estaba seguro de que cuando estaba en la prueba de natación, el pelirrojo había estado charlando alegremente con sus amigos... ¿Y ahora? No lo veía por ningún lado.

—Kim, ve al sector de los doctores —le ordenó un profesor y el moreno asintió, pero no se molestó en moverse. Sus puños descansaban en sus caderas mirando el suelo con enojo.

¿En dónde estás, Kyungsoo?

Fácilmente, él pudo haber rezongado y lanzar improperios por su derrota. Pero solo podía fruncir el ceño y apretar la mandíbula. Porque a pesar de todo lo que sucediera, el silencio siempre era su mejor aliado. Siguió inhalando y exhalando con rapidez, sintiendo que el traje se le pegaba al cuerpo por el sudor.

Sus oídos atrofiados por el incesante palpitar de su corazón distinguieron unos pasos, como si alguien caminara con mucha decisión. Levantó la cabeza y lo vio.

A su amado Kyungsoo.

La mirada intensa que sus grandes ojos le dieron, hizo que su cuerpo se estremeciera. De pronto, el pelirrojo corrió y se lanzó a los brazos del moreno, quien lo tomó de inmediato, encajando sus brazos alrededor del más bajo. Eran perfectos al abrazarse.

Y Kyungsoo lo besó con todas sus fuerzas.

No dudó un solo segundo en responderle.

Apretó el pequeño cuerpo contra el suyo, descargando toda su energía, siendo atrapado por la intensidad del contacto anhelado. Sintió la respiración agitada del pelirrojo en contra de su pecho. ¿Qué razón habría para que estuviera de esa forma?

En esos infinitos segundos maravillosos, simplemente olvidó que estaba cerca de la línea final, olvidó que su madre y prima estaban en primera fila, olvidó que toda una secundaria sería testigo de que un estúpido rumor se había cumplido... Su cabeza estaba llena de flashes de un chico. Ojos grandes. Boca roja. Sonrisa en forma de corazón. Cabello rojo. Tersidad por todas partes.

Cuando la necesidad de respirar apareció, sus labios se separaron soltando un suave chasquido. Ese beso había dejado a los dos como si hubieran estado en una maratón olímpica. Y, a lo lejos, escuchó aplausos y vitoreos de sus compañeros. Pero, ¿saben qué? Eso no importaba.

Su cuerpo parecía un volcán rebosante de felicidad, porque finalmente Kyungsoo le diría las palabras que tanto anhelaba escuchar.

—Kyungsoo, ¿qué es lo que querías decirme ayer? —le preguntó, mirándolo con atención.

—Te lo acabo de decir —respondió Kyungsoo con una sonrisa tímida.

—Lo sé, pero jamás sería tan idiota como para darlo por obvio —replicó serio, pero con amabilidad en sus ojos, acariciando la parte baja de la espalda del pelirrojo—. Quiero escucharlo.

Tuvo que mantenerse quieto al ver a Kyungsoo, mirándole fijamente y suspirando con nerviosismo. El pelirrojo cerró los ojos, avergonzado, pero levantó la mirada y, con algo de timidez, dijo las palabras que tanto Jongin había esperado con paciencia.

—Me gustas, Kim Jongin... —el moreno le sonrió con dulzura, acercándose más a Kyungsoo—... Creo que estoy algo enamorado de ti.

Esperen, ¿qué?

—¿Algo? —repitió Jongin incrédulo.

—No. Completamente —rectificó el pelirrojo con una sonrisa.

—Así me parece —coincidió el pelinegro.

Rebosando felicidad, Jongin abrazó a Kyungsoo de la cintura y lo elevó del suelo, para después darle un sonoro beso.

—Jamás pensé que la derrota tuviera un sabor tan dulce —susurró el moreno junto a sus labios. Kyungsoo sonrió en respuesta, con los ojos cerrados.

Todo era perfecto ahora.

—Sé que esta debe ser una reunión muy interesante pero, ¿qué mierda está pasando acá?

La burbuja se rompió de inmediato y Kai dejó en el suelo a Kyungsoo. Ambos chicos miraron a un Jongdae totalmente consternado.

Oh, y de pasada, también tenían que lidiar con todo su curso, quienes los rodeaban con preguntas en sus miradas. Estupendo.

—No, en serio, ¿qué mierda está pasando acá? —volvió a insistir Jongdae completamente pasmado.

—Kyungsoo, ¿qué demonios no nos has contado? —preguntó esta vez Baekhyun con tono amenazante.

Jongin se hubiera echado a reir por la reacción infantil de su Kyungsoo, quien de inmediato se escondió detrás del moreno. Pero todo el curso sabía que apaciguar a Byun Baekhyun enojado era firmar tu sentencia. Kai todavía no entendía cómo le hacía Chanyeol para lidiar con el chico.

—Todo tiene una buena explicación... —inició a excusarse el pelirrojo.

—Pues comienza a explicarte —lo apuró Baekhyun, casi evitando gritar.

—Supongo que las fotos que acabo de recibir no son de mucho interés ahora —comentó Yixing viendo su celular, para después mostrárselo a Sungmin.

Casi de inmediato, Luhan recibió un mensaje. Al igual que Jongdae, Baekhyun, Sehun y Sunny. ¿De qué estaban hablando?

—Hay algo que debes saber —le dijo Kyungsoo—. Ayer cuando te besé en la inauguración había personas observándonos y nos sacaron fotos. Lo que los chicos están recibiendo ahora en sus móviles son esas imágenes. ¿No te molesta?

Oh.

Kim Jongin le había olvidado mencionar a Kyungsoo que había previsto ese pequeño detalle.

—No —respondió tranquilo—. No me extraña. Era obvio que eso iba a pasar.

—¿Obvio? —repitió el pelirrojo con desconcierto—. Es decir, ¿lo estabas esperando?

Kai lo miró fijamente, diciéndole en silencio que sí.

—¡Jongin! —exclamó Kyungsoo estupefacto, para después golpearle el brazo con fuerza. El moreno tuvo que contener un mohín de dolor.

—No habría ningún problema hoy si me hubieras dicho ayer que te gustaba —replicó con calma.

—No podías haber dado eso tan por seguro —contraatacó el pelirrojo tanto enojado como atónito—. ¡No puedes leer mi mente! ¡Podría haberte querido decir cualquier otra cosa!

Habían momentos en que Jongin parecía conocer mucho mejor al propio Kyungsoo que a sí mismo.

—Kyungsoo, sé que estás enamorado de mí desde hace semanas —se defendió, aún en calma—. Pero te dije que te iba a dar tiempo. Y no sabré leer tu mente, pero puedo leer muy bien todo lo demás.

—Ah, que tierno. Ya están teniendo su primera pelea —los interrumpió de nuevo Jongdae tras ver el mensaje que había recibido—. Es más, ¿son siquiera pareja?

Tanto Kyungsoo como Jongin se miraron a los ojos en busca de una respuesta, porque en cierta forma no habían tenido tiempo para aclarar eso. Pero luego de unos segundos, ambos chicos comenzaron a sonreír.

Era muy fácil responder ante ello. Era tan innegable lo que ambos sentían que no había necesidad de más preguntas mundanas.

Acercándose a Kyungsoo, le tomó la mano.

—Sí, sí lo somos.

Y en este instante, explotó una avalancha de comentarios y preguntas llenas de incredulidad. Jongin ignoró eso, mirando a Kyungsoo y, con ternura, le acarició su mejilla.

—¿Cuándo demonios pasó eso? —exclamaba Chanyeol—. ¡Nunca vi ningún indicio de nada!

—No puedo creer que Krystal haya tenido aunque sea algo de razón respecto a ellos dos —replicó Baekhyun—. ¡Me dan ganas de vomitar de solo pensarlo!

—Ay, Kyungsoo, ¿por qué no nos dijiste nada? —suspiró Minseok.

—Siempre sabes dar un buen espectáculo, Kai —se rió Yixing.

—No habrás ganado, Jongin. ¡Pero esta triatlón es la más divertida que he visto! —gritó desde atrás MinJoon.

—¡Te has quedado con el chico más popular de la secundaria, Kyungsoo! Ahora vas a tener que lidiar con todo su fan club —se burló Sunny, lo que hizo que varios sonrieran.

—No sé qué está pasando aquí. Pero es necesario que vuelvan donde está el público y dejen espacio para hacer la ceremonia de premiación.

Todas las cabezas se giraron hacia donde estaba la persona que dijo ese último comentario. Era uno de los jueces de la triatlón. No lucía enojado pero tampoco parecía tener mucha paciencia. Con una disculpa, cada uno de los chicos se fue alejando.

Kyungsoo debía retirarse y Jongin se contuvo de poner una cara larga.

—No huyas de mí después —le dijo antes de que se fuera.

—Pensé que te gustaba perseguirme —replicó Kyungsoo, burlón.

—No me molesta. Pero he corrido demasiado hoy —contestó el chico con algo de cansancio—. Termina la ceremonia, me doy una ducha, me pongo ropa y te busco.

—Claro, me vas a dejar a mí con los leones —se quejó Kyungsoo.

—Anímate, yo tengo otros leones con los que lidiar.

"Mamá, Lee, mis hermanas... Oh, Sueji...".

Evitando seguir con la lista, Jongin le dio un beso rápido, dirigiéndose al área de competidores. Los ordenaron de acuerdo a los puestos obtenidos. El ganador de la triatlón de este año había sido Lee Kibum de la secundaria Ikawa. Habían muchísimos chicos de ese instituto entre el público aplaudiendo y animando mientras que los competidores con los tres primeros lugares se subían a un improvisado podio. Estaban definitivamente felices con los resultados.

El primero en llevarse su medalla fue Henry Lau del instituto Akasaka, quedando en tercer lugar. Uno de los jueces de la competencia le entregó su galardón, además de un regalo.

En el caso de Jongin, su medalla fue entregada por el director del departamento de deportes de la municipalidad de Busan. Escuchó los vitoreos de sus compañeros y de otras personas del público ajenas a la secundaria Baekseok. Saludó al público en agradecimiento por el apoyo y todos aplaudieron más fuerte en respuesta. Incluso los competidores, tantos los que estaban en el podio como los demás que observaban.

Tras la entrega de medallas, Jongin se había acercado donde estaba su madre.

—Muchas felicidades, hijo —sonrió Kim Ieran dándole un breve abrazo.

—Gracias, mamá —le sonrió, más relajado de lo que creía. Mentalmente, agradeció el hecho de que su progenitora no hubiera mencionado nada de aquel espectáculo en las líneas de la competencia.

Sueji no le dijo nada, con una expresión de shock.

—T-tú y... K-Ky... Kyung... —balbuceó asombrada.

—Sueji, dale a espacio a tu primo para que logre asearse —sugirió la mujer.

Jongin vio que sus compañeros le observaban.

—Madre, ¿podría presentarla a mis...?

Sueji casi corrió hacia el curso del moreno y su madre enarcó una ceja, algo divertida. Jongin evitó hacer una mueca ante el comportamiento de su prima.

Acercándose, vio que Kyungsoo palideció un poco... Y Sueji fue directo hacia el pelirrojo.

—¿Tú, Kyungsoo? —exclamó ella con asombro—. Sabía que a Jongin le gustaba mucho alguien, ¡pero jamás pensé que serías tú!

—Únete al club —murmuró Chanyeol, recibiendo un golpe por parte de Baekhyun.

Sueji tomó las manos de Kyungsoo y lo miró directo a sus ojos.

—Nunca hubiera pensado que podrías llegarle a gustar a mi primo —continuó Sue atónita—. Pero me hace muy feliz que seas tú. Además, ¡parece que a mi tía le encantas!

—¿En serio? —inquirió Kyungsoo con asombro.

—Sueji, deja de molestarlo —exclamó Jongin cuando estaba a poca distancia.

—No lo molesto, solo le doy mi bendición —se defendió la chica, para después soltar al pelirrojo y hacerle un guiño.

Todo el curso se quedó quieto cuando Kim Ieran llegó donde ellos estaban.

—Chicos, les presento a mi madre —introdujo Jongin para todos en general, aunque Minseok, Baek, Junmyeon, Chen y Chanyeol ya sabían quién era ella. Todo el mundo, casi de forma sincronizada, hizo una reverencia y la saludaron. Eran la muestra viviente de la buena educación y modales—. Mamá, este es mi curso.

—Un placer conocerlos —saludó la señora con tranquila cortesía—. Me imagino que debí ser un completo misterio para ustedes.

—Oh, sí. Bastante —confesó Sungmin, lo que le hizo ganarse los golpes y reprimendas de los demás.

Kim Ieran solo sonrió.

—Y también, madre —prosiguió Jongin, con aparente calma—. Te presento a mi novio, Do Kyungsoo.

A Kai le hubiera resultado muy cómica la situación, pero se compadeció de su ahora novio. El pánico y la vergüenza en los ojos de Kyungsoo aparecieron raudamente.

—Ahora sí nos estás presentando correctamente —le murmuró su mamá, con algo de reproche, para después sonreírle a Kyungsoo y hacer un gesto con la cabeza.

Kyungsoo le sonrió de forma tímida en respuesta, algo desconcertado.

—Kyungsoo, ¡debes contarme todo! —exclamó Sue con apremio—. Mi primo no ha querido revelar nada.

—No, en serio, deberías unirte a nuestro club, estamos todos en las mismas —insistió ahora Jongdae, aunque más serio.

—A mí igual me gustaría platicar un poco contigo, Kyungsoo —dijo Ieran con calma—. Si es que no es una molestia.

Kyungsoo asintió, mirando a Jongin. El moreno solo encogió los hombros, sin saber qué pasaba por la mente de su madre.

—Minseok, chicos —se dio vuelta el pelirrojo hacia sus amigos—. Prometo explicarles absolutamente todo hoy en la noche. Tan solo tengan un poco más de paciencia.

—Es fácil decirlo cuando la curiosidad no te está matando —murmuró Baekhyun con algo de molestia.

—Está bien, Kyungsoo —aceptó Minseok—. Pero de esta noche no te escapas.

—¡Tú también nos debes una conversación, Kai! —exclamó Yixing desde más atrás, llevándose la aprobación de los demás.

Jongin solo levantó una ceja con incredulidad ante esa exigencia. Muy bien podía tener novio en esos instantes, pero eso no significaba que ahora fueran a cambiar las cosas. Su vida privada seguía siendo de él y no era asunto de nadie saber lo que pasaba y dejaba de pasar en él.

—No se preocupen, chicos —tranquilizó Jongdae a todos—. La conversación se la sacaré de la boca aunque sea a la fuerza, y después les cuento todo.

"Buena suerte con ello, querido Sado".

* * *

Jongin tuvo que dirigirse a ducharse para quitarse ese traje, reemplazándolo con una cómoda camiseta, jeans y converse; dejando a Kyungsoo en compañía de su mamá y su prima en el parque. Pasada media hora, se acercó y Kyungsoo se despidió tanto de Sue como de Ieran con la promesa de que debía ir a cenar a la casa de Jongin antes de que su madre volviera a Hong Kong.

—Eh, Sue, ¿podrías llevarte esto? —le mostró la bicicleta del inspector Eda y su prima, respondiéndole también chino, hizo un mohín.

—¿Me has visto con cara de montacargas o qué cosa?

—Jongin, puedes decirle a uno de los guardaespaldas que lo lleven —sugirió su madre—. Nos veremos más tarde, cuida bien de Kyungsoo.

¿Quién iba a creer que el pelirrojo tenía algo innato en agradar a las personas?

Despidiéndose en medio de amables sonrisas y dejando la bicicleta con el guardaespalda, Jongin y Kyungsoo quedaron solos.

Caminaron con tranquilidad, y acercándose a los puestos de comida, pudieron apreciar cómo la gente se decidía por almorzar en el mismo parque a modo de picnic, disfrutando el fresco día. Kyungsoo sonrió como si recordara algo.

Era impresionante ver cómo las cosas cambiaban de un año a otro.

—Espera, iré a comprar una botella de agua —dijo Jongin de repente—. ¿Quieres algo?

—No, nada. Estoy bien.

Mientras Kyungsoo se dedicó a ver a los alrededores, Jongin caminó hacia los carritos de comida y vio a un niño disfrutando de una manzana confitada. De inmediato, recordó a cierto muchacho expelirrojo de 13 años comiendo ese dulce con entusiasmo y sonrió ante eso. Compró la botella de agua y la manzana, deseando ver de nuevo esa sonrisa en el pelirrojo.

—¿Una manzana confitada? —exclamó Kyungsoo cuando Jongin se la ofreció, sonriendo con los ojos brillantes.

—Sé que te gustan —le explicó.

—Pero, ¿cómo lo sabes? —inquirió el pelirrojo asombrado.

—Cuando fuimos a ese parque de diversiones en Seúl hace tres años atrás con el curso, comiste manzanas confitadas todo el día. Y sé que no son fáciles de comer.

—¿Prestaste atención a eso? —replicó Kyungsoo casi riendo.

—Me di cuenta, pero fueron más Chanyeol con Baekhyun lo que te estaban prestando atención. Llevaron la cuenta.

—¿En serio? ¿Fue por eso que Chanyeol me compró una? ¿Llevaban alguna competencia? —preguntó el chico con suspicacia.

—No sé. Probablemente. Aunque también te pudo haber comprado una porque quiso. Chanyeol hace eso mucho —sugirió Jongin.

—En serio, no era necesario —replicó Kyungsoo al ver su regalo.

—Acabas de enfrentar a mi madre. Mereces una recompensa.

Kyungsoo sonrió y agradeció, para después seguir caminando. Mientras comía su manzana, Jongin absorbía cada gesto con la mirada, con una increíble calma en su ser. Los dos se dedicaron a conversar, mayormente sobre la triatlón.

Qué tranquilidad coexistía en ellos dos. El al fin haber aclarado las cosas hacía una gran diferencia. Ya no había ese temor de ser descubiertos, de las inseguridades estúpidas o de los celos (Kai veía que evitarlos sería difícil, porque, vamos, Kyungsoo tenía un considerable círculo social). Pero, por ahora, simplemente podían disfrutar del momento.

—Hace unos días atrás estuve pensando... —comenzó a decir Kyungsoo cuando ya iban en el parque Jaemi—. Tu papá falleció en un accidente de tránsito. ¿No te trajo malos recuerdos lo de mi papá?

La confusión lo inundó. Nunca se le había pasado eso por la cabeza.

—No. Solo estaba preocupado por ti.

—Tu rostro se veía horrible —se burló el pelirrojo.

—¿Es necesario recordar malos momentos? —se quejó el moreno con un mohín—. Ya me disculpé por todo eso.

—Lo sé, lo sé. Evitaré hacerlo —pero Kyungsoo siguió riendo. Oh, ¡vamos!

—Me lo vas a sacar por siempre en cara —murmuró Jongin.

—No lo haré —aseguró el pelirrojo—. Pero solo ahora puedo reír sobre todo ello.

—Aún no termina, Kyungsoo —dijo el chico algo sombrío.

—¿A qué te refieres? —inquirió el más bajo, extrañado.

—A lo que aún falta por venir. Y lo siento mucho por eso —lamentó Jongin.

Kai estaba realmente preocupado por ello. Su bienestar no importaba ahora, le ponía algo nervioso el hecho de que Kyungsoo tal vez no pudiera lidiar con todo lo que se vendría ahora que estaban oficialmente juntos.

Su curso, la secundaria Baekseok, las secundarias de la ciudad, su propia familia... Y quiera o no, hasta esa estúpida corporación en China. Se sintió agradecido con su madre por haberlo enviado aquí...

Porque había podido conocer a Kyungsoo desde que eran niños.

Porque ahora tenía una razón para quedarse aquí y nunca más irse.

Y, estremeciéndose internamente, porque Kyungsoo estaba a salvo de los peligros de La Triada. Jongin se horrorizaba con tan solo pensar en qué clase de futuro hubiera tenido si se hubiera quedado en Hong Kong.

Kyungsoo le tomó de la mano, sacándolo de sus pensamientos y lo miró a los ojos.

—Vamos a estar bien. Ya verás —aseguró con una sonrisa.

Jongin lo miró unos instantes, más calmado, para después acercársele y darle un pequeño beso en los labios.

—Supongo que, después de todo lo que hemos pasado, esto no puede ser lo peor —comentó.

—Más daño nos hemos hecho entre nosotros a lo que nos han hecho los demás —concordó Kyungsoo con una mueca.

Y de la mano, siguieron caminando los pocos metros que les quedaban.

—¿Debes apurarte en llegar a tu casa para almorzar? —le preguntó Kyungsoo a Jongin cuando ya estaban en la reja de su hogar.

—Mi madre y Sue fueron a un restaurant, les importa poco o nada si llego a comer —replicó Jongin.

—Entonces, ¿no tendrás almuerzo? —preguntó Kyungsoo extrañado.

—No te preocupes, Lee siempre tiene algo para comer —dijo el chico restándole importancia al asunto—. Además, debo ir a dejar este bolso y quiero ir a ver la final de la semana del deporte.

—¿Y por qué no almuerzas acá? —ofreció Kyungsoo—. Si mal recuerdo, te debo una taza de café.

—Y yo te debo tu paraguas —recordó Jongin con voz baja.

—¡Verdad! —exclamó Kyungsoo—. Se me había olvidado por completo mi paraguas. ¿Por qué luces como si no hubieras querido decírmelo?

—Porque no quería decírtelo —Jongin se sintió avergonzado y bajó la mirada, sintiendo que sus mejillas ardían un poco—. Esa noche jamás pensé que terminaríamos como novios. Así que quise guardar algo tuyo para mí. Soy un idiota.

Para sorpresa del moreno, Kyungsoo solo sonrió de oreja a oreja y saltó a los brazos de Jongin, dándole un fuerte beso. Le correspondió de inmediato, olvidando su patética explicación anterior.

—Eres mi idiota —le murmuró el pelirrojo junto a sus labios, para después volver a poner los pies en el suelo.

—¿No te parece estúpido? —preguntó Jongin con suspicacia.

—Para nada —negó el chico—. Ven a almorzar conmigo, Jongin. Y así conoces a mi papá.

¿Eh?

—¿A tu papá? —inquirió seriamente.

—Yo conocí a tu mamá, las cosas deberían ser justas, ¿no? —replicó el pelirrojo—. Y mi hermano no está en casa.

—No me preocupa tu hermano —aclaró de inmediato Jongin—. Pero a tu papá...

—Mi papá es un amor —afirmó Kyungsoo—. Te prometo que no pasara nada.

—¿Y si no tenemos ningún tema de conversación? —profirió el chico a modo de evasiva.

—¿Te gusta la arqueología? —dijo Kyungsoo, mirándolo fijamente.

—Eh, sí, claro, me gusta mucho, pero...

—¿Te gusta viajar? —preguntó Kyungsoo interrumpiéndolo.

—Pueda que haya nacido en Corea del Sur, pero he crecido en Hong Kong, así que he viajado mucho...

—¿Qué opinas de la política?

—Que todos los políticos son lo mismo, sin importar el partido político. Pero, ¿no es de mala educación hablar de política?

—¿Samsung o Apple? —siguió Kyungsoo, sin responder la pregunta de Jongin.

—Mi familia tiene acciones en Samsung...

—¿Torta de vainilla o chocolate?

—¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que de chocolate.

Kyungsoo solo sonrió.

—¿Ves? Tienes muchísimas cosas en común con mi papá —afirmó el pelirrojo—. ¿Y ya te dije que él cocina muy bien?

Jongin lo miró unos segundos más, pero al final cerró los ojos con pesar y negó en derrota. Años y años pudieron haber pasado, pero Kyungsoo seguía siendo el chico más terco cuando quería.

—Está bien, tú ganas —dijo finalmente.

—¡Perfecto! —exclamó Kyungsoo con alegría, para después tomarlo de la mano y hacerlo pasar a través del portón—. Será interesante para mi papá, eres el tercer chico que traigo a comer a mi casa.

La sorpresa invadió a Jongin, haciéndole detener.

—¿El tercero? —repitió.

—Sí. Una vez invité a Jongdae —reveló Kyungsoo, mientras buscaba las llaves—. Y otra vez a Chanyeol.

"¿Y por qué ellos...? Ok, ¿qué más me he perdido en estos 6 años?".

—¿A Jongdae y Chanyeol? —repitió el chico, pero esta vez casi con enojo—. ¿Has invitado a mis dos amigos a comer?

—Sí —afirmó Kyungsoo cuando encontró por fin sus llaves, para después ver a Jongin—. ¿Por qué? ¿Estás celoso?

"¡Por supuesto que sí, Do Kyungsoo!".

Solo atinó a mirarle con seriedad.

—Jongin, los invité a comer solo por casualidad. No fue gran cosa.

"Pero, ¿por qué a ellos los invitaste antes y a mi no?... Jongin, en serio, estás siendo patético en estos momentos".

—Abre esa puerta, estoy preparado para enfrentar lo que sea —proclamó, mirando la casa casi como si fuera a entrar a una batalla.

—¿Y cómo quieres que te presente? —preguntó Kyungsoo, cuando ya estaba a punto de abrir la puerta—. ¿Por compañero, amigo o novio?

—¡¿Estás loco?! —exclamó el moreno algo asustado—. Después de todo lo que he pasado, debería tatuar en tu frente que eres mi novio.

—¿Tatuar en mi frente? —replicó Kyungsoo, atónito—. Tú eres el que tiene un club de fans, ¡soy yo el que debería hacer eso!

Oh, no, por favor, no de nuevo.

—¿En serio vamos a tener nuestra segunda pelea en lo que va de día? —preguntó Jongin cansado.

—Yo igual te quiero, Jongin —profirió el pelirrojo con ironía, mientras abría la puerta—. ¡Papá! ¡Ya llegué!

—Yo igual te quiero, Kyungsoo —dijo el chico, pero con honestidad.

Su novio solo sonrió.

Y Jongin solo se sintió el chico más afortunado del mundo. Nunca habría imaginado estar al lado de aquella persona que le dedicó una cálida sonrisa y mirada curiosa en ese primer día de clases, cuando apenas conocía Corea del Sur... Estar con él, le impulsaba a tomarlo entre sus brazos y de nunca soltarlo.

Kyungsoo estiró su mano y, Jongin le dio un suave apretón.

Y ambos entraron a casa.

—Hola papá —saludó Kyungsoo, dejando las llaves en la mesita de la sala, con Jongin siguiéndole por detrás.

—Hola cielo... —respondió su papá, desde la cocina, aún sin verlos.

—¿Mi olfato miente o es que acabas de hacer una torta de chocolate?

—Justo acaba de salir del horno, solo debo dejar que...—el señor Do entró a la sala y se percató de que su hijo menor traía a un chico como invitado—. Buenas tardes...

—Um, papá —el señor Do se percató que su hijo estaba repentinamente nervioso—. Él es Kim Jongin... mi... mi novio.

—Oh.

El adulto estaba algo desconcertado, observando al moreno.

—Es amigo de Chanyeol y Jongdae... ¿los recuerdas? —dijo Kyungsoo con suspicacia.

—Bueno... —el señor se acercó a Jongin, ofreciendo su mano—. Es un placer, finalmente.

—Kim Jongin, señor. Mucho gusto en conocerlo —ambos se dieron un amistoso apretón de manos.

—¿F-finalmente? —musitó Kyungsoo con algo de pánico.

El señor Do enarcó una ceja.

—Por favor, Jongin, toma asiento —hizo un gesto y Jongin hizo lo indicado, tratando de mantener la calma, mientras que Kyungsoo aún miraba a su padre como en shock.

El papá del pelirrojo observaba a ambos muchachos con una mueca divertida.

—Me disculpo si mi comentario los ha sorprendido —empezó a hablar—. Pero, jovencitos, besarse en la puerta de mi casa por las noches no fue algo tan sutil que digamos —el señor Do notó cómo el moreno se ponía pálido, al contrario de su hijo, que se puso rojo de vergüenza. Se mordió el labio inferior, tratando de aguantar la risa—. Así que, Jongin, espero que tus intenciones con mi hijo sean buenas...

Pero debía mantenerse serio.

Después de todo, un buen suegro tenía que intimidar al yerno, ¿no?

—S-señor, yo... —musitó Jongin, sin bajar la mirada, tragando saliva—. Señor, en serio, quiero demasiado a su hijo y...

—Ujum...

—Y no tengo intención alguna de lastimarlo...

—Papá, por favor...

—Shh, Kyungsoo, estoy hablando con tu novio.

—Y, por supuesto, solo quiero hacerlo feliz...

—Ah, bueno, hubieras empezado por ahí —y como por arte de magia, el ceño fruncido del señor Do desapareció y sonrió apaciblemente—. ¿Deseas almorzar con nosotros, Jongin?

Kyungsoo aún estaba en shock.

—¿D-disculpe? —el moreno estaba desconcertado.

Hace unos momentos, estaba siendo cuestionado con el ceño fruncido del padre de su novio, y ahora...

—¿Y te gustaría degustar el pastel de chocolate que preparé?

—¿P-papá?

—¿Sí, cariño?

—¿No estás... molesto?

—¿Debería de estarlo? Oh... Por favor —el señor puso una mano en su pecho—. Díganme que ustedes dos no lo habrán hecho...

—¡NO! —chillaron ambos muchachos, perdiendo los nervios.

—¡¿Desde cuando lo sabías?! —exclamó Kyungsoo, rojo, muy rojo.

—Oh, veamos... —el adulto en serio estaba disfrutando esto—. ¿Un día después del accidente?

—Tú... —murmuró Kyungsoo—. Claro, tú debías de estar descansando... —el pelirrojo ató cabos—. Y extrañamente te encontré en tu oficina...

El señor Do levantó ambas cejas dos veces, sonriendo.

—Y por supuesto que recuerdo a Kim Jongin, hijo. ¿Cómo iba a olvidarme que mi pequeño de 10 años, muy emocionado, me contó que un nuevo compañero había llegado de China?

—¿Muy emocionado? —dijo Jongin, superando su conmoción; para solo mirar a Kyungsoo.

—¡No estaba muy emocionado! —chilló Kyungsoo—. Oh, bueno, eso sonó mal... Me refiero a que... ¡Bah! ¡Papá, ya basta! ¡Te estás burlando de mí!

—Ha sido un placer hacerlo —el señor hizo una reverencia—. Así que... ¿Jongin? ¿Deseas almorzar con nosotros?

El moreno miró al padre de su novio y luego a Kyungsoo.

—Gracias, sí, me gustaría... —sonriendo con amabilidad.

—Estupendo.

* * *

—¿Deseas otro pedazo de torta de chocolate, Jongin? —preguntó el papá de Kyungsoo, con ese usual tono amable y cálido, dejando ya de lado la actitud anteriormente sarcástica.

—Oh, señor, estoy realmente satisfecho. Pero gracias por preguntar —respondió el moreno con sinceridad.

Do Kyungsoo los miró a ambos y su papá lo atrapó mirándole. El adulto levantó una ceja y guiñó.

—Entonces, me estabas contando que en Hong Kong...

Kim Jongin le siguió narrando las experiencias de su infancia al papá de Kyungsoo sin duda alguna. El hecho de que el moreno haya bajado sus barreras emocionales era algo sorprendente para el pelirrojo, quien miraba y sonreía, sentado al lado de su novio.

El señor Do escuchaba con atención cada palabra del moreno, a la vez que evaluaba sin ningún esfuerzo sus gestos o el cómo aquellos dos jovencitos frente a él, se miraban cada cierto rato con un brillo especial en sus ojos.

Ya había disfrutado avergonzarlos al inicio, pero ahora se mostraba muy feliz, porque era testigo de cómo su hijo era amado y a la vez, de cómo aquel chico moreno confió en él sin dudar.

Solo había un pequeñísimo gran problema.

—¡Papá, pequeño monstruo! ¡En la universidad...! —un chico entró a la casa de golpe, pero entrecerró los ojos de inmediato cuando vio al invitado—. Tú... ¿Qué haces tú aquí?

Ryeowook.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro