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15. La semana del deporte

Si había una celebración importante entre la comunidad de estudiantes de Busan, además del aniversario de la ciudad y el Festival de la primavera, esa era la semana del deporte. Todos los colegios y secundarias del lugar se unían en unas mini Olimpiadas, con deportes que iban desde el fútbol hasta el tenis de mesa.

Es decir, se daba inicio a la guerra.

A Kyungsoo le gustaba pensar que todo era sana competencia, pero al ver a sus demás compañeros sabía que se mentía a sí mismo. Los ánimos estaban a flor de piel y nadie quería perder.

Por lo demás, sabía que sería una muy larga semana para él. Al taller de canto se le había asignado abrir las olimpiadas, cantando el Himno nacional, lo que era asombroso... Pero las cosas no iban muy bien.

Primero, Krystal y sus amigas dejaron el club. Claro, a Kyungsoo esa idea no le molestaba para nada... En un comienzo. Y es que, con tan pocas semanas para cambiar las posiciones y melodías, habían estado en medio del caos tratando de sobrellevar la falta de integrantes. Y, como guinda de la torta, en el último ensayo, Tao se resfrió, quedó afónico y se lastimó la muñeca por resbalarse mientras caminaba. Eso en particular era lo que tenía al pelirrojo de más mal humor.

Para Kyungsoo, la falta de Tao era un gran, gran problema. Él era, aunque no oficialmente, el líder del grupo, por lo que su presencia siempre era necesaria. La falta de él era exactamente la peor pesadilla del pelirrojo, en especial en esta semana en particular. ¿La verdad? No lo estaba disfrutando para nada.

En la nota positiva, a su secundaria le estaba yendo muy bien en las competencias. El lunes y martes tuvieron muy buenos resultados y hoy, miércoles, se definían las finales de rugby, básquetbol, tenis de mesa y arco y flecha. Hoy también se daba inicio a las gimnasias y la natación. Y el viernes comenzaba el plato fuerte de toda la semana, el atletismo.

—Kris no jugó bien, por eso perdimos en básquet —reclamó Jongdae.

—Vamos, hombre, si ya perdimos —dijo con resignación Yixing.

—Quizás fue solo mala suerte —trató de excusar Chanyeol.

—No, no estaba jugando bien —insistió Chen—. El año pasado ganó sin problemas y este año podría haber sido lo mismo. No sé qué demonios lo tiene tan desconcentrado.

Kyungsoo escuchó a sus compañeros discutir desde su puesto y una loca idea se le cruzó por la cabeza. Quizás Kris no había competido bien porque estaba pensando en Tao. Claro, eso no tenía mucho sentido, en especial tras la pelea que habían tenido, pero era lindo pensar que esa era la razón del poco rendimiento de Kris en los últimos días. Una romántica fantasía.

El pelirrojo suspiró. Daba pena ver como una amistad que había sido tan fuerte en su momento ya no existía. Por suerte, Tao de a poco lo estaba superando. No solo el perder a su mejor amigo, sino que también luchar contra sus sentimientos. Sin embargo, Kyungsoo solo conocía una parte de la historia. Quién sabe lo que esté pasando por la cabeza de Kris. Quizás para él también el asunto era difícil.

—¿Por qué esa cara, Kyungsoo? —preguntó Minseok cuando se sentó en su puesto.

—Pensaba en dos personas y en la linda pareja que harían. O que pudieron haber hecho, al menos —contestó el pelirrojo con sinceridad.

—Bueno, gracias a ti Luhan y Sehun están juntos ahora, quizás puedas hacer algo al respecto con esas otras dos personas —comentó su amigo.

Kyungsoo hizo una mueca al escuchar eso, volviendo a recordar el día de la pelea.

Por suerte para el pelirrojo, Sehun no lo quiso matar por haber revelado sus sentimientos a Luhan. No tuvo tiempo para eso. Tras la pelea, el chico solo podía pensar en el dolor y en las explicaciones que tendría que dar a sus padres. Ni siquiera era consciente de que Luhan sabía sobre su enamoramiento. Fue hasta el otro día que se enteró de lo que estaba realmente pasando.

Sehun, más que sentirse enojado, se sentía avergonzado. Lo que era una verdadera ironía cuando se tenía en cuenta su altura. Un gigante enamorado, eso era. Lo peor es que ni siquiera sabía cómo Luhan se había enterado. Kyungsoo no había ido clases en los siguientes tres días tras el accidente de su papá, por lo que no le había podido explicar nada.

Sin embargo, para cuando Kyungsoo volvió a clases, muchas cosas habían cambiado.

No sabía cómo o cuándo, pero para su regreso vio a Sehun compartiendo los recreos con Luhan y saliendo de clases juntos al final del día. Para la semana siguiente ya eran inseparables. Sehun adoraba a Luhan y, por su parte, el chico con ojos de venado estaba de a poco aprendiendo a quererlo a él. Y cuando la gente se enteraba de todo el tiempo que Sehun estuvo secretamente enamorado de Luhan y del tiempo que tuvo que esperar, solo agregaba más romanticismo a su historia.

Kyungsoo solo podía estar agradecido de que todo haya resultado bien. En especial porque, al haber sido él quien reveló los sentimientos de Sehun a Luhan, se hubiera sentido muy culpable si las cosas se hubieran desarrollado de forma contraria.

—¿Vas a estar para las clases de la tarde? —preguntó Minseok.

—No, iré a presentar una canción para la competencia de gimnasia rítmica —respondió el pelirrojo—. Aunque no me anima para nada. Realmente extrañamos a Tao.

—¿Y hasta cuándo él tiene licencia? —quiso saber Minseok.

—Hasta para un mes más, si mal recuerdo. Nada de ejercicio físico y muchas bebidas calientes. Pero supongo que no me debería quejar tanto, él de seguro lo está pasando peor que yo.

—Es una verdadera lástima, la verdad —coincidió Minseok—. En especial en esta semana. ¿Contra quién compiten en la tarde?

—Contra la secundaria Araiso —suspiró con lamento Kyungsoo.

—¿Tan malo es? ¿Son muy buenos en gimnasia rítmica?

—No, su grupo de coro son los buenos.

Y sin Tao ni cinco integrantes del club, de seguro tendría una larga tarde. Dios, jamás pensó que iría a extrañar la presencia de Krystal, ¡en serio!

—¿Arreglaste lo de tu bicicleta? —se escuchó a Jongdae preguntar.

Kyungsoo levantó la mirada. Jongin entraba al salón y parecía tener peor humor que el de él. Lucía estresado y cansado. Exactamente lo que no tenía que lucir días antes de una triatlón.

—No. Mañana me dan una respuesta. Lo mismo que me dijeron ayer.

Extrañamente, la expresión de fastidio del pelinegro hizo sonreír a Kyungsoo.

—Saben que tienes que competir con esa bicicleta en la triatlón, ¿no? —preguntó Chanyeol.

Jongin solo se limitó a observarlo con una mirada que decía "obvio", para después sentarse en su puesto, cubrir su rostro con sus manos y tomar aire profundamente. Era como si estuviera tratando de controlarse a sí mismo.

Kyungsoo lo miró con lástima. Esta triatlón le estaba causando más problemas que satisfacciones. Aun así, no pudo evitar pensar en lo fácil que sería para Jongin arreglar su problema realmente. Es más, él podría comprar una bicicleta profesional esa misma tarde, la más costosa del mercado, y asunto solucionado. Con lo que poseía su familia probablemente un costo como ese sería como comprar un helado.

A Kyungsoo le tomó mucho tiempo tratar de asimilar los antecedentes familiares de Jongin. No por lo de su padre ni que su muerte haya sido un posible asesinato, ni siquiera por el hecho de que viviera alejado de su familia para ser protegido de la mafia china.

Lo que más le había chocado era que su compañero de clases, ese chico que llevaba años sentado detrás de él, tenía acceso a más poder que todas las personas de Busan juntas. Eso le intimidaba como nada.

Chaung Kongs era un gigante asiático.

La mamá de Jongin, Kim Ieran, era la mujer más poderosa de toda Asia. Una de sus hermanas estaba casada con un prestigioso político surcoreano y la otra con un millonario francés. Era tan irreal, que Kyungsoo pensó seriamente por un momento que Jongin le había mentido.

Esa no podía ser su familia. Sin embargo, ahí estaba la verdad.

Era tan impresionante que por dos días no pudo ni ver a Jongin a los ojos.

Para su sorpresa, cuando Jongin se percató de lo que le estaba pasando solo se limitó a sonreír, como si hubiera estado esperando esa reacción.

—Si te hace sentir mejor, a Chanyeol le tomó medio año aceptar que esa es mi familia —le comentó el pelinegro.

—Dios, ¿no te das cuenta? —exclamó Kyungsoo con exasperación—. Podrías estar en la mejor secundaria de Corea. O de China. ¡O del mundo!

—¿Y por qué querría eso? —preguntó el chico con curiosidad.

—¡Porque puedes! —casi gritó el chico con incredulidad—. Podrías tener casi cualquier cosa que quisieras.

—Lo que quiero no me lo puede dar ni toda la fortuna de mi familia junta, Kyungsoo —dijo Jongin observando enigmáticamente al chico.

Esa indirecta no pasó desapercibida para Kyungsoo. De inmediato quedó en silencio y sintió que se sonrojaba un poco. Él sabía exactamente qué es lo que él quería. Y qué persona podía proveérselo.

Pero, Dios... Le daba tanto miedo hablar.

Jongin ya había confesado sus sentimientos hacia él. Y, como si eso no fuera poco, se lo demostraba todos los días en incluso lo más pequeños gestos. Su paciencia y su decisión de no presionarlo eran tan admirables que solo hacía que él se enamorara más y más de Jongin.

Si tan solo él pudiera hacer lo mismo con Kai...

Kyungsoo sabía muy bien cuáles eran sus sentimientos.

Estaba completamente enamorado de Kim Jongin.

Sin embargo, ahí estaba él, con la felicidad en la punta de sus dedos, pero sin esforzarse en alcanzarla.

El chico volvió a mirar a Jongin, quien aún cubría su rostro con sus manos. Sabía cuál era el problema. Le daba miedo volver a ser lastimado. Había dolido tanto que a su mente le aterraba volver a pasar por lo mismo. Pero ahí estaba su corazón, diciendo con cada latido que hablara.

Que no cometiera el error de dejar a ese chico escapar.

—Al menos el Inspector ofreció prestarte su bicicleta —comentó Yixing tratando de mejorar los ánimos.

—Lo sé —afirmó el pelinegro—. Pero estoy mucho más acostumbrado a mi bicicleta. Con la que entrené por tanto tiempo. Debí haber arreglado este asunto hace mucho tiempo atrás —se lamentó el chico.

—¡Muy bien! ¿Quién viene conmigo de compras después? —exclamó Sueji entrando al salón tal cual un torbellino.

Kyungsoo pudo jurar que escuchó a Jongin lamentarse aún más.

—¿Baekhyun? ¿Sunny? —preguntó Sue—. Oh, ¡de seguro tú vienes, Minseok!

El pelirrojo estuvo tentado a reír. Sueji siempre lo asombraba con su personalidad tan franca, poseyendo una determinación impresionante. Si quería algo, ella iba y lo buscaba, sin siquiera pensarlo mucho. Y si Kim Sueji quería que alguien la acompañara de compras esa tarde, era de seguro que encontraría a alguien.

Quizás Kyungsoo necesitara aprender un poco más de ella.

—Oh, Dios, ¿por qué tienes esa cara Jongin? —exclamó Sue de repente con preocupación.

Tanto Minseok como Kyungsoo rieron esta vez. No pudieron resistirse. Sue era tan volátil e infantil que a veces que era imposible saber o predecir lo que saldría de su boca de un momento a otro.

—No pasa nada, Sue —replicó Jongin con voz cansada.

—¿Sabes que "No pasa nada" es la más grande mentira utilizada por las mujeres? —dijo Sue como si le estuviera hablando a un niño pequeño.

—Pero yo soy un hombre —refutó el pelinegro.

—En tu caso eso es completamente irrelevante.

—Oh, ¡cómo te extrañaba mujer! —exclamó Jongdae con felicidad.

Jongin le dedicó una mirada asesina a su amigo. Kyungsoo se preguntó seriamente cuánto más el pelinegro iría a resistir. Se veía tan infeliz y agotado...

—¿No tienes que ir a molestar a otro lado, Sue? —preguntó Jongin casi con un gruñido.

La chica observó la hora en su celular y chilló.

—¡Tienes razón! Ya va a partir su clase. Entonces, ¿vienes conmigo, Minseok? —preguntó Sue.

—Lo siento, pero iré a buscar a Kyungsoo a la secundaria Araiso para cuando termine la final de gimnasia rítmica.

¿En serio Minseok iba a hacer eso? Kyungsoo miró extrañado a su amigo pero no dijo nada al respecto.

—Es una lástima —dijo con pena—. Eres el mejor eligiendo ropa.

Al escuchar eso Minseok sonrió a más no poder. Sue lo había halagado de la mejor forma posible.

—¡Adiós! ¡Nos vemos en la tarea, Kai! —se despidió la chica saliendo del salón.

Y así, de nuevo la paz y tranquilidad volvieron al salón.

—¿En serio vienes a buscarme después, Minseok? —preguntó con curiosidad Kyungsoo.

—Lo siento, eso fue una excusa —respondió con algo de culpa—. Aunque hasta que no llegue a mi casa no estaré a salvo. Ya sabes cómo es Sue.

Oh, Kyungsoo lo sabía muy bien. En la lista de sus 10 más grandes locuras (Al menos dentro de lo que él consideraba locuras), en alrededor de siete de ellas Sueji estaba involucrada de un modo u otro. Y eso que ella visitaba Corea del Sur solo un par de semanas al año.

—¡Ganamos en Arco y flecha! —anunció con felicidad Baekhyun al entrar al salón.

Todos los que estaban ahí gritaron con alegría. Sabían que arco y flecha siempre era ganado por la secundaria Araiso, así que ganar este año era verdaderamente un evento extraordinario.

—¡Y eso que Yoona tuvo problemas con su arco antes de la competencia! —agregó Luhan.

—Pues yo voy por el mismo camino de Yoona si no soluciono lo de mi estúpida bicicleta —murmuró Jongin.

De seguro eso solo lo escucharon Jongdae y Kyungsoo. El pelirrojo incluso apostaría a que Jongin lo dijo sin siquiera pensarlo. Realmente quería darle un abrazo. ¡Estaba tan abatido!

—Todos a sus puestos —anunció la profesora al entrar.

En segundos todos se sentaron y guardaron silencio.

—Lo sé, de seguro quieren celebrar, pero tendrán tiempo para eso después de clases —dijo la profesora observando el libro de clases—. Kyungsoo, puedes retirarte. ¿Qué vas a cantar esta vez?

Missing you, de ‪Fly to the sky.

Los ojos de la profesora tomaron un brillo y sonrió.

—Mucha suerte en tu presentación.

—Gracias, profesora —respondió Kyungsoo.

El chico rápidamente tomó sus cosas y las puso en su mochila. En ese instante cruzó su mirada con Jongin, el que lucía más serio que de costumbre.

No pudo evitar dedicarle una pequeña sonrisa.

Él estaba teniendo una mala semana y podía tener una muy clara idea de lo que él estaba pasando en estos momentos. Para su infinita alegría, pudo ver como la mirada del pelinegro se volvió más dulce en respuesta.

Kyungsoo sonrió aún más, para después despedirse de Minseok y sus amigos a la distancia y salir del salón. Iba a ser una tarde muy dura, pero nada le iba a arruinar su buen humor ahora.

***

La tarde no se desarrolló de forma tan horrible como Kyungsoo esperaba. Aunque en gimnasia su secundaria no ganó (¡Con solo una diferencia de tres puntos!), el grupo de coro había hecho una presentación bastante limpia. Kyungsoo no podría pedir más.

Y no, Minseok definitivamente no fue a buscarlo cuando todo terminó. Aunque gran parte de su regreso a casa lo hizo con sus compañeros, por lo que tampoco se sintió tan solo. No podía esperar para llegar a casa y darse una ducha relajante. Además, al otro día no tendrían clases en la mañana, por lo que podría dormir varias horas más.

Al llegar a su hogar, Kyungsoo saludó rápidamente a su papá, quien estaba preparando té, y fue al baño a darse una ducha y cambiarse de ropa. El señor Do le ofreció algo de comida, pero Kyungsoo no tenía apetito. Solo quería dormir un rato. Estaba cansado y sin energías en el cuerpo.

Sin embargo, el pelirrojo no alcanzó ni a poner su cabeza en la cama para cuando sonó su teléfono. No se molestó en contestar. Solo quería desconectarse del mundo.

Pero, sea quien sea la persona que lo estaba llamando, no tenía ninguna intención de dejarlo en paz. Por lo que, tras ocho llamadas perdidas, Kyungsoo se rindió y fue en busca de su celular. Minseok lo llamaba.

—Dime que pasa algo importante —dijo el chico sin saludar.

La respuesta que recibió fue música desde el otro lado. El tipo de música que se escucha en una fiesta. ¿Minseok en una fiesta a las 8 de la noche en plena semana?

—Minseok, ¿estás bien? —preguntó Kyungsoo algo preocupado ahora.

¿Kyungsoo? ¡Kyungsoo! —exclamó su amigo con alegría—. Ay, Kyungsoo...

Oh, Dios santo.

Minseok no solo estaba en una fiesta, sino que también estaba borracho. ¿De qué se había perdido mientras estaba fuera de clases? El pelirrojo ni siquiera podía formular una mínima explicación lógica para lo que estaba pasando.

Ay, Kyungsoo, hay tanta gente acá —suspiró Minseok como si estuviera de vacaciones.

—Minseok, ¿Dónde estás? —preguntó Kyungsoo.

No sé... ¿Una casa? —sugirió—. Aunque no luce como una casa, no hay muebles.

No seas tonto, ¿no ves que sacaron los muebles? —exclamó alguien a lo lejos.

¿En serio? —dijo Minseok asombrado—. Entonces puede ser una casa, ¿no te parece inteligente que hayan sacado los muebles, Kyungsoo?

Si Kyungsoo hubiera podido abrir más los ojos o la boca, de seguro lo hubiera hecho. ¡Minseok estaba totalmente embriagado! Y si su oído no le fallaba, el dueño de la voz de la otra persona que había hablado era Junmyeon.

Y no se había escuchado como si estuviera en mejor estado que su amigo. Lo que le hacía pensar, ¿cuántos más de sus amigos estaban al otro lado del celular?

Kyungsoo se sentó en la cama y frunció el ceño. Solo había visto a Minseok dos veces en su vida borracho. Una fue a la semana después de terminar con Jongdae (aunque Kyungsoo no podía culparlo mucho por eso). Y la otra...

El pelirrojo cerró los ojos con pesar al percatarse de lo que estaba realmente pasando. La segunda vez que Minseok se emborrachó lo recordaba perfectamente, como también recordaba la razón por la que terminó haciéndolo. O la persona, mejor dicho.

—Minseok, ¿estás con Sue? —preguntó Kyungsoo, aunque ya sabiendo la respuesta.

¿Estoy qué? —respondió algo confundido. La música tampoco ayudaba mucho.

—Si estás con Sueji —repitió Kyungsoo más fuerte.

—¿Sueji? No sé dónde está Sueji —replicó Minseok.

—¡Está con Baekhyun! —gritó Junmyeon

—¿Baekhyun está aquí? —preguntó Minseok con asombro.

Kyungsoo volvió a cerrar los ojos con lamento. Esta conversación no estaba yendo a ninguna parte. Y si Minseok lo estaba llamando para que él fuera a esa fiesta, eso no iba a suceder en ningún futuro cercano. No un miércoles por la noche, al menos.

—Kyungsoo, ¿cuándo vas a llegar? —preguntó Minseok de repente.

"En ningún momento", respondió mentalmente el pelirrojo. Aunque no podía decirle eso a su amigo en su estado.

—Estoy en mi cama, ya voy a dormir —se excusó el chico finalmente.

—¿En la cama? ¡Pero si es tan temprano!— Dijo Minseok con extrañeza.

—También es temprano para estar tomando, ¿no crees? —murmuró Kyungsoo, aunque más para sí mismo.

—¿Cómo dijiste? —preguntó casi gritando.

—¡Qué fue un día muy largo! —exclamó esta vez el pelirrojo.

—Pero, Kyungsoo, están todos aquí —señaló Minseok casi con pena—. Y si Tao está acá son su brazo lastimado, ¿por qué tú no?

No seas tonto, Minseok, Tao se lastimó su muñeca —lo corrigió Junmyeon con algo de burla

—Brazo, muñeca, dedo, pierna, da lo mismo. Ese no es el punto —refutó el otro.

Kyungsoo ya no sabía que le asombraba más. Que Tao también esté en esa fiesta, o que Minseok, Junmyeon, Baekhyun, y muy probablemente Luhan, estén en una fiesta un miércoles a las 8 de la noche y ya completamente embriagados. Lo que le hacía pensar, si él no hubiera ido a cantar para la competencia de gimnasia rítmica, ¿estaría en esas mismas condiciones ahora?

Vamos, Kyungsoo, si está divertido —trató Minseok de persuadirlo otra vez.

—Probablemente no —replicó Kyungsoo con sinceridad. En especial si él era la única persona sobria en el lugar. Tampoco es que él tomara mucho de todas formas.

Entonces, tendremos que ir a buscarte a tu casa, ¿no crees, Junmyeon? —dijo finalmente Minseok.

Oh, no.

Eso no iba a pasar.

Tanto Minseok como Junmyeon jamás le perdonarían que su padre los viera borrachos. Eso y que, si ya sobrios ellos eran muy buenos obligándolo a ir a fiestas, emborrachados serían insoportables. Y ni hablar si viene Baekhyun con ellos.

—¡No! —exclamó Kyungsoo rápidamente—. No, no. Iré a la fiesta. ¿Dónde están?

—Ya te dije, en una casa —respondió Minseok, para después reír.

—Bien, pero ahora sé más específico. ¿Qué casa? —volvió a intentarlo el pelirrojo.

—No sé, aunque conozco la calle de afuera. Pero no sé por qué.

Era hora de dar inicio al plan B. Minseok no le iba a dar ninguna respuesta sensata en estos momentos.

—Está bien, no te preocupes. Ya veré como llego allá —dijo Kyungsoo, buscando un sweater en su closet.

—¿Pero en serio vas a venir? – Preguntó Minseok con algo de sospecha.

—En serio. Si no, llámame —aseguró el pelirrojo, ahora buscando zapatos.

Oh, Kyungsoo. Me alegra tanto que vengas. ¡Nos vemos después! —se despidió su amigo, para después cortar.

—No es que me hayas dado mucha opción —murmuró Kyungsoo con desgana.

Sin embargo, antes de averiguar dónde demonios estaban metidos sus amigos, primero debía solucionar otro problema. ¿Cómo iba a salir de su casa?

Claro, usar el árbol que da a su ventana era fácil, pero tendría que dar muchas explicaciones si su papá lo llegaba a descubrir. Sería mejor decirle directamente que iría a ver a Minseok, pero ¿y si su padre llamaba a la casa de su amigo más tarde?

Vaya dilema. Kyungsoo comenzó a pensar en miles de excusas mientras bajaba las escaleras y se dirigía a la cocina. Sin embargo, el señor Do no se encontraba ahí. Fue a la oficina de su papá, pero tampoco ahí estaba. Iba a dirigirse a su pieza pero, al pasar por el living, lo encontró ahí medio dormido en el sofá con el televisor prendido.

Kyungsoo se acercó de a poco, pero su papá debió haberlo sentido porque abrió sus ojos. Se veía cansado y con mucho sueño.

—¿Te quedaste dormido? —preguntó el pelirrojo con inocencia.

—Así parece —respondió su padre, para después ver su reloj—. Supongo que es muy temprano para irme a acostar, ¿no?

Y como un regalo del cielo, Kyungsoo sabía exactamente como salir de su casa. Y lo haría por la puerta principal.

—Claro que no, papá. Si tienes sueño, ve a acostarte —insistió el chico—. Yo solo vine a buscar té, pero me iré a la cama pronto. Estoy agotado.

—Sigue siendo temprano —repitió el señor Do, aunque con un bostezo.

Kyungsoo se dirigió a la cocina para "preparar" su té mientras trataba de pensar. Su padre era cualquier cosa menos tonto. Si no hacía esto bien, iba a sospechar rápidamente que algo estaba pasando. Tal vez él no fuera a decir nada, pero Kyungsoo no quería preocuparlo.

—¿Quieres que prepare yo tu té? —ofreció el señor Do entrando a la cocina.

—No, no te preocupes —dijo el chico sacando algunas hojas de té de un tarro.

—Iré a acostarme, no sé qué me pasa hoy —murmuró su padre rindiéndose ante el sueño.

Kyungsoo tuvo que usar todo su autocontrol para no gritar con triunfo.

—Buenas noches entonces, papá —dijo Kyungsoo con tranquilidad poniendo agua a la tetera.

—Buenas noches, hijo. Nos vemos mañana —se despidió el señor Do y se dirigió a su pieza.

El pelirrojo siguió preparando su té hasta que estuvo seguro de que su papá estaba en la cama acostado. Cuando sintió la puerta de su pieza cerrarse, botó el té en el lavabo y con cuidado se dirigió a su dormitorio. No sabía qué demonios había pasado o como había todo resultado tan bien, pero no iba a dejar pasar la oportunidad.

Ahora solo quedaba solucionar el segundo problema que tenía en sus manos. ¿Cómo se supone que iría a llegar a la famosa fiesta si ni siquiera sabía dónde se realizaba?

Pero, como ya había pensado en eso antes, tenía un plan B. Así que tomó su celular y comenzó a buscar entre los contactos. Solo había una persona que de seguro estaba en esa fiesta y aún en sus sanas facultades. Kyungsoo lo sabía muy bien.

Al encontrar el número lo marcó y se sentó en su cama esperando que contestaran del otro lado. Estaba a punto de cortar cuando sintió que respondían.

Leí tu nombre en la pantalla al menos unas tres veces. Ni siquiera sabía que seguías teniendo mi número —la voz tenía un tono lastimero, como si hubiera sido herido.

—Ya, como si eso de verdad te molestara, Jongdae —replicó Kyungsoo sin alterarse.

—No, pero tengo derecho a quejarme, ¿No?

—Tú igual podrías haberme llamado alguna vez, ¿sabes? —contraatacó el chico siguiendo su juego.

—Touché, querido —Chen aceptó la derrota—. Bien, hablando en serio, ¿pasa algo?

—Más o menos. Supongo que estás en una fiesta en estos momentos, ¿no?

Pues, para tu y mi sorpresa, no lo estoy. ¿Hay alguna fiesta a la que no fui invitado en estos momentos? —preguntó Jongdae fingiendo enojo.

—Eso creo. Minseok me llamó todo borracho y quiere que vaya a una fiesta en no sé dónde.

Lo siento, dejé de escuchar cuando dijiste que Minseok estaba borracho —exclamó con fascinación el chico.

—Sí, bueno, pensé que tú sabías donde estaban pero veo que no —suspiró con resignación el pelirrojo.

Que no esté en susodicha fiesta no significa que no pueda averiguarlo —replicó Jongdae casi como si lo hubieran insultado.

—¿En serio puedes averiguarlo? —inquirió el chico con suspicacia.

Querido, no sabes con quien hablas. Déjame hacer unas llamadas y te envío un mensaje con la ubicación.

Kyungsoo suspiró hondamente agradecido. Jongdae le iba a ahorrar muchísimo tiempo y llamadas telefónicas si podía averiguar eso.

—Muchas gracias, Jongdae —agradeció el pelirrojo.

—Ningún problema. Además, quiero ver a mi perfecto Minseok pasado de copas. Será interesante —dijo el chico con malicia.

—Jongdae... —comenzó a hablar el pelirrojo con tono amenazante, pero fue interrumpido.

—Nos vemos después —se despidió el chico cortando la llamada.

Quizás Kyungsoo no debió haber revelado que Minseok estaba borracho. Aunque tampoco se podía imaginar a Jongdae molestándolo por eso. Después de todo, Minseok había visto a su exnovio en mucho peor estado durante su noviazgo. Vamos, ¡hasta él lo había visto más que embriagado!

Kyungsoo no tuvo que esperar mucho pues recibió un mensaje a los pocos minutos. Leyó la dirección al menos unas cuatro veces. La fiesta estaba siendo celebrada muy cerca de su casa. Tuvo una leve sospecha de donde era, pero no podía ser. Aunque Minseok dijo que Tao estaba ahí...

Rápidamente revisó no olvidarse del celular, las llaves y algo de dinero; y bajó las escaleras con cuidado. Despertar a su padre era lo último que quería en esos instantes. Se puso sus zapatillas y salió de su casa haciendo el más mínimo ruido posible. Incluso se preocupó de que la reja no sonara al abrir o cerrar. Solo para cuando estaba dando la vuelta en la esquina de su calle se relajó. Aunque no iba a tentar su suerte, debía volver temprano.

Volvió a leer la dirección en su celular y buscó la casa. Sin embargo, la verdad, sin la ayuda de Jongdae hubiera encontrado la fiesta igual. Habían muchos chicos de su secundaria en los alrededores y en menos de quince minutos ya estaba en frente de la casa que buscaba. Ahora lo que antes había sospechado era una realidad total.

Esa era sin duda la casa de Tao.

Kyungsoo estaba tan asombrado que ahora ni siquiera le preocupaba que sus amigos estuvieran borrachos o semiconscientes. Bueno, quizás por Minseok tuviera aún un poco de preocupación, él tomaba alcohol casi nunca. Aun así, el hecho que esa fuera la casa de Tao y que fuera él el dueño de la fiesta era lo que más le intrigaba.

Tao no era el tipo de personas que hacía una fiesta de este tipo a estas horas del día y en medio de la semana. De ningún modo.

Casi esperando estar equivocado, Kyungsoo entró con cuidado a la casa. Por la cantidad de personas dentro, la cantidad del alcohol y el ruido de la música, el pelirrojo estaba francamente sorprendido que ninguno de los vecino haya llamado a la policía aún. Aunque probablemente eso iría a pasar pronto.

—¡Kyungsoo! —exclamó alguien—. ¡Pensé que no vendrías!

Kyungsoo buscó esa voz en la multitud y vio a Sueji acercándose con una sonrisa. Síp, ella definitivamente era la que estaba detrás de que sus amigos estuvieran acá. Y si no hubiera sido por su presentación en la tarde, de seguro él hubiera terminado acá también.

—¿Has visto a Minseok? —le preguntó.

—Sí, creo... —Sue buscó entre la multitud—. Estaba con un chico la última vez que lo vi. Pero no te preocupes, lo están pasando bien —sonrió aún más la chica—. ¿Quieres?

Sueji le ofreció un vaso que llevaba en su mano. Oh, no, Kyungsoo no iba a caer en eso. Tomó el vaso, pero no bebió de él. Solo necesitaba que sus amigos lo vieran y después podría volver a su casa. Después de todo, su papá pensaba que estaba acostado en su cama en estos instantes.

—Gracias, iré a buscarlos entonces —agradeció Kyungsoo.

—Oh, de nada —replicó Sue.

Por la forma que lo miraba, Kyungsoo podría jurar que Sueji sabía exactamente lo que él estaba haciendo aquí. Y que no era precisamente pasarla bien. Kyungsoo sonrió y negó con su cabeza. Bien podría culpar a Sue de lo que estaba pasando pero, la verdad, eran sus amigos los responsables de sus acciones.

Sue levantó su vaso y le hizo un guiño. Kyungsoo le sonrió en respuesta. A quien engañaba, él jamás podría estar enojado con ella.

Encontrar a Minseok le estaba tomando más tiempo de lo que le había tomado llegar a esa fiesta. Con toda la gente y el ruido, más tiempo pasó observando la casa y sus decoraciones que encontrando señales de vida de alguna de sus amigos. Se dirigió al patio para poder llamar a alguien pero, cuando vio a Tao sentado bajo el único árbol del patio con la pena cubriendo completamente su rostro, dejó a Minseok y compañía en segundo plano. Era obvio que Tao lo necesitaba más.

—Parece que tu muñeca está mejor, ¿No? —bromeó Kyungsoo cuando estaba a pasos de él.

Tao levantó la cabeza con sorpresa, pero la pena volvió rápidamente. Kyungsoo vio que suspiró hondamente.

—He cometido un grave error, Kyungsoo —se lamentó Tao, con la voz ronca y cerrando los ojos con pesar.

—¿Lo dices por la fiesta? Porque, si es así, es todo un éxito —replicó el pelirrojo con tono ligero.

—Dije que si Kris perdía en básquet haría una fiesta en mi casa —confesó Tao con pena—. Y ya ves, acá estamos.

—Pero, ¿Por qué hiciste eso? —preguntó Kyungsoo ahora más serio.

—No sé... Quizás porque quería lastimarlo —respondió el chico.

Incluso Kyungsoo sabía lo competitivo que era Kris y lo importante que era el básquet para él. Que Tao esté haciendo una fiesta por su derrota, en especial, él, que había sido su mejor amigo por tanto tiempo, era un golpe bajo. Kyungsoo se le acercó más y se sentó a su lado.

—¿Estás arrepentido, entonces? —inquirió el pelirrojo.

—Por supuesto que sí. Si Kris se entera me va a matar. Ya no seremos amigos, pero sé lo importante que era este campeonato para él. No sé porque lo hice.

—¿Y por qué sigues con la fiesta? Podrías llamar a la policía y todos tendrían que irse —ofreció Kyungsoo.

—No. Siempre cumplo con mis promesas y no seré yo el que termine esto —replicó el chico con determinación—. En realidad, estoy esperando que alguno de mis vecinos se anime a llamar a la policía. No sé por qué han demorado tanto.

—Podríamos romper una ventana y así estarían obligados a llamar, ¿no crees? —sugirió Kyungsoo como si lo pensara muy en serio.

—Eso ya lo pensé —dijo Tao con una mueca.

Kyungsoo suspiró. Tao tenía solo un defecto y ese era su orgullo. Aunque, al menos, era capaz de reconocer sus errores. Solo que no en frente de las personas correctas. Kyungsoo necesitaba terminar esa fiesta de algún modo. No solo ayudaría a Tao, sino que también a sus amigos. Los que aún debían estar en alguna parte de ese desorden, ¿no?

—Bien, como no lo harás tú, lo haré yo —anunció Kyungsoo levantándose—. Llamaré a la policía y solucionaré los problemas de todos. Incluidos los míos.

—Verdad, ¿qué haces aquí, Kyungsoo? —preguntó Tao con curiosidad.

—Minseok y Junmyeon están acá en evidente estado etílico. Y es muy probable que Baekhyun y Luhan también. Así que vine a salvar el día —explicó el pelirrojo buscando su celular en su bolsilo—. O la noche. Aunque, ¿qué pasa si al llamar a la policía te metes en problemas? —preguntó Kyungsoo de repente con preocupación.

—Me lo merezco. Dale, llama a la policía —insistió Tao levantándose también.

Kyungsoo comenzó a marcar el número de la policía. Antes de llamar, miró a Tao una última vez y este asintió. Con ese último incentivo, el pelirrojo apretó el botón verde y esperó unos segundos.

Buenas noches, policía de Busan, ¿Cuál es su problema? —dijo una voz femenina.

—Buenas noches, mis vecinos están teniendo una fiesta en su casa y hay mucho ruido. Estoy tratando de hacer dormir a mi bebé y podría jurar que hay menores de edad en el lugar bebiendo alcohol.

Tao tuvo que reprimir la risa, mientras Kyungsoo se esforzaba en mantener la seriedad. Todas esas películas y series donde los protagonistas llamaban a la policía estaban dando sus frutos en estos instantes. La policía le pidió una dirección y Tao le indicó la de sus vecinos. En 15 a 20 minutos más estarían ahí.

—Bien, ahora solo hay que esperar y todo habrá terminado —sonrió Kyungsoo.

Tao le dio un aplauso golpeando su mano buena con su pierna (Pues su otra mano aún estaba afectada por su muñeca lastimada) y el pelirrojo hizo una reverencia, como si acabara de terminar una obra teatral. Lo único que le hacía sentir mal era que Tao estaría en problemas. Pero el chico volvía a estar feliz, por lo que Kyungsoo se relajó.

Aunque, claro, la felicidad no duró mucho.

Se estaban dirigiendo de vuelta a la casa cuando se percataron de que algo estaba pasando. La música seguía fuerte, pero las personas ahí estaban serias y preocupadas. Kyungsoo había estado ahí apenas unos minutos antes y las cosas ahí eran muy distintas.

Y era demasiado pronto para que la policía llegara.

Con extrañeza, ambos chicos se miraron para después mirar a la multitud. Y todos los miraban a ellos. No, a él. Kyungsoo rápidamente se percató de que ellos miraban a Tao. Aunque el pelirrojo no sabía si era preocupación o miedo lo que había en sus miradas.

¿Qué había pasado mientras estaban en el patio?

—¡Kyungsoo! —exclamó Minseok desde una esquina—. ¡Pensé que no vendrías!

Minseok lucía pasado de copas, pero no tan mal como Kyungsoo había imaginado. Es decir, se había preocupado más de la cuenta. Aunque al mismo tiempo le hacía feliz verlo en buen estado.

Su amigo se le acercó y le dio un abrazo. No había nada malo con eso, hasta que Minseok le susurró en el oído.

—Kris está acá —reveló el chico.

Kyungsoo abrió grande los ojos y miró a su amigo con preocupación. Eso explicaba el cambio de humor en el ambiente. El pelirrojo cruzó su mirada con Tao y este lo miró frunciendo el ceño.

Kyungsoo no sabía cómo decirle de forma amable lo que estaba pasando.

O lo que iba a pasar.

—¿Dónde está? —gritó alguien a lo lejos.

El miedo y el nerviosismo invadieron los ojos de Tao en menos de un segundo. Kyungsoo solo cerró sus ojos con pesar.

Kris estaba cerca y sonaba muy, muy enojado.

—Oh, ahí estás Tao —dijo Jongdae entrando al lugar con una muy rara expresión de preocupación en su rostro—. Jongin y Chanyeol están tratando de controlar a Kris, pero en serio que tiene planes de matarte. ¿Qué has hecho ahora, pequeño panda?

—¿Pequeño panda? —preguntó Minseok extrañado.

—Es de cuando estábamos en el grupo de scouts siglos atrás —explicó rápidamente Tao.

—¿Estuviste en el grupo de scouts? —preguntó esta vez Minseok a Jongdae.

—Me pareció útil saber cómo armar un campamento —respondió Chen levantando los hombros.

—Aunque solo duraste un semestre —reveló Tao con tono acusatorio.

—Tenía muchos códigos, me aburrió. ¿Y cuánto duraste tú? ¿Un año? —inquirió con ironía Jongdae.

—Kris está en alguna parte de esta casa con intenciones de asesinar a Tao, ¿y ustedes hablan de lo mal scouts que fueron? —interrumpió Kyungsoo serio.

Tanto Jongdae como Tao guardaron silencio.

Jongin y Chanyeol solo le estaban dando unos segundos más de paz, pero si no hacían algo ni siquiera se quería imaginar el espectáculo que habría en ese lugar. Y la policía venía en camino...

—¡Muévete, Kai! ¿Dónde demonios está? —volvió a gritar Kris.

Estaban en la sala de al lado. Las personas que estaban en el lugar comenzaron a murmurar entre ellos, probablemente preguntándose qué estaba pasando. O si lo que estaba a punto de pasar sería un buen show. Kyungsoo se debió haber quedado en su casa, realmente no quería presenciar lo que se veía venir.

—¡Muévete, maldita sea! ¡Joder, que no lo voy a matar! —gritó Kris.

—Luces como si lo fueras a matar y si lo lastimas, te rompo el brazo —amenazó Jongin

—Claro, como si yo fuera capaz de lastimarlo —exclamó el chico con ironía.

El silencio absoluto reino en el ambiente cuando Kris entró en el lugar. Si Kyungsoo hubiera estado en los zapatos de Tao, se hubiera escondido detrás de Jongdae o Minseok. La expresión de Kris realmente le dio miedo. Pero, para sorpresa del pelirrojo, en vez de esconderse, Tao dio un paso enfrente, como si estuviera preparado para la batalla. Pero, ¿lo estaba?

—¿Vienes a disfrutar de la fiesta? —preguntó Tao con inocencia—. Lo que me parece perfecto, pues es en tu honor.

Todo el mundo miró a Tao como si le hubiera nacido un cuerno en la frente. O bien, esas eran muchas agallas o completa estupidez. Incluso Jongdae, el que normalmente aprobaba acciones de ese tipo, miró al chico con asombro.

—¿Por qué demonios lo hiciste? —preguntó Kris con un gruñido—. ¿Querías humillarme, eso?

—Vamos, apuestas son apuestas. Eso ya lo sabes —replicó el chico con tono aburrido.

Si no es porque Kyungsoo había visto a Tao nervioso y preocupado antes, jamás hubiera imaginado que el chico se sintiera aunque sea un poco culpable por la fiesta. Realmente no quería demostrar debilidad alguna ante Kris. El pelirrojo temía que esa actitud solo iría a empeorar las cosas.

—Olvídate de la estúpida apuesta, sabías lo importante que era este campeonato para mí —exclamó Kris con enfado—. Lo enojado que estaría si perdía.

—Disculpa, ¿he lastimado tus sentimientos? —replicó Tao con fingiendo inocencia.

Nadie hacía el más mínimo ruido en el lugar, como si esperaran que una bomba fuera a estallar en cualquier segundo. Kyungsoo se sentía en el deber de interrumpirlos.

Kris y Tao solo se lastimarían si seguían discutiendo.

Estaba a punto de hablar cuando sintió que alguien lo tomaba del brazo. Jongin se le acercó negando con la cabeza. El pelirrojo quería protestar pero la determinación en la mirada del pelinegro lo terminó convenciendo. Solo esperaba haber tomado la decisión correcta.

—¿En qué momento te convertiste en un puto insensible? —exclamó finalmente Kris, mirando a su examigo como si no lo reconociera.

—¿Puto insensible? —repitió Tao con incredulidad—. ¿Y eso es porque no consideré tus sentimientos si perdías en básquet? No seas petulante, no eres ni el primer ni el último deportista en perder.

—¡No es eso lo importante! ¡Eres tú! —gritó con exasperación el chico—. ¡Tú eres el que ha cambiado!

—¿Cómo? Siempre he cumpliendo con mis apuestas y eso lo sabes bien.

Esto era casi doloroso de presenciar y, sin embargo, nadie podía apartar sus ojos de la escena. Kyungsoo se sentía como un verdadero intruso escuchando lo que no le incumbía. En eso, como un rayo alumbrando su mente, se acordó de un pequeño detalle. Miró su celular y después se dirigió a Tao.

—Te quedan 10 minutos más o menos antes de que llegue la policía —murmuró el pelirrojo.

Tao lo miró y asintió. Bien, al menos Kyungsoo sabía que esta conversación tenía fecha de término. Por el momento, claro.

—Mira, la apuesta la hice en un mal momento —comenzó a explicar Tao con algo más de calma—. Lo siento si te lastimó. Ahora tengo mayores problemas con los que lidiar.

—¿Sabes? Me alegro que ya no seamos amigos. No te quiero entre mis amigos. Eres tan solo un error en mi vida —declaró Kris con decepción.

—Como quieras —murmuró Tao, aunque bajando la mirada.

—¿Así de fácil? ¿Así de fácil dejas todo irse? —inquirió el chico aún más desilusionado—. ¿Toda la amistad?

—Dejé de luchar cuando tú dejaste de hacerlo —replicó el chico con voz baja y Kyungsoo pudo jurar que sus ojos estaban lacrimógenos.

El corazón del pelirrojo se apretó en su pecho. Tao era su amigo y verlo sufrir así, porque él sabía que estaba sufriendo, le producía una pena y angustia inmensa. Inconscientemente buscó la mano de Jongin y, al encontrarla, este apretó su mano con fuerza. ¿Y si él y Jongin hubiera terminado así?

—¡La policía! —gritó alguien desde otra habitación.

Bien, no necesitaban mayor advertencia para que todas las personas en el lugar comenzaran a salir de la casa. Por cualquier modo posible. En cosa de segundos todo se volvió caos absoluto.

—Debemos irnos —exclamó Jongin al pelirrojo.

Kyungsoo asintió y se volvió a dirigir a Tao.

—¿En serio no vas a tener muchos problemas? —preguntó el chico preocupado.

—Voy a estar bien, gracias por llamar —respondió Tao con una sonrisa, aunque con tristeza en sus ojos.

—Un momento —interrumpió Kris—. ¿Tú llamaste a la policía, Kyungsoo?

—¿Kyungsoo? —preguntó a su vez Jongin con extrañeza.

—Está bien, él lo quería así —confesó el pelirrojo mirando al pelinegro.

La música seguía fuerte y los gritos solo agregaban más ruido al ambiente. Por lo que se podía escuchar, la policía no estaba feliz y buscaban responsables. Y eso que aún no contemplaban el hecho de que había presencia de alcohol y menores de edad en el lugar.

—¿Tú hiciste que llamaran a la policía? —preguntó Kris a Tao con desconcierto.

—Estoy cansado y la noche no parecía acabar pronto —replicó el chico con indiferencia mientras veía a todas las personas huir de su casa.

Kyungsoo pudo ver como Chanyeol tomaba a Baekhyun y Junmyeon y los sacaba de esa habitación. Lo mismo estaba haciendo Jongdae con Minseok. El pelirrojo sentía la presión que Jongin imponía en su mano, pero no quería irse. No quería dejar a Tao solo con todo lo que se vendría.

—Vamos —insistió el pelinegro.

—Solo que quede una cosa en claro —exclamó Kris como si tuviera todo el tiempo del mundo para hablar—. Yo nunca dejé de luchar por ti.

—Sí, sí lo hiciste —replicó Tao mirando a los ojos al chico—. Solo que no te diste cuenta.

—Claro, fácil para ti decirlo. Tú no eres el que está enamorado.

Eso último salió casi como un susurro de la boca de Kris. Si no era porque alguien había cortado la música momentos antes, de seguro nadie lo hubiera escuchado. Era tanto el asombro de todos que incluso Jongin se olvidó de que debían salir del lugar y, en cambio, se quedó donde estaba sin ser capaz de moverse.

Nadie, absolutamente nadie, había esperado escuchar esa confesión por parte del chico.

—¿Qué dijiste? —preguntó Tao con voz ahogada.

Kris solo lo miraba como si ni él mismo pudiera creer lo que había dicho. De seguro no estaba en sus planes haber revelado algo así.

—¿Estás enamorado? —insistió Tao acercándose al chico—. ¿De quién?

—Da lo mismo ahora —replicó Kris bajando la mirada

—No, no es así. Maldita sea, ¡Dime! —el chico lo golpeó con su mano buena en el pecho.

—No se supone que me tenía que enamorar de mi mejor amigo —dijo finalmente el chico mirándolo con pena y frustración en sus ojos—. Lo jodí todo y lo siento por eso.

Todas las lágrimas que Tao había estado tratando de controlar bajaron por sus ojos libremente.

La mente de Kyungsoo comenzó a trabajar a toda velocidad. Esto debía ser bueno, ¿no? Tao también estaba enamorado de él. Kyungsoo quería decirlo en voz alta pero sabía que esa no era una confesión que le correspondía revelar. Así que, en un momento de locura, se acercó al chico y lo abrazó con fuerza, al mismo tiempo que le habló en su oído.

—Por favor, por favor, dile lo que sientes. No cometas el error de dejarlo pasar. No dejes que tu orgullo lo destruya todo, ni que el miedo se apodere de ti. Además, ya sabes sus sentimientos, ¿no?

Kyungsoo se separó del chico y vio como Tao lo miraba casi aturdido. El pelirrojo quería tan desesperadamente que todo resultara bien y la impotencia de no poder hacer nada lo estaba carcomiendo.

Sea lo que sea que vaya a suceder, eso no estaba en su control.

Jongin lo tomó de la cintura y lo llevó fuera de la casa a través del patio. Lo último que pudo ver fue a Tao dedicándole una pequeña sonrisa. ¿Qué significa eso? La esperanza inundó al pelirrojo. ¿Tao lo habría escuchado?

—Vamos a tener que saltar ese muro —anunció Jongin ya estando afuera.

¿Muro? Kyungsoo miró a su alrededor y vio el muro de dos metros de altura que separaba el jardín de la calle posterior. Varios chicos estaban justamente haciendo lo que Jongin sugería. Sin embargo, ¿cómo demonios iba Kyungsoo a saltar ese muro?

—Me debí haber quedado en mi casa —se lamentó el chico mirando el muro con preocupación.

—Yo te empujo, tú saltas —indicó el chico cuando ya estaban enfrente de la pared.

Eso sonaba fácil en palabras, pero Kyungsoo no se sentía muy optimista ante la perspectiva. Pero tampoco era como si tuviera otra opción. Así que, con ayuda de Jongin, trató de escalar el muro, aunque quedó corto a unos diez centímetros del borde. Demonios.

—No alcanzo... —comenzó a decir el chico.

El grito que salió de su garganta después no era esperado.

Jongin solucionó rápidamente el problema de los centímetros que faltaban levantando a Kyungsoo desde su trasero. A Kyungsoo casi le da un mini paro cardiaco, aunque alcanzó el borde y logró sentarse en la parte alta del muro.

—Idiota, me podrías haber avisado —reclamó el chico mirando al pelinegro sonrojado.

—¿Qué te sorprende? Ya he tenido el placer de poner mis manos en tu trasero antes —replicó el chico, para finalmente logar sentarse en la parte alta del muro.

¿En serio? Kyungsoo estuvo a segundos de preguntar cuándo, pero de inmediato se le vinieron a la cabeza los momentos que pasaron en los camarines de la piscina en lo que parecía ser siglos atrás. Ok, punto a favor para Jongin.

Kyungsoo iba a replicar al respecto, pero sintió a la policía en la habitación donde dejaron a Tao y Kris y se olvidó de sus problemas. Debía salir de ahí pronto si es que no quería tener graves repercusiones después. Vamos, ¡su papá creía que estaba en su cama en estos instantes!

Solo debía saltar a la calle y estaría a salvo. Pero quedar paralizado al ver el suelo no era parte del plan.

Un muro de dos metros era demasiado para él.

No podía saltar.

—Jongin, no puedo —confesó el pelirrojo con pánico.

—Espera, déjame saltar a mí primero —exclamó el pelinegro con concentración.

En pocos segundos los pies de Jongin tocaron el suelo tras un salto. Kyungsoo debía tener el peor instinto de sobrevivencia del mundo ya que su cuerpo en vez de moverse o hacer algo, simplemente se quedó petrificado donde estaba. Eso sin olvidar que la policía estaba pisándoles los talones. Si esto fuera una guerra Kyungsoo de seguro terminaría muerto en los primeros minutos de la batalla. ¿Cómo es que él podía saltar grandes alturas en la clase de deportes o formar pirámides humanas?

Estaba oficialmente muerto.

—Kyungsoo, mírame —gritó Jongin llamando la atención del pelirrojo.

En ese instante el chico se dio cuenta de que Jongin lo había estado llamando desde hace un buen rato, pero él había estado perdido en sus pensamientos. Debía enfocarse. Debía saltar.

Pero, ¿cómo?

—Yo te voy a atrapar —exclamó Jongin con algo de exasperación—. Lo prometo. Tan solo salta. Prometo que no te voy a dejar caer.

Kyungsoo confiaba completamente en que Jongin lo atraparía pero la batalla entre su cerebro versus su cuerpo era el mayor obstáculo. Su corazón latía con fuerza en su pecho y sintió que estaba comenzando a sudar. En serio, de todos los momentos para tener un ataque de pánico, este era el peor de todos.

—Lo haremos a la cuenta de tres —gritó el pelinegro cambiando de estrategia.

Kyungsoo lo miró a los ojos y asintió. Podía hacerlo. Debía hacerlo.

—Uno... —comenzó a contar el pelinegro.

Kyungsoo cerró los ojos y escuchó la voz de Jongin llegar a sus oídos. Para cuando dijo tres, el pelirrojo respiró hondamente y saltó al vació. Se sintió morir por un instante.

Pero Jongin cumplió su promesa. Lo había atrapado. Es más, el salto ni siquiera había sido tan horrible. Kyungsoo sintió la vergüenza cubrir sus mejillas. Ese había sido por lejos el acto más penoso que había hecho en toda su vida.

—Lo siento, soy un idiota —comenzó a disculparse Kyungsoo, pero el pelinegro lo calló.

—Al final saltaste —dijo Jongin, aunque conteniendo una risa burlona—. Y con eso me salvaste de tener que haberte empujado.

—¿En serio lo habrías hecho? —preguntó el pelirrojo entrecerrando los ojos.

—Sí —afirmó el chico sin ninguna culpa—. Vámonos de acá, la policía aún sigue cerca.

Jongin quería salir de esa calle por el lado contrario, pero Kyungsoo seguía preocupado por Tao por lo que, al final, se dirigieron con cuidado a la calle principal. Ahí había dos carros policiales y tres policías interrogando a algunos chicos que no alcanzaron a escapar. Otro policía salió de la casa con unas botellas de alcohol y negó con la cabeza a sus colegas. Kyungsoo solo esperaba que no encontraran nada peor en la casa.

Finalmente, tras varios minutos, salió un último policía de la casa seguido de Tao. Sin embargo, eso no fue lo que asombró más a Kyungsoo.

Al lado de Tao se encontraba Kris y los dos se subieron a un coche policial.

El pelirrojo no estaba muy seguro de si eso era algo bueno o malo. Aunque ya era bastante malo que la policía se los llevara. La culpa comenzó a inundar la mente de Kyungsoo.

—Quizás no debí de haber llamado a la policía —murmuró con preocupación el chico.

—Si Tao lo quería así, no te sientas mal. En todo caso, yo no temería tanto a la policía —replicó reflexivo Jongin.

—¿No? ¡Pero si es la policía! —exclamó Kyungsoo con asombro.

—Sí, pero son los padres de Tao a los que temería más.

Kyungsoo ni siquiera se había acordado de que Tao tenía papás. La perspectiva no era muy agradable. Incluso si Tao limpiaba la casa a cabalidad y borraba todo rastro de la fiesta, habría una queja contra los dueños de la casa por ruido y desorden en propiedad privada. Y ni siquiera eran las diez de la noche. Tao debió de haber pensado en eso, ¿no? Si no, no hubiera estado tan tranquilo.

Demonios, Kyungsoo tenía muchas dudas.

Aunque la duda más importante era otra. ¿Por qué Kris estaba acompañando a Tao? Kyungsoo hubiera dado su brazo izquierdo por saber que pasó entre Tao y Kris mientras él trataba penosamente de escapar. Sabía que no le incumbía, pero realmente la curiosidad podía más.

Fue el ruido de un celular el que sacó a Kyungsoo de sus pensamientos. Jongin llevó la mano a su bolsillo y contestó.

—¿Sí? —preguntó el pelinegro mientras miraba a Kyungsoo—. No, está acá conmigo. Sí, se lo diré. No, no sé dónde está —Kyungsoo frunció el ceño al escuchar eso, ¿de quién estaban hablando?—. No, me voy a mi casa, no quiero más problemas. Dile a Sue que llame a Lee entonces. Nos vemos mañana.

Jongin cortó y le preguntó a Kyungsoo si estaba finalmente listo para irse. El pelirrojo miró por última vez el coche donde estaba Tao y después asintió. Él también debía volver a casa.

—Jongdae llevará a Minseok a su hogar —le contó Jongin mientras se alejaban del lugar—. Aunque ni idea de donde están tus demás amigos.

—Están con Chanyeol —musitó Kyungsoo sin preocupación—. Lo vi cuidando a Baekhyun y Junmyeon. Supongo que si Luhan estaba en el lugar debe estar con Sehun.

—¿Y por qué fue que viniste a esta fiesta? —preguntó el chico con curiosidad—. Llamaste a Jongdae para averiguar donde se estaba realizando.

—Minseok quería que fuera y temía que, si no venía, irían a buscarme a mi casa. No sería la primera vez que hacen eso —replicó el pelirrojo con lamento.

Dieron una vuelta completa al sector hasta que llegaron al parque Jaemi. Kyungsoo se había desviado de su casa varias cuadras pero al menos no veía a la policía en los alrededores.

—Debo ir a mi casa, estoy esperando una llamada —se excusó Jongin al llegar a la esquina.

—Está bien, sabes que mi casa queda cerca —replicó Kyungsoo restándole importancia—. ¿Reparaste lo de tu bicicleta?

—No, pero la llamada que espero tiene que ver con eso.

—Muchas gracias por lo de hoy, Jongin —le agradeció Kyungsoo con una sonrisa.

— ¿De nada? —respondió el pelinegro sin entender muy bien porque el chico le estaba agradeciendo.

Pero sí había que agradecer. Jongin había retenido a Kris lo mejor que pudo y de seguro trató de calmarlo y que controlara su enojo. Y sin él Kyungsoo aún estaría sentado en la parte alta del muro en esos instantes. Había mucho que agradecer.

Kyungsoo se le acercó para darle un beso en la mejilla, pero Jongin movió su cabeza y juntó sus labios con los de él en cambio. Kyungsoo no protestó y respondió al beso. ¿Para qué se iría a molestar siquiera? Puso su mano en el cuello del chico y profundizó el beso.

—Sabía qué harías eso —susurró el pelirrojo cuando se separaron un poco.

—Yo no sabía si me dejarías hacerlo —murmuró Jongin mirando a Kyungsoo con calma.

Ahí estaba de nuevo.

Ese llamado silencioso que Jongin hacía pidiendo que él volviera a abrirle las puertas de su corazón. Como si él no estuviera ya ahí en esos momentos.

Jongin le volvió a dar otro corto beso y se despidió para después alejarse. Kyungsoo, en cambio, se quedó dónde estaba.

Después de todo, ir a esa fiesta sí le había ayudado a Kyungsoo. Le ayudó a decidirse, a darse verdaderamente cuenta de las cosas que estaban sucediendo dentro de él. Porque si él le había pedido a Tao que dejara el orgullo y los miedos afuera, ¿por qué no podía hacer Kyungsoo lo mismo?

Estaba completamente decidido.

Le iba a decir a Jongin sus sentimientos. Iba a confiar de nuevo.

Iba a arriesgarse por él.

No había nada que perder, ¿no? 

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