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12. Entre confesiones y lágrimas

Kyungsoo lloró en los brazos de Tao lo que parecieron ser horas. No podía detenerse. Y cada vez que se tranquilizaba un poco, a los segundos volvían las lágrimas a sus ojos. Para su infinita gratitud, Tao no preguntó, ni comentó nada al respecto. Solo se quedó a su lado y lo sostuvo sin queja alguna.

Por supuesto, en algún momento de la noche Kyungsoo se calmó. Pudo sentir como su mente quería regañarle por ese penoso espectáculo, pero de ninguna forma hubiera podido evitarlo. En ese momento, sus sentimientos y emociones habían ganado por lejos la batalla.

Por suerte, siempre se llega a un punto donde no se puede llorar más y las fuerzas se van. Menos mal, porque Kyungsoo sentía que, si no fuera por eso, sería capaz de llorar toda la noche y más.

—¿Se calmaron un poco las lágrimas? —preguntó Tao, mirando a Kyungsoo con pena.

El pelirrojo asintió. Sacó unos pañuelos desechables de su bolso, se sonó su nariz, y se sacó las lágrimas que aún rodaban sus mejillas.

—Creo que no me reconozco, Tao —dijo por primera vez Kyungsoo desde que se fueron de la fiesta.

—Pues yo creo que sigues siendo el mismo de siempre, no te preocupes.

Ese comentario hizo sonreír a Kyungsoo. Aunque lució más a una mueca que a una sonrisa.

—¿No crees que me haya convertido en un completo loco, entonces? —preguntó el pelirrojo con algo de ironía.

—Claro que no. El estar triste no es estar loco.

Bien, al menos Tao aún lo encontraba cuerdo. Ya con eso Kyungsoo se sintió un poquito mejor. Y, sinceramente, agradecía que fuera él el que lo encontró y no uno de sus amigos, por mucho que los adorara. Con Tao, Kyungsoo tenía la libertad de contar lo que quisiera. Con Minseok, Baekhyun o Junmyeon tendría que explicar todo sí o sí. Solo con Luhan, quizás, hubiera tenido alguna oportunidad de guardar uno que otro detalle.

—Sabes... —murmuró Tao de repente, pero después se detuvo.

Kyungsoo se dio vuelta y lo miró. Llevaba el cabello peinado hacia atrás, lo que hacía resaltar las facciones de su rostro. Sin embargo, en sus ojos había pena. Del tipo de pena que se lleva mucho tiempo arrastrándose.

—Kris y yo ya no somos amigos —terminó por decir Tao.

Kyungsoo observó cómo Tao perdió su mirada en el parque dando la impresión de que estaba recordando algo del pasado. El pelirrojo, por su parte, fijó la mirada en el Parque Jaemi.

—¿Pelearon? —preguntó Kyungsoo.

—La pelea más estúpida del mundo. Ni siquiera sé bien como comenzó —Tao guardó silencio por unos segundos—. Hay momentos donde miro hacia atrás y me culpo. Después lo miro y lo culpo a él. De seguro la culpa fue de ambos, pero nadie va admitirlo. Y así, en un segundo, la persona que más quería se aleja de mí.

Fue escalofriante para Kyungsoo percatarse de que tan bien comprendía a Tao y sus palabras. Siempre había tenido una buena relación con él, pero ahora sentía que estaban conectados de alguna forma cósmica.

—Supongo que lo único bueno es que, ahora que no soy amigo de Kris, me ahorro escuchar su vida con su nueva novia —agregó Tao con sarcasmo.

—¿Tiene novia? —inquirió asombrado Kyungsoo.

—Se supone que sí, o eso he escuchado.

—¿Es alguien de la secundaria?

—No tengo la más mínima idea.

—No te creo —replicó Kyungsoo, mirándolo con sospecha.

—En serio que no. Me esfuerzo en ignorar cualquier cosa relacionada a la vida de Kris. Y deberían darme una medalla, es horriblemente difícil hacer eso.

Y le creía porque, aunque sonaba como si todo estuviera bajo control, Kyungsoo seguía viendo la pena en los ojos de Tao. ¿Así iría a pasar con él?

Tao ya había confesado lo suficiente como para hacer sentir a Kyungsoo que él estaba en el deber de hacer su parte ahora. Y con eso último se refería a dar explicaciones y confesar lo que le pasaba en voz alta. Así que respiró hondo y rogó a todos los dioses que, tras esto, no hiciera otro espectáculo de lágrimas.

—Creo que mi problema es peor que el tuyo.

—Lo mío es bastante malo.

—Creo que me gusta Kim Jongin.

—Olvídalo, lo tuyo es mucho peor —sentenció Tao, cerrando los ojos con pesar.

Decir esa confesión en voz alta fue una mezcla entre terror y relajo. Y, al mismo tiempo, muchísima preocupación. De alguna forma, decirlo en voz alta hacía mucho más real y problemática toda su situación.

—¿Y desde cuándo? —pregunto Tao.

—¿Desde cuándo qué? —replicó el pelirrojo.

—¿Desde cuándo sabes que te gusta?

—Desde hace como una hora atrás, creo. ¿Hace cuánto que nos fuimos de la casa de Jongdae?

Tao rio al escuchar eso y Kyungsoo sonrió al verlo. Era tan ridículo lo que le estaba pasando, pero tan real, que sonaba a broma.

—Eso es muy poco tiempo para asimilar las cosas, ¿eh?

—Lo asimilé más o menos durante el taxi.

—Ay, Kyungsoo... ¿Qué vamos a hacer ahora?

Lo mismo inquietaba a Kyungsoo, pero no lo dijo en voz alta. Aunque tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ello, pues su celular sonó en el fondo del bolsillo de su abrigo. En la pantalla, el nombre de Minseok resaltó.

—Es Minseok. Me deben estar buscando.

—¿Y no contestas? —preguntó Tao.

Kyungsoo se quedó mirando el celular hasta que la llamada terminó. No pasaron ni 5 segundos cuando Minseok volvió a llamar. Pero el pelirrojo estaba cansado y tenía sueño. Y primero se comería su abrigo antes de volver a la fiesta.

Cuando pasó una tercera llamada, Kyungsoo le escribió un mensaje a su amigo diciendo que estaba en su casa y que no se preocupara. Minseok de inmediato le escribió de vuelta, preguntando si se había ido solo y por qué no le avisó a nadie. Como respuesta, Kyungsoo le contestó que volvió con Tao y que no le avisó a nadie porque no sabía dónde estaban.

"Esto es por Krystal, ¿no? Lo siento tanto, jamás pensé que se atrevería a venir. Ni mucho menos me imaginé el espectáculo de hoy. Te quiero, mañana te llamo".

Kyungsoo sonrió tristemente al ver ese último mensaje.

Ojalá hubiera sido solo por Krystal que se fue de la fiesta.

—Lo siento, Tao —se disculpó Kyungsoo—. Probablemente estabas de lo más bien en la fiesta y terminaste acá conmigo

—En realidad, ya me iba a ir. Temía que Kris apareciera con su chica —dándole un énfasis burlesco a esa última palabra.

—Yo ni me había acordado de Kai —suspiró Kyungsoo con pesar—. En realidad, estaba pasándola muy bien con Sehun. Oh, por Dios, ¡Sehun!

Kyungsoo se levantó de la banca y se tapó la boca para reprimir un pequeño grito. ¡Se había olvidado completamente de Sehun! Oh, genial. Esa era exactamente la guinda de la torta. Probablemente él estaría buscándolo y Kyungsoo se había ido de la fiesta sin decir nada.

—¿Qué pasa con Sehun? —preguntó Tao intrigado.

—Lo dejé solo en la pista de baile. Soy un idiota, ¿cómo pude haber sido tan maleducado?

—Bueno, estabas pasando por un colapso mental. Eso debe darte méritos, ¿no?

Eso no hacía sentir mejor a Kyungsoo para nada.

Tao se levantó igualmente de la banca y observó la calle principal. Estaba vacía, pero se podía escuchar como un grupo de personas se acercaba. Estarían ahí en cosa de segundos.

—Creo que es mejor que nos vayamos —sugirió Kyungsoo.

—Bien, pero que sea por el otro lado. Suena a que son chicos ebrios los que se acercan.

No se quedaron para averiguarlo. Se metieron entre medio de algunos arbustos y salieron por el otro lado del parque. En el caso de Kyungsoo, esa ruta hacía que le quedara aún más cerca su casa.

—¿Ya estás mejor, Kyungsoo? —preguntó Tao cuando salieron a la calle.

—Creo que sí. Aunque de seguro lloraré otro poco más mi pieza —agregó con pena el pelirrojo.

— Oh, bienvenido al club. Muchos entran, pocos salen. Y por el ingreso, recibes gratis un ticket de ida a Mierdalandia —comentó Tao con sarcasmo—. Solo espera a que lleguen los celos.

—Ay, por favor, cállate —dijo Kyungsoo entre risa y lamento.

—Y es aún más horrible de lo que suena.

Los dos chicos se abrazaron y se despidieron, no sin antes Kyungsoo agradecerle a Tao por sacarlo de la fiesta y estar con él en esos momentos. Siempre le estaría en deuda por eso. Tao solo rio y le dijo que podía compensarle comprándole un frasco de Nutella por sus servicios. Kyungsoo prometió llevárselo para la práctica de canto.

Pero ese poco buen humor se esfumó durante el camino hacia su casa. Y es que, en la soledad y silencio de la noche, recordar lo que pasó en la fiesta le era inevitable.

¿Así era realmente Jongin?

¿Regalaba besos a quien sea?

Y de todas las personas en el mundo...

¿Tenía que haber sido con Krystal?

O, probablemente, era su forma de vengarse. Y Kyungsoo debía felicitarlo si ese era el caso. Porque ver ese beso y como Kai abrazaba a otra persona que no era él le golpeó en lo más profundo de su corazón.

Lo lastimó.

No podría haber mejor venganza.

***

—¿No hay ninguna persona a la que puedas ir a reclamar? —exclamó Kyungsoo con frustración mientras observaba a su padre desayunar.

—Temo que no, hijo —respondió con calma el señor.

—¡Pero si no ha pasado ni un mes y ya te vas!

Kyungsoo sabía que dentro de los quehaceres del trabajo de su padre se encontraba viajar, pero este año habían superado todos los récords. Y aunque a Kyungsoo le hacía muy feliz que su papá pudiera conocer nuevos lugares y personas, no podía evitar sentirse algo molesto.

—Tan solo voy a Daegu esta vez, a más tardar vuelvo el viernes por la tarde.

—Pero siguen siendo cuatro días solo.

Al menos, Daegu no estaba en otro país.

El señor Do terminó de desayunar y se preparó para irse. Al terminar de guardar una pila de libros, su laptop y algunas carpetas en el auto, se despidió de su hijo con un beso. Estaba a punto de subirse al auto cuando Kyungsoo lo abrazó por la espalda.

—Te quiero mucho.

—Yo igual te quiero, hijo.

Ahora era el turno de irse de Kyungsoo.

A enfrentar una nueva semana de clases.

Había pasado poco más de una semana desde la fiesta de su curso y, tal como se había predicho, había sido épica. En palabras de Jongdae, la única forma de superar susodicha fiesta sería incendiando una casa o que alguien tuviera un parto durante la noche.

Simplemente, había sido memorable.

Tres detenidos, una fractura de nariz, dos dientes perdidos y policías en todas partes solo le daban inicio a la lista de hechos.

Aunque memorable no era sinónimo de agradable. Kyungsoo felizmente borraría esa fiesta en particular de su mente. Al menos no lo obligaron a ayudar a limpiar la casa de Jongdae al otro día.

Afortunadamente, o quizás no tanto, esta vez él no tuvo que fingir que no pasaba nada en clases. Esta vez Kai le había ahorrado en gran medida todo eso. Ahora era él quien lo ignoraba magistralmente. En serio, ¿habría algo en lo que él no fuera bueno?

El beso entre Kai y Krystal fue la noticia de la semana.

Incluso los que no habían ido a la fiesta ya sabían sobre lo sucedido el lunes por la mañana. Sin embargo, para la eterna furia de Krystal, nadie, absolutamente nadie, creía que Kai la había besado en sus sanas facultades. "Locura de borrachera", lo habían llamado. La gran pregunta era qué tan borracho el pelinegro debía haber estado para haber hecho eso. Realmente mucho, era la conclusión popular.

Como resultado, Minho terminó con Krystal a los pocos días. Kyungsoo dudaba que el corazón del chico estuviera muy roto, pero su orgullo debía ser un asunto completamente distinto. Aunque tampoco creía que Krystal hubiera tenido el corazón muy lastimado tras la ruptura.

La peor pesadilla de Kyungsoo hubiera sido que, tras ello, Krystal comenzara a salir con Jongin. Ese sería un golpe del que no se hubiera podido recuperarse fácilmente. Sin embargo, para su alivio, eso no había sucedido. Si hubiera sido así ya todos se hubieran enterado.

Así que aquí estaba él ahora. Lunes por la mañana, durante una para nada interesante clase de Historia, mirando al cielo. Y tratando de evitar pensar en la persona que se sentaba detrás de él.

Como si eso fuera posible.

—Kyungsoo, el profesor te está hablando —susurró Minseok.

Kyungsoo de inmediato dejó de ver el exterior y se concentró en la clase. El profesor lo miraba como si estuviera esperando una respuesta.

—Lo siento profesor, no escuché —se disculpó el pelirrojo.

—Concéntrense más, señor —le dijo el profesor con tono serio, para después seguir hablando sobre la Revolución industrial.

—Kyungsoo, ¿estás bien? Estás más distraído que de costumbre —preguntó Minseok con tono de preocupación.

—Estoy bien. Es solo que no he podido dormir muy bien en los últimos días.

Kyungsoo realmente odiaba mentirle a su mejor amigo.

Pero era eso o la verdad. En este caso en particular, la mentira era la mejor opción.

Durante el recreo de la mañana Kyungsoo salió hacia el patio. Normalmente se hubiera quedado en la sala, en especial con la lluvia que había ese día. Pero no soportaba estar con Kai en el mismo espacio por mucho tiempo. La lluvia y el viento no eran tan fríos como la actitud del pelinegro hacia él.

—¡Kyungsoo!

Kyungsoo miró hacia la dirección donde provenía esa voz y encontró a Sehun.

—¿Quieres quedarte después de clases para jugar un partido de fútbol? Nos falta alguien pues Sungmin se fue al hospital.

—¿Al hospital? —preguntó Kyungsoo preocupado—. ¿Le pasó algo?

—No le pasa nada, al menos a él. Le acaban de avisar que su mamá va a dar a luz hoy en la tarde.

—Oh, no tenía idea de eso. ¿Quiénes son los que juegan?

—Los mismos de siempre. ¿Te animas?

—Ok. Pero si mi equipo gana, quiero mi copa de helado hoy mismo —amenazó el pelirrojo fingiendo seriedad.

—Lo sabemos, lo sabemos —le sonrió Sehun, para después ver el reloj del campanario—. Ya va a comenzar la próxima clase. ¿Vienes?

Kyungsoo asintió y regresó al salón de clases junto a su compañero.

Tras el "famoso" beso durante la fiesta, Sehun lo buscó por varios minutos. Realmente se preocupó al no encontrarlo. Así que se dirigió donde Minseok para preguntarle si él sabía dónde estaba el pelirrojo. Pero no alcanzó a acercarse ni cinco metros al chico de las mejillas regordetas, pues Luhan se le aproximó primero.

Sehun le contó a Kyungsoo que casi pierde la facultad del habla en ese instante. Ni todo el alcohol del mundo lo hubiera preparado para ello. O, quizás, fue el mismo alcohol el que lo hizo actuar de forma tan torpe.

Pero la suerte estaba del lado del Sehun esa noche.

Luhan buscaba a Kyungsoo y el chico le contó que él estaba haciendo lo mismo. Tras ello pasaron la noche entera juntos. Ni en sus mejores sueños hubiera imaginado que la noche se desarrollaría así.

Al menos alguien sí tuvo una buena noche ese día, pensó Kyungsoo con ironía.

—Sé que quizás esto no me incumbe, pero ¿estás bien, Kyung? —le preguntó Sehun cuando estaban a punto de entrar a su sala.

Kyungsoo lo miró algo asombrado ante la repentina pregunta, pero después le sonrió con tristeza. Era por este tipo de cosas que le agradaba Sehun. Su naturaleza gentil siempre lo había caracterizado.

—Digamos que he estado mejor —respondió Kyungsoo finalmente—. No te preocupes, no es nada tan malo y ya se me va a pasar.

Sehun lo siguió mirando y rodeó los hombros del pelirrojo con su brazo, suspirando con algo de preocupación. Sabía que eso sería la mejor aclaración que obtendría de Kyungsoo en esos instantes.

El chico de grandes ojos solo sonrió con algo de pena y entraron a la sala.

Y en el instante, Kyungsoo se detuvo.

Él no era exactamente la persona más perceptiva del mundo, pero apenas dio un paso sintió como si una ráfaga de viento frío atravesara su cuerpo. Ni siquiera necesitó levantar la vista para saber cuál, o quien, era la fuente de esa frialdad.

En algunos meses más Kyungsoo sabía que todo estaría bien. Que volvería a ser feliz, que los días serían soleados, que las estrellas brillarían en la noche. Pero nunca, jamás, lograría entender que fue lo que pasó. Que fue lo que hizo. En qué momento Jongin pasó de ser la persona más cálida del mundo al témpano de hielo que era ahora.

Es cierto que Kyung cometió uno que otro error, pero no podía ser el único culpable. Nada de lo que él hubiera hecho podría haber llevado a lo que ahora tenía; un completo y absoluto desconocido sentado detrás de su puesto.

—Buenos días alumnos —saludó el profesor al entrar—. Hoy seguiremos estudiando química inorgánica.

Kyungsoo suspiró y sacó su cuaderno para tomar apuntes. Con el ambiente en la sala de clases y la soledad en su casa, el chico no era para nada optimista en lo que quedaba para el próximo fin de semana.

Perdido en sus pensamientos, pronto llegó la hora de almuerzo. El pelirrojo no había traído almuerzo ese día, por lo que se vio obligado a ir a la cafetería a comprar algo. Aunque, honestamente, no tenía apetito.

—¿Qué quieres, Kyungsoo? —le preguntó Junmyeon, mientras elegían que comprar.

—Algo simple. Un sándwich de queso o una ensalada —respondió el chico con tono neutro.

—Dios, en serio que no tienes ánimos de nada, ¿eh? Una ensalada, ¿no podrías pedir algo más aburrido, por favor? —replicó su amigo.

—Las ensaladas pueden ser entretenidas —se defendió Kyungsoo—. Y solo quiero algo ligero.

—Dime que no estás a dieta.

—No estoy a dieta. Pero tampoco tengo mucha hambre.

—Quizás por eso mismo estás tan distraído y sin energía. A tu cuerpo le falta más comida.

Quizás Junmyeon tenía razón, pensó Kyungsoo. Aun así, sabía que sea lo que sea que se llevara a la boca, todo le sabría a aserrín. No valía la pena alimentarse con comidas más sabrosas o elaboradas.

Los amigos se dirigían de regreso al salón de clases cuando vieron que muchos estudiantes corrían hacia las canchas de baloncesto. Algo estaba pasando, pero a Kyungsoo no le importó. Solo se concentró en esquivar a las personas.

Eso hasta que un muy agitado Baekhyun se les acercó.

—Sehun y Kai se están matando.

—¿Qué? —preguntó pasmado Junmyeon.

—¡Que Sehun y Kai se están matando!

—¿Qué? —preguntó esta vez Kyungsoo casi con un susurro.

—Oh, por Dios. ¿estoy hablando en chino o qué? ¡¡Qué Sehun y Kai se están matando en las canchas de baloncesto!!

Ok, algo muy malo estaba pasando aquí.

Sehun y Kai no peleaban. Punto.

El primero era demasiado tranquilo para ello y el segundo era demasiado inteligente. Y, hasta lo que sabía Kyungsoo, ellos dos no tenían problemas. Al menos no del tipo que llevaba a los golpes.

El almuerzo quedó olvidado. Los tres chicos corrieron junto con la multitud y se dirigieron a las canchas de baloncesto. Al llegar, solo había caos. Gente gritando, gente moviéndose para todos lados y, en el medio, Sehun y Kai golpeándose bajo la lluvia. Eso era definitivamente algo que Kyungsoo no esperaba ver ese día.

—¡Maldita sea, Kai, suéltalo! —gritó Chanyeol mientras trataba de separar a sus compañeros.

—¡Sehun, tú igual! —exclamó Yixing por su parte.

Pero ninguno tuvo mucha suerte. Ninguno de los dos escuchaba.

Kyungsoo miraba la escena como si observara todo en cámara lenta. La nariz de Sehun sangraba, mientras que Kai tenía la mejilla hinchada. Y ninguno parecía tener intención alguna de separarse. La angustia se acumuló en el pecho del chico.

Kai podía ser muy fuerte y ágil, pero Sehun le ganaba en altura. Los dos iban a terminar gravemente lastimados si nadie hacía nada.

—Dios santo, ¿qué está pasando aquí? —exclamó Luhan al lado de Kyungsoo mientras cubría su boca con su mano.

Luhan.

Si había alguien que podría detener a Sehun en ese momento era él. Kyungsoo lo sabía. Era la única forma de detener esa pelea.

—Luhan, ve tú —le pidió con desesperación el pelirrojo.

—¿Qué? —replicó extrañado el chico.

—Tú puedes detenerlo. Él te va a escuchar. Sé que te va a escuchar.

—Pero, ¿quién me va a escuchar? Realmente no esperas a que yo los separe, ¿verdad? —exclamó Luhan con incredulidad.

—Pero tú puedes separarlos —Kyungsoo lo agarró de los brazos y miró a su amigo directamente a los ojos—. Si Sehun te escucha, va a detenerse. Lo sé. Si te acercas, él no te va a poner en peligro. Se va a controlar.

—Pero Kyungsoo, ¿por qué Sehun haría eso por mí? —preguntó con escepticismo Luhan.

—¿En serio no te has dado cuenta? ¿De cómo te mira, de cómo te escucha? —replicó Kyungsoo con desesperación.

Luhan miró a Kyungsoo por unos segundos, asimilando las palabras que acababa de escuchar. Al ver como el rostro de su amigo pasaba de la extrañeza al total asombro, el pelirrojo solo asintió, confirmando sus conclusiones.

—Alguien va a tener el rostro muy hinchado en las próximas semanas —comentó Junmyeon con expresión de dolor.

Tanto Kyungsoo como Luhan volvieron a ver la pelea, e iba de mal en peor.

—Por favor —suplicó el pelirrojo.

Luhan miró a Kyungsoo con algo de duda pero, finalmente, se acercó hacia donde sus dos compañeros estaban peleando. Entre medio del desorden, nadie se percató de su presencia.

—Sehun, basta —exclamó el chico.

Sin embargo, el chico no escuchó. Estaba sordo para el resto del mundo.

—Por favor, Sehun, ¡basta! —gritó esta vez Luhan.

Y, como si hubiera sido llamado por un ser superior, Sehun se detuvo.

Reconoció esa voz.

Por un segundo, dejó de concentrarse en Kai y se concentró netamente en el chico que lo estaba llamando. Vio su rostro de preocupación y supo qué es lo que estaba pasando. Lo que estaba haciendo.

Esos segundos fueron suficientes para que tanto Yixing, Chanyeol y Jongdae pudieran separar a sus compañeros. Ambos respiraban agitadamente, tratando de controlar la adrenalina y la rabia. ¿Cómo siquiera había partido todo?

—¿Qué demonios está pasando aquí? —exclamó el profesor de Educación física al llegar al lugar.

Los demás alumnos guardaron silencio en el instante. Sabían que ahora sí vendrían los verdaderos problemas.

—Todos ustedes, ¡a clases! —gritó con enojo el profesor—. Menos ustedes dos, Kai y Sehun. Vamos a la enfermería y después tendrán una larga charla con el director. ¡Vamos, muévanse todos!

Los alumnos no necesitaron una tercera amenaza. Tan rápido como llegaron, comenzaron a alejarse y se dirigieron a sus salas de clases. Kyungsoo quería quedarse. Jongin lucía terriblemente mal y, aunque lo haya tratado pésimo en los últimos días, no podía evitar querer ayudarlo.

—Vamos, Kyungsoo —dijo Junmyeon, tomando del brazo a su amigo.

Lo mismo hizo Baekhyun con Luhan, el que aún no se movía desde donde estaba. Kyungsoo miró por última vez a su espalda cuando estaban a punto de entrar al edificio y, para su asombro, Kai lo miraba.

Su furia se podía percibir de aquí a Hong Kong. Kyungsoo se preocupó.

¿Acaso él fue el culpable de todo lo que sucedió?

La siguiente clase de inglés no fue para nada exitosa. Todos estaban aún pensando en la pelea de Sehun y Kai. Nadie tenía interés alguno por prestarle atención a las explicaciones de la profesora sobre el presente perfecto. Nada podría concentrarse.

Como el profesor de Educación Física estaba aún ocupado con Kai y Sehun, la última clase del día se había suspendido. En cambio, todos tuvieron que quedarse en la sala leyendo en silencio La Metamorfosis de Kafka para la clase de literatura, mientras que el inspector los cuidaba. No es que Kyungsoo pudiera concentrarse mucho en la lectura. Su mente estaba demasiado ocupada pensando.

—Sus rostros son un encanto en estos momentos —comentó Jongdae con burla.

Kyungsoo observó la puerta del salón y vio a Kai y Sehun entrar a la sala, seguidos del profesor de Educación Física. Nadie se atrevió a decir nada (a excepción de Jongdae, por supuesto). Todos temían que a la más mínima provocación los problemas comenzaran de nuevo.

—Yo seguiré a cargo de la clase —anunció el profesor—. Gracias por cuidarlos, señor Eda.

El inspector asintió y se fue del salón. De forma silenciosa, tanto Kai como Sehun se dirigieron a sus puestos. Kyungsoo no se atrevió a mirar a Jongin a la cara. Si estaba enojado, frustrado, serio, indiferente. No quería saberlo.

En cambio, observó a Luhan a la distancia. Se sentía culpable por haber revelado los sentimientos de Sehun de la forma en que lo hizo. No le correspondía haber hecho eso. Ahora solo rogaba que su decisión no tuviera consecuencias negativas por mucho que sus intenciones hayan sido buenas en el momento. No quería que Sehun se enojara con él. Con Kai bastaba.

—Con el poco tiempo que queda, no vale la pena ir al gimnasio —anunció el profesor—. Por ello, seguirán con lo que estaban haciendo. Y en silencio. He tenido suficiente por hoy.

Varios alumnos no pudieron reprimir un lamento. Leer La Metamorfosis no era exactamente un panorama entretenido. Sin embargo, nadie quería enojar al profesor más de lo que ya debía estar.

Kyungsoo observó su libro, pero no era capaz de leer nada. No podía concentrarse y solo pensaba en la pelea.

¿Qué fue lo que pasó? Que él supiera, Sehun y Kai no se llevaban mal.

Entonces, ¿qué pudo haber hecho que ellos dos pelearan? Y de esa forma tan violenta, además. Su mente no podía proporcionar ninguna respuesta.

Su flujo de pensamientos se vio interrumpido algunos minutos después, cuando sintió a alguien entrar al salón. El inspector había vuelto y se acercó al profesor.

—Kyungsoo, lo necesita el señor Eda.

Kyungsoo abrió sus ojos de par en par. Oh, Dios santo, ¿qué es lo que había hecho?

En una escala de posibilidades, que el inspector te necesite era más una noticia mala que buena. Extrañado, y algo asustado, el pelirrojo se levantó de su puesto y salió del salón junto al señor Eda.

—Señor Do, no hay forma fácil de decir esto, así que lo haré directamente —comenzó el inspector con un tono mortalmente serio—. Es necesario que tome sus cosas y se dirija al Hospital General de Busan. Su padre sufrió un accidente de tránsito esta mañana y se encuentra ahí en estos momentos.

Si Kyungsoo había entendido o no lo que acababa de escuchar, era difícil de decir.

Su mente estaba completamente paralizada y no era capaz de moverse y dar respuesta alguna.

¿Su papá qué?

—¿Está mañana? —dijo finalmente Kyungsoo cuando fue capaz de hablar otra vez—. ¿Por qué me avisan ahora recién, entonces?

—Al parecer, a la policía le tomó algo de tiempo identificar a todas las víctimas...

—¿Todas las víctimas? —lo interrumpió el chico cada vez más aterrado.

—Temo que sí. Fue un accidente de gran escala, lo anunciaron en la televisión y la radio esta mañana.

Tratar de controlar las lágrimas era una lucha casi insostenible ahora. Le ardía su garganta y le costaba respirar. Kyungsoo estaba perdiendo el control de sí mismo.

—Señor Do —volvió a hablar el inspector, pero pudo percibir como el chico no le prestaba atención—. Kyungsoo, escúchame. Si tu padre está en el Hospital General de Busan, es porque no es tan grave. Si fuera así, lo hubieran enviado a Daegu. ¿Comprendes?

Kyungsoo lo miró a los ojos, pero sentía que estaba sordo. Estaba entumecido.

—Kyungsoo —el señor Eda lo tomó de los brazos—. No puede ser tan serio. Créeme. Tu padre no estaría en Busan si no fuese así. Ve a tomar tus cosas, pero no te desesperes.

El chico asintió y rápidamente entró a la sala a buscar su mochila. Una o dos lágrimas corrían por sus mejillas, aunque no era consciente de ello.

Solo quería llegar al hospital lo más rápido posible.

—¿Kyungsoo? —preguntó Minseok al ver el estado de su amigo.

—Mi papá —y eso fue todo lo que pudo decir Kyungsoo sin quebrarse ahí mismo.

Terminó de guardar sus cosas y se dirigió hacia la puerta del salón.

—¿Adónde cree que va, señor? —preguntó el profesor.

Kyungsoo miró hacia atrás y observó a Minseok seguirlo.

—Con él —respondió el mencionado—. Y sí, sí, anóteme o deje un comentario en el libro de clases.

Más lágrimas corrieron por las mejillas de Kyungsoo mientras los dos amigos salían del lugar. Sea malo o muy malo lo que vaya a encontrar en el hospital, le hacía sentir mejor al pelirrojo saber que no estaba solo. Porque en esos instantes se sentía asustado y muy solo.

El inspector, al ver a Minseok, solo asintió y los guio hacia afuera del edificio.

—Espero que hayas escuchado mis palabras, Kyungsoo —dijo el señor Eda cuando los chicos ya estaban afuera del recinto.

—Muchas gracias, señor —susurró el pelirrojo con sincero agradecimiento.

Los dos chicos se dirigieron al paradero y, para suerte de Kyungsoo, el bus que los dejaba más cerca al hospital solo llegó ahí en dos minutos. Nunca los buses le habían parecido más lentos que ahora.

—Kyung, ¿a dónde vamos? —preguntó finalmente Minseok, quien solo seguía a su amigo sin saber exactamente lo que estaba pasando.

—Al hospital. Mi papá tuvo un accidente hoy y... —pero la voz se le quebró y ahora realmente no pudo controlar sus lágrimas.

—Ay, Kyungsoo...

Minseok lo tomó entre sus brazos y el pelirrojo solo lloró aún más en ellos. Algunas personas en el bus los miraron extrañados, pero ninguna le dio importancia. Minseok simplemente abrazó a su amigo más fuerte, mientras se le rompía el corazón verlo sufrir así. Sea lo que sea que irían a encontrar en el hospital, Kyungsoo no iba a estar solo.

***

Eran casi las diez y media de la noche, mientras que Kai encendía otro cigarro bajo la lluvia. Tanto su quijada como mejilla ardían y sabía que tenía hematomas incluso en lugares que no podía ver. La enfermera le dio directas instrucciones de reposar y usar una pomada en sus heridas, en especial en la que tenía en el costado derecho, pero aquí estaba él.

En el parque Jaemi, a cuadras de la casa de Kyungsoo, y con solo la mitad de su ropa seca.

¿Qué demonios estaba haciendo ahí?

El cerebro de Jongin le decía que estaba perdiendo su tiempo pero, aun así, no podía irse a su casa. No cuando había visto el rostro de Kyungsoo completamente destrozado antes de irse del salón. Y probablemente, él era la última persona que Kyungsoo quería ver en esos instantes, más para él era importante verlo. Aunque sea un segundo.

No tenía idea de que es lo que iba a terminar haciendo esa noche. Tan solo de una cosa estaba seguro en esos momentos.

Su corazón podía ser la cosa más idiota e inútil que existiera en este mundo, pero era un bastardo increíblemente poderoso. 

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