11. Fiesta de desconocidos
Y resulta ser que, por segunda vez consecutiva, el curso de Kyungsoo fue el ganador como el mejor curso de la secundaria Baekseok durante el Aniversario de Busan. Eso, agregado al muy respetable segundo lugar de Sehun en la maratón, hacía que Baekhyun no pudiera estar más feliz y orgulloso de sí mismo.
Sus compañeros, por otro lado, solo esperaban el dinero que recibirían como premio. Apenas les informaron que el viernes por la mañana les llegaría susodicho monto, guardaron 2/3 de él para futuras necesidades y, con el dinero restante, planearon lo que llevaban esperando semanas organizar: Una fiesta.
Y las fiestas de este curso en particular eran del tipo de fiestas que uno no olvidaba fácilmente.
—Yo digo que hagamos la fiesta este sábado —opinó Sungmin con actitud testaruda.
—Pero igual es poco tiempo —replicó Baekhyun—. Mañana nos llega el dinero. Tendríamos que organizar todo entre mañana en la tarde y el sábado en la mañana y suena como a receta para el desastre.
—Aparte, no tenemos lugar donde hacerlo —agregó Junmyeon.
—Yo presto la casa, si quieren.
Instantáneamente, todas las personas del salón se dieron vuelta hacia el fondo de esta y observaron a Jongdae con expresiones entre asombro y desconcierto. Pero el pelinegro no se inmutó y miró a sus compañeros con absoluta calma.
—Sin ofender, porque a mí me gusta mucho tu casa —comenzó Baekhyun con algo de cautela—. Pero la última vez que hicimos una fiesta ahí hubieron ventanas rotas, varias sillas cojas y se arruinaron dos cuadros.
—Y hubieron vómitos, condones abiertos, cerveza en el suelo, completa destrucción de tu sofá, bolsas y bolsas de basura, y puedo dar fe de todo ello porque te ayudé a limpiar el día siguiente —secundó Chanyeol.
—Buen punto —concordó Jongdae. Tras meditar unos segundos, volvió a hablar—. Pero presto la casa si después me ayudan a limpiarla profundamente el domingo. O bien, lo hacemos todo en el patio.
—Honestamente, yo jamás prestaría mi casa de nuevo para una fiesta de este tipo —comentó Luhan sin entender a su compañero.
—Es que, si no hacemos la fiesta ahora, ya no la hacemos hasta final de año —argumentó Jongdae.
—Lo del patio suena bien, pero ¿y si llueve? —señaló Yixing.
—Yo tengo toldos en mi casa —ofreció Minseok—. Aunque, si lloviera, dudo que importe mucho.
—Un momento. ¿De verdad quieren la fiesta este sábado? ¿Sí o sí? —exclamó Baekhyun sin poder creerlo.
Sus compañeros se miraron entre sí y, para la poca sorpresa de Baekhyun, la mayoría asintió. Al ver eso, el chico respiró hondamente y se preparó para organizar. Por segunda vez en dos semanas.
—Bien, será el sábado entonces. Solo espero que, por el poco tiempo, no mucha gente se entere.
—Mi inocente Baekhyun, ¿de verdad piensas que no se van a enterar? —preguntó Chen con ironía.
Baekhyun miró a su compañero detenidamente unos instantes para después suspirar con pesar.
—Este va a volver a ser otro largo fin de semana.
***
Hace un año atrás Kyungsoo ayudó prácticamente en todo lo que pudo para preparar la fiesta de su curso. Teniendo a Baekhyun de amigo, y el hecho de que Minseok había prestado el recinto en esa oportunidad, no le había quedado de otra. Así que el hecho de que ahora estuviera encerrado en su pieza sin ánimos de hacer absolutamente nada era un cambio del cielo a la tierra en comparación.
El chico miró el reloj. Eran las 7 de la noche del sábado. La fiesta iba a partir más o menos a las 10. Y aún no mostraba ningún indicio de levantarse de la cama siquiera. Nop, él no iba a ir a ninguna parte esa noche.
No es que tuviera depresión. Tampoco era que se estuviera acabando el mundo. Era solo que tenía una pena tan grande por dentro que no tenía energías ni ánimos de nada. Y si bien podía sonreír durante el día y fingir normalidad, esa felicidad inventada le sabía como arena en la boca. Nada en comparación a lo que era realmente ser feliz.
Lo peor era pasar por todo eso solo. Él adoraba a sus amigos pero, simplemente, no podía contarles todo. Una parte de él se engañaba diciéndose que nada de lo que había pasado en las últimas dos semanas fue real. Pero después su corazón le recordaba el dolor y se deba cuenta que todo eso sí había sucedido. Y que ya no podía volver atrás y borrarlo.
La ironía de toda la cuestión era que, por su parte, Kai parecía llevar todo el asunto de lo más bien. Era el mismo de siempre. El chico reservado, de pocas palabras, con buenas notas, deportista y alabado por sus fans aunque él no quisiera.
Kai lo había olvidado mucho más fácilmente de lo que Kyungsoo a él.
Y eso dolía.
Dolía saber que lo ignoraba, que pasaba por su lado sin mirarlo, que ya no se le acercaba, que ya no lo besaba... Tanto dolía que ni siquiera era capaz de llorar.
Estaba aturdido. Demasiado adormecido como para que los sentimientos salieran a flote. Llevaba casi una semana así y le desesperaba no saber cuándo todo eso iría a terminar. ¿Cuándo volvería a ser el chico tranquilo y simple de antes?
Como si pudiera volver a ser el mismo de antes.
—Kyungsoo, ¿puedo pasar?
Kyungsoo se arropó más en su cama y esperó. Su papá entró a la pieza con cuidado, observando junto a la cama de su hijo un libro sin abrir y un postre de chocolate sin comer. Preocupado, entró a la pieza y se acercó a Kyungsoo.
—Hijo, ¿estás enfermo?
—No, estoy cansado. No pasa nada.
—A ver, mírame.
El señor Do tomó entre sus manos el rostro de su hijo y Kyungsoo lo miró fijamente en respuesta. El pelirrojo pudo observar como su papá, tras unos instantes, sonrió un poco.
—Kyungsoo, tú no puedes mentir. Tienes unos hermosos ojos que siempre te delatarán. En estos momentos no hay ni siquiera un poco de la chispa que los suelen cubrir.
Kyungsoo miró a su padre unos instantes y después sonrió. Lo conocía demasiado bien. Como también él se conocía y sabía que no podía seguir así, engañando a todos, incluso a él mismo.
Era un tonto. Kai ni siquiera había sido su novio. No tenía ningún derecho sobre él. Y, de ese mismo modo, Jongin no tenía ningún derecho sobre él. Controlaba solo lo que él le permitía controlar. Pero una semana era suficiente para el luto. Ahora debía trabajar en el arduo camino del olvido.
—Estoy triste, papá.
—¿Me lo quieres contar?
—No. Lo que quiero es dejar de estar triste.
El señor Do frunció un poco el ceño, pero después volvió a recuperar su expresión tranquila. Observó un poco hacia la ventana y después fijó su mirada en el retrato que Kyungsoo tenía ahí de su difunta esposa.
—Cada vez te pareces más a tu madre. ¿Sabes cómo yo solía animarla?
—Creo que no —respondió Kyungsoo.
—Le cocinaba algo dulce. Una torta, un postre, lo que sea. Ella siempre tenía espacio para algo dulce en su estómago.
—¿Vas a hacer torta? –preguntó el chico animándose un poco de solo pensarlo.
—No, los dos vamos a hacer una. A diferencia de tu madre, tus artes culinarias son espléndidas.
Así fue como, después de toda una tarde en la cama, Kyungsoo se levantó y se dirigió a la cocina junto con su papá. Se decidieron por una torta de manjar y nueces. Por su parte, el señor Do hizo los bizcochos, mientras que Kyungsoo se encargó del relleno. En ningún momento se habló del estado de ánimo del pelirrojo. El señor Do, con esa gran empatía y tacto que lo caracterizaban, sabía que su hijo no iría a hablar de eso sin deprimirse más. Y él no quería eso.
Ya alrededor de las 9, la torta estaba lista. Lo mejor sería esperar comerla al otro día para tener un mejor sabor, pero Kyungsoo no podía aguantar más para probarla. Así que prepararon un buen té y se sirvieron ambos unos grandes pedazos para degustar.
Y, de pasada, Kyungsoo volvió a recuperar su verdadera sonrisa.
—¿Es necesario que te vayas tan pronto a otro viaje? —preguntó Kyungsoo con algo de lamento, mientras se llevaba un gran pedazo de torta a la boca.
—Lo sé, hijo, pero al menos la conferencia es en Daejeon, lo que igual es cerca. Pienso ir en auto el lunes en la mañana y volvería el viernes en la tarde. Tampoco es mucho tiempo.
—Ya sé que es tu trabajo y todo, pero siento que en los últimos meses has viajado mucho más que de costumbre. Lo que está muy bien, pero sería mucho mejor si me llevaras. Es algo triste quedarse acá solo.
—¡Ah! Pero te prometí que te llevaría a China este verano, ¿mitiga eso en algo el daño? —ofreció el señor Do con una sonrisa.
—Puede ser... —respondió Kyungsoo fingiendo enojo, aunque por dentro estaba muy ansioso respecto a ese viaje.
Lástima que el verano estuviera tan lejos aún.
Estaban lavando la vajilla cuando se sintió el timbre tocar. Los dos se miraron extrañados, pues no esperaban visita alguna, en especial a esas horas.
—Voy yo —se ofreció El señor Do y salió de la cocina.
Kyungsoo volvió a concentrarse en lavar las tazas, restándole importancia. Sin embargo, cuando sintió a su padre volver a la cocina, y no precisamente solo, frunció el ceño. ¿Quién podría ser?
—¡Kyungsoo! ¿Por qué no contestabas tu celular? —preguntó Minseok, para después saludarlo.
—¿Y por qué todavía no estás arreglado? —continuó Luhan.
—¿Es eso torta de manjar? —inquirió con fascinación Junmyeon—. ¿Y con nueces?
Los amigos de Kyungsoo entraron a la casa tal cual un huracán lo haría. Y pensar que hace solo 5 minutos atrás todo había sido paz y tranquilidad. El papá de Kyungsoo les ofreció torta a los tres chicos y, por supuesto, todos aceptaron. Los tres amaban lo dulce.
—¿Una fiesta? ¿En serio? —dijo El señor Do con asombro—. ¿Y por qué no me dijiste nada, Kyungsoo?
El chico miró a su padre como si no supiera que responder. Lo que era más o menos verdad. Es que, realmente, se había olvidado por completo de eso en las últimas dos horas.
—Supongo que le dará permiso para salir, ¿no? ¿Señor Do? —preguntó Minseok tras comer lo último que le quedaba de torta.
—Claro, no hay problema con eso, aunque no sé si Kyungsoo quiera ir.
Los tres amigos fruncieron el ceño y miraron a Kyungsoo extrañados. El pelirrojo solo agradeció que Baekhyun no estuviera ahí también. Con él presente no hubiera tenido ninguna posibilidad de hacer lo que estaba a punto de decir.
—La verdad es que no quiero ir, chicos.
—¿Cómo que no quieres ir? —preguntó Junmyeon, como si no hubiera entendido bien.
—Pero, Kyungsoo, esta es la fiesta que todos esperábamos —agregó Luhan con asombro e, incluso, algo de pena.
—Es que no tengo ánimos —se defendió Kyungsoo mirando al suelo.
—¿Esto es por lo de Krystal? —inquirió Minseok muy serio—. Porque, si es por eso, te aseguro que si se le ocurre a esa tipa aparecer en la fiesta la echamos todos de una patada y listo.
Kyungsoo levantó la cabeza asombrado y si no fuera porque realmente le hacía doler el estómago los recuerdos de ese desastroso domingo, hubiera sonreído. Sus compañeros lo habían defendido. Incluso Tao. Y siempre les estaría infinitamente agradecido por ello.
—Un momento, ¿qué pasó? ¿Quién es Krystal? —interrumpió el papá de Kyungsoo.
—Ah, una chica del otro curso —respondió Luhan haciendo un gesto con la mano para restarle importancia.
—Está completamente loca y realmente no es necesario que se entere de su existencia siquiera —secundó por su parte Junmyeon.
—Entonces, ¿vamos? —volvió a insistir Minseok—. La fiesta ya debió de comenzar.
Kyungsoo miró a sus amigos por unos segundos y después miró a su papá. Él simplemente levantó los hombros y lo miró como si le estuviera diciendo que, sea lo que sea, era su decisión. El chico suspiró profundamente.
—No estoy arreglado y ni siquiera sé que ponerme —dijo finalmente Kyungsoo con derrota.
—¡Ah, pero eso no es problema! —replicó Minseok con una sonrisa y se paró—. Yo arreglo eso. Vamos a tu pieza.
Y ahí se iba toda su asertividad a la basura, pensó Kyungsoo con algo de fastidio. Minseok en menos de diez minutos ya tenía listo su atuendo completo, mientras que Luhan se preocupó de su maquillaje y Junmyeon del cabello. Kyungsoo se sintió como un verdadero maniquí, sin voto o derecho alguno a opinar.
El resultado final quedó en unos jeans ajustados oscuros, unas converse clásicas negras de cuero y una camisa negra con las mangas dobladas por los codos, que resaltaba su piel pálida. A Kyungsoo solo se le vino a la mente una cosa al verse en el espejo.
—Voy a morir de frío.
—¡Te ves asombroso! —sentenció Minseok, como si no lo hubiera escuchado—. Sobrio, pero algo sugerente. Perfecto. Deberías vestirte así más seguido con el cuerpo que tienes, hombre.
—¿Qué hay de malo con mi estilo? —preguntó Kyungsoo indignado.
—Bueno... —dijo Junmyeon, buscando la palabra precisa en su mente—. Supongo que se podría decir que es algo...
—¿Cómodo? —sugirió Luhan.
—¿Aburrido? —agregó Junmyeon por su parte.
—¿Cómodo y aburrido? —replicó Kyungsoo con la boca abierta. Él jamás hubiera definido su estilo de esa forma.
—Me temo que coincido con los chicos —comentó Minseok reflexivo—. No es que te vistas mal, es que podrías vestirte mucho mejor. Lo de aburrido puede ser porque no eres del tipo de persona que le guste experimentar mucho. Pero en serio que deberías sacarle algo de provecho a esas piernas.
A Kyungsoo le hubiera encantado rebatirle a Minseok sus palabras, pero no sabía cómo. Es que eso de 'no experimentar mucho' era demasiada verdad como para negarlo. Y supuso que lo de 'cómoda' no era tan errado tampoco.
—Quizás con un poco de maquillaje sería mejor... —sugirió Minseok reflexivo más para él que para sus amigos.
—Ah, no. Hasta aquí quedamos —lo interrumpió Kyungsoo, alejándose.
—¡Espera! —exclamó Luhan.
—¡Que soy un hombre, joder!
—¿Y eso qué? Baek usa delineador y le sienta de maravilla —respondió Minseok.
—Yo todavía no acabo con tu cabello —expresó Junmyeon, ignorando a su amigo y mostrándole, en cambio, el cepillo con amenaza.
Y después de quince minutos más, Kyungsoo estaba listo. Para su alivio, Luhan mantuvo el maquillaje ligero, usando algo de delineador líquido negro que definitivamente resaltó sus grandes ojos, un poco de base y un bálsamo para sus labios en forma de corazón.
Junmyeon, por su parte, se decidió por peinar el cabello pelirrojo por completo hacia el lado izquierdo, lo que le daba un aspecto rebelde y sexy.
Kyungsoo estaba francamente asombrado con el resultado final.
Al terminar, los tres amigos se miraron orgullosos de su trabajo. Kyungsoo, por su parte, solo pensaba en si iría a salirse con la suya en lo de usar un abrigo para evitar el frío.
Iban a llegar sumamente tarde.
Pero, felizmente, los chicos tuvieron piedad y dejaron que Kyungsoo llevase una casaca.
***
El que los chicos hayan llegado con una hora y media de retraso a la fiesta no pareció molestarle a nadie, a excepción de Baekhyun. ¿Y dónde estaban metidos?, ¡Estaba tan solo!, ¿Cómo que Kyungsoo no quería venir?, ¿Y por qué no me avisaron?, esas fueron solo algunas de las preguntas con las que Baekhyun los atacó al llegar. Por suerte, donde estaban la música estaba tan fuerte que, al final, no valía mucho la pena conversar (o discutir). Y los chicos se salvaron de lo que quedaba de interrogatorio.
Aunque no llovía, se sentía la humedad en el aire. Kyungsoo se alejó de sus amigos y observó el lugar. Por suerte para los vecinos, Jongdae vivía literalmente en la punta del cerro y su vecino más cercano era un parque de diversiones. Las demás casas estaban al menos dos cuadras más abajo. Normalmente Jongdae se quejaba de que todo le quedaba muy lejos. Pero, para ocasiones como estas, era realmente beneficioso.
—Espero que no les haya costado mucho llegar a Narnia, Kyungsoo —le saludó Jongdae
—Pensaba que llamabas a tu casa Hogwarts —replicó con una sonrisa el chico.
—Bah, Narnia, Hogwarts, Tierra Media, el país de Nunca Jamás. Todos quedan endemoniadamente lejos.
—¿Se puede ocupar todo el patio para la fiesta? —preguntó el pelirrojo, observando a su alrededor.
—Me da lo mismo. Mañana me tienen que ayudar a limpiar de todas formas.
—¿Y si alguien cruza al parque de diversiones? —lo que ya había sucedido en la fiesta anterior que se hizo ahí.
—Pues más vale que corra como un demonio el que cruce, porque la policía no se lo va a tomar con tanta gracia. Ni los dueños. Aunque yo sí.
Kyungsoo rió. El que la policía apareciera ahí solo sería la guinda de la torta y le agregaría más historias a las que ya sus fiestas tenían. Realmente podía visualizar a Jongdae disfrutando lo que sería ese espectáculo.
—¿Dónde puedo dejar mi abrigo?
—En mi pieza, si quieres.
—¿En tu pieza? —repitió Kyungsoo con asombro.
¿Jongdae había abierto su casa completa para esa fiesta? Entonces, ¿por qué demonios estaban todas las personas afuera? ¿No que hacer la celebración en el patio, era justamente para evitar eso?
—Es solo para que dejen sus cosas los del curso. Los demás tienen el living a su disposición —explicó Jongdae, como si hubiera leído su mente.
—Supongo que sacaron los cuadros, ¿no?
—Sacamos casi todo, en realidad. Solo hay un cuadro que no saqué, pero está muy alto.
—Te lo van a romper y lo sabes —dijo Kyungsoo como si fuera demasiado obvio.
—No me quería romper el cuello. Sucede que me gusta como afirma mi cabeza —rebatió Jongdae apuntándose—. Y ni siquiera me gusta el cuadro.
Kyungsoo volvió a reír. Eso era lo mejor de Jongdae. Su sentido del humor relajado y sardónico. Nunca se estresaba por nada y nada era tan grave. Y le tenía aprecio porque, pese a que engañó a su amigo de una forma muy fea, Kyungsoo sabía que Jongdae adoraba a Minseok. Que aún lo hacía. Aunque igual no le habló como por seis meses tras lo ocurrido.
El chico entró a la casa por la cocina. Ese era otro lugar a disposición del público, aunque sus compañeros se encargaron de dejar solo lo justo y necesario ahí. Para entrar a lo que quedaba de casa había que pasar una puerta grande de madera. Esa puerta era, por ahora, cuidada por Hangeng y Sungmin, los que mataban el tiempo bebiendo cerveza.
—Ah, D.O. Pasa —le indicó Sungmin abriendo la puerta
Kyungsoo los saludó y siguió su camino. Él ya había paseado por esa casa bastantes veces, pero nunca de noche y con casi todas las luces apagadas. Sabía que la pieza de Jongdae estaba en el primer piso, por lo que subir las escaleras no era opción. Probó con dos puertas hasta que, a la tercera, encontró la que buscaba.
Sacarse la casaca le tomó valentía. Es que realmente hacía frío esa noche. Pero Minseok lo mataría si no lucía algo su atuendo. Al salir de la pieza se encontró justamente con Minseok y Junmyeon.
—¡Ahí estás! Te nos perdiste.
—Me encontré con Jongdae y me mandó acá.
—A nosotros nos dijo Sunny —comentó Junmyeon—. Aunque nos perdimos un poco. Nunca había estado en esta parte de la casa.
—¿Nunca? —Kyungsoo miró asombrado a Minseok—. ¿Tú tampoco?
—Créelo o no, nunca he estado en la pieza de Jongdae. Ni él en la mía —respondió con completa calma.
—¿Y eso es posible de hacer en una relación? —volvió a preguntar el pelirrojo cada vez más pasmado.
—Supongo que sí, ¿no?
Mientras los chicos fueron a dejar sus cosas, Kyungsoo aún seguía en el pasillo procesando la información que acababa de recibir. ¿Ven? Esa debió haber sido otra razón por la que Jongdae había querido tanto a Minseok. Entre ellos dos nunca nada había sido muy convencional.
Los tres amigos salieron al patio y observaron el ambiente. Como era de esperar, ahí había gente que Kyungsoo ni siquiera sabía que existían. La única regla que tenían sus fiestas era que solo personas de la secundaria podían entrar, a menos que fuera invitado exclusivamente por alguien del curso. Así que ver a chicos de todas las edades ahí, y de todos los cursos, era de lo más normal.
La mayoría no llegaba tanto por el alcohol, la comida o la música. Era porque siempre sucedía un escándalo ahí. Sea bueno o malo, la gente terminaba hablando de sus fiestas por semanas. ¿Qué iría a pasar esa noche? Nadie lo sabía.
Kyungsoo se iba a dirigir hacia donde las personas estaban bailando, pero al ver a Sehun solo junto a la pared y observando a la multitud le llamó la atención. Ni siquiera necesitaba seguir su mirada para saber a quién estaría prestándole atención en esos momentos. Kyungsoo se le acercó.
—¿Es eso vodka? —apuntó Kyungsoo al vaso que Sehun sostenía.
—Oh, no Kyungsoo. No te voy a dar.
—¿Por qué no? —replicó el chico fingiendo un puchero.
—No me mires así, sé que no bebes esto. Mientras sigas luciendo como un niño de 11 años no deberías beber alcohol. Aunque te vez muy lindo hoy.
—Muchas gracias —dijo Kyungsoo mirando su ropa—. Aunque me da algo de frío con esta camisa.
—Pensaba que se te había pegado algo de Baek, ya sabes, eso de lucir bien y de quejarse menos.
—Jaja, no, gracias.
Sehun le sonrió. Le dio un sorbo a su vaso y volvió a fijar su mirada en la multitud. Kyungsoo se puso a su lado y miró la multitud con él.
—Podrías acercártele, ¿sabes? —comentó Kyungsoo—. Luhan de seguro bailaría contigo si se lo pidieras.
—No estoy lo suficientemente borracho como para hacer eso aún.
—¿Y necesitas estar borracho?
—Oh, sí —afirmó el chico, terminando lo que le quedaba en el vaso de golpe—. Mucho.
Kyungsoo lo miró unos instantes y después sonrió con algo de pena.
—Él no es así. Luhan jamás jugaría con tus sentimientos.
—Tampoco estoy listo para el rechazo. Para eso necesitaría estar en un coma etílico.
—Oh, vamos. ¿Cómo es que ahora tantos chicos dependen del alcohol para estas cosas? —preguntó Kyungsoo levantando los brazos.
—Si importa tanto como a mí me importa Luhan, sí.
Kyungsoo rió. Si Sehun y Luhan terminaban juntos, él iba a amarlos como pareja. Tenían personalidades que se llevarían muy bien. Y, lo más importante, Sehun quería en serio a su amigo. No podía pedir nada mejor para él.
—Baila conmigo, entonces —ofreció Kyungsoo.
—No soy bueno bailando, la verdad —replicó Sehun mirando el fondo vacío de su vaso.
—¿Me estás rechazando? —exclamó el pelirrojo fingiendo estar herido.
—Está bien, está bien. Solo espero que seas bueno esquivando mis golpes, así de torpe soy.
Y los dos se dirigieron a la improvisada pista de baile.
Probablemente los dos debían lucir de lo más graciosos bailando juntos. Aunque cualquiera que bailara con Sehun tendría uno que otro problema en lucir bien a su lado, a menos que tuviera porte de modelo. El que, a propósito, Kyungsoo no tenía. Pero a él no le importaba. Bailó sin temor a nada, dejando fluir la música por su cuerpo. Y, para su relajo, Sehun solo estaba exagerando. No bailaba tan mal como él decía.
Sin embargo, para cuando estaban bailando su cuarta canción, pareció que el mundo se detuvo.
La música seguía fuerte, pero las personas ya no bailaban.
Kyungsoo los miró a todos extrañado. ¿Qué estaba pasando? Buscó luces o sirenas en caso de que fuera la policía, pero nada. Miró a Sehun y se dio cuenta de que él si sabía lo que estaba pasando. Al ser más alto tenía mucha más ventaja en ver cosas que, entre la multitud, Kyungsoo no podía ver. Y, sea lo que sea que estaba pasando, tenía a Sehun completamente choqueado.
—¿Qué? ¿Qué pasa? Yo no veo nada —le exclamó Kyungsoo a su compañero.
—Es que es imposible... —murmuró Sehun, pero no dio explicación alguna.
Kyungsoo, preso de la curiosidad, siguió la mirada de Sehun y se hizo espacio entre las personas en esa dirección. A los pocos pasos, comenzó a detenerse lentamente.
Parecía ser incluso borroso lo que estaba viendo. Pero, cuando ya estaba a pocos metros y la vista era mucho más clara, se paralizó en donde estaba.
No podía ser.
Era Kai.
Pero no estaba solo.
Krystal estaba ahí también.
Si hubieran estado conversando o bailando, no hubiera importado nada. Realmente no. Pero lo que estaban haciendo dejó a Kyungsoo sin aire.
El verlos besarse con desenfreno fue peor que si le hubieran dado una patada en la cara. Su cerebro entró en shock. Por suerte, todo el mundo estaba igual de asombrado, por lo que Kyungsoo pasaba desapercibido. Pero, seguramente, solo él sentía esa inmensa presión en el pecho. Tanta presión, que ni siquiera podía respirar.
Huyó de ahí. No podía seguir viendo eso.
Se hizo paso entre la multitud que aún veía el espectáculo y se acercó a la casa. Necesitaba salir de ese lugar. Al menos si no quería desmayarse o vomitar ahí mismo. O ambos. Estaba a pasos de la cocina cuando Tao lo detuvo.
—Kyungsoo, ¿qué pasa? ¿Estás bien? —le preguntó el chico preocupado al verlo tan mal.
—Sácame de aquí —susurró con desesperación el pelirrojo.
—¿Dónde están tus cosas?
—En la pieza de Jongdae.
—Vamos a buscarlas. Pero relájate, te ves sumamente mal.
Lo siguiente Kyungsoo lo vivió de forma borrosa. Tao lo ayudó a buscar su abrigo y a ponérselo, y lo sacó de la casa lo más rápido que pudo. Lo que fue fácil pues toda la gente estaba en el patio. De seguro nadie se percató siquiera de que los dos chicos dejaban el lugar.
Caminaron y caminaron, alejándose cada vez más de la casa de Jongdae. Tao tomaba a Kyungsoo del brazo guiándolo, ya que no estaba muy seguro de que el pelirrojo estuviera cien por ciento consiente. Se cruzaron con varios chicos que preguntaban donde era la "famosa fiesta", pero los dos ignoraron a todos. Tao estaba preocupándose cada vez más por Kyungsoo.
Finalmente, Tao se decidió por tomar un taxi y que los dejara en el Parque Jaemi. Quizás hubiera sido mejor dejar a Kyungsoo en su casa, pero Tao sabía que eso no era lo mejor en ese momento. Su instinto le dijo que eso no era lo que el pelirrojo realmente quería. Así que, tras pagarle al taxista, se bajaron y Tao dirigió a Kyungsoo a una banca que estaba oculta de la vista desde la calle. Nadie los vería ahí.
—Kyungsoo... —comenzó Tao lentamente, con algo de timidez y mucha preocupación—. ¿Qué está pasando?
Por un instante, Tao pensó que Kyungsoo no le había escuchado pero, tras unos segundos, el pelirrojo comenzó a reaccionar. Para cuando Tao finalmente vio el rostro de Kyungsoo y sus bellos ojos completamente atormentados, de inmediato se acercó más al pelirrojo y lo tomó entre sus brazos, sosteniéndolo.
Y ahí, en ese parque desierto, en medio de la noche, y en los brazos de Tao, Kyungsoo hizo lo que en una semana no había podido hacer, pero que tanto había necesitado.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y dejó el llanto fluir.
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