Cerré mis ojos para dejar libres mis gotas. Mis piernas me temblaban, sentía como Marcos me abraza más fuerte consiguiendo que mi miedo aflojase.
Me separé de él, o iba acabar anestesiá con el olor del desodorante y la fragancia de su colonia. Olía muy bien por cierto.

--Samia como te encuentras te ha dañado ese gilipollas.--La voz de Marcos sonaba preocupada y por la manera de mirarme se notaba que estaba furioso.

--No es la primera vez que lo hace. Tengo miedo Marcos.

--Maldito hijo de puta. Te juro que...
Ven acompañame a mi casa.

--Yo...estoy bien...si con los besicos de mi madre en la pupa se me pasará.

--Mejor te los doy yo. --Su voz sonó ronca acompañada con sus ojos esmeraldas que me tenían loca. Como iba a decirle que no. Sería una lastima desperdiciar a este hombre y la oportunidad de...calladita creo que estoy mas guapa.

--En qué piensas Samia.

--¿De donde has salido tú?--Mi pregunta le hizo reír y su sonrisa era tan contagiosa que yo también acabé riéndome.

--Parece que me voy a tener que convertir en tu guardaespaldas.--nos echemos a reír ante su comentario.--
Venía de tu casa, pensé que ya no estarías en la pastelería a estas horas, y tu madre me ha dicho que te buscara allí para hacerte un encargo para este fin de semana. Como el sábado cumplo los años.

--Ah si que bien. Pues mira te haré una tarta especial para ti.

--Gracias. Ven esta es mi casa, pasa quiero mirarte si ese gilipollas te ha echo algo.

Pasé a la casa de Marcos. Como era de suponer es similar a la mansión de la bruja pero a lo miniatura. Lo acompañé hasta un gran salón. De pronto me dio un escalofrío.

--Si tienes frío enciendo la chimenea.

--Vale. Si, tengo algo de frío.--Je je que mala puedo resultar cuando quiero. Ya puestos si deseo hacer el amor con él, que más romántico que al lado de una chimenea.

Mientras Marcos encendía la chimenea yo fui al mini bar para preparar las bebidas.
Mientras las preparaba no dejaba de mirarlo, no solo es guapo el condenao, también es amable y ojo como besa. Asique puedo imaginarme que ocultará bajo esa camiseta y esos jeans.

--Ven Samia siéntate, perdona pero hacia mucho tiempo que no la encendía.

--Pues hijo apagala que nos vamos ahogar con el humo. --Dije sin dejar de toser.

Al final el humo se aplacó y pudimos sentarnos enfrente de la chimenea. De pronto se hizo un silencio, lo miré fijándome como sus ojos estaban puestos en el fuego. Quería saber que era en lo que estaba pensando, pero no me atreví a decirle nada. Se notaba a tres leguas que si estaba pensativo era por algo.

--Marcos quieres desahogarte. Te noto raro. Dime que te pasa.

--He puesto fin a la relación con Mariola.

--¿Con la pija? Entonces eso hay que celebrarlo.--Más feliz no me podía encontrar. Ahora Marquitos era todo para mi solita.

--Samia, me arrepiento de haberla dejado.

Joder, aquello si que ni me lo esperaba. Hice una mueca sintiéndome como estúpida. Quien me manda a mí celebrar la ruptura sin escuchar el por qué han roto.

--Y porque ha sido.

--Porque mi paciencia tiene un límite y ya me encontraba cansado de que me rechazara hasta en la cama. Creo que debe estar con otro.

--Pues Marquitos que quieres que te diga hermoso, más tonto no lo he visto. Pero mírate, eres un tio que estas como una tarta de chocolate, eres encantador y seguro que en la cama serás complaciente. Desde luego la que se debe de arrepentir es ella por dejarte ir.

--¿Eso piensas?

--Sí. Marc no te comas la cabeza, tú vales mucho. Más de lo que te puedas imaginar, no te mortifiques más. Piensa que aunque seas algo tímido eso no te impide que chasques tus dedos y cualquier mujer te complacería.

--Pero yo no quiero rollos de noche. Quiero a una mujer que esté a mi lado al amanecer y al anochecer para poder compartir momentos bellos.

--Así pienso yo también. Poder sentirme dichosa y feliz mientras nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, ver juntos un amanecer, pasear de la mano junto a la orilla del mar, viajar en globo aerostático mientras disfrutamos del paisaje sin dejarnos de besar.

Me giré para poder observarlo mejor acariciando su mejilla, contemplé como cerró sus ojos poniendo su mano encima de la mía.

Despacio nos fuimos acercando, no entendía si era por el fuego de la chimena o por calor que me producía notar sus labios sellados en los míos saboreándonos. Con sus ágiles y grandes manos me despojó de mi ropa. Yo hice lo mismo sin dejar de besarnos. Comprobé la suavidad de su piel junto a sus fuertes y marcados músculos. Empecé a excitarme al topar con mi cabeza en la mata y sentir su peso encima mio.
Cada beso unidos a sus caricias parecían como si estuvieran grabándose en mi piel recorriendo cada rincón de mi cuerpo con su mirada.
Fui dejándome vencer descubriendo su desnudez para sertirlo mío.
Sus manos seguían acariciándome calmando este dolor que lentamente iba desapareciendo para entregarme a él, llenándome de amor el corazón.
Yo me fui olvidándome de mí para perderme entre su calor, sus besos cálidos y sabrosos sintiendo sus embestidas dentro de ti. Agarré la manta arqueando mi espalda para recibirlo más y juntos poder alcanzar nuestro clímax.
Sus ojos esmeralda me devoraban haciendo que me extremeciera. No había palabras, no había nada que decir, tan solo escuchar el compás de nuestros latidos entrelazando nuestras manos para dejarnos llevar de nuevo por lo que tanto ansiamos. Formar uno solo y poder tocar juntos las estrellas. Quiero a este magnífico hombre, para poder pasar más días como este junto a él. Deseo sentirme amada, gloriosa y saciada del hombre que me acaba de robar el corazón.

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