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Capítulo 8

Me encontraba tan frágil y desorientada. ¿Porqué siento esto en mi interior? ¿Tanto efecto causa en mí Elian o sólo es porque nunca me ha seducido un tío que está como un bollo recién horneado?

Por fin llegué al edificio con mi respiración agitada y la lengua que me llega al suelo. Me espero un rato para recuperar fuerzas apoyada en mis rodillas. Creo que debo hacer más deporte o se me van a salir las asaduras por la boca. Cuando consigo ser persona, me voy hacia donde están todos los vecinos gritando de frustración. Me quedo impactada de ver como esa familia lucha para que no le quiten sus hogares. Pero lo que de verdad me da lástima es ver como Natalia sentada en una silla amamanta a su bebé. Dios mio, a donde está la consideración para esta familia.

--Samia. --Me giro al escuchar que me nombran, es Daniela.

--Daniela que tal.

--Pues ya ves. Esto cada vez está llegando más lejos. La policía tiene la orden de desalojarlos y a nosotros de detenernos.

--Por dios benito. Ni que fuéramos ladrones, cuando cuatro políticos corruptos hacen peores cosas y los jueces miran hacia otro lado. Esto ya es demasiado. Venga Daniela luchemos por nuestros derechos.

En compañía de Daniela, Ciara que la vi después y más personas pasemos al edificio para enfrentarnos a los policías. Hicimos de escudo humano delante de la puerta de la familia Rodríguez. Dentro se encontraba Gilberto luchando para que no lo echasen de su hogar.

La situación se estaba caldeando, los agentes de policía nos arrastraban por el suelo atizándo con sus porras a los demás compañeros. 《Justicia》 gritabamos. Pero al parecer ellos cumplían con su trabajo. Acaso no les daba vergüenza o no tenían sentimientos.

Por su puesto yo no me callaba, les decía de todo menos guapos hasta que un agente de la policía me agarró de mi camiseta arrastrándome por el suelo sin ningún miramiento. Yo me resistía incluso llegué a empujarle cuando vi que sacaba su porra y me dió un fuerte golpe en mi espalda. Me acurruqué llorando del miedo que sentía notando otro golpe más. De pronto escuché una voz masculina y el peso de un cuerpo sobre el mío.

--Samia, estás bien.

--Marcos...eres tú...Pronuncié lloriqueando.

--Sí. Ven salgamos fuera de aquí.

--No puedo Marcos, esta familia necesita que alguien los ayude.

--Están en ello, créeme.

Miré por encima de su hombro buscando a Ciara, la vi que bajaba con Marina y otro compañero más. Le mandé un sms quedando en vernos después.

Me sequé mi rostro mojado y con la ayuda de Marcos me levanté. Él me miraba de arriba abajo examinàndome. Cuando tocó mi espalda me quejé de dolor.
La expresión de Marcos cambió y como un buen caballero me envolvió entre sus brazos. Madre que gustico, qué bien huele y...lo bueno dura poco. Marcos me hizo una señal para salir del edificio. En la calle pude ver que los policías se marchaban y el inspector de policía hablaba ni más ni menos que con el cafre de Elian.

Me quedé observándolo como hablaba con el inspector. Lo único que pude llegar alcanzar a escuchar fue que la familia Rodríguez pasarían la noche en su casa. Me sentí feliz y orgullosa de ver que por lo menos el capullo de Elian sirviera para algo.

Seguí a Marcos hasta donde tenía su coche aparcado. Ni loca me montaba de nuevo en la bici, menudo dolor de culo tenía y las agujetas que me esperarían mañana.

Respiré agotada después de estar gritando y sentir en primera persona lo que son las injusticias.
Me acomodé en el sillón del copiloto y en silencio hicimos el trayecto.

--¿Quieres que te lleve a casa?--Me preguntó Marcos.

--Sí por favor. --Dije pegándome tortazos mentales por no responderle que me llevase a un Hotel para pasar un rato agradable.
Madre mía que necesitá de sexo que estoy. Llevo sin catarlo desde hace más o menos dos años que terminó la relación Jesús Alberto conmigo. Desde entonces no he vuelto a estar con ningún hombre.
Tan herida y marcada me dejó que durante un largo período de tiempo me fue imposible borrar sus huellas de mi cuerpo, en mi cabeza solo resonaban las palabras ofensivas que me decía y lo peor de todo que yo misma me he ido hundiendo más y más creyéndome lo que me decía. Agradezco mucho el apoyo de mi amiga Ciara y el amor de mis padres, gracias a ellos hoy en día soy la que soy. Más segura de mí misma, más fuerte e independiente.

A quien quiero engañar, hay momentos que necesitamos alguien que nos abracen y nos digan que nos quieren.

--Samia, ¿Dónde vives? Eo, estás aquí.

Sentí un apretón en mi rodilla consiguiendo que me recomponga.

--Esto...a ver...tira to' tieso, cuando llegues a la segunda calle tuerce a la derecha, después sigue tieso hasta llegar a la glorieta. Enfrente vivo yo.

--Perfecto. No me enterado de nada.

--Desde luego chico como sois de repipis lo de ciudad.

Marcos se echó a reír y yo me quedé boba mirando sus hoyuelos que se marcaban y lo hacían más sexy a juego con su dentadura blanquita perfecta.

Madre mía, pero que calentón me estoy pegando yo solica.

Al llegar a mi casa, invité a Marcos a pasar. El aceptó encantado y yo más.
Preparé un café mientras me hablaba sobre su relación con Mariola arias la "la pija".
Hubo un momento en el que se le pusieron sus ojos esmeraldas rojos, me daba tanta pena que la cazurra de la pija no lo valorarse. Será posible, el intentando complacerla en todo, y la muy pija asquerosa, haciéndose la estrecha y pensando en irse de tiendas con las amigas, pasando de él.

Me aproximé a él para darles ánimos, me dolía verlo así. Toqué su rostro con sombra de barba sin apartar mis ojos de él, sus ojos esmeraldas estaban fijos en los míos, percibi un pinchazo de excitación, deseaba con ansiosa probar sus calidos besos, entre abrí mi boca impaciente de probar la suya.

Él posó sus dedos en nuca atrayéndome más hacia el, que se encontraba sentado en un taburete.

Mi respiración no tardó en agitarse y mi cuerpo en revolucionarse de deseo. Cerré mis ojos para sentir mejor sus besos. Su lengua rozaba mi labio dándome pequeños mordisquitos seguidamente me introdujo su lengua ardiente en mi boca entrelazando nuestras lenguas ansiosas y gustosas.

Noté como las mariposas de mi estómago desplegaban sus alas y mi pancho se despertaba al sentir el paquete duro de Marcos. ¡¡Oh siii!! --Gemi de placer afanosa de llegar a más.

Mierda, el sonido de su móvil nos sobresaltó haciendo que nos separamos de golpe mostrando su dedo índice en forma de disculpa.

Agaché mi cabeza maldiciendo a quien lo había llamado. Madre mía estoy tan acalorada que necesito un asalto más que el comer.

--Samia lo siento. Es Elian quiere verte.

--¿¿Elian?? Y qué narices quiere el cafre de tú primo conmigo.--Ahora si que estaba al rojo vivo.

--Me ha dicho que te comente que quiere que cenes con él esta noche para hablar sobre el edificio y tú negocio.

--Esto es increíble. Tú primo qué pasa, que cuando Dios repartió la inteligencia él no se presentó.

--No sé sinceramente.

--De acuerdo iré. Dile que me mande un WhatsApp con la hora y la dirección y me mande un chófer a recogerme.

--Solo le diré la hora y el lugar.

Los dos nos echemos a reír y Marcos tuvo que irse, después lo llamó la pija.
Algo nerviosa y sin hacer ningún tipo de comentario referente a lo ocurrido, me despedí de Marcos.

Después llamé a Ciara para que me ayudase con mi atuendo.

Mientras me duchaba, rozaba mis labios con mis dedos imaginándome como habría sido haberme enrollado con Marcos. ¡¡Jay omá que rico que está!!

Sentí tocar la puerta y bajé a recibir a mi amiga. Mientras me arreglaba mi cabello Ciara me dijo que Elian había intervenido para que no desahuciarán a más personas.
¿Podría ser ese el motivo por el cual querría cenar conmigo? Pero...¿Por qué yo?

Para la ocasión me puse un vestido granate por debajo de mis rodillas, me maquillé a conciencia para estar bella y...cuando me miré al espejo percibí una pequeña desilusión.
Pero ahí estaba mi amiga con su barbilla apoyada en mi hombro entregándome una faja para disimular mis michelines. Siempre tenía soluciones para todo.

Ciara me llevó hasta el restaurante que me indicó Elian. Ciara y yo nos quedamos con la boca abierta admirando el lugar, estaba situado en uno de los barrios más ricos y como no, se podía apreciar que era de lujo.


Al entrar me quedé vizca mirando para todos los lados. Sin duda fijo que ahí rodaron la película titanic.

A mi encuentro salió Elian vestido con un traje gris hecho por el mejor sastre a su vez le sentaba bien al condenado. Nos saludemos y fuimos derechos hacia la mesa que había reservado.
Me senté delante de él, dándome lugar para que pudiera observar mejor sus fracciones. Era sin duda guapo, con un toque de misterio desprendimiento algo de dulzura. Sus ojos grises me miraban no precisamente con aprecio. El camarero nos dió la carta de comida y vino y con las mismas se marchó.
Tomé la carta de vinos, le eché un vistazo por encima. Qué vino iba a pedir si no tenía ni idea de lo había escrito. Con disimulo la dejé y agarré la de la comida. Estuve mirando un buen rato hasta que su voz me sobresalto.

--Samia es para hoy. Sé que puedes estar indecisa, decirte que puedes pedir lo que desees.

Será desgraciado. Con qué disimulo me ha dicho que como mucho.
Pues...pensándolo bien...aunque explote me voy a pedir 3 platos más el postre.

--Si quieres más no te cortes.

--Creo que con esto me quedaré llena. Muy amable por preocuparse por mi salud.

--Si me preocupase le diría que se fuera a un endocrino y la pusiera a dieta, falta te hace.

Percibí una pequeña descarga de cólera, su comentario no me había agradado para nada. Apreté mi mandíbula mordiéndome la lengua para no decirle cuatro cosas bien dichas. Tuve que contenerme mirando mi primer plato. La vajilla era muy fina y preciosa. Pero...¿Dónde está la comida? A esto le llaman comer refinado. Mucho plato y poca comida.

--Bueno señor Zisis, para que me invitado a cenar.--Pregunté intrigada.

--Para hablar con usted referente al edificio y su negocio.

--Le escucho. Dígame. --le respondí haciéndome la interesante.

--Como bien sabe ese edificio va ser demolido y su negocio también. Como me cae tan bien, he pensado darle a cambio de su negocio otro local que tengo vacío.

--Perfecto. Y las familias que viven allí, qué, también le va regalar un piso que tenga vacío. O espera que después de quitarle lo que es suyo duerman en la calle.

--Ese es mi trato. Si aceptas el local que te ofrezco, tus vecinos tendrán casa donde vivir. Si no, vais todos a la calle y os quedaréis sin nada.

Me quedé atónita y sin respuesta. Sentía un fuerte dolor en mi pecho como si me faltase el aire. Me levanté y me fui para el baño. Sus palabras retumban en mi cabeza. Golpee el lavado llorando de impotencia, el muy desgraciado me ha tendido una trampa y yo he caído como una estúpida.

En qué diablos estaba pensando cuando he aceptado cenar con él. En qué. En que después de cenar me iba a llevar a una habitación de hotel para hacer el ñaca-ñaca.

Pero como puedo ser tan tontaina. Si me lo ha dejado muy claro que yo soy una gorda, rechoncha. Una mujer no apta para sus necesidades.

El caso que no sé que me duele más, si sus palabras o mi ignorancia de pensar que yo le gustase.
Y lo más despreciable, el muy cabrón me ha puesto entre la espada y la pared. Qué hago, qué le digo.

¡¡Ay, papi!! Si estás por ahí ayúdame a tomar la decisión correcta, ayúdame.
Ya no pude soportarlo más y me dejé vencer por mi sufrimiento.

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