Capítulo 7
ELIAN:
Creo que me pasado siete pueblos con tratar así a Samia. Joder que demonios le pasa, ¿porqué se pone así? Y lo que más detestesto que me dé clases de moralidad, pero ojo con la niña cómo pega, aún me escuece la mejilla.
Me paso mi mano por mí cabello para intentar tranquilizarme. Y una mierda, no puedo conseguir quitarme de la cabeza cada una de sus palabras. Maldición, debo disculparme con ella.
Me pongo un chándal y las deportivas para salir cagando leches con la esperanza de darle alcance.
Abajo en la calle, con mi respiración agitada miro para un lado y otro, lo echo al pinto pinto gorgorito para ver que camino tomo. Gana la derecha, echo de nuevo a correr hasta que me paro de golpe.
¿Qué es lo que veo?
Al presenciar como Samia abrazaba a Marcos, percibía como cada fibra de mi cuerpo irradiaba un pequeño rencor.
Pero qué gilipollas que soy al pensar que ella es diferente. Por lo veo parece que no. Hay está lloriqueándole a Marcos, seguramente haciéndose la mártir, y como es lógico el atontado de Marcos estará consolándola tragándose todo su teatro.
Me giro sobre mis talones y empiezo a caminar enojado conmigo mismo por creer algo que no existe.
Al día siguiente mi suerte no ha cambiado, si no a peor. Antes de entrar al edificio me abordan periodistas. Estos que pasa que no tienen nada mejor que hacer que molestarme con sus preguntas absurdas.
Paso derecho hacia mi oficina más cabreado que un jugador de bingo. Antes de entrar me topo con Marcos, lo miro de arriba a bajo. Menudo careto trae este, al parecer pasó muy buena noche con ella.
Aprieto mis puños exasperado de pensar que estos dos pasaron la noche juntos. Fruzo mi ceño sin apartar mis ojos de mi primo.
Me acerco a él dándole un golpe en la espalda con ganas.
--¡¡Hey primo!!Cómo lo llevas. Qué ya amanecido, te veo un poco un baldao.
--No estoy para tus idioteces Elian.
--Tan mal se puso la noche que andas cabreado.
--No he pegado ojo en toda la noche.
--¿Qué estuviste haciendo alicatando el cuarto de baño?--Reconozco que a veces soy cruel con mis bromas.
--Ja, ja, ja. Como me parto. No, estuve con Samia en el hospital, su padre falleció anoche.
--¿Y tú como lo sabes?--Desde luego otra pregunta más tonta no le he podido formular.
--Anoche la vi que salía del portal hablando por teléfono, me paré y sin querer escuché la conversación. Pobrecilla su madre y ella, fue un momento tan trágico.
No lo pude soportar más, con disimulo me giré dándole la espalda a Marcos para que no viese la cara de imbécil que se me ha quedado.
Y yo juzgándola mal. Sigo hablando con Marcos contándome lo ocurrido anoche, hasta que Paloma nos interrumpe dándome la noticia que tanto esperaba. El ruso quiere hablar de nuevo conmigo.
--Te dejo primo, me aclaman los negocios.
--Elian piensa antes lo que vas hacer y las consecuencias que puedan traer tus decisiones.
--Haré lo que pueda.--le dije tajantemente saliendo de su oficina para llegar a la sala de reuniones, para volver a negociar sobre el edificio de la calle Macabi, espero que el ruso acepte y compre de una vez el puñetero terreno y me quite el muerto de encima.
SAMIA:
Ya no podía soportarlo más, nada más llegar a casa y cerrar la puerta caí de golpe al suelo dejando escapar esas lágrimas que debía haber derramado antes. Quería ser fuerte, hacerme la valiente ante mi madre y ante esas personas y familiares que estuvieron apoyándonos durante el velorio. Sentía como mi cuerpo flojeaba, mi lamento aumentaba de la misma rabia y dolor de tener que ver como enterrábamos a mi padre.
Adiós papá, adiós para siempre, ya no volveré más a verte. Ya todo se acabó, ahora me espera un largo camino sin ti. Me agarro de mis rodillas escondiendo mi cabeza para dar comienzo de nuevo a mi angustia y sufrimiento.
Parece mentira que hayan pasado varios días desde que nos despedimos para siempre de mi padre. Intento convencer a mi madre de que se vaya al cortijo con mi tía, por lo menos allí estará acompañada y podrá descansar de todos los días que pasó al lado de padre acumulando impotencia y dolor de saber que el hombre que más quería tarde o temprano nos iba a dejar solas y desamparadas.
Aún no me puedo creer que nunca más volveré a ver a mi padre. Sé que ahora más que nunca debo seguir con mi vida y ser más fuerte. Lo primero es ir agradecerle a Marcos por su ayuda. El pobrecico mio se la pasó toda noche a mi lado encargándose del papeleo.
¡Ains! Si es que es tan bueno, y está que cruje el cabronazo. ¡Arg! Porqué tendrá como novia a la pija resbalosa.
Me termino de vestir y me dirijo hacia el garaje para coger mi bicicleta. Hacer deporte no está nada mal y como el calor ya se está haciendo notar unos kilos de menos me vendrán de maravilla para lucir palmito.
Al llegar al edificio de las oficinas del capullo de Elian, paso dentro a un gran mostrador preguntando por Marcos.
La peliteñida de rojo me comunica que el señor Zisis está ocupado.
Empiezo a bufar, esta tía es tonta o es que se lo hace.
Tras una breve discusión me entero que mi guaperas preferido es primo de Elian.
Monto en el ascensor algo confusa, el ascensor para en una planta y veo como montan unos hombres vestidos de traje hablando en otro idioma. Por su tono de voz pareciese que estuvieran enfadados. Me aparto para un riconcillo un poco intimidada por esos armarios empotrados.
De nuevo se abre la puerta y es Elian con otro hombre, empiezo a inquietarme agradeciendo que estoy detrás de los armarios empotrados y no me ve.
--Gracias por haberme dado la oportunidad de escucharme y le prometo que hablaré con mi jefe.
--¿Lleva el contrato con las condiciones?
--Sí señor Zisis junto con los planos del edificio Macabi.
¡¡No!! Me tuve que tapar mi boca para no armar un escándalo. Me sentía irritada con lo que había escuchado. ¿Cómo podía Elian hacernos esto? Por su puesto eran negocios. Dinero y más dinero sin importarles nada que esas personas perdamos lo que supuestamente es nuestro.
Esperé a que salieran del ascensor y detrás yo. Después de escuchar esa conversación no iba a estarme quieta y consentir que cuatro tipos con dinero nos arruinen nuestras vidas.
Caminé despacio detrás de Elian, esperé un rato hasta verlo que entraba solo a su oficina.
Como lobezno saqué mis garras, mi respiración aumentaba por segundos cada vez más rabiosa. Un pequeño odio se iba adentrando en mi piel viendo al gilipollas de Elian hablando por el móvil muy sonriente.
No hizo falta que me anunciara Paloma, pienso que le doy hasta miedo.
--¿Paloma me traes el café?--Preguntó Elian que se encontraba de espaldas.
--No. Te traigo un hacha y un tarugo para rebanarte el pescuezo.
--¿Samia?
--La misma que viste y calza. Elian, eres el mayor desgraciado que me puedan presentar.
--Cuidado con lo que dices Samia y mide tus palabras.
--No te tengo miedo Elian, yo vengo a defender lo que es mío y lo que tú y cuatro cabrones queréis quitarnos.
--Yo no te voy a quitar nada. Entendiste. Nada. El ayuntamiento puso en subasta el terreno y yo lo compré. Esto funciona así.
--Como no, el que tiene cuatro duros hace y deshace a su antojo. Y los que no tenemos nada, tenemos que conformarnos con lo que vosotros decidáis.
--Samia, tú negocio está a salvo. He hecho todo lo posible para que siguiera en pie y no lo destruyan.
--¿Y las familias que van a perder sus hogares qué?
Miré a Elian cada vez más furiosa, sus manos subían por mis brazos consiguiendo con su contacto que me ponga nerviosa, alterada, confundida de no poder dejarlo de mirar a sus ojos grises muriendo de ganas por besarlo.
Él dió un paso hacia delante sonriéndome sin apartar sus ojos de mí, como si con eso me fuese a tranquilizar. Dio otro paso más y nuestros cuerpos estaban demasiado cerca, muy cerca. Cerré mis ojos aspirando su fragancia, agaché mi cabeza liberando una pequeña lágrima.
Sus dedos acariciaron mi barbilla haciendo que la subiera.
Mis ojos empañecidos miraban los suyos con adoración. Su boca estaba muy cerca de la mía, podía sentir nuestros alientos mezclados. Era un momento único e íntimo, pero ahora más que nunca no podía bajar la guardia. Debía ser fuerte.
Tuve que deshacerme de su contacto con desgana dando pasos pequeños hacia atrás.
Una vez liberada de él fijé mis ojos en él amenázandole con volver si no ponía solución.
Era una frase estúpida, pero era precisamente como me sentía.
Recibí un sms de Daniela, al parecer iban a desalojar de su vivienda a la familia Rodríguez. Un matrimonio con tres hijos menores y el más pequeño con meses de vida.
Salí del edificio dejando que me resbalasen gotas de debilidad e impotencia.
¿Pero cómo había sido tan estúpida para casi caer en su juego? Si es to' lo guapo que tú quieras, pero como él se va fijar en una mujer rechoncha y gordita como yo. Yo al lado de él no soy nada.
Me apoyo en una pared echando mi cabeza hacia atrás abatida mirando hacia arriba.
Esto es la realidad. Él es el dueño de una gran empresa y yo soy una pobre pastelera que ni pasteles puedo hacer porque mi negocio está cerrado. Esta es la verdad y la realidad. El que tiene dinero puede hacer y deshacer ha su antojo y los que no tenemos nada, debemos luchar para que no nos falte un plato en la mesa. Por su puesto dependiendo de ellos porque son los que tienen el dinero y el trabajo.
Ahora lo único que me queda es agarrar mi bici y volver hacia el edificio para intentar ayudar a esa familia para que no les quiten su hogar. Si lo conseguimos será un milagro.
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