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Capítulo 49

Pues si. Em-ba-ra-za-da. Ay las dao con todas las palabras. Eso me pasa por no tomarme las pildoras a tiempo y encima hacer el amor con mi precioso y adorable Abraham. Jope, ¿pero quién se puede resistir a un bombón como él? Yo desde luego no puedo, diríamos que es mi punto débil. 

Bueno sacándome de mi mundo de Samilandia, Clarise y Mariah me abrazan llenas de júbilo felicitandome por mi embarazo mientras yo intento asimilarlo.

Algo ya más relajada me siento en el sofá, comienzo a charlar con ellas para haber la manera de contárselo a mi amor platónico. Diríamos que estoy un poco en dudas, si mandarselo por Whatsapp o decírselo personalmente, pero es que me da tanto miedo de lo que pueda decir, sé que puede ser una tontería, o como siempre serán paranoillas mías, pero tanto insistí en tener a mi bebé que él parecía no estar muy ilusionado con la idea. No sé por qué pero la idea hace que me entristezca. 

Al día siguiente voy a visitarlo al hospital para saber sobre el estado de Carlos. Al llegar a la habitación veo Abraham hablando por teléfono mirando por la ventana, sin hacer apenas ruido paso dentro pudiendo escuchar su conversación. No puedo ver su rostro, pero por su voz puedo adivinar que las cosas con Carlos no van bien. Tras finalizar la llamada, me voy hacia él, sus ojos azules ahora más claros me miran con desolación, sin pensarlo lo abrazo para que pueda romper a llorar. Sé que tanto tiempo no se puede aguantar el sufrimiento y al final debes romper por algún lado a llorar.

—Abraham mi amor, como sigue Carlos.—Pregunto con mi corazón desbocado  de tener que presenciar como Abraham toma asiento a su vez echando sus manos a su cabeza mirando hacia el suelo abatido.

 —Mal Samia, hace un momento ha estado hablando conmigo el doctor...y para ser sinceros si no encontramos un paciente compatible con Carlos en año su vida se apagará. Estoy desesperado Samia, he llamado a todos mis amigos a sus familiares y nadie es compatible con Carlos. Esta situación cada vez me va pudiendo más conmigo, siento que mis fuerzas se desvanecen y no sé qué hacer Samia.

—Abraham debes creer en los milagros mi amor. Sé que para ti resulta difícil creerlo pero si yo te digo...—No puede continuar con la conversación puesto que llegó una enfermera con Carlos. Durante el tiempo que estuve con ellos no puede decirle nada a Abraham si no estaba hablando con los médicos estaba atendiendo a las visitas. Será posible, ni que se hubieran puesto todos de acuerdo para venir especialmente hoy.

Consulto mi reloj y es hora de irme, tengo una reunión en la tarde, me despido de los amigos de Abraham y de él, puesto que por la noche no me dará tiempo de pasarme. 

Durante toda la tarde estuve reunida y cuando por fin se terminó la reunión me llama mi amiga Esperanza. 

—Hola Esperanza, que tal estas.

—Muy mosqueada contigo, hace semanas que no vienes a visitarnos y a tu ahijado ni sabes del color que es. —Me reprocha Esperanza y con razón, con tanto jaleo no me acordado ni de llamarla.

Cuando por fin me deja de hablar Esperanza le digo que iré esa misma noche a visitarla y de paso a desahogarme con ella, me siento tan mal con todo lo que está sucediendo que no sé ni yo misma qué hacer, seguro que los consejos de mi amiga me vendrán de lujo.

Al llegar a casa de Esperanza, saludo a Ribert que juega con su hijo muy feliz. Mira quien lo diría de esta pareja que parecía todo perdido entre ellos y ahora a pesar de que Ribert tiene sus amantes, mantiene el listón de padre y buen marido.

Mientras bañamos al pequeño, le cuento a Esperanza lo que le sucede Abraham con su hijo. Ella me mira preocupada dándome ánimos. Lógicamente es un caso muy difícil y lo peor de toda esta historia que aunque una persona sea muy fuerte, el tener que perder a tu hijo sientes que las fuerzas te se van y todo se ha vuelto en tu contra, intentado buscar algún argumento de por qué te ocurre a ti todo lo malo.

A media noche y tras cenar con mis amigos me marcho para mi casa. Allí todo se me vuelve oscuro, tan sola me encuentro que sin poderlo remediar comienzo a llorar. Varias veces mi madre me decía que en los peores momentos de nuestra vida es cuando tenemos que ser fuertes para afrontar las situaciones más complicadas. Pues si, llevaba razón, pero que me diga a mi alguien como se afronta un caso tan complejo como es este. Nada más en el mundo me haría feliz de poder estar junto Abraham, y mira, el por un lado en el hospital llorando por su hijo desesperado por encontrar una solución y yo aquí más sola que la una con mi mano en mi vientre pensando en que cuando nazca mi bebé su hijo seguirá vivo. 

Con ese pensamiento me quedo dormida hasta que escucho el móvil. Nerviosa agarro el móvil, me quedo un poco aturdida cuando veo en la pantalla que se trata de Ribert. Preocupada respondo a la llamada.

—Samia buenas noches, siento mucho las molestias pero es que no he podido esperar a contártelo mañana.

—Ribert, más te vale que sea importante si no quieres que te los ponga de corbata.

—Quieta Samia que me hace falta el aparato. Mira Esperanza me ha contado lo que le ocurre al hijo de Abraham, y hemos pensado en hacernos las pruebas, como también hablaré con Abraham para que lo lleve a otro hospital para  que lo revise un médico especialista canadiense, es muy bueno en esos casos. 

—¡Ay Ribert! De verdad, me estas diciendo que estaríais dispuestos ayudarnos..

—Claro que sí Samia, te queremos mucho y deseamos tú felicidad y si podemos salvar a ese pequeño estaremos encantados de hacerlo, yo también soy padre y pensar por lo que está pasando Abraham se me parte el corazón en dos.

—Muchas gracias Ribert, muchas gracias...—Le digo entre sollozos de la misma emoción que siento de saber que mis amigos se ofrecen ayudarnos. Sigo hablando un rato más con Ribert y Esperanza, por su puesto no les cuento nada sobre mi embarazo, prefiero contárselo antes Abraham y después lo publicaré hasta en el periódico ABC.

Nada más amanecer me ducho me pongo mi traje de las reuniones, para no variar hoy me espera  otra. Nerviosa y al mismo tiempo excitada de la emoción de que pueda existir un milagro llego al hospital temprano. Al pasar a la habitación veo Abraham con un café en la mano, a diferencia que esta vez me da una sonrisa y me da un beso de esos que me gustan tanto.

—Buenos días preciosa.—Me dice mi amor platónico mirándome a los ojos paseando sus manos por mis brazos.

—Buenos días mimosin, qué, hacemos la tarea hay en el baño.

—Si no fuera porque van a pasar las enfermeras ya mismo, por mi te metería dentro y te haría mía. Samia quería agradecerte todo lo que estás haciendo por mi hijo, y por estar a mi lado. Anoche me llamó Ribert y estuvo hablando conmigo, no quiero ilusionarme, pero como tú dices existen los milagros y debemos ser fuertes.

—Escucha mi amor, tengo que darte una noticia.

—Dime, pero espero que no sea mala.

—No, para nada, estoy embarazada. —Le suelto del tirón mirando sus preciosos ojos a la vez que el me da una sonrisa y me abraza fuerte casi sin creérselo.

—Dios mio Samia, estas embarazada, pero eso es fantástico, es maravilloso, es...—En ese momento las palabras sobraban, para mí, me llenó más su beso, su sonrisa, demostrando lo feliz que se siente.

Justo en ese preciso momento que me estoy dando el lote(besando) con mi amor platónico llega Esperanza y Ribert.

—Uhm vaya la parejita que felices se ven.—Dice Esperanza.

—Por favor iros a un hotel.—Bromea Ribert.

Comienzo a sonrojarme ante sus comentarios, entonces Abraham le cuenta porque estamos besandonos, nada más contarle que estoy embarazada mis amigos me abrazan dándome la enhorabuena deseándonos los mejor. Al rato llega un médico y una enfermera, el doctor comienza explicando a mis amigos en qué consiste la prueba. Tras terminar de hablar el doctor una enfermera le hace entrega de un papel para que lo firmen.

Esperanza y Ribert se despiden de nosotros y juntos agarrados de la mano se marchan junto a una enfermera para hacerse las pruebas. Ahora solo queda cruzar los dedos y rezar para que ocurra el milagro de que alguno de los dos sean compatibles para poder salvarle la vida a Carlos mientras esperamos que nazca nuestro bebé. 

Agarrada de la mano de Abraham me encontraba mientras esperamos en silencio hasta que una enfermera sale y nos comunica que las pruebas han finalizado y hasta mañana no podemos saber el resultado. Los dos nos miramos agotados de cansancio pero la esperanza que alguno de los dos pudiera ser compatible, puesto que como dice mi abuela, lo último que se pierde es la esperanza.

Después de salir mis amigos de hacerse las pruebas nos vamos a comer mientras Carlos descansa. Los cuatro hablamos de lo mismo. Que ojalá exista el milagro de poder salvar la vida a Carlos. Terminamos de comer, para mi desgracia tengo una reunión, ya llego tarde pero bueno Clarise ya hablado por mi excusándose. Nada más llegar a mi oficina, me reuno con mi cliente y horas más tarde me voy para mi casa agotada por el día que llevo.

A primera hora de la mañana Esperanza y Ribert pasan a recogerme, todos estamos nerviosos, preocupados y a la vez entusiasmados con la idea de que ocurra el milagro.

Y si digo que los milagros no existen, estaría mintiendo. Sobre el medio día, el doctor que lleva el caso de Carlos pasa con los resultados de la pruebas que se hicieron mis amigos. Por su rostro puedo adivinar que no ha ido tan mal. Aun así los cuatro nos agarramos de la mano, escuchando las palabras del doctor. Efectivamente, Esperanza es compatible es Carlos. Los cuatro nos abrazamos felices, yo como siempre llorando de la misma felicidad.

Al día siguiente Esperanza se preparaba  para hacerse el trasplante de células madre a Carlos, la prueba dura horas, y tras acabar Abraham agarra la mano de Esperanza agradeciendo lo que ha hecho. Ella con una medio sonrisa, le agarra de la mano quitándole importancia. Pero las lágrimas de Abraham recorriendo sus mejillas nos hacen ver que su hijo vivirá por muchos años, deberá seguir un tratamiento, tendrá unos años difíciles pero su vida se alarga gracias a Esperanza. Un gesto que nunca lo podremos olvidar, de como una persona ha salvado a un niño que estaba destinado a vivir como mucho un año y ahora su vida se alargará. La sonrisa vuelve aparecer en ese padre que días antes estaba desesperado y angustiado puesto que no encontraba solución  y veía muy lejana la posibilidad de que su hijo viviera. Y en menos de 48 horas el pequeño Carlos vive y conocerá a su hermana. Si porque aunque parezca mentira ya han pasado varios meses, desde la buena noticia, y yo sigo aquí con mi barriga que va creciendo como crecen nuestros deseos, y esa fe que a pesar de todo no la hemos perdido.

Y como era de esperar, pues mi día también ha llegado, junto a Abraham que lo tengo a mi lado agarrándome de la mano mientras lo pongo verde porque no puedo soportar los dolores, el pobre aguanta el tipo como puede mientras ve como nace nuestra hija. Con sus ojos vidriosos, Abraham nos mira a mi que ya estoy más relajada y feliz de tener a mi hija en mis brazos. Por fin puedo verle su carita, agarrarle su manita y susurrarle mi pequeña Esperanza. Acto seguido el padre que está feliz por coger a nuestra hija, le sonríe rozando su carita.

   —Samia mi amor, es preciosa nuestra pequeña. Tan bonita como tú mi amor.

—Ya lo sé so'jodio por eso la he pario yo. Pero si es preciosa.

—Samia, no tengo las suficientes palabras para expresar lo mucho que te amo, ahora con la llegada de nuestra hija soy el hombre más feliz del mundo y como te dije hace unos meses. ¿Quieres casarte conmigo?

—Pero si eso no se lleva, pero vamos si hay que casarse pues una se casa, porque un tío buenorro como tú no se deja de escapar.

—Nunca me separaré de tí preciosa mía. Te quiero y lo que más deseo es pasar mis días junto a tí y nuestros hijos.

Como yo soy así de románticona, me dejo llevar por este maravilloso hombre que llegó a mi vida en el peor momento. Y a pesar de todo, ambos teníamos nuestros problemas y sin duda hemos sido fuertes como nuestro amor que ha logrado que a pesar de todo estemos juntos para el resto de nuestros días.


                                            ................UN TIEMPO DESPUÉS...........

Ya han pasado varios meses desde que nació Esperanza, Carlos se va recuperando bastante bien, y eso nos hace muy felices. Tanto como hoy que es el día que me caso. Y si, me caso con mi amor platónico. Dios mio si no me  lo creo ni yo. Pero aquí estoy, rodeada de mis amigos, de mi familia en un día tan especial como es este. Mi boda. Aunque para mí fue cuando nació mi hija, o cuando nos dieron la noticia que Carlos viviría. Para mí esos son los mejores días de mi vida. Pero bueno, vestirse con un vestido largo color marfil  también es un día maravilloso el cual lo recordaré con cariño, sobre todo cuando pasen los años y vea las fotos y diga qué guapa iba yo el día de mi boda.

 Al terminar de vestirme, mi abuela con sus ojos claros me mira de arriba abajo haciéndome entrega de una medalla que le compró a mi madre. Con un nudo en la garganta le hago una señal para que me lo ponga.  A continuación miro a mis amigas que no dejan de decirme lo guapa que estoy y lo impresionado que se va quedar Abraham cuando me vea. Sonrojandome salgo de la habitación para ir hacia el salón donde nos van a casar. 

Montada en el coche con Marcos sonrió de lo feliz que me encuentro, Marcos me mira deseándome la mayor felicidad del mundo. Yo por supuesto también le deseo la mayor felicidad del mundo junto a su novia. Ambos reímos dandonos un pequeño abrazo. Que bien me siento de poder mirar a los ojos a Marcos y ver ese hombre maravilloso y noble del que un día estuve enamorada de él, y sin embargo el destino ha hecho que sea otro hombre que obtenga mi corazón. 

Al llegar al salón donde está todo listo para la ceremonia civil, al sonido de la marcha nupcial anuncia mi llegada, conforme camino hacia el pequeño altar improvisado veo a mi amor platónico vestido con su traje de novio que le queda fenomenal, sonriéndome y observando con sus ojos azules que tanto me enamoraron el primer día que lo conocí, haciendo que mis mariposas despliegan sus alas para avisarme de lo que tanto deseaba. Y ahora un tiempo  después él toma mi mano, susurrándome lo bella que estoy.

La ceremonia da comienzo y tras un intercambio de palabras y anillos y por supuesto  nos damos el Sí Quiero. El juez nos declara marido y mujer. Mi marido, este hombre que con su virtudes, su manera de ser, y sobre todo demostrando lo mucho que le importo, ha sabido no solo conquistarme, si no amarme como jamás hubiera imaginado que un hombre llegase a quererme de la forma que lo hace él. 

Y sí, esta es mi historia, una historia que comenzó en un pequeño pueblo cuando yo trabajaba como pastelera, y que poco a poco ha ido cambiando pasando por alegrías, tristezas, lucha...Pero lo que sí me ha quedado claro es que en esta vida a pesar de todo los obstáculos que nos tengamos que enfrentar, debemos ser fuertes. 




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