Capítulo 46
Al cerrar la puerta sentí como todo mi mundo se iba desmoronando lentamente. Podía llegar a entender la situación de Abraham que no esté pasando por un buen momento, pero...¿Por qué me apartaba de esta manera de su lado?
Al llegar a mi casa me fui derecha hacia mi habitación, no deseaba pensar más, solo quería poder despertarme mañana y que las cosas entre Abraham y yo siguieran como han sido hasta ahora. Aunque me lo propusiera no podía dormir, mis lágrimas me lo impedían puesto que el dolor en mi pecho aumentaba dejándome vencer por mis emociones.
Harta de llorar y sintiendo como mi corazón se hubiera roto en dos, me levanté contemplando el amanecer, otro día cualquiera y cualquiera sabe que clase de cosas te tiene preparado el día. Y bueno porque también me tocaba tomarme la píldora, agarré mi bolso y maldecí por mi mala cabeza. Se me había olvidado de ir al médico para que me recetara las píldoras. Bueno por un día que no me la tome no creo que me pase nada, total tampoco pienso mantener sexo con nadie.
Horas después me encontraba en la oficina trabajando puesto que de algún modo no quería pensar en Abraham a pesar de que aún seguía teniendo la esperanza que me llamase y poder arreglar las cosas. Pero al parecer las cosas no son como una imagina. Eran las ocho de la noche y no había recibido noticias de él en todo el día. Admito que ganas no me han faltado de llamarlo y preguntarle cómo le va todo, pero he seguido el consejo de Mariah y he preferido no llamarlo a pesar que me muero de tristeza.
Volví de nuevo a mi casa, revisé el buzón y encontré una carta. Qué raro de quién podía ser. Al cruzar el umbral de la puerta de mi casa abrí la carta, comencé a leerla, se trataba de Alize, quien si no me iba a escribir una carta amenazándome para que me alejara de Abraham o él iba a sufrir las consecuencias.
Será hija de ....Esto sí que no. A mí nadie me prohíbe nada y menos alejarme de Abraham. Frustrada salí de mi casa hacia la casa de Clarise, necesitaba sus consejos antes de ir a por esa tipa.
―Pero bueno Samia que te pasa para que vengas más roja que un tomate.
―Que me pasa, esto.―Le muestro el papel a mi amiga mientras pasamos juntas hacia el salón y Mariah me prepara un café.
―Dios mía Samia, pero esta mujer le falta un tornillo. Quien se cree para amenazarte exigiendote que te alejes de Abraham.
―Supuestamente soy un zorra que su marido me quiere por sexo y cada vez que me acerque a él más le va hacer de sufrir con su hijo.
―Pero qué clase de madre hace eso con su hijo, pienso que los problemas que tengan los adultos deben solucionarlos ellos no meter por medio al pequeño. ―Opina Mariah haciéndome entrega de mi café.
―Pues una tía que no tiene que tener bien apretados los tornillos. Sabes Samia, con este papel la puedes denunciar.
―Ya Clarise, pero como voy a demostrar que ha sido ella quien la escrito.
―Pero mira Samia lo dice bien claro; que te alejes de mi marido o él va pagar las consecuencias de tus actos. Es más que evidente que se trata de ella.
―Sí hasta hay llegamos Clarise, pero no está escrita por su puño y letra sino por ordenador, ella puede decir que no ha sido ella y ponte tú a llevarle la contra. Maldita zorra sabe bien lo que hace.
―Pero qué astuta es, sabe como tiene que hacer las cosas. Y has hablado con Abraham.―Me pregunta mi amiga.
―Qué va, nada más leer la carta he venido directa hacia aquí, no quiero causarle más problemas. Pienso que esto debe ser entre ella y yo. Si quiere guerra va tener dolor de cabeza, a mi con cartitas de amor no me va asustar.
Mis amigas se me quedaron mirando un poco preocupadas, reconozco que me encontraba un poco enojada, muy enfadada con unas ganas de cogerla por el mocho que utiliza de pelo y barrer el piso. Para tranquilizarme un poco acepté la invitación de mis amigas de quedarme a dormir esa noche con ellas. La verdad que no me vendría nada mal estar con ellas, si me voy para mi casa creo que hubiera hecho cualquier locura.
Era Sábado y para relajarnos un poco decidimos ir de compras y a un spa para despejarnos un poco. Ese día habíamos decidido no ir al trabajo. La mañana estuvo bastante entretenida, primero fuimos al spa para que unos tíos macizorros nos sobaran, umm que gustico te quedas así que te masajeen la espalda unos hombres guapos con sus músculos marcados. Después de salir del masaje fuimos hacia una piscina jacuzzi;
¡Oh dios esto si es vida y que me quiten lo bailao!
Madre mía pienso en venir más a menudo a un spa, he entrado echa una mierda y salgo hecha un pincel. Aliviada y con mi sonrisa de nuevo en mi rostro Mariah nos propone ir a comer a un restaurante de un amigo suyo para después ir al centro comercial para terminar de quitarnos la depresión.
Llegamos al restaurante del amigo de Mariah, ésta no lo presenta y el tal Fabio un hombre de unos treinta años muy educado y amable nos invita a tomarnos un copa de vino antes de entrar al comedor. Cuando Fabio nos indica que podemos pasar al comedor, todo iba de maravilla hasta que veo a mi peor pesadilla tonteando con un tío.
―Qué miras Samia que te has quedado tan seria.
―Mira Clarise con disimulo aquella mujer del jersey rojo, es mi archienemiga.
―No jodas que la mujer de Abraham, será zorra, pero si solo le falta sentarse en la mesa para echar un polvo, no me digas que tonteo se traen esos dos.
Me quedo fijamente mirando cada movimiento que hace, cada beso que se da con su acompañante, no hay detalle que se me escape hasta que se levanta y al girarse nuestras miradas echan chispas. Arrullo la servilleta de lo enfadada que estoy, y encima la tía me sonríe con malicia. Ah no criatura, tú no sabes con quien te has ido a meter, de mi no se cachondea nadie.
Terminemos de comer y todo lo deprisa que podíamos casi a punto de darnos un corte de digestión fuimos tras la loca. Fuimos detrás de ella hasta que vimos que pasó a un parking de un centro comercial, no si encima me va acompañar para ir de compras.
Salimos las tres detrás de la mismísima zorra en persona, Clarise y Mariah intentan convencerme que dejase todo este lío y que lo mejor sería que hablase con Abraham y deje este asunto. Pero yo me niego, de mí esta víbora no se va a burlar. Cada paso que da ella, cada paso doy yo, cada vez que se para para mirar cualquier cosa yo la imito, hasta que veo que se dirige hacia la zona infantil. Al parecer había quedado con Abraham. Nada más ver cómo su mano tocó el rostro de mi Abraham intentando besarlo, aquella acción pudo conmigo. Cerré mi mano dejando que se llenarse de furia mi organismo y sin pensarlo me fui hasta donde se encontraba tonteando con Abraham, mientras caminaba hacia ellos se me cruzaban muchas ideas por mi mente, pero al estar cara a cara con ellos todas mis malas ideas se me fueron nada más ver al pequeño. Me quedé mirando Abraham pero lo ignoré completamente, ahora él no era mi problema si no ella.
―Vaya Abraham también has quedado con tu amante. Esto sí que no me esperaba.
―Samia ¿qué haces aquí?―Ignoré la pregunta de Abraham para dirigirme a ella.
―Para que preguntas Abraham cuando tú misma me has dejado esta carta en mi buzón, qué, aún quieres que hagamos un trío. ―Dibujo una sonrisa de medio lado mientras le muestro la carta disfrutando de como su cara va cambiando de tono comenzando a ponerse nerviosa.
―Que sea la primera y la última vez que me mandas cartitas de amor a mi casa amenazándome. No hace falta que me digas que me aleje de Abraham porque no pienso hacerlo, lo quiero y estoy dispuesta a darle su tiempo, pero no voy a dejarlo por una zorra como tú que andas tonteando con todo hombre que te se cruce y encima me vas a decir lo que tengo o no que hacer. Yo que tu no volvería hacerlo o lo lamentarás ¿Entendido, o te lo repito?―Le hablo muy pegada a su cara dándole pequeños empujones hasta que cae sentada en una silla, puedo ver en su mirada miedo y al mismo tiempo malicia.
―Abraham mirala me quiere lastimar, haz algo.
―Samia, basta, deja a Alize y vete por favor no empeores las cosas. Por favor.
―Suéltame Abraham, lo primero contigo no va la cosa y lo segundo ata en corto a este ser porque la proxima que me amenace te juro que no voy a responder.
―Eso es mentira Abraham, todo lo que te dice es mentira, yo no hecho nada.
―Samia te lo pido por favor vete y no empeores las cosas.
―Ven Abraham no quiero que tú mujer nos escuche.―Lo agarro del brazo y me lo llevo a un lugar donde no nos pueda ni ver ni oír la loca de su mujer.
―Mira Abraham voy a ser clara contigo. Punto uno, siento lo que pasó la otra noche, no entiendo que te ocurre y tampoco quieres explicármelo, por ello he decidido darte tu tiempo y cuando estés listo me lo cuentes. No pienso molestarte para nada, son tus problemas por lo cual si no quieres mi ayuda puedes hacer lo que quieras. Pero tampoco voy a permitir que Alize me haga la vida imposible, por supuesto sé defenderme y lo pienso hacer te guste o no.
―Samia tú no lo entiendes, Alize es capaz de hacer cualquier cosa y no solo a mí, sino a mi hijo. Ya me tocó vivir dos años lejos de mi hijo para ahora...
―Para ahora qué Abraham, no te das cuenta que te está manipulando a costa del niño. Harás todo lo que ella te diga si no lastimara al niño. No sé como se lo permites, pero en vez de ponerla en su sitio y luchar por la custodia de tu hijo y pides ayuda, haces lo más fácil, hacerle caso y alejarte de mí. Para mí qué quieres que te diga pero eso es de cobardes.
―Aún no te vas. Lo primero no soy ningún cobarde y lo segundo no pienso alejarme de ti, si hago todo esto es porque no quiero que te lastime. Al parecer por lo que me has contado ya ha empezado, ahora no es por mi hijo, sino por ti. Mi hijo está a mi lado pero tú no, y sé que Alize hará cualquier cosa para lastimarte y te juro que si te hace algo no voy a responder, prefiero que esta lucha sea entre ella y yo. Mírame Samia, te quiero tanto que no soportaría que nada malo te ocurriera y menos por mi culpa. Te quiero, te amo demasiado que me siento culpable de no saber cual es mi error.―Su mano agarró mi muñeca empujándome hacia él para fundirnos en un beso que esperaba con ansías, un beso lleno de amor y ternura.
―Samia me siento culpable por lastimarte, no quiero que llores y por supuesto me reuniré contigo para contarte todo, pero por favor dame tiempo para poder solucionar todo esto. Solo te pido tiempo, pero recuerda que te amo y no voy a dejarte. Nunca lo haría.
―Abraham...yo...te daré ese tiempo que necesites, pero por favor no me dejes con la incertidumbre de saber que algo malo te haya hecho la pirada de tú mujer. Yo también te quiero y me preocupo por ti.
―Lo sé Samia, solo dame unos días, te escribiré pero ahora debo alejarme de ti para poder divorciarme de ella y que me de la custodia de mi hijo, pero no quiero que pienses mal de mí por favor.
―No lo haré―Volvimos a besarnos, pude ver en esos ojos azules una tristeza inmensa y sinceridad. Lo vi marcharse apenado con una leve sonrisa que de alguna manera me hizo que mi corazón volviera a cargarse de amor, de amor hacia él. Sin duda Abraham es el hombre que amo y así como él me lo demuestra dejaré que se tome su tiempo para solucionar sus problemas a pesar que me escueza que me por ello me tenga que alejar de su lado y no permita que juntos luchemos. Creo que lo mejor será confiar en él y esperar que el tiempo decida por nosotros.
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