Capítulo 23
Ya había pasado cerca de un mes, cuando mi querida madre me llamó por teléfono dando señales de vida. Lo más irónico fue que hablase como si nada hubiera ocurrido. Para ella fue una simple escapada con Miguel. Para mí no lo era. Me tuve que contener mi rabia debido a que me encontraba en mi trabajo, morderme la lengua para no decirle cuatro cosas bien dichas a mi madre. Pero tampoco se me va quedar en el tintero de decirle todo lo que me dijo Marcos.
Le colgué disimulando lo feliz que me encontraba de saber lo mucho que la quiere Miguel y lo feliz que está junto él. Como si aquello fuera apagar la cólera que fluye por mi organismo de tener que descubrir la traición de mi madre.
-Samia, se encuentra bien, la noto distraída.-Me pregunta Rosell.
-Disculpe Rosell. Es que tengo problemas en casa, sé que no debo traerlos al trabajo, pero me afectan demasiado.
-Tranquila muchacha. Yo también tengo problemas, es un cosa inevitable no traerlos al trabajo puesto que forman parte de nuestra vida. Ahora Samia centremonos en el siguiente proyecto. Se trata de restaurar una casa antigua de un conde, y al parecer hay que hacer unos planos nuevos. Necesito tú ayuda para que te reúnas con el conde y acepte trabajar con nosotros. Es un proyecto muy importante Samia, y si el conde acepta, tú carrera empezará a brillar. Te lo garantizo.
-Yo-yo...Rosell no sé qué decir.
-Mírame Samia, eres joven, hermosa y llena de talento. El problema es que aún eres un diamante en bruto y hay que esculpir ese talento que tienes oculto.
Me quedé hipnotizada por las palabras alentadoras de Rosell. Respiré nerviosa, sin apartar mis ojos de ella acepté aquel trabajo.-Sí-Digo alzando mi barbilla dispuesta a enfrentarme a cualquier reto.
Rosell esbozó una sonrisa, asintió con su cabeza y minutos después empecemos con la reunión sobre otro proyecto.
¡Wou! Menudo subidón de adrenalina, no puedo creerme que Rosell ponga toda su confianza en mí. Estoy vamos, alucinando en colores. Y lo mejor de todo que mañana salgo para París, para ver al conde. Por cierto, ¿aún existen gente con esos títulos? Bah, yo voy a lo mío y sobretodo luchar por el motivo por el cual estoy haciendo tanto esfuerzo. Llegar a lo más alto para poderle demostrar a Marcos que lo amo y no soy ninguna interesada como él me ve.
Al llegar a casa, me encuentro a Joel cocinando. Parece que el no se ha dado cuenta de mi presencia, mientras yo aprovecho para observarlo sin perderme ningún detalle, ni de su fibroso cuerpo ni de sus movimientos rítmicos que hace mientras cocina. Cuando se da cuenta de que existo; primero me sonríe con esa sonrisa tan dulce, y después me da un fuerte abrazo y mi beso en la mejilla. Pienso que esto ya se ha vuelto un ritual.
-Umm. Qué buen hueles. Ya ha estado por aquí Ciara.
-Ja, ja. Como lo sabes. -Me guiña un ojo y vuelve a los fogones para continuar con la cena, mientras yo me quedo vizca mirando su trasero. Desde luego su culillo respignon me tiene hechiza.
-Joel, ¿Porqué eres tan sumamente idiota? No ves que ella sólo te está utilizando.
-Lo sé Samia, ya me he echo a la idea de que soy como su vibrador manual. Pero bueno, entiende que uno está soltero, y como buen caballero que soy, debo decirte que tengo que complacer a una bella dama.
-Pervertido. -Nos echamos a reír a la vez que Joel rodea mi cintura atrayéndome más hacia el para darme un ligero beso en mi cabeza. Aquel gesto me conmueve, aveces me he llegado a fantasear con Joel. Pero cuando veo que me trata como su hermana pequeña, todas mis fantasías desaparecen. Es que ahi que reconocer que el niño está como quiere y bueno, aunque yo me siento enamoradiza por Marcos... Oye que también le tengo que dar marcha al cuerpo. Pero me parece a mí que con Joel ya me puede salir telarañas en el potorro.
Sacudí mi cabeza volviendo a la realidad. ¡Ay amá! Si es que hace tanto que no me tocan, que tengo tanta hambre de pegarme un buen festín que pienso lo que no es.
Durante la cena le cuento a Joel referente a mi trabajo y lo que Rosell me ha pedido. Como siempre Joel deja sus cubiertos en la mesa y me abraza alegrándose por mí.
¡Mae mía! Como este hombre me siga tocando de esa manera, va acabar dándome un iptus y encima sin catarlo.
Bueno pues tras haber dormido poco, por mis nervios y el pánico que me da volar, aquí me encuentro en una gran mansión como la que salen en las telenovelas para convencer al conde o lo que sea, que debe trabajar con nuestra empresa porque le vamos hacer la mejor reforma que haya visto en su vida y porque yo debo ascender.
Al pasar dentro en compañía de un hombre trajeado, un olor a humedad me golpea en mis fosas nasales. Curiosa le pregunto al hombre si lleva mucho tiempo deshabitada la casa. El empleado casi sin mirarme me responde que sí. Desde que el conde falleció su viuda no volvió habitarla y ahora desea realizar las obras para que viva su hijo.
El empleado me hizo pasar a un gran despacho, con muebles de la quinta de Cristo y con poca luz.
Madre mía, mirase por donde mirarse, aquel lugar estaba para tirarlo, no había nada que se pudiera aprovechar de la estructura y qué decir de los tapices. En el rastrillo los compro yo más hermosos.
-Bienvenida, Mademoiselle-Una voz masculina con ese acento francés me sacaron de mis pensamientos. Como todo un caballero se presenta como el vizconde de Nevers. Un hombre alto moreno, delgado con muy buenos modales y agradable.
Tras ayudarme a sentarme él rodeó el escritorio, se acomodó cruzando sus dedos mirándome sin perder su sonrisa.
-Mademoiselle, mucho gusto en acudir hasta mi residencia. Cómo habrá podido apreciar este hogar necesita que lo derriben, aún así mi madre se niega. Y yo sinceramente no estoy interesado en vivir aquí con mi mujer.
-Pues discúlpeme señor...
-Ribert. Puede llamarme así.
-Mucho gusto, soy Samia. A secas.-Le digo mientras le estrecho la mano.
Empecemos hablar intercambiando ideas, hasta que nos interrumpió su mujer. La pobre mujer parecía estar asustada. No era muy alta y era muy poca cosa. Vestía un traje pantalón muy elegante, aún así su rostro pálido reflejaba lo desdichada que debía encontrarse. Sentí inmediatamente pena por ella. Seguro que tiene más cuernos que una mimbrera.
Moví mi cabeza derecha e izquierda sin poder creerme cómo podía estar con otras mujeres, teniendo a esta mujer que se ve que está locamente enamorada por el besugo este.
Tras tomar un té. Hice la ruta por la mansión, aquel inmueble era grandísimo. De vez de cuando miraba de reojo a Esperanza, que siempre caminaba detrás de nosotros en silencio mirando al suelo, como si no pintara nada.
Tras la excursión por la casa, nos sentemos en la mesa a cenar. Desde luego el vizconde no tenía ninguna intención de restaurar nada. Y aquella situación comenzaba a molestarme. Con los mejores modales que disponía en ese momento, clavé mis ojos en el vizconde y le pregunté directamente cual era el motivo por el cual me había echo venir para no querer realizar las obras que necesita la mansión para ser habitable.
Él dedicándome una sonrisa, apoyó los codos en la mesa apoyando la barbilla en sus manos juntas.
-Samia, ¿desea saber cuál es el motivo por el cual no quiero hacer obras?
-Pues sí, si no le importa explicármelo.
-Lo primero porque la idea es de madre, y lo segundo, nunca ha respetado mis decisiones. Por lo cual yo no deseo complacerla.
-Espere Ribert. Pero usted me está queriendo decir que...
-Sí. Llevo dos años casado con Esperanza sin amarla.
Me giro para ver la reacción de la pobre mujer que permanece con su cabeza gacha sin apartar sus ojos del plato.
-¿Pero acaso se da cuenta de lo mucho que le ama su mujer? ¿Cómo puede ser tan egoísta?
-Esperanza sabía que soy gay. Por lo cual no la he engañado, mi madre no ve con buenos ojos que su hijo le gusten los hombres y me obligó a casarme para seguir conservando el buen nombre de mi familia.
-Ostras. Esto si que no me lo esperaba. Pero vamos que yo consigo este proyecto si o si.- Pero bueno Ribert, eso tiene arreglo. No me diga que nunca ha estado con mujeres antes de salir del armario.
-Si. ¿Por qué lo pregunta?
-Porque aunque sea gay, no quita que también pueda hacerle el amor a su mujer, acaso no se ha planteado que sea bixsesual. Ooo...no me diga que nunca ha fornicado con su mujer en estos dos años.
-No, nunca me ha tocado. Diría que jamás me ha visto desnuda. -Por fin habló Esperanza. Le sonreí levantándome hacia ella y con disimulo le desabroché los primeros botones de su camisa. Como suponía Ribert no apartó sus ojos de ella.
-Ve, lo que se está perdiendo. Haga una prueba, sólo una para quitarse esa espinita y si no la desea, deberá dejarla ir, piense que le está haciendo mucho daño.
Los dos me miraron en silencio, debían de pensar que estaba como un cencerro. Pero entendía perfectamente a Esperanza, diríamos que sé lo que es estar ansiosa porque te toquen y ese hombre ponga distancias o te trate como su hermana pequeña. Entonces Joel hizo su aparición en mi mente devolviéndome a mi estado de nostalgia. Y así continúe un rato más pensando en Marcos y en Joel. En Marcos por quererlo y en Joel porque me siento atraída hacia él. Quizás sea porque esté a falta de cariño y lo vea como mi salvador. No sé sinceramente que me ocurre con Joel. Pero Marcos...porque siento este escozor en mi pecho, será por sus duras palabras. ¿Porque no puedo odiarlo?
Harta de pensar decidí irme a dormir. Cerrar los ojos y dejar paso a Morfeo.
A la mañana siguiente, mientras visitaba algunas habitaciones haciendo crujir mis nudillos de lo nerviosa que me hallaba, pude escuchar unas risas. Eran de Ribert y Esperanza. Inmediatamente me agradecieron lo que había echo por ellos. Incluso me dijeron el acuerdo que habían llegado.
Ella respetaría la homosexualidad de su marido mientras él le de placer y haga su papel de marido. Y yo a cambio recibí el contrato donde el vizconde trabajaría con nosotros. Y ahí no quedó la cosa, si no que Ribert me dijo que me iba a recomendarme a más familiares y amigos suyos.
Los abracé dándole las gracias, nunca me hubiera imaginado que hacer de Celestina tuviera tanto mérito.
Por la tarde, me despedí de Esperanza y Ribert quedando en mantener su secreto y seguir en contacto. Le aseguré que su secreto estaba a salvo y me alegré de tener una vizcondesa y vizconde como amigos. Quien me lo iba a decir a mí que hace un año estaba rodeada de mi gente, de mis clientes y amigos y ahora esté rodeada de la alta sociedad. Creo que este será el primer escalón que debo subir si deseo llegar hasta la cima y recuperar a Marcos.
Al llegar a España, llamé a Joel para avisarle que iría a pasar el fin de semana con mi madre. Me sentía feliz después de haber echo una buena acción pero las palabras de Marcos seguían clavadas en mi corazón y si no aclaraba todo esto acabarían por lastimarme más.
Tras llevar horas conduciendo, llegué al cortijo donde me esperaba mi madre. Muy bronceada por cierto.
Mi cuerpo se quedó frío cuando mi madre me abrazó, noté una descarga de furia por todo mi sistema nervioso. Me separé de mi madre echando chispas por mis ojos.
-Samia hija. A qué debo este comportamiento.
-¿Dónde ha estado madre durante estas semanas?
-Pues...ya te lo he dicho. Miguel y yo decidimos irnos de crucero.
-¿Con qué dinero madre? Y no me diga que con el de Miguel porque no me lo creo. Dime quien te dió ese maldito cheque. DIME.-Alcé la voz de lo frustada que me encontraba.
-Alena, la abuela de Marcos. Y quiero que sepas que lo hice por tu bien Samia.
-¿Por mi bien? O por el suyo.
-Que querías que hiciese. Esa familia nos quitó todo. Y tú cómo una imbécil no supiste aprovecharte de la situación. Sin embargo Ciara fue más inteligente que tú.
-Dinero a cambio de mi felicidad. No puedo creerme que su ambición le haya echo llegar hacerme una cosa así madre.
-Ese hombre no te ama Samia. Para él eres una cualquiera. A quien se le ocurre acostarse con su primo para después decirle que lo amas a él. Marcos no te quiere.
-Lo primero que voy a decirle es que con mi cuerpo hago lo que se me pegue la gana, soy una mujer adulta para saber lo que hago. Aún así
no me puedo creer que me haya traicionado de esta manera, sin importarte mis sentimientos. ¿Qué clase de madre vende la felicidad de su hija?
-Samia hija ha sido por tú bien.Esa gente tiene de todo, ¿y porqué? Porque no lo quitan a lo que no tenemos con qué defendernos, piensa que Elian no se casó contigo porque no te amaba y Marcos mucho menos. Al final nosotros somos los pobres trabajadores que deben pagar las consecuencias de todo - En ese momento se me vino la conversación que mantuve con Ribert, da igual que seas rico o pobre. Al final nuestros progenitores toman las "determinaciones correctas" según ellos, pasando por encima de nuestras decisiones.
-Y por eso usted aceptó el dinero, según tu en forma de venganza y así apartarme sabiendo que amaba a Marcos para hacerle ver que soy una aprovechada. Muy ingenioso por su parte y de Alena.
Miré fijamente a mi madre sujetando las gotas que amenazaban por delatarme. Era mi madre, pero aquel acto superó todos los límites. Moví mi cabeza de derecha a izquierda negándome a creer que mi única familia me hubiera dado la peor puñalada trapera que pueda recibir una persona.
-Espero que disfrute del dinero madre, deseo que sean muy felices mientras has echo a tú hija una desdichada. Mientras comprabas un billete a mi nombre para que pensara Marcos lo peor de mi, no te acordaste que tú hija sufría las consecuencias. No le deseo nada malo madre, pero tampoco quiero saber mucho de ti. Lo justo y menos. Adiós madre.
-Samia espera por favor escúchame...-Me suplicaba mi madre entre sollozos agarrándome del brazo para que no siguiera andando.
Me dolía ver en ese estado a mi madre, pero su traición me ha superado, no sé si llegaré a perdonarla, y si ese día llegase, tendrá que hacer muy buenas acciones para que pueda perdonarla.
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