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Capítulo 21


Bueno pues aquí me encuentro en el cortijo con mi madre y Miguel que nos ayuda a desempaquetar nuestras cosas. Miro para todos los lados observando el paisaje tan bonito que tengo ante mí. Todo el campo verde, adornado con flores de distintos colores...En mitad del campo las ovejas pastando y yo me veo como la Heide rodeada de ovejas. De vez en cuando me llega un olorcillo a ovejas que me tumba para atrás. Po' mira, vamos que ni de coña me quedo yo aquí arreando ovejas.

Paso hacia la cocina y me quedo paraba escuchando la conversación entre Miguel y mi madre.

-Miguel entiende que no puedo dejar sola a mi hija . Samia me necesita.

-Y yo qué Celia. Cuando podremos estar juntos. Te amo y deseo pasar mi vida junto a ti.

-Samia es mi hija...yo...

Joder que marrón. Y encima la pobre de mi madre llorando a moco tendido. Ah, no. Esto lo soluciono yo como que me llamo Samia.

-Mamá, Miguel. Sentaros quiero hablar con vosotros.-Me pongo seria para hablar con ellos. No deseo que mi madre se sacrifique más por mi. Pienso que ya es hora que le toque algo de felicidad. Se casó con diecinueve años, y a los veinte me tuvo a mi y siempre ha estado trabajando y nunca ha disfrutado de casi nada. Ya es hora que sus lágrimas se vuelvan risas.

-Mamá, he estado pensando que me iré a la ciudad para buscar trabajo. Aquí rodeada de ovejas no voy a encontrar el camino que necesito para ser alguien en la vida. Por eso te pido que te quedes con Miguel. Confío en él y sé que seréis muy felices. Y tú Miguel, cuida de mi madre.

-Pero hija tú...

-Mamá, siempre me has dicho que sea fuerte. Pues que quieres que te diga, pegada a tus faldas nunca lo seré. Quiero demostrarte que puedo luchar y salir adelante. Por supuesto con tu apoyo.

-Hija mía que orgullosa me siento por ti.-Ya no pude continuar hablando. Mi madre me estrechó contra su pecho y Miguel se unió a nuestro abrazo agradecido por entender la situación entre el y mi madre.

Entre sollozos seguíamos hablando hasta la hora de la cena. Después de cenar y ayudar a mi madre a recoger la cocina y fregar los cacharros me fui a mi habitación. Allí a solas mirando hacia el cielo me preguntaba que había pasado con Marcos. Si me odiará o como dice mi madre me esperará. Porque el amor tiene que ser tan bonito y al mismo tiempo tan doloroso. Marcos. Repito su nombre en un susurro acompañado de mis lágrimas cobardes por no haber sabido actuar correctamente. Pero juro por Dios ...¡Qué horror! Parezco a la Escarlata Hojara. Pues eso, que haré todo lo que esté en mis manos para el día que me vuelva a encontrar con Marcos pueda ser una mujer con una buena posición para que él no se avergüence de mí y podamos ser felices. Lo que yo digo, el que no se consuela es porque no quiere.

Tres días después me despido de mi madre y de Miguel. Me quedo más tranquila dejando a mi madre con Miguel, se que cuidará de ella y de algún modo podrán ser felices, es lo que más les deseo.

Montada en el autobús miro por la ventanilla el paisaje dejando mi mente en blanco hasta que alguien toca mi hombro. Volteo mi cabeza, quedándome atónita. ¿Pero qué hace el aquí?

-Puedo sentarme contigo.-Me pregunta Joel.

-Claro. ¿Pero qué haces aquí? Yo pensaba que ibas a trabajar en el restaurante de tu amigo.

-Al final va ser que no. Hemos tenido una pequeña diferencia y he decidido irme a otro lado. ¿ Y tú que tal te encuentras?

-Pues mira, tirando. Voy para la ciudad avesi tengo suerte.

-Samia, los comienzos son duros.

-Lo sé, lo sé. Pero es lo que me ha tocado.

-Samia yo tengo una casa ha disposición tuya. Como tú me ayudaste, yo también quiero hacerlo.

-Te lo agradezco, porque no tengo dónde quedarme. Pensaba dormir en una pequeña pensión.

-No me des las gracias. Tú te has portado bien conmigo. Y aunque no lo creas, si no hubiera echo las prácticas en tu negocio yo no hubiera conseguido el certificado como repostero y cocinero para poder trabajar en restaurantes de más de dos tenedores.

Madre mía, Joel además de estar bueno, es una bella persona. Continuamos hablando durante el viaje de nuestros sueños y como no del amor. Joel me confesó como se casó con Ciara y a pesar de aquella locura de casarse con ella en las Vegas ella acabo dejándolo cuando se enteró que no tenía dinero. El dinero que derrochó fue por una herencia de su padre. Al final Ciara se enteró y lo abandonó, tiempo después se divorciaron. A pesar de todo, el sigue sintiendo ese amor hacia ella que no ha conseguido olvidar.

Una vez que llegamos a la ciudad, Joel me invita a un café y después nos vamos hacia su casa. La verdad que la casa es pequeña pero cómoda. Me gusta es muy acogedora.

Mientras Joel prepara la cena, yo me doy un ducha. Mientras el agua recorre mi cuerpo no dejo de pensar en Marcos. Apoyo mi cabeza en la pared hartándome yo sola de tonta por haberme alejado de él. Pero si he cometido esa estupidez, pienso luchar para ser alguien en la vida y cuando llegue el día de volver a encontrarnos ser una buena arquitecta con dinero para que el se sienta orgulloso de mí. Aquí la que no se consuela es porque no quiere.

Cuatro meses después, me encuentro sentada en la oficina de Rosell Káiser. Una de las mejores arquitectas del país. Se habla de ella como una mujer exigente y seria. Pero a mí no me importa las pulgas que tenga, yo deseo entrar a trabajar en su empresa y poder ascender y ser una de las mejores arquitectas. Conforme pasan los minutos, mi corazón se acelera más. Mis manos me empiezan a sudar. Al escuchar mi nombre, cuando me llama la secretaría de Rosell me levanto sintiendo mis piernas flaquear. Trago saliva antes de mirar a Rosell a los ojos sintiendo un pequeño pavor por tenerla enfrente mío.

Ante mi se sienta ells con elegancia, deja su bolso a un lado y tras acomodarse en su silla me mira seriamente.

Empieza la entrevista y yo cada vez me encuentro más nerviosa, noto un sudor frío en mi nuca. La señora Káiser me está poniendo en la cuerda floja con sus preguntas.

-Encantada de haberla conocido señorita López. Pero debo comunicarle que al no tener experiencia no puedo ayudarle. Yo necesito gente cualificada y con años de experiencia.-Me dice esa señora con su pelo arreglado de peluquería, bien maquillada y con un traje echo a medida para su delgada figura.

Con todo mi orgullo, alzando la barbilla le respondo:-Muy amable por haberme echo la entrevista. Pero si yo estoy aquí, es porque me quitaron mi negocio, destruyendo todos mis sueños incluso mi futuro. Y por supuesto no me voy a quedar con los brazos cruzados viendo como esas personas me han arruinado la vida.

-Samia. Eres una mujer franca y con carácter. Por la manera que tiene de hablar, creo que guarda un resentimiento. Y eso hace que sea una mujer fuerte.

-La vida me ha enseñado a ser fuerte y no dejarme de avasallar cuando yo no hago nada malo.

-Aha. Sabes Samia. Creo que voy a darte una oportunidad. Me has convencido. Necesito una asistente y pienso que tú podrás desempeñar bien tú trabajo.

-Téngalo por seguro señora Káiser.

-Eso espero Samia. Trabajando a mi lado aprenderá mucho y si es espabilada se abrirá paso en este mundo de negocios. Pero si me traiciona, le puedo asegurar que me va tener como su enemiga, y fíjate que no te lo aconsejo.

-Nunca la traicionaría. Puesto que en mi vida nunca me he quedado con algo que no sea mío.-Tras mirarnos unos minutos que se me hicieron eternos, Rosell me sonrió. Extendió su mano para darme la bienvenida a su empresa.

Con un leve movimiento de cabeza mirándola seria, aguantando las ganas de saltar y gritar que estaba contratada me marché quedando en vernos mañana muy temprano.

Al salir a la calle, pude reír y dar pequeños saltos de alegría. Aún no me podía creer que fuera a trabajar al lado de una de las mejores arquitectas. Saqué mi móvil para darle la noticia a Joel.
Qué raro, tiene el móvil apagado. Me encogí de hombros y me marché para un centro comercial para comprarme ropa adecuada para trabajar al lado de Rosell.

Horas después, llegué a casa con un dolor de juanetes terrible. Al entrar escuché un ruido. Comencé asustarme, agarré un paraguas, menuda arma de defensa. Pero no había nada mejor a mano.
Caminé hasta llegar a la puerta de la habitación de Joel. Hice oreja...desde luego va romper la cama. Y yo me estoy poniendo a caldo de escuchar los gemidos.
Mejor me voy a ducharme y le doy tiempo para que acaben.

Al salir del baño con mi pijama de los Simpsons, me quedé alucinada de ver a Ciara saliendo de la habitación de Joel.

Ella se puso roja mirando hacia Joel, este se encogió de hombros como diciendo «A mi no me mires»

-No me lo puedo creer que estés liado con ésta Joel.

Bueno lo que me faltaba por escuchar. Sin pensarlo suelto mi vaso de leche con Cola-Cao y me planto a escasos centímetros de ella.

-Ésta, tiene nombre. Samia. Por si no lo recuerdas yo fui tú amiga, la que te sacó de más de un aprieto. Y porque estés rodeada y casada con el gran empresario Elian Zisis. Tus dotes de glamour las dejas en la calle, porque conmigo sobran. Como tú presencia ahora mismo. Ten dignidad y vergüenza Ciara. Largo de aquí, seguro que tendrás que calentarle la cama a tu marido.

Di un paso hacia atrás para que saliera de la casa Ciara. Al llegar a la puerta me dijo algo que no me lo esperaba.

-Samia, la amistad que tuvimos nunca la volveremos ha tener. Pero para mí, siempre serás mi amiga.

Ciara se marchó y yo me quedé congelada por las palabras de Ciara. Si lo pienso ella ha sido mi única y mejor amiga. Pero no sé si deba hablar con ella y perdonarla. Se que me necesita tanto como yo a ella. Pero no sé si lo mejor sería dejar las cosas conforme están, ella con su vida y yo con la mía.

Miro al cantamañanas de Joel como sonríe de oreja a oreja.

-Que, te has quedado a gusto hermoso.

-Ya te digo. Y lo mejor de todo que aunque se haga la interesante, sé que sigue enamorada de mí.

-Que quieres que te diga Joel, ella está casada y tu solo eres su vibrador sin pilas. Haz lo que quieras Joel, pero Ciara no va dejar su vida de lujos por ti.

-Lo sé Samia. Por eso me he mentalizado que con ella no llegaré a nada. Aunque la siga queriendo con todo mi corazón.

-Como yo quiero a mi Marc. Y mira que plan. Aquí los dos sentados abrazados a la cerveza lamentándonos.

En mitad de nuestro silencio escuché mi móvil sonar. Lo agarré y era un mensaje de un número desconocido.
Leí el mensaje repetidas veces sin poder creerme lo que ponía, apunto estuve de desmayarme de la impresión de leer lo que ponía ese mensaje.

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