Capítulo 14
SAMIA
Menudo día llevo, si lo hubiera sabido no me levanto. Y ahora ando como el demonio de Tanzania buscando un atuendo para ponerme. Dudo si pone el traje negro de los entierros o unos jeans. Si total para ir a la boda de Ciara. Ah pero no. Esta pulgosa no se va quedar con Elian. Antes muerta que quedar por idiota.
Arranco el coche y piso el acelerador a tope apunto de llevarme un gato por delante. Son las 11;15 minutos. Me siento tan nerviosa e inquieta. En estos días no he dejado de pensar en Elian y en todo lo que me hizo sentir cuando lo hicimos en su casa. Me sentí feliz y amada envuelta entre el calor de su cuerpo y esos besos tan dulces como un donut. Y a pesar de todo, la puñetera bruja lleva razón, si quiero estar con Elian debo luchar por él.
¡¡Mierda!! Es que a mí nunca me puede salir algo bien. Ahora hay un atasco debido a un accidente y esto tiene pinta de ir para rato. Miro mi reloj; 11:30. Comienzo a temblar y mi desesperación no me ayuda a pensar. Hago una maniobra, aparco el auto y salgo corriendo hacia el juzgado.
Madre mía, que no llego a tiempo. Me da un dolorcillo a un lado, la lengua me llega al suelo y estoy sudando como una cerda. Miro de nuevo mi reloj, 11:55 minutos y todavía me queda para llegar al juzgado.
Empiezo de nuevo a correr con todas mis ganas pero no llego muy lejos. Estoy agotada y mis piernas ya no responden. Lo único que me queda es rezar a todos los santos para que ocurra un milagro.
Desafortunadamente al llegar al juzgado agotada con la lengua como un estropajo, Elian y Ciara se hallan firmando el acta de matrimonio.
Mi corazón da un vuelco, empiezo a desanimarme bajando mi vista al suelo pretendiendo que mis lágrimas no salgan al flote puesto que sentía como una pequeña brecha en mi corazón. Al oír la voz de Marcos, alcé mi cabeza forzando una sonrisa.
--Samia que bonita ceremonia. Pensábamos que Elian le iba decir no a Ciara.
Miré a Elian por encima del hombro de Marcos, notando como mi pecho se contraía. Dejé a atrás a Marcos con la palabra en la boca y fui donde estaba Elian. Los dos nos miremos sin decir nada, sus ojos grises estaban más claros y su rostro serio. Me acerqué a él dándole dos besos susurrándole al oído 《Lo siento》
Vi como Ciara se pavoneaba delante mío dándole besos a Elian. Fingí una sonrisa más falsa que un billete. Sin quedarme de otra le di la enhorabuena.
--Te doy mi más sentido pésame Elian.
--Qué graciosa que eres Samia. Ahora yo soy la señora Zisis, eso no quiere decir que dejemos de ser amigas.
--Anda y por qué Ciara. ¿Acaso has echo algo malo para romper nuestra amistad?
--Yo...no por su puesto...--La voz de Ciara temblaba, y a mi me entraba una mala leche por dentro de no poder cogerla de la mata pelo y darle un par de bofetones por entrometida.
Crucé una última mirada con Elian, marchándome de ese lugar. De pronto sentí que alguien me agarró de mi brazo.
--¿Te vas a dar a por vencida Samia?
--Suéltame señora. Yo no estoy en la guerra, su nieto se ha casado qué quiere de mí.
--Quiero ver a mi nieto feliz. Y tú sabes como hacerlo feliz.
Ésta mujer está como las maracas de machín. --Alena, aclarase. Primero le dice a su nieto que yo estoy gorda, que soy una mujer burgal y ahora dice yo soy la única que lo puede hacer feliz. No la entiendo sinceramente.
Ella me miró con sus ojos entristecidos, cuando iba hablar Marcos apareció.
Agradecí que Marcos nos interrumpiera, me sentía incómoda y encima quería estar sola y llorar. Si, llorar, para mortificarme por no haber echo las cosas bien. Si de un principio le hubiera dicho que si, ahora mismo yo sería la que estuviera casada con Elian. Pero por otro lado donde voy yo.
--Samia--Aquella voz tan familiar sonó en mis oídos devolviéndome a la realidad.
--Elian...porqué lo has echo. Pensaba que yo te importaba.
--Y me importas Samia. --Su cercanía me hizo ver que sus palabras eran sinceras. Podía leer en sus ojos la sinceridad con la que pronunciaba cada palabra. Sus dedos rozaron mis acaloradas mejillas bajando hasta rozarme mis labios. Cerré mis ojos para sentirlo más, al abrirlos me sentí acorralada entre sus golosos labios y sus hábiles manos. La temperatura no tardó en subirme, lo deseaba y necesitaba sentirlo dentro de mi. Enterré mis dedos en su cabello prolongando mas el beso.
De pronto la voz de Ciara nos puso en alerta, disimuladamente nos arreglemos hablando de cualquier cosa.
Lo peor vino cuando vi como Ciara lo rodeaba con sus brazos y lo besaba. Sin embargo los ojos de él estaban puestos en mi. Disimulé una sonrisa, me encontraba victoriosa por alguna extraña razón.
La ciudad ya empezaba a oscurecer, la luces de las farolas alumbraban las calles con poco tránsito. Me abracé a mi misma, mi cuerpo tirita, miré al cielo dejando que mi lamento comience. Yo amaba a Elian, él a mi creo, quizás. Pero ahora él pertenece a otra mujer. A mi única y mejor amiga. Lo único que puedo hacer es alejarme.
Los siguientes días después de la boda, no supe nada de Elian. No quería más bien saber nada de él. Quería hundirme tocar fondo y cuando estuviera lista alzarme, sin ayuda de nadie. Deseaba ser fuerte, quería ser yo misma de nuevo. Y dejar que mi corazón agrietado por un amor no correspondido se fuera curando con el paso de los días.
Hoy tengo que llevar un encargo de tartas y pasteles a la mansión de los Zisis. La muy cínica de Ciara me los encargó.
Nada más llegar con la ayuda de un camarero dejé las bandejas en las mesas. Desde lejos observé a Ciara como presumía de su delgada figura ante las miradas de varios hombres.
Me arrasqué mi cabeza, conociendo a Ciara la cosa me olía a cuerno quemado. Sé perfectamente que esa no se atasca mucho a la hora de irse a la cama con un hombre y si está más bueno que un pudin de vainilla ni se lo piensa.
--¿Samia qué haces aquí?--Me preguntó Elian.
--Desde luego Elian tienes menos luces que un cándil. Pues trabajando, que voy a estar haciendo.
--Pensaba que habías venido a verme.
--Tú eres tonto o lo practicas. Que no Elian que tú estás casado con Ciara, y tú me enseñaste la tarjeta roja.
--Escúchame Samia, te necesito tanto. Tú eres la única mujer por quien me desvelo, apenas puedo dejar de pensar en ti, cuando estoy a tu lado es como si nada existiera salvo tú y yo.
--Elian...yo...
--No digas nada, déjame probar la dulce miel de tus labios...
--Elian se puede saber que haces con la gorda sebosa.
--Pero hombre si ya estamos todos. Cerrad la puerta. ¿Es que no tienes nada que hacer Iris?
--Vaya con la albóndiga con patas no ha salido graciosa.
Entrecerré mis ojos cargados de furia en contra de Iris, empecemos a insultarnos y seguidamente apareció Ciara y en menos de un minuto ya había gente haciendo de espectadores.
--Mira esta gorda, Ciara, ha querido besar a tu marido. Si no llego a tiempo lo hubiera violado y todo. --Se echó a reír con sarcasmo.
--Desde luego Samia que bajo has caído. No te da vergüenza venir a mi casa para coquetear con mi marido.--El mi lo recalcó bien, por si se me había olvidado.
--La que no tienes vergüenza eres tú. Que pronto te se ha olvidado todo lo que hecho por ti. ¿Eh? Ahora como estas en tu salsa rodeada de lujos, pierdes memoria.
--Oh no me digas querida, que esta foca, mugrosa es tú amiga.
Miré a Ciara esperando una respuesta, su silencio me confirmó la clase de persona que era. En ese momento me sentí engañada por ella. Voltee mis ojos para Elian que seguía inmóvil escuchando los insultos y las burlas referente a mi. El único que se dignó a sacar la cara por mi fue Marcos. Notaba como si me faltase el aire, aquella situación estaba pudiendo cada vez más conmigo. Al girarme para salir corriendo tuve tan mala suerte que tropecé con algo y caí al suelo. Lo que conseguí fue que se rieran más de mí.
--Samia ven dame tu mano y salgamos de aquí.--Me dijo Marcos poniendo una mano en mi cintura ayudándome a salir de allí.
A solas, dejé mi cabeza caer en el pecho de Marcos para romper a llorar y poder deshacerme de todas las emociones que padecía.
--Samia estás mejor.
--No Marcos. No, estoy demasiado herida. Nunca hubiera pensado que mi mejor amiga me traicionase y me humillara de esta manera. Y sobre Elian...maldito capullo. Me da la miel con los labios para acabar ofendiéndome como lo ha echo.
--Tranquila Samia, por favor no quiero verte así. Ven acompáñame a la cocina y te curo tus manos están sangrando, debiste clavarte algo cuando te caiste.
--Marcos, se puede saber que haces con esta.--Pronunció con asco Mariola mirándome de arriba a bajo.
--Mariola la estoy ayudando. ¿Tienes algún problema?
Contemplé como Marcos apretaba su mandíbula y cerraba sus puños. Pude imaginarme que estaba furioso, estaba demasiado agotada y lo que menos deseaba era tener más problemas. Miré a Marcos y le dije que se fuera con su novia puesto que yo estaba mejor. Marcos dudó unos minutos, al final pude convencerlo y se marchó.
Me agradaba mucho la compañía de Marcos, pero en ese momento quería estar sola. Empecé a caminar recordando lo sucedido con Ciara y preguntándome porque ha actuado así Elian.
De pronto veo una sombra, parpadeo varias veces para asegurarme haber visto bien. Sigo caminando con cautela por un pasillo poco luminoso, hasta que algo llama mi atención. El reflejo de la luz por debajo de la puerta puede con mi curiosidad. Me acerco, hago oreja y escucho un ruido, una voz...no estoy muy segura. Para salir de dudas, agarro el pomo y abro despacio la puerta, pongo un pie en la habitación quedándome asombrada por lo que veo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro